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miércoles, 1 de febrero de 2012

►Educar el corazón



Los sentimientos se forman de un modo especial durante la niñez. Aprender a amar se aprende desde niños, y los principales maestros son los padres, como se señala en este texto editorial sobre la familia.

La educación es un derecho y un deber de los padres que prolonga, de algún modo, la generación; se puede decir que el hijo, en cuanto persona, es el fin primario al que tiende el amor de los esposos en Dios. La educación aparece así como la continuación del amor que ha traído a la vida al hijo, donde los padres buscan darle los recursos para que pueda ser feliz, capaz de asumir su lugar en el mundo con garbo humano y sobrenatural.

Los padres cristianos ven en cada hijo una muestra de la confianza de Dios, y educarlos bien es –como decía San Josemaría– el mejor negocio; un negocio que comienza en la concepción y da sus primeros pasos en la educación de los sentimientos, de la afectividad. Si los padres se aman y ven en el hijo la culminación de su entrega, lo educarán en el amor y para amar; dicho de otro modo: corresponde a los padres primariamente educar la afectividad de los hijos, normalizar sus afectos, lograr que sean niños serenos. 

Los sentimientos se forman de un modo especial durante la niñez. Después, en la adolescencia, pueden producirse las crisis afectivas, y los padres han de colaborar para que los hijos las solucionen. Si de niños han sido criados apacibles, estables, superarán con más facilidad esos momentos difíciles. Además, el equilibrio emocional favorece el crecimiento de los hábitos de la inteligencia y la voluntad; sin armonía afectiva, es más difícil el desarrollo del espíritu.

Lógicamente, una condición imprescindible para edificar una buena base sentimental-afectiva es que los mismos padres traten de perfeccionar su propia estabilidad emocional. ¿Cómo? Mejorando la convivencia familiar, cuidando su unión, demostrando –con prudencia– su amor mutuo delante de los hijos. Sin embargo, a veces uno se inclina a pensar que los afectos o los sentimientos desbordan el ámbito educativo familiar; quizá porque parece que son algo que sucede, que escapan a nuestro control y no podemos cambiar. Incluso se llega a verlos desde una perspectiva negativa; pues el pecado ha desordenado las pasiones, y éstas dificultan el obrar racionalmente.



EN EL ORIGEN DE LA PERSONALIDAD



Esta actitud pasiva o hasta negativa, presente en muchas religiones y tradiciones morales, contrasta fuertemente con las palabras que Dios dirigió al profeta Ezequiel: les daré un corazón de carne, para que sigan mis preceptos, guarden mis leyes y las cumplan[1]. Tener un corazón de carne, un corazón capaz de amar, se presenta como una realidad creada para seguir la voluntad divina: las pasiones desordenadas no serían tanto un fruto del exceso de corazón como la consecuencia de poseer un mal corazón, que debe ser sanado. Así lo confirmó Jesucristo: el hombre bueno del buen tesoro de su corazón saca lo bueno, y el malo de su mal saca lo malo: porque de la abundancia del corazón habla su boca[2]. Del corazón salen las cosas que hacen impuro al hombre[3], pero también todas las buenas. 

El hombre necesita de los afectos, pues son un poderoso motor para la acción. Cada uno tiende hacia lo que le gusta, y la educación consiste en ayudar a que coincida con el bien de la persona. Cabe comportarse de modo noble y con pasión: ¿qué hay más natural que el amor de una madre por su hijo?, ¡y cómo empuja ese cariño a tantos actos de sacrificio, llevados con alegría!.Y, ante una realidad que resulta, por cualquier motivo, desagradable, ¡cuánto más fácil es rehuirla!: en un determinado momento, percibir la “fealdad” de una acción mala puede ser un motivo más fuerte para no cometerla que miles de razonamientos.

