Anteriormente les presenté una nota que mostraba la relación entre anticonceptivos y cáncer. Hoy, aborto y cáncer.
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Junto con tres bioestadísticas de la Universidad del Estado de Pennsylvania, el doctor Joel Brind, profesor de endocrinología en Baruch collage de la ciudad universitaria de Nueva Cork, ganó atención en octubre de 1996 como el co-autor de un meta-análisis de 23 estudios sobre la conexión aborto-cáncer al pecho. sus análisis, publicados en la Asociación Médica Británica Journal of epidemiology and Community Health (Jornal de Epidemiología y Salud de la Comunidad), encontró un 30 porciento aumento en el riesgo de cáncer al pecho entre mujeres que abortaron o sufrieron la pérdida sobre mujeres que no. En la primavera de 1997, Brind comenzó a publcar un artículo informacional Abortion-Breast Cancer quarterly Update (Cuatrimestral de Adelantos Aborto-Cáncer al Pecho).
En una reciente entrevista, Brind habló acerca de la altamente cargada política sobre investigaciones al aborto, las cuales, dijo él, se imponen en lograr políticas de salud sin peligro y ciencias. “Si no fuera por la política, la conexión aborto-cáncer al pecho (ABC - siglas en inglés) se habría anunciado muchos años atrás. El peso de la evidencia es por lo menos igual y tan consistente como por otras cosas universalmente conocida de ser factores de riesgo” De los 30 estudios hechos internacionalmente desde 1957, él anota, 24 demuestran un creciente riesgo, incluyendo 10 de los 11 estudios hechos en los Estados Unidos.
Brind, quien se interesó en la búsqueda del cáncer desde joven, ahora trabaja para ganar acceso a lo que él llama “el mejor banco de datos del mundo”, es el del Estado de Nueva Cork, donde 100.000 abortos se hacen anualmente y donde certificados de muerte de fetos han sido coleccionados desde 1970. Por lo menos, él no ha sido bloqueado por oficiales de salud del estado. En efecto, anota Brind, un estudio publicado en 1989 demuestra “que casi se duplicó el riesgo al cáncer al pecho antes de los 40 en mujeres a quienes se les indujo el aborto. Este estudio se realizó por el Departamento de Salud del Estado de Nueva Cork; aún el gobierno del Estado de Nueva York sigue financiando abortos y no da ningún tipo de advertencia al público”
En medio del rechazo masivo que rodea toda evidencia de enfermedades causadas por abortos, es posible, dice Brind, que el riesgo a que los practicantes de abortos y oficiales de salud del gobierno sean penalizados por no admitir al público que el aborto produce cáncer. Eventualmente les ocasionará prestar más atención. Él presentó recientemente su descubrimiento a un grupo de obstétricos/ginecólogos en California, incluyendo variosque realizaban abortos. “Fue sobriamente recibido; gente que tiende a ser habladora estaban callados. Si las personas que hacen los procedimientos asociados con el aumento de riesgos están deseosos a escuchar la evidencia, quiere decir que están interesados en dar alguna consideración, aunque por ninguna otra razón que por no querer ser expuestos y arriesgar su seguridad. Cirujanos en un número de estados, incluyendo Florida y Oklahoma, han llevado el tema ante legislaturas estatales con la esperanza de obtener leyes de información-consentimiento donde requieren que los proveedores de abortos expliquen a sus clientes los riesgos potenciales al cáncer al pecho.
En efecto, Brind quisiera ver el tema llevado a nivel nacional. “Será enormemente útil generar advertencias informativas al público y tener la jerarquía del Instituto Nacional de Cáncer a que defienda su horrible, e incientífica forma de salud anti-mujeres a un comité congresional y ante el público americano”.
Brind, quien ha sido atacado porque contribuye con artículos a publicaciones pro-vida, enfatiza que los miembros de su grupo de investigación mantienen una variedad de opiniones sobre el aborto, ninguno de los cuales interfiere con su objetividad como científico. “En cuanto a lo que yo apoyo” dice él, “yo creo en las normas de la medicina de Hipócrates. El propósito de la medicina es de salvar vidas humanas, no destruirlas. El salvar vidas humanas significa: jóvenes quienes estén embarazadas o no, mujeres mayores, niños no-nacidos, hombres de toda edad... todas estas vidas humanas tienen valor. La propia idea que la protección a la vida antes de nacer y después de nacer deben decidirse por un tipo de agenda política, en lugar de una ética estándar consistente, demuestra cuán lejos de la bajada resbalosa nos estamos resbalando”.
