Impacto en el hombre de las leyes proabortistas de EE.UU.
El debate sobre el aborto se ha enfocado casi exclusivamente desde la perspectiva de las mujeres, haciendo caso omiso de los hombres. En un momento en que los hombres se comprometen cada vez más en la crianza de sus hijos, la ley en los Estados Unidos les niega sistemáticamente el derecho a estar implicados en decisiones de vida o muerte que afectan a sus hijos aún no nacidos.
Esta impotencia tiene su efecto no sólo en la imagen que el varón tiene de sí mismo, sino que también puede causar conflictos de funciones, culpabilidad, depresión y, con frecuencia, el final de la relación con su cónyuge.
Se ha defendido el aborto como un sencillo procedimiento quirúrgico que produce poco o ningún impacto psicológico tanto en la mujer como en el hombre. En realidad, la mayoría de los hombres, lo mismo que las mujeres, niegan cualquier consecuencia emocional negativa del aborto. Sin embargo, cuando los hombres deciden reconocer sus sentimientos, describen con frecuencia la experiencia del aborto como desconcertante y dolorosa. Un estudio arrojó que tres de cada cuatro varones dijeron que pasaron por un momento difícil con la experiencia del aborto y una minoría relató sueños continuos de día y de noche sobre el niño que nunca nació, así como culpabilidad, remordimiento y tristeza considerables.
Lo mismo para los hombres que para las mujeres, la sensación de vacío puede durar toda una vida, puesto que los padres son padres para siempre, incluso del niño muerto. El problema emocional es casi imposible de resolver porque no es perceptible, sólo se trata de un recuerdo. Como al niño no nacido le fue negada la humanidad, le es negada también una sepultura o una señal.
En la decisión del aborto, con demasiada frecuencia el cometido del varón es marginal y pasivo. Puede que sea pasado por alto por su mujer, ignorado en la clínica abortista y desamparado en el acto y las secuelas del propio aborto. Este conflicto de funciones bien puede ser responsable parcialmente del aumento en la disfunción sexual masculina. La experiencia clínica demuestra que los hombres se vuelven hostiles cuando han sido excluídos de la toma de decisiones y cuando descubren que han sido engañados y manipulados.
Convertirse en padre es, por supuesto, mucho más complejo que el contacto sexual y la concepción. Es un proceso que incluye el desarrollo de ciertas cualidades, objetivos, actitudes, etc. Para los hombres lo mismo que para las mujeres, el aborto detiene bruscamente este proceso y crea un vacío en el que abundan la confusión, la ambivalencia, la culpabilidad y la hostilidad.
En ninguna parte se siente más dolorosamente la experiencia del aborto que en el campo de la expectativa del padre, responsable y protector de sus seres queridos. Los resultados de una encuesta nacional indican que tres de cada cuatro personas que respondieron creen aún que el hombre ideal es aquel que lucha para proteger a su familia. Sin embargo, ¿cómo podrá un hombre proteger a su hijo cuando la ley no le permite involucrarse en una decisión de vida o muerte?
Realmente, con el aborto se ha comprobado la doble escala de valores para los hombres y las mujeres. Mientras está garantizado el (falso) "derecho" a abdicar de la futura maternidad, no lo está el derecho del padre a proteger su futura paternidad. Cuando las mujeres escogen el aborto, aún por encima de los deseos del varón, se habla de la proclamación de los "derechos" de las mujeres, de la libertad, de la opresión masculina, etc. Pero cuando los hombres fomentan el aborto para sus parejas, está tipificado (y con toda razón) como coacción, falta de afecto, insensibilidad y egoísmo.
Por otra parte, el renunciar a la responsabilidad encaja bien en el pensamiento abortista. Para los hombres que no se interesan en las mujeres que dejan embarazadas, el aborto es un elegante sistema de abdicación de su responsabilidad.
Sin embargo, una vez que ha tenido lugar el aborto, los varones pueden requerir tanta ayuda emocional como las mujeres. Para cualquiera de los dos sexos, la pérdida de un hijo no es una pérdida como otra cualquiera. La culpa y la pena pueden ser persistentes, y no pueden quitarse a base de fuerza de voluntad.
Uno de los mejores remedios para disminuir la culpabilidad es la revelación de uno mismo. Hablar de los viejos asuntos inacabados ayuda a disipar la culpabilidad y con ello se consiguen pequeños milagros.
La reconciliación con la muerte del hijo aún no nacido implica finalmente el acto del perdón. El perdón por el aborto cometido surge tras estar dispuesto a reconocer su verdad y a expresarla.
En el problema del aborto, tanto investigadores, como consejeros y mujeres no han caído en la cuenta de las consecuencias trágicas que resultan para los padres. Los hombres también son víctimas del aborto junto con las mujeres y los niños aún no nacidos. Con frecuencia sufren en silencio, desconcertados y frustrados. La solución no vendrá hasta que impere el amor, se garantice una auténtica igualdad de los sexos y se reconozca que el aborto nunca es la solución.
FUENTE: Vincent Rue, Ph.D., Forgotten Fathers (Lewiston, Nueva York/Toronto, Canadá: Life Cycle Books, 1986. (Se han hecho correcciones de estilo.)
11. Dios ha creado al hombre a su imagen y semejanza[20]: llamándolo a la existencia por amor, lo ha llamado al mismo tiempo al amor. Dios es amor y vive en sí mismo un misterio de comunión personal de amor. Creándola a su imagen y conservándola continuamente en el ser, Dios inscribe en la humanidad del hombre y de la mujer la vocación y consiguientemente la capacidad y la responsabilidad del amor y de la comunión. El amor es por tanto la vocación fundamental e innata de todo ser humano. ( F.C.)
