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miércoles, 25 de enero de 2012

►Es el aborto


Juan Manuel de Prada.

El ser humano tritura a sus propios hijos, como quien parte una nuez con una piedra, o pinta un graffiti en la pared de un vertedero.

Que nuestra época padece una hipertrofia ideológica no creo que sea asunto que requiera mayor explicación. Durante siglos, la esclavitud fue aceptada sin empacho, hasta el extremo de que el funcionamiento mismo de la sociedad era inconcebible sin la existencia de la esclavitud: el orden social y económico, las instituciones jurídicas demandaban hombres esclavizados que garantizasen la prosperidad de los «hombres libres»; sin embargo, aquella sociedad era constitutivamente inhumana. Y para desembarazarse de aquella gangrena que devoraba su humanidad, la sociedad hubo de renunciar a las ventajas de las que disfrutaba, hubo de abolir una serie de instituciones jurídicas que reducían a una porción nada desdeñable de seres humanos a la condición de esclavos.

 Desembarazarse de aquella “gangrena” tan beneficiosa no fue una cuestión sencilla: los hombres que habían aceptado que otros hombres fuesen meras máquinas adiestradas para la obtención de un rédito tuvieron que aprender a mirar, tuvieron que volver a descubrir en ellos su dignidad. Fue un proceso que no sobrevino de la noche a la mañana, sino que se alargó durante miles de años. Si finalmente tal proceso se impuso fue porque la sociedad comprendió que su misma supervivencia dependía de eso.

Como ocurrió durante siglos con la esclavitud, ocurre en nuestra época con el aborto. Se ha impuesto un orden injusto, según el cual las generaciones presentes pueden decidir según su interés sobre las generaciones venideras, del mismo modo que antaño los «hombres libres» decidían sobre los esclavos. Todas las razones ideológicas que se invocan a favor del aborto son a la postre sinrazones humanas, manifestaciones ideológicas enloquecidas mediante las cuales anteponemos nuestro provecho propio sobre ese meollo irrenunciable de humanidad que nos constituye. Pero renunciar a lo que es irrenunciable no se consigue impunemente; exige una degradación de lo humano que conduce a su consunción final. Aceptar socialmente el aborto, arbitrar leyes que lo amparen corrompe nuestra humanidad y funda un orden inhumano. No debemos olvidar que, si bien abortos se perpetraron desde que el mundo es mundo (como, por lo demás, se perpetraron asesinatos o latrocinios), porque está en la naturaleza humana sacar provecho de sus crímenes, fueron las sociedades constituvamente inhumanas que florecieron tras la Primera Guerra Mundial las que otorgaron ufanamente al aborto un reconocimiento legal. La propaganda de nuestra época no se cansa de execrar la perversidad de aquellas sociedades inhumanas; pero tales execraciones no son sino aderezos cosméticos: a la postre, en lo que es constitutivamente humano, las democracias actuales no se distinguen del nazismo o el comunismo, puesto que, al igual que ellos, conciben el aborto como un puro acto de disposición.

La cuestión del aborto es el gran caballo de batalla de nuestro tiempo, como antaño lo fue la esclavitud. Llegará el día en que nuestros hijos se avergüencen de llevar en su sangre el legado de generaciones inhumanas. El aborto no puede combatirse desde postulados ideológicos; hace falta apartarse las anteojeras que estrechan nuestro horizonte humano. El político verdadero, esto es, el hombre que ame la supervivencia de la polis, de la organización humana, tiene que rebelarse contra la gangrena que la está devorando. Es una batalla que tal vez dure mil años, pero entretanto se requieren hombres dispuestos a inmolarse en la primera línea de vanguardia.




►Entrevista con Theresa Burke de las Rachel’s Vineyard Ministries



La fundadora de las Rachel’s Vineyard Ministries, Pennsylvania, un ministerio de retiros de fin de semana curativos tras un aborto, nos habla de la relación entre la mujer y su hijo no nacido y el nexo existente entre aborto y depresión.

