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jueves, 15 de octubre de 2015

¿Es un bebé? ¿Duele tener un aborto?



Estas son las dos preguntas más comunes realizadas por la chicas que llaman por teléfono a las fábricas de abortos (clínicas abortivas) cuando se enteran que están embarazadas. Llaman a los teléfonos con el drama que están viviendo al haber quedado embarazadas, en el fondo en búsqueda de ayuda.

En Sacerdotes por la Vida conocemos muchos ex abortistas que estuvieron en el “negocio del aborto” a todos los niveles, desde dueños de estas fábricas de muerte, pasando por médicos y enfermeras, hasta el personal administrativo y recepcionistas.

Es conmovedor escuchar el testimonio de estos ex abortistas por la culpabilidad, el dolor y la vergüenza que tienen que sufrir, al haber realizado, algunos de ellos, más de 35.000 abortos antes de retirarse de este negocio del “asesinato legal” de los seres humanos más indefensos, la perversión de las perversiones humanas de todos los tiempos.

Ellos narran como a sus “pacientes” no les permitían ver la pantalla del ultrasonido y ni siquiera que pudieren escuchar el latido del corazón del bebé, ya que cuando esto pasaba muchas mujeres se negaban a abortar.

En estas fábricas de abortos los pagos se hacen normalmente en efectivo y mucho de ese dinero no es declarado (para el testimonio puede ver el siguiente video) La ex abortista Carol Everett ha dicho que ha visto a médicos repartirse en una mañana de sábado 4,500 dólares, fruto del asesinato legal de bebés. Los ex abortistas se preguntan, ¿por qué el gobierno no le hace un seguimiento más agresivo a esta evasión de impuestos? La respuesta de ellos es “debe ser porque estamos en medio de una batalla espiritual”.





Una ex recepcionista de una fábrica de abortos confiesa que fue entrenada para “vender abortos”. Ella cuenta sobre su entrenamiento para ir respondiendo a las preguntas típicas de las potenciales “clientes”, de manera tal de asegurar la “venta” del aborto. Así, por ejemplo, cuando una de las muchachas que llamaba por teléfono o visitaba la fábrica de abortos preguntaba “¿Es un bebé?”, obviamente refiriéndose a su hijo creciendo en su vientre, entonces se les respondía “No es un bebé, es solamente el producto del embarazo, prácticamente un solo un coágulo de sangre”.

Cuando las muchachas dudaban sobre abortar o no a su bebé por razones económicas, el entrenamiento “pro aborto” indicaba inmediatamente reforzar con claridad y de una manera muy amigable, como si estuvieran hablando con la mejor amiga que les da el mejor concejo: “Mira no te preocupes, no dudes que abortar es lo mejor. Tú ahora no lo puedes mantener y siempre te saldrá más económico hacer un aborto que criar un hijo”.

Los ex abortistas dan su testimonio que una de las escenas más devastadoras, es la de las mujeres después de abortar mientras despiertan de la anestesia. Ellas no quieren saber nada y más del 90% comienzan a llorar diciendo “maté a mi hijo”. Pero pronto comenzarán a bloquear ese dolor a fuerza de autoengaños y de adicciones, en algunos de los casos pasarán décadas para que una aceptación plena de lo sucedido sea el inicio de un proceso de recuperación. Esta es la respuesta verdadera a las dos preguntas que más frecuentemente hacen las madres de sus hijos en el vientre: ¿Es un bebé? Después del aborto ya no está la duda, sí lo era porque sienten la ausencia al haber sido “arrancados” sus hijos de su vientre. Y a la otra: ¿Duele el aborto? La respuesta comienza con el síndrome post aborto que solamente está en sus inicios en la sala de “recuperación” después del aborto.

Los abortistas no estarán cuando muchas de estas mujeres atenten contra su vida por el dolor insoportable de haber asesinado a sus propios hijos.

Los abortistas no estarán para ayudarlas con los más de 150 efectos colaterales desprendidos por los diversos estudios clínicos del síndrome post aborto.

Los abortistas simplemente habrán “vendido” su producto con todo el soporte legal necesario, pero, para la “cliente”, solamente será el inicio de una de las noches más oscuras de su vida: llevar en su corazón la culpabilidad y la vergüenza de la muerte de su propio hijo.

P. Victor Salomón

Director de Apostolado Hispano

Sacerdotes Por la Vida

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