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viernes, 18 de mayo de 2012

►LA SEXUALIDAD (PARTE 1)






La sexualidad: dimensión fundamental de la personalidad humana (I)

No es una novedad el sexo; hemos aprendido a verlo y a vivirlo,desde que nacemos somos niños o niñas,antes de conocerlo.


I. ¿Qué es?

Cada ser humano es una unidad personal sexuada de espíritu y cuerpo; y cada ser humano, en su existencia concreta, es hombre o mujer. La sexualidad del ser humano se expresa en todas las dimensiones de su personalidad: cuerpo, psique y espíritu. Es principio fundamental de identidad. La fusión de un óvulo femenino y un espermatozoide masculino da origen a un ser humano sexuado. Este ser crece naturalmente, ya desde el inicio, como un hombre o como una mujer. Para entender mejor quién es el ser humano y cómo alcanza su realización, es necesario entender en qué consiste su sexualidad y cuál es el fin de la misma. 

La sexualidad animal muestra que los elementos masculinos y femeninos permiten la reproducción y la supervivencia de la especie. El sexo biológico diferencia a unos individuos de otros dentro de la misma especie, en su cuerpo y en su actuar, para la continuidad de la especie. Es la sexualidad la que define ciertos comportamientos propios del macho o de la hembra y que tienen que ver, por ejemplo, con la alimentación, protección de las crías, etc.

La sexualidad humana comparte con la sexualidad de los mamíferos algunos rasgos importantes: el desarrollo del sexo cromosómico, gonádico, morfológico y fenotípico que tiene como fin natural la reproducción y propone a la especie tareas diferenciadas para facilitar la supervivencia humana que provienen de sus cualidades naturales. Por ejemplo, la mujer puede alimentar a la cría de modo natural aunque esto no quiere decir que esté obligada a ello. Es una realidad que la biología le ofrece esta posibilidad sólo a ella, a partir de la diferenciación sexual.

Para descubrir que la sexualidad es una dimensión fundamental del ser humano, hay que considerar los siguientes niveles de la sexualidad humana: cromosómica, gonádica, morfológica, socio-cultural o educacional, fenotípica y psíquica. 

El sexo cromosómico configura genéticamente al ser humano como varón o como hembra. Todo ser humano pertenece al sexo masculino o femenino desde el primer momento de su vida en que está constituido por una célula derivada de la fusión del espermatozoide con el óvulo. Si un ser humano tiene 44 cromosomas más dos cromosomas sexuales X, es de sexo femenino; si posee 44 cromosomas más un cromosoma X y otro Y, es de sexo masculino. Los 46 cromosomas están ajustados de dos en dos formando 23 parejas. 

En este ser que crece en el útero, el primer rasgo anatómico de su sexualidad que se desarrolla es el sexo gonádico. La gónada es la glándula genital que elabora las células reproductoras (óvulos o espermatozoides). En torno a la sexta semana de vida intrauterina, el embrión posee una gónada todavía indiferenciada que es capaz de transformarse en testículo u ovario. Si en su patrimonio genético se halla el cromosoma Y, es decir, si es genéticamente varón, la zona central de la gónada se desarrollará diferenciándose en testículo, que empezará muy pronto a producir hormonas masculinas, llamadas andrógenos. Si el ser humano es genéticamente mujer, se desarrollará en cambio la parte externa de la gónada, que se diferenciará en ovario y se poblará de un número enorme de folículos llamados «primordiales» (6 ó 7 millones), cada uno de los cuales contiene una célula huevo. 

El sexo morfológico (los órganos genitales internos y externos), en torno a la octava semana de vida intrauterina del embrión está todavía indiferenciado. Si está presente el testículo (sexo gonádico masculino), gracias a los andrógenos producidos por él, los genitales se desarrollarán en sentido masculino; si no está presente el testículo, el desarrollo de los genitales se operará, en cambio, en sentido femenino. El sexo del embrión ya es reconocible desde la decimocuarta semana de vida intrauterina. Los órganos genitales internos masculinos son los conductos seminales, las vesículas seminales, la próstata y la uretra, mientras que se consideran órganos genitales externos el pene y el escroto. En la mujer son órganos genitales internos las trompas, el útero y la vagina, y órganos genitales externos los labios mayores y menores. 

El niño, al nacer, es denominado varón o hembra según el aspecto de los genitales externos: desde ese preciso momento será educado por los padres según el sexo que se le ha atribuido (en algunas culturas, por ejemplo los colores escogidos para su primer vestido se harán en función de su sexo). Este aspecto de la sexualidad se llama sexo socio-cultural o sexo de educación porque ayuda a concordar armoniosamente el sexo genético, gonádico, morfológico y de educación o social lo que hará que el niño desarrolle precozmente, dentro del primer año de vida, su identificación consigo mismo como varón o hembra. 

La niñez de un ser humano termina con la pubertad cuando se desarrolla su sexo fenotípico. Éste es el conjunto de características que hacen que un individuo quede definido por el aspecto exterior (fisiológico) como varón o hembra. Aparte de la estructura de los genitales externos, que ya en el nacimiento permiten distinguir a un niño de una niña, el resto de los caracteres sexuales (como el desarrollo de la figura femenina o masculina, cambio de tono de voz, etc.) se terminan de desarrollar con la edad. Se llaman caracteres «secundarios» para distinguirlos de los caracteres «primarios» (sexo gonádico y morfológico).

Además de ser varón o hembra desde un punto de vista cromosómico, gonádico, morfológico y fenotípico, el hombre y la mujer lo son también desde un punto de vista psíquico. La mujer se reconoce y se siente como mujer y tiene tendencias sexuales hacia los varones y viceversa. Mientras que la identidad sexual se establece rápidamente desde la primera infancia, las tendencias sexuales se manifiestan de manera clara en la pubertad. El sexo psíquico masculino o femenino está determinado por factores biológicos (el sexo genético, el sexo gonádico, etc.), pero también por otros factores que influyen en él en su desarrollo afectivo ligados al desarrollo del niño. 

En la sexualidad humana se observan significativas diferencias en relación a la sexualidad puramente biológica. Es una dimensión fundamental de la identidad enraizada en el espíritu humano. Su cuerpo no es vehículo de su espíritu, sino que es la revelación de su unidad personal de espíritu y cuerpo. Su feminidad o su masculinidad impregna su percepción del mundo y las relaciones que establece con él, a través de su libertad inteligente y sus decisiones. 

El sexo socio-cultural(1) y el sexo psíquico(2) son dimensiones que expresan la realidad humana que va más allá del elemento biológico. La identidad sexual se produce cuando uno descubre la relación adecuada que ha de existir entre la realidad objetiva de su cuerpo sexuado y la vivencia subjetiva de su sexualidad. Si uno es hombre, percibe su identidad como hombre. Si esta identificación no se da, hay una anomalía o desajuste en la personalidad.

El conjunto de factores educativos, familiares, sociales, y circunstancias personales que influyen en el desarrollo de un ser humano sexuado, influye en la configuración de su personalidad y de su individualidad, pero siempre como hombre o como mujer. 

Siendo el ser humano un ser social, no sólo se identifica consigo mismo y con su sexo, sino que otros (con los que convive) le identifican por su sexualidad. Cuando uno se encuentra con otro ser humano, la primera constatación que hace, casi sin pensar, es acerca de la sexualidad del otro e intuitivamente adapta su manera de comportarse según sea hombre o mujer.

Como mujer o como hombre, aprende a relacionarse y a amar a los demás. No se puede hacer de la sexualidad humana una actividad externa a la persona. Se expresa en todos sus actos y, por ello, no puede ser objeto de uso. Usar la sexualidad implicaría también usar al ser humano que se identifica con ella. Cualquier práctica que intenta usar al ser humano (como la prostitución, la pornografía, y la violencia sexual) niega el fin del ser humano y tiene consecuencias serias en su psicología, en su cuerpo y, sobre todo, en su espíritu.