-¿Cuál es la naturaleza de la relación psicológica entre una mujer y su hijo no nacido según se desarrolla su embarazo?

Burke: El embarazo no es una enfermedad. Es un acontecimiento natural que ha tenido lugar durante miles de años, en cada generación.

Los cuerpos de las mujeres están programados de modo instintivo para nutrir y sostener la vida. La relación psicológica entre la madre y su hijo no nacido es puesta en funcionamiento por cambios físicos y hormonales, pero también por un sistema de apoyo a la mujer y por una cultura.

Para la mayoría de las mujeres, el primer trimestre es una época de anticipación y entusiasmo por el embarazo, o de cólera y miedo si se trata de un embarazo no planeado.

Son comunes las sensaciones ambivalentes: la madre se maravilla del hecho misterioso de que su cuerpo sea capaz de producir vida; con todo, también puede sentirse abrumada por la responsabilidad de cuidar a otro ser humano.

Conforme el embarazo avanza, la madre puede tener tanto sensaciones positivas como negativas sobre los cambios en la forma de su cuerpo. El tercer trimestre puede incluir ansiedad sobre el nacimiento; preocupaciones por la salud de su bebé; preocupaciones sobre cómo se adaptará su pareja al nuevo miembro de la familia, así como preocupaciones económicas.

Al mismo tiempo, la mujer siente excitación y anticipación por el nacimiento próximo de su bebé y por el comienzo de una fase completamente nueva en su vida.

En el momento del nacimiento, cuando se coloca al niño en los brazo de su madre, el misterio, la maravilla, todo, culmina en un poderoso proceso de vinculación porque la madre da la bienvenida al mundo a una vida nueva y preciosa.

Podríamos decir que las mujeres también necesitan cada uno de los nueve meses de embarazo para emprender el proceso emocional y psicológico que acompaña a la maternidad. Juntos, madre e hijo pasan a través de una transformación de desarrollo dramática y rápida.

-¿Qué papel desempeñan otros factores, especialmente las presiones de las familias y de los novios, más los problemas económicos, en la decisión de abortar de una mujer?

-Burke: Cuando consideramos la retórica de la opción, podemos preguntarnos de modo más honesto: ¿de qué elección se trata?

Una investigación reciente indica que en el 95% de los casos la pareja masculina desempeña un papel fundamental en la decisión de abortar.

Otros estudios, como el informe de julio de 2005 de la Post Abortion Review del Elliot Institute, revelan que más del 80% de las mujeres daría a luz si tuvieran apoyo.

Un antiguo guardia de seguridad en una clínica abortiva testificó en Massachussets que las mujeres normalmente eran amenazadas o sufrían abusos de los hombres que las llevaban a las clínicas.

Demasiado a menudo, el aborto es la elección de otra persona y escuchamos que la mayoría de las mujeres dicen que no les quedaba otra opción sino abortar.

De hecho, el asesinato es la principal causa de muerte entre las mujeres embarazadas. Los hombres condenados por el asesinato de sus compañeras embarazadas citaban el no querer pagar el sostenimiento del niño como motivo primario.

Estas terribles estadísticas nacionales indican claramente que hay un alto nivel de coacción que conduce a las mujeres a abortos no queridos.

Sin un apoyo sólido del padre de su bebé o de su propia familia, muchas madres temen no tener recursos que proporcionar a su hijo. Dados los índices de pobreza en los progenitores solteros y los desafíos a los que se enfrenta, éste es un verdadero problema.

En demasiados casos, detrás de cada mujer que ha tenido un aborto se puede encontrar la presencia de personas que está muy implicadas en su «elección» y a menudo manipulan de forma persuasiva.

Estos pueden ser los padres de una joven que la amenazan con retirarle su amor o incluso con echarla de casa si no aborta; el profesional de salud mental o sanitario que utiliza el poder de su posición para hacer que el aborto parezca la decisión racional, madura y la única que tiene sentido dadas sus circunstancias.

