De nuevo nos encontramos ante el debatido binomio “mujer: entre familia y trabajo”. Y esta vez el Estudio de Eurostat nos da una serie de estadísticas muy interesantes: una de cada seis mujeres renuncia a un trabajo laboral y opta por una dedicación exclusiva a la familia. Otro 33,7% puede, sin embargo, compaginar la dedicación profesional con la familiar, trabajando laboralmente a tiempo parcial.
Al leer la noticia en algunos medios informativos, se encuentran expresiones como “cargas familiares”, o mujer “inactiva” aludiendo a quienes se ocupan de sus familias y no tienen un empleo externo. No hay ninguna contraposición. La realización de un ser humano no viene dado por trabajar dentro o fuera de un marco físico. La familia no es una “carga”, y aunque se piense que la mujer solo se realiza si trabaja fuera, son muchas las mujeres que libremente, sin necesidad, eligen dedicar un tiempo de su vida, especialmente cuando son fértiles al cuidado y educación de sus hijos. Trabajar en la familia no es limpiar, cocinar o lavar, esto son roles, que pueden hacer hombre y mujer; trabajar en la familia, en la propia casa, es una opción libre por darse a quienes aman y las necesitan. Esto no sale en las estadísticas y conviene recordarlo. Y hablar de una mujer “inactiva” porque trabaja en casa es un eufemismo. ¿Hay alguien más activo que la madre comprometida por los suyos?
La mujer es quien puede convertir la casa en hogar. No se puede contratar a nadie para hacer eso. El hogar no es algo físico, es el ámbito afectivo y espiritual en donde el ser humano se descubre acogido y aceptado, valioso en sí mismo. Hay muchas casas, pero no todas son hogares. ¿Por qué la mujer es elemento importante para conseguir esta realidad? Porque por vocación, por una fuerte inclinación que viene escrita en su misma naturaleza, no es cuestión de rol, tiende a crear y cuidar los lazos afectivos en la familia. Todo lo que hace en la casa busca cuidar y cimentar estas relaciones. La capacidad de amar de la mujer sostiene a la familia y a cada uno de sus miembros. La mujer se realiza en el amor y el amor es la base de las relaciones familiares.
Valoremos más bien nuestra vocación de humanizadoras de la sociedad, haciendo familia y ejerciendo nuestra misión de madres y esposas.