El aborto es como una gran caja negra: se ve a la mujer que entra y a la que sale, pero se mantiene en las tinieblas de la censura todo lo que ocurre dentro. Para empezar se oscurece la propia etimología:
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Josep Miró i Ardèvol
Si se analiza con objetividad el problema, se observa que el aborto nunca es un hecho aislado sino que casi siempre va acompañado de otra serie de trastornos de conductas importantes, que suponen un deterioro grande en la vida personal, familiar y social, y que nunca son estudiados y por consiguiente jamás se tratan. En muchos casos se ignora que el aborto presenta una situación previa de falta de autoestima y de inseguridad por parte de la mujer. Al contrario, se trata el embarazo como patología y se prescinde de la patología que conduce al aborto. Se han invertido los términos de lo que la racionalidad científica establece: lo normal es parir y lo traumático es abortar. Entonces ¿qué empuja a las mujeres a tal trauma? No ya la respuesta sino la propia pregunta están condenadas dentro de la caja negra. La depresión, la ansiedad y la pérdida de lívido son síndromes presentes de manera mayoritaria, pero ningún protocolo de la sanidad española conduce a considerarlos, como se ignora en España la casuística entre aborto y ruptura matrimonial o de la pareja.
En este estado lo que precisan la mayoría de mujeres es acompañamiento, afecto, apoyo y atención, pero solo encuentran una ruptura traumática, artificial, de su embarazo, practicada en unas pocas horas. La mujer después de abortar se encuentra más sola que nunca, con –en muchos casos– un interrogante que la erosiona: ¿he hecho bien? Ninguna atención medica, ningún acompañamiento estará a su lado después de haber pagado a la clínica, donde generalmente habrá permanecido medio día como mucho. Por esta razón, los abortos tienen consecuencias negativas no sólo para la propia mujer sino también para su familia, y ello explica la mayor frecuencia de divorcios y rupturas, entre otros tipos de conflictos. Pero es que el sistema no está concebido para ayudar a la mujer, sino para promover el aborto porque se ha convertido en una de las señas de identidad de la postizquierda. El procedimiento de las clínicas es simple: "traiga su dinero y venga". Y una vez alli se trata de trivializar el hecho: "¿Es un bebito?" Les responden: "No, sólo un producto de la concepción (un coágulo sanguíneo o una formación de tejidos)". "¿Me dolerá?" "No, usted sentirá una sensación leve de contracciones o calambres". La mayoría de las mujeres han sufrido dolores y se sobreponen, así es que creen que este procedimiento no debe ser demasiado doloroso. ¡Sin embargo, el aborto puede serlo y mucho!, y arriesgado para la salud psíquica de la madre, incluso desde el punto de vista estrictamente físico. Pero nada de ello le es explicado. Los riesgos por insuficiente capacidad de coagulación, la presencia de hematuria, son posibilidades nada extrañas sobre las que la mujer debería ser advertida. Obviamente y dentro de la lógica del bussines de las clínicas privadas, no es el caso. Por otra parte, la posibilidad de que la práctica del aborto express se vea complicada por otras dolencias previas que los médicos abortistas desconocen, porque para nada utilizan el historial clínico, debería alertar todavía más sobre las condiciones en que se desarrolla la práctica del aborto en España. El último fallecimiento conocido fue en el año 2008. Una mujer de 30 años falleció tras ingresar en la clínica El Bosque de Madrid. La paciente entró en parada cardiorrespiratoria durante la fase exploratoria previa al aborto. Los hechos ocurrieron el mismo día en que se había programado su práctica, el martes, 13 de enero, aunque la mujer había ingresado 24 horas antes en el centro, uno de los cuatro acreditados para la interrupción del embarazo en Madrid. El aborto era de los considerados 'de alto riesgo' dado que la mujer se encontraba en la 21 semanas, pero a pesar de ello la clínica no solicitó los antecedentes médicos. Se da la circunstancia de que la clínica El Bosque fue investigada por supuestas irregularidades practicadas en los abortos, el caso está pendiente del pronunciamiento de los juzgados. Pero no se trata solo de riesgos o secuelas físicas, también se ocultan de manera sistemática los riesgos psíquicos que con gran frecuencia van aparejados al aborto. El último estudio sobre este tema del British Journal of Psychiatry confirma lo que muchos ya pensaban: abortar supone un aumento de riesgo de trastorno