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jueves, 16 de junio de 2011

El Proyecto Raquel da esperanza


El aborto causa gran desesperación no sólo en las mujeres sino en
cualquiera que esté involucrado.
El proyecto de Raquel da apoyo
después de un aborto y es dirigido por cada diócesis con la total
bendición del obispo local. Ayuda a cualquiera que necesite ayuda, sin
importar su confesión. Está compuesto por una red de sacerdotes,
confesores, diáconos especializados, profesionales en salud mental y
cuidadores como las hermanas católicas que acompañan mujeres y
hombres, que han estado involucrados en abortos, a través de un
proceso de curación. El proyecto de Raquel fue fundado en 1984 en
Milwaukee, Wisconsin, por Victoria Thorn
que explica la esencia
del proyecto:

"El corazón del Proyecto de Raquel es el sacramento de la
reconciliación.
Es una respuesta integral. No sólo reconocemos que
existe una herida espiritual, sino también reconocemos que existe una
herida humana. La mujer ha perdido un hijo de manera
traumática y antinatural". "La caricia de Dios las ayudará a
sanar. Es interesante también que las mujeres dicen, sabes, nunca
abortaría de nuevo. Es decir, esto ha sido lo peor de mi vida. Pero mi
relación con Dios es mejor que nunca porque conocí, conocí a mi
Salvador. Y no me ha abandonado. Y esa fe continua creciendo".


Los defensores del supuesto derecho al aborto han difundido, con mayor o menor éxito, la imagen de la Iglesia Católica como enemiga del proceso de liberación de la mujer. Sin embargo, la Iglesia no sólo quiere proteger la vida de los no nacidos; también quiere ofrecer el perdón y la sanación a todas las personas que arrastran el sufrimiento de haber abortado, sea voluntariamente o bajo presión, con conocimiento o desde la ignorancia.



El 40% de las mujeres que han recurrido al aborto, ha pensado en suicidarse. La incidencia del suicidio que se da entre ellas es entre seis y siete veces mayor que la de las mujeres que dan a luz. El 80% sufre síntomas depresivos. El 40% sufren trastornos de la sexualidad. El 60%, alteraciones de la conducta y el 70%, irritabilidad…

El nombre de este proyecto está tomado de un pasaje de la Biblia, del profeta Jeremías: “Un grito se oye en Ramá, llanto y lamentos grandes; es Raquel que llora por sus hijos, y rehúsa el consuelo, porque ya no viven. Dice el Señor: Deja ya tus lamentos de tristeza, enjuga las lágrimas de tus ojos. El dolor que has sembrado tendrá su recompensa (…) Hay esperanza en tu futuro, dice el Señor” (Jeremías 31, 15-17).


Reconciliarse con la vida




El feminismo radical ha hecho creer a muchos que la promoción de la mujer pasa por la liberación de ésta, de su excesiva vinculación a su maternidad. Desde este presupuesto, no es de extrañar que el derecho a la vida del “nasciturus” y la reivindicación por la realización de la mujer, se hayan presentado en conflicto: “¡Este embarazo me trunca la vida!”.
La realidad es bien distinta: la madre no necesita menos a su hijo, de lo que el hijo necesita a su madre. El drama del aborto alcanza su culmen cuando la madre -que de ordinario, suele tener una sensibilidad muy superior a la del padre- llega a percatarse de que su felicidad “murió” junto con su hijo.
El “Proyecto Raquel” es una apuesta por la posibilidad de sanación de nuestras heridas… Para llegar a perdonarnos a nosotros mismos por los errores cometidos, es necesario primero pedir perdón a Dios, autor de la vida; y, ¡también! pedir perdón a ese hijo a quien agredimos injustamente, y que desde el seno de Dios, intercede por la conversión y sanación de sus padres. Es una cuestión crucial. Se trata de reconciliarse con la “vida”, desde la experiencia que supone afrontar lo que pasó, pero desde la oportunidad de experimentar la misericordia infinita de Dios, y poder ser artífices de un nuevo modo de mirar la vida. El siervo de Dios, Juan Pablo II, lo expresó maravillosamente en su encíclica Evangelium Vitae (nº 99):
“Una reflexión especial quisiera tener para vosotras, mujeres que habéis recurrido al aborto. La Iglesia sabe cuántos condicionamientos pueden haber influido en vuestra decisión, y no duda de que en muchos casos se ha tratado de una decisión dolorosa e incluso dramática. Probablemente la herida aún no ha cicatrizado en vuestro interior. Es verdad que lo sucedido fue y sigue siendo profundamente injusto. Sin embargo, no os dejéis vencer por el desánimo y no abandonéis la esperanza. Antes bien, comprended lo ocurrido e interpretadlo en su verdad. Si aún no lo habéis hecho, abríos con humildad y confianza al arrepentimiento: el Padre de toda misericordia os espera para ofreceros su perdón y su paz en el sacramento de la Reconciliación. Os daréis cuenta de que nada está perdido y podréis pedir perdón también a vuestro hijo que ahora vive en el Señor. Ayudadas por el consejo y la cercanía de personas amigas y competentes, podréis estar con vuestro doloroso testimonio entre los defensores más elocuentes del derecho de todos a la vida”.


José Ignacio Munilla, obispo de Palencia








El documento El Evangelio de la Vida, del Papa Juan Pablo II, les habla a sus heridas de una forma hermosa y muy pastoral, asegurándoles que su sufrimiento tiene sentido. (no. 99).
Algunas tradiciones religiosas no pueden decir con certeza que el niño abortado está con Dios. De manera que este aspecto tendrá que ser tratado con un líder religioso de la iglesia a la que estas mujeres pertenecen. Por favor, sepa que es importante que usted la anime a trabajar en los componentes espirituales del proceso de curación con un líder de su tradición religiosa. Si usted no se siente cómoda haciendo esto con ella, invítela a buscar a alguien con quien completar este aspecto del proceso. Nuestra oficina le ayudará a usted en ello en todo lo que esté a nuestro alcance.
Vicki Thorn es la Directora Ejecutiva de la National Office of Post-Abortion Reconciliation & Healing (Oficina Nacional de Reconciliación y Curación Postaborto) P.O. Box 07477, Milwaukee, WI 53207-0477 USA. Tel: (414) 483-4141 Internet: http://www.mu.edu/rachel/index.html.






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