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lunes, 1 de febrero de 2016

Oración al Niño Jesús


Enseñemos a nuestros hijos a invocar al Niño Jesús en todas las situaciones de su vida. 
Les comparto una oración muy sencilla con la que pediremos especialmente por todos aquellos niños abatidos por la soledad y abandono... "Muéstrales tu Rostro Jesús"

martes, 14 de abril de 2015

ORACION PASCUAL POR LA VIDA




Señor Jesucristo 
Tú eres el Autor de la Vida, 
Quien murió y ahora vive para siempre.

Haz que aquellos que trabajamos y oramos 
Para que los niños en el vientre sean protegidos Siempre, saquemos fuerza, confianza, y gozo 
De Tu victoria sobre la muerte, 

Porque Tú eres Señor por siempre y para siempre. Amen.

Publicado en: Sacerdotes por la vida

sábado, 24 de mayo de 2014

►Santa María, Madre del Amor Hermoso



Santa María, Madre del Amor Hermoso: ante tu imagen acudimos, para ofrecerte filialmente cuanto somos y tenemos.
Te rogamos que nos alcances la gracia de crecer más y más en el fe y en el amor de Dios, para que estemos siempre unidos a tu Hijo Jesús y sepamos serle fieles, viviendo santamente en el estado y en el trabajo a que El nos llamó.
Imploramos especialmente tu protección maternal, para que los esposos cristianos perserven unidos en el amor que santificaron con el sacramento del Matrimonio y merezcan la gracia de una numerosa y cristiana descendencia.
Así sea.
Santa Maria, Madre del Amor Hermoso
Ruega por nosotros


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domingo, 30 de diciembre de 2012

►LA SEÑAL DE DIOS -BENEDICTO XVI



"La señal de Dios es la sencillez.
La señal de Dios es el niño.
La señal de Dios es que Él
se hace pequeño por nosotros.


Éste es su modo de reinar.


Él no viene con poderío
y grandiosidad externas.
Viene como niño inerme
y necesitado de nuestra ayuda.




No quiere abrumarnos con la fuerza.
Pide nuestro amor: por eso se hace niño.


Que su nacimiento no nos encuentre ocupados
en festejar la Navidad,
olvidando que el protagonista de la fiesta
es precisamente él"


Por Benedicto XVI


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viernes, 28 de diciembre de 2012

►Dia de los santos inocentes

El Nino Jesus



Hoy celebramos la fiesta de los Niños Inocentes que mandó matar el cruel Herodes. Nos cuenta el evangelio de San Mateo que unos Magos llegaron a Jerusalén preguntando dónde había nacido el futuro rey de Israel, pues habían visto aparecer su estrella en el oriente, y recordaban la profecía del Antiguo Testamento que decía: "Cuando aparezca una nueva estrella en Israel, es que ha nacido un nuevo rey que reinará sobre todas las naciones" (Números 24, 17) y por eso se habían venido de sus lejanas tierras a adorar al recién nacido. Dice San Mateo que Herodes se asustó mucho con esta noticia y la ciudad de Jerusalén se conmovió ante el anuncio tan importante de que ahora sí había nacido el rey que iba a gobernar el mundo entero. Herodes era tan terriblemente celoso contra cualquiera que quisiera reemplazarlo en el puesto de gobernante del país que había asesinado a dos de sus esposas y asesinó también a varios de sus hijos, porque tenía temor de que pudieran tratar de reemplazarlo por otro. Llevaba muchos años gobernando de la manera más cruel y feroz, y estaba resuelto a mandar matar a todo el que pretendiera ser rey de Israel. Por eso la noticia de que acababa de nacer un niñito que iba a ser rey poderosísimo, lo llenó de temor y dispuso tomar medidas para precaverse. Herodes mandó llamar a los especialistas en Biblia (a los Sumos Sacerdotes y a los escribas) y les preguntó en qué sitio exacto tenía que nacer el rey de Israel que habían anunciado los profetas. Ellos le contestaron: "Tiene que ser en Belén, porque así lo anunció el profeta Miqueas diciendo: "Y tú, Belén, no eres la menor entre las ciudades de Judá, porque de ti saldrá el jefe que será el pastor de mi pueblo de Israel" (Miq. 5, 1). Entonces Herodes se propuso averiguar bien exactamente dónde estaba el niño, para después mandar a sus soldados a que lo mataran. Y fingiendo todo lo contrario, les dijo a los Magos: - "Vayan y se informan bien acerca de ese niño, y cuando lo encuentren vienen y me informan, para ir yo también a adorarlo". Los magos se fueron a Belén guiados por la estrella que se les apareció otra vez, al salir de Jerusalén, y llenos de alegría encontraron al Divino Niño Jesús junto a la Virgen María y San José; lo adoraron y le ofrecieron sus regalos de oro, incienso y mirra. Y sucedió que en sueños recibieron un aviso de Dios de que no volvieran a Jerusalén y regresaron a sus países por otros caminos, y el pérfido Herodes se quedó sin saber dónde estaba el recién nacido. Esto lo enfureció hasta el extremo. Entonces rodeó con su ejército la pequeña ciudad de Belén, y mandó a sus soldados a que mataran a todos los niñitos menores de dos años, en la ciudad y sus alrededores. Ya podemos imaginar la terribilísima angustia para los papás de los niños al ver que a sus casas llegaban los herodianos y ante sus ojos asesinaban a su hijo tan querido. Con razón el emperador César Augusto decía con burla que ante Herodes era más peligroso ser Hijo (Huios) que cerdo (Hus), porque a los hijos los mataba sin compasión, en cambio a los cerdos no, porque entre los judíos esta prohibido comer carne de ese animal. San Mateo dice que en ese día se cumplió lo que había avisado el profeta Jeremías: "Un griterío se oye en Ramá (cerca de Belén), es Raquel (la esposa de Israel) que llora a sus hijos, y no se quiere consolar, porque ya no existen" (Jer. 31, 15). Como el hombre propone y Dios dispone, sucedió que un ángel vino la noche anterior y avisó a José para que saliera huyendo hacia Egipto, y así cuando llegaron los asesinos, ya no pudieron encontrar al niño que buscaban para matar. Y aquellos 30 niños inocentes, volaron al cielo a recibir el premio de las almas que no tienen mancha y a orar por sus afligidos padres y pedir para ellos bendiciones. Y que rueguen también por nosotros, pobres y manchados que no somos nada inocentes sino muy necesitados del perdón de Dios. 


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sábado, 15 de diciembre de 2012

►Carta del Papa Juan Pablo II a los Niños Por Navidad




¡Queridos niños!

