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Hola, te invito a que pienses que puedes hacer, desde tu lugar, para ayudar a la defensa de la vida. Por ejemplo puedes proponer reunion...

lunes, 14 de septiembre de 2015

La familia es una comunidad de personas y una institución






El mundo se ha modernizado en gran manera.
Casi diríamos que no ha habido nada que no haya sufrido tremendos cambios en los últimos cien años. En este periodo ha habido más cambios que en toda la existencia anterior de la humanidad.

No podía salvarse de ello la familia. Han nacido varios tipos de familia, ¿en cual está la nuestra?
Toda familia tiene dos aspectos que debemos tener en cuenta cuando reflexionemos sobre que familia es la nuestra.
La familia es una comunidad de personas y una institución.

Desde los principios de la humanidad la familia existe como respuesta a las necesidades y a la naturaleza del ser humano.
Fue creado por Dios varón y mujer. Ambos se atraen y este atractivo, al madurar, se convierte en amor y les lleva a dejar a sus padres para unirse en un nuevo hogar al que después llegan los hijos.

Esta comunidad de personas que comparten toda una vida tiene que atender a una serie de necesidades muy diversas, así como responder a lo que sociedad y Dios esperan de ella.

La comunidad familiar satisface la necesidad de amor y complementación de hombre y mujer.
Después, cuando ambos se convierten en padres, tienen la misión de atender el desarrollo total de la persona de cada hijo, lo que quiere decir, darles amor, aceptación, respeto, orientaciones, valores y normas, además de satisfacer sus necesidades de alimento, abrigo e instrucción.

Ya no se trata sólo de que el matrimonio se quiere, se ayuda y sea feliz: ahora encabeza una familia y necesita que la sociedad la proteja y le ayude a alcanzar sus fines.
Por eso, aunque al principio y fundamento de toda familia es la relación de amor, necesita también ser reconocida como institución.

¿En que consiste este aspecto institucional de la familia?

Se dice que la familia es la célula básica de la sociedad; esto es, que el conjunto de nuestra comunidad, del país y del mundo está formado por familias donde el ser humano nace, aprende a ser persona, a amar, a relacionarse con los demás e integrarse como individuo útil a la comunidad y a ejercer responsablemente su libertad.

Por esto el matrimonio es reconocido por la sociedad civil como un bien y les da derechos y responsabilidades entre sí y para con los hijos.
Por eso el matrimonio entre cristianos es un sacramento, una presencia viva del Cristo Nupcial en el hogar que da a los esposos la gracia y la iluminación para cumplir su misión.
Para desarrollarse sanamente, la familia debe cuidar de ser una buena comunidad y una buena institución.

¿Qué sucede cuando una familia sólo presta atención a uno de estos aspectos?
¿Qué pasa cuando sólo pienso en ser comunidad o sólo institución?

Hay familias que no le dan importancia a lo institucional.
Para los que se van a vivir en pareja no encuentran razón para atarse mediante un casamiento civil o una alianza matrimonial ante Dios, pues para ellos el amor es suficiente y dicen no necesitar ceremonias, firmas o testigos.
Piensan que las reglas o normas van contra la libertad de las personas.
Estas familias en un gran porcentaje no tienen estabilidad y suelen romperse cuando el amor, lo único que aceptan, tropieza con dificultades.
Son como un tren que pretende caminar sin rieles.

Muchas de las familias desintegradas fracasaron por no prestar atención a este aspecto institucional.
Sin orden ni estructura no pudieron ni siquiera amarse eficazmente.

Cuando en la familia no se ha construido una relación de amor, no hay comunión y participación y se presta toda la atención al orden, a las reglas, a las normas y obligaciones de cada uno, la familia pierde su alma. Es un hogar sin alma.
Todos hacen lo que les corresponde pero nadie crece como persona porque el amor es lo único que forma seres humanos.
Esta familia tal vez no se rompa porque le presta mucha atención a cumplir con lo firmado, pero no podrá cumplir adecuadamente sus deberes hacía sus miembros ni tampoco hacía la sociedad.

Hay que combinar institución con comunidad de amor, única manera de que todos vivan formándose amorosamente, viven la felicidad que no tiene fin y además cumplen haciendo el bien a toda la sociedad.

