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miércoles, 18 de agosto de 2010

11 consejos para enseñar a pensar a los hijos





Fuente: arvo.net 

Autor: Luis Olivera

1. Lo primero es actuar de acuerdo con la verdad de las cosas.
Enseñar a los hijos a no engañarse, a ser sinceros, a actuar con coherencia. “Podemos conocer la química cerebral que explica el movimiento de un dedo, pero eso no explica por qué ese movimiento se usa para tocar el piano o apretar un gatillo” (Marcus Jacobson).Y “no podemos abaratar la verdad” (F. Suárez), devaluando su valor, como si fuera época de rebajas.
2. Un segundo es que “el entrenamiento es una exclusiva de la inteligencia humana” (Marina).
Hay que enriquecer el lenguaje, hay que fomentar el diálogo, el ejercicio mental de razonar, de defender una causa, de tener argumentos para las propias decisiones, y no hacer sólo lo que hacen los demás, como los borregos. Aprender a pensar es descubrir todo el inmenso poder que tiene la moda en el mundo y saber salir de la jaula mental en que puede encerrarnos. El pensador libre, es decir, el pensador, no debe sacrificar su libertad de pensar en el altar de la moda. Sacrificar la verdad en el altar de la moda es una de las perversiones más nocivas del pensador.. Sin embargo, con excesiva frecuencia se encarcela a la razón en la jaula de la moda. Entrenamiento y cultivo, dado que “la tierra que no es labrada, llevará abrojos y espinas, aunque sea fértil. Así sucede con el entendimiento del hombre” (Sta. Teresa de Jesús).
3. Ya que es imposible no equivocarse nunca, al menos, por utilidad y por deber, hemos de aprender de nuestras equivocaciones.
Si queremos aprender a pensar, deberemos descubrir el mundo tan humano del error. "Equivocarse es humano", descubrieron los antiguos. El error es el precio que tiene que pagar el animal racional.
4. Deliberar es la segunda etapa de la voluntad.
Seremos más inteligentes y más libres cuando conozcamos mejor la realidad, sepamos evaluarla mejor y seamos capaces de abrir más caminos. Sería un error pensar, observa Leonardo Polo, que el hombre inventó la flecha porque tenía necesidad de comer pájaros. También el gato tiene esa necesidad y, no ideó nada. El hombre inventó la flecha porque su inteligencia descubre la oportunidad que le ofrece la rama.
5. Mantener abierta nuestra capacidad de dirigir nuestra conducta por valores pensados.
Hay que pasar del régimen del impulso irracional al régimen de la inteligencia. Más que enseñar a pensar, la función de los padres ha de consistir en motivar a los hijos para que quieran pensar, por cuenta propia. Con actitudes positivas, las niñas se comen el mundo; con actitudes negativas, el pensar aparece como algo cansino; el actuar, como mediocre.
6. Enseñar a tomar decisiones. La inteligencia es la capacidad de resolver problemas vitales.
No es muy inteligente quien no sea capaz de decidir, aunque dentro de su refugio resuelva con soltura problemas de trigonometría. Si convenimos que educar es, esencialmente, crecer en libertad y en responsabilidad, aprender a decidir bien resulta uno de los aspectos claves de esa tarea: cuanta más capacidad de decisión, más libertad.
7. “Debemos recuperar de los niños, y fomentarla, la sana estrategia de preguntar continuamente.
Las tres preguntas fundamentales son: ¿Qué es? ¿Por qué es así? y ¿Ud., cómo lo sabe? Aristóteles definía la ciencia como “el conocimiento cierto por las causas”. Pues, habituarse a formular por qués. Los padres deben estimular, motivar, comentar y promover el clima adecuado para favorecer los hábitos intelectuales de sus hijas.
8. La inteligencia que planteamos tiene que saber aprender y, sobre todo, tiene que disfrutar aprendiendo.
Formular preguntas que ayuden a ser más reflexivos, a interrogarse sobre el pensamiento: ¿Por qué piensa el hombre? ¿Has pensado por qué recuerda cosas? ¿Pensamos mientras dormimos? ¿Qué es lo que más te hace pensar? ¿Puedes pensar en dos cosas distintas a la vez? Leonardo Polo define al hombre como un ser que, no sólo soluciona problemas, sino que además se los plantea. En efecto, el ser humano progresa planteándose nuevos problemas y buscando solucionarlos.
9. La inteligencia debe de ser eficazmente lingüística.
Ya gracias al lenguaje, no sólo nos comunicamos con los demás, sino con nosotros mismos. La inteligencia no se parece a una colección de fotografías, sino a un río. Río e inteligencia “discurren”. Nuestra lengua natural, la materna, es un río donde confluyen miles de afluentes. "La pluma y la palabra son las armas del pensador" (JA Jauregui): aprender a pensar es aprender a tocar dos instrumentos del pensamiento: la pluma y la palabra.
10. Fomentar la lectura y controlar el uso de la TV.
Ya que hablamos del vuelo de la inteligencia, se trata de “ser más inteligentes que la TV” (Jiménez). Los libros “tienen que ser obras que alimenten la inteligencia sin dejar seco el corazón”. O sea, que deben iluminar la mente con la verdad y no sumirla en las nieblas de la duda o en la oscuridad del error” (F. Suárez).
11. Urge encontrar tiempos para reflexionar, para pensar, que es menos trabajoso y más barato que otras necesidades que nos creamos.
Sobre el sentido último de la vida, de las cosas, del hombre, de Dios. Cuando Unamuno dijo que solía ir a pasear con pastores de ovejas para aprender a pensar, para deshacerse de prejuicios y dogmas de escuela, todos se rasgaron las vestiduras. Sin embargo, Unamuno era sincero. Un pastor de ovejas tiene tiempo para pensar, para dar rienda suelta a su imaginación y descubrir nuevos horizontes filosóficos que no ha visto nunca ningún otro filósofo.Fernando Corominas dice que hay que “sentar” en la mente y en el corazón de los hijos las cosas buenas, antes de que les lleguen las nocivas. Es llegar antes, es educar en futuro. Siempre que nos abandonamos, retornamos a la selva. La selva de la que hablo metafóricamente es siempre una claudicación de la inteligencia.

"Género"




La "ideología de género", contraria al Orden Natural, al igual que en otros campos, como en las campañas antivida, manipula el lenguaje, para introducir conceptos aberrantes que pasan a convertirse en parte del Discurso Cultural Dominante, que terminan por imponerse a través de los organismos internacionales. El artículo desentraña el contenido real de algunas palabras clave.
Al igual que la ropa, las palabras también tienen sus modas. Hoy "género" es uno de esos vocablos que, si fuera un artista, estaría en las listas de los "top ten". También se ha convertido en una especie de filtro social, pues aparentemente permite discriminar a los liberales de los conservadores. Con todo, son pocos los que conocen sus implicaciones y verdadero significado. A continuación exponemos lo que la perspectiva del género busca lograr en nuestra sociedad.
El feminismo del género fue acuñado por primera vez por Christina Hoff Sommers en su libro "Who stole feminism?". En él quiso distinguir entre el feminismo de equidad (que busca la igualdad de los sexos), y el feminismo radical surgido en los años 60, y en cuyos brazos se alumbra la perspectiva del género.
Tras algunos años de trabajo, avances y retrocesos, la nueva ideología logró penetrar en la sede de las Naciones Unidas, apoderándose de un pequeño pero importantísimo núcleo intelectual. Desde tan privilegiado escenario, el género comenzó su carrera ascendente. La primera conquista fue Pekín, con un documento final que establecía una serie de pautas para implantar la ideología. Desde entonces, la perspectiva del género se ha ido infiltrando y empapando las leyes, las costumbres, y lo que es más importante: la educación.
Pero, ¿qué significa realmente? ¿Cuáles son sus presupuestos? ¿cuáles, sus objetivos? Trataremos de responder a estas preguntas ilustrando lo dicho con citas de las mismas teóricas del género.
Género es definido como "las relaciones entre mujeres y hombres basadas en roles definidos socialmente que se asignan a uno u otro sexo" (definición de la directiva de la conferencia de Pequín de 1995). Este concepto se articula en torno a varias palabras clave:
1. Perversidad polimorfa, sexualmente polimorfo. Según la perspectiva del género, no existen diferencias sexuales: el ser humano nace sexualmente indefinido. Por tanto, los hombres y las mujeres no sienten atracción por las personas del otro sexo por naturaleza, sino por imposición social.
Así, consideran que es preciso declarar la guerra a las diferencias biológicas, porque "lo natural no es siempre un valor humano". (Shulamith Firestone, "The Dialectic of Sex").
2. Preferencia u orientación sexual. En vez de dos sexos, para las feministas del género existen cinco: heterosexual, homosexual, lesbiana, bisexual y transexual. A todos deben reconocerse los mismos derechos legales y sociales.
Afirman que si la sociedad no hubiera reprimido las diversas orientaciones sexuales, éstas podrían haber estado igualmente ligadas a la reproducción. Así, especulan que la naturaleza podría tener recursos para asegurar la procreación con personas de un mismo sexo.
"La forma en la que se propaga la especie es determinada socialmente. (…) En sociedades más imaginativas, la reproducción biológica podría asegurarse por otras técnicas" (Heidi Harmannm "The unhappy marriage of marxisim and feminism")
3. Heterosexualidad obligatoria: Se define como la obligación de creer que el mundo está dividido en dos sexos.
Esta imposición genera "roles" construidos para el hombre y la mujer, en torno a tres categorías:
a) Masculinidad y feminidad.
b) Relaciones familiares, por la atribución artificial de papeles como "madre", "padre", "marido " y "mujer".
c) Ocupaciones o profesiones: la sociedad los asigna a uno u otro sexo.
Estas categorías crean los estereotipos sociales de hombre y mujer, causando la represión femenina.
"La teoría feminista ya no puede darse el lujo simplemente de proclamar una tolerancia del lesbianismo como un "estilo alternativo de vida" (…) Se ha retrasado demasiado una crítica de la orientación heterosexual obligatoria de la mujer". (Adrienne Rich, "Compulsory Heterosexuality and Lesbian existence")
4. Homofobia: temor a las relaciones sexuales con personas del mismo sexo, causada por la heterosexualidad obligatoria.
5. Hegemonía: Ideas aceptadas universalmente como tales, pero que en realidad son construcciones sociales. Tal es el caso de la tradicional diferenciación sexual.
"Cada niño se asigna a una u otra categoría en base a la forma y tamaño de sus órganos genitales. Una vez hecha esta asignación, nos convertimos en lo que la cultura piensa que uno es…". (Lucy Gilbert y Paula Webster, "The Dangers of Feminity")
6. Patriarcado, patriarcal: Institucionalización del control masculino sobre la mujer.
El feminismo del género reinterpreta la historia bajo una perspectiva neo-marxista, en la que la mujer se identifica con la clase oprimida y el hombre con la opresora. El matrimonio monógamo es la síntesis y expresión del dominio del patriarcado. Toda diferencia es entendida como sinónimo de desigualdad, y por tanto es preciso acabar con ella. El antagonismo se supera con la "lucha de clases".
"La familia nos da las primeras lecciones de ideología de clase dominante y también otorga legitimidad a otras instituciones de la sociedad civil" (Christine Riddiouhg, "Socialism, Feminism and Gay / lesbian liberation")
"El primer antagonismo de clases de la historia coincide con el desarrollo del antagonismo entre el hombre y la mujer unidos en matrimonio monógamo, y la primera opresión de una clase por otra, con la del sexo femenino por el masculino" (Frederick Engels, The origin of the Family, Property and the State")
Confunden así diferencia con desigualdad, pues hombre y mujer son diversos (y por tanto complementarios), pero pares e idénticos en dignidad.
7. Desconstrucción: Así denominan la tarea de denunciar las ideas y el lenguaje hegemónico. El feminismo del género sueña una revolución que abarque todo, en busca de una sociedad radicalmente diversa a la actual.
El feminismo del género es una ideología pujante, ya presente en materiales educativos de colegios y prestigiosas universidades, sobre todo en Estados Unidos. En este país está situándose poco a poco en el centro de la cultura, y se propaga a través de la televisión y los medios de comunicación.
Su presencia en documentos internacionales permite prever futuras y progresivas conquistas. A través de sutilezas legales y educativas, la perspectiva del género se quiere ir adueñando de la sociedad hasta transformarla radicalmente, si nosotros no nos decidimos a cambiar el rumbo de las cosas.
Marta Rodríguez (Mujer Nueva)

¿Él o Ella?




Si los pronombres fueran intercambiables, los géneros mismos lo serían. Dios nos hizo a su imagen, y su imagen no está completa ni en el varón ni en la mujer, pero eso no se soluciona diciendo que podemos usar cualquiera de los dos como si estuviera completo o no necesitara de la referencia del otro. Lo que Dios dice de sí mismo en el varón no es lo mismo que dice de sí en la mujer, y lo contrario. En rigor de términos, esto implicaría que deberíamos reservar un pronombre, que obviamente no sería neutro ni andrógino, para hablar de Dios. Lo neutro y lo andrógino son negaciones de la riqueza que brota de la diferencia de géneros; y esta diferencia apunta a una riqueza aún mayor, que es la que subsiste en Dios mismo.