Evidentemente, esto no debe confundirse con una visión sentimentalista de la moralidad. No se trata de que la vida ética y el trato con Dios deban abandonarse a los sentimientos. Como siempre, el modelo es Cristo: en Él, perfecto Hombre, vemos cómo afectos y pasiones cooperan al recto obrar: Jesús se conmueve ante la realidad de la muerte, y obra milagros; en Getsemaní, encontramos la fuerza de una oración que da cauce a vivísimos sentimientos; incluso le invade la pasión de la ira –buena aquí–, cuando restituye al Templo su dignidad[4]. Cuando se desea de verdad algo, es normal que el hombre se apasione. Por el contrario, resulta poco agradable ver a alguien hacer las cosas por cumplir, con desgana, sin poner el corazón en ellas. Pero esto no significa dejarse arrastrar por los afectos: si bien lo primero es poner la cabeza en lo que se hace, el sentimiento da cordialidad a la razón, hace que lo bueno sea agradable; la razón –por su parte– proporciona luz, armonía y unidad a los sentimientos.



FACILITAR LA PURIFICACIÓN DEL CORAZÓN



En la constitución del hombre, las pasiones tienen como fin facilitar la acción voluntaria, más que difuminarla o dificultarla. «La perfección moral consiste en que el hombre no sea movido al bien sólo por su voluntad, sino también por su apetito sensible según estas palabras del salmo: “Mi corazón y mi carne gritan de alegría hacia el Dios vivo” (Sal 84,3)»[5]. Por eso, no es conveniente querer suprimir o “controlar” las pasiones, como si fueran algo malo o rechazable. Aunque el pecado original las haya desordenado, no las ha desnaturalizado, ni las ha corrompido de un modo absoluto e irreparable. Cabe orientar de modo positivo la emotividad, dirigiéndola hacia los bienes verdaderos: el amor a Dios y a los demás. De ahí que los educadores, en primer lugar los padres, deban buscar que el educando, en la medida de lo posible, disfrute haciendo el bien. 

Formar la afectividad requiere, en primer lugar, facilitar a los hijos que se conozcan, y que sientan, de un modo proporcionado a la realidad que ha despertado su sensibilidad. Se trata de ayudar a superar, a trascender, aquel afecto hasta ver en su justa medida la causa que lo ha provocado. Quizá el resultado de esa reflexión será el intento de influir positivamente para modificar tal causa; en otras ocasiones –la muerte de un ser querido, una enfermedad grave–, la realidad no se podrá cambiar y será el momento de enseñar a aceptar los acontecimientos como venidos de la mano de Dios, que nos quiere como un Padre a su hijo. Otras veces, a raíz de un enfado, de una reacción de miedo, o de una antipatía, el padre o la madre pueden hablar con los hijos, ayudándoles a que entiendan –en la medida de lo posible– el porqué de esa sensación, de modo que puedan superarla; así se conocerán mejor a sí mismos y serán más capaces de poner en su lugar el mundo de los afectos.

Además, los educadores pueden preparar al niño o al joven para que reconozca –en ellos mismos y en los demás– un determinado sentimiento. Cabe crear situaciones, como son las historias de la literatura o del cine, a través de las cuales es posible aprender a dar respuestas afectivas proporcionadas, que colaboran a modelar el mundo emocional del hombre. Un relato interpela a quien lo ve, lee o escucha, y mueve sus sentimientos en una determinada dirección, y le acostumbra a un determinado modo de mirar la realidad. Dependiendo de la edad –en este sentido, la influencia puede ser mayor cuanto más pequeño sea el niño–, una historia de aventuras, o de suspense, o bien un relato romántico, pueden contribuir a reforzar los sentimientos adecuados ante situaciones que objetivamente los merecen: indignación frente la injusticia, compasión por los desvalidos, admiración respecto al sacrificio, amor delante de la belleza. Contribuirá, además, a fomentar el deseo de poseer esos sentimientos, porque son hermosos, fuentes de perfección y nobleza.


lunes, 30 de enero de 2012

►La educación de los hijos

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Por San Josemaría Escrivá de Balaguer

Dar ejemplo a los hijos

"Desde el primer momento, los hijos son testigos inexorables de la vida de sus padres. No os dais cuenta, pero lo juzgan todo, y a veces os juzgan mal. De manera que las cosas que suceden en el hogar influyen para bien o para mal en vuestras criaturas. Procurad darles buen ejemplo, procurad no esconder vuestra piedad, procurad ser limpios en vuestra conducta: entonces aprenderán, y serán la corona de vuestra madurez y de vuestra vejez. Sois para ellos como un libro abierto".

