La sexualidad: dimensión fundamental de la personalidad humana (I)
No es una novedad el sexo; hemos aprendido a verlo y a vivirlo,desde que nacemos somos niños o niñas,antes de conocerlo.
I. ¿Qué es?
Cada ser humano es una unidad personal sexuada de espíritu y cuerpo; y cada ser humano, en su existencia concreta, es hombre o mujer. La sexualidad del ser humano se expresa en todas las dimensiones de su personalidad: cuerpo, psique y espíritu. Es principio fundamental de identidad. La fusión de un óvulo femenino y un espermatozoide masculino da origen a un ser humano sexuado. Este ser crece naturalmente, ya desde el inicio, como un hombre o como una mujer. Para entender mejor quién es el ser humano y cómo alcanza su realización, es necesario entender en qué consiste su sexualidad y cuál es el fin de la misma.
La sexualidad animal muestra que los elementos masculinos y femeninos permiten la reproducción y la supervivencia de la especie. El sexo biológico diferencia a unos individuos de otros dentro de la misma especie, en su cuerpo y en su actuar, para la continuidad de la especie. Es la sexualidad la que define ciertos comportamientos propios del macho o de la hembra y que tienen que ver, por ejemplo, con la alimentación, protección de las crías, etc.
La sexualidad humana comparte con la sexualidad de los mamíferos algunos rasgos importantes: el desarrollo del sexo cromosómico, gonádico, morfológico y fenotípico que tiene como fin natural la reproducción y propone a la especie tareas diferenciadas para facilitar la supervivencia humana que provienen de sus cualidades naturales. Por ejemplo, la mujer puede alimentar a la cría de modo natural aunque esto no quiere decir que esté obligada a ello. Es una realidad que la biología le ofrece esta posibilidad sólo a ella, a partir de la diferenciación sexual.
Para descubrir que la sexualidad es una dimensión fundamental del ser humano, hay que considerar los siguientes niveles de la sexualidad humana: cromosómica, gonádica, morfológica, socio-cultural o educacional, fenotípica y psíquica.
El sexo cromosómico configura genéticamente al ser humano como varón o como hembra. Todo ser humano pertenece al sexo masculino o femenino desde el primer momento de su vida en que está constituido por una célula derivada de la fusión del espermatozoide con el óvulo. Si un ser humano tiene 44 cromosomas más dos cromosomas sexuales X, es de sexo femenino; si posee 44 cromosomas más un cromosoma X y otro Y, es de sexo masculino. Los 46 cromosomas están ajustados de dos en dos formando 23 parejas.
En este ser que crece en el útero, el primer rasgo anatómico de su sexualidad que se desarrolla es el sexo gonádico. La gónada es la glándula genital que elabora las células reproductoras (óvulos o espermatozoides). En torno a la sexta semana de vida intrauterina, el embrión posee una gónada todavía indiferenciada que es capaz de transformarse en testículo u ovario. Si en su patrimonio genético se halla el cromosoma Y, es decir, si es genéticamente varón, la zona central de la gónada se desarrollará diferenciándose en testículo, que empezará muy pronto a producir hormonas masculinas, llamadas andrógenos. Si el ser humano es genéticamente mujer, se desarrollará en cambio la parte externa de la gónada, que se diferenciará en ovario y se poblará de un número enorme de folículos llamados «primordiales» (6 ó 7 millones), cada uno de los cuales contiene una célula huevo.
El sexo morfológico (los órganos genitales internos y externos), en torno a la octava semana de vida intrauterina del embrión está todavía indiferenciado. Si está presente el testículo (sexo gonádico masculino), gracias a los andrógenos producidos por él, los genitales se desarrollarán en sentido masculino; si no está presente el testículo, el desarrollo de los genitales se operará, en cambio, en sentido femenino. El sexo del embrión ya es reconocible desde la decimocuarta semana de vida intrauterina. Los órganos genitales internos masculinos son los conductos seminales, las vesículas seminales, la próstata y la uretra, mientras que se consideran órganos genitales externos el pene y el escroto. En la mujer son órganos genitales internos las trompas, el útero y la vagina, y órganos genitales externos los labios mayores y menores.