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jueves, 19 de noviembre de 2009
Aproximándonos a los sentimientos de la mujer
La maternidad no planificada, de acuerdo con algunos estudios, representa una amenaza grave para las mujeres modernas (…). Esto se debe a que muchas mujeres jóvenes de hoy día han desarrollado una identidad que simplemente no contempla el ser madre. Su proyecto de vida puede incluir ir a la Universidad, sacar un título, obtener un buen trabajo, incluso casarse algún día, pero perciben la repentina intrusión de la maternidad como la pérdida total del control sobre su propia vida presente y futura. (…)
La disyuntiva
Al considerar la decisión de abortar, no lo hacen, como pueden pensar los pro-vida, entre la disyuntiva “llevar a término un embarazo no deseado” o “destruir la vida de un niño inocente”.
Ellas sienten así la alternativa: “mi vida se acaba” o “la vida de este nuevo niño tiene que acabar”. Desde esta triste perspectiva, la elección del aborto se convierte en un modo de defenderse ante lo imprevisto.
Los sentimientos de la elección.
El resumen del informe indica que las mujeres creen que de un embarazo no planificado nada bueno puede resultar, por lo que la salida más intuitiva que se les representa les hace dudar entre lo que consideran tres “males”: la maternidad, la adopción o el aborto, como las tres únicas salidas.
La adopción, desafortunadamente, es la “peor” de las tres opciones, pues se percibe como una doble “muerte”. Primero la “muerte propia”, ya que la mujer tendrá que llevar el embarazo hasta su término, convirtiéndose además en una mala madre, capaz de entregar su hijo a extraños. La segunda “muerte” es la del hijo “abandonado”: la mujer vivirá atormentada por el futuro de su hijo vivo sin saber qué es de su vida (…). Sólo mujeres de gran madurez interior y que ven con claridad que el aborto es la muerte real de su hijo, podrían acceder a la adopción como salida.
Aunque desearíamos que la mujer aceptara el slogan “adopción sí, aborto no”, este estudio concluye que ante la alternativa adopción / aborto, la adopción será la perdedora. La actitud de estas mujeres hacia el aborto es bastante sorprendente. Primero, reconocían que el aborto mata. Segundo, las mujeres creen que no hubo intención de quedarse embarazada y ante semejante trance no existía otra opción, puesto que su vida estaba en juego.
(…) En resumen, el aborto será el menor de los tres “males” para la mujer porque ofrece la mayor garantía de esperanza de preservar su yo, su propia vida.
Hay que destacar que la principal preocupación en cualquiera de las tres opciones gira exclusivamente alrededor de la mujer y no del no nacido. La elección de cualquiera de las tres concede a la embarazada en crisis cierta sensación de control sobre su futuro, y permite a quienes rechazan el aborto personalmente, incluidos los profesionales sanitarios, sentir compasión hacia las que recurren a él.
Ayudando a encontrar más caminos
Consideremos un típico slogan pro vida: “El aborto detiene el latido de un corazón”. Aunque esta frase pueda resultar eficaz en algunos momentos, su efecto entre mujeres jóvenes en crisis probablemente sería: 1) provocar rabia contra el mensajero; 2) confirmarlas en la opinión de que no entienden su situación; 3) las hundiría aún más en la actitud negativa y desesperanzada. Debemos preguntarnos si este mensaje, no será francamente contraproducente.
(…) La pregunta, quizás subconsciente pero clave, que se hace la mujer es: “¿Cómo podré conservar el control de mi vida?”. Por este lado debe girar la ayuda durante la entrevista clínica: ayudando a la paciente a conservar el control de su vida abriendo caminos que, objetivamente, puedan ser beneficiosos a corto y largo plazo.
Se puede favorecer un clima en el que la mujer pueda abrir su espacio mental a consideraciones que le permitan sentirse más segura en su situación:
; No hay que olvidar que en muchos casos existe una presión ambiental condicionadora, que hay que desenmascarar como una forma de violencia contra la mujer con embarazo imprevisto, por la soledad e indefensión que condiciona, y por su carácter modulador sobre la consideración de la IVE como única salida.
; Es importante conocer los apoyos de amistades y familiares que puedan contribuir a que la mujer, en estado de crisis, se encuentre respaldada emocionalmente, favoreciendo la seguridad que necesita. Aconsejar que acuda con ellos a la consulta.
; Descubrir si existe admiración hacia mujeres que, en su situación, han sido capaces de salir adelante con distintas soluciones, con estabilidad emocional, dominando el sentimiento presente de que su vida se acaba, bajo un prisma positivo y apoyándose en los recursos sociales disponibles. Apostar por la vida ofrece esperanza y un sentido positivo a la propia personalidad, que la mujer puede considerar.
La mujer debe saber que el profesional no tiene todas las respuestas a sus miedos futuros, pero puede ayudar a dar seguridad mostrando los apoyos sociales concretos y reales en su caso concreto.
El aborto no siempre juega a favor de la mujer por lo que deben darse a conocer los riesgos de la IVE, según muestra la evidencia científica disponible.
Estimular la apertura de un tiempo de reflexión, donde se maduren las nuevas conside
La experiencia va demostrando que, en la medida en que se favorezca un ambiente de seguridad y apoyos externos, (en cuanto a personas cercanas y recursos disponibles), la mujer en crisis va sintiéndose más dueña de la situación, contribuyendo con ello a su propio bienestar físico y emocional.
(Adaptado de Paul Swope).
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