psíquico, es decir, el 'síndrome post-aborto'. El estudio, realizado por tres especialistas de nacionalidad neozelandesa, se centra en más de mil mujeres durante 30 años, empezando con una muestra original de 630. Los factores que se evaluaron tenían que ver con depresión, ansiedad, pensamientos suicidas, alcoholismo y adicción a las drogas; y se tuvo en cuenta la información sobre nivel socioeconómico, ambiente familiar, antecedentes psiquiátricos, rendimiento escolar, problemas de adaptación en la adolescencia, adicciones, etc. Los investigadores tuvieron en cuenta la salud psíquica de mujeres cuando terminó el embarazo y durante cinco años después. Así las cosas, el aumento de trastornos psíquicos en comparación con las mujeres no embarazadas es 1,37 mayor en época de aborto y 1,32 a los cinco años, es decir una de cada tres lo va a experimentar, y le va a durar años. El aborto espontáneo está asociado a un aumento, pero menor en este caso, de riesgo en época del suceso (1,25) pero no a los cinco años donde prácticamente ha desaparecido (1,06). Por el contrario dar a luz no implica variación del riesgo estadísticamente significativa. Los autores, ante el supuesto de aborto legal por trastorno psíquico de la madre, afirman que “ningún estudio científico ha hallado que abortar reduzca el riesgo de trastornos psíquicos”. Y este es un dato clave porque el 97% de los abortos que se comenten en España se justifican precisamente por el riesgo para la salud psíquica de la madre. Pero éste no es nada más que el discurso de los charlatanes, porque no solo no está probado que el aborto constituya una terapia, sino que ahora además podemos constatar con datos científicos disponibles algo que ni la recta razón permitía pensar: la ruptura brutal de un proceso natural que imbrica de una manera tan equilibrada y compleja a dos seres humanos, la madre y su hijo, tiene en muchos casos una consecuencia psicosomática grave, que exige tratamiento médico especializado. La ocultación de esta realidad, no solo perjudica a la mujer porque le niega elementos de juicio, sino que impide luego la adopción de las medidas médicas adecuadas para tratar el daño causado.
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11. Dios ha creado al hombre a su imagen y semejanza[20]: llamándolo a la existencia por amor, lo ha llamado al mismo tiempo al amor. Dios es amor y vive en sí mismo un misterio de comunión personal de amor. Creándola a su imagen y conservándola continuamente en el ser, Dios inscribe en la humanidad del hombre y de la mujer la vocación y consiguientemente la capacidad y la responsabilidad del amor y de la comunión. El amor es por tanto la vocación fundamental e innata de todo ser humano. ( F.C.)
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martes, 15 de septiembre de 2015
La caja negra del aborto
Secuelas psíquicas del Aborto
En un estudio realizado sobre pacientes post-aborto a sólo 8 semanas de haber abortado, los investigadores hallaron que el 44 % se quejaba de trastornos nerviosos, el 36 % había sufrido alteraciones del sueño, el 31 % tenía arrepentimientos por la decisión tomada y al 11 % le habían sido prescritos fármacos psicotrópicos por su médico de cabecera. (2) Un estudio retrospectivo que abarcaba un período de cinco años en dos provincias canadienses detectó que el recurso a los servicios médicos y psiquiátricos era sensiblemente mayor entre mujeres que habían abortado. Lo más revelador fue la conclusión a la que se llegó, según la cual el 25 % de mujeres que habían abortado visitaban a los psiquiatras frente al 3 % del grupo de control [ 3 % of the control group ]. (3) Las mujeres que han abortado tienen bastantes más probabilidades que otras de requerir el ingreso posterior en un hospital psiquiátrico. Adolescentes, mujeres separadas o divorciadas, y aquéllas en cuya historia clínica figura más de un aborto encaran un riesgo especialmente alto. (4)
Puesto que muchas mujeres tras un aborto recurren a la represión como mecanismo de defensa [ as a coping mechanism ], puede darse un largo período de negación antes de que una mujer requiera tratamiento psiquiátrico. Estos sentimientos reprimidos son susceptibles de causar afecciones psicosomáticas y psiquiátricas o de conducta en otras facetas de la vida de la mujer. En consecuencia, algunos asesores [counselors; al parecer, se refiere a ciertos peritos de los procesos judiciales norteamericanos] informan del hecho de que la angustia [ distress ] por un aborto que no se quiere reconocer es lo que en realidad subyace en muchas de sus pacientes, incluso aunque se hayan dirigido a ellos en demanda de terapias para problemas que aparentemente nada tienen que ver con ello. (5)