Pozoalbero (Jerez de la Frontera), 12.XI.1972

Confiar en los hijos, incluso cuando mienten

"Procurad que los niños aprendan a valorar sus actos delante de Dios. Dadles motivos sobrenaturales para que discurran, para que se sientan responsables; y no les mostréis desconfianza. Es preferible que os engañen alguna vez, a que destrocéis el cariño y la unión que tienen con vosotros".

Guadalaviar (Valencia), 17.XI.1972

Educación personalizada

"Debéis administrar la libertad de los hijos, según la edad que tengan. No podéis tratar a todos de la misma manera. La justicia exige que tratéis de manera desigual a los hijos desiguales, pero de modo que no tengan celos. Son desiguales por la edad, por el temperamento, por la salud, por sus condiciones intelectuales… Así, con vuestra ayuda, llegan a ser iguales y a quererse mucho, a portarse bien, a tener las virtudes de sus padres, y a ser buenos hijos de Santa María".

Guadalaviar (Valencia), 17.XI.1972

Ser amigos de los hijos, confiar en ellos
"Haz esto con tus hijos. No te des por enterado, si te engañan alguna vez. Compréndelos, discúlpalos: ¿acaso tú y yo no hemos hecho lo mismo con Nuestro Señor, y hemos vuelto? Que se den cuenta de que eres el mejor amigo, de que nadie les quiere tanto como su padre y su madre. Verás cómo los chicos están orgullosos de esto. Pero no pretendas que sean santos de pies a cabeza. Santos en la tierra no hay ninguno".

El Prado (Madrid), 18.XI.1972


La educación es cosa de los dos

"Las madres sois pedagogas por naturaleza. Además, no olvides que tenéis gracia de estado. Pero las madres debéis ejercitar la pedagogía, primero, con los maridos. Porque ellos son unos tranquilos -¡no nos oyen!-, y os abandonan a los hijos a vosotras, como si los hijos no fueran un negocio. Ellos se van a sus cosas; vosotras quedáis en la casa la mayor parte de las veces. Y los chicos, ¡que los eduquéis vosotras! ¿no señor: entre los dos..!"

Tabancura (Santiago de Chile), 5.VII.1974

Ejercitarse en la paciencia

"Recomiendo que estés sereno con tus hijos, que no les des un cachete porque sí. Los chicos se ponen rabiosos, tú te molestas, sufres porque los quieres mucho y, además, te tienes que desenfadar. Ten un poquito de paciencia, ríñeles cuando ya se te haya pasado el enfado, y a solas. No los humilles delante de los otros hermanos. Háblales razonando un poco, para que se den cuenta de que deben obrar de otra manera, porque así agradan a Dios".

Bell-lloc del Plà (Gerona), 24.XI.1972

Educar en sobriedad

"No les deis una libertad de libertinaje, pero respetadles. No seáis excesivamente generosos en el dinero, porque en general dais demasiado dinero a los hijos. Ya se lo daréis después, multiplicado. Que aprendan a vivir con sobriedad, a llevar una vida un poco espartana; es decir, cristiana. Es difícil, pero hay que ser valiente: tened valor para educar en la austeridad; si no, no haréis nada".

Castelldaura (Barcelona), 28.XI.1972

"El exceso de cariño hace que los aburgueséis bastante. Cuando no es papá, es mamá. Y cuando no, la abuelita. Y a veces, los tres, cada uno por su lado, y os guardáis el secreto. Y el chico, con los tres secretos, puede perder el alma. Poneos de acuerdo. No seáis tacaños con los hijos, pero tened en cuenta la capacidad de cada uno, la serenidad de cada uno, la posibilidad de autogobernarse: y que no tengan nunca abundancia, hasta que la ganen ellos".