1. Planteamiento de la Cuestión

Entre los descubrimientos interesantes de hallarse en una nueva cultura y una nueva lengua está el encontrar también un nuevo elenco de autores y obras. Entre estos cuento a un teólogo dominico inglés, Herbert McCabe, a quien admiro por su manera de plantear las cosas con un máximo de claridad y un mínimo de jerga y tecnicismo. Por cierto, falleció no hace mucho, el año 2001.
Sus papeles póstumos contenían numerosas reflexiones y desarrollos que nunca vieron la luz y que se irán publicando poco a poco; pero ya ha salido una obra, God Still Matters (Dios aún importa), en la que se publica una antología de artículos suyos sobre Trinidad, Cristología y Sacramentos principalmente.
Mi admiración por su estilo no ha decaído pero hoy lamento lo que me encontré en God Still Matters. Por razones que desconozco, McCabe habla de Dios (God) como una "She": una "ella." Me da la impresión de que no es un uso consistente, es decir, creo que él en realidad alterna entre el "he" y el "she" tal vez por llevar muy literalmente hasta sus últimas consecuencias aquello de que en Dios no hay género.
Al poner un signo de interrogación sobre esa opción del respetado McCabe ya corro el riesgo de que de inmediato se me proscriba como misógino, homófobo y retrógrado, por tomar sólo tres esdrújulas. Pero asumo el riesgo. Creo que en el lenguaje no es lo mismo hablar de Dios como un "él" o como una "ella." Y pienso que los argumentos fáciles que se esgrimen, como aquellos pasajes en los que Dios habla en términos maternales, no son suficientes para abordar el tema en la perspectiva mejor: esta clase de cosas no pueden manejarse por estadísticas ni por reglas y excepciones.
Si los pronombres fueran intercambiables, los géneros mismos lo serían. Dios nos hizo a su imagen, y su imagen no está completa ni en el varón ni en la mujer, pero eso no se soluciona diciendo que podemos usar cualquiera de los dos como si estuviera completo o no necesitara de la referencia del otro. Lo que Dios dice de sí mismo en el varón no es lo mismo que dice de sí en la mujer, y lo contrario.
En rigor de términos, esto implicaría que deberíamos reservar un pronombre, que obviamente no sería neutro ni andrógino, para hablar de Dios. Lo neutro y lo andrógino son negaciones de la riqueza que brota de la diferencia de géneros; y esta diferencia apunta a una riqueza aún mayor, que es la que subsiste en Dios mismo.
Al hilo de tales reflexiones, uno comprende por qué los judíos llegaron en épocas a preferir no pronunciar el Nombre de Dios, el famoso tetragrama YHWH. Vemos en efecto, que no hay una solución perfecta para nombrar a Dios y de acuerdo con eso tiene algún sentido no nombrarlo.
Pero la Biblia lo nombra, y nuestra fe no brota de unos versículos sino del conjunto de la vida y a revelación que nos llegan por la Palabra y por el pueblo al que esa palabra ha sido confiada. La única opción, pues, es, en primer término, reconocer la inadecuación de nuestro lenguaje, y en segundo término, tratar de minimizar esa inadecuación siguiendo lo que la Biblia nos enseña, aunque yendo más allá de la materialidad de las estadísticas y las excepciones.
2. ¿Patriarcalismo?
Una vez que está claro que no hay una solución perfecta para nombrar a Dios y menos para darle un género gramatical, vamos al testimonio de la Escritura en búsqueda de una solución parcial. Obviamente lo que encontramos es una aplastante mayoría de textos en los que se menciono a Dios gramaticalmente en masculino. Esa evidencia, sin embargo, no la consideramos en este momento como definitiva porque es fácil argüir de este modo: "Una Biblia escrita por hombres sólo podía hablar de manera masculina sobre Dios." Mientras no respondamos a esa objeción, el sólo peso estadístico es insuficiente.
Pero no es difícil responder a esa objeción. Ese modo de hablar supone que la redención que nos anuncian las Escrituras es imperfecta, pues no logró subsanar la mentalidad que suele llamarse "patriarcal." Más que un comentario sobre el género de Dios esta es una afirmación, o peor aún, una descalificación de la Sagrada Escritura como revelación de la redención para la humanidad.
Se podría contraargumentar diciendo: "Padecer un condicionamiento no es una imperfección de la Biblia, pues ella misma asegura que la verdad completa sólo vendría con el tiempo y la progresiva acción del Espíritu Santo en el pueblo de Dios."
Ese punto es interesante. Uno puede admitir, por ejemplo, que los hagiógrafos estaban condicionados por una visión arcaica y precientífica del cosmos. No ofende a Dios que reconozcamos eso. También es claro que estamos llamados a superar esa visión y a avanzar hacia un modo más riguroso de conocimiento. ¿No podría suceder que la mentalidad patriarcal es uno de esos condicionamientos culturales que eran insalvables en esa época pero que ya no tienen razón de ser en la nuestra?
Sin embargo, un examen atento muestra que, a pesar de las semejanzas exteriores, hay una gran diferencia entre los dos casos en cuestión. El conocimiento precientífico no entraña una culpa; nunca nadie lo ha visto así. Por el contrario, el "patriarcalismo," tal como lo entienden quienes hacen una lectura progresista o liberal de la Biblia, sí que entraña defectos morales porque supone actos concretos de injusticia hacia el género femenino.
En consecuencia, si Dios se revela en un lenguaje precientífico, ello en ningún momento avala actos vituperables; si se supone en cambio que Dios se revela "patriarcalmente," sin denunciar algo que se supone que es un grave pecado y que afecta a la mitad de la humanidad, es evidente que con ello estaría avalando multitud de faltas e injusticias: su revelación sería perversa o por lo menos incompleta.
Como esta consecuencia es absurda, es absurda también la premisa puesta por los progresistas sobre un supuesto "patriarcalismo." Hay que afirmar que la Biblia, entendida en su conjunto y leída en la Iglesia, nos revela de modo justo la relación de los géneros en la especie humana. Por consiguiente, al ver que se repite el pronombre "él," no cabe hablar de un simple sesgo de autores masculinos.
3. Límites del Amor Maternal
Se ha vuelto común en algunos predicadores o teólogos el usar la expresión "Dios Padre-Madre" como tratando de evitar que asociamos demasiado estrechamente a Dios con el género masculino. Aquí hay dos temas distintos. Uno es el de los adjetivos: "paternal," "maternal;" el otro es el tema de los pronombres o sustantivos.
Me explico: mi papá puede ser muy hombre y sin embargo manifestar a veces una ternura que cabe describir como maternal. No por eso diré que tengo un "padre-madre." Otro ejemplo: Santa Catalina de Siena habla de asumir "virilmente" el combate espiritual, y así lo aconseja a muchas mujeres. ¿Está tratando de que ellas se vuelvan "mujeres-hombres"? Es obvio que no.
La Biblia presenta muchos rasgos maternales en Dios, porque su amor es inagotable. Pero ese es un tema distinto al del uso de los pronombres (él - ella) y sustantivos (padre - madre).
Es interesante comprobar que la Biblia recorre muchas escalas del amor y las utiliza ciertamente para hablarnos del amor de Dios, pero se abstiene consistentemente de algunas comparaciones. Por ejemplo, es evidente que los papás aman muchísimo a sus hijos, pero en ninguna parte de la Biblia se presenta el amor a Dios comparado con el amor que uno le tiene a un hijo. Lo más cercano a ello lo encontramos cuando se habla de Cristo, cuya divinidad ciertamente predican las Escrituras, pero eso no quita que la expresión: "Ama a Dios como amas a tu hijo" es ajeno a la Revelación.
Otras expresiones son igualmente ajenas. Según he dicho en otros lugares, nunca se compara el amor a Dios con el amor que se le tiene a la novia o la esposa. Dios nunca aparece siendo la parte femenina. Él, por el contrario es el "esposo" o el "novio." Este lenguaje encuentra su culminación en la Bodas de Cristo en el Apocalipsis.
Es decir que Dios aparece como amigo, padre, maestro, pastor, esposo, pero no aparece nunca como objeto del amor que se le tiene o tendría a una esposa, a un hijo, o a una cosa o mascota. Y ello es así a pesar de que evidentemente el registro afectivo humano cobija a las esposas, los hijos y las cosas. Tenemos que deducir que no todo lo que nosotros llamamos amor y no todas las experiencias de amar son útiles para referirnos a Dios, a pesar de esa frase de San Juan, que se parece a una definición: "Dios es Amor" (1 Jn 4,8.16). No por el hecho de que encontremos un espacio donde hay amor humano tenemos que pensar que ahí se encuentra una metáfora del amor divino.
Sentada esa base, uno puede preguntarse por qué sucede así. ¿Hay algo de malo en decir que Dios es madre? ¿No es incluso mayor el amor de las madres que el de los mismos papás? Sí, puede ser; y de ello tenemos que aprender que el criterio que siguió el Espíritu Santo al hablar del misterio de Dios no fue sencillamente el criterio de la intensidad o cantidad del amor.
Obviamente no es malo sino bellísimo y elocuentísimo el amor de las mamás. El problema no es todo lo bueno que tienen las mamás en su manera de amar sino un defecto que de algún modo es connatural a ese amor. Ese defecto proviene del hecho de que la relación entre el hijo y la madre no es la misma que la relación entre el hijo y el padre. Hay algo sublime, imposible de decir en palabras, que une a las mamás con sus hijos; algo que viene de sentirlos, más allá de toda fórmula o expresión, como "carne suya." Nosotros los hombres, ni siquiera los que son papás, podríamos contar apropiadamente qué significa este modo de amar.
Hay mamás que en momentos de desnaturalización, por culpas ajenas o propias, llegan a detestar a sus hijos (caso del aborto); pero es evidente que si fuéramos a hablar de Dios como "madre" tendríamos que pensar no en una madre desnaturalizada sino en la mejor de las madres. Y la mejor de las madres establece un puente absoluto con la vida de su hijo. Lo siente "suyo" de un modo intensísimo, y por ello siente su ser en continuidad con el ser del hijo, aunque el hijo crezca (esta experiencia la pueden refrendar todas las buenas madres de todos los tiempos, estoy bien seguro).
El "problema" es esa continuidad. No problema para las mamás, por supuesto, ni problema para quienes nos gozamos de ser amados así como sus hijos: problema de la capacidad del amor materno para expresar el amor de Dios en cuanto Dios. Entre Dios y su creación hay amor pero no hay continuidad. Entre el Redentor y los redimidos hay amor pero no hay continuidad porque precisamente la salvación se realiza desde la distancia entre aquel que es santo y los que somos pecadores, "porque convenía que tuviéramos tal sumo sacerdote: santo, inocente, inmaculado, apartado de los pecadores y exaltado más allá de los cielos" (Heb 7,26).
Ni el amor de un papá ni el de una mamá es suficiente para contarnos cuánto y cómo nos ama Dios. Sin embargo, el amor paterno describe mejor la teología propia de los actos que relacionan a Dios con sus creaturas y con sus redimidos, y en ese sentido uno puede encontrar muy razonable que la Escritura siempre hable de Dios como "Él," quedando siempre claro que no es el "género" de Dios lo que estamos descubriendo.
4. El Ejemplo de Cristo
Dios no "es" masculino ni femenino; ni es neutro ni tampoco andrógino. Sin embargo, y según ya hemos visto, esto no quiere decir que podamos hablar de Dios con cualesquiera términos, por ejemplo: según la moda o lo que resulte políticamente correcto para cada generación sobre esta tierra.
La Biblia muestra que no toda experiencia de amor humano es apropiada para apuntar intencional y teológicamente hacia el misterio de Dios. En particular, la Biblia opta por hablar de Dios como Padre y como Esposo, sin que eso quite nada de la grandeza del amor femenino y del amor materno, que son irremplazables.
Un punto de particular interés es la actitud de Cristo, en quien reconocemos la plenitud de la Revelación. La palabra clave aquí es "Abbá," que el mismo Cristo quiso dejar como pórtico de la oración de sus discípulos, el Padre Nuestro.
Al hilo de la inquietud que nos mueve en estas reflexiones, cabe preguntar si daba la mismo que Cristo mirara a Dios como su Padre o como su Madre. A esta pregunta no cabe responder de un modo que sería sencillo y piadoso con palabras como estas: "Cristo no rezó a Dios como Madre porque su Madre era y es la Virgen María, y no le iba a rezar a ella que estaba en la misma Judea o Galilea en donde él estaba."
Ese modo de hablar no cabe porque el trato que Jesús dio a San José fue en todo como el de un hijo a su padre, tanto que la gente lo llamaba "el hijo del carpintero" (Mt 13,55). Si decimos que la palabra "madre" estaba "bloqueada" en Jesucristo como una referencia a María, ¿por qué no podría pasar lo mismo en lo que atañe a su relación con José?
Y sin embargo, es claro que ya Jesús adolescente o niño reserva la palabra "padre" para algo muy íntimo, muy profundo en él. Leemos en la escena del hallazgo en el templo: "Cuando sus padres le vieron, se quedaron maravillados; y su madre le dijo: Hijo, ¿por qué nos has tratado de esta manera? Mira, tu padre y yo te hemos estado buscando llenos de angustia. Entonces El les dijo: ¿Por qué me buscabais? ¿Acaso no sabíais que me era necesario estar en la casa de mi Padre?" (Lc 2,48). Es evidente que "Padre" ya significa, en el corazón de Jesús, el Padre de los Cielos. Esto es interesante destacarlo sobre todo porque María pregunta diciendo " tu padre y yo," y la respuesta del Señor alude sólo a su "Padre." De nuevo es evidente que el amor de "padre" tiene una calificación especial en lo que atañe a revelar nuestra relación con Dios.
El resto del Nuevo Testamento avala esta conclusión que hemos sacado de los Evangelios. San Pablo habla siempre en términos de "Dios, nuestro Padre" (Rom 1,7; 1 Cor 1,3; 2 Cor 1,2; 2 Tes 2,16; Flm 1,3), nuestro "Abbá" (Rom 8,15), nuestro "Dios" (1 Cor 8,6; 2 Tim 1,2). Es el "Padre de las misericordias y Dios de todo consuelo" (2 Cor 1,3); es el "Padre de nuestros espíritus" (Heb 12,9); es, en fin, el " Padre de todos, que está sobre todos, por todos y en todos" (Ef 4,6). En términos semejantes y consistentes se expresan Pedro, Juan y el Apocalipsis.
Mención aparte amerita un versículo de Santiago con el que podemos cerrar estos apuntes: "Amados hermanos míos, no os engañéis. Toda buena dádiva y todo don perfecto viene de lo alto, desciende del Padre de las luces, con el cual no hay cambio ni sombra de variación. En el ejercicio de su voluntad, El nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que fuéramos las primicias de sus criaturas" (St 1,16-18). Ahí está todo: la grandeza de su amor que vence una distancia infinita al crearnos y al redimirnos, pero a la vez, esta misma distancia expresada de dos modos: en su providencia libérrima y en el misterio de su propio ser, que está más allá y a la vez es fuente de toda luz.