Un importante muestreo concluyó que al menos un 19 % de mujeres que han abortado padecen trastornos por estrés post-traumático (PTSD). Aproximadamente la mitad presentaba muchos de los síntomas de PTSD, aunque no todos, y entre un 20 y un 40 por ciento mostraban niveles de estrés que fluctuaban entre moderados y altos, así como conducta evasiva respecto a sus experiencias abortivas. (6) Puesto que nos hallamos ante una alteración grave que puede estar presente en muchas demandantes, y que no es fácilmente comprendida fuera de la profesión de asesor, el siguiente resumen será más completo que otros apartados de esta sección. El PTSD es una disfunción psicológica producto de una experiencia traumática que anula los mecanismos normales de defensa de una persona, derivando en miedo intenso, sensación de desvalimiento o de estar atrapado, o en pérdida del control. El riesgo de que una experiencia resulte traumática se incrementa cuando el hecho traumatizante es percibido como susceptible de conllevar amenazas de lesión física, violación sexual o presencia personal o participación en una muerte violenta. Se da el PTSD cuando el hecho traumático produce la hiperexcitabilidad [ hyperarousal ] de los mecanismos de defensa de vuelo o lucha [ flight or fight ]. Tal hiperexcitación provoca que estos mecanismos de defensa se desorganicen, desconectados de las circunstancias presentes, y empiecen a funciona por su cuenta, dando lugar a una conducta anormal y a graves transtornos de la personalidad. A guisa de ejemplo de esta deconexión de funciones mentales, puede ocurrir que alguna víctima de PTSD experimente una intensa emoción, pero sin clara memoria del hecho; otros pueden recordar cada detalle pero sin emoción; otros incluso pueden revivir tanto el hecho como las emociones en furtivas y abrumadoras experiencias de flashback. (7)
Las mujeres pueden interiorizar el aborto como una experiencia traumática por varias razones. En muchos casos llegan a él forzadas por maridos, novios, padres u otros. Si la mujer ha sido victima en repetidas ocasiones de abuso de posición dominante, el aborto forzado puede ser percibido como la violación definitiva en el curso de una vida marcada por el abuso. Otras mujeres -sin importar cuánto de imperioso tuviesen las razones por las que recurrieron al aborto- pueden incluso percibir el final de su embarazo como la muerte violenta causada a su propio hijo. El miedo, la ansiedad, el dolor y la culpa asociada al procedimiento aparecen entreverados en esta percepción de muerte violenta y grotesca. Algunas mujeres aun dan cuenta de que el dolor del aborto, desatado sobre ellas por un extraño enmascarado que asalta su cuerpo, se siente como idéntico al de una violación. (8) En efecto, los investigadores han concluido que las mujeres en cuya historia clínica constan agresiones sexuales pueden sentir mayor angustia durante y después de la práctica del aborto a causa de estas asociaciones entre ambas experiencias. (9) Cuando el factor de estrés que conduce al PTSD es el aborto, algunos clínicos lo denominan Síndrome Post-aborto (PAS).
Los síntomas más importantes del "PTSD" son clasificados generalmente en tres categorías: hiperexcitación [ hiperarousal ], intrusión y constricción.
El primero consiste en una intervención inapropiada y crónica de los mecanismos de defensa fight or flight. La persona se halla por lo visto en permanente alerta frente a amenazas de peligro. Los síntomas de hiperexcitación incluyen: respuestas exageradamente sobresaltadas, ataques de ansiedad, irritabilidad, explosiones de ira o rabia, conducta agresiva, dificultad para concentrarse, hipervigilancia, dificultad para conciliar el sueño o mantenerse despierto, o reacciones fisiológicas ante situaciones que simbolicen o se asemejen a algún aspecto de la experiencia traumática (por ejemplo, aceleración del pulso o sudoración durante un examen pélvico, o al tiempo de oír el sonido de una bomba neumática).
La intrusión consiste en revivir el hecho traumático involuntaria e inesperadamente. Los síntomas de intrusión en los casos de PAS incluyen: pensamientos recurrentes e intrusivos sobre el aborto o el niño abortado,flashbacks en los que las mujeres vuelven a vivir momentáneamente un aspecto de la experiencia abortiva, pesadillas sobre el aborto o el niño, o reacciones de intenso pesar o depresión en la fecha del aniversario del embarazo abortado o del aborto.