..............
(1) Sexo socio-cultural: por el que uno identifica a otros como hombres o como mujeres por su manera de vestir, comportarse, hablar etc. de acuerdo a las costumbres culturales aprendidas, como un medio para poder expresar la identidad y los comportamientos de hombres y mujeres. 

(2) Sexo psíquico: por el que uno se identifica con su propia sexualidad tanto en su fisiología como en las tendencias naturales que se derivan de ella.



Artículos relacionados


►LECTURAS BÁSICAS PARA EDUCAR EN LA SEXUALIDAD








Lecturas básicas 

Elósegui, María (2002) Diez temas de género. Madrid: EIUNSA. Libro idóneo para entender y comprender las diferencias y la complementariedad entre hombres y mujeres. Resulta también de interés para la comprensión de temas de debate actual como la transexualidad y la homosexualidad y los intereses políticos que subyacen en estos debates.



Martínez, Juncal y Pérez, Pedro (2001), El Sida sin engaños. Valladolid (CIAS). Este libro nos ofrece datos, informes e ideas que nos acercan a la realidad actual del Sida desde una perspectiva desde un enfoque antropológico adecuado. Pedidos: Comité Independiente Anti-Sida. Apdo. 4128, Valladolid (España) o al teléfono 616773334. 



Medialdea Concepción (2001), Cómo funciona mi cuerpo. Madrid: EIUNSA. Trata los temas básicos del curso de un modo claro y asequible a todos. Este libro es ideal para complementar al de texto tanto en contenidos como en imágenes. El libro de texto (Programa SABE) para uso de los educadores en colegios y este adecuado para leerlo los padres con sus hijos en casa.



Medialdea, Concepción; Otte, Ana y Pérez Adán, José, (2001) Curso de Educación de la Sexualidad para Adolescentes (Programa SABE). Madrid: EIUNSA. 285 páginas. El Curso de Educación de la Sexualidad para Adolescentes (Programa SABE) es el manual de referencia básico y fundamental en la materia para los profesores de secundaria, y es también idóneo para padres, monitores de jóvenes, y centros de formación y ocio de adolescentes. 



Otte Ana (2000), Cómo hablar a los jóvenes de sexualidad, amor y procreación. 136 respuestas a sus preguntas, Madrid: EIUNSA. Se trata de un libro muy actual, claro y didáctico de obligada lectura para padres y jóvenes. El libro es el primero de la colección de Eiunsa sobre temas de sexualidad. Está siendo muy utilizado en colegios y entre universitarios.



Pérez Adán, J. (2005) Repensar la Familia, EIUNSA. Este libro reciente trata desde una perspectiva académica y con la óptica de defensa de la unidad familiar por la que aboga el comunitarismo de las políticas familiares y el reconocimiento de la soberanía familiar frente a las imposiciones del individualismo y el consumismo modernos.



Pérez Adán, José y Villar Amigo, Vicente (1997),Sexo: razón y pasión, Pamplona: Eunsa. Los autores realizan en este trabajo un brillante ejercicio de síntesis sobre el pensamiento de Juan Pablo II y sus implicaciones prácticas respecto a temas de tanta importancia como la dignidad del sexo, el comienzo de la vida humana, la regulación natural de la fertilidad, la ciencia ante estas cuestiones y la cultura sexual moderna. Desde la primera página la apuesta cristiana es presentada como progresista y revolucionaria frente a las tendencias que la consideran conservadora. 



Rojas, Enrique (1998) La Conquista de la voluntad. Madrid: Temas de hoy. Libro elegante y claro a la par que erudito sobre la importancia del dominio de sí por uno de los autores españoles de más prestigio en el tema.



Sánchez Marchori, Mar (2002), Cómo prepararse para la vida conyugal. Madrid: EIUNSA El libro da respuestas a las preguntas que se formulan en temas sobre el amor, auto-conocimiento, noviazgo, comunicación en la pareja, cómo superar las crisis, amar a la familia del otro, sexualidad en el matrimonio y consejos para organizar la economía familiar. La autora, pretende también orientar a los novios, ayudarles a solucionar los conflictos que puedan surgir en su futura vida en común.



Santamaría, Mikel (1998), Saber amar con el cuerpo. Madrid: Palabra. Libro sobre la importancia de respetar el propio cuerpo como paso previo a respetar a los demás. Escrito con estilo ágil y claro.



Tarasco Martha y Marco, Javier (2001) Diez temas sobre reproducción asistida, Madrid: EIUNSA Un sucinto y completo análisis desde la antropología adecuada de lo que es y cómo se practica y sus implicaciones éticas, científicas y sociales.



Varios Autores (1995), Sexo y Naturaleza, Pamplona: Eunsa. Se trata de un libro claro y conciso. Sus autores, José Pérez Adán, José ángel Mínguez, Manuel Barceló, Ana Otte, y Javier Martínez de Marigorta, tratan de dar respuestas serenas a preguntas de gente corriente y también a interrogantes de más calado: ¿en qué consiste la desviación sexual? ¿qué es y qué no es obsesivo en el sexo? Va dirigido a un amplio espectro de público: padres, educadores, novios y jóvenes matrimonios.



Villar, Vicente y O´Leary, Dale (2003) Cómo entender la homosexualidad Editorial La Caja La novel editorial LaCaja (Sekotia) se ha lanzado al mercado con un libro valiente, que cuenta lo que hay que saber sobre la homosexualidad, llamando a las cosas por su nombre. Es decir, con claridad expositiva, con inteligencia, y con el espíritu sereno, analiza los procesos, tanto biológicos como sociológicos, con abundantes informaciones estadísticas, cuantitativa y cualitativamente contrastadas, de las desviaciones de personalidad más comunes.



Lecturas complementarias: 



AGUILÓ, Alfonso: Educar los sentimientos. Serie: Educar en valores. Nº. 63. Palabra, 1999.

CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA. Directorio de la Pastoral Familiar de la Iglesia en España. Palabra, 2004

DEL CUETO, Candi y GARCÍA, Piedad: Tu hija de 13 a 14 años. Nº. 31. Palabra, 1994.

JAVALOYES, Juan José: El arte de enseñar a amar. Serie: Educación en valores. Nº. 82. Palabra, 2001.

JUAN PABLO II: Matrimonio, amor y fecundidad. Palabra, 1998.

JUAN PABLO II. Carta Apostólica Mulieris Dignitatem. La Dignidad de la Mujer. Edit San PABLO, 2004 

LÉONARD, Leonard: La moral sexual explicada a los jóvenes. Palabra, 1995.

LÓPEZ QUINTÁS, Alfonso: El amor humano. Su sentido y su alcance. Edibesa, 1994.

MARTÍN LOBO, Pilar: Tu hija de 15 a 16 años. Nº. 33. Palabra, 1995.

PÉREZ ADÁN, José y ROS CODOÑER, Javier: Sociología de la familia y de la sexualidad. EDICEP, 2004.

PONTIFICIO CONSEJO DE LA FAMILIA: Sexualidad humana: verdad y significado. Palabra, 2004

SÁNCHEZ, Vidal y ESPARZA, Miguel: Tu hijo de 13 a 14 años. Nº. 32. Palabra, 1994.



Páginas en red:



Además de los recursos y enlaces de la web del IVAF: www.ivaf.org, recomendamos los textos y recursos en español que se pueden encontrar en: 




El éxito de la educación consiste en proporcionar un conocimiento equilibrado de uno mismo y de la realidad, promoviendo una adecuada jerarquía de valores. La educación sexual fracasa cuando sólo es información técnica y cuando hay un claro desajuste o una falta de armonía en lo que se enseña. No hay verdadero progreso humano si éste no se realiza con un fondo moral.