Nace Jesús

Dentro de pocos días celebraremos la Navidad, fiesta vivida intensamente por todos los niños en cada familia. Este año lo será aún más porque es el Año de la Familia. Antes de que éste termine, deseo dirigirme a vosotros, niños del mundo entero, para compartir juntos la alegría de esta entrañable conmemoración.

La Navidad es la fiesta de un Niño, de un recién nacido. ¡Por esto es vuestra fiesta! Vosostros la esperáis con impaciencia y la preparáis con alegría, contando los días y casi las horas que faltan para la Nochebuena de Belén.

Parece que os estoy viendo: preparando en casa, en la parroquia, en cada rincón del mundo el nacimiento, reconstruyendo el clima y el ambiente en que nació el Salvador. ¡Es cierto! En el período navideño el establo con el pesebre ocupa un lugar central en la Iglesia. Y todos se apresuran a acercarse en peregrinación espiritual, como los pastores la noche del nacimiento de Jesús. Más tarde los Magos vendrán desde el lejano Oriente, siguiendo la estrella, hasta el lugar donde estaba el Redentor del universo.

También vosotros, en los días de Navidad, visitáis los nacimientos y os paráis a mirar al Niño puesto entre pajas. Os fijáis en su Madre y en san José, el custodio del Redentor. Contemplando la Sagrada Familia, pensáis en vuestra familia, en la que habéis venido al mundo. Pensáis en vuestra madre, que os dio a luz, y en vuestro padre. Ellos se preocupan de mantener la familia y de vuestra educación. En efecto, la misión de los padres no consiste sólo en tener hijos, sino también en educarlos desde su nacimiento.

Queridos niños, os escribo acordándome de cuando, hace muchos años, yo era un niño como vosotros. Entonces yo vivía también la atmósfera serena de la Navidad, y al ver brillar la estrella de Belén corría al nacimiento con mis amigos para recordar lo que sucedió en Palestina hace 2000 años. Los niños manifestábamos nuestra alegría ante todo con cantos. ¡Qué bellos y emotivos son los villancicos, que en la tradición de cada pueblo se cantan en torno al nacimiento! ¡Qué profundos sentimientos contienen y, sobre todo, cuánta alegría y ternura expresan hacia el divino Niño venido al mundo en la Nochebuena! También los días que siguen al nacimiento de Jesús son días de fiesta: así, ocho días más tarde, se recuerda que, según la tradición del Antiguo Testamento, se dio un nombre al Niño: llamándole Jesús.

Después de cuarenta días, se conmemora su presentación en el Templo, como sucedía con todos los hijos primogénitos de Israel. En aquella ocasión tuvo lugar un encuentro extraordinario: el viejo Simeón se acercó a María, que había ido al Templo con el Niño, lo tomó en brazos y pronunció estas palabras proféticas: « Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz, porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel » (Lc2, 29-32). Después, dirigiéndose a María, su Madre, añadió: « Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción -¡y a ti misma una espada te atravesará el alma!- a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones » (Lc 2, 34-35). Así pues, ya en los primeros días de la vida de Jesús resuena el anuncio de la Pasión, a la que un día se asociará también la Madre, María: el Viernes Santo ella estará en silencio junto a la Cruz del Hijo. Por otra parte, no pasarán muchos días después del nacimiento para que el pequeño Jesús se vea expuesto a un grave peligro: el cruel rey Herodes ordenará matar a los niños menores de dos años, y por esto se verá obligado a huir con sus padres a Egipto.

Seguro que vosotros conocéis muy bien estos acontecimientos relacionados con el nacimiento de Jesús. Os los cuentan vuestros padres, sacerdotes, profesores y catequistas, y cada año los revivís espiritualmente durante las fiestas de Navidad, junto con toda la Iglesia: por eso conocéis los aspectos trágicos de la infancia de Jesús.

¡Queridos amigos! En lo sucedido al Niño de Belén podéis reconocer la suerte de los niños de todo el mundo. Si es cierto que un niño es la alegría no sólo de sus padres, sino también de la Iglesia y de toda la sociedad, es cierto igualmente que en nuestros días muchos niños, por desgracia, sufren o son amenazados en varias partes del mundo: padecen hambre y miseria, mueren a causa de las enfermedades y de la desnutrición, perecen víctimas de la guerra, son abandonados por sus padres y condenados a vivir sin hogar, privados del calor de una familia propia, soportan muchas formas de violencia y de abuso por parte de los adultos. ¿Cómo es posible permanecer indiferente ante al sufrimiento de tantos niños, sobre todo cuando es causado de algún modo por los adultos?

Jesús da la Verdad

El Niño, que en Navidad contemplamos en el pesebre, con el paso del tiempo fue creciendo. A los doce años, como sabéis, subió por primera vez, junto con María y José, de Nazaret a Jerusalén con motivo de la fiesta de la Pascua. Allí, mezclado entre la multitud de peregrinos, se separó de sus padres y, con otros chicos, se puso a escuchar a los doctores del Templo, como en una « clase de catecismo ». En efecto, las fiestas eran ocasiones adecuadas para transmitir la fe a los muchachos de la edad, más o menos, de Jesús. Pero sucedió que, en esta reunión, el extraordinario Adolescente venido de Nazaret no sólo hizo preguntas muy inteligentes, sino que él mismo comenzó a dar respuestas profundas a quienes le estaban enseñando. Sus preguntas y sobre todo sus respuestas asombraron a los doctores del Templo. Era la misma admiración que, en lo sucesivo, suscitaría la predicación pública de Jesús: el episodio del Templo de Jerusalén no es otra cosa que el comienzo y casi el preanuncio de lo que sucedería algunos años más tarde.

Queridos chicos y chicas, coetáneos del Jesús de doce años, ¿no vienen a vuestra mente, en este momento, las clases de religión que se dan en la parroquia y en la escuela, clases a las que estáis invitados a participar? Quisiera, pues, haceros algunas preguntas: ¿cuál es vuestra actitud ante las clases de religión? ¿Os sentís comprometidos como Jesús en el Templo cuando tenía doce años? ¿Asistís a ellas con frecuencia en la escuela o en la parroquia? ¿Os ayudan en esto vuestros padres?

Jesús a los doce años quedó tan cautivado por aquella catequesis en el Templo de Jerusalén que, en cierto modo, se olvidó hasta de sus padres. María y José, regresando con otros peregrinos a Nazaret, se dieron cuenta muy pronto de su ausencia. La búsqueda fue larga. Volvieron sobre sus pasos y sólo al tercer día lograron encontrarlo en Jerusalén, en el Templo. « Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando » (Lc 2, 48). ¡Qué misteriosa es la respuesta de Jesús y cómo hace pensar! « ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre? » (Lc 2, 49). Era una respuesta difícil de aceptar. El evangelista Lucas añade simplemente que María « conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón » (2, 51). En efecto, era una respuesta que se comprendería sólo más tarde, cuando Jesús, ya adulto, comenzó a predicar, afirmando que por su Padre celestial estaba dispuesto a afrontar todo sufrimiento e incluso la muerte en cruz.

