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viernes, 12 de abril de 2013

►La adopción del niño abortado



La adopción del niño abortado

La imposición de un nombre representa una auténtica "adopción espiritual". El vacío causado por el aborto se va a llenar con una presencia amada, amorosa, que establecerá una nueva relación. El bebé ya no es un recuerdo, es alguien, un viviente a quien se puede llamar, rezar y a quien se puede pedir perdón.

El alma del pequeño ser perdona siempre; esa alma podía hacer poco por sus padres mientras éstos no le hubieran reconocido, pero una vez que la madre le da un nombre, se establece un auténtico vínculo afectivo y espiritual entre ellos. Sus padres pueden hablar con él, abrirle el corazón y pedirle apoyo, confiando a él a sus demás hermanos, si los hubiera. Se convierte, pues, en un poderoso intercesor para los suyos.

El hombre común puede ejercer también la adopción espiritual de un bebé adoptado. El proceso es fácil ya que consiste en ponerles nombre a los bebés abortados y rezar por ellos. En China se llevan a cabo catorce millones de abortos al año, podemos adoptar un bebé al día o a la semana y pedir por ellos durante la Misa.

Curación de los hermanos sobrevivientes

Mientras la madre, que se ha dado cuenta de la gravedad de su acto, no se haya reconciliado con Dios, con el niño y consigo misma, ella sigue estando extremadamente vulnerable, y lo más prudente es que no abra su corazón más que a un confesor y, si es posible, a su pareja. Una vez curada, la madre comienza una maternidad espiritual de otro orden. Puede asumir sus errores y quitar lo que envenenaba a la familia como un absceso que requiere ser vaciado de su pus. Una vez curada, la madre puede pedir perdón a sus hijos sobrevivientes, por las secuelas que ellos hayan sufrido.

Todos los hermanos y hermanas nacidos de una madre que ha provocado un aborto antes o después de su nacimiento, también son víctimas y sufren secuelas como la angustia y un malestar difícil de explicar.

Sanación de nuestro árbol genealógico

Todos podemos ofrecer oraciones, trabajo, la Santa Misa y pequeños sacrificios para la sanación de nuestro árbol genealógico; podemos rezar por nuestros antepasados y nuestros difuntos y veremos grandes cambios en nuestra heredad y en nuestras vidas. Con oración, ayuno y santas misas podemos ayudar a las personas más necesitadas de la misericordia de Dios; no sólo a las que ya están en la eternidad, sino también a las que andan en el mundo sin Dios y sin ley. Lo más recomendable es entrar a una Iglesia y rezar ante el Sagrario que contiene el Santísimo Sacramento. Allí encontraremos ciencia, luz y fuerza para seguir adelante.

Otros pasos

Si los padres y los hermanos son católicos, conviene que recen un Avemaría cada día, ofrecida al niño, que vayan a Misa en cada aniversario de la muerte de su hermanito. La madre no se debe obsesiona por este (o estos) niño ausente (s), ya que las obsesiones no son sanas. Deben orientar su vida hacia el Niño Jesús, Hijo eterno del Padre, nacido de la Virgen María para ser nuestro único Salvador.

Una peregrinación a un santuario mariano, como la Villa de Guadalupe o un templo dedicado a la Virgen María, puede suponer un gran alivio para las personas involucradas. Nuestra Madre del Cielo sabe consolar y fortalecer mejor que nadie.

Para los que no tienen la fe cristiana, pueden recuperarse al reencontrar el sentido de Dios para recobrar el respeto por la vida humana.

Por una muerte deseada, a Dios Padre se le priva de una alegría y se atenta contra su plan para ese niño, con lo que se compromete toda la historia humana y el porvenir de la humanidad, pues cada niño tiene una misión y una vocación que nadie más que él puede cumplir.

En un libro de la Biblia, el Deuteronomio, dice:
"Mira, yo pongo ante ti vida y felicidad, muerte y desgracia... Te pongo delante vida o muerte, bendición o maldición.
Escoge la vida, para que vidas, tú y tu descendencia, amando a Yavé tu Dios" (30, 15-20).



