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miércoles, 1 de febrero de 2012

►Educar el corazón



Los sentimientos se forman de un modo especial durante la niñez. Aprender a amar se aprende desde niños, y los principales maestros son los padres, como se señala en este texto editorial sobre la familia.

La educación es un derecho y un deber de los padres que prolonga, de algún modo, la generación; se puede decir que el hijo, en cuanto persona, es el fin primario al que tiende el amor de los esposos en Dios. La educación aparece así como la continuación del amor que ha traído a la vida al hijo, donde los padres buscan darle los recursos para que pueda ser feliz, capaz de asumir su lugar en el mundo con garbo humano y sobrenatural.

Los padres cristianos ven en cada hijo una muestra de la confianza de Dios, y educarlos bien es –como decía San Josemaría– el mejor negocio; un negocio que comienza en la concepción y da sus primeros pasos en la educación de los sentimientos, de la afectividad. Si los padres se aman y ven en el hijo la culminación de su entrega, lo educarán en el amor y para amar; dicho de otro modo: corresponde a los padres primariamente educar la afectividad de los hijos, normalizar sus afectos, lograr que sean niños serenos. 

Los sentimientos se forman de un modo especial durante la niñez. Después, en la adolescencia, pueden producirse las crisis afectivas, y los padres han de colaborar para que los hijos las solucionen. Si de niños han sido criados apacibles, estables, superarán con más facilidad esos momentos difíciles. Además, el equilibrio emocional favorece el crecimiento de los hábitos de la inteligencia y la voluntad; sin armonía afectiva, es más difícil el desarrollo del espíritu.

Lógicamente, una condición imprescindible para edificar una buena base sentimental-afectiva es que los mismos padres traten de perfeccionar su propia estabilidad emocional. ¿Cómo? Mejorando la convivencia familiar, cuidando su unión, demostrando –con prudencia– su amor mutuo delante de los hijos. Sin embargo, a veces uno se inclina a pensar que los afectos o los sentimientos desbordan el ámbito educativo familiar; quizá porque parece que son algo que sucede, que escapan a nuestro control y no podemos cambiar. Incluso se llega a verlos desde una perspectiva negativa; pues el pecado ha desordenado las pasiones, y éstas dificultan el obrar racionalmente.



EN EL ORIGEN DE LA PERSONALIDAD



Esta actitud pasiva o hasta negativa, presente en muchas religiones y tradiciones morales, contrasta fuertemente con las palabras que Dios dirigió al profeta Ezequiel: les daré un corazón de carne, para que sigan mis preceptos, guarden mis leyes y las cumplan[1]. Tener un corazón de carne, un corazón capaz de amar, se presenta como una realidad creada para seguir la voluntad divina: las pasiones desordenadas no serían tanto un fruto del exceso de corazón como la consecuencia de poseer un mal corazón, que debe ser sanado. Así lo confirmó Jesucristo: el hombre bueno del buen tesoro de su corazón saca lo bueno, y el malo de su mal saca lo malo: porque de la abundancia del corazón habla su boca[2]. Del corazón salen las cosas que hacen impuro al hombre[3], pero también todas las buenas. 

El hombre necesita de los afectos, pues son un poderoso motor para la acción. Cada uno tiende hacia lo que le gusta, y la educación consiste en ayudar a que coincida con el bien de la persona. Cabe comportarse de modo noble y con pasión: ¿qué hay más natural que el amor de una madre por su hijo?, ¡y cómo empuja ese cariño a tantos actos de sacrificio, llevados con alegría!.Y, ante una realidad que resulta, por cualquier motivo, desagradable, ¡cuánto más fácil es rehuirla!: en un determinado momento, percibir la “fealdad” de una acción mala puede ser un motivo más fuerte para no cometerla que miles de razonamientos.

