Recordando a quien mucho aportó de bueno a mi despertar espiritual. Sus palabras calaban hondo, muy profundo, y hoy siguen haciendo eco suave, abriendo caminos y ganando berrinches mientras juego el hermoso y enriquecedor papel de ser mamá.
De la mano del beato Juan Pablo II recordemos algunas palabras suyas e invoquemos a santa María para encomendar a todas las mujeres oprimidas por el odio, el desprecio y desamor de los hombres.
A las mujeres niñas, a las niñas mujeres, a las mujeres indefensas, a las niñas impedidas por alguna enfermedad, a las mujeres maduras olvidadas en los hospitales, en los geriátricos, a las mujeres perseguidas, castigadas, y a mis niñas que han muerto y van a matar... No olvidemos tampoco pedir por las madres tentadas en abortar y por las que lo han hecho para que puedan arrepentirse y reparar.
Dios nos bendiga a todas
Laura
El Papa reclama «el pleno reconocimiento de la igualdad de la mujer»
CIUDAD DEL VATICANO, 8 mar 98 (ZENIT).- Con motivo de la celebración del día de la mujer, hoy Juan Pablo II reflexionó antes del tradicional rezo de la oración del Angelus sobre el papel de la mujer no sólo en la sociedad, sino también --como él mismo dijo-- «en su misión dentro del designio de Dios».
Juan Pablo II comenzó haciendo un poco de historia: «Ciertamente es un papel cuyo reconocimiento ha encontrado serios obstáculos en la historia. Somos por desgracia herederos de una historia de enormes condicionamientos que han hecho difícil el camino de las mujeres, a veces no apreciada en su dignidad, tergiversada en sus prerrogativas, y no pocas veces marginada».
Pero lo que es más triste, añade: «Todavía hoy no podemos decir que plenamente esta resistencia haya sido superada».
Por esta razón aprovechó la ocasión para hacer un reclamo en favor de las mujer que todavía en muchos lugares se ve despreciada, humillada, relegada. Con claridad, como acostumbra el Santo Padre, afirmó: «Y qué decir de los obstáculos que, en tantas partes del mundo, todavía impiden a las mujeres la plena inserción en la vida social, política y económica. A tal propósito, y recordando que se celebra este año el 50º aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, deseo hacer un llamamiento en favor de las mujeres a las que todavía hoy se les niega los derechos fundamentales en los regímenes políticos de sus países: mujeres segregadas, a las cuales está prohibido estudiar, ejercitar una profesión, e incluso manifestar en público su propio pensamiento».
Es necesario alcanzar en nuestro mundo --decía el obispo de Roma a los fieles reunidos en la plaza San Pedro-- «el pleno reconocimiento de la igualdad de la mujer, pero igualdad que debe ir aunada con un saber valorar adecuadamente las peculiares dotes con las cuales Dios quiso crearla».
De tal manera que, como nos enseña la doctrina católica, y quiso recordar en el Angelus: «Mujer y hombre son entre sí complementarios; se integran no sólo en sentido físico y psíquico, a nivel del obrar, sino incluso más profundamente a nivel del ser».
No quiso olvidar el Papa otro tipo de discriminación hacia la mujer que está muy presente en nuestras sociedades consumistas: «Cuántas mujeres --comentaba el Papa-- han sido y son todavía valoradas más por el aspecto físico que por sus cualidades personales, la competencia profesional, las obras de inteligencia, la riqueza de su sensibilidad y en definitiva por la dignidad misma de su ser».
Concluyó el Santo Padre esta oración mariana pidiendo a la Santísima Virgen, modelo de mujer realizada, su intercesión:
ZE980308-1