Nelson Medina

martes, 10 de agosto de 2010

¿La legalización del aborto protege la salud de las mujeres?


Autor: Minnesota Citizens Concerned for Life y National Right to Life Educational Trust Fund | Fuente: www.mccl.org


Muy buen análisis que evalúa los argumentos utilizados para ampliar el acceso al aborto en todo el mundo
 
Los hechos demuestran que la tasa de mortalidad materna de un país está determinada por la calidad de atención de servicios sanitarios en vez del estatus legal del aborto. 

Las complicaciones en los abortos no se explica en función a la legalidad del procedimiento sino por las condiciones sanitarias en las que el aborto es realizado. 

“En la mayoría de los países, después de que se legalice el aborto es normal que las tasas de aborto suban drasticamente durante varios años, pero despues se estabilizan, como lo demuestra el ejemplo de Estados Unidos.”17 

Se puede concluir que, dado un aumento sustancial del número total de abortos después de su legalización, la cantidad (si no es que la tasa) de muertes maternas relacionadas con el aborto puede efectivamente aumentar, no disminuir. 

¿Cómo podemos reducir la mortalidad materna? 

La separación de una madre del feto, ya sea por nacimiento o aborto, es más peligroso en los países en vías de desarrollo que en los países desarrollados debido a la baja calidad de la atención sanitaria para las mujeres, especialmente por la falta de antibióticos, medicinas para evitar hemorragias e instalaciones sanitarias limpias. 

Debemos utilizar todos nuestros recursos para cubrir los diversos rubros de la atención sanitaria para niñas y mujeres, en vez de legalizar el aborto o promover la agenda del “control de la población”. 

Debemos esforzarnos para que las mujeres de los países en vías de desarrollo tengan acceso al mismo nivel de cuidado que tienen las mujeres en el mundo desarrollado desde hace décadas, cuidados que tienen un efecto saludable para la madre y el niño. 

Las leyes contra el aborto son necesarias para proteger, no solo a los niños por nacer, sino también a sus madres. Lo que las mujeres necesitan son cuidados y apoyo, no el aborto. 

Te recomendamos ver este video que muestra con estadísticas la situación real del aborto en el DF, a 3 años de haberse legalizado y como se desmienten muchos de los argumentos que se usaron para convencer en su momento.

http://www.youtube.com/watch?v=nmGalqBKxfY

Si deseas bajar todo el estudio completo en formato PDF para imprimir y distribuir.

El aborto, el derecho canónico, la organización católicas por el derecho a decidir



Autor: Felipe Arizmendi Esquivel | Fuente: Conferencia del Episcopado Mexicano


Una organización que se declara católica, sin serlo, está desarrollando una 
campaña para animar a las mujeres a abortar
Derechos Canónico: Cánones 1323 y 1398

Ver

Una organización que se declara católica, sin serlo, y que tiene mucho apoyo económico de la ONU y de otros organismos, está desarrollando una campaña en algunos Estados, incluso con anuncios espectaculares, que cuestan mucho dinero, para animar a las mujeres a abortar sin temor a incurrir en la pena de excomunión, decretada por la Iglesia Católica en su Código de Derecho Canónico. Perversamente aduce una ley canónica, sólo para apoyar sin escrúpulos el aborto. Ya nuestro episcopado ha declarado en un Comunicado 


que esta organización no es católica, pero siguen usurpando el calificativo, desconcertando a los ignorantes y poco formados en su fe. 