Evidentemente, esto no debe confundirse con una visión sentimentalista de la moralidad. No se trata de que la vida ética y el trato con Dios deban abandonarse a los sentimientos. Como siempre, el modelo es Cristo: en Él, perfecto Hombre, vemos cómo afectos y pasiones cooperan al recto obrar: Jesús se conmueve ante la realidad de la muerte, y obra milagros; en Getsemaní, encontramos la fuerza de una oración que da cauce a vivísimos sentimientos; incluso le invade la pasión de la ira –buena aquí–, cuando restituye al Templo su dignidad[4]. Cuando se desea de verdad algo, es normal que el hombre se apasione. Por el contrario, resulta poco agradable ver a alguien hacer las cosas por cumplir, con desgana, sin poner el corazón en ellas. Pero esto no significa dejarse arrastrar por los afectos: si bien lo primero es poner la cabeza en lo que se hace, el sentimiento da cordialidad a la razón, hace que lo bueno sea agradable; la razón –por su parte– proporciona luz, armonía y unidad a los sentimientos.



FACILITAR LA PURIFICACIÓN DEL CORAZÓN



En la constitución del hombre, las pasiones tienen como fin facilitar la acción voluntaria, más que difuminarla o dificultarla. «La perfección moral consiste en que el hombre no sea movido al bien sólo por su voluntad, sino también por su apetito sensible según estas palabras del salmo: “Mi corazón y mi carne gritan de alegría hacia el Dios vivo” (Sal 84,3)»[5]. Por eso, no es conveniente querer suprimir o “controlar” las pasiones, como si fueran algo malo o rechazable. Aunque el pecado original las haya desordenado, no las ha desnaturalizado, ni las ha corrompido de un modo absoluto e irreparable. Cabe orientar de modo positivo la emotividad, dirigiéndola hacia los bienes verdaderos: el amor a Dios y a los demás. De ahí que los educadores, en primer lugar los padres, deban buscar que el educando, en la medida de lo posible, disfrute haciendo el bien. 

Formar la afectividad requiere, en primer lugar, facilitar a los hijos que se conozcan, y que sientan, de un modo proporcionado a la realidad que ha despertado su sensibilidad. Se trata de ayudar a superar, a trascender, aquel afecto hasta ver en su justa medida la causa que lo ha provocado. Quizá el resultado de esa reflexión será el intento de influir positivamente para modificar tal causa; en otras ocasiones –la muerte de un ser querido, una enfermedad grave–, la realidad no se podrá cambiar y será el momento de enseñar a aceptar los acontecimientos como venidos de la mano de Dios, que nos quiere como un Padre a su hijo. Otras veces, a raíz de un enfado, de una reacción de miedo, o de una antipatía, el padre o la madre pueden hablar con los hijos, ayudándoles a que entiendan –en la medida de lo posible– el porqué de esa sensación, de modo que puedan superarla; así se conocerán mejor a sí mismos y serán más capaces de poner en su lugar el mundo de los afectos.

Además, los educadores pueden preparar al niño o al joven para que reconozca –en ellos mismos y en los demás– un determinado sentimiento. Cabe crear situaciones, como son las historias de la literatura o del cine, a través de las cuales es posible aprender a dar respuestas afectivas proporcionadas, que colaboran a modelar el mundo emocional del hombre. Un relato interpela a quien lo ve, lee o escucha, y mueve sus sentimientos en una determinada dirección, y le acostumbra a un determinado modo de mirar la realidad. Dependiendo de la edad –en este sentido, la influencia puede ser mayor cuanto más pequeño sea el niño–, una historia de aventuras, o de suspense, o bien un relato romántico, pueden contribuir a reforzar los sentimientos adecuados ante situaciones que objetivamente los merecen: indignación frente la injusticia, compasión por los desvalidos, admiración respecto al sacrificio, amor delante de la belleza. Contribuirá, además, a fomentar el deseo de poseer esos sentimientos, porque son hermosos, fuentes de perfección y nobleza.


martes, 31 de enero de 2012

►Son cada vez más fuertes los ataques contra la familia





Juan Pablo II
19 diciembre 2004 (ZENIT.org)

«Por desgracia los ataques al matrimonio y a la familia se hacen cada día más fuertes y radicales, tanto desde el punto de vista ideológico como normativo», constató el Santo Padre, quien recordó que «quien destruye este tejido fundamental de la convivencia humana provoca una herida profunda a la sociedad y daños con frecuencia irreparables». 