Jesús volvió de Jerusalén a Nazaret con María y José, donde vivió sujeto a ellos (cf. Lc 2, 51). Sobre este período, antes de iniciar la predicación pública, el Evangelio señala sólo que « progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres » (Lc 2, 52).

Queridos chivos, en el Niño que contempláis en el nacimiento podéis ver ya al muchacho de doce años que dialoga con los doctores en el Templo de Jerusalén. El es el mismo hombre adulto que más tarde, con treinta años, comenzará a anunciar la palabra de Dios, llamará a los doce Apóstoles, será seguido por multitudes sedientas de verdad. A cada paso confirmará su maravillosa enseñanza con signos de su potencia divina: devolverá la vista a los ciegos, curará a los enfermos e incluso resucitará a los muertos. Entre ellos estarán la joven hija de Jairo y el hijo de la viuda de Naim, devuelto vivo a su apenada madre.

Es justamente así: este Niño, ahora recién nacido, cuando sea grande, como Maestro de la Verdad divina, mostrará un afecto extraordinario por los niños. Dirá a los Apóstoles: « Dejad que los niños vengan a mí, no se lo impidáis », y añadirá: « Porque de los que son como éstos es el Reino de Dios » (Mc10, 14). Otra vez, estando los Apóstoles discutiendo sobre quién era el más grande, pondrá en medio de ellos a un niño y dirá: « Si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los cielos » (Mt 18, 3). En aquella ocasión pronunciará también palabras severísimas de advertencia: « Al que escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, más le vale que le cuelguen al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos, y le hundan en lo profundo del mar » (Mt 18, 6).

¡Qué importante es el niño para Jesús! Se podría afirmar desde luego que el Evangelio está profundamente impregnado de la verdad sobre el niño. Incluso podría ser leído en su conjunto como el « Evangelio del niño ».

En efecto, ¿qué quiere decir: « Si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los cielos »? ¿Acaso no pone Jesús al niño como modelo incluso para los adultos? En el niño hay algo que nunca puede faltar a quien quiere entrar en el Reino de los cielos. Al cielo van los que son sencillos como los niños, los que como ellos están llenos de entrega confiada y son ricos de bondad y puros. Sólo éstos pueden encontrar en Dios un Padre y llegar a ser, a su vez, gracias a Jesús, hijos de Dios.

¿No es éste el mensaje principal de la Navidad? Leemos en san Juan: « Y la Palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros » (1, 14); y además: « A todos los que le recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios » (1, 12). ¡Hijos de Dios! Vosotros, queridos niños, sois hijos e hijas de vuestros padres. Ahora bien, Dios quiere que todos seamos hijos adoptivos suyos mediante la gracia. Aquí está la fuente verdadera de la alegría de la Navidad, de la que os escribo ya al término del Año de la Familia. Alegraos por este « Evangelio de la filiación divina ». Que, en este gozo, las próximas fiestas navideñas produzcan abundantes frutos, en el Año de la Familia.

Jesús se da a sí mismo

Queridos amigos, la Primera Comunión es sin duda alguna un encuentro inolvidable con Jesús, un día que se recuerda siempre como uno de los más hermosos de la vida. La Eucaristía, instituida por Cristo la víspera de su pasión durante la Ultima Cena, es un sacramento de la Nueva Alianza, más aún, el más importante de los sacramentos. En ella el Señor se hace alimento de las almas bajo las especies del pan y del vino. Los niños la reciben solemnemente la primera vez -en la Primera Comunión- y se les invita a recibirla después cuantas más veces mejor para seguir en amistad íntima con Jesús.

Para acercarse a la Sagrada Comunión, como sabéis, se debe haber recibido el Bautismo: este es el primer sacramento y el más necesario para la salvación. ¡Es un gran acontecimiento el Bautismo! En los primeros siglos de la Iglesia, cuando los que recibían el Bautismo eran sobre todo los adultos, el rito se concluía con la participación en la Eucaristía, y tenía la misma solemnidad que hoy acompaña a la Primera Comunión. Más adelante, al empezar a administrar el Bautismo principalmente a los recién nacidos -es también el caso de muchos de vosotros, queridos niños, que por tanto no podéis recordar el día de vuestro Bautismo- la fiesta más solemne se trasladó al momento de la Primera Comunión. Cada muchacho y cada muchacha de familia católica conoce bien esta costumbre: la Primera Comunión se vive como una gran fiesta familiar. En este día se acercan generalmente a la Eucaristía, junto con el festejado, los padres, los hermanos y hermanas, los demás familiares, los padrinos y, a veces también, los profesores y educadores.

El día de la Primera Comunión es además una gran fiesta en la parroquia. Recuerdo como si fuese hoy mismo cuando, junto con otros muchachos de mi edad, recibí por primera vez la Eucaristía en la Iglesia parroquial de mi pueblo. Es costumbre hacer fotos familiares de este acontecimiento para así no olvidarlo. Por lo general, las personas conservan estas fotografías durante toda su vida. Con el paso de los años, al hojearlas, se revive la atmósfera de aquellos momentos; se vuelve a la pureza y a la alegría experimentadas en el encuentro con Jesús, que se hizo por amor Redentor del hombre.

¡Cuántos niños en la historia de la Iglesia han encontrado en la Eucaristía una fuente de fuerza espiritual, a veces incluso heroica! ¿Cómo no recordar, por ejemplo, los niños y niñas santos, que vivieron en los primeros siglos y que aún hoy son conocidos y venerados en toda la Iglesia? Santa Inés, que vivió en Roma; santa Agueda, martirizada en Sicilia; san Tarsicio, un muchacho llamado con razón el mártir de la Eucaristía, porque prefirió morir antes que entregar a Jesús sacramentado, a quien llevaba consigo.

Y así, a lo largo de los siglos hasta nuestros días, no han faltado niños y muchachos entre los santos y beatos de la Iglesia. Al igual que Jesús muestra en el Evangelio una confianza particular en los niños, así María, la Madre de Jesús, ha dirigido siempre, en el curso de la historia, su atención maternal a los pequeños. Pensad en santa Bernardita de Lourdes, en los niños de La Salette y, ya en este siglo, en Lucía, Francisco y Jacinta de Fátima.