A finales de julio del 2000, Karen Malec, Presidenta de la Coalition on Abortion/Breast Cancer (Coalición sobre el Aborto y el Cáncer de Mama) escribió una carta en la que dice que en 1999, un grupo de mujeres de Chicago formó la ya mencionada coalición para informar al público sobre el vínculo entre el aborto y el cáncer de mama. A estas mujeres les preocupaba el hecho de que el National Cancer Institute (Instituto Nacional del Cáncer), no pocos médicos y las organizaciones anti-cáncer no informaban a las mujeres sobre dicho vínculo. La Coalición informa que 27 estudios de 33 en todo el mundo han descubierto que el aborto puede causar cáncer de mama y denuncia el esfuerzo que existe por encubrir dicha información.
En su carta, Malec informa que hay dos formas en que el aborto puede causar el cáncer de mama. La primera de ellas, según los expertos, es que el aborto, al interrumpir el embarazo, destruye la protección natural que éste le proporciona a la mujer ante el cáncer de mama. De hecho, los expertos también dicen que es más saludable para una mujer no posponer el llevar a término su primer embarazo, es decir, es más saludable, sobre todo para la mujer primeriza, el que su embarazo culmine en el nacimiento de su bebé. Un estudio de la Universidad de Harvard asegura que cada año que una mujer pospone el llevar a término su primer embarazo su riesgo de contraer cáncer de mama aumenta en un 3,5% (1).
Malec sigue diciendo que el Dr. Brind explica que los factores de riesgo de esta enfermedad que más se conocen tienen que ver con el exponerse al estrógeno. Por ejemplo, las mujeres que llegan a la pubertad a una edad temprana o a la menopausia a una edad tardía o que tienen pocos hijos o ninguno, tienen más ciclos menstruales y por tanto se exponen a niveles más elevados de estradiol, que es una forma de estrógeno. Estas mujeres son más propensas a padecer el cáncer de mama. Por otro lado, las mujeres que dan de lactar a sus hijos tienen menos ciclos menstruales y por consiguiente su riesgo de padecer esta enfermedad se reduce.
Es una ironía, como señala la carta de Malec, que la mayoría de los estudios que arrojaron la conexión entre el aborto y el cáncer de mama fueron realizados por expertos que lamentablemente apoyan el aborto. El 13 de marzo del 2000, el Royal College of Obstetricians and Gynecologists (Colegio Real de Obstetras y Ginecólogos) del Reino Unido se convirtió en la primera organización en alertar a aquellos de sus miembros que practican abortos de que el meta-análisis del Dr. Brind de todas las investigaciones realizadas sobre el vínculo entre el aborto y el cáncer de mama se caracterizó por haber utilizado una "metodología correcta". El Colegio también puso sobre aviso a sus miembros proabortistas de que dicho vínculo ya "no podía ser ignorado".
La Presidenta de la Coalición de Chicago también informa que el Dr. Brind calcula que actualmente hay de 5.000 a 8.000 casos adicionales de cáncer de mama cada año debido a los abortos tempranos, y que para el año del 2020 habrá de 40.000 a 50.000 casos adicionales de esta enfermedad cada año. Hay que señalar que el cálculo del Dr. Brind es conservador.
La carta de Malec señala que en 1994, la Dra. Janet Daling, que está a favor del aborto, realizó un estudio en el Fred Hutchinson Cancer Research Center, de la ciudad de Seattle, Estados Unidos, que arrojó que "entre las mujeres que han estado embarazadas por lo menos una vez, el riesgo de contraer cáncer de mama de aquellas que han tenido un aborto provocado fue de un 50% más alto que el de las demás". El estudio de Daling también arrojó que una adolescente que se hace practicar un aborto es más del doble de propensa a sufrir cáncer de mama, y si en su familia se ha padecido de esta enfermedad, su riesgo de contraerla es "incalculablemente elevado".
La carta continúa diciendo que John Kindley, abogado, publicó un artículo en 1999 en la revista Wisconsin Law Review sobre el consentimiento informado y el vínculo entre el aborto y el cáncer de mama. En su artículo, Kindley asevera que a los aborteros que no informan a las mujeres que recurren a ellos para practicarse un aborto sobre la conexión entre éste y el cáncer de mama les pueden presentar una demanda judicial por negligencia médica. Actualmente, el Sr. Kindley representa a una mujer del Estado de Dakota del Norte que le ha presentado una demanda judicial a una clínica de abortos por proporcionar información falsa acerca de la relación entre el aborto y el cáncer de mama en uno de sus folletos de propaganda.
