Sin manos ni pies escribe –con bolígrafo y ordenador–, conduce su cherokee y hace mil otras cosas que parecían imposibles.
David Amado
El mérito de su padre
No hace falta haber terminado este libro para desear encontrarse con algún defensor del aborto, uno de esos eugenesistas posmodernos que se desayunan con unos cuantos embriones humanos en las papeleras y decirle: ¡Chúpate esa!
Esa es la primera reacción. Kyle Maynard nació con una amputación de causas desconocidas. Sus piernas acaban justo encima de las rodillas y sus brazos donde deberían estar los codos. Cuando el pediatra lo puso en brazos de sus padres, sabedores ya de que no tenía extremidades, su madre suspiró de alegría diciendo: “¡No puedo creer que sea tan hermoso!”. Pero la belleza de esa vida no acabó ahí, sino que justo empezaba, lo mismo que la de quienes lo siguen acompañando desde hace años.
Kyle Maynard nació en un hogar, no en una factoría donde los hijos se producen por encargo y con derecho a devolución si no se cumplen las expectativas. Por lo mismo sus padres desean lo mejor para su hijo y no para ellos. Cuando nace con esa limitación física no se escandalizan. Y en seguida se ponen manos a la obra.
El padre enseguida se dio cuenta de que si no enseñaban a Kyle a valerse por sí mismo lo haría un ser totalmente dependiente y, además, impedirían sus posibilidades de progresar. Por eso, y sin dejar de acompañarlo, hubo de aprender a comer solo y muchas otras cosas. Eso le inculcó una mentalidad: nunca se deben poner excusas, porque ello hace que de antemano nos indispongamos para lo posible, aunque sea difícil.
Uno se emociona, y se avergüenza un poco de sí mismo, cuando ve donde ha llegado Kyle. Sin manos ni pies escribe, tanto con bolígrafo como a ordenador, conduce su cherokee y hace mil otras cosas que, de antemano, parecerían imposibles. A través de la historia que nos narra descubrimos al niño que se supera a diario, que llega a formar parte de un equipo de fútbol americano y consigue ser campeón de lucha libre o batir record en levantamiento de pesas.
Pero eso es sólo la parte exterior de un alma grande, de un deseo de superación difícilmente igualable y un testimonio estremecedor de cómo la dignidad de la vida está por encima de las circunstancias.
Vale la pena leer este libro, que estimula a afrontar La vida con una mayor ilusión y sin excusas. Irene Villa, que perdió las dos piernas en un atentado de ETA, enriquece el ya de por sí imprescindible libro con un prólogo, que es también un testimonio y un reconocimiento.
En la actualidad Kyle Maynard estudia en la Universidad. Es conocido por millones de personas que lo han visto u oído en la televisión, los periódicos y la radio. Nadie ha quedado indiferente. Muchos, gracias a él han aprendido a afrontar sus propias vidas de otra manera. Un libro imprescindible para dejar de respirar nihilismo.
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