«El intento de reducir la familia a una experiencia afectiva privada, socialmente irrelevante; de confundir los derechos individuales con los propios del núcleo familiar constituido sobre el vínculo del matrimonio; de equiparar las convivencias a las uniones matrimoniales; de aceptar, y en algunos casos favorecer, la supresión de vidas humanas inocentes con el aborto voluntario; de alterar los procesos naturales de la procreación de los hijos introduciendo formas artificiales de fecundación, son sólo algunos de los ámbitos en los que es evidente la subversión que tiene lugar en la sociedad». 

«No puede derivarse un progreso civil de la devaluación social del matrimonio y de la perdida de respeto por la dignidad inviolable de la vida humana. Lo que se presenta como progreso de civilización o conquista científica, en muchos casos, es de hecho una derrota para la dignidad humana y para la sociedad». 

«La verdad del hombre, su llamada desde la concepción a ser acogido con amor y en el amor, no puede sacrificarse al dominio de las tecnologías y a la prevaricación de los deseos sobre los derechos auténticos. El legítimo deseo de tener un hijo o a la salud no puede transformarse en un derecho incondicional capaz de justificar la eliminación de otras vidas humanas»

«La ciencia y las tecnologías están verdaderamente al servicio del hombre sólo cuando tutelan y promueven a todos los sujetos humanos involucrados en el proceso de procreación»

«Las asociaciones católicas, junto a todos los hombres de buena voluntad que creen en los valores de la familia y de la vida no pueden ceder a las presiones de una cultura que amenaza los fundamentos mismos del respeto de la vida y de la promoción de la familia» 

El Papa calificó los Foros de las Asociaciones Familias como una de «las formas de movilización» necesarias, que él mismo ya había alentado en su exhortación apostólica «Familiaris consortio» (22 de noviembre de 1981) « para que las familias crezcan en la conciencia de ser "protagonistas" de la "política familiar" y se asuman la responsabilidad de transformar la sociedad». 

En esta labor, el Papa les dejó como brújula de acción la «Carta de los derechos de la familia» publicada por el Consejo Pontificio de la Familia el 22 de octubre de 1983. 

Zenit, ZS04121908

►ABOLIR A LA FAMILIA


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por Elida Z. Solórzano, Nicaragua

“Abolir a la familia” es una frase tomada del Manifiesto Comunista de Karl Marx y Frederick Engels. Hoy esta consigna se ha convertido en la principal agenda de la izquierda internacional en contubernio con el feminismo radical de género y con poderosas organizaciones que buscan controlar la población. Esta conspiración se está llevando a cabo muy sutilmente bajo un disfraz de derechos humanos, de la igualdad de la mujer y de los derechos de los niños.

Mis lectores saben que desde 1995 vengo denunciando la ideología feminista de “género”, la cual está basada en una nueva interpretación de los ideales de Marx. Se ha retomado la visión comunista de que toda la historia es una lucha de clases pero lo que se está fomentando ahora es la lucha de clases entre los géneros “opresores y oprimidos”: El hombre contra la mujer. Esta es una batalla que solo se resolverá cuando los oprimidos se percaten de su situación. De allí, el fomento del odio contra los hombres. Se necesitará imponer cambios y establecer nuevas leyes y medidas coercitivas a favor de los oprimidos. Ejemplos de esas medidas serían: aborto para las mujeres, niños libres de la tutela de sus padres, matrimonios homosexuales legales, educación con “enfoque de género”, cuotas de género 50/50 en las empresas, gobiernos feministas, entre otros. Por medio de estos cambios se pretende destruir a la familia y “deconstuir” a la sociedad para que libre de clases y de conflictos emerja la nueva utopía. 

La unión entre el marxismo y la ideología de género ha quedado en evidencia en el libro “El Origen de la Familia, la Propiedad y el Estado” de Engels en el que se señala que: “El primer antagonismo de clases coincide con el desarrollo del antagonismo entre el hombre y la mujer unidos en matrimonio monógamo, y la primera opresión de una clase por la otra, con la del sexo femenino por el masculino.” Las feministas de género coinciden plenamente con Marx y Engels en la concepción errada de que la familia es la fuente principal de opresión para la mujer y que la maternidad es una gran carga de la cual se le debe liberar. 

