11. Dios ha creado al hombre a su imagen y semejanza[20]: llamándolo a la existencia por amor, lo ha llamado al mismo tiempo al amor.
Dios es amor y vive en sí mismo un misterio de comunión personal de amor. Creándola a su imagen y conservándola continuamente en el ser, Dios inscribe en la humanidad del hombre y de la mujer la vocación y consiguientemente la capacidad y la responsabilidad del amor y de la comunión. El amor es por tanto la vocación fundamental e innata de todo ser humano. ( F.C.)
María, concibió y dio a luz virginalmente al Hijo de Dios, María en cuyo Corazón virginal floreció y sigue floreciendo nuestra vida de hijos de Dios ...
No tuve tiempo de compartírselo mas temprano, sin embargo no podía dejar de subirlo al blog.
Para quien guste verlo y conocer mas sobre la Virgen de la Esperanza
Fiesta: 18 de Diciembre
La imágen de la Virgen que ven en el video es la que veneramos en Argentina.
Nuestra Señora de la O, o de la Virgen de la Esperanza o de la Expectación del Parto, es una festividad genuinamente española, habiendo sido instituida por los Padres del X Concilio de Toledo en el año 656, fijándola ocho días antes de la Natividad de Jesús, el 18 de diciembre. Este nombre, de Nuestra Señora de la O, le viene a María porque las siete estrofas de Vísperas, que preceden a la Navidad, empiezan por "OH", signo de expectativa y esperanza del pueblo de Israel, y especialmente de María, en la llegada de un salvador. Por lo que Virgen de la O es sinónimo de Virgen de la Esperanza.
El nombre de Nuestra Señora de la O, ha sido interpretado más popularmente como aludiendo al estado avanzado de gravidez de la Santísima Virgen, cuyo purísimo vientre se muestra ya redondo como esa vocal a pocos días del alumbramiento del Hijo de Dios.
La esperanza es una virtud que acompaña al pueblo de Israel a lo largo de toda su historia. El pueblo de Dios tenía clara conciencia de su pecado y de que Dios remediaría su situación. El pueblo de Israel, alentado por las enseñanzas de los Patriarcas y Profetas, fue creciendo en la esperanza de que Dios le libraría de todos sus males y pecados enviándoles un salvador. Pero entre todos los hijos de Israel la que más intensamente vivió la esperanza y ansió el cumplimiento de las promesas fue María. Los Santos Padres nos la presentan en oración, absorta en Dios, cuando recibe la visita del arcángel San Gabriel, pidiendo al Altísimo la pronta llegada del Mesías Salvador.
Pero María, por ser madre del Redentor y por voluntad del Padre, se convierte en fuente de esperanza para el nuevo pueblo de Israel. Ella es, pues, la esperanza de nuestra salvación en medio de las dificultades de la vida. Y así, el Vaticano II no duda en proclamarla "Signo de Esperanza", que precede con su luz al pueblo de Dios peregrinante en esta tierra, hasta que llegue el día de Señor.
La Virgen de la Esperanza es por excelencia la patrona de las mujeres embarazadas. Ofrezcamos este día, de modo particular, a todas aquellas mujeres que se hallan embarazadas, para que la Virgen las asista y las proteja y para que sepan cumplir cabalmente con su misión maternal.
Esperando pueda servir de ayuda y para la reflexión les comparto este rico escrito que también he realizado en video para su mejor difusión.
Gracias por su visita.
Dios los bendiga
Laura
Un misterio llamado matrimonio
El matrimonio necesita de nuestro constante compromiso. Es decir, del amor. Amor diario, esforzado, alegre. Ante las dificultades objetivas nuestra actitud de entrega, de pureza y de generosidad serán el ejemplo y el impulso cristiano que necesita el mundo.