IESE (Barcelona), 27.XI.l972


Enseñar el origen de la vida

"Papá tiene que hacerse amigo de los hijos. No tiene más remedio que esforzarse en esto, porque llega un momento en que los niños, si papá no les ha hablado, van con curiosidad -de una parte razonable y de otra malsana- a preguntar cuáles son los orígenes de la vida. Se lo preguntan a un amigote sinvergüenza, y entonces miran con asco a sus padres. En cambio, si tú -porque lo has seguido desde niño y ves que es el momento- le dices noblemente, después de invocar al Señor, cuál es el origen de la vida, el niño irá a abrazar a mamá porque ha sido tan buena,y a ti te dará unos besos con toda su alma y dirá: ¡qué bueno es Dios!, que se ha servido de mis padres, dejándoles una participación en su poder creador. No lo dirá así la criatura, porque no sabe; pero lo sentirá. Y pensará que vuestro amor no es una cosa torpe, sino una cosa santa".

Enxomil (Oporto), 31.X.1972

Enseñarles a rezar

"Tu mujer y tú sois el mejor medio del que se sirve Dios, para educar a vuestros hijos en la vida de piedad. Seguramente, recordaréis las oraciones aprendidas de labios de vuestra madre. A mí no me da vergüenza deciros que, por la mañana y por la noche, repito esas oraciones vocales que ella y mi padre me enseñaron: pocas, breves, piadosas".

Tajamar (Madrid), 28.X.1972

"Si les dais el ejemplo de vuestra frecuencia de sacramentos y de vuestra piedad mariana, vuestros hijos marcharán por el buen camino. La solución está en vuestras manos, porque los niños -aun los que parecen más pequeñines- no lo son tanto, y desde los dos años comienzan a ser testigos de vuestra vida. Son jueces crueles, inexorables: ¿quién va a meterles en la cabeza, a esa edad, que sólo Nuestro Señor es el que puede juzgar? Los hijos juzgan todo lo que ocurre delante de sus ojos; por eso, si os ven piadosos y rectos, si ven que no reñís, si ven que tenéis un amor grande a la Madre de Dios, que es también Madre nuestra; si ven que lucháis contra vuestros defectos y que procuráis ser buenos cristianos, ellos comenzarán a admiraros. Con eso, ya los estáis formando".

Brafa (Barcelona), 22.XI.1972

En la adolescencia

"Que no tengan miedo, que sepan que también tú fuiste rebelde a su edad… Vamos a ser sinceros: el que no haya dado guerra a sus padres (…) que levante la mano; ¿quién se atreve a hacerlo? Es justo que tus hijos también te haga sufrir un poco. Entonces, coges un día a aquel revoltoso, te lo llevas de paseo, le invitas a tomar algo y le dices: ¿sabes que yo, cuando tenía tu edad, hice sufrir a tus abuelos? ¡Fíjate!, les hice esta trastada y aquella otra, y me perdonaron enseguida. Ahora estoy tan dolido de haberlos hecho sufrir: ¡qué lástima! El entenderá, se dará cuenta de que tú eres capaz de comprenderle, de disculparle, y de amarle, con sus defectos. ¡También con sus defectos! Se irá corrigiendo, poco a poco. ¿Quién va a ser mejor educador que un padre o una madre? La pedagogía vuestra, si sois buenos cristianos, es colosal.
Trátalos como querrías que te hubieran tratado, cuando tenías su edad. Sobre todo, con una confianza extramada. Más vale que te engañen una vez, que hacerles pensar que no les quieres bastante, que no tienes confianza en ellos. ¡Déjate engañar alguna vez, que no pasa nada!"

Enxomil (Oporto), 31.X.1972



viernes, 20 de mayo de 2011

Educación para el amor





La sexualidad es algo que toca a todo el ser humano desde el instante de su concepción. En el momento que comienza la primera célula, el cigoto, ya tiene un código genético que la identifica como hombre o como mujer si es xy o xx, esto implica a todo el desarrollo físico y psíquico de toda persona y también implica que todo acto humano es un acto sexuado; se hable, se camine, se piense, todo se hace como hombre o como mujer. Como todo en el ser humano necesita educarse, la educación sexual es necesaria, pero también es necesario que todos los que tienen responsabilidad en la formación de niños y de jóvenes y especialmente los padres, sepan qué clase de educación sexual pueden recibir sus hijos y estén al tanto para que les llegue con la debida prudencia.