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miércoles, 10 de abril de 2013

►Actividad de la ONU promueve la vida en los "casos difíciles" como la violación


Un poderoso argumento para romper el círculo de violencia rechazando el aborto incluso cuando la concepción del hijo es producto de una violación
Autor: Rebecca Oas, Ph.D | Fuente: C Fam


NUEVA YORK, 8 de marzo 2013 (C-FAM) Mientras que los delegados de la ONU debatían a puertas cerradas en torno a un lenguaje sobre el acceso al aborto para quienes han sido violadas, dos mujeres presentaron en una reunión celebrada a unas cuadras de allí un poderoso argumento para romper el círculo de violencia rechazando el aborto incluso cuando la concepción del hijo es producto de una violación.

Cuando las personas opinan que las embarazadas a causa de una violación deberían acceder al aborto, "puedo decirles que duele", dijo Rebecca Kiessling. Ella fue concebida en un acto brutal. "Pero realmente comprendo que la gente no asocie un rostro a este tema. Para la mayoría, es solo un concepto".

Kiessling habló en una reunión patrocinada por C-FAM, editor de Friday Fax, y REAL Women of Canada, que convocó a setenta asistentes pese a un sospechoso cambio de lugar a último momento.

La historia de Kiessling abordó de forma directa el tema de este año de la Comisión de la condición jurídica y social de la mujer sobre prevenir la violencia contra las mujeres y las niñas. Además de haber sido concebida en una violación, Kiessling fue víctima de abusos en manos de sus padres adoptivos y perdió un diente porque un novio que tuvo la golpeó. Un programa benéfico le proveyó de la atención odontológica reconstructiva necesaria.

Tras exhibir su luminosa sonrisa a la audiencia, asumió un tono más serio. "Este es otro ejemplo en mi vida en el que sucedió algo que fue realmente, realmente espantoso, pero luego surgió algo hermoso de eso... ahora estoy muy agradecida de estos bonitos dientes nuevos, pero eso no me pone a favor de la violencia doméstica, así como estar agradecida por mi vida no me convierte en una persona pro-violación".

Liz Carl, que quedó embarazada tras ser violada a los diecisiete, eligió entregar a su hijo, que ahora tiene seis años, a una familia adoptiva con la que mantiene contacto regular.

"Realmente luché con eso, mucho, pero estoy bien", dijo Carl a los presentes. "Si hubiera elegido de otro modo, quizás yo hubiera estado bien. Pero él, no. Este mundo no hubiera sido honrado con su presencia. Y estoy segura de que, desde el momento en que nació, el mundo se convirtió en un lugar mejor".

Carl previó que muchas personas se preguntan: ¿El ver a su hijo le recordará al violador? "Al mirarlo jamás vi en él a otra cosa que no sea el bebé más hermoso de todo el mundo. Cuando lo miro, siento dicha".

En la sesión de este año de la comisión sobre la condición de la mujer, las agrupaciones pro-abortistas están intensificando sus esfuerzos para incrementar el acceso al aborto, poniendo como objetivo clave las víctimas de violación. Están promoviendo vigorosamente una nueva estrategia para crear un derecho al aborto como reparación para las mujeres violadas durante la guerra.

Kiessling supo de su concepción cuando encontró a su madre biológica, quien admitió que hubiera abortado si eso hubiera sido legal.

"El hecho es que hoy estoy viva gracias a activistas, legisladores y votantes provida", dijo Kiessling. "Si tu madre eligió la vida para ti, qué bueno. Pero la mía, no: los defensores de la vida eligieron la vida para mí. Y algunos de nosotros estamos necesitados de héroes".


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viernes, 5 de abril de 2013

►Testimonio: Una vida breve, pero plena

Impresionante memorial epistolar ofrecido por el matrimonio Lanzani, tras experimentar como su pequeña hija Anna Michelle, recién nacida, se iba preparando para llegar al cielo... Un testimonio de la vida en el camino hacia la Pascua.

REDACCIÓN HO.- Publicamos a continuación, íntegro, el extraordinario testimonio que nos ofrecen Stefano y Maria Lanzani en esta carta.