Un hombre y una mujer se enamoran, encuentran su unidad, su destino en común. Insisto: un hombre y una mujer. Así ha sido desde el principio de los tiempos, desde que el hombre es hombre y no esta especie de casuística amorfa, de dirección única, en el que algunos lo quieren convertir. El enamoramiento comienza en la mirada, y transforma todo nuestro existir en un acto infinito. Ya nada es lo mismo. El corazón late desbocado. Queremos al otro en cada detalle de su voluntad, en cada gesto, por nimio que sea. Para siempre. No podemos pasar sin él, sin ella. Nos basta con su presencia, con su perfil, con la gracia de su figura, con la elegancia de su nombre. Desde luego que ya nada es lo mismo. Hemos nacido de nuevo. A un amor limpio, que nos impulsa a ser mejores, a entregar nuestra vida. Es un “camino de perfección” que nos devuelve a la alegría, quizá perdida hace tiempo en el laberinto del yo y sus pasiones alucinógenas. Y poco a poco nos vamos desnudando de nuestro capricho y acariciamos la entraña de la felicidad.
El matrimonio es un conocimiento y un convencimiento, una clara vocación por la espeleología del alma, un sacramento que brota del perfume de los cuerpos. Es una ternura inviolable por la que no pasan los años, ni la unción de las arrugas. Es un noviazgo constante, un compromiso que va mucho más allá de la rutina y del cansancio. Nada que ver con la burocracia, el padrón o las fotocopias del libro de familia. Es un ofrecimiento responsable, un milagro que engendra vida. A pesar de los disgustos y de las lágrimas. Hombre y mujer se entregan al sentido del sacrificio, sin exhibicionismos sospechosos, sin amaneramientos extraños. Y sin vacilaciones. Juntos, sin miedo al camino. La condición masculina se complementa con la femenina (y viceversa), en un misterio solemne e inmemorial. Se funden los labios, se consuman las palabras, en un abrazo tan prodigioso como necesario.
Nuestras sociedades necesitan hoy más que nunca del matrimonio -raíz de la familia- si quieren seguir subsistiendo como tales. Si quieren conservar un ápice de cordura, de esperanza para el futuro. Precisamente ahora es cuando virtudes como la fidelidad, el pudor o la sinceridad son más necesarias, adquieren un sentido más poderoso. A pesar del desuso, de las costumbres viciadas, de la tiranía que ejerce a nuestro alrededor la anomalía. El amor cabal de un hombre y de una mujer se basa en la abnegación, y es la fuente desde donde mana la más urgente solidaridad que necesita el mundo. Esto, y no otra cosa, es el matrimonio.
CONSAGRACIÓN DEL MATRIMONIO AL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA
"Oh, Corazón Inmaculado de María, refugio seguro de nosotros pecadores y ancla firme de salvación, a Ti queremos hoy consagrar nuestro matrimonio. En estos tiempos de gran batalla espiritual entre los valores familiares auténticos y la mentalidad permisiva del mundo, te pedimos que Tu, Madre y Maestra, nos muestres el camino verdadero del amor, del compromiso, de la fidelidad, del sacrificio y del servicio. Te pedimos que hoy, al consagrarnos a Ti, nos recibas en tu Corazón, nos refugies en tu manto virginal, nos protejas con tus brazos maternales y nos lleves por camino seguro hacia el Corazón de tu Hijo, Jesús. Tu que eres la Madre de Cristo, te pedimos nos formes y moldees, para que ambos seamos imágenes vivientes de Jesús en nuestra familia, en la Iglesia y en el mundo. Tu que eres Virgen y Madre, derrama sobre nosotros el espíritu de pureza de corazón, de mente y de cuerpo. Tu que eres nuestra Madre espiritual, ayúdanos a crecer en la vida de la gracia y de la santidad, y no permitas que caigamos en pecado mortal o que desperdiciemos las gracias ganadas por tu Hijo en la Cruz. Tu que eres Maestra de las almas, enséñanos a ser dóciles como Tu, para acoger con obediencia y agradecimiento toda la Verdad revelada por Cristo en su Palabra y en la Iglesia. Tu que eres Mediadora de las gracias, se el canal seguro por el cual nosotros recibamos las gracias de conversión, de amor, de paz, de comunicación, de unidad y comprensión. Tu que eres Intercesora ante tu Hijo, mantén tu mirada misericordiosa sobre nosotros, y acércate siempre a tu Hijo, implorando como en Caná, por el milagro del vino que nos hace falta. Tu que eres Corredentora, enséñanos a ser