MÉXICO DF, 24 Nov. 15 / 07:15 pm (ACI).- El Instituto para la Rehabilitación de la Mujer y la Familia de México (IRMA) compartió el testimonio de un joven anónimo de unos 30 años a cuya novia acompañó para que abortara a la hija de ambos hace algunos años. El padre señala que en algún momento durante el proceso se sentía devastado e incluso había considerado la idea de quitarse la vida.
En el testimonio que publica Desde la Fe de la Arquidiócesis de México el pasado 13 de noviembre, el joven comenta que cuando vio el ultrasonido (ecografía) de su bebé tuvo un fuerte llamado de consciencia: “traté de no ver (…) algo en mí empezaba a quebrarse, estuve a punto de desistir de aquella idea (abortar), tuve que entregar la hoja, yo estaba devastado, lleno de dudas, pero no dije nada”.
En lugar donde a su novia le practicaron el aborto con fármacos, “los doctores le ofrecieron unas pastillas. Esa misma tarde, luego de consumir el medicamento, comenzó con los problemas de salud”.
“Ella empezó con escalofríos, fiebre, dolores, arrojó coágulos de sangre y el color de su piel cambió por completo. Tuvimos que regresar al hospital de urgencia. Yo sentía que se estaba muriendo. Al llegar y ser revisada, los doctores me comunicaron que el procedimiento había salido mal y ahora la tenían que hacer un legrado”, relató.
Cuando él mismo fue a la casa de la familia de su novia para contar lo sucedido, los padres de ella “se decepcionaron completamente de mí, hubo mucho enojo de su parte, yo me sentía realmente mal, no podía entender lo que pasaba a mi alrededor”.
“Los malestares en mi novia continuaron por mucho tiempo. Ella ya no quedó bien. A cada rato regresábamos al hospital, tenía nuevos sangrados y con el paso del tiempo empezó a considerar la idea de quitarse la vida”, dijo luego.
Al poco tiempo comenzó a verse como un asesino. “Me sentía terrible al ver pasar a una mujer embarazada, a un niño, a una familia. Yo también empecé a considerar la idea de quitarme la vida”, contó.
“Un día me metí a una iglesia y frente a Cristo empecé a llorar, necesitaba ayuda. Nadie comprendía mis sentimientos. Los amigos que tenía en aquel entonces me recomendaron olvidarme del asunto y continuar con la vida. Pero ya nada era lo mismo. Me quedé sin amigos en poco tiempo”.
En el IRMA, “uno de los ejercicios que me ayudó a estar un poco mejor fue ponerle nombre a mi bebé (yo sentía que se trataba de una mujercita) escribirle una carta de perdón, una carta en la que yo se la entregaba a Dios, y le pedía a Él que la cuidara, que la protegiera, que estuviera con ella todos los días”.
“Dios es muy grande, Dios cuida con amor y paciencia a mi hija, estoy convencido de que Él estará con ella hasta que yo tenga el privilegio de abrazarla”, enfatizó.
Desde hace 15 años, el Instituto IRMA brinda atención psicológica a más de seis mil personas que han perdido a un bebé antes de nacer.
Durante este tiempo, los especialistas del Instituto han brindado ayuda principalmente a mujeres; sin embargo, la atención psicológica incluye también a pacientes hombres, que en la mayoría de los casos sufren un dolor similar al de sus parejas tras el aborto.
Más información: http://www.irma.org.mx/
Fuente: Aciprensa