En mi experiencia como sacerdote el dolor más agudo, más incisivo, más devastador, más intenso -el peor de todos los dolores- es el de la madre y el padre que caen en la cuenta del significado profundo de haber abortado a su propio hijo. Lo repito, no he visto un dolor como este en mis años como sacerdote.
Sirvo a tiempo completo como Director de Apostolado Hispano de Sacerdotes por la Vida, una asociación dedicada a promover y defender la santidad de la Vida humana desde la concepción hasta la muerte natural.
Uno de los ministerios asociados a Sacerdotes por la Vida son los retiros de sanación de fin de semana El Viñedo de Raquel. Estos retiros han sido inspirados por el Espíritu Santo para responder a la necesidad de sanación integral de los afectados por la pérdida que produce el aborto. El equipo que ofrece el retiro es interdisciplinar y debe siempre incluir un sacerdote y un psicólogo.
El trauma que produce el aborto tiene unas dimensiones muy profundas y se conoce como síndrome post aborto (SPA). Son muchas los daños que deja el aborto –más de 150 de diversa índole-, entre ellos podemos numerar los siguientes: