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miércoles, 31 de julio de 2013

►EL CIELO SEGÚN JUAN PABLO II






El 21 de julio de 1999, Juan Pablo II desató la sorpresa en una audiencia general afirmando que el cielo «no es un lugar físico entre las nubes», como el que presentaban cada día los anuncios televisivos de una marca de café o las escenas pintadas en las bóvedas de algunas iglesias.

• El Papa aconsejó «mantener siempre una cierta sobriedad al describir las «realidades últimas», ya que cualquier representación que se haga es siempre inadecuada». El desafío a teólogos y artistas estaba servido.

• No es fácil explicar el cielo, y ya San Pablo, en su primera carta a los cristianos de Corinto, escribía que «ni ojo vio, ni oído oyó, ni pasó por el corazón del hombre, las cosas que preparó Dios para los que le aman».

•Aun así, refiriéndose a su propia escuela filosófica, Juan Pablo II comentó que «en nuestros días, el lenguaje personalista puede describir de modo menos impropio la situación de felicidad y de paz en la comunión definitiva con Dios». El cielo, igual que el amor, no puede expresarse en palabras.

• El cielo no es un paraje -al que llegan primero las almas y después los cuerpos-, sino una gozosa relación interpersonal, del mismo modo que un hogar no es tanto un espacio como el amor que lo llena.

• Según el Papa, «el cielo no es una abstracción, ni un lugar físico entre las nubes, sino una relación viva y personal con la Trinidad Santísima. Es un encuentro con el Padre que se realiza en Jesús Resucitado gracias a la comunión del Espíritu Santo».

• Según el Catecismo de la Iglesia Católica, «llamamos cielo a esa vida perfecta, a esa comunión de vida y amor con la Santísima Trinidad, con la Virgen María, los Ángeles y los santos».



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sábado, 27 de julio de 2013

►UNA SONRISA







Una sonrisa en los labios alegra nuestro corazón,
conserva nuestro buen humor,
guarda nuestra alma en paz,
vigoriza la salud,
embellece nuestro rostro
e inspira buenas obras.
Sonriamos a los rostros tristes,
tímidos, enfermos, conocidos,
familiares y amigos.
Sonriámosle a Dios con la aceptación
de todo lo que El nos envié y
tendremos el merito de poseer
la mirada radiante de su rostro
con su amor por toda la eternidad.
Las palabras de Cristo son muy claras,
pero debemos entenderlas como una
realidad viviente, tal como El las propuso.
Cuando El habla de hambre,
no habla solamente del hambre de pan,
sino hambre de amor, hambre de ser
comprendido, de ser querido.
El experimentó lo que es ser rechazado porque
vino entre los suyos y los suyos no lo quisieron.
Y El conoció lo que es estar solo,
abandonado, y no tener a nadie suyo.
Esta hambre de hoy, que esta rompiendo vidas en todo el mundo destruyendo
hogares y naciones, habla de no tener hogar, no solamente un cuarto con
techo, pero el anhelo de ser aceptado, de ser tratado con compasión, y que
alguien abra nuestro corazón para recibir al que se sienta abandonado.

-Madre Teresa, M.C.




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miércoles, 17 de julio de 2013

►PENSAMIENTOS DE JUAN XXIII






ACERCA DE LA FAMILIA:

* La formación religiosa y moral de los hijos, e incluso su misma salud física, depende en gran parte de la rectitud y de la integridad de los padres.

* Con los hijos, pocas palabras, pero bondad y firmeza a la vez.

* El padre, cabeza de la familia, debe ser entre los suyos como el representante de Dios y preceder a los demás no sólo con su autoridad, sino también con el ejemplo de una vida íntegra.

* La mujer ocupa un puesto insustituible en la familia. Hay una voz en casa que todos escuchan cuando sabe hacerse oír: la voz vigilante y prudente de la mujer, esposa y madre.



ACERCA DE LA CONVIVENCIA HUMANA:

* El cumplimiento del propio deber consiste ante todo en estar en paz consigo mismo, con la propia conciencia y, sobre todo, con el Señor.

* La disciplina es el fundamento del orden individual y social. Bien entendida y sabiamente vivida, es expresión de armonía, belleza y generosidad.

* La sangre que baña nuestras carreteras clama al cielo implorando piedad para tantas vidas humanas preciosas, truncadas inútilmente, irresponsablemente.

