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miércoles, 18 de agosto de 2010

11 consejos para enseñar a pensar a los hijos





Fuente: arvo.net 

Autor: Luis Olivera

1. Lo primero es actuar de acuerdo con la verdad de las cosas.
Enseñar a los hijos a no engañarse, a ser sinceros, a actuar con coherencia. “Podemos conocer la química cerebral que explica el movimiento de un dedo, pero eso no explica por qué ese movimiento se usa para tocar el piano o apretar un gatillo” (Marcus Jacobson).Y “no podemos abaratar la verdad” (F. Suárez), devaluando su valor, como si fuera época de rebajas.
2. Un segundo es que “el entrenamiento es una exclusiva de la inteligencia humana” (Marina).
Hay que enriquecer el lenguaje, hay que fomentar el diálogo, el ejercicio mental de razonar, de defender una causa, de tener argumentos para las propias decisiones, y no hacer sólo lo que hacen los demás, como los borregos. Aprender a pensar es descubrir todo el inmenso poder que tiene la moda en el mundo y saber salir de la jaula mental en que puede encerrarnos. El pensador libre, es decir, el pensador, no debe sacrificar su libertad de pensar en el altar de la moda. Sacrificar la verdad en el altar de la moda es una de las perversiones más nocivas del pensador.. Sin embargo, con excesiva frecuencia se encarcela a la razón en la jaula de la moda. Entrenamiento y cultivo, dado que “la tierra que no es labrada, llevará abrojos y espinas, aunque sea fértil. Así sucede con el entendimiento del hombre” (Sta. Teresa de Jesús).
3. Ya que es imposible no equivocarse nunca, al menos, por utilidad y por deber, hemos de aprender de nuestras equivocaciones.
Si queremos aprender a pensar, deberemos descubrir el mundo tan humano del error. "Equivocarse es humano", descubrieron los antiguos. El error es el precio que tiene que pagar el animal racional.
4. Deliberar es la segunda etapa de la voluntad.
Seremos más inteligentes y más libres cuando conozcamos mejor la realidad, sepamos evaluarla mejor y seamos capaces de abrir más caminos. Sería un error pensar, observa Leonardo Polo, que el hombre inventó la flecha porque tenía necesidad de comer pájaros. También el gato tiene esa necesidad y, no ideó nada. El hombre inventó la flecha porque su inteligencia descubre la oportunidad que le ofrece la rama.
5. Mantener abierta nuestra capacidad de dirigir nuestra conducta por valores pensados.
Hay que pasar del régimen del impulso irracional al régimen de la inteligencia. Más que enseñar a pensar, la función de los padres ha de consistir en motivar a los hijos para que quieran pensar, por cuenta propia. Con actitudes positivas, las niñas se comen el mundo; con actitudes negativas, el pensar aparece como algo cansino; el actuar, como mediocre.
6. Enseñar a tomar decisiones. La inteligencia es la capacidad de resolver problemas vitales.
No es muy inteligente quien no sea capaz de decidir, aunque dentro de su refugio resuelva con soltura problemas de trigonometría. Si convenimos que educar es, esencialmente, crecer en libertad y en responsabilidad, aprender a decidir bien resulta uno de los aspectos claves de esa tarea: cuanta más capacidad de decisión, más libertad.
7. “Debemos recuperar de los niños, y fomentarla, la sana estrategia de preguntar continuamente.
Las tres preguntas fundamentales son: ¿Qué es? ¿Por qué es así? y ¿Ud., cómo lo sabe? Aristóteles definía la ciencia como “el conocimiento cierto por las causas”. Pues, habituarse a formular por qués. Los padres deben estimular, motivar, comentar y promover el clima adecuado para favorecer los hábitos intelectuales de sus hijas.
8. La inteligencia que planteamos tiene que saber aprender y, sobre todo, tiene que disfrutar aprendiendo.
Formular preguntas que ayuden a ser más reflexivos, a interrogarse sobre el pensamiento: ¿Por qué piensa el hombre? ¿Has pensado por qué recuerda cosas? ¿Pensamos mientras dormimos? ¿Qué es lo que más te hace pensar? ¿Puedes pensar en dos cosas distintas a la vez? Leonardo Polo define al hombre como un ser que, no sólo soluciona problemas, sino que además se los plantea. En efecto, el ser humano progresa planteándose nuevos problemas y buscando solucionarlos.
9. La inteligencia debe de ser eficazmente lingüística.
Ya gracias al lenguaje, no sólo nos comunicamos con los demás, sino con nosotros mismos. La inteligencia no se parece a una colección de fotografías, sino a un río. Río e inteligencia “discurren”. Nuestra lengua natural, la materna, es un río donde confluyen miles de afluentes. "La pluma y la palabra son las armas del pensador" (JA Jauregui): aprender a pensar es aprender a tocar dos instrumentos del pensamiento: la pluma y la palabra.
10. Fomentar la lectura y controlar el uso de la TV.
Ya que hablamos del vuelo de la inteligencia, se trata de “ser más inteligentes que la TV” (Jiménez). Los libros “tienen que ser obras que alimenten la inteligencia sin dejar seco el corazón”. O sea, que deben iluminar la mente con la verdad y no sumirla en las nieblas de la duda o en la oscuridad del error” (F. Suárez).
11. Urge encontrar tiempos para reflexionar, para pensar, que es menos trabajoso y más barato que otras necesidades que nos creamos.
Sobre el sentido último de la vida, de las cosas, del hombre, de Dios. Cuando Unamuno dijo que solía ir a pasear con pastores de ovejas para aprender a pensar, para deshacerse de prejuicios y dogmas de escuela, todos se rasgaron las vestiduras. Sin embargo, Unamuno era sincero. Un pastor de ovejas tiene tiempo para pensar, para dar rienda suelta a su imaginación y descubrir nuevos horizontes filosóficos que no ha visto nunca ningún otro filósofo.Fernando Corominas dice que hay que “sentar” en la mente y en el corazón de los hijos las cosas buenas, antes de que les lleguen las nocivas. Es llegar antes, es educar en futuro. Siempre que nos abandonamos, retornamos a la selva. La selva de la que hablo metafóricamente es siempre una claudicación de la inteligencia.