Marx declaraba que los medios de “producción y reproducción”, lenguaje que se quiere copiar ahora en leyes y políticas, deben ser arrebatados de las manos del opresor y ser restaurados al oprimido. Que el sistema de clases desaparecería cuando se eliminara la propiedad privada, la familia encabezada por un padre, cuando se estableciera el libertinaje sexual, se facilitara el divorcio unilateral, se aceptara la ilegitimidad, se le otorgaran a las mujeres derechos reproductivos que incluyeran el aborto, se forzara la entrada de la mujer al mercado laboral, se colectivizaran las tareas domésticas, se colocaran a los niños en guarderías del estado libres de la autoridad de sus padres y se eliminara la religión. Todo esto intentaron llevarlo a cabo las primeras dictaduras comunistas. Sin embargo, se vieron forzados a retroceder en los ataques a la familia debido al repudio de la población y tuvieron que concentrarse en la socialización industrial y económica.

Las feministas radicales de género siempre han reclamado a los líderes comunistas que el fracaso del marxismo se debió a que no abolieron a la familia. En su libro “La Dialéctica del Sexo”, la famosa feminista Shulamith Firestone expresa lo siguiente: “El colapso de la revolución comunista en Rusia se debió al fracaso en destruir a la familia, que es la verdadera causa de la opresión sicológica, económica y política. ‘Mamá’ es una institución sin la cual el sistema se destruiría. Entonces ‘Mamá’ debe ser destruida para ser sustituida por una ‘feminista socialista’ que acabaría con la explotación capitalista.” 

Según las feministas, el género implica clase y toda clase presupone desigualdad. Para eliminar esta desigualdad se han inventado una teoría que dice que el género, al contrario del sexo, no es definido biológicamente, sino que es una construcción social o cultural, es decir, que es aprendido y por la misma razón puede cambiarse. Esto quiere decir que una persona con sexo masculino puede adoptar a su antojo un género femenino y viceversa: hombres femeninos y mujeres masculinas. Se aprende a ser hombre o mujer, no se nace, tal como lo expresó la existencialista bisexual Simone de Beauvoir. Además, los ideólogos de género dicen que la atracción heterosexual también es aprendida y que el instinto materno no existe. Tristemente, muchos están apoyando hoy en día esta teoría sin detenerse a analizar que es un soberano disparate y que contiene una agenda antifamilia muy peligrosa. 

Esta aberrante ideología se está infiltrando en el mundo entero. En muchos países subdesarrollados como Nicaragua se está imponiendo la agenda de género por organismos internacionales izquierdistas, que promueven la práctica del aborto y de la homosexualidad para obtener la reducción de nuestras poblaciones. Estos organismos condicionan la ayuda financiera a los gobiernos y subvencionan con grandes sumas de dinero a los ONG feministas.

En Nicaragua ya estamos observando cómo ha avanzado “el enfoque de género” y cómo se está atacando a la familia: El indoctrinamiento en género lo vemos en el Plan Nacional de Educación en el cual actualmente aparece el enfoque de género como eje transversal. La figura del aborto terapéutico aparece en el proyecto del nuevo código penal. La homosexualidad legalizada la encontramos en el proyecto del nuevo código penal. Incorporar familias y matrimonios homosexuales está en la propuesta de código de familia. La pérdida del derecho de la autoridad de los padres sobre sus hijos está en la propuesta de código de familia y propuesta de ley de igualdad de oportunidades. Encontramos medidas coercitivas contra la empresa privada y contra la democracia en las propuestas de cuotas 50/50 entre otras en la ley de igualdad de oportunidad y la política para esa ley que ya el INIM está elaborando con financiamiento del FNUAP (UNFPA) y el gobierno canadiense. Restricciones a los medios de comunicación y a las agencias de publicidad, lo encontramos en la propuesta de ley de igualdad de oportunidades. Encontramos “derechos sexuales y reproductivos” que podrían incluir el aborto y la promoción de la homosexualidad u otras inclinaciones sexuales en la propuesta de ley de igualdad de oportunidades y la ley de la juventud. La imposición de un mini gobierno feminista elegido por feministas radicales, dentro del gobierno elegido por el pueblo, con injerencia en todas las instancias del gobierno en la propuesta de ley de igualdad de oportunidades. La pérdida de la soberanía de Nicaragua en el Protocolo Facultativo de CEDAW y en la ratificación de la Corte Penal Internacional que se está empujando por Naciones Unidas y sus agencias. Y hay más.