Vamos a ver una clasificación de los distintos tipos de educación sexual.

Educación sexual hedonista: Se considera el sexo como un objetivo a disfrutar a toda costa, pensando sólo en el placer y llegando al permisivismo, la pornografía, el homosexualismo, el bisexualismo y el sadomasoquismo. Más que educación sobre la sexualidad lo que promueve es el genitalismo desenfrenado.
La educación sexual antropológico- cultural considera que todo está bien según lo miren las normas y costumbres de la sociedad en que se vive. Por ejemplo, en la década de los 50 en Latinoamérica era normal que la mujer llegara virgen al matrimonio, pero la virginidad en el hombre era considerada como algo fuera de lo normal.


Educación sexual higiénico- sanitaria: Se preocupa sólo por evitar las infecciones de transmisión sexual y los embarazos no deseados, promueve el uso de barreras, como el condón, condena la promiscuidad sólo para prevenir las ITS (infecciones de transmisión sexual) y considera que la nueva vida debe evitarse al mismo nivel que se evitan las ITS.



Educación sexual personalista: Los que estamos a su favor hemos llegado a cambiarle el nombre en ocasiones, para que no sea confundido con los otros tipos de educación sexual y le llamamos educación para el amor, la cual debe tener las siguientes características:

1. Ser impartida por los padres; sólo en el caso de que estos no puedan asumirlas debe ser impartida por alguien que esté muy bien preparado.
2. Ser personalizada.
3. Estar basada en la verdad y en los valores morales auténticos.
4.Ser acorde a la edad del niño o joven.

La educación sexual comienza cuando el niño nace o desde que se sabe su sexo en el ultrasonido; se le compran juegos para su sexo, se le da nombre de niña o niño; hasta el color de la ropa tiene que ver con su sexo. Nunca debe mentirse, porque esto puede dar lugar a que el niño pierda la confianza en lo que se le enseñe. Debe ser de acuerdo a la edad de cada niño, muchas veces se le da al niño información que, por no tener la suficiente madurez, no entiende, la entiende mal o la olvida. Debe ser personalizada, porque aunque existe un promedio de edad en que comienza cada inquietud, estas suelen aparecer individualmente, por lo que un aula no es el lugar adecuado para dar estos temas.
Como promedio, hasta los 10 años en la niña y hasta los 12 en los niños, pueden impartir esta educación tanto el padre como la madre indistintamente, pero a partir de esas edades deben recibirla del padre del mismo sexo. Cuando son niños aún, los temas del embarazo, el nacimiento, la diferencia entre la mujer y el hombre, etc., deben darse según aparezcan las inquietudes, que puede ser en ocasión del embarazo de alguien cercano, un nacimiento, o en cualquier otro momento en que se presente la inquietud. Sin embargo, cuando se llega a la pre adolescencia, debe darse información antes de que la reciba de otros medios, aclarándole a cada niño que no es tema para hablar con amiguitos, porque cada padre o madre prefiere hacerlo con su hijo. He tenido esta conversación con mis hijas cuando he observado que están comenzando a aparecer los primeras características sexuales secundarias, antes de la primera menstruación. Esta conversación debe ser dosificada haciendo mas énfasis en los valores que en lo biológico y debe retomarse el tema, sin ser insistente, las veces que sean necesarias según las necesidades de cada niño y el medio en que viva.
Sería apropiado que se formaran escuelas de padres para formar a los progenitores en la forma adecuada de impartir estos temas a sus hijos.
La adolescencia es un momento en que los padres deben de estar cerca de sus hijos dándoles los valores necesarios para la castidad, exaltando la virginidad como algo maravilloso para ambos sexos, preparándolos para fundar una familia donde reine el amor.
Hay un momento durante el cual el medio tiene mucha influencia en los adolecentes y jóvenes, los padres saben que los hijos se parecen más a su medio que a sus padres. Si los jóvenes están en un medio donde la virginidad es vista como algo fuera de moda, tratarán de tener experiencias sexuales y llegarán a negar su virginidad para no ser objeto de burlas. Pero, si los jóvenes tienen un grupo de referencia de su misma edad donde se le de a la virginidad su verdadero valor, son capaces de vivir la castidad. Por esta razón considero que los grupos de familia, de jóvenes y especialmente los grupos provida, deben promover la formación de grupos de jóvenes que hagan compromiso público de virginidad hasta el matrimonio, aunque en algunos casos esta sea secundaria (es decir, si se ha caído en la fornicación, comprometerse a no caer más en las relaciones sexuales hasta el matrimonio). Soy partidaria de la formación de estos grupos, porque he visto sus frutos en un país donde los medios de difusión, la escuela, la salud pública y muchas familias, consideran la virginidad como algo del siglo antepasado. He visto jóvenes defendiendo estos valores, divulgándolos y viviéndolos en grupos donde reina la amistad, la solidaridad y el amor.