Anna Michelle Lanzani
Nacida y bautizada el 7 de Febrero de 2012
Nacida para el Cielo el 19 de Febrero de 2012
Bendito sea el Señor

---------------------------------------
Queridos hermanos y amigos:

Con mucha dificultad he logrado encontrar un momento para escribir los acontecimientos que en estos últimos días nos han acompañado. He tenido muchas veces el deseo de encontrar un minuto para contar y también para tener un memorial de lo que Dios nos ha regalado en este tiempo tan precioso.

Hemos esperado el nacimiento de esta niña durante 9 meses y tres semanas, un tiempo que al final parecía no pasar, ya que según las previsiones de los médicos, Anna Michelle tenía que nacer prematura. Así que desde Diciembre ya estábamos esperando las primeras contracciones de un momento a otro, y el parto que también se suponía iba a ser rapidísimo.

Yo dejé de tener citas de trabajo lejos de casa para no arriesgarme a estar lejos cuando el parto comenzara, pero las contracciones no aparecían. El tiempo transcurría entre las visitas al hospital, matronas y médicos que nos preparaban para las posibles evoluciones de un nacimiento que tampoco para ellos resultaba nada claro. Pasada ya la tercera semana de retraso, después de 3 intentos fallidos para inducir el parto, donde los médicos trataban que se diera por vía natural, he tenido una fuerte pelea con la cirujana responsable de la zona neonatal, que quería intentar por cuarta vez inducir el parto, esta vez rompiendo la bolsa amniótica. Habrían así matado a la pequeñita ya que su cabecita, para nada protegida, se vería perjudicada por el instrumental médico que habrían utilizado. La pelea que he tenido con ella se basaba únicamente sobre el hecho que desde el punto de vista médico y ético-hospitalario, los médicos consideraban de menor importancia el valor de la vida de esta niña en comparación con los riesgos de una cesárea que tal vez podría tener consecuencias para María. Esto simplemente porque se trataba de una niña terminal que aún naciendo por cesárea su destino no iba a cambiar.

Con mucha insistencia e implorando por una cesárea que nos negaron inicialmente, los médicos nos concedieron la operación para el martes 7 de febrero. No podían darnos una fecha peor: Davide, el hermano de Maria, sacerdote en Roma, tendría que irse. Costanza, hermana de María y su marido Dario, también viajaban a Italia. Mi hermano Simon Pietro y su mujer Annalisa también regresaban a Roma el mismo día. Maurizia, la madre de María, iba a ser operada ese mismo día en el mismo hospital. En fin, muchas de las personas que habían estado a nuestro lado en estos momentos, justo ese martes ya no iban a estarlo.

El lunes por la mañana hemos vuelto al hospital, un poco preocupados pidiendo que adelantaran la cesárea un día antes del que habían programado, preocupados sobre todo por el hecho de que desde el día anterior María ya no sentía moverse a Anna Michelle como solía hacerlo en esos días. Pensábamos que la niña estaría sufriendo y que se estaría muriendo en el vientre materno por causa del retraso del parto, ya fuera de tiempo. Ese día hemos peregrinado de un departamento a otro del hospital, con la esperanza de que se liberara una cama y un sitio en la sala de operaciones, pero sin mucho éxito. He imaginado en esos momentos lo que ha tenido que sentir la Sagrada Familia de Nazareth cuando José y María iban de puerta en puerta pidiendo hospitalidad en los albergues donde pudiera nacer el niño Jesús y no encontraron lugar para quedarse. Con mucha aflicción, regresamos a casa después de que esta última esperanza se esfumara, pero con la certeza (después de un pequeño registro) que la niña estaba bien. Debo decir, sin embargo, que Dios siempre hace bien las cosas y con mucha más sabiduría de como nosotros pudiéramos pensar.

