11. Dios ha creado al hombre a su imagen y semejanza[20]: llamándolo a la existencia por amor, lo ha llamado al mismo tiempo al amor.
Dios es amor y vive en sí mismo un misterio de comunión personal de amor. Creándola a su imagen y conservándola continuamente en el ser, Dios inscribe en la humanidad del hombre y de la mujer la vocación y consiguientemente la capacidad y la responsabilidad del amor y de la comunión. El amor es por tanto la vocación fundamental e innata de todo ser humano. ( F.C.)
Amor en estado puro encontré en los niños... agradezco a Dios la dicha tan grande de permitirme tenerlos, cuidarlos, disfrutarlos y aprender de ellos. No te niegues el precioso don de ser madre. Dios encamine tus pasos, déjate guiar.
Desconozco el autor de estos versos que comparto con mucho gusto.
Dios te bendiga!
Este blog y canal asociados cuentan con la aprobación y certificación de Catholic.net
Hola! A continuación les comparto en video la oración y un poquito de la historia de santa Teresita, quien sanara a través de una dulce sonrisa de nuestra santa Madre.
Que Ella sonría en nuestros corazones...¡Sonríenos Madre y sonríe por nosotros!
Santa Teresita de Lisieux era una niña cuando cayó gravemente enferma. Sumamente afligida, rezó con fervor a una imagen de Nuestra Señora de las Victorias que tenía junto a su cama, rogándole su pronta curación. Y así sucedió. Nuestra Señora de la Sonrisa ayuda a los afligidos por la pena, la enfermedad y la depresión, intercediendo por aquellos que las padecen
El 25 de marzo de 1883, mientras se hallaba en casa de sus tíos maternos, Santa Teresita cayó gravemente enferma, víctima de temblores nerviosos. La niña solo tenía diez años y hacía cinco que había perdido a su madre, Celia Guérin.
A partir de entonces Teresa, dueña de un carácter alegre y feliz, pasó abruptamente a otro, tímido y triste.
La enfermedad la tenía angustiada, más, después de la recaída que había experimentado el 7 abril, al día siguiente de que su querida hermana Paulina tomase los hábitos. Y postrada se hallaba en su cama cuando deses-perada y abatida por su condición, volteó su rostro hacia la imagen de Nuestra Señora de las Victorias que se hallaba sobre su mesa de luz y le imploró por su pronta curación.
Un día muy especial
Era el 13 de mayo de 1883, fiesta de Pentecostés, cuando Teresa suplicó con fuerza a la Virgen. Seguramente pensó en muchas cosas y rezó por otras, ignorando que un día como ese, treinta y cuatro años después, la Santísima Madre se le aparecería por primera vez a tres pequeños pastorcitos en la pequeña aldea de Fátima, Portugal, para anunciar al mundo que después de mucho sufrimiento, su Inmaculado Corazón iba a triunfar.
La imagen sonríe
Rogaba Santa Teresita a la Madre de Dios suplicándole piedad cuando, repentinamente, vio que el rostro de la bendita imagen le sonreía dulcemente.
“De pronto, la Santísima Virgen me pareció hermosa, tan hermosa, que yo nunca había visto nada tan bello. Su rostro irradiaba una bondad y una ternura inefables. Pero lo que me caló hasta el fondo del alma fue su encantadora sonrisa”.
En ese momento, todas las penas de Teresa se disiparon y dos gruesas lágrimas de emoción corrieron por sus mejillas. “¡La Santísima Virgen me ha sonreído! ¿Qué feliz soy!”.
Santa Teresita de Lisieux necesitaba un milagro para curar sus males y el mismo llegó de la mano de la Virgen de las Victorias, de la que era fiel devota (Ver “Cruzada” Nº 23, octubre de 2006).
Una nueva devoción
A partir de ese día, la imagen que Santa Teresita tenía sobre la mesa de luz, pasó a ser llamada “Nuestra Señora de la Sonrisa” quien, desde lo más profundo de su corazón, sonríe a los deprimidos y los enfermos de cuerpo y espíritu, aliviando sus dolencias y transmitiéndoles paz. Y es que al sonreír, la Reina del Cielo cicatriza nuestras heridas, alivia los dolores, calma los sufrimientos y escucha las súplicas.
Su sonrisa transmite amor, disipa los temores, ablanda los corazones más duros, reflota las esperanzas e infunde valor.
Desde aquel milagroso día, Santa Teresita tuvo a esa imagen permanentemente a su lado hasta el día de su muerte el 30 de septiembre de 1897, en Lisieux.