Lecturas básicas 

Elósegui, María (2002) Diez temas de género. Madrid: EIUNSA. Libro idóneo para entender y comprender las diferencias y la complementariedad entre hombres y mujeres. Resulta también de interés para la comprensión de temas de debate actual como la transexualidad y la homosexualidad y los intereses políticos que subyacen en estos debates.



Martínez, Juncal y Pérez, Pedro (2001), El Sida sin engaños. Valladolid (CIAS). Este libro nos ofrece datos, informes e ideas que nos acercan a la realidad actual del Sida desde una perspectiva desde un enfoque antropológico adecuado. Pedidos: Comité Independiente Anti-Sida. Apdo. 4128, Valladolid (España) o al teléfono 616773334. 



Medialdea Concepción (2001), Cómo funciona mi cuerpo. Madrid: EIUNSA. Trata los temas básicos del curso de un modo claro y asequible a todos. Este libro es ideal para complementar al de texto tanto en contenidos como en imágenes. El libro de texto (Programa SABE) para uso de los educadores en colegios y este adecuado para leerlo los padres con sus hijos en casa.



Medialdea, Concepción; Otte, Ana y Pérez Adán, José, (2001) Curso de Educación de la Sexualidad para Adolescentes (Programa SABE). Madrid: EIUNSA. 285 páginas. El Curso de Educación de la Sexualidad para Adolescentes (Programa SABE) es el manual de referencia básico y fundamental en la materia para los profesores de secundaria, y es también idóneo para padres, monitores de jóvenes, y centros de formación y ocio de adolescentes. 



Otte Ana (2000), Cómo hablar a los jóvenes de sexualidad, amor y procreación. 136 respuestas a sus preguntas, Madrid: EIUNSA. Se trata de un libro muy actual, claro y didáctico de obligada lectura para padres y jóvenes. El libro es el primero de la colección de Eiunsa sobre temas de sexualidad. Está siendo muy utilizado en colegios y entre universitarios.



Pérez Adán, J. (2005) Repensar la Familia, EIUNSA. Este libro reciente trata desde una perspectiva académica y con la óptica de defensa de la unidad familiar por la que aboga el comunitarismo de las políticas familiares y el reconocimiento de la soberanía familiar frente a las imposiciones del individualismo y el consumismo modernos.



Pérez Adán, José y Villar Amigo, Vicente (1997),Sexo: razón y pasión, Pamplona: Eunsa. Los autores realizan en este trabajo un brillante ejercicio de síntesis sobre el pensamiento de Juan Pablo II y sus implicaciones prácticas respecto a temas de tanta importancia como la dignidad del sexo, el comienzo de la vida humana, la regulación natural de la fertilidad, la ciencia ante estas cuestiones y la cultura sexual moderna. Desde la primera página la apuesta cristiana es presentada como progresista y revolucionaria frente a las tendencias que la consideran conservadora. 



Rojas, Enrique (1998) La Conquista de la voluntad. Madrid: Temas de hoy. Libro elegante y claro a la par que erudito sobre la importancia del dominio de sí por uno de los autores españoles de más prestigio en el tema.



Sánchez Marchori, Mar (2002), Cómo prepararse para la vida conyugal. Madrid: EIUNSA El libro da respuestas a las preguntas que se formulan en temas sobre el amor, auto-conocimiento, noviazgo, comunicación en la pareja, cómo superar las crisis, amar a la familia del otro, sexualidad en el matrimonio y consejos para organizar la economía familiar. La autora, pretende también orientar a los novios, ayudarles a solucionar los conflictos que puedan surgir en su futura vida en común.



Santamaría, Mikel (1998), Saber amar con el cuerpo. Madrid: Palabra. Libro sobre la importancia de respetar el propio cuerpo como paso previo a respetar a los demás. Escrito con estilo ágil y claro.



Tarasco Martha y Marco, Javier (2001) Diez temas sobre reproducción asistida, Madrid: EIUNSA Un sucinto y completo análisis desde la antropología adecuada de lo que es y cómo se practica y sus implicaciones éticas, científicas y sociales.



Varios Autores (1995), Sexo y Naturaleza, Pamplona: Eunsa. Se trata de un libro claro y conciso. Sus autores, José Pérez Adán, José ángel Mínguez, Manuel Barceló, Ana Otte, y Javier Martínez de Marigorta, tratan de dar respuestas serenas a preguntas de gente corriente y también a interrogantes de más calado: ¿en qué consiste la desviación sexual? ¿qué es y qué no es obsesivo en el sexo? Va dirigido a un amplio espectro de público: padres, educadores, novios y jóvenes matrimonios.



Villar, Vicente y O´Leary, Dale (2003) Cómo entender la homosexualidad Editorial La Caja La novel editorial LaCaja (Sekotia) se ha lanzado al mercado con un libro valiente, que cuenta lo que hay que saber sobre la homosexualidad, llamando a las cosas por su nombre. Es decir, con claridad expositiva, con inteligencia, y con el espíritu sereno, analiza los procesos, tanto biológicos como sociológicos, con abundantes informaciones estadísticas, cuantitativa y cualitativamente contrastadas, de las desviaciones de personalidad más comunes.



Lecturas complementarias: 



AGUILÓ, Alfonso: Educar los sentimientos. Serie: Educar en valores. Nº. 63. Palabra, 1999.

CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA. Directorio de la Pastoral Familiar de la Iglesia en España. Palabra, 2004

DEL CUETO, Candi y GARCÍA, Piedad: Tu hija de 13 a 14 años. Nº. 31. Palabra, 1994.

JAVALOYES, Juan José: El arte de enseñar a amar. Serie: Educación en valores. Nº. 82. Palabra, 2001.

JUAN PABLO II: Matrimonio, amor y fecundidad. Palabra, 1998.

JUAN PABLO II. Carta Apostólica Mulieris Dignitatem. La Dignidad de la Mujer. Edit San PABLO, 2004 

LÉONARD, Leonard: La moral sexual explicada a los jóvenes. Palabra, 1995.

LÓPEZ QUINTÁS, Alfonso: El amor humano. Su sentido y su alcance. Edibesa, 1994.

MARTÍN LOBO, Pilar: Tu hija de 15 a 16 años. Nº. 33. Palabra, 1995.

PÉREZ ADÁN, José y ROS CODOÑER, Javier: Sociología de la familia y de la sexualidad. EDICEP, 2004.

PONTIFICIO CONSEJO DE LA FAMILIA: Sexualidad humana: verdad y significado. Palabra, 2004

SÁNCHEZ, Vidal y ESPARZA, Miguel: Tu hijo de 13 a 14 años. Nº. 32. Palabra, 1994.



Páginas en red:



Además de los recursos y enlaces de la web del IVAF: www.ivaf.org, recomendamos los textos y recursos en español que se pueden encontrar en: 



www.soloparajovenes.org/

www.ivaf.org/hs

www.provida.es/valencia 

www.freetobeme.com/en_espanol/index_es.htm

http://cias.webcindario.com/

www.interrogantes.net/

www.promisekeepers.org/span10 



Es una recopilación de Catholicnet



sábado, 28 de enero de 2012

►Los abuelos

Gracias Dios por haberme brindado la posibilidad de amar y cuidar a mis abuelos.
Pude disfrutarlos, son bendición para nuestras vidas, no los ignoremos.
Que Dios me los bendiga a todos.
Laura


El Papa presenta a los abuelos como «garantes» de la ternura que todos necesitan 

Benedicto XVI, 8 julio 2006, Valencia, España (ZENIT.org)

El Papa reconoció que los abuelos

«pueden ser -y son tantas veces- los garantes del afecto y la ternura que todo ser humano necesita dar y recibir».  