Os hablaba antes del « Evangelio del niño », ¿acaso no ha encontrado éste en nuestra época una expresión particular en la espiritualidad de santa Teresa del Niño Jesús? Es propiamente así: Jesús y su Madre eligen con frecuencia a los niños para confiarles tareas de gran importancia para la vida de la Iglesia y de la humanidad. He citado sólo a algunos universalmente conocidos, pero ¡cuántos otros hay menos célebres! Parece que el Redentor de la humanidad comparte con ellos la solicitud por los demás: por los padres, por los compañeros y compañeras. El siempre atiende su oración. ¡Qué enorme fuerza tiene la oración de un niño! Llega a ser un modelo para los mismos adultos: rezar con confianza sencilla y total quiere decir rezar como los niños saben hacerlo.

Llego ahora a un punto importante de esta Carta: al terminar el Año de la Familia, queridos amigos pequeños, deseo encomendar a vuestra oración los problemas de vuestra familia y de todas las familias del mundo. Y no sólo esto, tengo también otras intenciones que confiaros. El Papa espera mucho de vuestras oraciones. Debemos rezar juntos y mucho para que la humanidad, formada por varios miles de millones de seres humanos, sea cada vez más la familia de Dios, y pueda vivir en paz. He recordado al principio los terribles sufrimientos que tantos niños han padecido en este siglo, y los que continúan sufriendo muchos de ellos también en este momento. Cuántos mueren en estos días víctimas del odio que se extiende por varias partes de la tierra: por ejemplo en los Balcanes y en diversos países de Africa. Meditando precisamente sobre estos hechos, que llenan de dolor nuestros corazones, he decidido pediros a vosotros, queridos niños y muchachos, que os encarguéis de la oración por la paz. Lo sabéis bien: el amor y la concordia construyen la paz, el odio y la violencia la destruyen. Vosotros detestáis instintivamente el odio y tendéis hacia el amor: por esto el Papa está seguro de que no rechazaréis su petición, sino que os uniréis a su oración por la paz en el mundo con la misma fuerza con que rezáis por la paz y la concordia en vuestras familias.

¡Alabad el nombre del Señor!

Permitidme, queridos chicos y chicas, que al final de esta Carta recuerde unas palabras de un salmo que siempre me han emocionado: ¡Laudate pueri Dominum! ¡Alabad niños al Señor, alabad el nombre del Señor. Bendito sea el nombre del Señor, ahora y por siempre. De la salida del sol hasta su ocaso, sea loado el nombre del Señor! (cf. Sal 113112, 1-3). Mientras medito las palabras de este salmo, pasan delante de mi vista los rostros de los niños de todo el mundo: de oriente a occidente, de norte a sur. A vosotros, mis pequeños amigos, sin distinción de lengua, raza o nacionalidad, os digo: ¡Alabad el nombre del Señor!

Puesto que el hombre debe alabar a Dios ante todo con su vida, no olvidéis lo que Jesús muchacho dijo a su Madre y a José en el Templo de Jerusalén: « ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre? » (Lc 2, 49). El hombre alaba al Señor siguiendo la llamada de su propia vocación. Dios llama a cada hombre, y su voz se deja sentir ya en el alma del niño: llama a vivir en el matrimonio o a ser sacerdote; llama a la vida consagrada o tal vez al trabajo en las misiones... ¿Quién sabe? Rezad, queridos muchachos y muchachas, para descubrir cuál es vuestra vocación, para después seguirla generosamente.

¡Alabad el nombre del Señor! Los niños de todos los continentes, en la noche de Belén, miran con fe al Niño recién nacido y viven la gran alegría de la Navidad. Cantando en sus lenguas, alaban el nombre del Señor. De este modo se difunde por toda la tierra la sugestiva melodía de la Navidad. Son palabras tiernas y conmovedoras que resuenan en todas las lenguas humanas; es como un canto festivo que se eleva por toda la tierra y se une al de los Angeles, mensajeros de la gloria de Dios, sobre el portal de Belén: « Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes El se complace » (Lc 2, 14). El Hijo predilecto de Dios se presenta entre nosotros como un recién nacido; en torno a El los niños de todas las Naciones de la tierra sienten sobre sí mismos la mirada amorosa del Padre celestial y se alegran porque Dios los ama. El hombre no puede vivir sin amor. Está llamado a amar a Dios y al prójimo, pero para amar verdaderamente debe tener la certeza de que Dios lo quiere.

¡Dios os ama, queridos muchachos! Quiero deciros esto al terminar el Año de la Familia y con ocasión de estas fiestas navideñas que son particularmente vuestras.

Os deseo unas fiestas gozosas y serenas; espero que en ellas viváis una experiencia más intensa del amor de vuestros padres, de los hermanos y hermanas, y de los demás miembros de vuestra familia. Que este amor se extienda después a toda vuestra comunidad, mejor aún, a todo el mundo, gracias a vosotros, queridos muchachos y niños. Así el amor llegará a quienes más lo necesitan, en especial a los que sufren y a los abandonados. ¿Qué alegría es mayor que el amor? ¿Qué alegría es más grande que la que tú, Jesús, pones en el corazón de los hombres, y particularmente de los niños, en Navidad?

¡Levanta tu mano, divino Niño,
y bendice a estos pequeños amigos tuyos,
bendice a los niños de toda la tierra!

Juan Pablo II

Vaticano, 13 de diciembre de 1994.

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lunes, 12 de noviembre de 2012

►Oración a María por un difunto




Oh María Madre del Amor hermoso!,
cuando crucificaron al Señor Jesús,
tu Hijo adorado,
tu fe se avivó aún más
y es posible creer
que al ritmo que crecía
la justa y sensible aflicción
tu paz y confianza se agigantaban.
Y es que siempre le creíste
al Dulce Jesús,
y en tu corazón conservabas
con certeza sin igual
las experiencias y las promesas
en torno al misterio de la resurrección.
Ante esta pérdida mía
te imploro que me ayudes con tu ejemplo,
que en tu seguridad afinque yo mi firmeza,
que en tu fortaleza
encuentre base mi serenidad,
que el aliento de tu profunda convicción
consolide la expectativa
de que, como el Señor Jesús vive hoy,
primogénito de los resucitados,
quien hoy siento como pérdida
resucitará para la vida eterna.
Y, finalmente,
Madre de la Vida
te pido te todo corazón
que tu plegaria intercesora
le encamine al encuentro
de la Comunión de Amor
y a mí me obtenga del Altísimo
una fe sólidamente cimentada en la confianza
y una esperanza centrada en el amor.
Gracias Madre del Amor hermoso.