"Género"




La "ideología de género", contraria al Orden Natural, al igual que en otros campos, como en las campañas antivida, manipula el lenguaje, para introducir conceptos aberrantes que pasan a convertirse en parte del Discurso Cultural Dominante, que terminan por imponerse a través de los organismos internacionales. El artículo desentraña el contenido real de algunas palabras clave.
Al igual que la ropa, las palabras también tienen sus modas. Hoy "género" es uno de esos vocablos que, si fuera un artista, estaría en las listas de los "top ten". También se ha convertido en una especie de filtro social, pues aparentemente permite discriminar a los liberales de los conservadores. Con todo, son pocos los que conocen sus implicaciones y verdadero significado. A continuación exponemos lo que la perspectiva del género busca lograr en nuestra sociedad.
El feminismo del género fue acuñado por primera vez por Christina Hoff Sommers en su libro "Who stole feminism?". En él quiso distinguir entre el feminismo de equidad (que busca la igualdad de los sexos), y el feminismo radical surgido en los años 60, y en cuyos brazos se alumbra la perspectiva del género.
Tras algunos años de trabajo, avances y retrocesos, la nueva ideología logró penetrar en la sede de las Naciones Unidas, apoderándose de un pequeño pero importantísimo núcleo intelectual. Desde tan privilegiado escenario, el género comenzó su carrera ascendente. La primera conquista fue Pekín, con un documento final que establecía una serie de pautas para implantar la ideología. Desde entonces, la perspectiva del género se ha ido infiltrando y empapando las leyes, las costumbres, y lo que es más importante: la educación.
Pero, ¿qué significa realmente? ¿Cuáles son sus presupuestos? ¿cuáles, sus objetivos? Trataremos de responder a estas preguntas ilustrando lo dicho con citas de las mismas teóricas del género.
Género es definido como "las relaciones entre mujeres y hombres basadas en roles definidos socialmente que se asignan a uno u otro sexo" (definición de la directiva de la conferencia de Pequín de 1995). Este concepto se articula en torno a varias palabras clave:
1. Perversidad polimorfa, sexualmente polimorfo. Según la perspectiva del género, no existen diferencias sexuales: el ser humano nace sexualmente indefinido. Por tanto, los hombres y las mujeres no sienten atracción por las personas del otro sexo por naturaleza, sino por imposición social.
Así, consideran que es preciso declarar la guerra a las diferencias biológicas, porque "lo natural no es siempre un valor humano". (Shulamith Firestone, "The Dialectic of Sex").
2. Preferencia u orientación sexual. En vez de dos sexos, para las feministas del género existen cinco: heterosexual, homosexual, lesbiana, bisexual y transexual. A todos deben reconocerse los mismos derechos legales y sociales.
Afirman que si la sociedad no hubiera reprimido las diversas orientaciones sexuales, éstas podrían haber estado igualmente ligadas a la reproducción. Así, especulan que la naturaleza podría tener recursos para asegurar la procreación con personas de un mismo sexo.
"La forma en la que se propaga la especie es determinada socialmente. (…) En sociedades más imaginativas, la reproducción biológica podría asegurarse por otras técnicas" (Heidi Harmannm "The unhappy marriage of marxisim and feminism")
3. Heterosexualidad obligatoria: Se define como la obligación de creer que el mundo está dividido en dos sexos.
Esta imposición genera "roles" construidos para el hombre y la mujer, en torno a tres categorías:
a) Masculinidad y feminidad.
b) Relaciones familiares, por la atribución artificial de papeles como "madre", "padre", "marido " y "mujer".