La constricción consiste en paralizar los recursos emocionales o en desarrollar patrones de conducta, de forma se que eviten los estímulos asociados con el trauma. Se trata de la conducta evasiva [ o de evitación: "avoiding ]; un intento de negar y de evitar las sensaciones negativas de gente, lugares, o cosas que agraven las sentimientos negativos asociados con el trauma. En los casos de trauma post-aborto, la constricción puede incluir: incapacidad para recordar la experiencia abortiva o partes importantes de ella; esfuerzos por evitar actividades o situaciones que puedan excitar los recuerdos del aborto; abandono de relaciones, en especial, alejamiento de aquéllas que tuvieron que ver con la decisión de abortar; evitación de hijos; intentos de evitar o negar pensamientos o sensaciones relacionadas con el aborto; escasa presencia de sentimientos relacionados con el amor o la ternura; visión del futuro como en escorzo (p. ej. no esperar tener una carrera, casarse, criar hijos o una vivir una vida larga); interés reducido por actividades con las que antes se disfrutaba; abuso de drogas o alcohol; pensamientos o actos suicidas y otras tendencias autodestructivas.
Como ya se mencionó, el estudio de Barnard identificó un porcentaje del 19 % de PTSD entre mujeres a las que les fueron practicados abortos entre tres y cinco años antes. Pero en realidad el porcentaje efectivo es mayor con toda probabidad. Como la mayoria de los estudios post-aborto, el de Barnard estaba lastrado por un porcentaje de omisiones del 15 % [ a fifty percent drop out rate ]. La experiencia clínica ha demostrado que las mujeres que menos suelen cooperar en una investigación post-aborto son aquéllas a las que el aborto ha causado mayor angustia psicológica. La investigación ha confirmado esta intuición, demostrando que las características demográficas de las mujeres que rechazan la evaluación posterior, coinciden en su mayoría con las de las mujeres que padecen la angustia post-aborto más acentuada. (10) La extraordinariamente alta tasa de negativas a participar en estudios post-aborto puede ser interpretada como evidencia de constricción o de conducta de evitación (no querer pensar en el aborto) que es un destacado síntoma de PTSD.
Para muchas mujeres, el comienzo o la identificación inequívoca de los síntomas del PTSD puede demorarse durante varios años. (11) Hasta que una persona aquejada de PTSD ha recibido consejo y logrado un adecuado restablecimiento, el PTSD puede dar lugar a una incapacidad psicológica que impediría a una paciente de aborto afectada interponer una demanda judicial dentro del período normal establecido por la ley. Esta incapacidad puede, sin embargo, proveer de base legal para obtener una prórroga de dicho plazo.
Entre un treinta y un cincuenta por ciento de mujeres que han abortado declaran sufrir disfunciones sexuales, tanto de breve como de larga duración, que comienza inmediatamente después de sus respectivos abortos. En concreto pueden incluir uno o varios problemas de los que se detallan a continuación: ausencia de placer en las relaciones, dolor añadido, aversión al sexo o a los hombres en general, o desarrollo de una forma de vida de tipo promiscuo. (12)
Aproximadamente un 60 por ciento de mujeres que experimentan secuelas post-aborto declaran albergar ideas suicidas, con un un 28 por ciento que intenta realmente suicidarse, de las cuales la mitad lo ha hecho en dos o más ocasiones.
Investigadores finlandeses han identificado una estrecha relación estadística entre el aborto y el suicidio en un estudio basado en registros. Los 73 suidicidios identificados se asociaban en el espacio de un año a embarazos que acababan ya de forma natural, ya por aborto provocado. La tasa media anual de suicidio femenino en general era de 11.3 por cada 100.000. La tasa de suicidios asociados con nacimientos era significativamente más baja (5.9). Las tasas para interrupción del embarazo eran sensiblemente más altas. Para el aborto natural, la tasa era de 18.1 por cada 100.000 y para el aborto provocado de 34.7 por cada 100.000. La tasa de suicidio dentro del año posterior a la práctica del aborto era tres veces más alta que la tasa general femenina, siete veces más elevada que para las mujeres que llevan a término su embarazo, y casi el doble de alta que la de las mujeres que habían sufrido un aborto por causas naturales. (13)
El estrés post-aborto se vincula con una acentuación del tabaquismo. Las mujeres que abortan tienen el doble de probabilidades de convertirse en grandes fumadoras y de sufrir los correspondientes riesgos sobre la salud. (14) Las mujeres que han abortado tienen también mayor probabilidad de continuar fumando durante los posteriores embarazos deseados, con el riesgo añadido de muerte neonatal o anomalías congénitas. (15)