Hacen el bien, viviendo el bien.
Hacen el bien, viviendo bien.
Se dice que la familia es el pilar del desarrollo.
Cuando el mundo empezó a hablar de desarrollo, se dio cuenta que la familia además de ser el principal sostén de lo espiritual y lo afectivo, era un pilar del desarrollo.

No hay ninguna organización ni pública ni privada que preste servicios sociales básicos con la eficiencia con que lo hace una familia bien articulada.

Lo que la familia hace por los niños en educación en la temprana edad, hábitos para la buena salud y la enseñanza de conductas morales es casi insustituible.

En EE.UU. donde de todo se hace estadística, también lo hicieron con las influencias que la familia tiene para sus hijos.
Aquella familia en la que hay un solo progenitor, mayormente madre sola, eran dos veces más propensos a ser expulsados o suspendidos en la escuela, a sufrir problemas de conducta y a tener dificultades con sus compañeros.
Los hijos fuera del matrimonio tienen una tasa de mortalidad infantil mayor.

La familia influye fuertemente en diversos campos.
Tiene un gran peso en el rendimiento escolar de los niños y el clima que ven vivir en su casa tiene una gran influencia en la conformación de la inteligencia emocional.
Es una eficiente red de protección social para los jóvenes y los ancianos.
Se ha comprobado que una de las causas de la violencia juvenil en actos criminales es la falta de una familia orgánica.
El mayor porcentaje de alojados en centros de detención juvenil proviene de hogares con padre ausente o desconocido.

Durante varios años nuestro grupo de reflexión dentro del Movimiento Familiar Cristiano hizo visitas regulares al Instituto Agote, donde son alojados jóvenes con alto índice de actos criminales. Por poco que uno conversara con ellos se daba cuenta que detrás de su vida no había familia y a lo sumo había una madre sola.
A veces era doloroso ser testigo de algunas expresiones que dolían.

------Cuando salgo de aquí, a mi no me espera nadie.
------No tengo a donde ir. No tengo más remedio que volver a la calle, al único ambiente que conozco.
.-----Nunca supe quien era mi padre. Nunca lo tuve.
-----Mi madre se ocupa de ella. Yo me debo arreglar solo.

Y sólo debe defenderse. Soledad es cuando estamos rodeados de gente pero nuestro corazón no siente a nadie cerca.
Habían llegado a ser lo que eran por carencia de familia.
No había habido en ellos el sostén, el afecto y el calor de un hogar.

En definitiva, la familia es decisiva para la formación de la conducta humana en actitudes fundamentales para la convivencia.
Ella es columna básica de la calidad de vida de la sociedad toda y factor esencial del progreso de un país.
Consiguientemente, varios de los países más avanzados del mundo han montado enérgicas políticas de protección a la familia.
Licencias prolongadas y remuneradas por maternidad tanto para la madre como para el padre, subsidios por hijos, deducciones fiscales y servicios de apoyo a la familia.

La impotencia de la familia para cumplir sus funciones es una de las causas de una situación extrema: el aumento de los niños que viven en las calles, en la miseria más absoluta, cuadro desolador que hizo exclamar a Juan Pablo II:
....son niños abandonados, explotados, enfermos.

El balance es muy inquietante.
El quiebre de una familia afecta a todos, no solo a los que lo viven.
Los niños de familias desarticuladas tendrán menores chances en el colegio, en el mercado del trabajo y menores posibilidades mañana de formar familias estables.
No tienen la fuerza del ejemplo. Su vida toda está dañada. Crecieron con el dolor a cuestas, llevarán la marca toda su vida.

Pedir matrimonio homosexual es pedir anarquía ordenada, caos conservador, delito virtuoso, desgobierno gobernado y subversión subordinada a la autoridad instituida. No piden matrimonio los homosexuales porque crean en él. Lo piden porque lo odian y porque saben que, asumiéndolo ellos, es el modo más vil de destruirlo.

Una vez más de la mano de Aristóteles. El que pregunta si la nieve es blanca no merece respuesta. Merece un castigo porque ha perdido el sentido de lo obvio. Merece la reacción punitiva porque ha degradado a sabiendas el sentido común.
Ese sentido común que nos dice: matrimonio quiere decir unión de un hombre y una mujer para siempre. Aplicarlo a otro significado es robarle lo que dice y significa.


