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martes, 20 de marzo de 2012

►Un par de euros por la vida


Si el problema es el dinero, de eso se ocupará la parroquia. Ustedes tráiganlo al mundo, denle su amor. Del resto nos ocupamos nosotros.

Cuando se ordenó sacerdote, sabía que desde ese momento le llamarían Padre. Muchas veces habría sopesado en su intimidad lo que esto significaría para él y para tantas almas que se acercarían a él. Así estaba bien. Se vislumbraba una vida llena de obras buenas por los demás, acompañada de alegrías más grandes que su misma alma y, seguramente, de dolores hondos, amargos pero fecundos que dieran a luz a muchos Hijos de Dios.

Aunque todo esto seguro le pasó por la mente, el Padre Maurizio De Sanctis, hoy párroco de La Rosa en Livorno, Italia, no podía sospechar lo que le sucedería en la Navidad de 2011. Dos feligreses suyos, con tres hijos y los dineros justitos, se enteraron de que el cuarto niño venía en camino. No queriendo quitarle el pan a sus otros hijos, decidieron tomar lo que por desgracia se ha convertido hoy en “la vía de salida”: el aborto.

«Traté de explicarles que una vida es algo que va más allá del dinero: es un don, una alegría, algo que no tiene precio», dice el Padre Maurizio comentando una reunión que tuvo con los padres poco antes de que se presentaran en la clínica abortista. Al ver que estas razones solas no podrían salvar al niño, tuvo una idea: «Si el problema es el dinero, de eso se ocupará la parroquia. Ustedes tráiganlo al mundo, denle su amor. Del resto nos ocupamos nosotros». 

Y así como lo dijo, lo anunció a sus feligreses: ese año en Navidad les nacería un niño. ¿Estupor? ¿Alegría? ¿Confusión? Quizá haya habido un poco de todo pero, al fin, el resto de la comunidad quedó muy contenta de festejar una doble navidad. 

Como era de esperar, hay quienes no están contentos porque pocos son hombres de valor que no son sometidos a los ataques de los menos valerosos. Dicen ellos que al Padre no le tiene que importar lo que sucede con sus hijos y que no tiene por qué entremeterse en la decisión de abortar o no. Según una psicóloga del hospital «ese diálogo debía ser laico, y no estar motivado por razones filosóficas o religiosas». Quizá el recién nacido no estaría del todo de acuerdo.

¿Y el Padre qué opina? «Que critiquen si quieren», dice. Él tiene la conciencia tranquila. Más aún, él tiene en el alma el enorme gozo de haber salvado una hermosa vida con una ocurrencia muy oportuna. 

La identidad de los padres no se ha divulgado. Mejor así. Ellos también han sido víctimas de los aires que corren y que presentan al aborto como una opción. Ellos también se han beneficiado de la grandeza de corazón de este sacerdote. Ellos han recibido de su párroco un ejemplo luminoso de lo que significa ser padre. Sin duda, sabrán amar y educar a su hijo con una perspectiva diversa: la de Dios que ve en cada uno de nosotros no el cuarto hijo, sino el primero.

No era esto, quizá, lo que tenía en mente el Padre De Sanctis cuando se ordenaba, pero Dios sí. En algunos años, cuando el “hijo” del Padre Mauricio se entere de su historia, estará muy agradecido porque existen los sacerdotes como él. Y mucho gusto le dará cuando, el domingo en la mañana, antes de misa lo salude y le diga con un guiño de ojo cómplice: «¡Buenos días, Padre!».



Autor: Alejandro Páez, LC | Fuente:buenas-noticias.org 

►Ayer drogadicto, hoy sacerdote







Roberto volvió a la fe y de modo inesperado experimentó el llamado de ese Dios a quien varias veces había insultado.

En las calles de Roma desempeña su ministerio apostólico don Roberto Dichiera, un sacerdote de 37 años. A muchos jóvenes perdidos y esclavos de la droga les ofrece una mano con la esperanza de liberación. ¿Es posible que estos chicos toxicómanos encuentren un nuevo horizonte? Don Roberto les dice que sí con su propia experiencia.

Su pasado dista mucho de sus ideales actuales de santidad. Desde la más temprana adolescencia se dejó llevó por el vértigo de lo prohibido. A los doce años, los primeros porros, después el alcohol, ácidos, éxtasis, cocaína... En búsqueda de sensaciones cada vez más fuertes, dejó la escuela y sólo ansiaba las fiestas y las discotecas más excitantes de los fines de semana. Pronto él mismo comenzó a traficar, convirtiéndose en el punto de referencia de otros tantos que anhelaban dosis efímeras de felicidad.