Pregonan:“ La Iglesia no condena el aborto en muchos casos”. Y para ello citan el canon 1323, con una interpretación tendenciosa. El demonio es el padre de la mentira, y su extirpe se prolonga en quienes tergiversan la verdad. ¡Qué cinismo y desvergüenza aducir una ley de la Iglesia Católica para apoyar sus campañas abortistas!

Juzgar

El Código de Derecho Canónico en una concretización de las normas que encontramos en la Biblia, aplicadas a nuestro tiempo. Su fundamento es la Revelación Divina, que en parte está escrita en la Sagrada Escritura y en parte se ha transmitido por tradición de generaciones. No es un código arbitrario, sino avalado por la experiencia de siglos, con la gracia del Espíritu Santo, para ordenar la vida interna de la comunidad eclesial, en la justicia y la fraternidad.

El canon 1398 determina: “Quien procura el aborto, si éste se produce, incurre en excomunión latae sententiae” (automática, sin juicio eclesiástico). Esta pena se aplica a quien provoca un aborto, lo pide, lo aconseja, lo ejecuta, y a quien colabora; no cuando es espontáneo, involuntario. La excomunión consiste en que no se pueden recibir los sacramentos ni otros servicios religiosos, sobre todo la confesión y comunión eucarística, si antes no reciben la absolución del pecado y la liberación de la pena, cosa que sólo puede hacer el obispo y algunos sacerdotes a quienes él faculta.

El aborto explícita y directamente provocado y realizado, es un pecado, condenado desde siempre en el quinto mandamiento de la Ley de Dios. La Iglesia, por una pedagogía secular, le ha impuesto la pena de excomunión, para hacer comprender la gravedad del pecado. El canon 1323 contiene una serie de atenuantes, que exoneran no del pecado, sino de la pena impuesta por la legislación eclesiástica. Aquí está el núcleo de la interpretación tendenciosa.


¿En qué casos se puede no sufrir de pena de excomunión? 


Dice el canon 1323: “No queda sujeto a ninguna pena quien, cuando infringió una ley o un precepto, aún no había cumplido dieciséis años; ignoraba sin culpa que estaba infringiendo una ley o precepto; y a la ignorancia se equiparan la inadvertencia y el error; obró por violencia, o por caso fortuito que no pudo preverse o que, una vez previsto, no pudo evitar; actuó coaccionado por miedo grave, aunque lo fuera sólo relativamente, o por necesidad o para evitar un grave perjuicio, a no ser que el acto fuera intrínsecamente malo o redundase en daño de las almas; actuó en legítima defensa contra un injusto agresor de sí mismo o de otro, guardando la debida moderación; carecía de uso de razón; juzgó sin culpa que concurría alguna de las circunstancias indicadas en los números 4 ó 5 de este canon”.

¿Este canon exime del pecado del aborto? 


No. Cuando es libre y conscientemente provocado, el aborto es un acto intrínsecamente malo; es malo en sí mismo, pues es privar de la vida a un ser humano, inocente e indefenso, que no es un injusto agresor.Puede haber exención de la pena de excomunión, pero no del pecado.

Actuar 

No se deje impresionar por una publicidad mañosa. Si desea ser en verdad católico, tome en cuenta lo que dice la Iglesia, no los falsos católicos. Si quiere ejercer su derecho a decidir, sus decisiones deben ser acordes con la Palabra de Dios, que prohíbe matar a un ser humano, por pequeño que sea. Si decide ser miembro de nuestra Iglesia, debe acatar nuestra interpretación de nuestras leyes; de lo contrario, sus decisiones serán muy suyas, pero no serán católicas.


+ Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo de San Cristóbal de Las Casas

viernes, 16 de julio de 2010

Matrimonio, naturaleza e institución

Naturaleza

Desde el principio de la creación, cuando Dios crea a la primera pareja, la unión entre ambos se convierte en una institución natural.



La unión conyugal tiene su origen en Dios, quien al crear al hombre lo hizo una persona que necesita abrirse a los demás, con una necesidad de comunicarse y que necesita compañía. “No está bien que el hombre esté solo, hagámosle una compañera semejante a él.” (Gen. 2, 18). “Dios creó al hombre y a la mujer a imagen de Dios, hombre y mujer los creó, y los bendijo diciéndoles: procread, y multiplicaos, y llenad la tierra y sometedla”.(Gen. 1, 27- 28). Desde el principio de la creación, cuando Dios crea a la primera pareja, la unión entre ambos se convierte en una institución natural, con un vínculo permanente y unidad total (Mt. 19,6). Por lo que no puede ser cambiada en sus fines y en sus características, ya que de hacerlo se iría contra la propia naturaleza del hombre. El matrimonio no es, por tanto, efecto de la casualidad o consecuencia de instintos naturales inconscientes. El matrimonio es una sabia institución del Creador para realizar su designio de amor en la humanidad. Por medio de él, los esposos se perfeccionan y crecen mutuamente y colaboran con Dios en la procreación de nuevas vidas.



El matrimonio para los bautizados es un sacramento que va unido al amor de Cristo su Iglesia, lo que lo rige es el modelo del amor que Jesucristo le tiene a su Iglesia (Cfr. Ef. 5, 25-32). Sólo hay verdadero matrimonio entre bautizados cuando se contrae el sacramento.



El matrimonio se define como la alianza por la cual, - el hombre y la mujer - se unen libremente para toda la vida con el fin de ayudarse mutuamente, procrear y educar a los hijos. Esta unión - basada en el amor – que implica un consentimiento interior y exterior, estando bendecida por Dios, al ser sacramental hace que el vínculo conyugal sea para toda la vida. Nadie puede romper este vínculo. (Cfr. CIC can. 1055).



En lo que se refiere a su esencia, los teólogos hacen distinción entre el casarse y el estar casado. El casarse es el contrato matrimonial y el estar casado es el vínculo matrimonial indisoluble.



El matrimonio posee todos los elementos de un contrato. Los contrayentes son el hombre y la mujer. El objeto es la donación recíproca de los cuerpos para llevar una vida marital. El consentimiento> es lo que ambos contrayentes expresan. Unos fines que son la ayuda mutua, la procreación y educación de los hijos.





Institución



Hemos dicho que Dios instituyó el matrimonio desde un principio. Cristo lo elevó a la dignidad de sacramento a esta institución natural deseada por el Creador. No se conoce el momento preciso en que lo eleva a la dignidad de sacramento, pero se refería a él en su predicación. Jesucristo explica a sus discípulos el origen divino del matrimonio. “No habéis leído, como Él que creó al hombre al principio, lo hizo varón y mujer? Y dijo: por ello dejará a su padre y a su madre, y los dos se harán una sola carne”. (Mt. 19, 4-5). Cristo en el inicio de su vida pública realiza su primer milagro – a petición de su Madre – en las Bodas de Caná. (Cfr. Jn. 2, 1-11). Esta presencia de Él en un matrimonio es muy significativa para la Iglesia, pues significa el signo de que - desde ese momento - la presencia de Cristo será eficaz en el matrimonio. Durante su predicación enseñó el sentido original de esta institución. “Lo que Dios unió, que no lo separe el hombre”. (Mt. 19, 6). Para un cristiano la unión entre el matrimonio – como institución natural – y el sacramento es total. Por lo tanto, las leyes que rigen al matrimonio no pueden ser cambiadas arbitrariamente por los hombres.

jueves, 10 de junio de 2010

Después del aborto

por la Hermana Paula Vandegaer, LCSW



Cristina tiene 23 años. Terminó la universidad el año pasado y encontró el trabajo de sus sueños en las artes gráficas con un puesto creativo y lleno de desafíos. Como Cristina es bonita y tiene muchos amigos, no le faltan en el trabajo las invitaciones a fiestas. Debía estar feliz y entusiasmada. Después de todo, su vida va tomando el rumbo que ella planeó con cuidado. Pero muy al contrario, se siente muerta y decaída por dentro. Mantiene su trabajo al día, pero no le trae la alegría que pensó le traería. Se siente distante de las esperadas satisfacciones. No se considera tan creativa como era antes, y no comprende la tristeza tenue y lejana que siente a pesar de sus éxitos.