Estos son tiempos difíciles para la familia, para el matrimonio y especialmente para el matrimonio y la familia cristiana.
Frente al desconcierto y el pesimismo que amenaza envolver un poco a todos, lo que hace y dice el matrimonio y la familia cristiana, viene a ser como una luz en el camino.
Su hacer y su vivir tiene que ser un signo de esperanza en el futuro de toda familia y por lo tanto de la sociedad toda.

El oscuro mal de las familias de hoy es la soledad, la incomunicación, el encerrarse, el replegarse en si mismas.
Todo ello está en la misma raíz de la naturaleza del hombre.
Pero cuando se hace el esfuerzo de salir, de abrirse, de romper la propia cáscara para ver al otro, se establecen relaciones que hacen bien y generan el bien. No solamente en uno, sino en todo lo que está a su alrededor.

Caen las barreras: antes que nada en la familia, y después también con las personas con las cuales estamos en contacto.
Se crea una cadena de amistad y de comunión a través de la cual el tejido social se recompone, y empiezan a solucionarse los problemas inherentes a la familia y sus crisis, como son, por ejemplo, la emancipación de la mujer, el divorcio, el aborto, los huérfanos, los chicos abandonados, los ancianos, las viudas, los marginados, los......
¡Miren si hay mosaico de cosas en este mundo que supimos construir o destruir, o recuperar!

El núcleo familiar ha sido, es y debe volver a convertirse en el núcleo central y dinámico de la vida.
Toda vida. La íntima y la abierta a la sociedad.
¿Seremos capaces de ayudar para que haya familias dignas y sanas?
De ello depende el desarrollo de nuestro país.

Ya lo sabes, hay que poner voluntad para hacerlo.


El mundo se ha modernizado en gran manera.
Casi diríamos que no ha habido nada que no haya sufrido tremendos cambios en los últimos cien años. En este periodo ha habido más cambios que en toda la existencia anterior de la humanidad.

No podía salvarse de ello la familia. Han nacido varios tipos de familia, ¿en cual está la nuestra?
Toda familia tiene dos aspectos que debemos tener en cuenta cuando reflexionemos sobre que familia es la nuestra.
La familia es una comunidad de personas y una institución.

Desde los principios de la humanidad la familia existe como respuesta a las necesidades y a la naturaleza del ser humano.
Fue creado por Dios varón y mujer. Ambos se atraen y este atractivo, al madurar, se convierte en amor y les lleva a dejar a sus padres para unirse en un nuevo hogar al que después llegan los hijos.

Esta comunidad de personas que comparten toda una vida tiene que atender a una serie de necesidades muy diversas, así como responder a lo que sociedad y Dios esperan de ella.

La comunidad familiar satisface la necesidad de amor y complementación de hombre y mujer.
Después, cuando ambos se convierten en padres, tienen la misión de atender el desarrollo total de la persona de cada hijo, lo que quiere decir, darles amor, aceptación, respeto, orientaciones, valores y normas, además de satisfacer sus necesidades de alimento, abrigo e instrucción.

Ya no se trata sólo de que el matrimonio se quiere, se ayuda y sea feliz: ahora encabeza una familia y necesita que la sociedad la proteja y le ayude a alcanzar sus fines.
Por eso, aunque al principio y fundamento de toda familia es la relación de amor, necesita también ser reconocida como institución.

¿En que consiste este aspecto institucional de la familia?

Se dice que la familia es la célula básica de la sociedad; esto es, que el conjunto de nuestra comunidad, del país y del mundo está formado por familias donde el ser humano nace, aprende a ser persona, a amar, a relacionarse con los demás e integrarse como individuo útil a la comunidad y a ejercer responsablemente su libertad.

Por esto el matrimonio es reconocido por la sociedad civil como un bien y les da derechos y responsabilidades entre sí y para con los hijos.
Por eso el matrimonio entre cristianos es un sacramento, una presencia viva del Cristo Nupcial en el hogar que da a los esposos la gracia y la iluminación para cumplir su misión.
Para desarrollarse sanamente, la familia debe cuidar de ser una buena comunidad y una buena institución.

¿Qué sucede cuando una familia sólo presta atención a uno de estos aspectos?
¿Qué pasa cuando sólo pienso en ser comunidad o sólo institución?