La droga lo fue sumiendo en hábitos destructivos. En algunas ocasiones perdía momentáneamente la vista, no lograba distinguir nada, veía sólo rojo. Tenía alucinaciones tremendas y llegaba a vomitar por intoxicación. Su conciencia no reaccionaba, ni siquiera cuando vio retorcerse y casi morir a una compañera de vicio.

En 1993, sin que su vida cambiara, tuvo que hacer el servicio militar, obligatorio entonces en Italia. En el cuartel continuó sus actividades con la complicidad de sus compañeros y la evasión inteligente de los controles médicos.

Todo comenzaría a cambiar en un tren, durante un permiso de viaje. Allí lo cautivó una chica a la que en vano intentó envolver en sus excesos. Antes había tenido varias compañeras y relaciones ocasionales sin que jamás se enamorara. Manuela era diferente. Su amor y su fe católica abrieron lentamente una brecha dentro de él. Todavía continuó drogándose, pero ya sentía intensos dolores de cabezas, como descargas eléctricas, y advertía que las sustancias podían quemarle el cerebro.

Antes no dejaba de blasfemar, de despreciar a los curas y de cambiar el canal de televisión cuando veía al Papa, pero entonces comenzó a «soportar» la misa dominical con su novia. Poco a poco sintió curiosidad de escuchar lo que decía el sacerdote y así pudo entender lo que empujaba a Manuela a la iglesia. Es así como las palabras de Juan 15, 9-13 calaron en su corazón: «Como el Padre me amó, yo también os he amado. Permaneced en mi amor [...]. Esto os lo digo para que yo me goce en vosotros y vuestro gozo sea cumplido...». ¿Qué era este amor? ¿En qué consistía este gozo? Estas preguntas y una gran lucha se sucedieron en su interior.

Al cabo de un año inició a rezar, a acercarse a Dios. Descubrió una nueva fuerza de voluntad y cesó de consumir sustancias. Se confesó por primera vez después de nueve años. La última vez había sido cuando recibió el sacramento de la confirmación sólo por complacer a sus padres. 

Roberto volvió a la fe y de modo inesperado experimentó el llamado de ese Dios a quien varias veces había insultado. Es difícil explicar la transformación de alguien que ha sido tocado por el amor divino. Tampoco fue fácil responder a este llamado, pues Roberto ya proyectaba una familia con Manuela, con quien llevaba dos años. Su misma madre, cuando le comunicó su decisión, no le creía. 

Finalmente ingresó en el seminario y entró en contacto con Nuevos Horizontes, una comunidad católica que trabaja en todo el mundo con los más débiles y marginados. Así, don Roberto, hombre tomado de entre los hombres, no duda de su misión actual. Antes vendía sustancias y la ilusión de un paraíso artificial. Ahora imparte la Eucaristía y predica el Evangelio con la certeza de que nada es imposible para Dios.


Autor: Ismael González, LC | Fuente: buenasnoticias

►El amor por su esposo le hizo valorar la cruel realidad del aborto







Liz Millican y cómo pasó de la indiferencia a considerar que el aborto tiene que ser ilegal


Liz Millican siempre se había considerado una «persona normal». No obstante, pensó que con 27 años debería dar pasos que le ayudasen a mejorar su vida. Lo primero, encontrar el amor de su vida. Fue Jared quien llenó ese deseo de su corazón y, tras un tiempo de noviazgo, se casaron. Y aunque formaban un hermoso hogar, había un aspecto que no dejaba tranquila la conciencia de Liz: el tema del aborto.

En realidad, «nunca había pensado mucho sobre el tema», según sus propias palabras; incluso se mostraba indiferente. Pero tras recuperar su vida de fe, algo perdida durante la adolescencia, poco a poco se preguntaba cuál sería la postura de Dios en relación a este argumento. Lo que en un principio parecía una mera curiosidad, pronto se convirtió en una bomba que movió los cimientos de su estilo de vida. 

Su razonamiento era muy simple: «Dios necesariamente tiene que oponerse al aborto» como el asesinato de un ser inocente. Y si esto era así, cualquier cosa a la que Dios se opusiese «tendría que tener un impacto negativo en la totalidad de la persona». Así que decidió buscar cómo afectaba el aborto a las mujeres. 

Entró en Google y tecleó “I regret my abortion” (me arrepiento de mi aborto) y lo que apareció en su monitor la dejó atónita: «había muchísimos resultados sobre el tema… ¡Me abrió los ojos!». 

En efecto, Liz encontró testimonios del tristemente famoso "trauma post-aborto" en aquellas mujeres que, valientemente, decidían contar su experiencia: «me quedé petrificada con el efecto que el aborto tiene en las mujeres». Y su sorpresa aumentó cuando constató que la mayoría de las mujeres elegían el aborto por miedo o por abandono: «Me di cuenta que tenemos que crear una sociedad que busque ayudar a las mujeres en todas las circunstancias en vez de hacerles creer que su única opción abortar».

Durante su reflexión, Liz recibió una gran influencia de su marido. Nacido de un embarazo no deseado, Jared había sido dado en adopción por su madre biológica cuando, en realidad, tuvo la oportunidad de abortarlo. Y fue precisamente el amor tan profundo que tenía por su esposo lo que le llevó a valorar en toda su profundidad la crueldad del aborto. Sólo pensar que su marido podría haber sido abortado le producía escalofríos… ¡No habría sido la misma persona sin su marido! «Nos complementamos tan bien que no creo que me haya podido casar si él no hubiese nacido». 

Todo esto le llevó, por ello, a llevar su reflexión a sus últimas consecuencias. Fue a un centro de atención para las embarazadas y preguntó cuál era el motivo por el que las mujeres no dan sus hijos en adopción. La respuesta la heló el alma: la mayor parte de las mujeres creen que el aborto es socialmente más aceptable que la adopción. 

Furiosa ante esta respuesta, Liz tuvo clara la conclusión: «el aborto es algo que tiene que ser ilegal». ¿Por qué? Porque las mujeres con mentalidad abortista no pueden valorar positivamente la opción de dar a su hijo en adopción: «piensan que la adopción es sinónimo de abandonar a sus hijos. El argumento pro-abortista del “¿quién va a cuidar de tus hijos?” no tiene ningún sentido. Sobre todo sabiendo la cantidad enorme de familias que están esperando para dar amor a un niño en su hogar». ¿Un botón de muestra? Sus suegros: «se sienten profundamente bendecidos con Jared». Y es la presencia amorosa de su esposo la que le hace a Liz admirar «la difícil decisión de muchas madres de dar su bebé a alguien más». 

Hoy, Liz le hace un lugar en el sofá de la casa a Jared mientras ven televisión. Y siente, emocionada, la mano de su marido en su vientre, que acaricia el nuevo miembro de la familia que llegará en agosto de este año. Y el amor que experimenta hoy le hace sentir una profunda gratitud hacia aquella mujer que decidió dar en adopción a su actual marido. Sin su valentía, hoy no sería la mujer más feliz del mundo. 

Autor: Juan Antonio Ruiz J., LC
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♥Consagración a la Virgen María

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CONSAGRACIÓN DEL MATRIMONIO AL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA

CONSAGRACIÓN DEL MATRIMONIO AL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA
"Oh, Corazón Inmaculado de María, refugio seguro de nosotros pecadores y ancla firme de salvación, a Ti queremos hoy consagrar nuestro matrimonio. En estos tiempos de gran batalla espiritual entre los valores familiares auténticos y la mentalidad permisiva del mundo, te pedimos que Tu, Madre y Maestra, nos muestres el camino verdadero del amor, del compromiso, de la fidelidad, del sacrificio y del servicio. Te pedimos que hoy, al consagrarnos a Ti, nos recibas en tu Corazón, nos refugies en tu manto virginal, nos protejas con tus brazos maternales y nos lleves por camino seguro hacia el Corazón de tu Hijo, Jesús. Tu que eres la Madre de Cristo, te pedimos nos formes y moldees, para que ambos seamos imágenes vivientes de Jesús en nuestra familia, en la Iglesia y en el mundo. Tu que eres Virgen y Madre, derrama sobre nosotros el espíritu de pureza de corazón, de mente y de cuerpo. Tu que eres nuestra Madre espiritual, ayúdanos a crecer en la vida de la gracia y de la santidad, y no permitas que caigamos en pecado mortal o que desperdiciemos las gracias ganadas por tu Hijo en la Cruz. Tu que eres Maestra de las almas, enséñanos a ser dóciles como Tu, para acoger con obediencia y agradecimiento toda la Verdad revelada por Cristo en su Palabra y en la Iglesia. Tu que eres Mediadora de las gracias, se el canal seguro por el cual nosotros recibamos las gracias de conversión, de amor, de paz, de comunicación, de unidad y comprensión. Tu que eres Intercesora ante tu Hijo, mantén tu mirada misericordiosa sobre nosotros, y acércate siempre a tu Hijo, implorando como en Caná, por el milagro del vino que nos hace falta. Tu que eres Corredentora, enséñanos a ser fieles, el uno al otro, en los momentos de sufrimiento y de cruz. Que no busquemos cada uno nuestro propio bienestar, sino el bien del otro. Que nos mantengamos fieles al compromiso adquirido ante Dios, y que los sacrificios y luchas sepamos vivirlos en unión a tu Hijo Crucificado. En virtud de la unión del Inmaculado Corazón de María con el Sagrado Corazón de Jesús, pedimos que nuestro matrimonio sea fortalecido en la unidad, en el amor, en la responsabilidad a nuestros deberes, en la entrega generosa del uno al otro y a los hijos que el Señor nos envíe. Que nuestro hogar sea un santuario doméstico donde oremos juntos y nos comuniquemos con alegría y entusiasmo. Que siempre nuestra relación sea, ante todos, un signo visible del amor y la fidelidad. Te pedimos, Oh Madre, que en virtud de esta consagración, nuestro matrimonio sea protegido de todo mal espiritual, físico o material. Que tu Corazón Inmaculado reine en nuestro hogar para que así Jesucristo sea amado y obedecido en nuestra familia. Qué sostenidos por Su amor y Su gracia nos dispongamos a construir, día a día, la civilización del amor: el Reinado de los Dos Corazones. Amén. -Madre Adela Galindo, Fundadora SCTJM

