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jueves, 23 de agosto de 2012

►LIBRO RECOMENDADO



Guía práctica de educación y sexualidad

(Por Mercedes Arzú de Wilson, Palabra)

Guía rigurosa, accesible y práctica sobre sexualidad humana. La autora aporta respuestas concretas e información científicamente contrastada, ayudando así a los padres a asumir y afrontar con éxito la educación sexual de sus hijos.

Cómo funciona la sexualidad humana; su evolución a lo largo de la vida; en qué consisten los anticonceptivos y cuáles son sus efectos; cómo aplicar el método Billings de planificación natural; cómo transmitir a los hijos el valor de la sexualidad humana...Todas estas cuestiones, entre otras muchas, reciben en esta Guía una explicación clara y profunda.

miércoles, 25 de enero de 2012

►'Sin excusas', de Kyle Maynard: sin brazos ni piernas, campeón deportivo.

Sin manos ni pies escribe –con bolígrafo y ordenador–, conduce su cherokee y hace mil otras cosas que parecían imposibles. 
David Amado








El mérito de su padre


No hace falta haber terminado este libro para desear encontrarse con algún defensor del aborto, uno de esos eugenesistas posmodernos que se desayunan con unos cuantos embriones humanos en las papeleras y decirle: ¡Chúpate esa!

Esa es la primera reacción. Kyle Maynard nació con una amputación de causas desconocidas. Sus piernas acaban justo encima de las rodillas y sus brazos donde deberían estar los codos. Cuando el pediatra lo puso en brazos de sus padres, sabedores ya de que no tenía extremidades, su madre suspiró de alegría diciendo: “¡No puedo creer que sea tan hermoso!”. Pero la belleza de esa vida no acabó ahí, sino que justo empezaba, lo mismo que la de quienes lo siguen acompañando desde hace años.
Kyle Maynard nació en un hogar, no en una factoría donde los hijos se producen por encargo y con derecho a devolución si no se cumplen las expectativas. Por lo mismo sus padres desean lo mejor para su hijo y no para ellos. Cuando nace con esa limitación física no se escandalizan. Y en seguida se ponen manos a la obra.

El padre enseguida se dio cuenta de que si no enseñaban a Kyle a valerse por sí mismo lo haría un ser totalmente dependiente y, además, impedirían sus posibilidades de progresar. Por eso, y sin dejar de acompañarlo, hubo de aprender a comer solo y muchas otras cosas. Eso le inculcó una mentalidad: nunca se deben poner excusas, porque ello hace que de antemano nos indispongamos para lo posible, aunque sea difícil.
Uno se emociona, y se avergüenza un poco de sí mismo, cuando ve donde ha llegado Kyle. Sin manos ni pies escribe, tanto con bolígrafo como a ordenador, conduce su cherokee y hace mil otras cosas que, de antemano, parecerían imposibles. A través de la historia que nos narra descubrimos al niño que se supera a diario, que llega a formar parte de un equipo de fútbol americano y consigue ser campeón de lucha libre o batir record en levantamiento de pesas.

Pero eso es sólo la parte exterior de un alma grande, de un deseo de superación difícilmente igualable y un testimonio estremecedor de cómo la dignidad de la vida está por encima de las circunstancias.

Vale la pena leer este libro, que estimula a afrontar La vida con una mayor ilusión y sin excusas. Irene Villa, que perdió las dos piernas en un atentado de ETA, enriquece el ya de por sí imprescindible libro con un prólogo, que es también un testimonio y un reconocimiento.

En la actualidad Kyle Maynard estudia en la Universidad. Es conocido por millones de personas que lo han visto u oído en la televisión, los periódicos y la radio. Nadie ha quedado indiferente. Muchos, gracias a él han aprendido a afrontar sus propias vidas de otra manera. Un libro imprescindible para dejar de respirar nihilismo.

ForumLibertas.com

jueves, 12 de enero de 2012

►Yo sobreviví a un aborto -Libro



Historias de mujeres que habían sido condenadas a morir antes de nacer y sobrevivieron a los abortos practicados a sus madres hablan sin resentimientos, con ánimo de reconciliación. 

Alejandro Bermúdez, Editorial Planeta – Colección Testimonio





El libro, escrito por Alejandro Bermúdez, se han recogido los testimonios de cuatro mujeres estadounidenses que salieron airosas de una batalla contra la muerte cuando se encontraban en el vientre de su madre. 

Se presentan por primera vez los testimonios de cuatro protagonistas directos del aborto: Gianna Jessen, Sarah Smith, Audrey Frank y Bridget Hooker. 

Según Alex Rosal, director de la colección Planeta+Testimonio, «sus testimonios no poseen la más mínima nota de resentimiento, amargura o prejuicio contra nadie. Son más bien un alegato en favor del perdón, la reconciliación, la perseverancia y la alegría de vivir». 

El libro se divide en cuatro capítulos, cada uno de los cuales narra la historia de una las protagonistas. La primera parte está dedicada a Gianna Jessen, cuya madre hace 23 años se sometió a un aborto por inyección salina, procedimiento que causa la muerte del bebé a través de severas quemaduras. 

El procedimiento no terminó con la expulsión de un feto muerto de tres meses --como creían los que hicieron la operación abortiva-- sino en el nacimiento de una niña agonizante a los siete meses de su gestación. Una enfermera se apiadó de ella y en un hospital cercano salvaron su vida. 

La segunda es la historia de Sara Smith, cuya madre --esposa de un pastor protestante--, decidió terminar con su sexto embarazo en una clínica de California. Ni los «médicos» ni la madre sabían que en el vientre llevaba dos niños --un varón y una mujer-- y que el procedimiento sólo acabó con uno- -Andrew James--, dejando con vida a su hija Sarah, que hoy tiene 30 años de edad. 

El tercer capítulo está dedicado a la «decana» de las sobrevivientes del aborto: Audrey Frank. Sobrevivió al intento de aborto de su madre, mucho antes que el aborto fuera legal en Estados Unidos y nunca había querido, hasta ahora, contar su historia fuera de las limitadas audiencias con las que su actual trabajo pastoral la pone en contacto. 

Finalmente, el cuarto capítulo lo protagoniza Bridget Hooker. Su madre intentó abortarla en 5 ocasiones con la inyección de un compuesto químico con la hormona Pitocin. Bridget nació en febrero de 1965 sin ningún problema de salud y con muchos deseos de vivir. Su profunda fe la ha ayudado a enfrentar su historia y soportar un arduo proceso de reconciliación con su madre. 

«En cada uno de los relatos, como en los diversos matices del arco iris, brillan características diversas que hacen de estas historias verdaderas epopeyas domésticas. Todas ellas, como un único haz de luz, irradian un profundo amor a la vida. Su lectura no le dejará indiferente», indican los editores. 

«Yo sobreviví a un aborto» ya está a la venta en España. En América Latina, el libro puede ser adquirido en las principales tiendas de libros y en grandes librerías religiosas como Paulinas y Paulinos. 

«Yo sobreviví a un aborto» se puede comprar en Internet en la biblioteca Bol: www.es.bol.com


Introducción

Cuán controvertido y cargado ideológicamente es el tema del aborto lo demostró una simple fotografía que, a fines de 1999, enfrentó al excéntrico periodista de Internet Matt Drudge con la poderosa cadena Fox, del magnate de los medios Rupert Murdoch.

Drudge, un convencido defensor del derecho a la vida, había decidido abrir la primera secuencia de su programa de noticias en Fox con la espectacular fotografía -hoy mundialmente conocida- que muestra la mano de un bebé de 21 semanas de gestación operado de "spina bifida" en el útero de su madre, que desde el vientre materno toma el dedo del cirujano que lo interviene.

Los directivos de Fox, que habían permitido que Drudge dijera de todo en su programa, incluyendo los detalles más salaces de la relación entre el Presidente Bill Clinton y Mónica Lewinsky, prohibieron tajantemente que el periodista exhibiera la foto. Según los directivos, la fotografía se prestaba a "confusión", porque se trataba de una intervención de un no nacido para curarlo de un caso de "spina bífida", mientras que Drudge pensaba hacer un "uso indebido" al presentarla como un testimonio a favor de la vida y en contra del aborto.

Drudge abandonó el set enfurecido, dejando a Fox sin programa y acusando a los directivos de practicar "pura y simple censura". "Yo expliqué que dejaría en claro de qué cosa se trataba la fotografía, pero que quería usarla como respaldo dramático para demostrar hasta qué punto un feto de 21 semanas está desarrollado". "Si hubiera mostrado la foto de un huevo de águila con el pollo asomando una pata, no me hubieran hecho ninguna crítica". "El problema es que se trata de un ser humano", dijo Drudge.

Y es precisamente ese factor, el factor humano, el que más ha sido dejado de lado en un debate que cada vez más parece convertirse en un conflicto ideológico, cuando no en una simple batalla por ganar posiciones estratégicas.

Y así, todo lo que asocia el tema del aborto con lo humano, se volatiliza ante el uso de eufemismos: lo que en la realidad es un aborto, se llama "interrupción voluntaria del embarazo", lo que en verdad es un niño por nacer se denomina "producto de la concepción", y lo que en el mundo real es una campaña para promover el aborto se llama "campaña de salud reproductiva".

David Shaw, un periodista de Los Angeles Times -un diario que jamás podría ser descrito como pro-vida-, expuso con admirable objetividad la manera como los medios masivos más importantes de Estados Unidos -y esto podría aplicarse a otros países- contribuían esta desaparición del factor humano en la manera de cubrir el tema del aborto.

En una saga periodística de cuatro primeras planas sucesivas, Shaw reveló cómo este manejo del lenguaje no es casualidad: "la semántica es el arma con que desarrollaremos esta guerra civil", dice -citada por Shaw- Ellen Goodman, famosa comentarista periodística partidaria del aborto. Y según Hal Bruno, exdirector político del noticiero ABC News, el terreno ganado por los partidarios del aborto es fruto de "un manejo más inteligente y agresivo de la estrategia de comunicación". Un solo ejemplo: apenas se hizo pública la "enmienda Webster" de la Corte Suprema –permitiendo la limitación del aborto por parte de los estados-, los pro-abortistas convocaron a una "reunión urgente" con 17 editores de revistas femeninas para "coordinar juntas" la "protección del derecho al aborto".

En esta estrategia, explica Shaw, "no es sorprendente que los activistas a favor del aborto vean a los periodistas como sus aliados naturales". Y es que entre el 80 y 90% de los periodistas norteamericanos, según encuestas de dos importantes medios masivos, se confiesen favorables al aborto. "Oponerse al aborto es, para la gran mayoría de periodistas, una posición ilegítima e incivil en nuestra sociedad", afirma Ethan Bronner, reportero de asuntos legales del Boston Globe.

El favoritismo de los periodistas norteamericanos permite a los abortistas contar no sólo con un eficaz instrumento de propaganda, sino también encubrir muchos acontecimientos desfavorables: así prácticamente ningún medio importante de Estados Unidos le prestó importancia al descubrimiento de Bob Woodward, el famoso periodista del Washington Post, de que dos jueces que habían jugado un papel fundamental en la legalización del aborto, habían declarado posteriormente que la Corte Suprema se había excedido en su función al aprobar el aborto. ¿Por qué la desatención a una noticia tan importante? "Hay mucha gente en los medios de información que está de acuerdo con la aprobación del aborto y que no quiere saber ‘cómo se preparó el chorizo’", explica Woodward.

Shaw observaba también cómo en sutilezas de lenguaje, se filtran criterios favorables al aborto. Tradicionalmente, los medios han llamado a las organizaciones o personas por los nombres que éstos escogen para sí: "gays" a los homosexuales, "Mohammed Alí" a Cassius Clay, etc. En el caso del aborto, los que están a favor han pedido ser llamados "pro-choice" –pro libre elección-, los que están en contra han pedido ser llamados "pro-vida". Los abortistas han sido llamados "pro-choice"…pero los pro-vida no son llamados así. Los periodistas afirman que el término "pro-vida" "es demasiado cargado de contenido y deja a los otros como si fueran ‘anti-vida’ o ‘pro muerte’’’; pero Shaw se pregunta si el término "pro-choice" no está igualmente cargado de sentido.

Es precisamente en medio de este escenario donde aparece, como una flor a la vez tierna y poderosa, la importancia, la belleza y la fuerza del testimonio de los sobrevivientes del aborto.

Para sorpresa de muchos, los sobrevivientes del aborto no son pocos. Por supuesto, son una cantidad tan ínfima respecto de los millones de niños abortados por año, que su sola existencia raya con lo milagroso. Sin embargo, son los suficientes como para convertirse en una suerte de pequeño y eficaz pelotón cuya sola existencia es un alegato a favor del derecho a la vida del no nacido.

Pero como si el solo hecho de existir no bastara; sus vidas además, están cargadas de episodios sorprendentes y hasta de aventuras que transmiten un mensaje claro y conmovedor, cargado de respuestas para muchas interrogantes sobre la vida y su sentido.

Una parte de ese pelotón, cuatro mujeres de vida sencilla y a la vez excepcional, pasan por estas páginas para compartir este testimonio lleno de esperanza.

Bienvenidos a las vidas de Gianna Jessen, Sara Smith, Audrey Frank y Bridget Hooker.

Lea extractos de los capítulos:


  1. La Historia de Gianna Jessen
  2. El Testimonio de Sarah Smith
  3. Habla la "decana": Audrey Frank
  4. La Historia de Bridget Hooker



                                                                Buscando a Gianna



"Hola, haz llamado a ‘Alive! Ministries’ (Apostolado ‘¡Con vida!’). Si dejas tu número de teléfono al escuchar la señal, te devolveremos la llamada tan pronto sea posible".
No es fácil comunicarse con Gianna Jessen. Los números de teléfono disponibles, o conducen a una compañía de representantes o directamente a la grabación de ‘Alive! Ministries’. La voz pausada, leve, es la de Gianna.
Gianna se toma su tiempo para devolver las llamadas. Y es que, pese a que la joven de rostro pálido y sonrisa rápida es alegre, bromista y extrovertida con los suyos; es prudente y casi tímida con la gente de la prensa.
Alguien alguna vez comentó que esta prudencia se debe tal vez a que las secuelas de su palasia cerebral –que incluyen una nada leve cojera- la hacen insegura; pero esa es una hipótesis difícil de admitir para cualquiera que ha visto la seguridad y humor con los que esta frágil mujercita sobreviviente de un aborto enfrenta auditorios de todo tipo alrededor del mundo.
Más plausible parece ser la hipótesis de quienes sostienen que Gianna debe filtrar sus llamadas porque, junto con las multitudinarias muestras de admiración, también ha sabido atraer oscuros e inimaginables odios de quienes defienden el aborto. Que esa sea la razón por la cual no contesta directamente el teléfono es solo una hipótesis, y no algo que Gianna diga de sí. Sin embargo, que hay personas que tienen un encono contra ella no es una hipótesis. Es una increíble realidad.
¿Cómo es posible que esta mujer con cara de niña y andar frágil, que ha convertido su vida en un testimonio a favor de la vida, desde cómo sobrevivió a un aborto, cómo perdonó a su madre biológica y cómo comprende a las mujeres que abortan, pueda atraer el odio de alguna gente? Difícil saberlo. Los teólogos dirían simplemente "mysterium iniquitatis", el misterio de la iniquidad. Para un periodista, simplemente no hay explicación.
Pero los insultos, las burlas, los gritos furiosos y hasta las amenazas que ha enfrentado Gianna en su vida pública no son una invención. Ni han abundado, ni han sido parte importante de su vida, es cierto, pero están allí, concretos, con su misteriosa y oscura presencia.
Gianna no pretende llevar estos episodios de su vida de imparable promotora de la vida, ni como cicatrices ni como condecoraciones... pero si una máquina contestadora puede ahorrarle algunos encuentros con ese mundo de mezquindad, a buena hora... Aunque eso haya influido en que fueren necesarias seis semanas y más de 50 llamadas para ponerse en contacto con ella.

Una sobreviviente ante el Congreso

"Mi nombre es Gianna Jessen. Tengo 19 años de edad. Soy originaria de California pero ahora vivo en la ciudad de Franklin, en Tennessee. Soy adoptada y sufro de Palasia Cerebral".
Alguien dijo alguna vez que la escena que sirvió de marco para estas palabras se prestaba para un remake contemporáneo de "Daniel ante el Foso de los Leones". Una exageración, sin duda, pero no una invención. La que hablaba era una Gianna Jessen que aparecía demasiado pequeña, demasiado leve frente al micrófono que amplificaba su voz -en la primavera de 1986- ante el Subcomité de Constitución del Congreso más poderoso del mundo en la ciudad de Washington D.C.
Pequeña, pero ni temblorosa ni insegura. Ya no era la Gianna que a los 14 años acabó su presentación ante un Comité similar en California temblando y al borde del llanto, en medio de las burlas vociferantes de un contingente de abortistas, tal vez prometiéndose no volver más a un estrado. Gianna sonaba ahora serena, firme y hasta bromista, dispuesta a contar su increíble historia.
"Mi madre biológica tenía 17 años y 7 meses y medio de embarazo cuando decidió abortarme por el proceso de inyección salina. Yo soy la persona que ella abortó. Viví en vez de morir", siguió el testimonio de Gianna ante el Congreso. ¿Cómo apretar una vida tan peculiar, tan llena de sorprendentes giros, en una exposición de breves minutos? Eso es lo que Gianna intentaba hacer en el corto tiempo que le había concedido el Comité para que diera su testimonio. Un testimonio que, si producía el efecto deseado en los congresistas, podía llevar a una legislación que salvara la vida de cientos de miles de niños en los vientres maternos.
"Mi madre estaba en la clínica y programaron el aborto a las 9 de la manaña -siguió Gianna con su relato-. Afortunadamente para mí, el abortista no estaba en la clínica al yo nacer a las 6 de la manaña del 6 de Abril de 1977. Me apresuré. Estoy segura que si él hubiera estado allí, yo no estaría aquí hoy, ya que su trabajo es terminar la vida, no sostenerla. Hay quien dice que soy un ‘aborto fracasado’, el resultado de un trabajo mal hecho", dijo Gianna.

Una mujer confundida

Gianna, por razones de tiempo y de política, se veía obligada a sintetizar al máximo su testimonio ante el congreso, pero si hubiera podido contar todo con calma, hubiera relatado con todos sus detalles su conmovedora y sorprendente historia. Y es que la historia de Gianna, la historia de una vida con un final feliz, comienza con un largo capítulo triste, sin el cual hoy sería imposible comprender su vida y su propio compromiso a favor de la vida: la historia de Tina.
La vida de Tina, la madre biológica de Gianna, no sería hoy conocida si no fuera por la tenacidad de Jessica Shaver, una reportera pro-vida norteamericana que no quiso concluir la primera biografía de Gianna -un inspirador libro titulado "Gianna: Abortada… y vivió para contarlo" sin contar con todas las piezas del rompecabezas. Y para dar con la madre biológica de Gianna –la pieza clave que Shaver no quiso dejar de lado en su reconstrucción biográfica-, no dudó en contratar a un veterano investigador privado para reconstruir pacientemente la azarosa vida de la joven de 17 años que en abril de 1977, confundida y aletargada, llegó a una ciudad de Los Angeles amenazadora e iridiscente para hacerse un aborto que, de haber concluido como estaba previsto -y como concluyen la inmensa mayoría de los abortos- hoy nadie podría contar la historia de Gianna.
Tras un paciente trabajo, y cuando parecía que era imposible encontrar la aguja llamada Tina en la inmensidad del pajar norteamericano, en marzo de 1992, el investigador privado se comunicó con Shaver para darle la buena noticia, a la que la periodista casi había renunciado: había encontrado a Tina. Más aún, no sólo la había hallado, sino que actualmente estaba casada, recordaba todo lo acontecido aquel día del aborto y tras algunos momentos de duda y confusión, había aceptado llamar a Shaver y concertar una cita para aportar su propio lado, el lado faltante del inicio de la historia de Gianna y de las "razones" por las que estuvo a punto de perder la vida.
Pero la periodista sólo pudo escuchar la tremenda historia de Tina en abril de 1993, cuando ésta llamó a Shaver para decirle, no sin temor, que se sentía lista para contar su historia.
Ambas mujeres se encontraron en un restaurante de la popular cadenaDenny’s y en medio del provocativo olor de patatas fritas, la oculta historia de Tina fue, poco a poco, saliendo a la luz.