c) Ocupaciones o profesiones: la sociedad los asigna a uno u otro sexo.
Estas categorías crean los estereotipos sociales de hombre y mujer, causando la represión femenina.
"La teoría feminista ya no puede darse el lujo simplemente de proclamar una tolerancia del lesbianismo como un "estilo alternativo de vida" (…) Se ha retrasado demasiado una crítica de la orientación heterosexual obligatoria de la mujer". (Adrienne Rich, "Compulsory Heterosexuality and Lesbian existence")
4. Homofobia: temor a las relaciones sexuales con personas del mismo sexo, causada por la heterosexualidad obligatoria.
5. Hegemonía: Ideas aceptadas universalmente como tales, pero que en realidad son construcciones sociales. Tal es el caso de la tradicional diferenciación sexual.
"Cada niño se asigna a una u otra categoría en base a la forma y tamaño de sus órganos genitales. Una vez hecha esta asignación, nos convertimos en lo que la cultura piensa que uno es…". (Lucy Gilbert y Paula Webster, "The Dangers of Feminity")
6. Patriarcado, patriarcal: Institucionalización del control masculino sobre la mujer.
El feminismo del género reinterpreta la historia bajo una perspectiva neo-marxista, en la que la mujer se identifica con la clase oprimida y el hombre con la opresora. El matrimonio monógamo es la síntesis y expresión del dominio del patriarcado. Toda diferencia es entendida como sinónimo de desigualdad, y por tanto es preciso acabar con ella. El antagonismo se supera con la "lucha de clases".
"La familia nos da las primeras lecciones de ideología de clase dominante y también otorga legitimidad a otras instituciones de la sociedad civil" (Christine Riddiouhg, "Socialism, Feminism and Gay / lesbian liberation")
"El primer antagonismo de clases de la historia coincide con el desarrollo del antagonismo entre el hombre y la mujer unidos en matrimonio monógamo, y la primera opresión de una clase por otra, con la del sexo femenino por el masculino" (Frederick Engels, The origin of the Family, Property and the State")
Confunden así diferencia con desigualdad, pues hombre y mujer son diversos (y por tanto complementarios), pero pares e idénticos en dignidad.
7. Desconstrucción: Así denominan la tarea de denunciar las ideas y el lenguaje hegemónico. El feminismo del género sueña una revolución que abarque todo, en busca de una sociedad radicalmente diversa a la actual.
El feminismo del género es una ideología pujante, ya presente en materiales educativos de colegios y prestigiosas universidades, sobre todo en Estados Unidos. En este país está situándose poco a poco en el centro de la cultura, y se propaga a través de la televisión y los medios de comunicación.
Su presencia en documentos internacionales permite prever futuras y progresivas conquistas. A través de sutilezas legales y educativas, la perspectiva del género se quiere ir adueñando de la sociedad hasta transformarla radicalmente, si nosotros no nos decidimos a cambiar el rumbo de las cosas.
Marta Rodríguez (Mujer Nueva)

¿Él o Ella?




Si los pronombres fueran intercambiables, los géneros mismos lo serían. Dios nos hizo a su imagen, y su imagen no está completa ni en el varón ni en la mujer, pero eso no se soluciona diciendo que podemos usar cualquiera de los dos como si estuviera completo o no necesitara de la referencia del otro. Lo que Dios dice de sí mismo en el varón no es lo mismo que dice de sí en la mujer, y lo contrario. En rigor de términos, esto implicaría que deberíamos reservar un pronombre, que obviamente no sería neutro ni andrógino, para hablar de Dios. Lo neutro y lo andrógino son negaciones de la riqueza que brota de la diferencia de géneros; y esta diferencia apunta a una riqueza aún mayor, que es la que subsiste en Dios mismo.