Fue así como el martes por la mañana Davide, Costanza y Dario pudieron cambiar sin demasiados problemas sus vuelos a Italia; Maurizia ya en la camilla de operaciones y lista para entrar en quirófano ha sido dada de alta sin ser sometida a la operación, y por último, para hacer que Simon Pietro y Annalisa pudieran estar junto a nosotros en estos momentos, la cesárea de María que estaba programada como tercera ese día, fue realizada con máxima prioridad, la primera de la mañana.

¡Ha sido un momento emotivo el nacimiento de Anna, un milagro de la vida! Es el tercer hijo que veo venir al mundo y cada uno de ellos me ha conmovido profundamente el alma. Ver un niño nacer a la vida es como rozar la esencia del Amor que Dios tiene para cada hombre.

A las 9:09 del 7 de febrero de 2012 he visto nacer a nuestra hija Anna Michelle. Llegó al mundo con un pequeño gemido y con un cuerpecito débil y frágil… frágil… sí, pero con un deseo de vivir como si dijera al mundo: La vida vale la pena vivirla toda hasta el fondo… vale la pena vivirla plenamente, aunque parece que no tenga sentido y se sufra, porque en el fondo ¡quien sufre, ama! Nuestro catequista en el ultimo escrutinio del Padre Nuestro me ha recordado una frase de Santa Teresa de Calcuta que he llevado conmigo durante esta experiencia cerca de Anna Michelle: “Ama hasta que te duela”.

En su corta vida he visto sufrir a Anna y os aseguro que se me encogía el corazón. No tenía voz, no emitía ningún gemido cuando sufría, como si no quisiera dar muestra de rechazo ante aquel sufrimiento, pero sufría… La he visto fruncir los ojos, abrir la boca y arquear la espalda por los dolores. Cada vez que le hemos cambiado un vendaje, que le debíamos curar la cabecita, se lamentaba en silencio. Su vida me ha recordado muchísimo la de muchos niños inocentes matados con los abortos, que sufren en el mismo silencio.

¡Ha nacido por cesárea y por gracia de Dios! ¡Ha nacido viva! ¡Ha nacido entre María y yo, que tanto la hemos querido!

En un lado del quirófano se preparaban los médicos colocando sobre una mesa el bisturí, las jeringuillas para la anestesia y demás instrumental necesario para la operación, mientras Davide, que había recibido permiso para entrar en quirófano, en el lado opuesto, sobre otra mesita, preparaba el agua para el Bautismo y los Santos Óleos para la Unción Crismal y la Santa Eucaristía.

Sin un gemido ha nacido como Jesús, entre un buey y una mula que de poco servían, solamente para darle calor con su aliento. Así como ellos, nosotros los padres en nuestro pequeño servicio prestado a la obra mucho más grande que Dios estaba empezando en ella, hemos simplemente decidido aceptar el Don de su vida entre nosotros. En cuanto salió del vientre, los médicos la apoyaron sobre el pecho de María y mientras empezaban a coser la herida de la cesárea, Anna Michelle ha recibido el Bautismo, con agua santificada del Jordán, derramada sobre su cabeza tan frágil. ¡Qué emoción! ¡Qué belleza! ¡Qué bien! ¡Es difícil expresar mi felicidad en ese momento! No pedíamos otra cosa al Señor: que nos la concediera viva por unos momentos. ¡Viva para que pudiera recibir este Sacramento!

Dayenú, dicen los hebreos, esto nos habría bastado, ¡nos habría bastado que hubiera recibido el bautismo, pero no!, Dios ha sido más generoso y le ha dado más. Pensar que después de una hora desde su nacimiento, estábamos en una habitación privada, toda para nosotros, en un hospital lleno de pacientes “aparcados”, hasta en los pasillos porque no había sitio. Y bien, nosotros estábamos en la habitación más grande que hubiéramos podido desear, rodeados de todos los hermanos de Maria, de sus padres, de mi hermano Simon Pietro y su mujer Annalisa.

En esta maravillosa circunstancia Anna Michelle ha podido recibir la plenitud de los sacramentos de la iniciación cristiana: la Primera Comunión y el Sacramento del Espíritu Santo, la Confirmación. ¡Dayenú! Ha celebrado su primer día de vida con muchas dificultades para respirar, luchando por respirar. Durante muchas horas ha tenido la carita morada, como si estuviera muriéndose en cada momento, pero ha vivido 12 días. ¡Ha vivido la vida plena! ¡Como la deseo yo también una vida así de plena y maravillosa en el abandono de los brazos de Dios Padre!