                                                              Una lápida sin cuerpo

Sarah Smith - superviviente del aborto







El cementerio de Irvine, en el estado norteamericano de California, es famoso no sólo por su belleza y su ambiente radiante y apacible, sino también porque algunas estrellas de Hollywood, como John Wayne, están enterradas allí.
Entre los imponentes bultos funerarios y las lápidas de hombres famosos, muy pocos de los esporádicos visitantes reparan en una sencilla placa de metal que, para quien no la busca deliberadamente, podría pasar desapercibida. La pequeña plancha opaca está colocada a ras de la tierra, rodeada por el extenso y verde pasto que alfombra todo el campo santo y lleva un texto que dice:

ANDREW JAMES SMITH
Hermano mellizo de Sarah
"En nuestros corazones tú siempre estarás vivo"
NOVIEMBRE 1970

Pero no sólo es la escueta sencillez de la frase lo que distingue a la pequeña placa metálica de las demás lápidas de piedra. En efecto, a diferencia de todos los demás bultos, debajo de ella no hay nada más que tierra, pues nadie sabe dónde fue a parar el diminuto cuerpo sin vida de Andrew James Smith en Noviembre 1970, la fecha en que Betty Smith, madre de cinco hijos, decidió recurrir a un aborto para acabar con su sexto embarazo.
Betty no sabía que en el vientre llevaba dos niños –un varón y una mujer- y que el procedimiento sólo acabaría con uno –Andrew James-, dejando con vida -y más tarde, dando a luz a quien hoy es una de las más elocuentes sobrevivientes del aborto: Sarah Ruth Smith.