1. Planteamiento de la Cuestión

Entre los descubrimientos interesantes de hallarse en una nueva cultura y una nueva lengua está el encontrar también un nuevo elenco de autores y obras. Entre estos cuento a un teólogo dominico inglés, Herbert McCabe, a quien admiro por su manera de plantear las cosas con un máximo de claridad y un mínimo de jerga y tecnicismo. Por cierto, falleció no hace mucho, el año 2001.
Sus papeles póstumos contenían numerosas reflexiones y desarrollos que nunca vieron la luz y que se irán publicando poco a poco; pero ya ha salido una obra, God Still Matters (Dios aún importa), en la que se publica una antología de artículos suyos sobre Trinidad, Cristología y Sacramentos principalmente.
Mi admiración por su estilo no ha decaído pero hoy lamento lo que me encontré en God Still Matters. Por razones que desconozco, McCabe habla de Dios (God) como una "She": una "ella." Me da la impresión de que no es un uso consistente, es decir, creo que él en realidad alterna entre el "he" y el "she" tal vez por llevar muy literalmente hasta sus últimas consecuencias aquello de que en Dios no hay género.
Al poner un signo de interrogación sobre esa opción del respetado McCabe ya corro el riesgo de que de inmediato se me proscriba como misógino, homófobo y retrógrado, por tomar sólo tres esdrújulas. Pero asumo el riesgo. Creo que en el lenguaje no es lo mismo hablar de Dios como un "él" o como una "ella." Y pienso que los argumentos fáciles que se esgrimen, como aquellos pasajes en los que Dios habla en términos maternales, no son suficientes para abordar el tema en la perspectiva mejor: esta clase de cosas no pueden manejarse por estadísticas ni por reglas y excepciones.
Si los pronombres fueran intercambiables, los géneros mismos lo serían. Dios nos hizo a su imagen, y su imagen no está completa ni en el varón ni en la mujer, pero eso no se soluciona diciendo que podemos usar cualquiera de los dos como si estuviera completo o no necesitara de la referencia del otro. Lo que Dios dice de sí mismo en el varón no es lo mismo que dice de sí en la mujer, y lo contrario.
En rigor de términos, esto implicaría que deberíamos reservar un pronombre, que obviamente no sería neutro ni andrógino, para hablar de Dios. Lo neutro y lo andrógino son negaciones de la riqueza que brota de la diferencia de géneros; y esta diferencia apunta a una riqueza aún mayor, que es la que subsiste en Dios mismo.
Al hilo de tales reflexiones, uno comprende por qué los judíos llegaron en épocas a preferir no pronunciar el Nombre de Dios, el famoso tetragrama YHWH. Vemos en efecto, que no hay una solución perfecta para nombrar a Dios y de acuerdo con eso tiene algún sentido no nombrarlo.
Pero la Biblia lo nombra, y nuestra fe no brota de unos versículos sino del conjunto de la vida y a revelación que nos llegan por la Palabra y por el pueblo al que esa palabra ha sido confiada. La única opción, pues, es, en primer término, reconocer la inadecuación de nuestro lenguaje, y en segundo término, tratar de minimizar esa inadecuación siguiendo lo que la Biblia nos enseña, aunque yendo más allá de la materialidad de las estadísticas y las excepciones.
2. ¿Patriarcalismo?
Una vez que está claro que no hay una solución perfecta para nombrar a Dios y menos para darle un género gramatical, vamos al testimonio de la Escritura en búsqueda de una solución parcial. Obviamente lo que encontramos es una aplastante mayoría de textos en los que se menciono a Dios gramaticalmente en masculino. Esa evidencia, sin embargo, no la consideramos en este momento como definitiva porque es fácil argüir de este modo: "Una Biblia escrita por hombres sólo podía hablar de manera masculina sobre Dios." Mientras no respondamos a esa objeción, el sólo peso estadístico es insuficiente.
Pero no es difícil responder a esa objeción. Ese modo de hablar supone que la redención que nos anuncian las Escrituras es imperfecta, pues no logró subsanar la mentalidad que suele llamarse "patriarcal." Más que un comentario sobre el género de Dios esta es una afirmación, o peor aún, una descalificación de la Sagrada Escritura como revelación de la redención para la humanidad.
Se podría contraargumentar diciendo: "Padecer un condicionamiento no es una imperfección de la Biblia, pues ella misma asegura que la verdad completa sólo vendría con el tiempo y la progresiva acción del Espíritu Santo en el pueblo de Dios."
Ese punto es interesante. Uno puede admitir, por ejemplo, que los hagiógrafos estaban condicionados por una visión arcaica y precientífica del cosmos. No ofende a Dios que reconozcamos eso. También es claro que estamos llamados a superar esa visión y a avanzar hacia un modo más riguroso de conocimiento. ¿No podría suceder que la mentalidad patriarcal es uno de esos condicionamientos culturales que eran insalvables en esa época pero que ya no tienen razón de ser en la nuestra?
Sin embargo, un examen atento muestra que, a pesar de las semejanzas exteriores, hay una gran diferencia entre los dos casos en cuestión. El conocimiento precientífico no entraña una culpa; nunca nadie lo ha visto así. Por el contrario, el "patriarcalismo," tal como lo entienden quienes hacen una lectura progresista o liberal de la Biblia, sí que entraña defectos morales porque supone actos concretos de injusticia hacia el género femenino.
En consecuencia, si Dios se revela en un lenguaje precientífico, ello en ningún momento avala actos vituperables; si se supone en cambio que Dios se revela "patriarcalmente," sin denunciar algo que se supone que es un grave pecado y que afecta a la mitad de la humanidad, es evidente que con ello estaría avalando multitud de faltas e injusticias: su revelación sería perversa o por lo menos incompleta.
Como esta consecuencia es absurda, es absurda también la premisa puesta por los progresistas sobre un supuesto "patriarcalismo." Hay que afirmar que la Biblia, entendida en su conjunto y leída en la Iglesia, nos revela de modo justo la relación de los géneros en la especie humana. Por consiguiente, al ver que se repite el pronombre "él," no cabe hablar de un simple sesgo de autores masculinos.
3. Límites del Amor Maternal
Se ha vuelto común en algunos predicadores o teólogos el usar la expresión "Dios Padre-Madre" como tratando de evitar que asociamos demasiado estrechamente a Dios con el género masculino. Aquí hay dos temas distintos. Uno es el de los adjetivos: "paternal," "maternal;" el otro es el tema de los pronombres o sustantivos.
Me explico: mi papá puede ser muy hombre y sin embargo manifestar a veces una ternura que cabe describir como maternal. No por eso diré que tengo un "padre-madre." Otro ejemplo: Santa Catalina de Siena habla de asumir "virilmente" el combate espiritual, y así lo aconseja a muchas mujeres. ¿Está tratando de que ellas se vuelvan "mujeres-hombres"? Es obvio que no.
La Biblia presenta muchos rasgos maternales en Dios, porque su amor es inagotable. Pero ese es un tema distinto al del uso de los pronombres (él - ella) y sustantivos (padre - madre).
Es interesante comprobar que la Biblia recorre muchas escalas del amor y las utiliza ciertamente para hablarnos del amor de Dios, pero se abstiene consistentemente de algunas comparaciones. Por ejemplo, es evidente que los papás aman muchísimo a sus hijos, pero en ninguna parte de la Biblia se presenta el amor a Dios comparado con el amor que uno le tiene a un hijo. Lo más cercano a ello lo encontramos cuando se habla de Cristo, cuya divinidad ciertamente predican las Escrituras, pero eso no quita que la expresión: "Ama a Dios como amas a tu hijo" es ajeno a la Revelación.
Otras expresiones son igualmente ajenas. Según he dicho en otros lugares, nunca se compara el amor a Dios con el amor que se le tiene a la novia o la esposa. Dios nunca aparece siendo la parte femenina. Él, por el contrario es el "esposo" o el "novio." Este lenguaje encuentra su culminación en la Bodas de Cristo en el Apocalipsis.
Es decir que Dios aparece como amigo, padre, maestro, pastor, esposo, pero no aparece nunca como objeto del amor que se le tiene o tendría a una esposa, a un hijo, o a una cosa o mascota. Y ello es así a pesar de que evidentemente el registro afectivo humano cobija a las esposas, los hijos y las cosas. Tenemos que deducir que no todo lo que nosotros llamamos amor y no todas las experiencias de amar son útiles para referirnos a Dios, a pesar de esa frase de San Juan, que se parece a una definición: "Dios es Amor" (1 Jn 4,8.16). No por el hecho de que encontremos un espacio donde hay amor humano tenemos que pensar que ahí se encuentra una metáfora del amor divino.
Sentada esa base, uno puede preguntarse por qué sucede así. ¿Hay algo de malo en decir que Dios es madre? ¿No es incluso mayor el amor de las madres que el de los mismos papás? Sí, puede ser; y de ello tenemos que aprender que el criterio que siguió el Espíritu Santo al hablar del misterio de Dios no fue sencillamente el criterio de la intensidad o cantidad del amor.
Obviamente no es malo sino bellísimo y elocuentísimo el amor de las mamás. El problema no es todo lo bueno que tienen las mamás en su manera de amar sino un defecto que de algún modo es connatural a ese amor. Ese defecto proviene del hecho de que la relación entre el hijo y la madre no es la misma que la relación entre el hijo y el padre. Hay algo sublime, imposible de decir en palabras, que une a las mamás con sus hijos; algo que viene de sentirlos, más allá de toda fórmula o expresión, como "carne suya." Nosotros los hombres, ni siquiera los que son papás, podríamos contar apropiadamente qué significa este modo de amar.
Hay mamás que en momentos de desnaturalización, por culpas ajenas o propias, llegan a detestar a sus hijos (caso del aborto); pero es evidente que si fuéramos a hablar de Dios como "madre" tendríamos que pensar no en una madre desnaturalizada sino en la mejor de las madres. Y la mejor de las madres establece un puente absoluto con la vida de su hijo. Lo siente "suyo" de un modo intensísimo, y por ello siente su ser en continuidad con el ser del hijo, aunque el hijo crezca (esta experiencia la pueden refrendar todas las buenas madres de todos los tiempos, estoy bien seguro).