«Ellos dan a los pequeños la perspectiva del tiempo, son memoria y riqueza de las familias»

«Ojalá que, bajo ningún concepto, sean excluidos del círculo familiar» 

«Son un tesoro que no podemos arrebatarles a las nuevas generaciones, sobre todo cuando dan testimonio de fe ante la cercanía de la muerte».

jueves, 26 de enero de 2012

►Desarrollo sentimental del adolescente





Firmado por: Martha Morales

Algunos adolescentes son como un “volcán”. Los sentimientos fluyen en el adolescente con una fuerza y una variabilidad extraordinarias. La adolescencia es la edad de los grandes ánimos y de los grandes desánimos, de los grandes ideales y de los grandes escepticismos.

La felicidad no está en hacer lo que uno quiere, sino en querer lo que uno debe hacer.

Pese a que la virginidad no está precisamente de moda, hay que valorarla en toda su grandeza: Un adolescente de 17 años dijo que no le gustaría tener en su mente encuentros sexuales del pasado en la noche de bodas. Esto le ayudaba a abstenerse de las relaciones sexuales antes del matrimonio.

En un estudio se les preguntó a dos mil adolescentes: ¿Les han hecho en su casa la propuesta de la virginidad? ¿Han recibido razones para llegar vírgenes al matrimonio? ¿Les han hablado de los beneficios de la abstinencia sexual y  les han explicado la escalera de la pasión? Este último concepto consiste en saber qué ocurre en una pareja con la intimidad física, y si el chico o la chica se han propuesto la meta de la virginidad, en qué etapa debe  detenerse.

El resultado fue: Al 80% de las mujeres se les propuso en sus hogares la meta de la virginidad y al mismo porcentaje les dieron razones para llegar  vírgenes al matrimonio. En cambio, solo al 50% de los hombres se les propuso la meta de ser vírgenes.

Los adolescentes deben tener su meta clara (abstenerse de tener relaciones sexuales), porque si no es así, si  no conocen  los beneficios y los riesgos de una intimidad prematura serán presas fáciles  de caer en una sucesión interminable de encuentros sexuales que los dejará vacíos emocional y espiritualmente.

 López Quintás ha señalado que si un muchacho piensa que ama a una joven, pero lo que ama en realidad son sólo las cualidades de esa chica que le resultan agradables, y sobre todo si son de tipo sexual, es probable que haya más amor a sí mismo que otra cosa, y que ame sobre todo el halago y el hechizo que le producen esas cualidades. Y si esas cualidades pierden interés, debido al tiempo o a lo que sea, o dejan de resultar placenteras por el embotamiento que produce la repetición de estímulos, pensará que su amor ha desaparecido, aunque quizá sería mejor decir que ese amor apenas llegó a existir, pues desde el principio estuvo impregnado de egoísmo.

Quien apetece a otra persona sobre todo para saciar su avidez sexual, no establece apenas vínculos personales con ella, sino que la utiliza. En cambio, el que ama da lo que tiene, se da a sí mismo. Son actitudes bien distintas: una arranca del egoísmo, la otra de la generosidad.

Cuanto más se “sexualiza” un noviazgo, más riesgo hay de que derive en una unión de dos egoísmos. En esos casos, el placer sustituye al cariño con más facilidad de lo que parece, y se introducen en una atmósfera hedonista que ensombrece el horizonte del amor y les impregna de frustración y de tristeza.

La adicción al sexo tiende siempre a pedir más, pues la sensibilidad sufre un desgaste y reclama estímulos cada vez más intensos.

El placer posesivo es interesado, no busca al otro o la otra, no respeta la dignidad de la persona y da pie a la infidelidad y a la desgracia. La mujer debe fomentar un atractivo personal, pero no a base de perder parcelas de su intimidad.

Algunos dirán que no tener relaciones con la persona amada es represión, y no lo es; es preferir otra cosa. Reprimirse es prescindir de algo atractivo para quedarse vacío. Pero cuando, por ejemplo, una madre se priva de algo por amor a un hijo suyo, no se dice que se esté “reprimiendo”, sino que se está sacrificando por obtener algo mejor para su hijo. Y cuando un novio o una novia guardan su cuerpo para entregarlo limpio en el matrimonio, no se reprimen sino que apuestan por algo superior. 

En una ocasión explicaba un muchacho de diecinueve años: «A lo mejor, en determinado momento, guardarte para tu novia puede costarte; pero en cuanto observas las cosas desde una perspectiva más amplia, ves enseguida que, al esperar, estás conservando un tesoro muy valioso, y no quieres echarlo por la borda. Cuando algunos te miran por encima del hombro por no funcionar como ellos, pienso que yo podría hacer lo mismo que ellos cualquier día sin ningún esfuerzo, pero en cambio me parece que a ellos les costaría bastante desintoxicarse de todo el exceso de sexo que tienen ya encima. He decidido esperar hasta casarme, y el hecho de que mi novia también sea capaz de esperar unos años por mí, me parece una buena muestra de lo que ella vale y de lo que me quiere.»


La posesión no es -como a veces se pretende- una "prueba" del amor, sino casi su Acta de defunción.

Para ayudar a los jóvenes, escribió Romano Guardini, el factor más eficaz es cómo es el educador; el segundo, lo que hace; el tercero, lo que dice.

Fuente: encuentra.com

martes, 24 de enero de 2012

►LA FAMILIA, EDUCADORA EN LOS VALORES HUMANOS Y CRISTIANOS


VI ENCUENTRO MUNDIAL DE LAS FAMILIAS
Cd. de México, 14 a 18 de enero de 2009
Congreso Teológico-Pastoral

Cardenal Marc Ouellet 
15 enero 2009


VALORES QUE HAY QUE DESCUBRIR Y QUE REDESCUBRIR


Introducción: un trastorno de los valores a las proporciones vastas

 El matrimonio y la familia se han convertido en nuestra época en un campo de batalla cultural dentro de las sociedades secularizadas donde una visión del mundo sin Dios intenta suplantar la herencia judeocristiana. Desde algunas décadas, los valores del matrimonio y de la familia sufrieron asaltos repetidos que causaron daños graves en el plano humano, social y religioso. A la fragilidad creciente de las parejas se añadieron los problemas graves y educativos ligados a la pérdida de los modelos paternos y a la influencia de corrientes de pensamiento que rechazan los mismos fundamentos de la institución familiar. El trastorno de los valores alcanza la identidad misma del ser humano, más allá de su fidelidad a un orden moral. Reina en lo sucesivo una confusión antropológica sutilmente mantenida por un lenguaje ambiguo que impone al pensamiento cristiano un trabajo de desciframiento y de discernimiento [1]. La crisis que atraviesa la humanidad actual se revela siendo de orden antropológica y no solamente de orden moral o espiritual.

En Occidente, por ejemplo, las filosofías del constructivismo y del género [2] (gender theory) desnaturalizan la realidad del matrimonio y de la familia refundiendo la noción de la pareja humana a partir de los deseos subjetivos del individuo, haciendo prácticamente insignificante la diferencia sexual, hasta el punto de tratar de forma equivalente la unión heterosexual y las relaciones homosexuales. Según esta teoría, la diferencia sexual inscrita en la realidad biológica del hombre y de la mujer no influye de modo significante en la identidad sexual de los individuos porque ésta es el resultado de una orientación subjetiva y de una construcción social [3]. La identidad sexual de los individuos no sería un dato objetivo inscrito en el hecho de nacer hombre o mujer sino más bien un dato psico-social construido sobre las influencias culturales sufridas o escogidas por los individuos.