CONSAGRACIÓN DEL MATRIMONIO A LOS DOS CORAZONES EN SU RENOVACIÓN DE VOTOS

CONSAGRACIÓN DEL MATRIMONIO A LOS DOS CORAZONES EN SU RENOVACIÓN DE VOTOS
Oh Corazones de Jesús y María, cuya perfecta unidad y comunión ha sido definida como una alianza, término que es también característico del sacramento del matrimonio, por que conlleva una constante reciprocidad en el amor y en la dedicación total del uno al otro. Es la alianza de Sus Corazones la que nos revela la identidad y misión fundamental del matrimonio y la familia: ser una comunidad de amor y vida. Hoy queremos dar gracias a los Corazones de Jesús y María, ante todo, por que en ellos hemos encontrado la realización plena de nuestra vocación matrimonial y por que dentro de Sus Corazones, hemos aprendido las virtudes de la caridad ardiente, de la fidelidad y permanencia, de la abnegación y búsqueda del bien del otro. También damos gracias por que en los Corazones de Jesús y María hemos encontrado nuestro refugio seguro ante los peligros de estos tiempos en que las dos grandes culturas la del egoísmo y de la muerte, quieren ahogar como fuerte diluvio la vida matrimonial y familiar. Hoy deseamos renovar nuestros votos matrimoniales dentro de los Corazones de Jesús y María, para que dentro de sus Corazones permanezcamos siempre unidos en el amor que es mas fuerte que la muerte y en la fidelidad que es capaz de mantenerse firme en los momentos de prueba. Deseamos consagrar los años pasados, para que el Señor reciba como ofrenda de amor todo lo que en ellos ha sido manifestación de amor, de entrega, servicio y sacrificio incondicional. Queremos también ofrecer reparación por lo que no hayamos vivido como expresión sublime de nuestro sacramento. Consagramos el presente, para que sea una oportunidad de gracia y santificación de nuestras vidas personales, de nuestro matrimonio y de la vida de toda nuestra familia. Que sepamos hoy escuchar los designios de los Corazones de Jesús y María, y respondamos con generosidad y prontitud a todo lo que Ellos nos indiquen y deseen hacer con nosotros. Que hoy nos dispongamos, por el fruto de esta consagración a construir la civilización del amor y la vida. Consagramos los años venideros, para que atentos a Sus designios de amor y misericordia, nos dispongamos a vivir cada momento dentro de los Corazones de Jesús y María, manifestando entre nosotros y a los demás, sus virtudes, disposiciones internas y externas. Consagramos todas las alegrías y las tristezas, las pruebas y los gozos, todo ofrecido en reparación y consolación a Sus Corazones. Consagramos toda nuestra familia para que sea un santuario doméstico de los Dos Corazones, en donde se viva en oración, comunión, comunicación, generosidad y fidelidad en el sufrimiento. Que los Corazones de Jesús y María nos protejan de todo mal espiritual, físico o material. Que los Dos Corazones reinen en nuestro matrimonio y en nuestra familia, para que Ellos sean los que dirijan nuestros corazones y vivamos así, cada día, construyendo el reinado de sus Corazones: la civilización del amor y la vida. Amén! Nombre de esposos______________________________ Fecha________________________ -Madre Adela Galindo, Fundadora SCTJM

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