El aborto se vincula de forma significativa con un riesgo doblemente añadido de abuso del alcohol entre las mujeres. (16) El aborto seguido de abuso del alcohol se vincula con conductas violentas, divorcio o separacion, accidentes de tráfico, y pérdida del puesto de trabajo. (17) (ver también New Study Confirms Link Between Abortion and Substance Abuse)
El aborto se halla significativamente ligado a abuso posterior de las drogas. Además de los costes psico-sociales que supone tal abuso, la adicción las drogas se vincula con riesgo incrementado de contraer infecciones por VIH/SIDA, malformaciones congénitas y conducta agresiva. (18)
Para algunas mujeres al menos, el estrés post-aborto se asocia con desórdenes en la ingestión de alimentos tales como comer compulsivamente [ binge eating ], bulimia, y anorexia nerviosa. (19)
El aborto se vincula con mayores niveles de depresión, conducta violenta, abuso del alcohol y de las drogas, embarazos 'de sustitución o reemplazo', y relajación de los lazos que unen a las madres con los hijos habidos posteriormente. Estos factores se asocian estrechamente con el trato abusivo hacia los niños y parecen confirmar particulares valoraciones clínicas que vinculan el trauma post-aborto con abuso infantil subsiguiente. (20)
Para la mayor parte de las parejas, un aborto crea problemas imprevistos en su relación. Las parejas que han recurrido al aborto están más expuestas a divorciarse o a separarse. Muchas mujeres que abortan desarrollan una mayor dificultad para establecer lazos duraderos con un compañero. Esto puede deberse a que el aborto se relaciona con reacciones tales como baja autoestima, mayor desconfianza hacia los hombres, disfunción sexual, abuso de substancias y niveles incrementados de depresión, ansiedad y cólera pasajera [ volatile anger ]. Las mujeres que se han sometido a más de un aborto (que representan alrededor del 45 % de todos los abortos) tienen mayor probablidad de requerir ayudas públicas, en parte porque también tienen más probabilidades de acabar constituyendo familias monoparentales. (21)
Las mujeres a las que les ha sido practicado un aborto arrostran un riesgo añadido de volver a abortar en el futuro. Las mujeres que cuentan con una experiencia abortiva anterior tienen una probabilidad cuatro veces mayor de volver a interrumpir voluntariamente su embarazo que aquéllas que no tienen historia abortiva previa. (22)
Este riesgo incrementado se asocia con el aborto anterior por la baja autoestima, un consciente o inconsciente deseo de llevar a cabo un embarazo 'de sustitición', y una mayor actividad sexual post-aborto. Los abortos posteriores pueden producirse por culpa de deseos conflictivos de quedar embarazada y tener un hijo y presiones continuas en favor del aborto, como puede ser el abandono por parte del nuevo compañero. En los abortos de repetición se da cuenta también de cierta clase de auto-punición. (23)
Aproximadamente un 45 % de todos los abortos son ahora abortos de repetición. El riesgo de caer en un patrón de aborto de repetición debería ser comentado con la paciente a la vista de su primer aborto. Es más, puesto que las mujeres a las que se les ha practicado más de un aborto se exponen a un importante riesgo añadido de sufrir secuelas físicas y psíquicas, tales riesgos cualificados deberían ser ampliamente comentados con las mujeres que optan por abortar.
NOTAS:1. Una excelente fuente de información para cualquier abogado interesado en lo referente a la negligencia en la práctica del aborto es Thomas Strahan's Major Articles and Books Concerning the Detrimental Effects of Abortion (Rutherford Institute, PO Box 7482, Charlottesville, VA 22906-7482, (804) 978-388.).
2. Ashton,"They Psychosocial Outcome of Induced Abortion", British Journal of Ob&Gyn., 87:1115-1122, (1980).
3. Badgley, et.al.,Report of the Committee on the Operation of the Abortion Law (Ottawa:Supply and Services, 1977) pp.313-321.
4. R. Somers, "Risk of Admission to Psychiatric Institutions Among Danish Women who Experienced Induced Abortion: An Analysis on National Record Linkage," Dissertation Abstracts International, Public Health 2621-B, Order No. 7926066 (1979); H. David, et al., "Postpartum and Postabortion Psychotic Reactions," Family Planning Perspectives 13:88-91 (1981).
5. Kent, et al., "Bereavement in Post-Abortive Women: A Clinical Report", World Journal of Psychosynthesis (Autumn-Winter 1981), vol.13,nos.3-4.
6. Catherine Barnard, The Long-Term Psychological Effects of Abortion, Portsmouth, N.H.: Institute for Pregnancy Loss, 1990).