Bajo la presión de estas ideologías a veces abiertamente anticristianas, ciertos Estados proceden a legislaciones que vuelven a definir el sentido del matrimonio, de la procreación, de la filiación y de la familia, sin consideración para las realidades antropológicas fundamentales que estructuran las relaciones humanas [4]. Varias organizaciones internacionales participan en este movimiento de destrucción del matrimonio y de la familia en provecho de ciertos grupos de presión bien organizados que persiguen sus propios intereses en detrimento del bien común. Total, un trastorno de los valores de vastas proporciones toca el amor humano, la vida, la familia y el puesto de la religión en la sociedad.

La Iglesia católica critica fuertemente estas corrientes culturales que obtienen demasiado fácilmente el apoyo de los medios modernos de comunicación. Gracias a la clarividencia de los papas contemporáneos, la Iglesia reafirma los valores tradicionales del matrimonio y de la familia en la línea novadora del Concilio Vaticano II. Siguiendo el sínodo romano de 1980 sobre la familia, la Exhortación apostólica Familiaris Consortio propone una gran carta de la familia fundada sobre la creación del hombre a la imagen de Dios y sobre el sacramento del matrimonio. Esta gran carta pastoral culmina por un llamamiento del papa Juan Pablo II: “¡Familia, sé lo que eres! “: una comunidad de vida y de amor, una escuela de comunión, una Iglesia doméstica.

Este llamamiento queda más que nunca actual 29 años más tarde, y nos pone de nuevo frente a la misión esencial de la familia: “la esencia de la familia y sus deberes son definidos por el amor, escribe el papa. Es por eso que la familia recibe la misión de guardar, de revelar y de comunicar el amor, reflejo vivo y participación real del amor de Dios hacia la humanidad y del amor de Cristo Señor hacia la Iglesia su Esposa “ (FC 17). Esta declaración solemne de Juan Pablo II introduce la tercera parte de este documento que prolonga la línea renovadora de la Constitución pastoral Gaudium y Spes. Ésta define el matrimonio como una unión personal en la cual los esposos se dan y se reciben recíprocamente (GS 48). Definiendo la esencia de la familia y su misión por el amor y no primero por la procreación, el papa no hace una concesión dudosa a la mentalidad contemporánea. Pretende alcanzar “las raíces mismas de la realidad” (FC 17), afirma la continuidad interna entre el amor personal de los esposos y la transmisión de la vida. Su postura marca una etapa importante hacia una refundición personalista de la doctrina cristiana del matrimonio y de la familia. Coloca los tres valores tradicionales del matrimonio, la procreación, el amor fiel y el significado sacramental, en el eje del amor conyugal fecundo y ya no en el de la procreación como finalidad distinta [5]. Me parece importante prolongar este desarrollo doctrinal ahondando más en la dimensión cristológica y sacramental del matrimonio con el fin de volver a lanzar la misión educativa de la familia cristiana a partir de los valores del sacramento todavía por descubrir y de los valores del amor conyugal establecidos desde el origen de la creación pero que están por redescubrir a la luz del Cristo y frente al gran desafío contemporáneo [6].

Valores que hay que descubrir

Digamos en primer lugar, de modo general que las circunstancias actuales evocadas más alto incitan a la familia cristiana a una toma de conciencia fundamental: sólo el encuentro personal y auténtico de Cristo Redentor puede permitirle aceptar el desafío de la educación a la vida cristiana y a los valores humanos que se relacionan con ella. Al principio del tercer milenio, el Papa Juan Pablo II exhortó la Iglesia a partir de nuevo de Cristo, La cabeza y El esposo de la Iglesia [7]. Partir de nuevo de Cristo como el fundamento de un arranque renovado hacia la santidad para todos, en cada estado de vida. Este llamamiento concierne en primer lugar a los esposos que procuran responder a su vocación de bautizados casados [8] en el seno de una familia. Necesitan para alcanzarlo, una espiritualidad personal y eclesial apropiada que va más allá de la presentación tradicional de los valores del matrimonio y de la familia, con predominio moral y jurídico.

Partir de nuevo de Cristo significa concretamente profundizar en el sacramento que es el bien supremo del matrimonio según santo Agustín. El obispo de Hipona resumió la doctrina del matrimonio definiendo tres bienes esenciales del matrimonio, la fidelidad (fides), la procreación (proles) y la indisolubilidad (sacramentum). Mientras que la fidelidad y la procreación echan raíces en la dimensión natural del matrimonio, el sacramento pertenece más explícitamente a su dimensión sobrenatural. Ésta ofrece un buen punto de partida para una espiritualidad del matrimonio y de la familia que sea significante para sus miembros y al mismo tiempo fecunda para la Iglesia y la sociedad. Veamos sus fundamentos a partir 1) del horizonte cristocéntrico global, 2) del acto de consagración matrimonial y 3) de la gracia que emana de ella para los esposos y para la Iglesia. 4) los valores educativos serán identificados a partir de estos fundamentos.


El sacramento del matrimonio como encuentro con Cristo

Un primer valor que hay que descubrir es el lugar de la fe en el pacto de alianza de los esposos y el impacto que tiene o debería tener en su vida. Cuando la fe de los esposos es vivida como un encuentro personal con Cristo, confiere a su amor una dimensión teologal que bonifica toda su vida matrimonial. Porque el matrimonio no es una realidad puramente natural, completa y suficiente en él misma, a la cual Cristo sólo aportaría una ayuda extrínseca para que alcance mejor su propia finalidad. El matrimonio existe desde los orígenes de la creación con vistas a Cristo y con vistas a su gracia redentora que instaura una plenitud de sentido para el amor conyugal y familiar.

La Constitución pastoral Gaudium y Spes del Concilio Vaticano II optó por una refundición de la doctrina del matrimonio en esta perspectiva cristocéntrica. Mientras que la teología moderna, tributaria de una visión extrínseca de la relación entre la naturaleza y la gracia, presentaba el sacramento del matrimonio como una elevación de la naturaleza, el Concilio lo presenta como un encuentro con Cristo y una amistad con él. “Así como Dios antiguamente se adelantó a unirse a su pueblo por una alianza de amor y de fidelidad, así ahora el Salvador de los hombres y Esposo de la Iglesia sale al encuentro de los esposos cristianos por medio del sacramento del matrimonio. Además, permanece con ellos para que los esposos, con su mutua entrega, se amen con perpetua fidelidad, como El mismo amó a la Iglesia y se entregó por ella”(GS 48).

De donde la importancia de la celebración sacramental del matrimonio que simboliza este encuentro de los esposos con Cristo y que inaugura toda una vida de amistad con él en el corazón mismo de la vida conyugal y familiar. Esta celebración inaugura al mismo tiempo la misión eclesial de la pareja y de la familia, la misión de servicio con respecto a la sociedad por la procreación y la educación, pero primero y ante todo una misión de servicio con respecto al amor de Cristo para la Iglesia que asume la realidad humana del matrimonio entre los sacramentos de su Reino.

Esta perspectiva cristocéntrica y eclesial se inscribe en el giro iniciado por Henri de Lubac en nuestra época para restaurar una comprensión a la vez más tradicional y más unificada de la relación entre la naturaleza y la gracia. Según él, el hombre tiene sólo una sola finalidad, sobrenatural, que es incapaz de alcanzar por el mismo. Allí está su paradoja y su nobleza que hace decir a santo Tomás de Aquino que el hombre es un ser que, por su naturaleza racional, aspira a la visión de Dios (Desiderium naturale visionis) [9]. Abierto al infinito a causa de su dimensión espiritual, el hombre aspira naturalmente a la visión de Dios. Es, como imagen de Dios, una libertad finita en busca de la Libertad infinita. Vaticano II expresó esta verdad paradójica diciendo que “En realidad, el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado” (GS 22). El hombre y la mujer casados, como “comunidad de vida y de amor”, aspiran a esta plenitud de sentido que le es prometida y que el sacramento ya les hace entrever y experimentar en la Iglesia.


