Abby Johnson: “Yo daría mi vida” para reparar el mal que causé con los abortos en Planned Parenthood
"Por las vidas que eliminé, decir “pido perdón” parece hueco ¿Cómo pides perdón por matar a miles de niños y herir a miles de familias? No estoy segura de tener una respuesta. Pero yo pido perdón. Pido perdón a las mujeres que obligué a abortar. Pido perdón a toda mujer que haya tenido un aborto, es posible que nunca escuches esas palabras de la persona que llevó a cabo tu aborto, pero quiero que lo escuches de mí en nombre de ese médico o de quien trabaja en la clínica. Lamento que te hayan traicionado. Pido perdón porque ellos quebrantaron tu espíritu y tu confianza. Pido perdón porque te hicieron daño. Pido perdón porque no tuvieron el coraje de defenderte y darte lo que realmente merecías… la oportunidad de ser una madre para tu hijo. Hemos abusado de ti y te hemos faltado el respeto de la peor manera posible”
* “Yo sólo soy capaz de soportar el dolor de mi pasado con la ayuda de Cristo. No podría hacer nada de esto sin su gracia y su mano firme guiándome todos los días. Él nunca me ha dado más de lo que puedo soportar. Nunca me he sentido abrumada. Veo su amor y compasión por mí todos los días. Es la sensación más increíble de paz y plenitud. No tengo que preguntar si Él está conmigo… Yo sé que Él está guiando cada uno de mis pasos”
14 de mayo de 2011.- (Abby Johnson / AbbyJohnson.org) Nunca tuve el honor de hablar con el Dr. Bernard Nathanson. Pero alguien me dijo una vez que él le preguntó al Dr. Nathanson sobre su remordimiento después de realizar miles de abortos. Muchos de nosotros que hemos estado alguna vez en la industria del aborto somos frecuentemente criticados por nuestra “falta de remordimiento” pública. El Dr. Nathanson le explicó a este hombre que si él en realidad se permitiera sentir la profundidad de su arrepentimiento, él no sería capaz de vivir con ese dolor. Yo diría que es bastante exacto para la mayoría de nosotros que alguna vez vivimos y transitamos por los pasillos del mal. No estoy segura que mi corazón soportaría el dolor si realmente yo me permitiera sentir lo que he hecho.
¿Has visto alguna vez uno de esos shows del crimen donde se entrevista a un presidiario que asesinó a alguien? Hace poco vi uno de un hombre que había matado a una mujer joven. Se había convertido al cristianismo mientras estaba en prisión y el remordimiento por la vida que había eliminado era muy evidente. Casi ni podía hablar sobre esa mujer. Fue difícil para él mantener la compostura. Bueno, imagina ese tipo de remordimiento aumentado miles y miles de veces.
Éramos asesinos seriales de la peor especie…matábamos niños.
Luego un día, después de años de vivir en la necedad y el mal, hacemos un giro. Nos tragamos nuestro orgullo y admitimos que estábamos equivocados. Perdemos a nuestros amigos, somos llamados por nuestro nombre, empezamos de nuevo… pero sabemos que vale la pena. No es fácil, pero es lo correcto: nos arrepentimos de nuestro pecado y experimentamos una sensación de paz y alegría que nunca antes ha estado en nuestro corazón… pero hay ruptura también… y un penetrante sentimiento de remordimiento que nunca se irá. Recuerdo haberme preguntado si la ruptura y el arrepentimiento disminuirían alguna vez ¿Podría irse alguna vez? No es así. Es un recordatorio constante de que lo eras y de lo que has hecho. Pero ahora, estoy agradecida por el recordatorio… me mantiene concentrada, apasionada, y, sobre todo, rezando.