Una ficha y una historia

La enfermera de aquel frío e impersonal hospital californiano pasó mecánicamente la ficha médica con los datos de la paciente a un doctor no menos indiferente. En la ficha era posible leer:
Noviembre 1970
Datos: Sexo Femenino, edad 35, madre de 5 niños de 16, 14, 12, 10 y 9 años.
Ocupación: empleada del Hospital Ward. Casada hace 17 años.
Ocupación del esposo: Pastor evangélico
Problema: Irregularidad/ ausencia de período menstrual
El doctor, que conocía a la paciente y a su familia, no necesitó mucha más información para llegar a una conclusión sobre el "caso" que tenía al frente. Así que, tras apenas un rápido auscultar del vientre de la paciente y unas cuantas preguntas, pronunció la frase que nunca dejaba de decir en aquellas circunstancias: "¡Felicitaciones, Betty, el sexto está en camino!"
Pero la respuesta de la paciente embarazada, esta vez, no fue la misma que en anteriores ocasiones.
- "Yo quiero un aborto", dijo Betty, hablando como una autómata y a pesar que el aborto aún era ilegal en Estados Unidos.
- "No hay problema, Betty" respondió el doctor, sin variar un ápice la misma voz zalamera con la que segundos antes la había felicitado por la nueva vida en camino.
Con el paso del tiempo, Betty se ha hecho la misma pregunta que muchos le harían en las numerosas conferencias y presentaciones públicas a las que acompaña casi siempre a su hija Sarah: ¿Cómo la esposa de un Ministro protestante podía recurrir a un aborto sin casi dudarlo?
La misma pregunta se la hizo algunos años atrás la revista pro-vida "Life Advocate" en el marco de un reportaje a ella y a su hija. Betty explicó allí cómo la ignorancia y la presión social se confabularon en su vida para inducirla a tomar la terrible decisión que más le pesaría en su vida.
En aquel momento crítico del embarazo, con una nueva vida en camino, Betty, en vez de considerar esta circunstancia como una bendición, tal como le decía su formación cristiana, veía en su fecundidad un motivo de vergüenza y hasta de profunda irritación. A este sentimiento contribuía no poco la presión de su entorno, que paradójicamente, incluía a las esposas de algunos pastores y otras personas vinculadas a la vida de la comunidad cristiana.
"Con frecuencia me llamaban ‘coneja’", cuenta Betty. "El sobrenombre me lo habían puesto cristianos; pastores amigos y sus esposas y miembros del templo; creyentes", añade, no con tono de censura, sino de pena. "Yo me sentía avergonzada y culpable, tanto así, que en algún momento llegué a pensar que había hecho algo malo al dar a luz a mis niños".
En efecto, cada embarazo para Betty había sido un verdadero suplicio. Después del segundo hijo, cada vez que el vientre volvía a abultarse con una nueva criatura en camino, los amigos y vecinos la miraban con ojos entre compasivos y socarrones.
Pero aún más que las burlas y los comentarios irónicos indirectos a media voz, a Betty le aterrorizaba la idea de morir dando a luz; un temor que ella adjudicaba a un trauma de infancia: "Mi madre murió al darme a luz –relata Betty a Life Advocate- y, esa pequeña niña que es parte de mí, siempre creyó que yo era una asesina por matarla". "Subconscientemente, en retrospectiva, yo creo que estaba atemorizada porque creía que iba a morir al dar a luz, igual que mi madre", recuerda.
Betty había tenido cinco hijos en un lapso de siete años, pero ya habían pasado casi 10 años desde su último embarazo –el mayor de sus hijos tenía 17 años- y hacía pocos meses finalmente había logrado encontrar un buen empleo como asistente de enfermería en el Hospital Ward. El nuevo trabajo había caído como una verdadera bendición para la extensa familia que debía sostenerse con los magros ingresos del ministro protestante de una comunidad no muy extensa.
Por eso, cuando los indicios de su inesperado sexto embarazo comenzaron a hacerse evidentes, y sus colegas en el hospital comenzaron con las bromas respecto de su "ritmo imparable" de dar a luz, Betty no dudó un segundo en prometer con una firmeza furiosa: "yo NO voy a tener otro hijo".
Recordando aquel momento de frustración, miedo y enceguecimiento, Betty no puede sino compararse a una situación desesperada. "Te sientes que estás en un elevador que de pronto se atraca y, en la desesperación, buscas una salida. Y la única que te señalan es una que tiene un gran letrero rojo que dice ‘aborto’", dice.
No se presentaban, entonces, muchas opciones, o por lo menos, así le parecía a Betty en aquel estado de ánimo y sintiéndose sometida a la presión de su entorno. Una presión enemiga de la vida que Betty y Sarah ven repetirse con igual o mayor intensidad hoy no sólo alrededor de las jóvenes solteras embarazadas sino incluso frente a las madres que cometen el "pecado" cultural de señalar que les gustaría tener una familia numerosa.
Además, la convencida decisión de Betty de hacerse un aborto no sólo venía de la rabia frente a las burlas y al repetido apodo de "coneja" que volvía a flotar en el ambiente en torno suyo. Se remontaba también a una lúgubre promesa que se había hecho casi diez años atrás, cuando tenía ocho meses y medio de embarazo de su quinto hijo.
"Otra Navidad estaba transcurriendo conmigo en cinta, embarazada, incapaz de trabajar fuera de casa", recuerda Betty. "Viviendo de un salario reducido de pastor protestante, éramos incapaces de tener medios para hacer frente a muchas cosas, y yo temía que Dios no quisiera satisfacer nuestras necesidades. Fue entonces que hice la promesa de que mis hijos nunca más volverían a verse privados o frustrados a causa de mi embarazo", cuenta hoy.
La promesa, en principio, se refería a no salir nuevamente embarazada. Pero con el nuevo embarazo, confundida y presionada, decidió mantener la palabra de entonces, incluso al costo de abortar.
Así, un jueves, aprovechando el feriado del día de Acción de Gracias que celebran en Estados Unidos a fines noviembre -paradójicamente, para dar gracias a Dios por la abundancia y la fecundidad de la tierra norteamericana-, el esposo de Betty explicó a sus hijos que mamá tenía que ir a la clínica para una "pequeña intervención", y luego, después de comer, condujo a Betty al hospital donde, con toda naturalidad, realizaban un acto que era entonces ilegal. Casi sin darse cuenta, Betty se descubrió a sí misma sola, de pie en la fría sala de recibo de la clínica, con una pequeña y vetusta maleta que contenía sus artículos personales.
Betty entró a la habitación que le asignaron, se puso el camisón de hospital que trajeron las enfermeras y, con ansiedad, buscó tres pequeñas cruces entre sus artículos personales, que luego pegó firmemente en el camisón. "Las enfermeras me prometieron que podría llevarlas puesta durante la cirugía y yo sentí que ya estaba lista".
Betty recuerda que camino a la sala de cirugía, "alguien me contó que dos mujeres habían dado marcha atrás y se habían ido a casa". El testimonio de las "arrepentidas" tocó cuerdas dolorosas en el fondo de su alma, y no ayudó en nada a tranquilizar su conciencia sobre la decisión que estaba tomando…pero ella no estaba dispuesta a dar el paso atrás. Aunque algo le decía por dentro que estaba mal lo que hacía, que no se trataba "simplemente de eliminar un tejido" como le repetían una y otra vez quienes la alentaban al aborto, Betty no estaba dispuesta a cambiar de decisión respecto del destino de la vida que estaba en camino en su vientre. Ella se lo había prometido a sí misma y de alguna forma, se lo había prometido también a quienes se burlaban de ella, a quienes la llamaban coneja... Y ella estaba dispuesta a pagar el alto precio de "demostrar" que no era una coneja, que era también una mujer "moderna".
Hace algunos años, hablando con el periodista de Life Advocate, Betty quedó pensativa, al contar su historia, y reflexionó sobre el significado que, de pronto, tenían para ella las tres cruces que adhirió a su camisón. "Tres cruces, igual que en el Calvario", reflexionó. "Otras dos mujeres rescataron a sus bebés diciendo ‘no’, y yo, pude haber sido la tercera. ¡Ay! tal vez Dios estaba tratando de decirme algo con aquellas cruces", decía en la entrevista, evidenciando el dolor que aún le producía en la memoria aquel momento de decisiones y oportunidades perdidas.
Pero Betty recuerda que en el momento en que se enteró de las dos "acobardadas", como queriendo evitar nuevas deserciones o mayores dudas entre sus pacientes -o habría que decir más bien clientes-, los médicos y enfermeras del establecimiento se apuraron en hablar insistentemente en jerga médica, de tal manera que el acontecimiento del aborto, con su verdadero significado, quedara silenciado por la sordina de lo leve.
Betty recuerda, en efecto, que los médicos hablaban de un "feto", de un "tejido sin valor" que sólo podía ser considerado como "viable" cuando cumpliera los cinco meses en el vientre. "Se referían a ello como si se tratara nada más que de un ‘pedazo de carne’", recuerda Betty. Y es que ella no había visto nunca ecografías, no se había hecho registros de ultrasonido, en suma, no había contado con las pruebas científicas que hoy evidencian la verdad: que un no-nacido es un ser independiente desde el momento mismo de su concepción.
Pese a las explicaciones, la conciencia de Betty no se quedaba tranquila con el cuento de que el aborto no era más que una cirugía "cosmética", algo así como la extracción de una protuberancia incómoda y fea. Pero Betty, igual, cruzó el umbral de la sala de operaciones… y las puertas se cerraron detrás de ella para llevar a cabo aquella decisión sin vuelta atrás.
Tras la operación, cuyas características han quedado como borrosas en la memoria, Betty recuerda haber sostenido una extraña conversación, que se produjo cuando se encontraba aún bajo los efectos del sedante. "Ahora recuerdo, años después del nacimiento de Sarah, la voz suave pero clara de una mujer que me habló, desde la profunda oscuridad y el vacío del cuarto de recuperación, momentos después del aborto", dice Betty.
Se trataba de una voz que quería ser cálida y cordial, de una mujer que parecía buscar en la conversación un vehículo para hacer pasar ese momento de extraña tristeza. "¿Tiene usted otros niños?" preguntó la voz.
"Me acuerdo –continúa Betty- que le respondí con balbuceos, casi incoherentemente, tratando de contarle a esa voz femenina sin rostro, cuán maravillosos eran cada uno de mis cinco niños en casa".
No fue hasta mucho tiempo después que Betty, repitiéndose las inolvidables palabras de aquella mujer, que sólo podía ser una enfermera –las únicas autorizadas a ingresar a la sala de recuperación- se quedó atónita. "las palabras ‘otros niños’ me indicaron que ella y el doctor sabían que habían sacado a una criatura fuera de mí". Betty, en el simple desliz de la enfermera de preguntar por "otros niños", y no simplemente por "niños", comprendió el abismo de diferencia que existía entre lo que había hecho -eliminar la vida de un hijo- y lo que los médicos y enfermeras decían antes del aborto, que se trataba simplemente de un "tejido" sin valor.

lunes, 12 de diciembre de 2011

►Libro recomendado: "La voz del hijo que jamás vi"



Es un libro que invita a reflexionar sobre el sufrimiento causado por las secuelas del aborto y la pérdida de un hijo.


La voz del hijo que jamás vi

Lágrimas de Silencio

Han pasado ocho años... y aún no puedo olvidarlo. 
¡Yo le abandoné! Su recuerdo, todavía presente en mis entrañas me atormenta con ese profundo vacío que causa su ausencia. Continuamente lo extraño, lo quiero… y lloro en soledad.

A veces me digo: ¡No puedo más! Y en mi desesperanza sólo preguntas... Hijo mío, si muerto estás ¿por qué reapareces dentro de mí? ¿Dónde te encuentras, hijo perdido de mis entrañas? Te presiento y luego recuerdo: Todo fue a causa de mis temores, te obligué a partir mientras no podía verte… y cometí un error de infinita injusticia cuando ya te sentía… ¡viviendo en mí! 