Esto es especialmente problemático cuando hay indicios de algún problema de salud en el niño no nacido. En estos casos la presión para abortar suele ser realmente dura.

Para las mujeres que hacen frente a graves deformidades fetales, el 95% de aquellas a las que se les da acogida prenatal elegirán esta forma de apoyo como el hecho más humano y emocionalmente más deseable. Esto evita la pena añadida que traen consigo los abortos en una etapa avanzada, que resulta una experiencia horrorosa tanto para la madre como para el bebé.

-¿Qué ocurre con la relación psicológica cuando una mujer aborta? ¿Y hay diferencias con los efectos de un aborto espontáneo?

-Burke: Cuando una madre es desconectada de su hijo de modo precipitado y violento, hay un trauma natural. Ella experimenta una muerte no natural.

En muchos casos, ella viola su ética moral y sus instintos naturales. Se da un golpe terrible a su imagen de «madre» que nutre, protege y sostiene la vida.

He aconsejado a millares de mujeres cuyas vidas se habían roto con el trauma del aborto, que experimentaron como un procedimiento cruel y degradante. Hay pena, tristeza, angustia, culpabilidad, vergüenza y cólera.

Han aprendido a callarse a sí mismas con el alcohol y las drogas, o a dominar su trauma a través de repetírselo. Algunas renuevan el dolor de su aborto a través de la promiscuidad y de volver a abortar, atrapadas en ciclos traumáticos de abandono y rechazo.

Otras rellenan sus sentimientos a través de desórdenes alimentarios, ataques de pánico, depresión mental, ansiedad e ideas de suicidio. Algunas han sufrido daños físicos y reproductivos permanentes que las hacen incapaces de tener hijos en el futuro.

El aborto es una experiencia de muerte. Es el fallecimiento del potencial humano, de la relación, de la responsabilidad, del apego maternal, de la conectividad y de la inocencia. Tal pérdida raramente se experimenta sin conflicto y ambivalencia.

Seríamos cortos de mente si pensáramos que puede realizarse sin complicaciones. En mi libro «Forbiden Grief: The Unspoken Pain of Abortion» (Olvidar la Pena: El Dolor no Expresado del Aborto), con David C. Reardon, invitamos al lector al corazón íntimo de las experiencia humana, al lugar donde el debate del aborto rara vez penetra.

Cuando se ponen delante las polémicas, las marchas, las políticas de libertad y derechos, hay aspectos emocionales del aborto que desafían las palabras.

La agonía psicológica y espiritual del aborto es silenciada por la sociedad, ignorada por los medios, rechazada por los profesionales de la salud mental, y despreciada por el movimiento de mujeres.

El trauma post-aborto es una enfermedad grave y devastadora, que no tiene ningún portavoz famoso, ni una película para la televisión, ni ningún show televisivo que sirva de plataforma para hablarlo.

El aborto toca tres temas centrales del propio concepto de mujer: su sexualidad, moralidad e identidad maternal. También implica la pérdida de un hijo, o al menos la pérdida de una oportunidad de tener un hijo. En cualquier caso, esta pérdida debe enfrentarse, procesarse, llorarse.

En un aborto natural, la madre también sufre la pérdida de un hijo. La diferencia está en el nivel de culpabilidad y vergüenza que experimentan las mujeres después de haber abortado por una decisión deliberada y consciente de acabar con la vida; contra un aborto natural, que ocurre debido a causas naturales.

Con el aborto, su pérdida es un secreto. No hay apoyo ni consuelo social de los amigos o de la familia.

Es importante observa que hay también un alto incremento de los abortos naturales tras un aborto provocado. Cuando una mujer pierde a un hijo querido por la experiencia de un aborto, las mujeres frecuentemente hablando de una culpa y depresión complejas, porque creen que su aborto natural es un castigo.

-¿Cuáles son los riesgos de depresión que surgen de la culpabilidad por un aborto?

-Burke: Puesto que el aborto es legal, se presume que debería ser seguro. De hecho, suele identificarse como un «derecho» de la mujer.