Hay familias que no le dan importancia a lo institucional.
Para los que se van a vivir en pareja no encuentran razón para atarse mediante un casamiento civil o una alianza matrimonial ante Dios, pues para ellos el amor es suficiente y dicen no necesitar ceremonias, firmas o testigos.
Piensan que las reglas o normas van contra la libertad de las personas.
Estas familias en un gran porcentaje no tienen estabilidad y suelen romperse cuando el amor, lo único que aceptan, tropieza con dificultades.
Son como un tren que pretende caminar sin rieles.

Muchas de las familias desintegradas fracasaron por no prestar atención a este aspecto institucional.
Sin orden ni estructura no pudieron ni siquiera amarse eficazmente.

Cuando en la familia no se ha construido una relación de amor, no hay comunión y participación y se presta toda la atención al orden, a las reglas, a las normas y obligaciones de cada uno, la familia pierde su alma. Es un hogar sin alma.
Todos hacen lo que les corresponde pero nadie crece como persona porque el amor es lo único que forma seres humanos.
Esta familia tal vez no se rompa porque le presta mucha atención a cumplir con lo firmado, pero no podrá cumplir adecuadamente sus deberes hacía sus miembros ni tampoco hacía la sociedad.

Hay que combinar institución con comunidad de amor, única manera de que todos vivan formándose amorosamente, viven la felicidad que no tiene fin y además cumplen haciendo el bien a toda la sociedad.

Hacen el bien, viviendo el bien.
Hacen el bien, viviendo bien.
Se dice que la familia es el pilar del desarrollo.
Cuando el mundo empezó a hablar de desarrollo, se dio cuenta que la familia además de ser el principal sostén de lo espiritual y lo afectivo, era un pilar del desarrollo.

No hay ninguna organización ni pública ni privada que preste servicios sociales básicos con la eficiencia con que lo hace una familia bien articulada.

Lo que la familia hace por los niños en educación en la temprana edad, hábitos para la buena salud y la enseñanza de conductas morales es casi insustituible.

En EE.UU. donde de todo se hace estadística, también lo hicieron con las influencias que la familia tiene para sus hijos.
Aquella familia en la que hay un solo progenitor, mayormente madre sola, eran dos veces más propensos a ser expulsados o suspendidos en la escuela, a sufrir problemas de conducta y a tener dificultades con sus compañeros.
Los hijos fuera del matrimonio tienen una tasa de mortalidad infantil mayor.

La familia influye fuertemente en diversos campos.
Tiene un gran peso en el rendimiento escolar de los niños y el clima que ven vivir en su casa tiene una gran influencia en la conformación de la inteligencia emocional.
Es una eficiente red de protección social para los jóvenes y los ancianos.
Se ha comprobado que una de las causas de la violencia juvenil en actos criminales es la falta de una familia orgánica.
El mayor porcentaje de alojados en centros de detención juvenil proviene de hogares con padre ausente o desconocido.

Durante varios años nuestro grupo de reflexión dentro del Movimiento Familiar Cristiano hizo visitas regulares al Instituto Agote, donde son alojados jóvenes con alto índice de actos criminales. Por poco que uno conversara con ellos se daba cuenta que detrás de su vida no había familia y a lo sumo había una madre sola.
A veces era doloroso ser testigo de algunas expresiones que dolían.

------Cuando salgo de aquí, a mi no me espera nadie.
------No tengo a donde ir. No tengo más remedio que volver a la calle, al único ambiente que conozco.
.-----Nunca supe quien era mi padre. Nunca lo tuve.
-----Mi madre se ocupa de ella. Yo me debo arreglar solo.

Y sólo debe defenderse. Soledad es cuando estamos rodeados de gente pero nuestro corazón no siente a nadie cerca.
Habían llegado a ser lo que eran por carencia de familia.
No había habido en ellos el sostén, el afecto y el calor de un hogar.

En definitiva, la familia es decisiva para la formación de la conducta humana en actitudes fundamentales para la convivencia.
Ella es columna básica de la calidad de vida de la sociedad toda y factor esencial del progreso de un país.
Consiguientemente, varios de los países más avanzados del mundo han montado enérgicas políticas de protección a la familia.
Licencias prolongadas y remuneradas por maternidad tanto para la madre como para el padre, subsidios por hijos, deducciones fiscales y servicios de apoyo a la familia.