Amén.

lunes, 29 de octubre de 2012

►Jesús y los niños




Mateo 19, 13-15
Entonces le presentaron unos niños
para que les impusiera las manos y orase;
pero los discípulos les reñían. Ante esto, Jesús dijo:
-- Dejad a los niños y no les impidáis que vengan conmigo,
porque de los que son como ellos es el Reino de los Cielos.
Y después de imponerles las manos, se marchó de allí.

Marcos 10, 13-16
Le presentaban unos niños para que los
tomara en sus brazos; pero los discípulos les reñían.
Al verlo Jesús se enfadó y les dijo:
-- Dejad que los niños vengan conmigo,
y no se lo impidáis, porque de los que son
como ellos es el Reino de Dios. En verdad os digo:
quien no reciba el Reino de Dios como un niño no entrará en él.
Y abrazándolos, los bendecía imponiéndoles las manos.

Lucas 18, 15-17
Le llevaban también niños para que los tomara en sus brazos.
Al verlo los discípulos les reñían. Pero Jesús llamó a los niños y dijo:
-- Dejad que los niños vengan conmigo y no se lo impidáis,
porque de los que son como ellos es el Reino de Dios.
En verdad os digo: quien no reciba el Reino de Dios como un niño no entrará en él.


miércoles, 10 de octubre de 2012

►ORACIÓN POR UN NIÑO ENFERMO



http://www.youtube.com/watch?v=yu82gExWqx8&feature=plcp

Señor, tú invitaste a los niños a venir hacia ti
para poder poner tus manos sobre ellos y para bendecirlos.
Te suplicamos que extiendas ahora tu mano sobre este (a) niño (a)
para aliviar su dolor, para librarlo (a) de todas sus dolencias.
Que tu misericordia le devuelva la salud del cuerpo y del alma, a fin de que,
con corazón agradecido, pueda siempre amarte y servir siempre a su prójimo.
Te lo pedimos a ti, que nos amas y vives por los siglos de los siglos.
Amén.

sábado, 7 de julio de 2012

►Sobre la LIBERTAD a los jóvenes



http://www.youtube.com/watch?v=5E5dnT6-M3Q&feature=plcp

La gracia y la paz de Nuestro Señor Jesucristo esté con todos vosotros siempre.
Me siento feliz de recibiros hoy en el Vaticano que ha sido la meta de vuestra marcha. Habéis venido libremente a demostrar vuestro amor a Cristo y a su Iglesia, y reunirnos en su nombre.
La libertad es un gran don que habéis recibido de Dios. Quiere decir que tenéis el poder de decir sí a Cristo. Pero vuestro sí no significaría nada si no pudiérais decir también no. Diciendo sí a Cristo, os entregáis a El; le ofrecéis el corazón, reconocéis su puesto en vuestra vida, ya que por ser hijos de Dios, hermanos y hermanas en Cristo, habéis sido creados para decir sí al amor de Dios. Fue Cristo quien os compró la libertad. Murió para hacernos libres. Sólo Jesús os hace libre. Nos dice Él mismo en el Evangelio de San Juan: "Si el Hijo os librare, seréis verdaderamente libres" (Jn. 8, 36).
El mayor obstáculo de vuestra libertad es el pecado que significa decir no a Dios. Pero Jesucristo Hijo de Dios esta pronto a perdonar todo pecado, y esto es lo que hace en la confesión, en el sacramento de la penitencia. Es el mismo Jesús quien perdona vuestros pecados en la confesión y os devuelve la libertad que perdísteis cuando dijísteis no a Dios. Queridos jóvenes: Amad vuestra libertad y ejercedla diciendo sí a Dios; no la enajeneis.Recobradla cuando la hayáis perdido y reforzadla en la confesión cuando flaquea. Acordaos de las palabras de Jesús: "Si el Hijo os librare, seréis verdaderamente libres".
Jubileo de los Jóvenes, Abril de 1984

jueves, 24 de mayo de 2012

►JESÚS NO NACIDO


                             





Jesús, no nacido, comienza la obra de la salvación y santifica a una madre y a                           su niño no nacido.
El evento mas impresionante de las Sagradas Escrituras que revela la dignidad del niño no nacido es el hecho de que Jesucristo mismo se encarnó en el vientre de María Santísima y vivió como niño no nacido.
Desde el vientre hace el primer milagro de gracia. Ocurre en la visita de la Virgen Santísima a su prima Santa Isabel. Jesús, no nacido, comunica su gracia santificadora a Sta. Isabel y a su niño no nacido, San Juan Bautista.
Lucas 1:41 "Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo"
Sta. Isabel como respuesta bendice a la Virgen y a Jesús:
Lucas 1:42 "y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno"
Sta. Isabel además reconoce que el bebé no nacido que vive en María es su Señor.
Lucas 1:43-44 "y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno."
La Iglesia, fiel a Jesucristo, siempre ha proclamado que la vida humana es sagrada desde el momento de la concepción. Es por eso que condena el aborto como un gravísimo pecado contra el Quinto Mandamiento: "No Matarás".

miércoles, 21 de marzo de 2012

► Jesucristo también fue un niñito por nacer...



Jesucristo, fue durante nueve meses un niño por nacer. Al hacerse hombre se unió de algún modo a todo hombre, y quiso identificarse con los más pequeños de sus hermanos: él padece hambre en los hambrientos, sed, frío, desnudez, exclusión, enfermedad y cárcel en todos los desheredados de la tierra. Él es de nuevo crucificado en cada niño por nacer al que se le niega el derecho a vivir, cualquiera sea el momento en que eso suceda.


glitter photo editor

 

sábado, 28 de enero de 2012

►LAS DOS PETICIONES DE JESUS


 LAS DOS PETICIONES DE JESUS 
 (F.Gàmez, Mayo 2000)

En este día, mi buen Jesús,
deseo cumplir una vez más Tu Santa voluntad,
de ese momento en el que, agonizante en la cruz,
solicitaste de mí aquel acto de piedad:
en medio de Tu amarga agonía,
cuando mi alma redimías,
me entregaste a Tu Madre muy amada
y me pediste que la llevara a mi casa y mi vida,
a mi interior, a mi morada,
para que, así como siempre estuvo Contigo,
esté igualmente por siempre conmigo.

Así lo has querido, Señor, que en mi vida
diera yo a ella la bienvenida:
a Tu dulce y Santa Madre, la siempre Virgen, María.

---------------
A ella también dejaste un mandado:
que me tuviera por siempre a su lado
y que, con amor de Madre y bajo su cuidado,
me recibiera como su pequeña criatura,
para que, amparado por su maternal ternura,
me educara cada día y formara en mí Tu Santa Figura.