Si no podrán conocerte ya mis ojos ¿porqué mi corazón dice que aún no me abandonas? Hijo mío, ¿dónde estás? Quisiera verte, sentirte, hablarte, y si me aceptas… entregarte mi amor.

Introducción

Un hijo es la más grandiosa experiencia que toda madre tiene en su vida. Desde la concepción, en la intimidad del primer instante se inicia un profundo cambio físico y psicológico que ciertamente la transforma despertando su espíritu maternal. 

Como una poderosa fuerza invisible, cada vida nueva es acompañada de intensos sentimientos de ternura. Son los sensibles efectos del nuevo amor que se está creando: el más puro y a veces, el más incomprendido.

Una fuente de vida y amor llena del vigor inicial, que en ocasiones se ve truncada por causas naturales pero también, por circunstancias donde la madre desencadena un drama eterno. Sin darse cuenta, ella junto a quienes más quiere, son arrastrados hacia insospechados y desconocidos tormentos que pueden prolongarse por el resto de su existencia.

Y la madre que toda mujer lleva dentro de sí, continuamente se pregunta: ¡Ay! Si pudiera hablarte, ¡cuántas cosas te diría! ¿Y tú, qué me dirías? ¿Me reprocharías? ¿Cómo poder reparar lo hecho? Hijo mío… perdóname.

Y su hijo le responde: No llores, mamá


No llores, mamá. ¡No llores por mí, que yo vivo por ti!

Verte sufrir no quiero, pese a que esas lágrimas son también mi consuelo, porque ellas me muestran tus profundos sentimientos; los más auténticos y valiosos para mí.

Te quiero tanto, mamá... ¡Cómo no podrás imaginar! 

Igual que tú, quisiera estar contigo plenamente, tenernos el uno al otro y darte todo lo que tengo. Pero ahora no se puede, porque lo hecho… hecho está. Regresar al pasado no podemos, sin embargo, en tu presente dispones de la forma de cambiarlo todo y de construir… nuestro futuro. 

¡Mamá! ¡Estoy vivo! ¡Y tú también lo estás! Ambos tenemos ese maravilloso regalo de la vida. ¡Soy tu hijo! Gracias a ti existo, y a mi padre… y también gracias a nuestro Padre común quien jamás nos abandona.

Te quiero demasiado, y tal como eres. Mamá, preocuparte por mí no debes… mi amor por ti jamás morirá. 

No llores mamá…

Aquí puedo sentirte

¿Crees acaso que estamos separados ya que no me ves? En cada instante puedo sentirte, quererte y abrazarte, porque aquí todo existe para el amor, que en este lugar no tiene límites. Cuando quiero sentirte y abrazarte, lo hago y lo disfruto intensamente. Recuerda, somos uno: Yo tengo tu amor y tú el mío. Y ambos tenemos el amor de nuestro Padre común, quién nos protege y regala su amorosa alegría… La que hoy alimenta cada instante de mi vida. 

¡Sí! Cada vez que aceptamos el amor en nuestro corazón, éste existe, y nada puede limitar su fuerza. Mientras que en el mundo donde tú estás lo debes buscar, aquí se lleva dentro de cada uno: es uno mismo. 

Te tengo y encuentro dentro de mí. Te abrazo, quiero y adoro dentro de mí.

Aunque no lo creas, hay momentos en que siento tanta felicidad que puedes percibirla ya que tú estás en mí. Sí, tú puedes compartir mi felicidad, mi alegría y mi presencia. Pero, te pones triste porque te hago recordar y piensas que ya no puedes tenerme junto a ti. Y de la pena que te causa mi ausencia brota tu soledad, acompañada de esos sombríos pensamientos y emociones de angustia silenciosa que suelen ponerte tan melancólica.

Te ruego que tengas en cuenta que esos sentimientos son buenos. Muy buenos. Tus sufrimientos sanan tus heridas aún abiertas y, paso a paso, te permiten liberarte de las cargas del pasado. Gracias a tus tristes recuerdos, lloras por dentro, y fruto de tus lágrimas te limpias de esas pesadas cargas que hoy obstruyen tu felicidad. Por eso, considéralos mi regalo. Ellos te dan la oportunidad de crecer y avanzar nuevamente en la vida. Descontaminan tu mundo interior colmándote de vida nueva y fresca, para que hoy y mañana puedas actuar como nuestro Padre común lo desea: siendo realmente feliz. A través de ese camino comprenderás mejor el maravilloso y verdadero valor de darte a los otros. Y ese camino nos llevará a estar juntos nuevamente. 

No te preocupes. Ten paciencia. La espera es insignificante comparada a lo que juntos compartiremos. El tiempo que nos separa es breve frente a la infinita alegría que nos promete la esperanza de poder estar unidos nuevamente.

¿Quieres saber?

¿Te gustaría saber cómo estoy? Imagina un sueño verdadero y maravilloso, el cual nadie puede soñar jamás. Aquí todo es tan simple y sencillo, que resulta difícil de creer y comprender para quienes aún permanecen en tu mundo. 

¿Estás sorprendida de hablar conmigo? ¿Esperabas que tu bebé lo hiciera? Yo soy tu bebé, una persona completa y madura. Ya no tengo el cuerpo de un bebé, sino uno diferente al que reconocerás de inmediato cuando llegue tu momento. 

Por favor, escúchame mamá: ¿sabías que toda la vida fue creada por Dios para el amor? O sea, para compartir la máxima felicidad. ¿Es simple, no? Pero recuerda que nuestro Padre es también el Padre de la Verdad, y por lo tanto, desea que todo lo creado por Él junto a nosotros exista en libertad. De esta forma, sin condiciones, Él todo lo da. 

El amor y la felicidad son consecuencias: del amor del Padre y de la voluntad individual expresada libremente por cada persona en cada una de sus acciones. Por ello todo lo que Él ha creado es justo y compartido, aunque con frecuencia allá les cueste darse cuenta; la capacidad de crear vida, de dar amor y felicidad. Todo es compartido. Todo depende de uno y todo depende de todos.

¿Recuerdas el momento en que me creaste? ¿A mi padre? No olvides que al llamar a la vida ustedes dos llamaron al amor. Y el Amor se hizo presente gracias a ustedes dos y con Su presencia me lo dio todo, guardándolo muy dentro de mí, en mi alma. 

Ustedes tres me dieron la vida. ¡Tres amores! Amor del Padre; amor de madre; y amor de padre… A él también lo recuerdo tanto, ¿se dará cuenta de cuánto lo quiero? 

Y así se inició mi vida, esa que viene directamente de Dios. La verdadera vida recibe a la que tú conoces y la integra a la vida del espíritu, la definitiva… y la del amor pleno. Mamá, ahora no me ves, pero sí puedes sentirme y escuchar mi voz en tu interior.