Esa misma noche han venido a la capilla del hospital todas las comunidades de nuestra parroquia que han estado a nuestro lado en este momento. ¡Qué maravilla ha sido tocar la belleza de la Iglesia Católica que en la Comunión de los Santos se reúne a hacer Pascua con una hermana que está a punto de irse, de pasar al cielo! ¡Hemos cantado las Vísperas!, ¡hemos dado gracias a Dios por su vida! Cantábamos ¡“Que amables son tus moradas Señor… solo estar en el umbral de Tu casa es con mucho lo mejor… pasando por el valle del llanto, Él lo cambia en bendición”! En esta liturgia, con los hermanos de nuestra parroquia alrededor, Anna ha recibido la vestidura blanca, ha recibido la vela del bautismo y la parte del rito del Effetha. Los hermanos han sido muy generosos, nos han regalado una tarta nupcial maravillosa, otros han llegado con el mejor champán que se podía encontrar en el mercado, hemos celebrado, hemos descorchado esta botella en el refectorio del hospital que en esta ocasión me pareció tan hermoso como la sala real de las recepciones.

La noche pasó, el día siguiente también, y el siguiente. Días en el hospital marcados por las visitas de tantos peregrinos que llegaban también desde muy lejos. El jueves de esa misma semana los médicos nos han dejado salir del hospital y han trasladado a María y Anna Michellea una casa de cura para niños terminales durante un par de días. Una casa de voluntariado con un espíritu maravilloso que me ha recordado mucho el de la Domus Galilae. Todo estaba al servicio de las personas y por amor a las personas, pacientes y no pacientes, y de manera especial para los que sufrían casos difíciles que se estaban curando allí. Es una estructura entre un hospital y una casa muy acogedora. Nos hemos quedado allí hasta el Sábado, llevando con nosotros también a Paolo y Rebecca, nuestros otros dos hijos, que sumergidos en el paraíso de juguetes que han encontrado allí, ¡han estado con una enorme sonrisa todo el día marcada en lacara! No nos parecía verdad, y esa misma noche ¡hemos regresado a casa con nuestra hija en brazos! He arreglado una cunita que tenía en el trastero a prisa y corriendo, no estaba preparado, no habíamos pensado en volver a casa con Anna Michelle viva, y aún así esa noche ha dormido en la habitación entre María y yo.

Ha sido una niña buenísima, nunca ha llorado, solamente una vez la escuché emitir un gemido, quizás por el dolor, quizás por los cólicos, quizás por la sed, no sabría. Pero ha sido ciertamente muy buena. Daba ternura ver como trataba de digerir la leche que le dábamos a través del pequeño tubo que le entraba por la nariz. Maria no tenía leche, en el hospital nos habían dado un poco antes de volver a casa, leche materna de otras madres que la habían donado, leche que lógicamente pronto terminó. Se dice que Dios provee, ¡pues si!, ¡nos ha conmovido ver su Providencia! Las hermanas de comunidad que daban de mamar a sus hijos, nos han traído a casa su propia leche, ¡la leche de sus hijos! ¡Imaginaos que las matronas y las enfermeras que pasaban por nuestra casa cada día para controlar la situación, no podían creer lo que estaban viendo!

Los días pasaban y Anna Michelle parecía estar cada vez mejor, dándonos la esperanza de que aun pudiera vivir durante muchos días. Mientras tanto ya formaba parte de ese 5% de niños que con su misma patología sobrepasan los 5 días de vida ¡Dayenú… Dayenú… esto nos habría bastado!

Los días que hemos pasado con ella han sido maravillosos. Es cierto que Dios acompaña las pruebas con gracias particulares. Lo que hemos experimentado es que estas gracias son dulcísimas y que las pruebas con las que Dios las acompaña Él nos las vuelve suaves. Finalmente he entendido la palabra que dice el Señor: “mi yugo es suave y mi carga ligera”.