7. Herman, Trauma and Recovery, (New York: Basic Books, 1992) 34.
8. Francke, The Ambivalence of Abortion (New York: Random House, 1978) 84-95.
9. Zakus, "Adolescent Abortion Option," Social Work in Health Care, 12(4):87 (1987); Makhorn, "Sexual Assault & Pregnancy," New Perspectives on Human Abortion, Mall & Watts, eds., (Washington, D.C.: University Publications of America, 1981).
10. Adler, "Sample Attrition in Studies of Psycho-social Sequelae of Abortion: How great a problem." Journal of Social Issues, 1979, 35, 100-110.
11. Speckhard, "Postabortion Syndrome: An Emerging Public Health Concern," Journal of Social Issues, 48(3):95-119.
12. Speckhard, Psycho-social Stress Following Abortion, Sheed & Ward, Kansas City: MO, 1987; and Belsey, et al., "Predictive Factors in Emotional Response to Abortion: King's Termination Study - IV," Soc. Sci. & Med., 11:71-82 (1977).
13. Speckhard, Psycho-social Stress Following Abortion, Sheed & Ward, Kansas City: MO, 1987; Gissler, Hemminki & Lonnqvist, "Suicides after pregnancy in Finland, 1987-94: register linkage study," British Journal of Medicine 313:1431-4, 1996.C. Haignere, et al., "HIV/AIDS Prevention and Multiple Risk Behaviors of Gay Male and Runaway Adolescents," Sixth International Conference on AIDS: San Francisco, June 1990; N. Campbell, et al., "Abortion in Adolescence," Adolescence, 23(92):813-823 (1988); H. Vaughan, Canonical Variates of Post-Abortion Syndrome, Portsmouth, NH: Institute for Pregnancy Loss, 1991; B. Garfinkel, "Stress, Depression and Suicide: A Study of Adolescents in Minnesota," Responding to High Risk Youth, Minnesota Extension Service, University of Minnesota (1986).
14. Harlap, "Characteristics of Pregnant Women Reporting Previous Induced Abortions," Bulletin World Health Organization, 52:149 (1975); N. Meirik, "Outcome of First Delivery After 2nd Trimester Two Stage Induced Abortion: A Controlled Cohort Study," Acta Obstetricia et Gynecologica Scandinavia 63(1):45-50(1984); Levin, et al., "Association of Induced Abortion with Subsequent Pregnancy Loss," JAMA, 243:2495-2499, June 27, 1980.
15. Obel, "Pregnancy Complications Following Legally Induced Abortion: An Analysis of the Population with Special Reference to Prematurity," Danish Medical Bulletin, 26:192-199 (1979); Martin, "An Overview: Maternal Nicotine and Caffeine Consumption and Offspring Outcome," Neurobehavioral Toxicology and Tertology, 4(4):421-427, (1982).
16. Klassen, "Sexual Experience and Drinking Among Women in a U.S. National Survey," Archives of Sexual Behavior, 15(5):363-39 ; M. Plant, Women, Drinking and Pregnancy, Tavistock Pub, London (1985); Kuzma & Kissinger, "Patterns of Alcohol and Cigarette Use in Pregnancy," Neurobehavioral Toxicology and Terotology, 3:211-221 (1981).
17. Morrissey, et al., "Stressful Life Events and Alcohol Problems Among Women Seen at a Detoxification Center," Journal of Studies on Alcohol, 39(9):1159 (1978).
18. Oro, et al., "Perinatal Cocaine and Methamphetamine Exposure Maternal and Neo-Natal Correlates," J. Pediatrics, 111:571- 578 (1978); D.A. Frank, et al., "Cocaine Use During Pregnancy Prevalence and Correlates," Pediatrics, 82(6):888 (1988); H. Amaro, et al., "Drug Use Among Adolescent Mothers: Profile of Risk," Pediatrics 84:144-150, (1989)
19. Speckhard, Psycho-social Stress Following Abortion, Sheed & Ward, Kansas City: MO, 1987; J. Spaulding, et al, "Psychoses Following Therapeutic Abortion, Am. J. of Psychiatry 125(3):364 (1978); R.K. McAll, et al., "Ritual Mourning in Anorexia Nervosa," The Lancet, August 16, 1980, p. 368.