Cristina tuvo un aborto en la universidad. Ella creía tener una relación seria y comprometida con su novio, pero al decirle que estaba embarazada, él no demostró la más mínima alegría por ello. Él le dijo que la decisión era de ella, pero que si quería hacerse un aborto, él lo pagaría. Reconociendo en él una falta de compromiso hacia su bebé y hacia ella, Cristina decidió abortar. Dos de sus compañeras de cuarto habían tenido abortos, y parecían sentirse bien después. ¿Por qué es que ella, por el contrario, se sentía tan deprimida?



La historia de Cristina se repite a diario en las universidades y escuelas secundarias a lo largo del país. Desde 1973, cuando el aborto fue legalizado por la ley Roe contra Wade, se calcula que veintiocho millones de mujeres en los Estados Unidos han recurrido al aborto una o más veces. Estas son mujeres que se sentían confrontadas y sufriendo ansiedad por las circunstancias de su embarazo, y las personas en quien normalmente confiaban como fuente de apoyo en situaciones difíciles, no pudieron, o no quisieron, o no estaban presentes para ayudar con esta crisis del embarazo. Novios, y hasta esposos, dijeron que "no estaban listos para la paternidad". Una mujer a quien le falta el apoyo positivo y el ánimo alentador del padre para ayudar a criar el niño, es más probable que llegue a escoger el aborto.



La sociedad le insinúa a jóvenes como Cristina que el aborto podrá resolver su problema. No dice nada de los problemas creados por el mismo aborto. Los partidarios del aborto pretenden que es un procedimiento sencillo sin impacto permanente. Y las mujeres que ya saben lo contrario no explican, ciertamente no en público, cómo el aborto les empeoró la vida. Se sienten avergonzadas por el aborto, y avergonzadas por no poder simplemente "lidiar con esto" como creen que otras mujeres han hecho. Y así continúa el engaño.



Sin embargo, si la sociedad niega que la madre sienta una pérdida, no así su cuerpo. Dios prepara a una mujer física y psicológicamente para la maternidad. Cuando una mujer está encinta, se siente distinta. A los pocos días de la concepción, aun antes de que el pequeño embrión se haya anidado en la pared del útero, la hormona llamada "factor inicial de embarazo" ya se encuentra en la sangre, avisando a las células del cuerpo del embarazo. Puede ser que a su cuerpo ahora se le antoje distintas comidas, o necesite más descanso. Nuevas células empiezan a crecer en sus senos, células que habrán de madurar y producir leche preparada especialmente para las necesidades del recién nacido. Ella comienza a pensar "bebé". Empieza a fijarse en los bebés en la calle, en la tienda, en la televisión. Puede ser que sueñe con su bebé por la noche, y se imagine fantasías sobre su bebé durante el día. ¿Qué nombre le ponemos? ¿A quién se va a parecer él o ella?



Pero si quiere tener un aborto, tiene que tratar de parar este proceso. Debe rechazar los sentimientos maternales que brotan en su conciencia. Debe creer que lo que está dentro de ella no es plenamente una criatura. Debe frenar el proceso de pensar sobre el bebé como "su bebé".



Pero aunque su mente diga una cosa, su vida emocional y las células de su cuerpo dicen otra cosa. Si ella lleva a cabo el aborto, las propias células de su cuerpo recuerdan el embarazo y reconocen que el proceso de cambio que estaba ocurriendo ha sido terminado de un modo antinatural. Su cuerpo y sus sentimientos le dejan saber que ella es una madre que ha perdido un hijo. No sorprende, por lo tanto, que después del aborto surja un dolor desde lo más profundo de su ser. Tiene una pérdida que llorar, sin embargo no puede permitirse ese lamento. Afligirse sería reconocer que una criatura ha muerto en el aborto, y que ella es en parte culpable por la muerte de su hijo o hija. Esta es una carga demasiado pesada de llevar, y por tanto recurre a la negativa para hacerle frente: niega la humanidad del bebé "no era en realidad un bebé así que no tengo nada de qué lamentarme o sentirme culpable" y niega su sufrimiento emocional. "Debo sentirme bien sobre esto", razona ella. "Todo el mundo lo hace. No debo sentirme así o pensar más en el aborto".



El aborto es una experiencia sumamente antinatural para el cuerpo femenino y para sus instintos maternales. Las reacciones negativas han de esperarse, y no dependen de las creencias religiosas de la persona ni de su salud mental en general. Es verdad que mujeres y hombres con problemas mentales previos o con fuertes creencias religiosas son más susceptibles a los problemas que el postaborto conlleva, pero todas las mujeres que recurren al aborto sufren repercusiones. En un estudio dirigido por Anne Speckhard, Ph.D., el 85% de las mujeres reportaron sorpresa ante la intensidad de sus reacciones emocionales por el aborto. Estas reacciones incluían cierta incomodidad hacia otros niños, sentimientos de culpa, ira, baja auto-estima, depresión, tristeza, uso excesivo de alcohol, llanto, incapacidad de comunicarse, y deseos de suicidarse. Sin embargo, el 72% de los sujetos del estudio reportó no identificarse con ninguna creencia religiosa cuando ocurrió el aborto.



Las reacciones postaborto son específicas y fáciles de identificar. Se originan principalmente por el problema de la negativa y por suprimir los sentimientos. Cuando suprimimos una emoción, esto afecta a todas las demás. Esta es la base del trauma postaborto: la negación de la criatura y la negación de los sentimientos. Esto causa síntomas de experiencia repetida, evasión y tristeza reprimida.



Experiencia repetida: El trauma del aborto puede experimentarse repetidamente de varias maneras. Algunas mujeres tienen recuerdos y visiones del aborto, y tienen sueños del bebé aún no nacido. Algunas sufren intensa angustia psíquica cuando personas o cosas le hacen recordar el aborto, como puede ser ver una mujer encinta o pasar cerca de una clínica de abortos. Puede ocurrir una intensa aflicción y depresión en el aniversario de la fecha del aborto o la fecha marcada para dar a luz a la criatura.



Se pueden dar muchos ejemplos de esta experiencia repetida. Varias mujeres con las que he trabajado tienen dificultad con el examen cervical o al entrar en un hospital. Estas situaciones les causan tal ansiedad que les es imposible tolerarlas. Muchas mujeres que conozco sufren pesadillas sobre el aborto o el bebé. Un estudio de Finlandia que examinó todos los suicidios de mujeres durante un periodo de ocho años, encontró que mujeres que habían tenido abortos se suicidaban a una tasa tres veces más alta que la población general, y casi seis veces más que la tasa de mujeres que habían dado a luz.



Los centros pro-vida de ayuda para embarazos en los Estados Unidos reportan que muchas mujeres llegan al centro de nuevo encintas en el aniversario de la fecha del aborto o de la fecha anticipada para dar a luz a la criatura abortada. Esto puede ser un intento de lidiar con la tristeza de esos días. Un estudio de 83 mujeres postaborto, por Kathleen Franco, M.D. del Medical College de Ohio, muestra lo extendido que está el problema de reacciones en el aniversario. Treinta de las que respondieron habían sufrido reacciones físicas o emocionales en el aniversario del aborto o de la fecha para dar a luz. Se especificaron tales problemas como pensamientos de suicidio, dolores de cabeza, síntomas cardíacos, angustia, abuso de alcohol y drogas, o creciente abuso verbal hacia sus hijos.