El sábado 18 de Febrero, nos hemos preparado para ir a la Eucaristía con nuestra comunidad. Habían venido los hermanos a preparar a nuestra casa la noche antes, y esa noche hemos descorchado otra botella de champán, siempre del bueno, junto con unas galletas deliciosas.

A Anna Michelle, lógicamente, nos la hemos llevado a la celebración. Una Eucaristía estupenda, festiva, con el Evangelio de ese Domingo, que hablaba de la curación que Cristo ha hecho, la tercera contada en los últimos tres Domingos. Ha estado junto a nosotros, y también en esta ocasión ha recibido la Santa Eucaristía. A menudo nos han recordado durante estos pasados días cómo teníamos un Ángel entre nosotros, pero en este momento de la Comunión, una cosa estábamos pensando: Anna Michelle tenía en el fondo más de lo que un Ángel desearía: los Ángeles anhelan recibir la Comunión, y no pueden; en cambio, ¡Anna Michelle ha podido alimentarse de ella!

Esa misma noche nuestra pequeñita era más débil de lo normal y llevaba ya algunos días sin poder abrir los ojos. María, en un dialogo entre madre e hija, le había susurrado: “Querida Anna, cuando quieras irte, hazlo, nosotros hemos estado contentísimos de haberte tenido en este tiempo…” Es como si la hubiera escuchado en ese momento…

Eran casi las 4 de la mañana y Maria se despertó para darle la leche a través del pequeño tubo que le entraba por la nariz y ha notado una respiración muy irregular con momentos muy largos de apnea. Poco a poco se estaba apagando. Hemos empezado a rezar el Rosario con ella a nuestro lado. Le di la última bendición paterna. Así terminado el rosario, al finalizar ya las letanías marianas, después de haber recibido la Eucaristía unas horas antes, Anna Michelle, con las últimas fuerzas, ha levantado su cabecita, ha abierto los ojos por última vez como para despedirse, ¡y expiró! Ha sido un momento sorprendente, Anna Michelle ha esperado hasta el amanecer del Domingo por la mañana, momento en el que Cristo Resucitó, para parecerse al esposo que iba a su encuentro, ¡hasta en la hora en la que resucitó! Al alba del primer día de la semana, a las 5:20 del domingo por la mañana, ha subido al Padre entre mis brazos y los de Maria.

La sensación a esa hora para mí ha sido igual a la del Domingo de Pascua cuando salimos a las 6 de la mañana de una vigilia que ha durado toda la noche, de la cual salimos cansadísimos, pero ciertamente con una alegría en el corazón que nadie te la puede robar. Estaba cansado, al final de 12 días bastante intensos, pero con una alegría en el corazón bastante difícil de describir.

He pensado como verdaderamente no hay alegría más grande para un padre y una madre. Traer al mundo un hijo y saber ¡que lo hemos acompañado a la vida celeste, a la vida eterna! Pensaba como un padre se sacrifica en darle a un hijo lo mejor que puede, el mejor par de zapatos, la mejor oportunidad en los estudios, el curso de violín… yo que sé, y aun así todo lo que realmente al final nos queda y que verdaderamente vale la pena, es que el hijo se salve, y se salve para la eternidad. Tener la certeza de que nuestra hija ahora está en el cielo, es el consuelo más grande que un padre puede recibir en la vida.

La hemos mimado un poco, acariciándola, besándola, luego la hemos limpiado, cambiado, la hemos vestido de blanco y la hemos puesto de nuevo entre nosotros. Unas horas más tarde junto con nuestros otros dos hijos, hemos rezado los Laudes del domingo, poniendo a Anna Michelle entre ellos en el sofá, explicándoles que su aliento había subido al Paraíso. Hemos leído y comentado el Evangelio de la Resurrección y cantado con mucha conmoción “Quienes son y de donde vienen… son los que vienen de la gran tribulación, y han lavado sus túnicas y las blanquearon en la sangre del cordero” (Apocalipsis).