El niño, al nacer, es denominado varón o hembra según el aspecto de los genitales externos: desde ese preciso momento será educado por los padres según el sexo que se le ha atribuido (en algunas culturas, por ejemplo los colores escogidos para su primer vestido se harán en función de su sexo). Este aspecto de la sexualidad se llama sexo socio-cultural o sexo de educación porque ayuda a concordar armoniosamente el sexo genético, gonádico, morfológico y de educación o social lo que hará que el niño desarrolle precozmente, dentro del primer año de vida, su identificación consigo mismo como varón o hembra.
La niñez de un ser humano termina con la pubertad cuando se desarrolla su sexo fenotípico. Éste es el conjunto de características que hacen que un individuo quede definido por el aspecto exterior (fisiológico) como varón o hembra. Aparte de la estructura de los genitales externos, que ya en el nacimiento permiten distinguir a un niño de una niña, el resto de los caracteres sexuales (como el desarrollo de la figura femenina o masculina, cambio de tono de voz, etc.) se terminan de desarrollar con la edad. Se llaman caracteres «secundarios» para distinguirlos de los caracteres «primarios» (sexo gonádico y morfológico).
Además de ser varón o hembra desde un punto de vista cromosómico, gonádico, morfológico y fenotípico, el hombre y la mujer lo son también desde un punto de vista psíquico. La mujer se reconoce y se siente como mujer y tiene tendencias sexuales hacia los varones y viceversa. Mientras que la identidad sexual se establece rápidamente desde la primera infancia, las tendencias sexuales se manifiestan de manera clara en la pubertad. El sexo psíquico masculino o femenino está determinado por factores biológicos (el sexo genético, el sexo gonádico, etc.), pero también por otros factores que influyen en él en su desarrollo afectivo ligados al desarrollo del niño.
En la sexualidad humana se observan significativas diferencias en relación a la sexualidad puramente biológica. Es una dimensión fundamental de la identidad enraizada en el espíritu humano. Su cuerpo no es vehículo de su espíritu, sino que es la revelación de su unidad personal de espíritu y cuerpo. Su feminidad o su masculinidad impregna su percepción del mundo y las relaciones que establece con él, a través de su libertad inteligente y sus decisiones.
El sexo socio-cultural(1) y el sexo psíquico(2) son dimensiones que expresan la realidad humana que va más allá del elemento biológico. La identidad sexual se produce cuando uno descubre la relación adecuada que ha de existir entre la realidad objetiva de su cuerpo sexuado y la vivencia subjetiva de su sexualidad. Si uno es hombre, percibe su identidad como hombre. Si esta identificación no se da, hay una anomalía o desajuste en la personalidad.
El conjunto de factores educativos, familiares, sociales, y circunstancias personales que influyen en el desarrollo de un ser humano sexuado, influye en la configuración de su personalidad y de su individualidad, pero siempre como hombre o como mujer.
Siendo el ser humano un ser social, no sólo se identifica consigo mismo y con su sexo, sino que otros (con los que convive) le identifican por su sexualidad. Cuando uno se encuentra con otro ser humano, la primera constatación que hace, casi sin pensar, es acerca de la sexualidad del otro e intuitivamente adapta su manera de comportarse según sea hombre o mujer.
Como mujer o como hombre, aprende a relacionarse y a amar a los demás. No se puede hacer de la sexualidad humana una actividad externa a la persona. Se expresa en todos sus actos y, por ello, no puede ser objeto de uso. Usar la sexualidad implicaría también usar al ser humano que se identifica con ella. Cualquier práctica que intenta usar al ser humano (como la prostitución, la pornografía, y la violencia sexual) niega el fin del ser humano y tiene consecuencias serias en su psicología, en su cuerpo y, sobre todo, en su espíritu.
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(1) Sexo socio-cultural: por el que uno identifica a otros como hombres o como mujeres por su manera de vestir, comportarse, hablar etc. de acuerdo a las costumbres culturales aprendidas, como un medio para poder expresar la identidad y los comportamientos de hombres y mujeres.
(2) Sexo psíquico: por el que uno se identifica con su propia sexualidad tanto en su fisiología como en las tendencias naturales que se derivan de ella.
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