La impotencia de la familia para cumplir sus funciones es una de las causas de una situación extrema: el aumento de los niños que viven en las calles, en la miseria más absoluta, cuadro desolador que hizo exclamar a Juan Pablo II:
....son niños abandonados, explotados, enfermos.

El balance es muy inquietante.
El quiebre de una familia afecta a todos, no solo a los que lo viven.
Los niños de familias desarticuladas tendrán menores chances en el colegio, en el mercado del trabajo y menores posibilidades mañana de formar familias estables.
No tienen la fuerza del ejemplo. Su vida toda está dañada. Crecieron con el dolor a cuestas, llevarán la marca toda su vida.

Pedir matrimonio homosexual es pedir anarquía ordenada, caos conservador, delito virtuoso, desgobierno gobernado y subversión subordinada a la autoridad instituida. No piden matrimonio los homosexuales porque crean en él. Lo piden porque lo odian y porque saben que, asumiéndolo ellos, es el modo más vil de destruirlo.

Una vez más de la mano de Aristóteles. El que pregunta si la nieve es blanca no merece respuesta. Merece un castigo porque ha perdido el sentido de lo obvio. Merece la reacción punitiva porque ha degradado a sabiendas el sentido común.
Ese sentido común que nos dice: matrimonio quiere decir unión de un hombre y una mujer para siempre. Aplicarlo a otro significado es robarle lo que dice y significa.


Estos son tiempos difíciles para la familia, para el matrimonio y especialmente para el matrimonio y la familia cristiana.
Frente al desconcierto y el pesimismo que amenaza envolver un poco a todos, lo que hace y dice el matrimonio y la familia cristiana, viene a ser como una luz en el camino.
Su hacer y su vivir tiene que ser un signo de esperanza en el futuro de toda familia y por lo tanto de la sociedad toda.

El oscuro mal de las familias de hoy es la soledad, la incomunicación, el encerrarse, el replegarse en si mismas.
Todo ello está en la misma raíz de la naturaleza del hombre.
Pero cuando se hace el esfuerzo de salir, de abrirse, de romper la propia cáscara para ver al otro, se establecen relaciones que hacen bien y generan el bien. No solamente en uno, sino en todo lo que está a su alrededor.

Caen las barreras: antes que nada en la familia, y después también con las personas con las cuales estamos en contacto.
Se crea una cadena de amistad y de comunión a través de la cual el tejido social se recompone, y empiezan a solucionarse los problemas inherentes a la familia y sus crisis, como son, por ejemplo, la emancipación de la mujer, el divorcio, el aborto, los huérfanos, los chicos abandonados, los ancianos, las viudas, los marginados, los......
¡Miren si hay mosaico de cosas en este mundo que supimos construir o destruir, o recuperar!

El núcleo familiar ha sido, es y debe volver a convertirse en el núcleo central y dinámico de la vida.
Toda vida. La íntima y la abierta a la sociedad.
¿Seremos capaces de ayudar para que haya familias dignas y sanas?
De ello depende el desarrollo de nuestro país.

Ya lo sabes, hay que poner voluntad para hacerlo.


Lo que tu hijo adolescente desea oír de ti



De qué hablas con tu hijo adolescente? 

Es posible que la mayor parte de las conversaciones se reduzcan a retarlo y criticarlo por su aspecto descuidado, por la hora de llegar a la casa, por las notas, por estar todo el día colgado del teléfono....

Cierto es que tenemos el deber de corregir pero, si nos descuidamos, nuestra relación puede reducirse a reproches y críticas.

A pesar de su aparente desapego, de su afán por ser independiente, tu hijo adolescente espera aún mucho de ti y necesita que le transmitas una serie de mensajes.

Un adolescente necesita oír de sus padres que están orgullosos de él, y no sólo cuando saca buenas notas o cuando gana el partido de fútbol, sino también cuando:

1. Se esfuerza por conseguir un objetivo, aunque no lo logre.

2. Toma sus propias decisiones.

3. Lo intenta de nuevo a pesar de haber fallado.

4. Lucha por superarse.

Debes hacer ver a tu hijo que estás orgulloso de él o de ella, a pesar de todo, porque es tu hijo.

Que le aceptas y apruebas como persona, aunque en ocasiones no apruebes su comportamiento.

Muchos adolescentes de hoy en día no tienen la suerte de escuchar con frecuencia este mensaje.