El matrimonio como consagración y misión eclesial

Avancemos un paso más para descubrir la dinámica profunda del sacramento a partir del acto de fe que lo funda. Cuando dos bautizados se casan en la Iglesia, el don del sacramento está hecho simultáneamente a la pareja y a la Iglesia, porque en todos sus dones sacramentales, Cristo ama la Iglesia y hace de sus hijos, con ella y por ella, testigos de la salvación. Por el don del sacramento del matrimonio, Cristo confiere a los esposos una gracia que los une, que los cura y los santifica en su vida de amor. Pero hay más. Por el don del sacramento, Cristo los consagra como testigos de su propio amor para la Iglesia. Tal vocación sacramental supone evidentemente la fe, el acto de fe que funda el sacramento. “El matrimonio cristiano debe ser interpretado desde el principio a partir de lo alto, escribe Hans Urs von Balthasar, es decir a partir del acto cristiano que le funda. Este acto es el de la fe cristiana, que cuando está vivo incluye siempre el amor y la esperanza, y es el fundamento sobre el cual reposa el don mutuo de los cónyuges. Es un acto que va directamente e inmediatamente a Dios, un voto de fidelidad a Dios porque Dios se manifestó primero por sus promesas y sus revelaciones como el eterno Fiel, en quien se debe creer, en el que se debe confiar y a quien se debe amar. El voto de fidelidad al esposo es pronunciado dentro de este voto de fidelidad a Dios” [10].

Según el gran teólogo de Basilea, el intercambio de los consentimientos entre los esposos cristianos tiene pues una dimensión intrínsecamente teologal que resuena en todas las dimensiones de su unión. Balthasar persigue: “Es el acto de fe de ambos cónyuges del matrimonio que se encuentra en Dios y que a partir de Dios, fundamento de su unidad, testigo de su lazo y garantía de su fecundidad, se vuelve conformado, asumido y restituido. Es Dios quien, en el acto de fe, da los esposos uno a otro dentro del acto cristiano fundamental de ofrenda de sí. Es a Él a quien ambos se ofrecen juntos, es de Él que se reciben de nuevo en un don de gracia, de confianza y de exigencia cristiana” [11].

Este texto de extrema densidad propone un giro teológico radical en la comprensión del sacramento del matrimonio, que puede fundar una espiritualidad renovada para este estado de vida. A la perspectiva acostumbrada antropocéntrica donde los esposos aparecen como los primeros protagonistas de su consentimiento mutuo, vemos más profundamente aquí que el acto subyacente de fe de su don incluye su intercambio en el acto fundamental de entrega de sí a Dios. Porque se casan como bautizados, en Cristo, depositan su amor en las manos de Cristo, que los devuelve el uno al otro, los bendice y los gratifica con una efusión especial de su Espíritu (FC 21). Desde ahora en adelante se querrán con toda la fuerza de sus sentimientos personales, pero también en la fuerza del Espíritu que los inviste de una misión de amor de naturaleza eclesial.

La dimensión teologal de este sacramento, vista a partir de su acto constitutivo, es llamada a desarrollarse y a penetrar todos los aspectos de la vida conyugal y familiar. Da valor al socio divino que está comprometido en la unión de los esposos y que quiere fecundar de todas las maneras su comunidad de vida y de amor. ¿Cómo ayudar a las parejas a prepararse para un tal acto de consagración de su unión y a vivir sin interrupción el acto de fe que se los da a Dios dándose el uno al otro? ¿Cómo educar a los esposos y los futuros esposos para que su encuentro del Cristo los lleve a vivir su unión como una misión recibida de él en la Iglesia y no sólo como una búsqueda personal de felicidad? Estas cuestiones invitan a desarrollar más precisamente los efectos eclesiales del sacramento y a explorar las potencialidades educativas.

El significado doble, eclesiástico y antropológico, del don sacramental

El sacramento del matrimonio añade una participación a dos, como pareja, a la vida divina que es dada en todo sacramento, “hasta tal punto que el efecto primero e inmediato del matrimonio (res y sacramentum) no es la gracia sobrenatural misma, sino el lazo conyugal cristiano, una comunión típicamente cristiana porque representa el misterio de encarnación de Cristo y su misterio de alianza “ (FC 13).

Según este pasaje de Familiaris Consortio que recoge la doctrina común de la Iglesia, el primer efecto del sacramento sella de modo indisoluble la pertenencia de los esposos uno a otro, por un don mutuo que trasciende sus fluctuaciones emocionales. Este sello sacramental une a ambas personas indisolublemente en virtud del amor de Cristo que se compromete con ellos y los requiere para representar su propio misterio de alianza. El lazo conyugal constituye la base de la dimensión eclesial del sacramento. Por este lazo los esposos forman una nueva unidad, una pareja sacramental, que constituye la célula de base de la sociedad y de la Iglesia.

Este lazo sacramental significa que el amor divino se desposa con el amor conyugal y lo compromete al servicio de su misterio de Alianza con la humanidad. Esto significa, antropológicamente, que en el momento en el que los esposos se consagran su amor, simultáneamente son bendecidos y como desapropiados. Su vida común, habitada por el Espíritu Santo, será un signo de la fidelidad de Dios hacia su pueblo, una fuente de la fecundidad espiritual y humana de la Iglesia, Esposa del Cristo. “Por el sacramento, toda pareja se casa con el Cristo “ escrito Paul Evdokimov. El compromiso de los esposos, uno con el otro, siendo primero y ante todo un compromiso con respecto a Cristo, Éste sale fiador, a cambio, con los socorros necesarios para superar sus debilidades, para curar sus heridas y perfeccionar su amor en todas sus manifestaciones humanas y espirituales. “Desempeñando su misión conyugal y familiar con la fuerza de este sacramento, penetrados por el espíritu de Cristo que impregna toda su vida de fe, de esperanza y de caridad, alcanzan cada vez más su perfección personal y su santificación mutua: así es como juntos contribuyen a la glorificación de Dios “ (GS 48).

En el corazón del sacramento del matrimonio, Cristo ejerce pues una verdadera mediación nupcial, simbolizada por su presencia en Caná [12] que despliega el horizonte trinitario de la espiritualidad conyugal y familiar. Como lo expresa audazmente el Concilio, “el amor auténtico y conyugal es asumido en el amor divino” (GS 48) y es integrado por la gracia redentora de Cristo en las relaciones de Alianza de la Trinidad Santa con mundo. Porque, en virtud de la unión hipostática de Cristo que funda la alianza sacramental de los esposos, su amor mutuo es asumido en el intercambio entre las Personas divinas y se hace función de este intercambio. El Padre y el Hijo se glorifican mutuamente en al amor de los esposos y de la familia a la que bendicen y santifican por el don de su Espíritu. De donde un ensanchamiento infinito de su horizonte espiritual y de su resplandor sacramental. El amor fecundo de los esposos cristianos y las relaciones familiares que proceden de allí se hacen el santuario del Amor trinitario, el signo sagrado de un Amor divino encarnado que se ofrece al mundo humildemente por su comunidad de vida y de amor vivida segun la imagen de la Sagrada Familia de Nazareth.



