Desde su concepción, el niño es parte integrante de la comunidad familiar. El título al cual tiene derecho en primer término es el de "hijo". Con su apellido los padres otorgan al niño el signo mismo de su individualidad: su nombre. El desarrollo físico del pequeño animal es más rápido que el del niño. Muy temprano corre y se procura su alimento muy pronto abandona a sus padres que se desinteresan enseguida de él.
Como todos sabemos, no ocurre lo mismo con el género humano; la madre enseña a sus hijos a caminar, hablar, alimentarse, vestirse. El despertar de un espíritu tiene por centro a la familia. Normalmente es en ella donde elaboran los primeros conocimientos. Allí se adquiere el sentido de las realidades, del cual el joven tendrá tanta necesidad en el momento de su formación intelectual. Allí se adquiere, normalmente el amor a la verdad. Los padres dignos del nombre de tales hacen la guerra a la mentira. No toleran una visión puramente subjetiva de las cosas, donde los ensueños transforman la realidad. Así, hay razones para sorprenderse, cuando los padres proclaman: "mi hijo mayor es católico, la menor es budista y el tercero acaba de entrar al partido comunista". Cada uno ha encontrado su vía en lo que cree ser la verdad. Este indiferentismo revela una ruptura entre lo que los padres han enseñado al niño y lo que aceptan luego de él.. Imaginemos una familia en la que cada niño siguiera "lo que él cree justo", donde algunos tuvieran el sentido del bien y del mal, mientras que otros juzgarían a la moral "depassée" (superada, pasada de moda). Es esta inconsistencia de principio lo que tales padres y madres encuentran saludable. Por coquetería la familia capitula frente a sus responsabilidades. Se ven luego las tristes consecuencias.
Si el uso pleno de la razón fuera dado al niño de 10 años. tal vez podría uno contentarse con mostrarle la jerarquía de las bienes y dejar a su libre elección el cuidado de decidir entre ellos. Esto, que es ya presuntuoso en los adultos ¿cómo no lo sería entonces en ese niño que carece de madurez?
No se arroja vanamente al viento la planta delicada, débil, sin raíces. Los padres tienen que conducir a sus hijos de la mano.
Pero la educación familiar exige todavía una preocupación cotidiana. El menor escándalo puede tener repercusiones lejanas. profundas. ¡Cuántas vidas son perturbadas a causa del mal ejemplo de padres desunidos divorciados o que, por cobardía, dejan al niño no importa qué lectura, ver no importa qué espectáculo, frecuentar no importa qué amigos.
Reducir la educación familiar a vigilar las manifestaciones creadoras del joven prodigio sin malhumorarlo bajo pena de "complejos" y "regresiones" es un engaño y un crimen. Un engaño, pues padecerá siempre influencias: no se cultiva una planta sin agua ni calor. Es un crimen pues la realidad se inscribe contra el mito del niño naturalmente bueno. No forzar el espíritu, la voluntad del niño en el sentido del bien, es abandonarlo a sus instintos e inclinaciones menos buenas, que dominarán pronto en él. Es dejar lugar a las influencias malas sobre las buenas. No se deja a un hijo beber veneno, ni jugar con armas cargadas. ¿Y se lo dejará entonces desarmado, sin juicio rector, ni voluntad firme, presa de las múltiples tentaciones?
La educación familiar no se limita sólo a producir "tipos bien" dentro de la sociedad para evitar los disturbios en la calle. "La naturaleza no contempla sólo la generación del niño, sino también su desarrollo y su progreso para llevarlo al estado perfecto de hombre, en tanto que hombre, es decir, en el estado de virtud.
Aptitudes, derechos y deberes naturales de los padres en la educación de sus hijos
1. Aptitudes naturales:
Orientadores, psicólogos, docentes, médicos, escuelas especiales aportarán a los padres un concurso precioso. Pero ellos no reemplazan la educación familiar.
"¿Qué educador, escribe Chesterton, habrá seguido, como los padres, al niño desde la cuna, tendrá tiempo de hacer un justo discernimiento de las inclinaciones del espíritu y de las aptitudes particulares de cada alumno? ¿Tendrá acaso la perspicacia y el amor de una madre?
"Los padres son irreemplazables. Buscad el educador oficial que tenga el gusto, el tiempo libre, la aptitud que exige esta lenta iniciación del espíritu, del corazón, de la conciencia, que se opera en el hogar, aun cuando esta oficina de la vida no proporciona más que un mínimo de recursos (...). Esos truismos son verdades y se terminará por volver sobre ellos pues reemplazando a los padres por especie de funcionarios, no se ha encontrado más que un tapón que no llega a tapar el agujero".
"Es simplemente prescindir de una fuerza natural y pagar por una artificial, como si un hombre regase una planta sosteniendo con una mano una manguera y con la otra un paraguas para resguardarla de la lluvia. Pero eso no dará ningún resultado, ni siquiera en teoría. No se puede hacer siempre el lavado de los otros; es en la familia donde hay que lavar la ropa sucia, sobre todo cuando se trata de pañales. Sólo los padres podrán o querrán dar a sus hijos suficiente solicitud y cuidados. La expresión "abnegación maternal" aplicada a una mujer que ve pasar sin tregua los niños por sus manos, no es más que una amable metáfora".
Pero se dirá: Si los padres son torpes, ignorantes de la ciencia pedagógica, enceguecidos por un afecto mal entendido?. Aun en ese caso tendrán sobre los pedagogos más sabios y mejor entrenados una ventaja, la del amor a los propios hijos y el amor, sin más.
¡Cuántos excelentes maestros romanos se hubieran cansado del alumno Agustín, cuántos "orientadores" profesionales no hubieran sabido dónde dirigirlo, mientras que la paciencia, las plegarias, las lágrimas... y el amor maternal de Santa Mónica lo llevaron a cambiar de vida, haciendo de él un gran Filósofo y un Padre de la Iglesia!
Hemos hablado de excelentes maestros, de honestos orientadores; no hay necesidad de hablar de excelentes madres. ¿Qué madre normal no hubiera intentado lo que Mónica alcanzó?
Inversamente, los padres indignos escandalizan la opinión Pero se habla poco de antros de educación indignos. En todo caso, eso sorprende menos, porque el lazo con el niño es menos estrecho, normalmente, que en la familia. La educación en el hogar presenta otras ventajas. Es continua Los padres menos dotados hacen pedagogía, a menudo sin saberlo, porque el amor de sus hijos los lleva naturalmente a comprenderlos, a resolver sus problemas, a ayudarlos en todo lo que pueden.
La educación familiar es personal. Se conoce a cada uno de los niños con sus cualidades, sus defectos. sus reacciones habituales. ¿Cómo profesores desbordados podrían educar a sus alumnos, uno por uno, como en una familia, aun con su capacitación y con su abnegación?
Tomado del libro "LA ENSEÑANZA"
de Michel Creuzet
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