* Destruir o desperdiciar bienes que son inispensables para la supervivencia de los seres humanos, es herir la justicia y a la humanidad.

* No te preocupes de lo que digan sin motivo. Sigue adelante en tu camino. Si tuvieran razón y tú estuvieses errado, vuelve atrás inmediatamente.

* Es menester tener paciencia, que tiene raíces amargas, pero da frutos deliciosos.

* Saber perdonar y perdonar de corazón: ¡Qué secreto de dulzura y de paz!

* La misericordia ejercitada entre hermanos es imagen y reflejo de la misericordia divina hacia la humanidad.


ACERCA DE LA BONDAD:

* Tener compasión de los más pobres, imponernos incluso algún sacrificio para ayudarlos: ¡Oh, esto sí que es vivir como cristianos!

* Mirar a los demás con el corazón es el mejor modo de comprenderlos y de evitar la tentación de adularlos para poderlos engañar.

* En el saber tomar las cosas por su lado bueno radica el secreto de nuestra paz.


ACERCA DE LA PAZ:

* Entre todos los bienes de la vida y de la historia, de las almas, de las familias y de los pueblos, la paz es el más importante y el más precioso.

* Paz con Dios, cumpliendo su voluntad. Paz con los hombres, respetando los derechos de cada uno, porque cada uno lleva las señales de la gloria del Altísimo.

* Dios ha creado a los hombres hermanos. Si desaparece del alma humana esta doctrina, pierde su luz el olivo de la paz y se enciende la llama de la discordia.

* No habrá auténtica paz en la tierra mientras Dios quede fuera de los proyectos de los hombres. No habrá auténtica paz en la tierra mientras dure el espíritu de violencia y mentira.

* A las dificultades y a las tempestades hay que responder con la calma del Evangelio.

* La guerra es enemiga del hombre, contraria a los principios evangélicos siempre, y en todas partes fuente de luto y de ruinas irreparables.


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lunes, 1 de julio de 2013

►SILENCIO Y PAZ -IGNACIO LARRAÑAGA




'Silencio y paz.
Fue llevado al país de la vida.
¿Para qué hacer preguntas?
Su morada, desde ahora, es el descanso
y su vestido, la luz. Para siempre.
Silencio y paz. ¿Qué sabemos nosotros?
Dios mío, Señor de la historia y dueño del ayer y del mañana,
en tus manos están las llaves de la vida y de la muerte.
Sin preguntarnos, lo llevaste contigo a la morada santa,
y nosotros cerramos nuestros ojos,
bajamos la frente y simplemente te decimos: Está bien, sea.

Silencio y paz.
La música fue sumergida en las aguas profundas, y
todas las nostalgias gravitan sobre las llanuras infinitas.
Se acabó el combate. Ya no habrá para él lágrimas, ni luto, ni sobresaltos.
El sol brillará para siempre sobre su frente,
y una paz intangible asegurará definitivamente sus fronteras.
Señor de la vida y dueño de nuestros destinos,
en tus manos depositamos silenciosamente este ser entrañable que se nos fue.
Mientras aquí abajo entregamos a la tierra sus despojos
transitorios, duerma su alma inmortal para siempre en la paz eterna,
en todo seno insondable y amoroso, oh Padre de misericordia.
Silencio y paz".

Ignacio Larrañaga.



Elaboré este video en memoria de Paolita Mercado, hija de una amiga, hermana: Ilsen Chopitea, a quien quiero, respeto y agradezco profundamente su presencia en mi vida.
Para mi la muerte de un hijo significa que hemos entregado nuestros hijos a Dios. Hay paz, porque creemos en Dios Padre, conocemos Su amor, Su entrega. Con confianza en Él esperamos ese anhelado re-encuentro con nuestros hijos. Nuestra paz está con Dios.

Les comparto de Anselm Grün y Magdalena Bogner en su libro "La Aventura de la Vida." 