La Iglesia domestica, escuela de evangelio y de valores humanos

En esta perspectiva trinitaria y cristocéntrica, la dimensión eclesial del matrimonio pasa al primer plano y se vuelve englobante mientras que permanecía antes limitada y marginal. De hecho, por la gracia del sacramento del matrimonio, los esposos cristianos están constituidos miembros de la primera célula de la Iglesia, llamada con razón en el Concilio “iglesia doméstica” [13]. Desarrollada abundantemente por la Exhortación apostólica Familiaris Consortio esta perspectiva adquiere entonces oficialmente derecho de ciudad sin no obstante que este documento establezca plenamente la eclesialidad de la familia. Porque, según los términos del FC, la familia, comunidad “salvada” se hace una comunidad “que salva” (FC 49) pero su “participación a la vida y a la misión de la Iglesia” (FC 49-64) es todavía pensada de modo un poco extrínseco en referencia a las actividades específicas de evangelización y de culto. Mientras que es todo el ser de la pareja en todas sus dimensiones quien es eclesial, ya que Cristo asume el amor humano en su amor divino para hacer de él un sacramento de su relación nupcial con la Iglesia (GS 48).

Por el matrimonio sacramental, los esposos son solamente una imagen de la Iglesia, son verdaderamente constituidos “una iglesia en miniatura” dotada de propiedades de la Iglesia una, santa, católica y apostólica. Encontramos allí en efecto la comunidad de vida, el sacerdocio bautismal, la caridad, la evangelización y el culto. Estas dimensiones constitutivas confieren a la pareja una realidad eclesial auténtica y esencialmente misionera, a ejemplo de la gran Iglesia cuya célula de base es.

En esta luz, percibimos mejor la belleza y la importancia de la misión educativa de los esposos. Por la gracia de Cristo, son una fuente de vida, de crecimiento, de educación y de servicio; su unión se hace en un sentido amplio un sacramento de la paternidad divina y de la filiación divina en la fecundidad del Espíritu Santo. Santo Tomás pudo comparar la sublimidad del ministerio educativo de los padres cristianos al ministerio de los sacerdotes: “Algunos propagan y mantienen la vida espiritual por un ministerio únicamente espiritual, y esto le toca al sacramento del orden; otros lo hacen para la vida a la vez corporal y espiritual, y esto se realiza por el sacramento del matrimonio, en el cual el hombre y la mujer se unen para engendrar a los niños y enseñarles el culto de Dios” [14].

“¡ Familia sé lo que tú eres! “ repetía con fuerza Juan Pablo II, el Papa de la familia. sé lo que tú eres: una célula de la Iglesia, un santuario del Amor, una escuela de evangelio y de valores humanos, la esposa de Cristo. Es solamente en la conciencia de esta luz que viene del encuentro con Cristo que la familia puede hoy cumplir su misión de educadora de los valores humanos y cristianos. Sé lo que tú eres: “haz de tu casa una Iglesia” repetía a sus fieles san Juan Crisóstomo.

En corolario de estas consideraciones teológicas, ciertos valores educativos que hay que promover vuelven a salir al primer plano. En primer lugar, una educación a la vida teologal de fe, esperanza y caridad, que debe preparar a los esposos a su matrimonio para que su unión conyugal y familiar sea fundada sobre la roca de la palabra de Dios y no sólo sobre la arena movediza de sus sentimientos, tan sinceros sean. Una vida profunda y teologal implica la conciencia viva esposos de lo que significa el bautismo como la pertenencia a Cristo y a la Iglesia; implica también una vida intensa de oración, alimentada de la Eucaristía y periódicamente renovada por el sacramento de penitencia. La vitalidad de la familia, Iglesia domestica, depende de su coherencia sacramental que le asegura su apertura a Dios y su apertura apostólica. Esta vitalidad crece o decae según la fidelidad de la pareja y de la familia a su pertenencia eclesiástica.

De donde la importancia de ciertos encuentros familiares y eclesiales que alimentan la espiritualidad de la Iglesia doméstica. A los grandes encuentros familiares de Navidad y de Pascua, se añade muy naturalmente la misa dominical en familia, preparada posiblemente por una catequesis y seguida por la comida semanal festiva. Ciertos grupos religiosos contemporáneos restauran estas bellas tradiciones como un signo profético que una nueva primavera de la Iglesia comienza en las familias. Estos tiempos fuertes de vida común refuerzan la unidad de la familia y el sentido de pertenencia a la comunidad, contra las tendencias culturales dominantes al individualismo y a la dispersión. Cualesquiera que sean las limitaciones de la vida moderna, una familia cristiana debe escoger conscientemente y fuertemente no abandonar el valor inestimable del domingo como día de descanso, de oración y de vida familiar. Una familia que respeta y honra el día del Señor por la escucha de la Palabra de Dios en el seno de la Asamblea dominical lleva un mensaje profético al mundo de hoy. Agradeciéndole a Dios por su pertenencia a la familia de Dios, testimonia en Iglesia de su Alianza con Cristo para la edificación de una civilización del amor.

La familia cristiana cumple también su misión de educadora por su apertura a la sociedad y al apostolado. La acogida, la hospitalidad, el reparto y la ayuda mutua son rasgos característicos de la espiritualidad familiar que manifiestan el Espíritu de amor que lo anima. La apertura a Dios que demuestran los esposos por la santidad de su vida se prolonga por la apertura misionera a la sociedad. Aunque la misión de la Iglesia doméstica comienza en primer lugar con el ser de la familia, con la comunión de las personas, el don de la vida y la educación de los niños, se prolonga sin embargo muy naturalmente por el apostolado cerca de otras familias o en otro brillo(influencia) sobre la sociedad que es compatible con su primera misión. Su apertura apostólica testimonia el Amor trinitario que le habita y le arrastra (se le lleva) en compartir la buena noticia del Amor que se hace carne.

NOTAS:

[1] Cf. Conseil Pontifical pour la Famille, Lexique des termes ambigus et controversés sur la famille, la vie et les questions éthiques, Pierre Téqui éditeur, 2005.

[2] Cf. Théry I., La distinction de sexe une nouvelle approche de l’égalité, Paris, Odile Jacob, 2007; Delorme W.Quatrième génération, Paris, Grasset, 2007; Godelier, M., Au fondement des sociétés humaines, Paris, Albin Michel, 2007; Judith Butler, Trouble dans le genre pour un féminisme de subversion, La découverte , Paris, 2005;

[3] Cf. La tentation de Capoue. Anthropologie du mariage et de la filiation, Sous la direction de Tony Anatrella, Ed. Cujas, 2008. Pour la critique de ces théories, voir en particulier «Hors conjugal et parental : des enjeux psychologiques et sociaux, p. 25-97, et autres œuvres de Tony Anatrella, dont Le règne de Narcisse. Les enjeux du déni de la différence sexuelle, La Renaissance, Paris, 2005.

[4] Cf. Iacub M. et Maniglier P., L’anti-manuel d’éducation sexuelle, Bréal, Paris, 2005.

[5] Cf. W. Kasper, Teologia del matrimonio cristiano, Queriniana, 1985, 2e éd., 18. Je renvoie à mes deux volumes qui développent amplement ces perspectives : Divina somiglianza. Antropologia trinitaria della famiglia, Lateran University Press, Rome, 2004 ; Mistero e Sacramento dell’amore. Teologia del matrimonio et della famiglia per la nuova evangelizzazione, Cantagalli, 2007.

[6] Cf. Alfonso Lopez Trujillo, La grande sfida. Famiglia, dignità della persona e umanizzazione, Città Nuova, 2004 ; voir aussi Jorge Alberto Serrano, ,Valores familiares y modernidad, In : Familia et Vita, Anno IX, No. 1-2, 2004, 138-151.