Nuestro Padre común, Dios, desea que nos desarrollemos paso a paso, por todo esto que ya te he dicho. Él sabe que es un delicado proceso, similar al de un niño que crece en la vida como si lentamente despertara de un largo sueño, hasta que por fin llega a ser una persona que se ha formado de manera plena: libre según su voluntad, madura y responsable, es decir, consciente del valor de su existencia y de sus actos. Así, todos podemos llegar a ser cada vez mejores, más completos y únicos, porque cada uno desarrolla una vida única... ¡Te estoy aburriendo! Es que si no te explico esto, difícilmente comprenderás lo que me ocurrió. Y tú lo quieres saber, ¿verdad? 

Entonces sigo...

Regalos incomprendidos 

Mamá, la libertad es un regalo maravilloso pero la mayoría de las personas, o mejor dicho, casi todas en tu mundo, con frecuencia no la utilizan para lo que fue creada persiguiendo lo contrario a lo que da felicidad. Si yo hubiera vivido más en tu mundo, de seguro me habría ocurrido lo mismo. En consecuencia, allá muchas veces las personas crecen con grandes daños que producen tanto sufrimiento. 

Pero tú no debes lamentarte. Aprende a ver al sufrimiento como un llamado del amor; de ese amor que llevas en tu interior, quien te invita y dispone a entregarte al servicio del prójimo, incluso en la adversidad. Los sufrimientos podrán tener variadas causas, pero cualesquiera estas sean, su efecto siempre despertará e invitará al amor, solicitando su presencia que sana y transforma. Piensa, si no existiera el sufrimiento sería realmente trágico, ya que nadie tendría la oportunidad de limpiar su interior de tantas acciones que se realizan contra sí mismo. No podrían arrepentirse, ni reparar los daños que frecuentemente hacen a quienes les rodean. 

Mamá, porque me fui tan temprano, yo no alcancé a realizar actos voluntarios que dañaran mi alma. Entonces nuestro Padre me recibió con todo Su amor. Mamá, quiero decirte que el valor de lo que tú realizas allá representa una oportunidad que no tiene tiempo ni medida. A pesar de que con frecuencia tú crees que no la tienes porque te ciegas en la desesperanza y la soledad. Por eso no la aprecias como debieras. Es una oportunidad única; la que no pude tener y de la que tú no volverás a disponer. Por favor, aprovéchala por mí.

Si me has comprendido bien, acepta tus sufrimientos con alegría, y trata siempre de encontrar motivos valiosos para darles un sentido de vida. De esta forma, lograrás crecer y llegar a ser cada día más feliz, al ayudar a otras personas a ser más felices. Vivirás más tranquila y obtendrás la alegría de vivir.

Tu tiempo… es también mi tiempo 

Arriésgate a vivir de verdad, aprovecha cada instante y sin lamentar lo que no pudiste lograr. No sabes cuánta felicidad es posible crear allá, y tan sólo dando un poco de aprecio y afecto a quien lo necesita. No aceptes el desaliento, porque siempre has tenido, y tendrás, a nuestro Padre con Su Verdad dentro de ti. ¡No estás sola! Él sí puede asegurarte todo para conducirte a la felicidad. Pero sin su ayuda, es muy posible equivocarse y terminar menos feliz que al principio.

Mamá, yo no estoy solo. Estoy con Él, y con tantas personas más que no te podría contar. Aquí hay tantos que me quieren, los que también esperan por ti; no te imaginas la cantidad de personas que te quieren y esperan. Pero así como acá nosotros te esperamos, allá tú también debes esperar. Tu tiempo debe ser cumplido, y lo mejor posible para que nos podamos encontrar nuevamente, y para siempre. Porque en este lugar todo es justo y lo creado, creado está; Ya existe, así como nadie puede regresar a su pasado. También abunda la comprensión, la misericordia y el perdón, pero el camino no es fácil, te tienes que esforzar. Tienes aún mucha vida para aprovechar y cada vez que lo haces, me ayudas también a mí, a todos los que te esperamos aquí como a todos los que te quieren en tu mundo. No te imaginas las consecuencias de cada acción de amor realizada allá donde tú estás mamá. Ellas se sienten en todo el universo, su maravilloso efecto se contagia como una gran ola que nos llega, directa o indirectamente, a todos. Mamá, ¿sabías que todos estamos juntos y unidos por nuestra realidad y origen común? Te ruego ahora que me escuches, porque sé que a veces te cuesta apreciar lo que tienes: Tu poder para crear acciones de amor en cada instante de tu vida es verdaderamente infinito. ¡Créeme! Eres una persona muy importante; tú eres alguien muy querida, apreciada y valiosa miembro de una comunidad enorme a la que afectas con tu vida, tu presencia y tus acciones.

Muy pronto… nos veremos


¡Te quiero! ¡Te adoro! Y siempre te esperaré. 

Mi mayor anhelo es que seas feliz. Tan feliz, como yo lo soy. Nunca olvides que somos como una sola persona cuando nos unimos en nuestro amor. Cada vez que te acuerdas de mí y cada vez que lloras o te alegras por mí, es porque sientes que estoy contigo, dentro de ti. Y eso es bueno, porque así como yo te necesito, tú también me necesitas a mí; y cuando estamos juntos, me permites actuar dentro de ti para ayudarte a aprovechar mejor esa maravillosa oportunidad de vivir aún en un mundo lleno de necesidades insatisfechas, tareas pendientes y sufrimientos que consolar: un mundo hambriento, de dar y recibir amor.

Querida mamá, ¿sabías que las carencias de quienes te rodean son las necesidades de Dios que tú puedes ayudar a cubrir? ¿Y que esas tareas pendientes, incluso aquellas pequeñas o anónimas, o esas que nadie desea hacer, son las más apreciadas por nuestro Padre? ¿Sabías que esos padecimientos que son tantos y de tantas personas cercanas a ti, son los sufrimientos de nuestro Padre que tú puedes consolar compartiendo tu amor? Con el amor que Él mismo te regaló sin pedir nada a cambio y que sólo tú puedes entregar, porque ahora te pertenece. 

Mamá, nada sobra en la creación; todo es perfecto y por eso tu amor es infinitamente necesario —el que tienes y puedes dar—. Tú dispones de un lugar especial reservado aquí para ti. Tu amor tiene un espacio infinito que ocupar, porque el amor que Dios te ha dado siempre ha sido infinito. 

Mamá, te suplico que me escuches… para que aprendas a ser feliz: Hoy tienes tu gran oportunidad, y ahora, por intermedio tuyo, también es mi gran oportunidad. Eres mi mayor esperanza y sé que no me vas a defraudar, porque es cierto que soy inmensamente feliz pero también lo es que juntos seremos todavía más. Y todo lo que hayas hecho allá por nuestro Padre, ayudando a otras personas, significará nuestra mayor felicidad. Una felicidad que deseo como no te imaginas, ya que con ella podremos agradecer en alguna medida, por pequeña que sea, el amor que Él nos ha dado. 

Mamá, estoy seguro de que nos veremos… y entonces, nada nos separará jamás.