"En los cursos para padres que han perdido hijos puedo percibir el inconmensurable dolor de los padres cuando muere un hijo. El duelo parece no tener fin. Los padres se sienten como si les hubiesen arrancado parte de sí con violencia. Es una herida que no quiere sanar. Al mismo tiempo, se sieten abandonados en su dolor. Observan cómo amigos o conocidos se cruzan al otro lado de la calle cuando ellos se acercan. Se sienten como si fueran leprosos. Tienen la impresión de que no tienen derecho a vivir con su duelo. Se preguntan si los demás se sienten desvalidos frente a esta situación o si no quieren saber nada porque les da mucho miedo e inseguridad. Tratan de disculparlos, pero esto no mitiga su dolor.
Cuando la virgen María perdió a su hijo en la cruz no se retrajo ni se aisló. Lloró la muerte de su hijo orando junto a los apóstoles. La oración en común le ayudó. Se llenó del Espíritu Santo y despertó a una nueva vida. Muchos padres que han perdido hijos carecen de un grupo donde puedan llorar la muerte del hijo junto con otras personas. Muchos forman grupos de auto ayuda. Tienen necesidad de hablar de su dolor y expresarlo con llanto, sin reprobación por parte de otros. Pero pese a la ayuda que puede brindar el grupo, los padres sienten que la vida se ha vuelto tenebrosa. Pierde sentido. El niño al que dedicaron tanto amor y desvelos ya no existe. La dicha de imaginar lo que podría ir surgiendo en el niño está destruída. Está muerto. Ya nada podrá desarrollarse en él. Ya nunca les deparará alegrías. La muerte de un niño también pone en tela de juicio la imagen de Dios. Se ha quebrado la imagen del Dios bueno y misericordioso que cuida de la familia y protege a los niños, todavía no se hace presente en los deudos una nueva imagen viable de este Dios.
No obstante, hay padres que se nutren de su fe en Dios para desarrollar la fortaleza que necesitan para hacer frente a la muerte de un hijo. Ni padres ni allegados pueden saltear el duelo. Estos deben abstenerse de intentar consolar vanamente con palabras a los padres. Lo que los padres necesitan es contar con personas que no se acobarden ante su duelo; que están a su lado en silencio sin palabras piadosas; que soporten su dolor, su llanto, su ira sin pretender apaciguarlos. Sólo cuando los padres hayan hecho el duelo por el hijo muerto, podrán recuperar fuerzas y cambiarán su actitud frente a la vida. En algún momento sentirán que muchas cosas a las que adjudicaban valor ya no tienen importancia. El hijo muerto les hará recordar una y otra vez lo que realmente importa en la vida. Es indiferente cuánto rindo, cuánto vivo. Sólo importa la intensidad con que vivo y la huella que dejo en este mundo.
...La tragedia trastorna la estructura familiar. Hay veces en que la muerte une más a los padres; otras, en que los distancia. En lugar de llorar la muerte del hijo se hacen reproches, se acusan de ser culpables o de haber descuidado al cónyuge durante la enfermedad del niño. A menudo están tan absortos en su duelo que ignoran a los otros hijos. Los hermanos, que ya de por sí sufren la muerte del hermano, sufren además el abandono de los padres. Pero también ellos tienen necesidades. Necesitan que se les dedique atención; necesitan una vida normal con sus problemas propios. Tienen la impresión de que deben reprimir sus necesidades y preocuparse por que les vaya bien a los padres. Esto hace que pasen por alto sus propios sentimientos. Un hombre reconoció mucho después de la muerte de su hermano que lo único que le interesaba era hacer felices a sus padres. Esto se transformó en modelo de vida: hacer feliz a todo el mundo. Pero en este intento se excedió de una manera atroz y terminó totalmente descarriado a causa de las desilusiones que debió soportar. No es fácil para los padres ocuparse adecuadamente de los hermanos durante la enfermedad de un niño o tras su muerte repentina por accidente o suicidio. No es fácil tener en cuenta sus necesidades y conflictos internos. Tampoco ellos deben exigirse por demás. Necesitan disponer de tiempo para sí. Pero también los otros hijos los necesitan. En ocasiones, éstos, con problemas totalmente diferentes, pueden ayudar a los padres a volver a interesarse por la vida y tomar, por momentos, distancia del duelo.
...El cometido que deben cumplir el padre y la madre después de la muerte de un hijo es percibir lo que está sucediendo con los hermanos, mostrar comprensión y estar atentos a la ayuda que puedan necesitar. Hace falta mucha sensibilidad para hacerse justicia uno mismo y, a la vez, estar a la altura de los requerimientos de los hijos".

 Con mucho amor en el corazón les deseo una bendita semana.
Laura



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