Este artículo se basó en el documento "Sexualidad humana: Verdad y significado", del Pontificio Consejo para la Familia. La Dra. Morales es especialista en medicina interna, presidenta de Pro- Vida Cuba, profesora del Método Billings y miembro de WOOMB.



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♥Consagración a la Virgen María

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CONSAGRACIÓN DEL MATRIMONIO AL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA

CONSAGRACIÓN DEL MATRIMONIO AL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA
"Oh, Corazón Inmaculado de María, refugio seguro de nosotros pecadores y ancla firme de salvación, a Ti queremos hoy consagrar nuestro matrimonio. En estos tiempos de gran batalla espiritual entre los valores familiares auténticos y la mentalidad permisiva del mundo, te pedimos que Tu, Madre y Maestra, nos muestres el camino verdadero del amor, del compromiso, de la fidelidad, del sacrificio y del servicio. Te pedimos que hoy, al consagrarnos a Ti, nos recibas en tu Corazón, nos refugies en tu manto virginal, nos protejas con tus brazos maternales y nos lleves por camino seguro hacia el Corazón de tu Hijo, Jesús. Tu que eres la Madre de Cristo, te pedimos nos formes y moldees, para que ambos seamos imágenes vivientes de Jesús en nuestra familia, en la Iglesia y en el mundo. Tu que eres Virgen y Madre, derrama sobre nosotros el espíritu de pureza de corazón, de mente y de cuerpo. Tu que eres nuestra Madre espiritual, ayúdanos a crecer en la vida de la gracia y de la santidad, y no permitas que caigamos en pecado mortal o que desperdiciemos las gracias ganadas por tu Hijo en la Cruz. Tu que eres Maestra de las almas, enséñanos a ser dóciles como Tu, para acoger con obediencia y agradecimiento toda la Verdad revelada por Cristo en su Palabra y en la Iglesia. Tu que eres Mediadora de las gracias, se el canal seguro por el cual nosotros recibamos las gracias de conversión, de amor, de paz, de comunicación, de unidad y comprensión. Tu que eres Intercesora ante tu Hijo, mantén tu mirada misericordiosa sobre nosotros, y acércate siempre a tu Hijo, implorando como en Caná, por el milagro del vino que nos hace falta. Tu que eres Corredentora, enséñanos a ser fieles, el uno al otro, en los momentos de sufrimiento y de cruz. Que no busquemos cada uno nuestro propio bienestar, sino el bien del otro. Que nos mantengamos fieles al compromiso adquirido ante Dios, y que los sacrificios y luchas sepamos vivirlos en unión a tu Hijo Crucificado. En virtud de la unión del Inmaculado Corazón de María con el Sagrado Corazón de Jesús, pedimos que nuestro matrimonio sea fortalecido en la unidad, en el amor, en la responsabilidad a nuestros deberes, en la entrega generosa del uno al otro y a los hijos que el Señor nos envíe. Que nuestro hogar sea un santuario doméstico donde oremos juntos y nos comuniquemos con alegría y entusiasmo. Que siempre nuestra relación sea, ante todos, un signo visible del amor y la fidelidad. Te pedimos, Oh Madre, que en virtud de esta consagración, nuestro matrimonio sea protegido de todo mal espiritual, físico o material. Que tu Corazón Inmaculado reine en nuestro hogar para que así Jesucristo sea amado y obedecido en nuestra familia. Qué sostenidos por Su amor y Su gracia nos dispongamos a construir, día a día, la civilización del amor: el Reinado de los Dos Corazones. Amén. -Madre Adela Galindo, Fundadora SCTJM