---------------
Ahora, mi Señor, con pena reconozco
que mientras su parte de Madre, María,
la ha cumplido a cabal perfección,
de mil maneras he fallado yo en la mía,
como hijo y como Cristiano, según Tú me pediste
en aquella última hora de Tu dolorosa Pasión.

Por eso me acerco hoy de nuevo a Tu cruz,
para imitar Tu ejemplo, mi buen Jesús,
de caminar en obediencia y santidad
y tomar dignamente a María conmigo,
tal y como Tú me lo has pedido.
---------------
Te recibo una vez más, María,
en mi corazón y en mi vida,
para que, con tu ayuda,
ser santo y buen hijo tuyo,
sea mi ilusión y alegría.

Haz de mí un buen hijo de Dios,
humilde, obediente y de oración.

Sé tú mi fuente de fe, pureza y de luz,
de caridad y dulzura, humildad y mortificación,
de sabiduría, paciencia y alegría.
Aleja de mí el orgullo y el egoísmo, la frialdad y la rebeldía.
Ayúdame a que yo disminuya para que crezca Jesús,
transfórmame para que piense según Su sabiduría,
que sea como El en su manera de amar y de vivir,
de hablar, actuar y sufrir.
---------------
Te saludo y felicito por las obras de Dios en ti, Gran Señora,
como anunciaste en el Magníficat que yo lo haría un día,
y te agradezco de corazón por todas tus bondades.

Y ahora, avergonzado por mi condición de pecador,
me arrojo, María querida, a tus pies y tus manos
y te suplico que, como Madre llena de amor,
me obtengas de Jesús, tu hijo amado,
mi conversión, el arrepentimiento y perdón de mis pecados.
Amén.


lunes, 21 de noviembre de 2011

►Jesús en el Santuario de María


Tú que cuando estabas en el vientre de María con Tu compañía la ayudaste a comprender
Tú que ibas creciendo y con amor te cobijabas, pidiéndole a Dios Padre nuestra fe fortalecer
Tú que cuando fueron a ayudarla a Isabel, Juan reconocía Tu divinidad de Rey
Tú, abre estos ojos, haz que puedan comprender.
María ya sabia que Tú un día partirías y que Ella aceptaría con amor Tu voluntad
por eso mientras pudo tenerte dentro de Ella, gozaba Tu presencia exenta de ansiedad.


Que sea Tu vida chiquita la que enseñe a perdonar
que sea Tu vida pequeña la que cuide a las demás
que todos los " por nacer" hallen en Tu querer
refugio, amor y ternura. Haz que te puedan ver.
Jesús, hijo y hermano,
Jesús, Padre y Amor,
Jesús, danos la mano,
Jesús, borra el dolor.
Jesús, Dios encarnado,
Jesús, Dios y hermano,
Jesús por nacer.
Jesús con María,
Jesús peregrino,
Jesús de la Vida,
Jesús salvación,
Jesús Dios y humano,
Salva a los hermanos,
que están por nacer.
Amén.
Escrito por July de Mouriño. Nada obsta a la Fe y Moral católicas para su publicación.
Revdo. Mons. JOSE LUIS DUHOURQ, Censor
S.E.R. Mons. MARIO J. SERRA
Buenos Aires, 22 de septiembre de 1999
"Jesús era varón antes de nacer, pero en la sabiduría, no en la edad; en el vigor del ánimo, no en las fuerzas del cuerpo. En la madurez de los sentidos, no en la corpulencia de sus miembros.
Porque no tuvo menos sabiduría, o por decir mejor, no fue menos la sabiduría misma, Jesús, concebido que nacido, pequeño que grande. Así, escondido en el seno de María , dando vagidos en el pesebre, preguntando a los doctores del templo- ya más grandecito -o, en la edad perfecta, enseñando delante del pueblo, igualmente, sin duda, lleno del Espíritu Santo.
No hubo hora alguna, en cualquier edad de su vida, en que, de aquella plenitud que en su concepción recibió, disminuyese algo o se le añadiese algo, sino que desde el principio fue perfecto; desde el principio estuvo lleno del Espíritu de Sabiduría y de entendimiento, del Espíritu de Consejo y fortaleza, del Espíritu de Ciencia y de piedad y del Espíritu de temor del Señor."
San Bernardo de Claraval
S. XII



Jesús en el Santuario de María

"Jesús en el Santuario de María" es una oración a Jesús en el seno de la Virgen María, a Jesús En María, a Jesús Prenato, a Jesús en el Sagrario de María, desde el momento mismo de su Encarnación hasta su Nacimiento. 
Jesús En María nueve meses..., Jesús En la Visitación , actuando desde dentro de María en la santificación de Juan..., todo ese tiempo santo en que Jesús vive en el Santuario de María y en que María es Su Sagrario.

Es una Devoción muy especial porque allí esta Jesús protegido por María, como nos gustaría a nosotros estar, cobijado en su Santo manto, dentro de Ella, y María esta enteramente protegida por Dios, por la Santísima Trinidad, llevando a Dios en su seno. Dios se encarnó en María por obra del Espíritu Santo y Jesús comenzó a vivir en el seno (Santuario) de María. Fue creciendo y compartiendo con María, desde dentro de toda Ella, cuerpo y alma, todo su Misterio, su Amor y su Gracia.

Dijo el Padre Luis Maria Etcheverry Boneo: "...y como tantas veces hemos recordado se produce esa dialéctica, ese intercambio maravilloso de esos nueve meses en los cuales la Virgen le va dando a Jesucristo célula tras célula, con la cual El se va tejiendo su vestido corporal y a la vez Jesucristo va dentro de la Virgen pintando su propia imagen y haciendo el alma de la Virgen cada vez más semejante a la de El mismo, y por lo tanto a la Divinidad." "...y ahora se agrega por primera vez en su vida un nuevo sentimiento y una nueva virtud de su voluntad y de su inteligencia que es la adoración hacia adentro, Ella adoraba siempre a Dios, ahora adora lo que siente en sus entrañas."

Dios quiso encarnarse y que Jesús recorriera todo el camino de la vida. Jesús pudo haber llegado a nosotros ya adulto, sin embargo, quiso ser cigoto, embrión, feto, bebe, quiso vivir en el Santuario de María y ser reconocido allí por otro niño por nacer, Juan.

La Madre Teresa nos decía: "el primer ser humano en reconocer la presencia de Jesús, Hijo de Dios, fue la criatura que saltó de alegría en el vientre de su madre, Isabel". "Es algo maravilloso Dios elige a un niño no nacido para anunciar la venida de su Hijo Redentor."