fieles, el uno al otro, en los momentos de sufrimiento y de cruz. Que no busquemos cada uno nuestro propio bienestar, sino el bien del otro. Que nos mantengamos fieles al compromiso adquirido ante Dios, y que los sacrificios y luchas sepamos vivirlos en unión a tu Hijo Crucificado. En virtud de la unión del Inmaculado Corazón de María con el Sagrado Corazón de Jesús, pedimos que nuestro matrimonio sea fortalecido en la unidad, en el amor, en la responsabilidad a nuestros deberes, en la entrega generosa del uno al otro y a los hijos que el Señor nos envíe. Que nuestro hogar sea un santuario doméstico donde oremos juntos y nos comuniquemos con alegría y entusiasmo. Que siempre nuestra relación sea, ante todos, un signo visible del amor y la fidelidad. Te pedimos, Oh Madre, que en virtud de esta consagración, nuestro matrimonio sea protegido de todo mal espiritual, físico o material. Que tu Corazón Inmaculado reine en nuestro hogar para que así Jesucristo sea amado y obedecido en nuestra familia. Qué sostenidos por Su amor y Su gracia nos dispongamos a construir, día a día, la civilización del amor: el Reinado de los Dos Corazones. Amén. -Madre Adela Galindo, Fundadora SCTJM
CONSAGRACIÓN DEL MATRIMONIO A LOS DOS CORAZONES EN SU RENOVACIÓN DE VOTOS
Oh Corazones de Jesús y María, cuya perfecta unidad y comunión ha sido definida como una alianza, término que es también característico del sacramento del matrimonio, por que conlleva una constante reciprocidad en el amor y en la dedicación total del uno al otro. Es la alianza de Sus Corazones la que nos revela la identidad y misión fundamental del matrimonio y la familia: ser una comunidad de amor y vida. Hoy queremos dar gracias a los Corazones de Jesús y María, ante todo, por que en ellos hemos encontrado la realización plena de nuestra vocación matrimonial y por que dentro de Sus Corazones, hemos aprendido las virtudes de la caridad ardiente, de la fidelidad y permanencia, de la abnegación y búsqueda del bien del otro. También damos gracias por que en los Corazones de Jesús y María hemos encontrado nuestro refugio seguro ante los peligros de estos tiempos en que las dos grandes culturas la del egoísmo y de la muerte, quieren ahogar como fuerte diluvio la vida matrimonial y familiar. Hoy deseamos renovar nuestros votos matrimoniales dentro de los Corazones de Jesús y María, para que dentro de sus Corazones permanezcamos siempre unidos en el amor que es mas fuerte que la muerte y en la fidelidad que es capaz de mantenerse firme en los momentos de prueba. Deseamos consagrar los años pasados, para que el Señor reciba como ofrenda de amor todo lo que en ellos ha sido manifestación de amor, de entrega, servicio y sacrificio incondicional. Queremos también ofrecer reparación por lo que no hayamos vivido como expresión sublime de nuestro sacramento. Consagramos el presente, para que sea una oportunidad de gracia y santificación de nuestras vidas personales, de nuestro matrimonio y de la vida de toda nuestra familia. Que sepamos hoy escuchar los designios de los Corazones de Jesús y María, y respondamos con generosidad y prontitud a todo lo que Ellos nos indiquen y deseen hacer con nosotros. Que hoy nos dispongamos, por el fruto de esta consagración a construir la civilización del amor y la vida. Consagramos los años venideros, para que atentos a Sus designios de amor y misericordia, nos dispongamos a vivir cada momento dentro de los Corazones de Jesús y María, manifestando entre nosotros y a los demás, sus virtudes, disposiciones internas y externas. Consagramos todas las alegrías y las tristezas, las pruebas y los gozos, todo ofrecido en reparación y consolación a Sus Corazones. Consagramos toda nuestra familia para que sea un santuario doméstico de los Dos Corazones, en donde se viva en oración, comunión, comunicación, generosidad y fidelidad en el sufrimiento. Que los Corazones de Jesús y María nos protejan de todo mal espiritual, físico o material. Que los Dos Corazones reinen en nuestro matrimonio y en nuestra familia, para que Ellos sean los que dirijan nuestros corazones y vivamos así, cada día, construyendo el reinado de sus Corazones: la civilización del amor y la vida. Amén! Nombre de esposos______________________________ Fecha________________________ -Madre Adela Galindo, Fundadora SCTJM