No cabe la menor duda que los nicaragüenses no aprobamos esta ideología nefasta para la familia pero todos tenemos que ayudar a detenerla. No podemos seguir permitiendo que se use una terminología indefinida metida dentro de medias verdades que realmente amenazan a la familia y la sociedad. Es importantísimo influenciar sobre nuestros políticos para que detengan el avance del “enfoque de género” aunque nos llamen “machistas” o “radicales”. Debemos exigir que se anulen los planes, proyectos y políticas que contienen el “enfoque de género”. En 1995 eso de “género” hasta salió en “Rionsito” porque realmente el pueblo lo ve ridículo. Hoy, sin embargo, por presiones económicas de organismos extranjeros a nuestros gobiernos y por el propio descuido ante los engaños que son bien disfrazados, se ha vuelto un imperativo detenerlo porque Nicaragua ya está siendo víctimas de un imperialismo ideológico contra nuestra identidad cultural. Esto es, ciertamente, otro tipo de corrupción que también hay que combatir.
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♥Consagración a la Virgen María

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CONSAGRACIÓN DEL MATRIMONIO AL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA

CONSAGRACIÓN DEL MATRIMONIO AL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA
"Oh, Corazón Inmaculado de María, refugio seguro de nosotros pecadores y ancla firme de salvación, a Ti queremos hoy consagrar nuestro matrimonio. En estos tiempos de gran batalla espiritual entre los valores familiares auténticos y la mentalidad permisiva del mundo, te pedimos que Tu, Madre y Maestra, nos muestres el camino verdadero del amor, del compromiso, de la fidelidad, del sacrificio y del servicio. Te pedimos que hoy, al consagrarnos a Ti, nos recibas en tu Corazón, nos refugies en tu manto virginal, nos protejas con tus brazos maternales y nos lleves por camino seguro hacia el Corazón de tu Hijo, Jesús. Tu que eres la Madre de Cristo, te pedimos nos formes y moldees, para que ambos seamos imágenes vivientes de Jesús en nuestra familia, en la Iglesia y en el mundo. Tu que eres Virgen y Madre, derrama sobre nosotros el espíritu de pureza de corazón, de mente y de cuerpo. Tu que eres nuestra Madre espiritual, ayúdanos a crecer en la vida de la gracia y de la santidad, y no permitas que caigamos en pecado mortal o que desperdiciemos las gracias ganadas por tu Hijo en la Cruz. Tu que eres Maestra de las almas, enséñanos a ser dóciles como Tu, para acoger con obediencia y agradecimiento toda la Verdad revelada por Cristo en su Palabra y en la Iglesia. Tu que eres Mediadora de las gracias, se el canal seguro por el cual nosotros recibamos las gracias de conversión, de amor, de paz, de comunicación, de unidad y comprensión. Tu que eres Intercesora ante tu Hijo, mantén tu mirada misericordiosa sobre nosotros, y acércate siempre a tu Hijo, implorando como en Caná, por el milagro del vino que nos hace falta. Tu que eres Corredentora, enséñanos a ser fieles, el uno al otro, en los momentos de sufrimiento y de cruz. Que no busquemos cada uno nuestro propio bienestar, sino el bien del otro. Que nos mantengamos fieles al compromiso adquirido ante Dios, y que los sacrificios y luchas sepamos vivirlos en unión a tu Hijo Crucificado. En virtud de la unión del Inmaculado Corazón de María con el Sagrado Corazón de Jesús, pedimos que nuestro matrimonio sea fortalecido en la unidad, en el amor, en la responsabilidad a nuestros deberes, en la entrega generosa del uno al otro y a los hijos que el Señor nos envíe. Que nuestro hogar sea un santuario doméstico donde oremos juntos y nos comuniquemos con alegría y entusiasmo. Que siempre nuestra relación sea, ante todos, un signo visible del amor y la fidelidad. Te pedimos, Oh Madre, que en virtud de esta consagración, nuestro matrimonio sea protegido de todo mal espiritual, físico o material. Que tu Corazón Inmaculado reine en nuestro hogar para que así Jesucristo sea amado y obedecido en nuestra familia. Qué sostenidos por Su amor y Su gracia nos dispongamos a construir, día a día, la civilización del amor: el Reinado de los Dos Corazones. Amén. -Madre Adela Galindo, Fundadora SCTJM