El 31 de mayo es el día de "La Visitación", esta fiesta era celebrada por los Franciscanos en el siglo XIII y el Papa Bonifacio IX la introduce en el calendario oficial de la Iglesia. En la Visitación la Virgen María nos muestra su enorme solidaridad y servicio, expone El Magnificat, (nunca antes ni después hablará así) y se produce el encuentro de Juan y Jesús. Juan salta en el seno de Isabel reconociendo a Jesús y recibiendo Su Gracia, es un momento de enorme riqueza espiritual. 
Al contemplar el instante en que Dios se encarna en María y comienza Jesús a vivir en el Santuario de María, nos surge la necesidad de adorar, celebrar y difundir "ese" momento. La Redención comenzó allí, en la Encarnación, cuando Jesús comienza su vida en María. El se humanizó para hermanarse y se hermanó para salvarnos.

San Luis María G. de Monfort decía: "...en este misterio (la Encarnación) realizó ya todos los misterios de su vida por la aceptación que hizo de todos ellos".

A primera hora del domingo 11 de julio de 1999, ante las reliquias de Santa Teresita en la Catedral de Buenos Aires, Jesús en el Santuario de María, Dios encarnado, quiso aparecer en forma especial, ser más conocido y, ya Allí como el Salvador, en una comunión con el Sí de María durante nueve meses. Como si se corriera un telón, todo estaba allí, tan claro, tan lindo, tan simple y verdadero!

Santa Teresita festejaba con la mayor piedad todos los años el 25 de marzo, pues ella decía: "Este es el día en que Jesús, en el seno de María, fue más pequeño."

Jesús en María, Jesús bebé antes de nacer, Jesús prenato, toda su grandeza y su relación con María. Este era el momento, la situación que ahora se debía iluminar, y aunque una vez visto o contemplado parecía todo tan obvio, había que difundirla, hacerla accesible a todos, dar a conocer esta maravilla de la misericordia de Dios. Eran éstos los tiempos en que Dios quería que naciese esta devoción popular.

Fue entonces que comenzó un largo y maravilloso camino que muchos acompañan , entre ellos Monseñor E. Karlic, quien sugirió el nombre de la oración y luego escribió el prólogo del libro :"María, el primer Sagrario"( compendio de los textos y oraciones enviados y recopilados desde 1999 hasta principios del 2004 ), el Cardenal Jorge Bergoglio quién envió la oración para su aprobación en la Arquidiócesis y escribió la introducción del mismo libro y Monseñor José Bonet A., quien me asesoró y acompaña espiritualmente.

El 25 de septiembre de 1999 llegó la carta del Arzobispado, fechada el 22 de septiembre, aprobando la oración a Jesús en el Santuario de María. 
Las frases, pensamientos, escritos, etc, fueron llegando como perlas que se iban descubriendo. Fue en el Monasterio Trapense de Hinojo donde el primer escrito, de San Bernardo, comenzó a acompañar esta Devoción. Estos textos fueron enviados por email todos los días 25, de marzo a diciembre, con la idea de que recordáramos, mes a mes, a Jesús En María y todo el significado de la Devoción.

Las primeras estampas * se repartieron por primera vez el 25 de marzo de 2000. Al pensar en la estampa surgió primero el momento de la Visitación, María e Isabel, y en especial la relación y encuentro de Juan con Jesús, así fue como se realizaron dos estampas con la misma oración , una con la imagen de la Visitación y otra con la de la Anunciación - Encarnación.
Comenzó así, sin prisa pero sin pausa, a correr como un manantial, tranquilo, transparente, llevando su mensaje por distintos lados: parroquias, catequesis, enfermeras, grupos de oración, internet, etc. Es una Devoción que nos invita a rezar, a contemplar, a maravillarnos, y a valorar, respetar y cuidar toda vida. 
Ha sido un regalo para el Jubileo, para el nuevo milenio.

El 31 de mayo de 2005 fue donado a la Arquidiócesis de Buenos Aires el óleo , cuadro original de la devoción a Jesús en el Santuario de María, pintado por Dolores Gómez Bustillo, el cual fue entronizado en la Basílica del Espíritu Santo - Parroquia Ntra. Sra. de Guadalupe - , para que todos podamos ir a contemplar especialmente los momentos de la Anunciación - Encarnación y la Visitación , y a rezar por la cultura de la Vida y por los niños y niñas por nacer.

Cuando vamos a comulgar y recibimos a Jesús, deberíamos recordar que en ese momento, aún no siendo dignos como Ella, nos parecemos a María, porque podemos recibir a Dios dentro nuestro, recibir toda su Gracia y glorificarlo.Esta realidad, esta verdad, esta imagen de Jesús Prenato, hace que profundicemos la importancia de respetar toda vida desde el momento de su concepción, porque todo niño por nacer es semejante a Jesús, es hermano de Jesús. No podemos decir que no es una persona, no podemos decir que no se lo ha tenido en cuenta en la creación. y como consecuencia es una verdad que nos compromete con la cultura de la Vida. El Día del Niño por Nacer, si bien nace de forma diferente a la Devoción, luego confluye como dos ríos en uno, ya que se celebra el 25 de marzo, día de la Anunciación - Encarnación. Pareciera que Dios se valió de ambas corrientes para decir ¡Aquí estoy!, ¡Aquí están!

Generalmente la llegada del Salvador se ha relacionado con la Navidad, y la Anunciación con el Sí de María. Es sorpresivo ver cuantas personas han comenzado a celebrar el día de la Encarnación al celebrar el Día del Niño por Nacer. La solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María es día de precepto, pero por ahora no ocurre lo mismo con el día de la Anunciación - Encarnación, sin embargo estos tiempos muestran la feliz necesidad de celebrar la Solemnidad de la Anunciación - Encarnación con mayor relieve y participación del pueblo cristiano.

La Devoción a Jesús en el Santuario de María, dada la situación en que nos encontramos ante la cultura de la muerte, es la Devoción sobre la que se enraizará con mayor fortaleza el apostolado por la cultura y el Evangelio de la Vida. Es la Devoción a Jesús que hará comprender, en principio a los cristianos y luego a todos los hombres de buena voluntad de todos los pueblos, la dignidad de la vida en el seno materno, y la "maravilla" de Su Encarnación.

María es el Primer Sagrario porque Jesús se encarnó en Ella, comenzando allí nuestra redención y Jesús vivió en el Santuario de María porque Dios preparó este Santuario para Su Hijo .

Es necesario que todos puedan re-conocer esta Verdad, que toda la Iglesia celebre con mayor profundidad y alegría la Encarnación, y tenga en cuenta estos nueve meses de Jesús En María y de María Con Jesús, para que todos puedan ya gozar de Su Gracia.