Unas horas más tarde estábamos celebrando otra vez la Eucaristía, la misma que habíamos celebrado la víspera anterior en la asamblea de nuestra Comunidad, pero esta vez solo con el cuerpo de Anna Michelle. Ahora la celebraba con nosotros pero desde la otra orilla. No cuento todos los detalles, si no debería escribir un libro, pero muchos han sido los memoriales de estos días ¡y esta Eucaristía ha sido uno de ellos! ¡Dayenú, esto nos habría bastado! ¡Dios ha sido tan generoso… mucho… mucho!

Queremos dar gracias a Dios por la vida de Anna Michelle, por sus doce días de vida, por lo que ella ha recibido y lo que hemos recibido nosotros a través de ella, por la cercanía y las oraciones de tantos hermanos y hermanas que aunque sin nosotros saberlo, nos han sostenido con sus oraciones. Damos gracias a Dios por el Don de nuestras Comunidades Neocatecumenales.

“Mil años a tus ojos son como el ayer, que ya pasó, como una vigilia de la noche. ¡Más tu Señor estas cerca! ¡Enséñanos a contar nuestros días para que entre la sabiduría en nuestro corazón!” (Salmo 89)

El viernes 2 de Marzo de 2012 a las 10:30 en nuestra parroquia “Our Lady Of Sorrows” en Peckham (Inglaterra) celebraremos los funerales. ¡Estáis todos invitados! ¡Venid a hacer Pascua con nosotros!

Os pedimos que sigáis rezando por nosotros, pienso que pronto llegarán los momentos difíciles en los que el demonio querrá hacernos blasfemar contra la vida. Rezar para que podamos resistirle.

Stefano y Maria Lanzani


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CONSAGRACIÓN DEL MATRIMONIO AL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA

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"Oh, Corazón Inmaculado de María, refugio seguro de nosotros pecadores y ancla firme de salvación, a Ti queremos hoy consagrar nuestro matrimonio. En estos tiempos de gran batalla espiritual entre los valores familiares auténticos y la mentalidad permisiva del mundo, te pedimos que Tu, Madre y Maestra, nos muestres el camino verdadero del amor, del compromiso, de la fidelidad, del sacrificio y del servicio. Te pedimos que hoy, al consagrarnos a Ti, nos recibas en tu Corazón, nos refugies en tu manto virginal, nos protejas con tus brazos maternales y nos lleves por camino seguro hacia el Corazón de tu Hijo, Jesús. Tu que eres la Madre de Cristo, te pedimos nos formes y moldees, para que ambos seamos imágenes vivientes de Jesús en nuestra familia, en la Iglesia y en el mundo. Tu que eres Virgen y Madre, derrama sobre nosotros el espíritu de pureza de corazón, de mente y de cuerpo. Tu que eres nuestra Madre espiritual, ayúdanos a crecer en la vida de la gracia y de la santidad, y no permitas que caigamos en pecado mortal o que desperdiciemos las gracias ganadas por tu Hijo en la Cruz. Tu que eres Maestra de las almas, enséñanos a ser dóciles como Tu, para acoger con obediencia y agradecimiento toda la Verdad revelada por Cristo en su Palabra y en la Iglesia. Tu que eres Mediadora de las gracias, se el canal seguro por el cual nosotros recibamos las gracias de conversión, de amor, de paz, de comunicación, de unidad y comprensión. Tu que eres Intercesora ante tu Hijo, mantén tu mirada misericordiosa sobre nosotros, y acércate siempre a tu Hijo, implorando como en Caná, por el milagro del vino que nos hace falta. Tu que eres Corredentora, enséñanos a ser fieles, el uno al otro, en los momentos de sufrimiento y de cruz. Que no busquemos cada uno nuestro propio bienestar, sino el bien del otro. Que nos mantengamos fieles al compromiso adquirido ante Dios, y que los sacrificios y luchas sepamos vivirlos en unión a tu Hijo Crucificado. En virtud de la unión del Inmaculado Corazón de María con el Sagrado Corazón de Jesús, pedimos que nuestro matrimonio sea fortalecido en la unidad, en el amor, en la responsabilidad a nuestros deberes, en la entrega generosa del uno al otro y a los hijos que el Señor nos envíe. Que nuestro hogar sea un santuario doméstico donde oremos juntos y nos comuniquemos con alegría y entusiasmo. Que siempre nuestra relación sea, ante todos, un signo visible del amor y la fidelidad. Te pedimos, Oh Madre, que en virtud de esta consagración, nuestro matrimonio sea protegido de todo mal espiritual, físico o material. Que tu Corazón Inmaculado reine en nuestro hogar para que así Jesucristo sea amado y obedecido en nuestra familia. Qué sostenidos por Su amor y Su gracia nos dispongamos a construir, día a día, la civilización del amor: el Reinado de los Dos Corazones. Amén. -Madre Adela Galindo, Fundadora SCTJM