El segundo mensaje tiene que ver con la disponibilidad.

Tu hijo necesita saber que estás ahí, disponible para cuando le haga falta, que siempre puede contar contigo. Aunque aparente que no te necesita, en los momentos difíciles necesita saber que cuenta contigo. Si no consigues transmitirle este mensaje buscará consejo y ayuda en otros lugares.

Debes estar disponible para cuando te necesite, lo que no es lo mismo que atosigarle con preguntas. La intimidad no se impone, se gana.

Otro mensaje que debe captar tu hijo es tu interés por comprenderle.

Es frecuente que los adolescentes acusen a sus padres de no entenderles, de vivir en otra galaxia, de no enterarse de nada.

A veces simplemente nuestro hijo está intentando manipularnos: confunde el comprender con el estar de acuerdo.

Debes procurar tomarte el tiempo necesario para intentar descubrir los motivos que hay detrás de las afirmaciones de tu hijo, y escucharle poniéndote «en su pellejo» antes de formarte una opinión.

Al menos tu hijo debe darse cuenta de que intentas comprenderle, respetando su personalidad, su peculiar forma de ser.

Procurando estar al día: películas, canciones, famosos, deportes...

Sabiendo ser flexibles en lo que no es sustancial: horarios, vestido, orden...

Dando importancia a cada hijo individualmente: exámenes, salidas, amigos, diversiones...

Descubriendo al hijo callado, triste enfadado...

Sabiendo perdonar, dando una segunda oportunidad.

Sabiendo pedir perdón cuando sea necesario: no se pierde autoridad y se gana prestigio.

Para ello es fundamental que hagas ver a tu hijo que confías en él, de esta forma le animarás a querer estar a la altura de esa confianza.

No obstante, esta confianza no implica que le permitamos hacer cosas para las que aún no está preparado o que le permitamos enfrentarse a situaciones en las que el grado de riesgo es más elevado que su nivel de madurez.

Debemos hacerle ver que esa confianza se irá desarrollando gradualmente a medida que él vaya adquiriendo más experiencia y nos vaya demostrando que es capaz de actuar de forma responsable.

El último mensaje, y también el más importante, que los hijos desean oír de sus padres es que lo quieren. Cuando un adolescente no está seguro del cariño de sus padres, los demás mensajes no significan nada.

Necesita que le digas que le quieres y que se lo demuestres

Tomado del libro "Cómo resolver situaciones cotidianas de tus hijos adolescentes", editorial Palabra, Madrid, 2.000.eo

 Fuente: edufam.com

La familia, escuela de valores



La familia, núcleo de la sociedad, es escuela de valores donde se educan, por contagio, todos los que la integran. Es en la familia donde se crean vínculos afectivos, donde se quiere a cada uno por lo que es, con cualidades y defectos. Nuestra familia es el espacio de la intimidad. Somos conocidos totalmente, no necesitamos de ningún ´´curriculum´´ para que nos aprecien. Esto influye para que sea el ámbito propicio, donde, gracias a la convivencia, se aprendan unos valores que perduran siempre. Todos los padres queremos que nuestros hijos sean felices. Los hijos lo serán en la medida que vean que sus padres lo son. La mejor referencia es la vida de los padres. Reflexionaremos sobre algunos puntos que son primordiales para la vida cotidiana.

El primer gran valor que deberán aprender será saber amar porque, cuando hemos aprendido a amar, lo hemos aprendido todo. Amar conlleva muchos valores: olvido personal, generosidad, fortaleza, flexibilidad, comprensión, etc. Teresa de Calcuta nos recuerda que ´´amar es no parar´´. Podemos hacerle caso y repartir afecto a todos los de la familia. El afecto da seguridad y la seguridad da autoestima y, con autoestima, es mas fácil interiorizar los valores que los progenitores quieren transmitir.

También saber perdonar de todo corazón, no acumulando reproches. Pasar por alto cambios de humor. No recordar continuamente los agravios recibidos. Enseñar a perdonar es colaborar a la paz. El rencor y la venganza sólo ayudan a destruir. El perdón es un punto esencial para ayudar a vivir la solidaridad y el respeto por los demás. El matrimonio que sabe olvidar, que deja el amor propio en el bolsillo y no se enoja, enseña a perdonar a sus hijos. Un ambiente de serenidad, de no criticar a nadie, de saber disculpar, es de gran ayuda para la integración social de los hijos.