Julia Elena Gómez Caride de Mouriño


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CONSAGRACIÓN DEL MATRIMONIO AL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA

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"Oh, Corazón Inmaculado de María, refugio seguro de nosotros pecadores y ancla firme de salvación, a Ti queremos hoy consagrar nuestro matrimonio. En estos tiempos de gran batalla espiritual entre los valores familiares auténticos y la mentalidad permisiva del mundo, te pedimos que Tu, Madre y Maestra, nos muestres el camino verdadero del amor, del compromiso, de la fidelidad, del sacrificio y del servicio. Te pedimos que hoy, al consagrarnos a Ti, nos recibas en tu Corazón, nos refugies en tu manto virginal, nos protejas con tus brazos maternales y nos lleves por camino seguro hacia el Corazón de tu Hijo, Jesús. Tu que eres la Madre de Cristo, te pedimos nos formes y moldees, para que ambos seamos imágenes vivientes de Jesús en nuestra familia, en la Iglesia y en el mundo. Tu que eres Virgen y Madre, derrama sobre nosotros el espíritu de pureza de corazón, de mente y de cuerpo. Tu que eres nuestra Madre espiritual, ayúdanos a crecer en la vida de la gracia y de la santidad, y no permitas que caigamos en pecado mortal o que desperdiciemos las gracias ganadas por tu Hijo en la Cruz. Tu que eres Maestra de las almas, enséñanos a ser dóciles como Tu, para acoger con obediencia y agradecimiento toda la Verdad revelada por Cristo en su Palabra y en la Iglesia. Tu que eres Mediadora de las gracias, se el canal seguro por el cual nosotros recibamos las gracias de conversión, de amor, de paz, de comunicación, de unidad y comprensión. Tu que eres Intercesora ante tu Hijo, mantén tu mirada misericordiosa sobre nosotros, y acércate siempre a tu Hijo, implorando como en Caná, por el milagro del vino que nos hace falta. Tu que eres Corredentora, enséñanos a ser fieles, el uno al otro, en los momentos de sufrimiento y de cruz. Que no busquemos cada uno nuestro propio bienestar, sino el bien del otro. Que nos mantengamos fieles al compromiso adquirido ante Dios, y que los sacrificios y luchas sepamos vivirlos en unión a tu Hijo Crucificado. En virtud de la unión del Inmaculado Corazón de María con el Sagrado Corazón de Jesús, pedimos que nuestro matrimonio sea fortalecido en la unidad, en el amor, en la responsabilidad a nuestros deberes, en la entrega generosa del uno al otro y a los hijos que el Señor nos envíe. Que nuestro hogar sea un santuario doméstico donde oremos juntos y nos comuniquemos con alegría y entusiasmo. Que siempre nuestra relación sea, ante todos, un signo visible del amor y la fidelidad. Te pedimos, Oh Madre, que en virtud de esta consagración, nuestro matrimonio sea protegido de todo mal espiritual, físico o material. Que tu Corazón Inmaculado reine en nuestro hogar para que así Jesucristo sea amado y obedecido en nuestra familia. Qué sostenidos por Su amor y Su gracia nos dispongamos a construir, día a día, la civilización del amor: el Reinado de los Dos Corazones. Amén. -Madre Adela Galindo, Fundadora SCTJM

CONSAGRACIÓN DEL MATRIMONIO A LOS DOS CORAZONES EN SU RENOVACIÓN DE VOTOS

CONSAGRACIÓN DEL MATRIMONIO A LOS DOS CORAZONES EN SU RENOVACIÓN DE VOTOS
Oh Corazones de Jesús y María, cuya perfecta unidad y comunión ha sido definida como una alianza, término que es también característico del sacramento del matrimonio, por que conlleva una constante reciprocidad en el amor y en la dedicación total del uno al otro. Es la alianza de Sus Corazones la que nos revela la identidad y misión fundamental del matrimonio y la familia: ser una comunidad de amor y vida. Hoy queremos dar gracias a los Corazones de Jesús y María, ante todo, por que en ellos hemos encontrado la realización plena de nuestra vocación matrimonial y por que dentro de Sus Corazones, hemos aprendido las virtudes de la caridad ardiente, de la fidelidad y permanencia, de la abnegación y búsqueda del bien del otro. También damos gracias por que en los Corazones de Jesús y María hemos encontrado nuestro refugio seguro ante los peligros de estos tiempos en que las dos grandes culturas la del egoísmo y de la muerte, quieren ahogar como fuerte diluvio la vida matrimonial y familiar. Hoy deseamos renovar nuestros votos matrimoniales dentro de los Corazones de Jesús y María, para que dentro de sus Corazones permanezcamos siempre unidos en el amor que es mas fuerte que la muerte y en la fidelidad que es capaz de mantenerse firme en los momentos de prueba. Deseamos consagrar los años pasados, para que el Señor reciba como ofrenda de amor todo lo que en ellos ha sido manifestación de amor, de entrega, servicio y sacrificio incondicional. Queremos también ofrecer reparación por lo que no hayamos vivido como expresión sublime de nuestro sacramento. Consagramos el presente, para que sea una oportunidad de gracia y santificación de nuestras vidas personales, de nuestro matrimonio y de la vida de toda nuestra familia. Que sepamos hoy escuchar los designios de los Corazones de Jesús y María, y respondamos con generosidad y prontitud a todo lo que Ellos nos indiquen y deseen hacer con nosotros. Que hoy nos dispongamos, por el fruto de esta consagración a construir la civilización del amor y la vida. Consagramos los años venideros, para que atentos a Sus designios de amor y misericordia, nos dispongamos a vivir cada momento dentro de los Corazones de Jesús y María, manifestando entre nosotros y a los demás, sus virtudes, disposiciones internas y externas. Consagramos todas las alegrías y las tristezas, las pruebas y los gozos, todo ofrecido en reparación y consolación a Sus Corazones. Consagramos toda nuestra familia para que sea un santuario doméstico de los Dos Corazones, en donde se viva en oración, comunión, comunicación, generosidad y fidelidad en el sufrimiento. Que los Corazones de Jesús y María nos protejan de todo mal espiritual, físico o material. Que los Dos Corazones reinen en nuestro matrimonio y en nuestra familia, para que Ellos sean los que dirijan nuestros corazones y vivamos así, cada día, construyendo el reinado de sus Corazones: la civilización del amor y la vida. Amén! Nombre de esposos______________________________ Fecha________________________ -Madre Adela Galindo, Fundadora SCTJM

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