Se supone que este derecho, o privilegio, libera a las mujeres de la carga de los embarazos no queridos. Se supone que les proporciona alivio, no pena ni depresión.

Uno de los grandes problemas es que cuando las mujeres se ven asaltadas por sus propias reacciones naturales ante la pérdida, no entienden qué es lo que va mal.

Muchas mujeres van a tratamiento para la depresión, la ansiedad, o las adicciones, pero simplemente no comprenden las raíces de su enfermedad. En muchos casos son narcotizadas y se les da un diagnóstico pero nunca se les pone en el camino de la curación y la recuperación.

El recuerdo y los sentimientos sin resolver sobre el aborto se convierten en fuentes de presión que pueden surgir.

►Aborto progresista





Un excelente artículo que reúne todos mis pensamientos.
Tantas veces he quedado anonadada ante personas que me dicen; -"como podés ver fotos de fetos abortados", o -"yo no podría ver eso", o peor aún -"uno tiene que mirar cosas que le hacen bien", o "ese tema a mi me no me gusta". Muero de dolor, y debo contener mis labios o de lo contrario me tildan de intolerante... dicen que no se convivir en sociedad porque no acepto que otros piensen diferente. Si asi fuera no me perturbaría la matanza indiscriminada de inocentes. Cuanta hipocresía, vi dejar morir bebés en un centro de neonatología porque "total ya se va a morir", (los médicos tienen que dormir) Nos dicen que hay cosas que no pueden decirse, porque total la gente "no las cree", es cierto, que lamentable, hasta que les toca en carne propia sentir la desidia de la sociedad y del estado. 
Dios los bendiga
Laura


Por Juan Manuel de Prada

Más execrable que el crimen del aborto me resulta la anuencia sorda, la complicidad cetrina de una sociedad que lo acepta como un mal menor, o incluso como un remedio benéfico. Una sociedad capaz de convivir silenciosamente con su oprobio es una sociedad enferma; si, además, ese oprobio se erige en mercancía de chalaneo electoral, quizá debamos preguntarnos si esa sociedad no está demandando una autopsia urgente. Vuelvo a referirme al aborto, esa incalculable abyección moral, desoyendo los consejos de mis editores, agentes y demás promotores de mi carrera literaria, que me solicitan que calle y me lave las manos, para no crearme rencillas y animadversiones. Cuando me adjudicaron el premio Planeta, varias revistas culturales propagaron mi beligerancia contra el aborto y solicitaron a sus lectores que no compraran los libros de alguien que se atrevía a pronunciar tamaña inconveniencia. Al parecer, denunciar la condición criminal del aborto constituye un síntoma de adhesión a la «derecha ultramontana»; lo progresista es acatar la barbarie, bendecirla o al menos transigir pudorosamente con ella, como si la barbarie fuese algo que no nos atañe, como si el aire que respiramos no estuviese infectado con sus miasmas.

