Dulzura de los Ángeles, alegría de los afligidos, abogada de los cristianos, Virgen madre del Señor, protégeme y sálvame de los sufrimientos eternos.
María, purísimo incensario de oro, que ha contenido a la Trinidad excelsa; en ti se ha complacido el Padre, ha habitado el Hijo, y el Espíritu Santo, que cubriéndote con su sombra, Virgen, te ha hecho Madre de Dios.
Nosotros nos alegramos en ti, Theotokos; tú eres nuestra defensa ante Dios. Extiende tu mano invencible y aplasta a nuestros enemigos. Manda a tus siervos el Socorro del Cielo.
De la liturgia bizantina
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