CONSAGRACIÓN DEL MATRIMONIO A LOS DOS CORAZONES EN SU RENOVACIÓN DE VOTOS

CONSAGRACIÓN DEL MATRIMONIO A LOS DOS CORAZONES EN SU RENOVACIÓN DE VOTOS
Oh Corazones de Jesús y María, cuya perfecta unidad y comunión ha sido definida como una alianza, término que es también característico del sacramento del matrimonio, por que conlleva una constante reciprocidad en el amor y en la dedicación total del uno al otro. Es la alianza de Sus Corazones la que nos revela la identidad y misión fundamental del matrimonio y la familia: ser una comunidad de amor y vida. Hoy queremos dar gracias a los Corazones de Jesús y María, ante todo, por que en ellos hemos encontrado la realización plena de nuestra vocación matrimonial y por que dentro de Sus Corazones, hemos aprendido las virtudes de la caridad ardiente, de la fidelidad y permanencia, de la abnegación y búsqueda del bien del otro. También damos gracias por que en los Corazones de Jesús y María hemos encontrado nuestro refugio seguro ante los peligros de estos tiempos en que las dos grandes culturas la del egoísmo y de la muerte, quieren ahogar como fuerte diluvio la vida matrimonial y familiar. Hoy deseamos renovar nuestros votos matrimoniales dentro de los Corazones de Jesús y María, para que dentro de sus Corazones permanezcamos siempre unidos en el amor que es mas fuerte que la muerte y en la fidelidad que es capaz de mantenerse firme en los momentos de prueba. Deseamos consagrar los años pasados, para que el Señor reciba como ofrenda de amor todo lo que en ellos ha sido manifestación de amor, de entrega, servicio y sacrificio incondicional. Queremos también ofrecer reparación por lo que no hayamos vivido como expresión sublime de nuestro sacramento. Consagramos el presente, para que sea una oportunidad de gracia y santificación de nuestras vidas personales, de nuestro matrimonio y de la vida de toda nuestra familia. Que sepamos hoy escuchar los designios de los Corazones de Jesús y María, y respondamos con generosidad y prontitud a todo lo que Ellos nos indiquen y deseen hacer con nosotros. Que hoy nos dispongamos, por el fruto de esta consagración a construir la civilización del amor y la vida. Consagramos los años venideros, para que atentos a Sus designios de amor y misericordia, nos dispongamos a vivir cada momento dentro de los Corazones de Jesús y María, manifestando entre nosotros y a los demás, sus virtudes, disposiciones internas y externas. Consagramos todas las alegrías y las tristezas, las pruebas y los gozos, todo ofrecido en reparación y consolación a Sus Corazones. Consagramos toda nuestra familia para que sea un santuario doméstico de los Dos Corazones, en donde se viva en oración, comunión, comunicación, generosidad y fidelidad en el sufrimiento. Que los Corazones de Jesús y María nos protejan de todo mal espiritual, físico o material. Que los Dos Corazones reinen en nuestro matrimonio y en nuestra familia, para que Ellos sean los que dirijan nuestros corazones y vivamos así, cada día, construyendo el reinado de sus Corazones: la civilización del amor y la vida. Amén! Nombre de esposos______________________________ Fecha________________________ -Madre Adela Galindo, Fundadora SCTJM

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