CONSAGRACIÓN DEL MATRIMONIO A LOS DOS CORAZONES EN SU RENOVACIÓN DE VOTOS

CONSAGRACIÓN DEL MATRIMONIO A LOS DOS CORAZONES EN SU RENOVACIÓN DE VOTOS
Oh Corazones de Jesús y María, cuya perfecta unidad y comunión ha sido definida como una alianza, término que es también característico del sacramento del matrimonio, por que conlleva una constante reciprocidad en el amor y en la dedicación total del uno al otro. Es la alianza de Sus Corazones la que nos revela la identidad y misión fundamental del matrimonio y la familia: ser una comunidad de amor y vida. Hoy queremos dar gracias a los Corazones de Jesús y María, ante todo, por que en ellos hemos encontrado la realización plena de nuestra vocación matrimonial y por que dentro de Sus Corazones, hemos aprendido las virtudes de la caridad ardiente, de la fidelidad y permanencia, de la abnegación y búsqueda del bien del otro. También damos gracias por que en los Corazones de Jesús y María hemos encontrado nuestro refugio seguro ante los peligros de estos tiempos en que las dos grandes culturas la del egoísmo y de la muerte, quieren ahogar como fuerte diluvio la vida matrimonial y familiar. Hoy deseamos renovar nuestros votos matrimoniales dentro de los Corazones de Jesús y María, para que dentro de sus Corazones permanezcamos siempre unidos en el amor que es mas fuerte que la muerte y en la fidelidad que es capaz de mantenerse firme en los momentos de prueba. Deseamos consagrar los años pasados, para que el Señor reciba como ofrenda de amor todo lo que en ellos ha sido manifestación de amor, de entrega, servicio y sacrificio incondicional. Queremos también ofrecer reparación por lo que no hayamos vivido como expresión sublime de nuestro sacramento. Consagramos el presente, para que sea una oportunidad de gracia y santificación de nuestras vidas personales, de nuestro matrimonio y de la vida de toda nuestra familia. Que sepamos hoy escuchar los designios de los Corazones de Jesús y María, y respondamos con generosidad y prontitud a todo lo que Ellos nos indiquen y deseen hacer con nosotros. Que hoy nos dispongamos, por el fruto de esta consagración a construir la civilización del amor y la vida. Consagramos los años venideros, para que atentos a Sus designios de amor y misericordia, nos dispongamos a vivir cada momento dentro de los Corazones de Jesús y María, manifestando entre nosotros y a los demás, sus virtudes, disposiciones internas y externas. Consagramos todas las alegrías y las tristezas, las pruebas y los gozos, todo ofrecido en reparación y consolación a Sus Corazones. Consagramos toda nuestra familia para que sea un santuario doméstico de los Dos Corazones, en donde se viva en oración, comunión, comunicación, generosidad y fidelidad en el sufrimiento. Que los Corazones de Jesús y María nos protejan de todo mal espiritual, físico o material. Que los Dos Corazones reinen en nuestro matrimonio y en nuestra familia, para que Ellos sean los que dirijan nuestros corazones y vivamos así, cada día, construyendo el reinado de sus Corazones: la civilización del amor y la vida. Amén! Nombre de esposos______________________________ Fecha________________________ -Madre Adela Galindo, Fundadora SCTJM

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