Algunos de nosotros continuamos teniendo un trabajo normal, de 9 de la mañana a 5 de la tarde, vivimos nuestras vidas en la intimidad de la familia y de los amigos. Algunos de nosotros vivimos nuestras vidas en público. Sé que estoy llamada a trabajar a tiempo completo en la lucha. Yo no sabía eso en un primer momento, pero Dios me reveló eso a mí en una forma bastante grande… gracias a la aparición en los medios de comunicación de Planned Parenthood. Para aquéllos de nosotros cuyas conversiones son públicas, muchos nos miran como héroes. Pero no lo somos… yo no lo soy ¿Cómo podríamos serlo? Miramos a nuestro alrededor y vemos a personas que han estado luchando en este movimiento desde hace años, ellos son héroes. Nosotros somos criminales. Nos merecemos el castigo, no premios. Nos merecemos ser echados, no ser aceptados. No merecemos el perdón, pero parece que lo conseguimos de cualquier manera.
Todos los días de mi vida, pienso en las mujeres que atendí. Les quité su maternidad, las devalué, rompí su confianza, las traicioné. Cómo me gustaría poder mirar cada uno de sus rostros y decirles cuánto lo siento. Si pudiera restaurar algo de lo tomé de ellas, yo daría mi vida para que esto ocurra. Quiero poder estar allí para secar sus lágrimas cuando lloran por su hijo perdido. Saber que has cometido un terrible error que no puedes corregir es uno de los sentimientos más desesperados en el mundo. Y tan desesperada como me siento, no puedo hacer que esos deseos se hagan realidad. Pero hago lo mejor cada día para compensar a esas mujeres y a sus hijos. Les fallé una vez, pero no voy a hacerlo de nuevo. Sé que ellas no han olvidado a sus hijos, y yo tampoco.
Por las vidas que eliminé, decir “pido perdón” parece hueco
¿Cómo pides perdón por matar a miles de niños y herir a miles de familias? No estoy segura de tener una respuesta. Pero yo pido perdón. Pido perdón a las mujeres que obligué a abortar. Pido perdón a toda mujer que haya tenido un aborto, es posible que nunca escuches esas palabras de la persona que llevó a cabo tu aborto, pero quiero que lo escuches de mí en nombre de ese médico o de quien trabaja en la clínica. Lamento que te hayan traicionado. Pido perdón porque ellos quebrantaron tu espíritu y tu confianza. Pido perdón porque te hicieron daño. Pido perdón porque no tuvieron el coraje de defenderte y darte lo que realmente merecías… la oportunidad de ser una madre para tu hijo. Hemos abusado de ti y te hemos faltado el respeto de la peor manera posible. Pido perdón. Así muchas personas probablemente te decepcionaron… tus amigos, tu familia, tu comunidad de iglesia, tus compañeros de trabajo, tal vez otros. Pido disculpas en nombre de ellos también. Soy culpable de vender el aborto a mi familia, a mis amigos, a mis compañeros de trabajo e inclusive a personas con las que compartía el culto. Tendríamos que haberte defendido a ti y tu hijo. Lamento tanto que te hayamos abandonado de la peor forma posible. Merecías algo mejor que lo que te dimos.
La medida de mi remordimiento, tristeza y dolor es muy profunda. Ni siquiera podría empezar a compartir todo esto contigo en un blog. Ni siquiera estoy segura de ser consciente de la experiencia profunda que estoy atravesando ahora. Pero está ahí… recordándome la vida que una vez tuve y lo duro que debo trabajar ahora.
Yo sólo soy capaz de soportar el dolor de mi pasado con la ayuda de Cristo. No podría hacer nada de esto sin su gracia y su mano firme guiándome todos los días. Él nunca me ha dado más de lo que puedo soportar. Nunca me he sentido abrumada. Veo su amor y compasión por mí todos los días. Es la sensación más increíble de paz y plenitud. No tengo que preguntar si Él está conmigo… Yo sé que Él está guiando cada uno de mis pasos.
Yo soy una gran pecadora. Estoy lejos de ser una perfecta pro-vida. Yo diría que soy una cristiana mediocre. Yo definitivamente no soy la mejor esposa y nadie me ha nominado para “Madre del Año”. Yo siempre fracaso en mi deseo de tener un día perfecto, pero sigo intentando. Supongo que quiero que sepas que estoy trabajando muy duro para hacer las cosas bien. No puedo eliminar el dolor que he causado, pero puedo prometer dedicar mi vida y mi corazón a este movimiento. Yo nunca abandonaré a estos niños. Mi corazón está aquí y está sanando.
Fuente: CaminoCatólico.org