La sexualidad es algo que toca a todo el ser humano desde el instante de su concepción. En el momento que comienza la primera célula, el cigoto, ya tiene un código genético que la identifica como hombre o como mujer si es xy o xx, esto implica a todo el desarrollo físico y psíquico de toda persona y también implica que todo acto humano es un acto sexuado; se hable, se camine, se piense, todo se hace como hombre o como mujer. Como todo en el ser humano necesita educarse, la educación sexual es necesaria, pero también es necesario que todos los que tienen responsabilidad en la formación de niños y de jóvenes y especialmente los padres, sepan qué clase de educación sexual pueden recibir sus hijos y estén al tanto para que les llegue con la debida prudencia.
Vamos a ver una clasificación de los distintos tipos de educación sexual.
Educación sexual hedonista: Se considera el sexo como un objetivo a disfrutar a toda costa, pensando sólo en el placer y llegando al permisivismo, la pornografía, el homosexualismo, el bisexualismo y el sadomasoquismo. Más que educación sobre la sexualidad lo que promueve es el genitalismo desenfrenado.
La educación sexual antropológico- cultural considera que todo está bien según lo miren las normas y costumbres de la sociedad en que se vive. Por ejemplo, en la década de los 50 en Latinoamérica era normal que la mujer llegara virgen al matrimonio, pero la virginidad en el hombre era considerada como algo fuera de lo normal.
Educación sexual higiénico- sanitaria: Se preocupa sólo por evitar las infecciones de transmisión sexual y los embarazos no deseados, promueve el uso de barreras, como el condón, condena la promiscuidad sólo para prevenir las ITS (infecciones de transmisión sexual) y considera que la nueva vida debe evitarse al mismo nivel que se evitan las ITS.
Educación sexual personalista: Los que estamos a su favor hemos llegado a cambiarle el nombre en ocasiones, para que no sea confundido con los otros tipos de educación sexual y le llamamos educación para el amor, la cual debe tener las siguientes características:
1. Ser impartida por los padres; sólo en el caso de que estos no puedan asumirlas debe ser impartida por alguien que esté muy bien preparado.
2. Ser personalizada.
3. Estar basada en la verdad y en los valores morales auténticos.
4.Ser acorde a la edad del niño o joven.
La educación sexual comienza cuando el niño nace o desde que se sabe su sexo en el ultrasonido; se le compran juegos para su sexo, se le da nombre de niña o niño; hasta el color de la ropa tiene que ver con su sexo. Nunca debe mentirse, porque esto puede dar lugar a que el niño pierda la confianza en lo que se le enseñe. Debe ser de acuerdo a la edad de cada niño, muchas veces se le da al niño información que, por no tener la suficiente madurez, no entiende, la entiende mal o la olvida. Debe ser personalizada, porque aunque existe un promedio de edad en que comienza cada inquietud, estas suelen aparecer individualmente, por lo que un aula no es el lugar adecuado para dar estos temas.
Como promedio, hasta los 10 años en la niña y hasta los 12 en los niños, pueden impartir esta educación tanto el padre como la madre indistintamente, pero a partir de esas edades deben recibirla del padre del mismo sexo. Cuando son niños aún, los temas del embarazo, el nacimiento, la diferencia entre la mujer y el hombre, etc., deben darse según aparezcan las inquietudes, que puede ser en ocasión del embarazo de alguien cercano, un nacimiento, o en cualquier otro momento en que se presente la inquietud. Sin embargo, cuando se llega a la pre adolescencia, debe darse información antes de que la reciba de otros medios, aclarándole a cada niño que no es tema para hablar con amiguitos, porque cada padre o madre prefiere hacerlo con su hijo. He tenido esta conversación con mis hijas cuando he observado que están comenzando a aparecer los primeras características sexuales secundarias, antes de la primera menstruación. Esta conversación debe ser dosificada haciendo mas énfasis en los valores que en lo biológico y debe retomarse el tema, sin ser insistente, las veces que sean necesarias según las necesidades de cada niño y el medio en que viva.
Sería apropiado que se formaran escuelas de padres para formar a los progenitores en la forma adecuada de impartir estos temas a sus hijos.
La adolescencia es un momento en que los padres deben de estar cerca de sus hijos dándoles los valores necesarios para la castidad, exaltando la virginidad como algo maravilloso para ambos sexos, preparándolos para fundar una familia donde reine el amor.
Hay un momento durante el cual el medio tiene mucha influencia en los adolecentes y jóvenes, los padres saben que los hijos se parecen más a su medio que a sus padres. Si los jóvenes están en un medio donde la virginidad es vista como algo fuera de moda, tratarán de tener experiencias sexuales y llegarán a negar su virginidad para no ser objeto de burlas. Pero, si los jóvenes tienen un grupo de referencia de su misma edad donde se le de a la virginidad su verdadero valor, son capaces de vivir la castidad. Por esta razón considero que los grupos de familia, de jóvenes y especialmente los grupos provida, deben promover la formación de grupos de jóvenes que hagan compromiso público de virginidad hasta el matrimonio, aunque en algunos casos esta sea secundaria (es decir, si se ha caído en la fornicación, comprometerse a no caer más en las relaciones sexuales hasta el matrimonio). Soy partidaria de la formación de estos grupos, porque he visto sus frutos en un país donde los medios de difusión, la escuela, la salud pública y muchas familias, consideran la virginidad como algo del siglo antepasado. He visto jóvenes defendiendo estos valores, divulgándolos y viviéndolos en grupos donde reina la amistad, la solidaridad y el amor.
Este artículo se basó en el documento "Sexualidad humana: Verdad y significado", del Pontificio Consejo para la Familia. La Dra. Morales es especialista en medicina interna, presidenta de Pro- Vida Cuba, profesora del Método Billings y miembro de WOOMB.