CONSAGRACIÓN DEL MATRIMONIO A LOS DOS CORAZONES EN SU RENOVACIÓN DE VOTOS

CONSAGRACIÓN DEL MATRIMONIO A LOS DOS CORAZONES EN SU RENOVACIÓN DE VOTOS
Oh Corazones de Jesús y María, cuya perfecta unidad y comunión ha sido definida como una alianza, término que es también característico del sacramento del matrimonio, por que conlleva una constante reciprocidad en el amor y en la dedicación total del uno al otro. Es la alianza de Sus Corazones la que nos revela la identidad y misión fundamental del matrimonio y la familia: ser una comunidad de amor y vida. Hoy queremos dar gracias a los Corazones de Jesús y María, ante todo, por que en ellos hemos encontrado la realización plena de nuestra vocación matrimonial y por que dentro de Sus Corazones, hemos aprendido las virtudes de la caridad ardiente, de la fidelidad y permanencia, de la abnegación y búsqueda del bien del otro. También damos gracias por que en los Corazones de Jesús y María hemos encontrado nuestro refugio seguro ante los peligros de estos tiempos en que las dos grandes culturas la del egoísmo y de la muerte, quieren ahogar como fuerte diluvio la vida matrimonial y familiar. Hoy deseamos renovar nuestros votos matrimoniales dentro de los Corazones de Jesús y María, para que dentro de sus Corazones permanezcamos siempre unidos en el amor que es mas fuerte que la muerte y en la fidelidad que es capaz de mantenerse firme en los momentos de prueba. Deseamos consagrar los años pasados, para que el Señor reciba como ofrenda de amor todo lo que en ellos ha sido manifestación de amor, de entrega, servicio y sacrificio incondicional. Queremos también ofrecer reparación por lo que no hayamos vivido como expresión sublime de nuestro sacramento. Consagramos el presente, para que sea una oportunidad de gracia y santificación de nuestras vidas personales, de nuestro matrimonio y de la vida de toda nuestra familia. Que sepamos hoy escuchar los designios de los Corazones de Jesús y María, y respondamos con generosidad y prontitud a todo lo que Ellos nos indiquen y deseen hacer con nosotros. Que hoy nos dispongamos, por el fruto de esta consagración a construir la civilización del amor y la vida. Consagramos los años venideros, para que atentos a Sus designios de amor y misericordia, nos dispongamos a vivir cada momento dentro de los Corazones de Jesús y María, manifestando entre nosotros y a los demás, sus virtudes, disposiciones internas y externas. Consagramos todas las alegrías y las tristezas, las pruebas y los gozos, todo ofrecido en reparación y consolación a Sus Corazones. Consagramos toda nuestra familia para que sea un santuario doméstico de los Dos Corazones, en donde se viva en oración, comunión, comunicación, generosidad y fidelidad en el sufrimiento. Que los Corazones de Jesús y María nos protejan de todo mal espiritual, físico o material. Que los Dos Corazones reinen en nuestro matrimonio y en nuestra familia, para que Ellos sean los que dirijan nuestros corazones y vivamos así, cada día, construyendo el reinado de sus Corazones: la civilización del amor y la vida. Amén! Nombre de esposos______________________________ Fecha________________________ -Madre Adela Galindo, Fundadora SCTJM

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