[7] Jean Paul II, Exhortation apostolique Novo Millenio Inneunte, 6 janvier 2001, à l’aube du nouveau millénaire.

[8] Cf. M. Ouellet, La vocazione cristiana al matrimonio e alla famiglia nella missione della chiesa, L.U.P. Roma 2005.

[9] Saint Thomas d’Aquin, Contra Gentes, 3, 25; 3, 50; S. Th. I IIae q 5 a 5 ad 2. Voir Henri de Lubac,Surnaturel, 1946, 483-494; Hans Urs von Balthasar, La Dramatique divine. II. Les personnes du drame 1. L’homme en Dieu, 177ss.

[10] Balthasar, H.U. von, Christlicher Stand , Johannes, Einsiedeln, 1977, 198.

[11] Id.

[12] Cf. De la Potterie, I. Le Nozze messianiche e il matrimonio cristiano, in: Lo Sposo, la Sposa (Parola Spirito e Vita n. 13), Bologna 1986, 87-104; Tettamanzi, D. La famiglia, via della Chiesa, chap. II, Come a Cana di Galilea: Cristo incontra gli sposi, 31-51.

[13] Lumen Gentium 11; Apostolicam actuositatem 11.

[14] S. Thomas d’Aquin, Summa contra Gentiles, IV, 58 (FC 38).

Via: encuentra.com

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CONSAGRACIÓN DEL MATRIMONIO AL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA

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"Oh, Corazón Inmaculado de María, refugio seguro de nosotros pecadores y ancla firme de salvación, a Ti queremos hoy consagrar nuestro matrimonio. En estos tiempos de gran batalla espiritual entre los valores familiares auténticos y la mentalidad permisiva del mundo, te pedimos que Tu, Madre y Maestra, nos muestres el camino verdadero del amor, del compromiso, de la fidelidad, del sacrificio y del servicio. Te pedimos que hoy, al consagrarnos a Ti, nos recibas en tu Corazón, nos refugies en tu manto virginal, nos protejas con tus brazos maternales y nos lleves por camino seguro hacia el Corazón de tu Hijo, Jesús. Tu que eres la Madre de Cristo, te pedimos nos formes y moldees, para que ambos seamos imágenes vivientes de Jesús en nuestra familia, en la Iglesia y en el mundo. Tu que eres Virgen y Madre, derrama sobre nosotros el espíritu de pureza de corazón, de mente y de cuerpo. Tu que eres nuestra Madre espiritual, ayúdanos a crecer en la vida de la gracia y de la santidad, y no permitas que caigamos en pecado mortal o que desperdiciemos las gracias ganadas por tu Hijo en la Cruz. Tu que eres Maestra de las almas, enséñanos a ser dóciles como Tu, para acoger con obediencia y agradecimiento toda la Verdad revelada por Cristo en su Palabra y en la Iglesia. Tu que eres Mediadora de las gracias, se el canal seguro por el cual nosotros recibamos las gracias de conversión, de amor, de paz, de comunicación, de unidad y comprensión. Tu que eres Intercesora ante tu Hijo, mantén tu mirada misericordiosa sobre nosotros, y acércate siempre a tu Hijo, implorando como en Caná, por el milagro del vino que nos hace falta. Tu que eres Corredentora, enséñanos a ser fieles, el uno al otro, en los momentos de sufrimiento y de cruz. Que no busquemos cada uno nuestro propio bienestar, sino el bien del otro. Que nos mantengamos fieles al compromiso adquirido ante Dios, y que los sacrificios y luchas sepamos vivirlos en unión a tu Hijo Crucificado. En virtud de la unión del Inmaculado Corazón de María con el Sagrado Corazón de Jesús, pedimos que nuestro matrimonio sea fortalecido en la unidad, en el amor, en la responsabilidad a nuestros deberes, en la entrega generosa del uno al otro y a los hijos que el Señor nos envíe. Que nuestro hogar sea un santuario doméstico donde oremos juntos y nos comuniquemos con alegría y entusiasmo. Que siempre nuestra relación sea, ante todos, un signo visible del amor y la fidelidad. Te pedimos, Oh Madre, que en virtud de esta consagración, nuestro matrimonio sea protegido de todo mal espiritual, físico o material. Que tu Corazón Inmaculado reine en nuestro hogar para que así Jesucristo sea amado y obedecido en nuestra familia. Qué sostenidos por Su amor y Su gracia nos dispongamos a construir, día a día, la civilización del amor: el Reinado de los Dos Corazones. Amén. -Madre Adela Galindo, Fundadora SCTJM

CONSAGRACIÓN DEL MATRIMONIO A LOS DOS CORAZONES EN SU RENOVACIÓN DE VOTOS

CONSAGRACIÓN DEL MATRIMONIO A LOS DOS CORAZONES EN SU RENOVACIÓN DE VOTOS
Oh Corazones de Jesús y María, cuya perfecta unidad y comunión ha sido definida como una alianza, término que es también característico del sacramento del matrimonio, por que conlleva una constante reciprocidad en el amor y en la dedicación total del uno al otro. Es la alianza de Sus Corazones la que nos revela la identidad y misión fundamental del matrimonio y la familia: ser una comunidad de amor y vida. Hoy queremos dar gracias a los Corazones de Jesús y María, ante todo, por que en ellos hemos encontrado la realización plena de nuestra vocación matrimonial y por que dentro de Sus Corazones, hemos aprendido las virtudes de la caridad ardiente, de la fidelidad y permanencia, de la abnegación y búsqueda del bien del otro. También damos gracias por que en los Corazones de Jesús y María hemos encontrado nuestro refugio seguro ante los peligros de estos tiempos en que las dos grandes culturas la del egoísmo y de la muerte, quieren ahogar como fuerte diluvio la vida matrimonial y familiar. Hoy deseamos renovar nuestros votos matrimoniales dentro de los Corazones de Jesús y María, para que dentro de sus Corazones permanezcamos siempre unidos en el amor que es mas fuerte que la muerte y en la fidelidad que es capaz de mantenerse firme en los momentos de prueba. Deseamos consagrar los años pasados, para que el Señor reciba como ofrenda de amor todo lo que en ellos ha sido manifestación de amor, de entrega, servicio y sacrificio incondicional. Queremos también ofrecer reparación por lo que no hayamos vivido como expresión sublime de nuestro sacramento. Consagramos el presente, para que sea una oportunidad de gracia y santificación de nuestras vidas personales, de nuestro matrimonio y de la vida de toda nuestra familia. Que sepamos hoy escuchar los designios de los Corazones de Jesús y María, y respondamos con generosidad y prontitud a todo lo que Ellos nos indiquen y deseen hacer con nosotros. Que hoy nos dispongamos, por el fruto de esta consagración a construir la civilización del amor y la vida. Consagramos los años venideros, para que atentos a Sus designios de amor y misericordia, nos dispongamos a vivir cada momento dentro de los Corazones de Jesús y María, manifestando entre nosotros y a los demás, sus virtudes, disposiciones internas y externas. Consagramos todas las alegrías y las tristezas, las pruebas y los gozos, todo ofrecido en reparación y consolación a Sus Corazones. Consagramos toda nuestra familia para que sea un santuario doméstico de los Dos Corazones, en donde se viva en oración, comunión, comunicación, generosidad y fidelidad en el sufrimiento. Que los Corazones de Jesús y María nos protejan de todo mal espiritual, físico o material. Que los Dos Corazones reinen en nuestro matrimonio y en nuestra familia, para que Ellos sean los que dirijan nuestros corazones y vivamos así, cada día, construyendo el reinado de sus Corazones: la civilización del amor y la vida. Amén! Nombre de esposos______________________________ Fecha________________________ -Madre Adela Galindo, Fundadora SCTJM

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