Según informa Malec, la industria del aborto en Estados Unidos ha intentado negar el vínculo entre el aborto y el cáncer de mama. Para ello se ha basado mucho en el estudio de Melbye de 1997. Sin embargo, este mismo estudio informó que, en relación a la práctica del aborto, "con cada semana que transcurrió en la edad gestacional del feto...el riesgo de contraer cáncer de mama aumentó en un 3%". Además, el estudio de Melbye ha sido objeto de severas críticas por errores de clasificación y de ajustes en sus datos. Melbye y sus colegas intentaron corregir estos errores en un posterior estudio en 1999, pero no confesaron que estaban corrigiendo errores y no volvieron a analizar sus datos después de corregirlos. Próximamente, el Dr. Brind y sus colegas van a precisamente realizar esa labor de volver a analizar los datos del estudio de Melbye, ya que creen que el estudio de 1997 de hecho encubrió un aumento de un 40% en el riesgo de contraer cáncer de mama debido al aborto.
Malec también señala en su carta que en febrero del 2000, la revista New England Journal of Medicine, considerada la más influyente del mundo de la medicina, reconoció la conexión entre el aborto y el cáncer de mama en un artículo escrito por varios investigadores de la facultad de medicina de la Universidad de Pensilvania. Ello es muy significativo debido al hecho de que esta misma revista publicó, hace tres años (en 1997), el ya mencionado estudio de Melbye, que tantas críticas ha recibido.
La carta de la Presidenta de la Coalición también dice que en 1999, la Dra. Lynn Rosenberg, una epidemióloga de la facultad de medicina de la Universidad de Boston y miembro de la organización proaborto Planned Parenthood Federation of America (Federación de Paternidad Planificada de Estados Unidos), sirvió de testigo en calidad de experta en un caso judicial en el Estado de Florida, Estados Unidos. El caso tuvo que ver con el vínculo entre el aborto y el cáncer de mama. Cuando la fiscalía le preguntó si una joven de 15 años, que estuviese embarazada, tendría un mayor riesgo de padecer cáncer de mama al abortar, la Dra. Rosenberg contestó: "Probablemente sí".
Malec añade que en julio de 1998, el Congresista estadounidense Tom Coburn, MD, ginecólogo, interrogó al Dr. Edison Liu, representante del National Cancer Institute (NCI), durante una audiencia del Comité de Comercio sobre el Estado de la Investigación sobre el Cáncer. El Congresista Coburn acusó al NCI de despistar al público y de "difundir datos de forma selectiva" sobre la conexión entre el aborto y el cáncer de mama. Esta acusación se fundó en parte en el hecho de que el NCI publicó en 1998 en su sitio electrónico el falso argumento de que el vínculo entre el aborto y el cáncer de mama se "basa en datos limitados obtenidos de experimentos con ratas, datos que no son coherentes con los datos obtenidos de seres humanos". Actualmente el Congresista Tom Bliley está a cargo de una investigación congresional sobre la representación fraudulenta de la literatura médica sobre este tema que ha difundido el NCI por todas partes. Gracias a la presión que ha ejercido el Congreso de Estados Unidos, el NCI revisó su sitio electrónico en 1999, pero su página electrónica en ese sitio sobre la conexión entre el aborto y el cáncer de mama se caracteriza claramente por lo que no les dice a las mujeres, por ejemplo, que 27 estudios de 33 en todo el mundo establecen la ya mencionada conexión.
El último dato importante mencionado en la carta de Malec se refiere al hecho de que el 24 de agosto de 1999, otro miembro del Congreso de Estados Unidos, el Dr. Dave Weldon, envió una carta con el saludo de "Querido Colega" a todos los demás miembros del Congreso. La carta trataba de la necesidad de proporcionar el consentimiento informado a las mujeres. En ella también se calificó al aborto de ser un "significativo riesgo para la salud" y una "bomba de tiempo en el campo del cuidado de la salud".
Malec termina diciendo que las mujeres tienen el derecho de saber que 27 de 33 estudios realizados en todo el mundo demuestran el vínculo que existe entre el aborto y el cáncer de mama. De hecho, el que a las mujeres se les haya impedido tomar decisiones basadas en un consentimiento informado en relación con este tema de salud constituye un inaceptable paternalismo.
Via: http://www.nacimientovivo.org
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