20. Benedict, et al., "Maternal Perinatal Risk Factors and Child Abuse," Child Abuse and Neglect, 9:217-224 (1985); P.G. Ney, "Relationship between Abortion and Child Abuse," Canadian Journal of Psychiatry, 24:610-620, 1979; Reardon, Aborted Women - Silent No More (Chicago: Loyola University Press, 1987), 129-30, describe el caso de una mujer que golpeó a su hijo de tres años hasta matarlo, poco después de haberle sido practicado un aborto que le desencadenó un "episodio psicótico" de aflicción, culpa e ira injustificada.
21. Shepard, et al., "Contraceptive Practice and Repeat Induced Abortion: An Epidemiological Investigation," J. Biosocial Science, 11:289-302 (1979); M. Bracken, "First and Repeated Abortions: A Study of Decision-Making and Delay," J. Biosocial Science, 7:473-491 (1975); S. Henshaw, "The Characteristics and Prior Contraceptive Use of U.S. Abortion Patients," Family Planning Perspectives, 20(4):158-168 (1988); D. Sherman, et al., "The Abortion Experience in Private Practice," Women and Loss: Psychobiological Perspectives, ed. W.F. Finn, et al., (New York: Praeger Publ. 1985), pp98-107; E.M. Belsey, et al., "Predictive Factors in Emotional Response to Abortion: King's Termination Study - IV," Social Science and Medicine, 11:71- 82 (1977); E. Freeman, et al., "Emotional Distress Patterns Among Women Having First or Repeat Abortions," Obstetrics and Gynecology, 55(5):630-636 (1980); C. Berger, et al., "Repeat Abortion: Is it a Problem?" Family Planning Perspectives 16(2):70-75 (1984).
22. Joyce, "The Social and Economic Correlates of Pregnancy Resolution Among Adolescents in New York by Race and Ethnicity: A Multivariate Analysis," Am. J. of Public Health, 78(6):626-631 (1988); C. Tietze, "Repeat Abortions - Why More?" Family Planning Perspectives 10(5):286-288, (1978).
23. Leach, "The Repeat Abortion Patient," Family Planning Perspectives, 9(1):37-39 (1977); S. Fischer, "Reflection on Repeated Abortions: The meanings and motivations," Journal of Social Work Practice 2(2):70-87 (1986); B. Howe, et al., "Repeat Abortion, Blaming the Victims," Am. J. of Public Health, 69(12):1242-1246, (1979).
La Conexión Aborto / Suicidio
Las mujeres que abortan tienen seis veces más probabilidades de suicidarse
David C. Reardon, Ph.D.
Al examinar el historial médico reciente de víctimas de suicidio, investigadores finlandeses hallaron una fuerte asociación entre aborto y suicidio. En sus resultados publicados en el British Medical Journal (Mika Gissler, Elina Hemminki, Jouko Lonnqvist, "Suicides after pregnancy in Finland: 1987-94: register linkage study" British Medical Journal 313:1431-4, 1996) revelan que “la tasa de suicidios después de un aborto era tres veces mayor que la media y seis veces mayor que la asociada al parto.”
Estos resultados coinciden con estudios anteriores que hallaron que dar a luz reduce el riesgo de suicidio en comparación con la población “normal”, mientras que el aborto lo aumenta. Sin embargo, este estudio sólo examinó los abortos en el año anterior al suicidio, cuando la mayoría de los suicidios relacionados con el aborto podrían ocurrir en los años siguientes debido al efecto retardado del Síndrome Post-aborto.
La Conexión Aborto / Suicidio
David C. Reardon, Ph.D.
En los años anteriores a la legalización del aborto, se creía que el aborto podía justificarse por motivos “terapéuticos”, entre los que el riesgo de suicidio justificaría la necesidad de un aborto. Sin embargo, tras muchos años de aborto legal, la realidad ha demostrado ser bien distinta. Todos los estudios sobre este tema muestran que, por el contrario, es el dar a luz lo que disminuye dramáticamente la tasa de suicidios en comparación, incluso, con mujeres no embarazadas. Actualmente algunos psiquiatras consideran que el embarazo cumple una función de protección psicológica. La presencia de otra persona por la que vivir parece reducir el impulso suicida de una mujer con trastorno psicológico o depresión grave.1
A diferencia del embarazo, que debilita los impulsos suicidas, hay pruebas significativas de que el aborto aumenta dramáticamente el riesgo de suicidio. Según un estudio de 1986 de investigadores de la Universidad de Minnesota, una adolescente tiene 10 veces más probabilidad de cometer suicidio si ha realizado un aborto en los últimos seis meses que una joven comparable que no lo haya practicado.2 Otros estudios han hallado una correlación estadística similar entre adultos. Por tanto, los datos actuales indican que el aborto es mucho más peligroso para la salud mental de la mujer que el embarazo y el parto.