Los padres somos el espejo de convicciones donde se reflejan nuestros hijos. Por esto hemos de ser coherentes con lo que decimos y hacemos. Jesús Urteaga en su libro Dios y la familia, nos dice: ´´Espero mucho más de padres mudos y santos, que no de predicadores y sermoneadores que no hacen lo que dicen´´. Repetir demasiado los consejos puede resultar aburrido y poco motivador para los hijos. El testimonio es la clave para la transmisión de valores. Estos valores se transforman en virtudes por el esfuerzo personal y la gracia que se recibe de Dios.

De bien pequeños, y también después del uso de razón, aprenden los niños del modelo que presentan sus padres y aprenden a distinguir, cuando hay orden, lo que es correcto. Por parte de los padres es primordial la creación de hábitos. Los hábitos buenos conducirán a las virtudes, así como los malos conducirían a los vicios. ´´El orden exterior ayuda a construir el orden interior´´, escribe Juan Valls Julià en su libro El desarrollo total del niño. Es también cierto que, para una familia cristiana, el orden ideal será hacer vivir las virtudes humanas teniendo siempre presente a Dios.

Finalmente, valorar el trabajo. El trabajo bien hecho conlleva una serie de virtudes: humildad, espíritu de servicio hacia los demás, prudencia, constancia, lealtad, laboriosidad, etc.

Los padres somos los protagonistas de estas breves reflexiones. Cada familia tiene su estilo y se planteará qué valores quiere transmitir. Estos se irán contagiando por osmosis si nos esforzamos en vivir con alegría y constancia las cosas pequeñas sin quejarnos. No se trata de hacer cosas grandes, sino de actuar empezando por nosotros mismos. Por último, dar gracias por todo y a todos para enseñar a los hijos el agradecimiento. Todo con paciencia se puede llevar a buen término. Recordemos al poeta Rabindranath Tagore: ´´No es el martillo el que deja perfectas las piedras, sino el agua con su danza y canción´´.
 Via: Catholic.net


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♥Consagración a la Virgen María

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CONSAGRACIÓN DEL MATRIMONIO AL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA

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"Oh, Corazón Inmaculado de María, refugio seguro de nosotros pecadores y ancla firme de salvación, a Ti queremos hoy consagrar nuestro matrimonio. En estos tiempos de gran batalla espiritual entre los valores familiares auténticos y la mentalidad permisiva del mundo, te pedimos que Tu, Madre y Maestra, nos muestres el camino verdadero del amor, del compromiso, de la fidelidad, del sacrificio y del servicio. Te pedimos que hoy, al consagrarnos a Ti, nos recibas en tu Corazón, nos refugies en tu manto virginal, nos protejas con tus brazos maternales y nos lleves por camino seguro hacia el Corazón de tu Hijo, Jesús. Tu que eres la Madre de Cristo, te pedimos nos formes y moldees, para que ambos seamos imágenes vivientes de Jesús en nuestra familia, en la Iglesia y en el mundo. Tu que eres Virgen y Madre, derrama sobre nosotros el espíritu de pureza de corazón, de mente y de cuerpo. Tu que eres nuestra Madre espiritual, ayúdanos a crecer en la vida de la gracia y de la santidad, y no permitas que caigamos en pecado mortal o que desperdiciemos las gracias ganadas por tu Hijo en la Cruz. Tu que eres Maestra de las almas, enséñanos a ser dóciles como Tu, para acoger con obediencia y agradecimiento toda la Verdad revelada por Cristo en su Palabra y en la Iglesia. Tu que eres Mediadora de las gracias, se el canal seguro por el cual nosotros recibamos las gracias de conversión, de amor, de paz, de comunicación, de unidad y comprensión. Tu que eres Intercesora ante tu Hijo, mantén tu mirada misericordiosa sobre nosotros, y acércate siempre a tu Hijo, implorando como en Caná, por el milagro del vino que nos hace falta. Tu que eres Corredentora, enséñanos a ser fieles, el uno al otro, en los momentos de sufrimiento y de cruz. Que no busquemos cada uno nuestro propio bienestar, sino el bien del otro. Que nos mantengamos fieles al compromiso adquirido ante Dios, y que los sacrificios y luchas sepamos vivirlos en unión a tu Hijo Crucificado. En virtud de la unión del Inmaculado Corazón de María con el Sagrado Corazón de Jesús, pedimos que nuestro matrimonio sea fortalecido en la unidad, en el amor, en la responsabilidad a nuestros deberes, en la entrega generosa del uno al otro y a los hijos que el Señor nos envíe. Que nuestro hogar sea un santuario doméstico donde oremos juntos y nos comuniquemos con alegría y entusiasmo. Que siempre nuestra relación sea, ante todos, un signo visible del amor y la fidelidad. Te pedimos, Oh Madre, que en virtud de esta consagración, nuestro matrimonio sea protegido de todo mal espiritual, físico o material. Que tu Corazón Inmaculado reine en nuestro hogar para que así Jesucristo sea amado y obedecido en nuestra familia. Qué sostenidos por Su amor y Su gracia nos dispongamos a construir, día a día, la civilización del amor: el Reinado de los Dos Corazones. Amén. -Madre Adela Galindo, Fundadora SCTJM