Las mujeres también experimentan síntomas de evasión. Se trata aquí de evadir todo lo asociado con el trauma del aborto o de paralizar toda la sensibilidad que existía antes del aborto. Incluye esfuerzos por evadir o negar pensamientos o emociones asociadas con el aborto; esfuerzos por evadir actividades, situaciones o información que pueda causar recuerdos del aborto; incapacidad de recordar la experiencia del aborto o algún aspecto importante de tal. Otros síntomas significativos incluyen un decimado interés por actividades importantes, sentimiento de indiferencia o distanciamiento de personas, separación de las relaciones o reducida comunicación. Para algunas mujeres el alcance de su afectividad se ha reducido tal que son incapaces de tener sentimientos de amor o de ternura.



Cristina, a quien conocimos al comienzo de este artículo, es un ejemplo de las que sufren problemas creados por la evasión. Aunque tiene un buen trabajo y un estilo de vida feliz, precisamente porque no permite que broten los sentimientos de tristeza y de culpa a flor de piel, no puede experimentar la gama completa de sus emociones. Necesita estar siempre en guardia para no recordar el aborto. Como ocurre con frecuencia, la relación con su novio terminó poco después del aborto. No podía continuar relacionándose con él. Las mujeres que han recurrido al aborto se pueden agrupar de esta manera: l) las que sufren reacciones postaborto a un nivel agudo o crónico; y 2) las que no confrontan ningún problema en el presente pero corren el riesgo en un futuro "momento de estrés" (como son un embarazo, una crisis de vida, la muerte de un ser querido). Las reacciones pueden ser severas o leves y pueden variar en el transcurso de la vida.



Es triste que muchas mujeres no buscan ayuda para los problemas relacionados con el aborto hasta alrededor de diez a doce años después del aborto. Durante esos años puede que estén sufriendo profundamente, ya que algunos de los síntomas recurren periódicamente. Puede que traten varios métodos para controlar el consecuente dolor: alcohol, drogas recetadas e ilegales, promiscuidad, hiper-activismo (adicción al trabajo), auto-castigo entablando una relación abusiva o desarrollando enfermedades alimenticias, por ejemplo. Otras pueden tratar de reemplazar el bebé perdido con un nuevo embarazo, y otras repiten tanto el embarazo como el aborto, tratando de que la experiencia se torne rutinaria y sin trauma (o para castigarse). Por desgracia, cada una de estas estrategias produce sufrimiento y problemas adicionales.



Algunas veces la reacción al aborto se demora bastante tiempo. Al madurar y tener oportunidad de reflexionar sobre la vida, llegamos a arrepentirnos de nuestras decisiones pasadas. Los consejeros a veces se encuentran con mujeres de edad avanzada sobrecogidas de tristeza por la pérdida de un hijo en un aborto que ocurrió varias décadas atrás, un dolor que ha estado enterrado, más o menos con éxito, hasta ese momento. Una amiga me contó hace poco de una mujer de setenta y cinco años que ella conocía, que lloraba desconsolada por un aborto que había ocurrido hacía más de cincuenta años. La mujer nunca había podido tener otros hijos y se enfrentaba a la perspectiva de vivir el resto de sus años en soledad.



Poco más de una cuarta parte de las mujeres (de 15 años o más) en Estados Unidos ha tenido un aborto. Las mujeres, y todos los que participan en la decisión de abortar, deben creer, o tratan de creer, que no había vida humana presente en el seno materno. Porque admitir que sí, es admitir ser cómplice en la eliminación de un ser humano inocente. Condenar el aborto implica condenarse a sí mismo o a la esposa, hija, hermana o amiga amada. Y así es que la sociedad se niega a reconocer los hechos incontrovertibles sobre la vida humana antes de nacer.



Muchas personas cercanas a la mujer con crisis en el embarazo se sienten perturbadas ante la decisión de abortar, pero no saben qué decir. Quieren apoyar y no juzgar, y entonces dicen algo así: "Estás en una situación difícil y yo te apoyaré sea cual fuere tu decisión". La respuesta que ayuda, la respuesta acertada debería ser: "No recurras al aborto. Yo no te abandonaré. Juntos encontraremos la vía para que puedas tener tu bebé".



La siguiente historia verídica ilustra cómo el aborto hiere a otros además de la criatura y la madre. Juana y Roberto (nombres ficticios) se casaron y tuvieron hijos. Beto perdió su trabajo, y cuando ya casi se les acababan sus ahorros, ella quedó embarazada. Juana creía que debía hacerse un aborto. Pero Beto le rogó repetidamente que no lo hiciera. Juana estaba muy dudosa y decidió buscar el consejo de su madre, a quien consideraba buena católica y alguien que ella admiraba.



La madre de Juana la escuchó detenidamente y con tono compasivo le dijo: "Entiendo lo que estás sintiendo, y por qué quieres recurrir al aborto. Yo también pensé en el aborto durante algunos de mis embarazos, y comprendo por qué consideras que tiene sentido en esta situación. Yo apoyaré cualquier decisión que tomes". Juana pensó que su madre le había dado permiso para el aborto, así que lo llevó a cabo. Poco después, Beto consiguió un nuevo trabajo, su situación financiera mejoró, y Juana experimentó una profunda reacción de tristeza, angustia y culpa cuyo cuidado requería intervención psiquiátrica activa. Ella sentía una gran ira no hacia su esposo quien se opuso al aborto sino hacia la madre que había esperado que la detuviera. El aborto afectó a la familia entera a la relación matrimonial, a los otros niños que supieron que un hermanito o hermanita había sido abortado, a la relación con su madre, y con otros parientes que supieron o adivinaron la situación. Beto se había sentido frustrado, incapaz de proteger la vida de su hijo, y creía que Juana había perdido la confianza en la capacidad de él de sostener a su familia. El aborto le enseñó a todos que en esta familia no había tanta seguridad y cercanía como habían creído. Ellos habían permitido sacrificar un miembro de la familia antes que ayudarse unos a otros con un préstamo u otra asistencia. El aborto deshizo la seguridad de la familia de un modo más permanente que los problemas financieros hubieran podido causar.



La Iglesia católica por largo tiempo ha reconocido el impacto funesto que tiene el aborto en las mujeres y sus familias. Mientras que la ley y la sociedad plantean los intereses de la madre en oposición a los de la criatura aún no nacida, la Iglesia reconoce que los mejores intereses de ambos siempre van unidos. Lo que es mejor para el niño es también lo mejor para la madre.



El Proyecto Raquel comenzó hace quince años como un medio de la Iglesia católica de alcance a las mujeres, hombres y familias afectadas por el aborto. La Iglesia es lugar para sanar. Habla la verdad sobre el aborto a los hombres y mujeres que contemplan esta acción: "¡No lo hagas! Es un mal grave y te herirá a ti y a tu bebé". Pero también proclama la verdad completa: "Si has tenido un aborto, la misericordia de Dios es tan grande que te perdona aun eso". Jesús ofrece perdón y sanación. Él ofrece la esperanza y la promesa de la resurrección, y la reunión con el niño que espera a sus padres en el cielo.



A las personas que acuden al Proyecto Raquel se les refiere a consejeros profesionales o a sacerdotes especialmente preparados para la dirección espiritual y para el sacramento de la Reconciliación. Pero prácticamente todos en la Iglesia somos parte del Proyecto Raquel. Todos somos parte del ministerio de sanación de Cristo. Puede ser que tú conozcas a alguien que crees que ha tenido un aborto. Nunca debes acusar o interrogar. Una palabra sencilla puede llegarle al corazón y liberarla del temor y del aislamiento para comenzar el proceso de sanación.