Yo quisiera que alguien me explicase con argumentos morales por qué condenar el aborto constituye un ademán reaccionario. Y que me explicara también por qué la defensa de la muerte, la impía negación del futuro constituye una muestra de progreso. Si el progreso del hombre se ha cimentado sobre el respeto a la vida, sobre su indeclinable protección, sobre su condición de bien jurídico máximo e intangible, ¿por qué estas consideraciones se soslayan cuando nos enfrentamos al aborto? ¿Qué extraño estado de excepción justifica la abolición de esos ideales de progreso? Uno sigue pensando que el progresismo se resume en la vindicación de la vida. Ni siquiera haría falta aludir a un sentido trascendente de la vida para condenar el aborto; la mera biología nos enseña que la célula resultante de la concepción incorpora combinaciones genéticas propias. Causa espanto (y explica la índole hipócrita de nuestra enfermedad) comprobar cómo la misma sociedad que se subleva porque unos quintos arrojan una cabra desde un campanario calla sórdidamente ante el exterminio discreto de tanta vida inerme. Y causan espanto los circunloquios de cinismo que se emplean para mitigar la repugnancia de este exterminio, como esos estrafalarios «sistemas de plazos» que pretenden establecer la licitud o ilicitud del aborto dependiendo de las semanas de gestación, como si el mayor o menor tamaño del embrión delimitase diversos rangos de crimen; como si matar a un enano fuese más o menos delictivo que matar a un señor talludito. ¿No sería más progresista destinar partidas de dinero público a las mujeres que se han quedado embarazadas y no pueden acometer los gastos de crianza de su vástago? ¿No sería más progresista socorrer a las familias que no pueden hacerse cargo de una familia numerosa? ¿No sería más progresista castigar el egoísmo de las familias que sí pueden hacerse cargo pero prefieren la solución desinfectante del quirófano? ¿No sería más progresista alentar la creación de orfanatos regidos por la humanidad y el esmero educativo? Pero hemos conseguido entre todos que el progreso y el compromiso consistan en adoptar niños de Colombia, o de Groenlandia, para acallar nuestra mala conciencia. Resulta una paradoja hiriente, amén de repulsiva, que precisamente hoy, cuando la solidaridad de lejanías se ha convertido en moneda de curso corriente y en certificado de progresismo postizo, hayamos transigido con el aborto. Y, sobre todo, resulta infrahumano, tan infrahumano como caminar a cuatro patas.

ABC, 5 de febrero de 2004
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♥Consagración a la Virgen María

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CONSAGRACIÓN DEL MATRIMONIO AL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA

CONSAGRACIÓN DEL MATRIMONIO AL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA
"Oh, Corazón Inmaculado de María, refugio seguro de nosotros pecadores y ancla firme de salvación, a Ti queremos hoy consagrar nuestro matrimonio. En estos tiempos de gran batalla espiritual entre los valores familiares auténticos y la mentalidad permisiva del mundo, te pedimos que Tu, Madre y Maestra, nos muestres el camino verdadero del amor, del compromiso, de la fidelidad, del sacrificio y del servicio. Te pedimos que hoy, al consagrarnos a Ti, nos recibas en tu Corazón, nos refugies en tu manto virginal, nos protejas con tus brazos maternales y nos lleves por camino seguro hacia el Corazón de tu Hijo, Jesús. Tu que eres la Madre de Cristo, te pedimos nos formes y moldees, para que ambos seamos imágenes vivientes de Jesús en nuestra familia, en la Iglesia y en el mundo. Tu que eres Virgen y Madre, derrama sobre nosotros el espíritu de pureza de corazón, de mente y de cuerpo. Tu que eres nuestra Madre espiritual, ayúdanos a crecer en la vida de la gracia y de la santidad, y no permitas que caigamos en pecado mortal o que desperdiciemos las gracias ganadas por tu Hijo en la Cruz. Tu que eres Maestra de las almas, enséñanos a ser dóciles como Tu, para acoger con obediencia y agradecimiento toda la Verdad revelada por Cristo en su Palabra y en la Iglesia. Tu que eres Mediadora de las gracias, se el canal seguro por el cual nosotros recibamos las gracias de conversión, de amor, de paz, de comunicación, de unidad y comprensión. Tu que eres Intercesora ante tu Hijo, mantén tu mirada misericordiosa sobre nosotros, y acércate siempre a tu Hijo, implorando como en Caná, por el milagro del vino que nos hace falta. Tu que eres Corredentora, enséñanos a ser fieles, el uno al otro, en los momentos de sufrimiento y de cruz. Que no busquemos cada uno nuestro propio bienestar, sino el bien del otro. Que nos mantengamos fieles al compromiso adquirido ante Dios, y que los sacrificios y luchas sepamos vivirlos en unión a tu Hijo Crucificado. En virtud de la unión del Inmaculado Corazón de María con el Sagrado Corazón de Jesús, pedimos que nuestro matrimonio sea fortalecido en la unidad, en el amor, en la responsabilidad a nuestros deberes, en la entrega generosa del uno al otro y a los hijos que el Señor nos envíe. Que nuestro hogar sea un santuario doméstico donde oremos juntos y nos comuniquemos con alegría y entusiasmo. Que siempre nuestra relación sea, ante todos, un signo visible del amor y la fidelidad. Te pedimos, Oh Madre, que en virtud de esta consagración, nuestro matrimonio sea protegido de todo mal espiritual, físico o material. Que tu Corazón Inmaculado reine en nuestro hogar para que así Jesucristo sea amado y obedecido en nuestra familia. Qué sostenidos por Su amor y Su gracia nos dispongamos a construir, día a día, la civilización del amor: el Reinado de los Dos Corazones. Amén. -Madre Adela Galindo, Fundadora SCTJM