CONSAGRACIÓN DEL MATRIMONIO A LOS DOS CORAZONES EN SU RENOVACIÓN DE VOTOS

CONSAGRACIÓN DEL MATRIMONIO A LOS DOS CORAZONES EN SU RENOVACIÓN DE VOTOS
Oh Corazones de Jesús y María, cuya perfecta unidad y comunión ha sido definida como una alianza, término que es también característico del sacramento del matrimonio, por que conlleva una constante reciprocidad en el amor y en la dedicación total del uno al otro. Es la alianza de Sus Corazones la que nos revela la identidad y misión fundamental del matrimonio y la familia: ser una comunidad de amor y vida. Hoy queremos dar gracias a los Corazones de Jesús y María, ante todo, por que en ellos hemos encontrado la realización plena de nuestra vocación matrimonial y por que dentro de Sus Corazones, hemos aprendido las virtudes de la caridad ardiente, de la fidelidad y permanencia, de la abnegación y búsqueda del bien del otro. También damos gracias por que en los Corazones de Jesús y María hemos encontrado nuestro refugio seguro ante los peligros de estos tiempos en que las dos grandes culturas la del egoísmo y de la muerte, quieren ahogar como fuerte diluvio la vida matrimonial y familiar. Hoy deseamos renovar nuestros votos matrimoniales dentro de los Corazones de Jesús y María, para que dentro de sus Corazones permanezcamos siempre unidos en el amor que es mas fuerte que la muerte y en la fidelidad que es capaz de mantenerse firme en los momentos de prueba. Deseamos consagrar los años pasados, para que el Señor reciba como ofrenda de amor todo lo que en ellos ha sido manifestación de amor, de entrega, servicio y sacrificio incondicional. Queremos también ofrecer reparación por lo que no hayamos vivido como expresión sublime de nuestro sacramento. Consagramos el presente, para que sea una oportunidad de gracia y santificación de nuestras vidas personales, de nuestro matrimonio y de la vida de toda nuestra familia. Que sepamos hoy escuchar los designios de los Corazones de Jesús y María, y respondamos con generosidad y prontitud a todo lo que Ellos nos indiquen y deseen hacer con nosotros. Que hoy nos dispongamos, por el fruto de esta consagración a construir la civilización del amor y la vida. Consagramos los años venideros, para que atentos a Sus designios de amor y misericordia, nos dispongamos a vivir cada momento dentro de los Corazones de Jesús y María, manifestando entre nosotros y a los demás, sus virtudes, disposiciones internas y externas. Consagramos todas las alegrías y las tristezas, las pruebas y los gozos, todo ofrecido en reparación y consolación a Sus Corazones. Consagramos toda nuestra familia para que sea un santuario doméstico de los Dos Corazones, en donde se viva en oración, comunión, comunicación, generosidad y fidelidad en el sufrimiento. Que los Corazones de Jesús y María nos protejan de todo mal espiritual, físico o material. Que los Dos Corazones reinen en nuestro matrimonio y en nuestra familia, para que Ellos sean los que dirijan nuestros corazones y vivamos así, cada día, construyendo el reinado de sus Corazones: la civilización del amor y la vida. Amén! Nombre de esposos______________________________ Fecha________________________ -Madre Adela Galindo, Fundadora SCTJM

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