Puedes decir algo así como, "Tú sabes, acabo de leer un artículo sobre el trauma postaborto. Decía que las mujeres y hombres que han recurrido al aborto pueden sufrir, durante muchos años, remordimiento, depresión, angustia, pesadillas y preocupación a causa de su decisión. Muchas veces se creen que algo malo les está pasando, pero en realidad están sufriendo dolor por la pérdida de su niño". Luego puedes explicarles que la Iglesia tiene un ministerio llamado Proyecto Raquel, como una vía de sanación. Sencillamente dar información a la gente puede ser de gran ayuda. Reza para que eventualmente ellos lleguen a hablar con alguien. En una reflexión especial a "mujeres que han recurrido al aborto", en Evangelium Vitae (El Evangelio de la Vida), el Papa Juan Pablo II explica cómo sus vidas pueden transformarse por el ministerio de sanación en la Iglesia:



Se darán cuenta de que nada está perdido y podrán pedir perdón también a su hijo que ahora vive en el Señor. Ayudadas por el consejo y la cercanía de personas amigas y competentes, podrán estar con su doloroso testimonio entre los defensores más elocuentes del derecho de todos a la vida. Por medio de su compromiso por la vida, coronado eventualmente con el nacimiento de nuevas criaturas y expresado con la acogida y la atención hacia quien está más necesitado de cercanía, serán artífices de un nuevo modo de mirar la vida humana.



Evangelium Vitae, 99



La Hna. Paula Vandegaer es una trabajadora social con licencia clínica, directora ejecutiva de International Life Services, y editora de la revista Living World. Traducción: Marina A. Herrera, Ph.D., Bethesda, Maryland.
 
Publicado por: www.hopeafterabortion.com
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CONSAGRACIÓN DEL MATRIMONIO AL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA

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"Oh, Corazón Inmaculado de María, refugio seguro de nosotros pecadores y ancla firme de salvación, a Ti queremos hoy consagrar nuestro matrimonio. En estos tiempos de gran batalla espiritual entre los valores familiares auténticos y la mentalidad permisiva del mundo, te pedimos que Tu, Madre y Maestra, nos muestres el camino verdadero del amor, del compromiso, de la fidelidad, del sacrificio y del servicio. Te pedimos que hoy, al consagrarnos a Ti, nos recibas en tu Corazón, nos refugies en tu manto virginal, nos protejas con tus brazos maternales y nos lleves por camino seguro hacia el Corazón de tu Hijo, Jesús. Tu que eres la Madre de Cristo, te pedimos nos formes y moldees, para que ambos seamos imágenes vivientes de Jesús en nuestra familia, en la Iglesia y en el mundo. Tu que eres Virgen y Madre, derrama sobre nosotros el espíritu de pureza de corazón, de mente y de cuerpo. Tu que eres nuestra Madre espiritual, ayúdanos a crecer en la vida de la gracia y de la santidad, y no permitas que caigamos en pecado mortal o que desperdiciemos las gracias ganadas por tu Hijo en la Cruz. Tu que eres Maestra de las almas, enséñanos a ser dóciles como Tu, para acoger con obediencia y agradecimiento toda la Verdad revelada por Cristo en su Palabra y en la Iglesia. Tu que eres Mediadora de las gracias, se el canal seguro por el cual nosotros recibamos las gracias de conversión, de amor, de paz, de comunicación, de unidad y comprensión. Tu que eres Intercesora ante tu Hijo, mantén tu mirada misericordiosa sobre nosotros, y acércate siempre a tu Hijo, implorando como en Caná, por el milagro del vino que nos hace falta. Tu que eres Corredentora, enséñanos a ser fieles, el uno al otro, en los momentos de sufrimiento y de cruz. Que no busquemos cada uno nuestro propio bienestar, sino el bien del otro. Que nos mantengamos fieles al compromiso adquirido ante Dios, y que los sacrificios y luchas sepamos vivirlos en unión a tu Hijo Crucificado. En virtud de la unión del Inmaculado Corazón de María con el Sagrado Corazón de Jesús, pedimos que nuestro matrimonio sea fortalecido en la unidad, en el amor, en la responsabilidad a nuestros deberes, en la entrega generosa del uno al otro y a los hijos que el Señor nos envíe. Que nuestro hogar sea un santuario doméstico donde oremos juntos y nos comuniquemos con alegría y entusiasmo. Que siempre nuestra relación sea, ante todos, un signo visible del amor y la fidelidad. Te pedimos, Oh Madre, que en virtud de esta consagración, nuestro matrimonio sea protegido de todo mal espiritual, físico o material. Que tu Corazón Inmaculado reine en nuestro hogar para que así Jesucristo sea amado y obedecido en nuestra familia. Qué sostenidos por Su amor y Su gracia nos dispongamos a construir, día a día, la civilización del amor: el Reinado de los Dos Corazones. Amén. -Madre Adela Galindo, Fundadora SCTJM

CONSAGRACIÓN DEL MATRIMONIO A LOS DOS CORAZONES EN SU RENOVACIÓN DE VOTOS

CONSAGRACIÓN DEL MATRIMONIO A LOS DOS CORAZONES EN SU RENOVACIÓN DE VOTOS
Oh Corazones de Jesús y María, cuya perfecta unidad y comunión ha sido definida como una alianza, término que es también característico del sacramento del matrimonio, por que conlleva una constante reciprocidad en el amor y en la dedicación total del uno al otro. Es la alianza de Sus Corazones la que nos revela la identidad y misión fundamental del matrimonio y la familia: ser una comunidad de amor y vida. Hoy queremos dar gracias a los Corazones de Jesús y María, ante todo, por que en ellos hemos encontrado la realización plena de nuestra vocación matrimonial y por que dentro de Sus Corazones, hemos aprendido las virtudes de la caridad ardiente, de la fidelidad y permanencia, de la abnegación y búsqueda del bien del otro. También damos gracias por que en los Corazones de Jesús y María hemos encontrado nuestro refugio seguro ante los peligros de estos tiempos en que las dos grandes culturas la del egoísmo y de la muerte, quieren ahogar como fuerte diluvio la vida matrimonial y familiar. Hoy deseamos renovar nuestros votos matrimoniales dentro de los Corazones de Jesús y María, para que dentro de sus Corazones permanezcamos siempre unidos en el amor que es mas fuerte que la muerte y en la fidelidad que es capaz de mantenerse firme en los momentos de prueba. Deseamos consagrar los años pasados, para que el Señor reciba como ofrenda de amor todo lo que en ellos ha sido manifestación de amor, de entrega, servicio y sacrificio incondicional. Queremos también ofrecer reparación por lo que no hayamos vivido como expresión sublime de nuestro sacramento. Consagramos el presente, para que sea una oportunidad de gracia y santificación de nuestras vidas personales, de nuestro matrimonio y de la vida de toda nuestra familia. Que sepamos hoy escuchar los designios de los Corazones de Jesús y María, y respondamos con generosidad y prontitud a todo lo que Ellos nos indiquen y deseen hacer con nosotros. Que hoy nos dispongamos, por el fruto de esta consagración a construir la civilización del amor y la vida. Consagramos los años venideros, para que atentos a Sus designios de amor y misericordia, nos dispongamos a vivir cada momento dentro de los Corazones de Jesús y María, manifestando entre nosotros y a los demás, sus virtudes, disposiciones internas y externas. Consagramos todas las alegrías y las tristezas, las pruebas y los gozos, todo ofrecido en reparación y consolación a Sus Corazones. Consagramos toda nuestra familia para que sea un santuario doméstico de los Dos Corazones, en donde se viva en oración, comunión, comunicación, generosidad y fidelidad en el sufrimiento. Que los Corazones de Jesús y María nos protejan de todo mal espiritual, físico o material. Que los Dos Corazones reinen en nuestro matrimonio y en nuestra familia, para que Ellos sean los que dirijan nuestros corazones y vivamos así, cada día, construyendo el reinado de sus Corazones: la civilización del amor y la vida. Amén! Nombre de esposos______________________________ Fecha________________________ -Madre Adela Galindo, Fundadora SCTJM

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