Esta correlación entre aborto y suicidio es bien conocida por los profesionales que tratan a personas suicidas. Por ejemplo, Meta Uchtman, directora del grupo de Cincinnati de Suicidas Anónimos informó de que su grupo trabajó con 4000 mujeres durante un periodo de 35 meses. De ellas, 1800 o más habían abortado, 1400 de las cuales tenían edades entre 15 y 24 años, el grupo de edad de mayor aumento de suicidios de EE.UU.
A veces un intento de suicidio post-aborto es un acto impulsivo de desesperación. Susan escribe: “Dos días después de mi aborto, escribí una carta e despedida a mis padres y a mi novio. No podía imaginarme cómo iba a poder seguir viviendo con la conciencia de lo que había hecho. ¡Había matado a mi propio bebé! Bajé al sótano y me puse a manejar la pistola de mi padre. Histérica y llorando apunté dentro de mi boca. De pronto oí pasos arriba. Por algún motivo, mi padre había vuelto a buscar algo. Paré lo que estaba haciendo y subí. El vio que yo estaba mal y me invitó a comer con él. Pensé que por lo menos le debía un almuerzo de despedida. Cuando acabó el almuerzo me dio miedo hacerlo.”
Otras veces, los impulsos suicidas son el resultado de años de represión, depresión y pérdida de autoestima. Un estudio de 1987 entre mujeres con trauma post-aborto halló que el 60% habían tenido ideas suicidas, el 28% habían intentado suicidarse, el 18% lo había intentado repetidamente, a menudo varios años después del aborto.3
Desgraciadamente, al menos en un caso documentado, una chica de 18 años se suicidó tres días después de un aborto por aspiración por sentirse culpable de “haber matado a su bebé”. Un examen posterior de los archivos de la clínica reveló que la chica no estaba embarazada.
Quizás una razón de la fuerte correlación entre aborto y suicidio es que el aborto es muy parecido al suicidio. La persona que amenaza con suicidarse está pidiendo ayuda a gritos. Igualmente las mujeres que piensan en abortar. Ambas están desesperadas. Ambas se sienten solas. Ambas se sienten abrumadas por las circunstancias.
Algunos grupos pro-eutanasia creen que se debe legalizar el suicidio o incluso crear clínicas para ello donde haya personas que ayuden a los que deseen suicidarse. Si se hiciera, habría cada vez más personas que querrían ejercer su “derecho a morir”. Con la promesa de una solución “rápida, fácil y sin dolor” a sus problemas, las tasas de suicidio se dispararían como se dispararon las tasas de aborto tras su legalización.
Como las clínicas de suicidio o eutanasia que algunos piden, las clínicas abortistas también explotan la desesperación de la gente. Forman parte de nuestra sociedad de consumo que ofrece soluciones rápidas para todos nuestros problemas. Aparentan ser lugares de compasión pero en realidad son enormes negocios a costa de gente sola, asustada y confusa que se sienten no-deseados por la sociedad. En lugar de vida, ofrecen la “compasión” de la muerte. Es una falsa compasión que sólo quiere evitarse el problema de ayudar al otro a resolver sus problemas.
Para los que miran con atención y se preocupan por los demás, es evidente que quienes buscan el aborto o el suicidio están pidiendo ayuda para vivir. Están pidiendo a gritos una inyección de esperanza. Están pidiendo que alguien se interese por ellos y les ayude de verdad. Necesitan ver el valor de la vida, tanto la suya como la de su hijo, reflejado en el cariño de aquellos que quieren ayudarla a preservar esa vida. Necesitan oír que tienen la fuerza necesaria para triunfar en esa vida que es la suya, y que cuando les falten las fuerzas, estaremos allí para sujetarles y hasta llevarles en brazos.
Esto nos exige pagar un alto precio de amor. El precio del sacrificio de tiempo, energía y conocimientos. Lo contrario sería interpretado como una falta de interés... y tendrían razón.
Publicado en The PostAbortion Review 1(2) Verano 1993. Copyright 1993 Elliot Institute
1. Hilgers, et al, New Perspectives on Human Abortion (Frederick, Md.: University Press of America, 1981) 156.
2. Garfinkel, et al., Stress, Depression and Suicide: A Study of Adolescents in Minnesota, (Minneapolis: University of Minnesota Extension Service, 1986).
3. Reardon, "A Survey of Psychological Reactions," (Springfield, IL: Elliot Institute, 1987).
Fuente http://www.nomassilencio.com
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