CONSAGRACIÓN DEL MATRIMONIO A LOS DOS CORAZONES EN SU RENOVACIÓN DE VOTOS

CONSAGRACIÓN DEL MATRIMONIO A LOS DOS CORAZONES EN SU RENOVACIÓN DE VOTOS
Oh Corazones de Jesús y María, cuya perfecta unidad y comunión ha sido definida como una alianza, término que es también característico del sacramento del matrimonio, por que conlleva una constante reciprocidad en el amor y en la dedicación total del uno al otro. Es la alianza de Sus Corazones la que nos revela la identidad y misión fundamental del matrimonio y la familia: ser una comunidad de amor y vida. Hoy queremos dar gracias a los Corazones de Jesús y María, ante todo, por que en ellos hemos encontrado la realización plena de nuestra vocación matrimonial y por que dentro de Sus Corazones, hemos aprendido las virtudes de la caridad ardiente, de la fidelidad y permanencia, de la abnegación y búsqueda del bien del otro. También damos gracias por que en los Corazones de Jesús y María hemos encontrado nuestro refugio seguro ante los peligros de estos tiempos en que las dos grandes culturas la del egoísmo y de la muerte, quieren ahogar como fuerte diluvio la vida matrimonial y familiar. Hoy deseamos renovar nuestros votos matrimoniales dentro de los Corazones de Jesús y María, para que dentro de sus Corazones permanezcamos siempre unidos en el amor que es mas fuerte que la muerte y en la fidelidad que es capaz de mantenerse firme en los momentos de prueba. Deseamos consagrar los años pasados, para que el Señor reciba como ofrenda de amor todo lo que en ellos ha sido manifestación de amor, de entrega, servicio y sacrificio incondicional. Queremos también ofrecer reparación por lo que no hayamos vivido como expresión sublime de nuestro sacramento. Consagramos el presente, para que sea una oportunidad de gracia y santificación de nuestras vidas personales, de nuestro matrimonio y de la vida de toda nuestra familia. Que sepamos hoy escuchar los designios de los Corazones de Jesús y María, y respondamos con generosidad y prontitud a todo lo que Ellos nos indiquen y deseen hacer con nosotros. Que hoy nos dispongamos, por el fruto de esta consagración a construir la civilización del amor y la vida. Consagramos los años venideros, para que atentos a Sus designios de amor y misericordia, nos dispongamos a vivir cada momento dentro de los Corazones de Jesús y María, manifestando entre nosotros y a los demás, sus virtudes, disposiciones internas y externas. Consagramos todas las alegrías y las tristezas, las pruebas y los gozos, todo ofrecido en reparación y consolación a Sus Corazones. Consagramos toda nuestra familia para que sea un santuario doméstico de los Dos Corazones, en donde se viva en oración, comunión, comunicación, generosidad y fidelidad en el sufrimiento. Que los Corazones de Jesús y María nos protejan de todo mal espiritual, físico o material. Que los Dos Corazones reinen en nuestro matrimonio y en nuestra familia, para que Ellos sean los que dirijan nuestros corazones y vivamos así, cada día, construyendo el reinado de sus Corazones: la civilización del amor y la vida. Amén! Nombre de esposos______________________________ Fecha________________________ -Madre Adela Galindo, Fundadora SCTJM

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