Ahora ya sabes dónde me puedes encontrar, y que juntos estamos en una sola vida, la tuya. Más feliz, ahora me puedo despedir, porque ambos sabemos que no es una despedida. Y no olvides que siempre te he querido… Te quiero tanto. Acéptame por favor y quédate junto a mí, que estoy dentro de ti. 

Tu hijo.

Eduardo Armstrong, autor católico, se fundamenta en el pensamiento cristiano para mostrar la nueva oportunidad de reconstruir una vida, porque: “Si el amor nunca muere, un hijo no puede morir”.

Fuente: Catholic.net 


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♥Consagración a la Virgen María

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CONSAGRACIÓN DEL MATRIMONIO AL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA

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"Oh, Corazón Inmaculado de María, refugio seguro de nosotros pecadores y ancla firme de salvación, a Ti queremos hoy consagrar nuestro matrimonio. En estos tiempos de gran batalla espiritual entre los valores familiares auténticos y la mentalidad permisiva del mundo, te pedimos que Tu, Madre y Maestra, nos muestres el camino verdadero del amor, del compromiso, de la fidelidad, del sacrificio y del servicio. Te pedimos que hoy, al consagrarnos a Ti, nos recibas en tu Corazón, nos refugies en tu manto virginal, nos protejas con tus brazos maternales y nos lleves por camino seguro hacia el Corazón de tu Hijo, Jesús. Tu que eres la Madre de Cristo, te pedimos nos formes y moldees, para que ambos seamos imágenes vivientes de Jesús en nuestra familia, en la Iglesia y en el mundo. Tu que eres Virgen y Madre, derrama sobre nosotros el espíritu de pureza de corazón, de mente y de cuerpo. Tu que eres nuestra Madre espiritual, ayúdanos a crecer en la vida de la gracia y de la santidad, y no permitas que caigamos en pecado mortal o que desperdiciemos las gracias ganadas por tu Hijo en la Cruz. Tu que eres Maestra de las almas, enséñanos a ser dóciles como Tu, para acoger con obediencia y agradecimiento toda la Verdad revelada por Cristo en su Palabra y en la Iglesia. Tu que eres Mediadora de las gracias, se el canal seguro por el cual nosotros recibamos las gracias de conversión, de amor, de paz, de comunicación, de unidad y comprensión. Tu que eres Intercesora ante tu Hijo, mantén tu mirada misericordiosa sobre nosotros, y acércate siempre a tu Hijo, implorando como en Caná, por el milagro del vino que nos hace falta. Tu que eres Corredentora, enséñanos a ser fieles, el uno al otro, en los momentos de sufrimiento y de cruz. Que no busquemos cada uno nuestro propio bienestar, sino el bien del otro. Que nos mantengamos fieles al compromiso adquirido ante Dios, y que los sacrificios y luchas sepamos vivirlos en unión a tu Hijo Crucificado. En virtud de la unión del Inmaculado Corazón de María con el Sagrado Corazón de Jesús, pedimos que nuestro matrimonio sea fortalecido en la unidad, en el amor, en la responsabilidad a nuestros deberes, en la entrega generosa del uno al otro y a los hijos que el Señor nos envíe. Que nuestro hogar sea un santuario doméstico donde oremos juntos y nos comuniquemos con alegría y entusiasmo. Que siempre nuestra relación sea, ante todos, un signo visible del amor y la fidelidad. Te pedimos, Oh Madre, que en virtud de esta consagración, nuestro matrimonio sea protegido de todo mal espiritual, físico o material. Que tu Corazón Inmaculado reine en nuestro hogar para que así Jesucristo sea amado y obedecido en nuestra familia. Qué sostenidos por Su amor y Su gracia nos dispongamos a construir, día a día, la civilización del amor: el Reinado de los Dos Corazones. Amén. -Madre Adela Galindo, Fundadora SCTJM

CONSAGRACIÓN DEL MATRIMONIO A LOS DOS CORAZONES EN SU RENOVACIÓN DE VOTOS

CONSAGRACIÓN DEL MATRIMONIO A LOS DOS CORAZONES EN SU RENOVACIÓN DE VOTOS
Oh Corazones de Jesús y María, cuya perfecta unidad y comunión ha sido definida como una alianza, término que es también característico del sacramento del matrimonio, por que conlleva una constante reciprocidad en el amor y en la dedicación total del uno al otro. Es la alianza de Sus Corazones la que nos revela la identidad y misión fundamental del matrimonio y la familia: ser una comunidad de amor y vida. Hoy queremos dar gracias a los Corazones de Jesús y María, ante todo, por que en ellos hemos encontrado la realización plena de nuestra vocación matrimonial y por que dentro de Sus Corazones, hemos aprendido las virtudes de la caridad ardiente, de la fidelidad y permanencia, de la abnegación y búsqueda del bien del otro. También damos gracias por que en los Corazones de Jesús y María hemos encontrado nuestro refugio seguro ante los peligros de estos tiempos en que las dos grandes culturas la del egoísmo y de la muerte, quieren ahogar como fuerte diluvio la vida matrimonial y familiar. Hoy deseamos renovar nuestros votos matrimoniales dentro de los Corazones de Jesús y María, para que dentro de sus Corazones permanezcamos siempre unidos en el amor que es mas fuerte que la muerte y en la fidelidad que es capaz de mantenerse firme en los momentos de prueba. Deseamos consagrar los años pasados, para que el Señor reciba como ofrenda de amor todo lo que en ellos ha sido manifestación de amor, de entrega, servicio y sacrificio incondicional. Queremos también ofrecer reparación por lo que no hayamos vivido como expresión sublime de nuestro sacramento. Consagramos el presente, para que sea una oportunidad de gracia y santificación de nuestras vidas personales, de nuestro matrimonio y de la vida de toda nuestra familia. Que sepamos hoy escuchar los designios de los Corazones de Jesús y María, y respondamos con generosidad y prontitud a todo lo que Ellos nos indiquen y deseen hacer con nosotros. Que hoy nos dispongamos, por el fruto de esta consagración a construir la civilización del amor y la vida. Consagramos los años venideros, para que atentos a Sus designios de amor y misericordia, nos dispongamos a vivir cada momento dentro de los Corazones de Jesús y María, manifestando entre nosotros y a los demás, sus virtudes, disposiciones internas y externas. Consagramos todas las alegrías y las tristezas, las pruebas y los gozos, todo ofrecido en reparación y consolación a Sus Corazones. Consagramos toda nuestra familia para que sea un santuario doméstico de los Dos Corazones, en donde se viva en oración, comunión, comunicación, generosidad y fidelidad en el sufrimiento. Que los Corazones de Jesús y María nos protejan de todo mal espiritual, físico o material. Que los Dos Corazones reinen en nuestro matrimonio y en nuestra familia, para que Ellos sean los que dirijan nuestros corazones y vivamos así, cada día, construyendo el reinado de sus Corazones: la civilización del amor y la vida. Amén! Nombre de esposos______________________________ Fecha________________________ -Madre Adela Galindo, Fundadora SCTJM

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