Este blog y canal asociados cuentan con la aprobación y certificación de Catholic.net
VATICANO, 14 Oct. 13 / 11:07 am (ACI).- Ante unas 100 mil personas presentes ayer domingo en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco consagró el mundo al Inmaculado Corazón de la Virgen María. Esta es la oración de consagración que rezó el Santo Padre ante la imagen original de la Virgen de Fátima que fue llevada a Roma desde su santuario en Portugal:
Este blog y canal asociados cuentan con la aprobación y certificación de Catholic.net
CONSAGRACIÓN DEL MATRIMONIO AL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA
"Oh, Corazón Inmaculado de María, refugio seguro de nosotros pecadores y ancla firme de salvación, a Ti queremos hoy consagrar nuestro matrimonio. En estos tiempos de gran batalla espiritual entre los valores familiares auténticos y la mentalidad permisiva del mundo, te pedimos que Tu, Madre y Maestra, nos muestres el camino verdadero del amor, del compromiso, de la fidelidad, del sacrificio y del servicio. Te pedimos que hoy, al consagrarnos a Ti, nos recibas en tu Corazón, nos refugies en tu manto virginal, nos protejas con tus brazos maternales y nos lleves por camino seguro hacia el Corazón de tu Hijo, Jesús. Tu que eres la Madre de Cristo, te pedimos nos formes y moldees, para que ambos seamos imágenes vivientes de Jesús en nuestra familia, en la Iglesia y en el mundo. Tu que eres Virgen y Madre, derrama sobre nosotros el espíritu de pureza de corazón, de mente y de cuerpo. Tu que eres nuestra Madre espiritual, ayúdanos a crecer en la vida de la gracia y de la santidad, y no permitas que caigamos en pecado mortal o que desperdiciemos las gracias ganadas por tu Hijo en la Cruz. Tu que eres Maestra de las almas, enséñanos a ser dóciles como Tu, para acoger con obediencia y agradecimiento toda la Verdad revelada por Cristo en su Palabra y en la Iglesia. Tu que eres Mediadora de las gracias, se el canal seguro por el cual nosotros recibamos las gracias de conversión, de amor, de paz, de comunicación, de unidad y comprensión. Tu que eres Intercesora ante tu Hijo, mantén tu mirada misericordiosa sobre nosotros, y acércate siempre a tu Hijo, implorando como en Caná, por el milagro del vino que nos hace falta. Tu que eres Corredentora, enséñanos a ser fieles, el uno al otro, en los momentos de sufrimiento y de cruz. Que no busquemos cada uno nuestro propio bienestar, sino el bien del otro. Que nos mantengamos fieles al compromiso adquirido ante Dios, y que los sacrificios y luchas sepamos vivirlos en unión a tu Hijo Crucificado. En virtud de la unión del Inmaculado Corazón de María con el Sagrado Corazón de Jesús, pedimos que nuestro matrimonio sea fortalecido en la unidad, en el amor, en la responsabilidad a nuestros deberes, en la entrega generosa del uno al otro y a los hijos que el Señor nos envíe. Que nuestro hogar sea un santuario doméstico donde oremos juntos y nos comuniquemos con alegría y entusiasmo. Que siempre nuestra relación sea, ante todos, un signo visible del amor y la fidelidad. Te pedimos, Oh Madre, que en virtud de esta consagración, nuestro matrimonio sea protegido de todo mal espiritual, físico o material. Que tu Corazón Inmaculado reine en nuestro hogar para que así Jesucristo sea amado y obedecido en nuestra familia. Qué sostenidos por Su amor y Su gracia nos dispongamos a construir, día a día, la civilización del amor: el Reinado de los Dos Corazones. Amén. -Madre Adela Galindo, Fundadora SCTJM
CONSAGRACIÓN DEL MATRIMONIO A LOS DOS CORAZONES EN SU RENOVACIÓN DE VOTOS
Oh Corazones de Jesús y María, cuya perfecta unidad y comunión ha sido definida como una alianza, término que es también característico del sacramento del matrimonio, por que conlleva una constante reciprocidad en el amor y en la dedicación total del uno al otro. Es la alianza de Sus Corazones la que nos revela la identidad y misión fundamental del matrimonio y la familia: ser una comunidad de amor y vida. Hoy queremos dar gracias a los Corazones de Jesús y María, ante todo, por que en ellos hemos encontrado la realización plena de nuestra vocación matrimonial y por que dentro de Sus Corazones, hemos aprendido las virtudes de la caridad ardiente, de la fidelidad y permanencia, de la abnegación y búsqueda del bien del otro. También damos gracias por que en los Corazones de Jesús y María hemos encontrado nuestro refugio seguro ante los peligros de estos tiempos en que las dos grandes culturas la del egoísmo y de la muerte, quieren ahogar como fuerte diluvio la vida matrimonial y familiar. Hoy deseamos renovar nuestros votos matrimoniales dentro de los Corazones de Jesús y María, para que dentro de sus Corazones permanezcamos siempre unidos en el amor que es mas fuerte que la muerte y en la fidelidad que es capaz de mantenerse firme en los momentos de prueba. Deseamos consagrar los años pasados, para que el Señor reciba como ofrenda de amor todo lo que en ellos ha sido manifestación de amor, de entrega, servicio y sacrificio incondicional. Queremos también ofrecer reparación por lo que no hayamos vivido como expresión sublime de nuestro sacramento. Consagramos el presente, para que sea una oportunidad de gracia y santificación de nuestras vidas personales, de nuestro matrimonio y de la vida de toda nuestra familia. Que sepamos hoy escuchar los designios de los Corazones de Jesús y María, y respondamos con generosidad y prontitud a todo lo que Ellos nos indiquen y deseen hacer con nosotros. Que hoy nos dispongamos, por el fruto de esta consagración a construir la civilización del amor y la vida. Consagramos los años venideros, para que atentos a Sus designios de amor y misericordia, nos dispongamos a vivir cada momento dentro de los Corazones de Jesús y María, manifestando entre nosotros y a los demás, sus virtudes, disposiciones internas y externas. Consagramos todas las alegrías y las tristezas, las pruebas y los gozos, todo ofrecido en reparación y consolación a Sus Corazones. Consagramos toda nuestra familia para que sea un santuario doméstico de los Dos Corazones, en donde se viva en oración, comunión, comunicación, generosidad y fidelidad en el sufrimiento. Que los Corazones de Jesús y María nos protejan de todo mal espiritual, físico o material. Que los Dos Corazones reinen en nuestro matrimonio y en nuestra familia, para que Ellos sean los que dirijan nuestros corazones y vivamos así, cada día, construyendo el reinado de sus Corazones: la civilización del amor y la vida. Amén! Nombre de esposos______________________________ Fecha________________________ -Madre Adela Galindo, Fundadora SCTJM