El "problema" es esa continuidad. No problema para las mamás, por supuesto, ni problema para quienes nos gozamos de ser amados así como sus hijos: problema de la capacidad del amor materno para expresar el amor de Dios en cuanto Dios. Entre Dios y su creación hay amor pero no hay continuidad. Entre el Redentor y los redimidos hay amor pero no hay continuidad porque precisamente la salvación se realiza desde la distancia entre aquel que es santo y los que somos pecadores, "porque convenía que tuviéramos tal sumo sacerdote: santo, inocente, inmaculado, apartado de los pecadores y exaltado más allá de los cielos" (Heb 7,26).
Ni el amor de un papá ni el de una mamá es suficiente para contarnos cuánto y cómo nos ama Dios. Sin embargo, el amor paterno describe mejor la teología propia de los actos que relacionan a Dios con sus creaturas y con sus redimidos, y en ese sentido uno puede encontrar muy razonable que la Escritura siempre hable de Dios como "Él," quedando siempre claro que no es el "género" de Dios lo que estamos descubriendo.
4. El Ejemplo de Cristo
Dios no "es" masculino ni femenino; ni es neutro ni tampoco andrógino. Sin embargo, y según ya hemos visto, esto no quiere decir que podamos hablar de Dios con cualesquiera términos, por ejemplo: según la moda o lo que resulte políticamente correcto para cada generación sobre esta tierra.
La Biblia muestra que no toda experiencia de amor humano es apropiada para apuntar intencional y teológicamente hacia el misterio de Dios. En particular, la Biblia opta por hablar de Dios como Padre y como Esposo, sin que eso quite nada de la grandeza del amor femenino y del amor materno, que son irremplazables.
Un punto de particular interés es la actitud de Cristo, en quien reconocemos la plenitud de la Revelación. La palabra clave aquí es "Abbá," que el mismo Cristo quiso dejar como pórtico de la oración de sus discípulos, el Padre Nuestro.
Al hilo de la inquietud que nos mueve en estas reflexiones, cabe preguntar si daba la mismo que Cristo mirara a Dios como su Padre o como su Madre. A esta pregunta no cabe responder de un modo que sería sencillo y piadoso con palabras como estas: "Cristo no rezó a Dios como Madre porque su Madre era y es la Virgen María, y no le iba a rezar a ella que estaba en la misma Judea o Galilea en donde él estaba."
Ese modo de hablar no cabe porque el trato que Jesús dio a San José fue en todo como el de un hijo a su padre, tanto que la gente lo llamaba "el hijo del carpintero" (Mt 13,55). Si decimos que la palabra "madre" estaba "bloqueada" en Jesucristo como una referencia a María, ¿por qué no podría pasar lo mismo en lo que atañe a su relación con José?
Y sin embargo, es claro que ya Jesús adolescente o niño reserva la palabra "padre" para algo muy íntimo, muy profundo en él. Leemos en la escena del hallazgo en el templo: "Cuando sus padres le vieron, se quedaron maravillados; y su madre le dijo: Hijo, ¿por qué nos has tratado de esta manera? Mira, tu padre y yo te hemos estado buscando llenos de angustia. Entonces El les dijo: ¿Por qué me buscabais? ¿Acaso no sabíais que me era necesario estar en la casa de mi Padre?" (Lc 2,48). Es evidente que "Padre" ya significa, en el corazón de Jesús, el Padre de los Cielos. Esto es interesante destacarlo sobre todo porque María pregunta diciendo " tu padre y yo," y la respuesta del Señor alude sólo a su "Padre." De nuevo es evidente que el amor de "padre" tiene una calificación especial en lo que atañe a revelar nuestra relación con Dios.
El resto del Nuevo Testamento avala esta conclusión que hemos sacado de los Evangelios. San Pablo habla siempre en términos de "Dios, nuestro Padre" (Rom 1,7; 1 Cor 1,3; 2 Cor 1,2; 2 Tes 2,16; Flm 1,3), nuestro "Abbá" (Rom 8,15), nuestro "Dios" (1 Cor 8,6; 2 Tim 1,2). Es el "Padre de las misericordias y Dios de todo consuelo" (2 Cor 1,3); es el "Padre de nuestros espíritus" (Heb 12,9); es, en fin, el " Padre de todos, que está sobre todos, por todos y en todos" (Ef 4,6). En términos semejantes y consistentes se expresan Pedro, Juan y el Apocalipsis.
Mención aparte amerita un versículo de Santiago con el que podemos cerrar estos apuntes: "Amados hermanos míos, no os engañéis. Toda buena dádiva y todo don perfecto viene de lo alto, desciende del Padre de las luces, con el cual no hay cambio ni sombra de variación. En el ejercicio de su voluntad, El nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que fuéramos las primicias de sus criaturas" (St 1,16-18). Ahí está todo: la grandeza de su amor que vence una distancia infinita al crearnos y al redimirnos, pero a la vez, esta misma distancia expresada de dos modos: en su providencia libérrima y en el misterio de su propio ser, que está más allá y a la vez es fuente de toda luz.


Nelson Medina

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CONSAGRACIÓN DEL MATRIMONIO AL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA

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"Oh, Corazón Inmaculado de María, refugio seguro de nosotros pecadores y ancla firme de salvación, a Ti queremos hoy consagrar nuestro matrimonio. En estos tiempos de gran batalla espiritual entre los valores familiares auténticos y la mentalidad permisiva del mundo, te pedimos que Tu, Madre y Maestra, nos muestres el camino verdadero del amor, del compromiso, de la fidelidad, del sacrificio y del servicio. Te pedimos que hoy, al consagrarnos a Ti, nos recibas en tu Corazón, nos refugies en tu manto virginal, nos protejas con tus brazos maternales y nos lleves por camino seguro hacia el Corazón de tu Hijo, Jesús. Tu que eres la Madre de Cristo, te pedimos nos formes y moldees, para que ambos seamos imágenes vivientes de Jesús en nuestra familia, en la Iglesia y en el mundo. Tu que eres Virgen y Madre, derrama sobre nosotros el espíritu de pureza de corazón, de mente y de cuerpo. Tu que eres nuestra Madre espiritual, ayúdanos a crecer en la vida de la gracia y de la santidad, y no permitas que caigamos en pecado mortal o que desperdiciemos las gracias ganadas por tu Hijo en la Cruz. Tu que eres Maestra de las almas, enséñanos a ser dóciles como Tu, para acoger con obediencia y agradecimiento toda la Verdad revelada por Cristo en su Palabra y en la Iglesia. Tu que eres Mediadora de las gracias, se el canal seguro por el cual nosotros recibamos las gracias de conversión, de amor, de paz, de comunicación, de unidad y comprensión. Tu que eres Intercesora ante tu Hijo, mantén tu mirada misericordiosa sobre nosotros, y acércate siempre a tu Hijo, implorando como en Caná, por el milagro del vino que nos hace falta. Tu que eres Corredentora, enséñanos a ser fieles, el uno al otro, en los momentos de sufrimiento y de cruz. Que no busquemos cada uno nuestro propio bienestar, sino el bien del otro. Que nos mantengamos fieles al compromiso adquirido ante Dios, y que los sacrificios y luchas sepamos vivirlos en unión a tu Hijo Crucificado. En virtud de la unión del Inmaculado Corazón de María con el Sagrado Corazón de Jesús, pedimos que nuestro matrimonio sea fortalecido en la unidad, en el amor, en la responsabilidad a nuestros deberes, en la entrega generosa del uno al otro y a los hijos que el Señor nos envíe. Que nuestro hogar sea un santuario doméstico donde oremos juntos y nos comuniquemos con alegría y entusiasmo. Que siempre nuestra relación sea, ante todos, un signo visible del amor y la fidelidad. Te pedimos, Oh Madre, que en virtud de esta consagración, nuestro matrimonio sea protegido de todo mal espiritual, físico o material. Que tu Corazón Inmaculado reine en nuestro hogar para que así Jesucristo sea amado y obedecido en nuestra familia. Qué sostenidos por Su amor y Su gracia nos dispongamos a construir, día a día, la civilización del amor: el Reinado de los Dos Corazones. Amén. -Madre Adela Galindo, Fundadora SCTJM

CONSAGRACIÓN DEL MATRIMONIO A LOS DOS CORAZONES EN SU RENOVACIÓN DE VOTOS

CONSAGRACIÓN DEL MATRIMONIO A LOS DOS CORAZONES EN SU RENOVACIÓN DE VOTOS
Oh Corazones de Jesús y María, cuya perfecta unidad y comunión ha sido definida como una alianza, término que es también característico del sacramento del matrimonio, por que conlleva una constante reciprocidad en el amor y en la dedicación total del uno al otro. Es la alianza de Sus Corazones la que nos revela la identidad y misión fundamental del matrimonio y la familia: ser una comunidad de amor y vida. Hoy queremos dar gracias a los Corazones de Jesús y María, ante todo, por que en ellos hemos encontrado la realización plena de nuestra vocación matrimonial y por que dentro de Sus Corazones, hemos aprendido las virtudes de la caridad ardiente, de la fidelidad y permanencia, de la abnegación y búsqueda del bien del otro. También damos gracias por que en los Corazones de Jesús y María hemos encontrado nuestro refugio seguro ante los peligros de estos tiempos en que las dos grandes culturas la del egoísmo y de la muerte, quieren ahogar como fuerte diluvio la vida matrimonial y familiar. Hoy deseamos renovar nuestros votos matrimoniales dentro de los Corazones de Jesús y María, para que dentro de sus Corazones permanezcamos siempre unidos en el amor que es mas fuerte que la muerte y en la fidelidad que es capaz de mantenerse firme en los momentos de prueba. Deseamos consagrar los años pasados, para que el Señor reciba como ofrenda de amor todo lo que en ellos ha sido manifestación de amor, de entrega, servicio y sacrificio incondicional. Queremos también ofrecer reparación por lo que no hayamos vivido como expresión sublime de nuestro sacramento. Consagramos el presente, para que sea una oportunidad de gracia y santificación de nuestras vidas personales, de nuestro matrimonio y de la vida de toda nuestra familia. Que sepamos hoy escuchar los designios de los Corazones de Jesús y María, y respondamos con generosidad y prontitud a todo lo que Ellos nos indiquen y deseen hacer con nosotros. Que hoy nos dispongamos, por el fruto de esta consagración a construir la civilización del amor y la vida. Consagramos los años venideros, para que atentos a Sus designios de amor y misericordia, nos dispongamos a vivir cada momento dentro de los Corazones de Jesús y María, manifestando entre nosotros y a los demás, sus virtudes, disposiciones internas y externas. Consagramos todas las alegrías y las tristezas, las pruebas y los gozos, todo ofrecido en reparación y consolación a Sus Corazones. Consagramos toda nuestra familia para que sea un santuario doméstico de los Dos Corazones, en donde se viva en oración, comunión, comunicación, generosidad y fidelidad en el sufrimiento. Que los Corazones de Jesús y María nos protejan de todo mal espiritual, físico o material. Que los Dos Corazones reinen en nuestro matrimonio y en nuestra familia, para que Ellos sean los que dirijan nuestros corazones y vivamos así, cada día, construyendo el reinado de sus Corazones: la civilización del amor y la vida. Amén! Nombre de esposos______________________________ Fecha________________________ -Madre Adela Galindo, Fundadora SCTJM

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