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sábado, 19 de mayo de 2012

►¿POR QUÉ DEFENDER LA VIDA POR NACER?





La vida humana es sagrada porque viene de Dios, permanece siempre en una especial relación con Él y va a Él. El padre y la madre transmiten la vida, pero el Creador es el único Señor de ese don.
Como confirma la genética actual, en el momento en que el óvulo es fecundado por el espermatozoide empieza la aventura de la vida de un nuevo individuo humano que ya tiene su propia identidad biológica e irá desarrollando sus potencias progresivamente sin saltos cualitativos.
La nueva vida posee una dignidad intrínseca a su naturaleza y un inestimable valor independiente de cualquier consideración subjetiva -por ejemplo el deseo de no tener un hijo o la creencia de que la persona concebida no será feliz- y exige ser acogida con responsabilidad.
La libertad humana, incluso en las circunstancias más difíciles, es capaz, con la ayuda de Dios, de gestos extraordinarios de sacrificio y de solidaridad para acoger la vida de un nuevo ser humano.

Un embarazo inesperado y quizás no deseado puede exigir sacrificio, formación, información y ayuda. Pero los seres humanos pueden, a pesar de las dificultades y de sus debilidades, corresponder a la altísima vocación para la cual han sido creados: la de amar.
De hecho, la experiencia demuestra que muchísimos embarazos no deseados se transforman, al dejar nacer al hijo, en gozosas maternidades. Por otra parte, numerosos niños dados en adopción han podido disfrutar de una vida plena y realizar su aportación al mundo.
Aun siendo muy pequeño y estando oculto en el vientre de su madre, el concebido es amado infinitamente por Dios por ser una persona humana, hecha a su imagen y semejanza, y está llamado a la felicidad eterna.



Tener un hijo responde a una llamada inscrita en el propio ser femenino: en la aspiración de su alma a reflejar junto al hombre el poder creador y la paternidad de Dios, en su estructura psíquica inclinada a acoger la vida, y en su misma constitución física y su organismo, dispuestos naturalmente para la concepción, gestación y parto del niño como fruto de la unión con el hombre.
Así, la estructura femenina, unida a la dimensión del don propia de toda persona, ofrece pistas claras sobre el designio divino para la mujer, cuya realización le permite encontrar su plenitud.
La politóloga feminista Janne Haaland Matláry describe así la experiencia de la maternidad que llena de alegría y de sentido las vidas de millones de mujeres: "He sido siempre una mujer trabajadora, interesada ante todo por mi propio trabajo. Pero cuando me convertí en madre, me di cuenta de que esa era, en un sentido muy profundo, la verdadera esencia de la feminidad".
Cristo habla sobre la profunda satisfacción, el significado y el alcance de la maternidad, comparando la vida que la madre alumbra, con la Vida eterna que Él regala: “La mujer, cuando va a dar a luz, está triste, porque le ha llegado su hora; pero cuando ha dado a luz al niño, ya no se acuerda del aprieto por el gozo de que ha nacido un hombre en el mundo. También vosotros estáis tristes ahora, pero volveré a veros y se alegrará vuestro corazón y vuestra alegría nadie os la podrá quitar” (Jn 16, 21-22).
A lo largo de la historia, la maternidad ha sido muy valorada. Sin embargo, en ocasiones también ha sido (y es) penalizada o despreciada, por ejemplo por el feminismo radical desarrollado en los años 70 del siglo XX que la relacionaba con la mujer pasiva y atrasada, y por los sistemas económicos que en la práctica discriminan a las mujeres trabajadoras que tienen hijos o no las apoyan. Esta actitud ha impedido a muchas mujeres desarrollar libremente un aspecto esencial de sí mismas y ha empobrecido a la humanidad.




Las mujeres que dan vida y ayudan a su crecimiento realizan una trascendente aportación a la colectividad que el Estado y la sociedad deben reconocer y salvaguardar.
Benedicto XVI llamaba la atención sobre esta cuestión al recibir, en enero de 2011, a grupo de responsables de instituciones públicas italianas, destacando que “es necesario sostener concretamente la maternidad y también garantizar a las mujeres que ejercen una profesión la posibilidad de conciliar familia y trabajo. De hecho, demasiadas veces se ven obligadas a elegir entre una u otra cosa. El desarrollo de políticas adecuadas de ayuda, así como de estructuras destinadas a la infancia (···) puede ayudar a lograr que el hijo no se vea como un problema, sino como un don y una gran alegría”.
Pocos meses antes, al consagrar la basílica de la Sagrada Familia de Barcelona, destacaba también la necesidad de “que la natalidad sea dignificada, valorada y apoyada jurídica, social y legislativamente”.
Actualmente, en Europa, el índice de fecundidad no garantiza la renovación generacional. El descenso y envejecimiento de la población esconden un gran problema social y cultural relacionado con la falta de esperanza y plantean otros tantos, como el futuro de las pensiones. Las madres tienen una función vital en la configuración de una sociedad humana con futuro esperanzador.
La verdadera igualdad de sexos contempla el especial esfuerzo integral de la mujer en el común engendrar, que deja al hombre en deuda con ella, en palabras de Juan Pablo II.
La Iglesia muestra a la familia como el lugar más adecuado para acoger la vida humana y exige que el Estado la respete, proteja y apoye. Al mismo tiempo, consciente de su solidaridad corresponsable, demuestra su apoyo incondicional a las madres para acoger su maternidad con una actitud positiva y llevar adelante la gestación, nacimiento y educación de sus hijos, y para que siempre y en todas partes todos los seres humanos que llegan al mundo reciban una acogida digna del hombre, si es necesario a través de la ayuda a las familias, a las madres solteras y a los niños.



La vida humana debe ser respetada y protegida desde el momento de la concepción. Por muchos problemas que puedan acompañar al embarazo y al hijo concebido, ¿justificarán la expulsión del feto del útero que causa la muerte de ese ser humano que se encuentra en la primera fase de su existencia?

Además del homicidio concreto de un ser humano inerme totalmente confiado a la protección de la mujer que lo lleva en su seno, el aborto provocado es una fuerza destructora para la vida de las personas implicadas en él, especialmente de mujeres que a menudo han tenido que afrontar solas el dolor y el remordimiento profundos que surgen después de la decisión de acabar con la vida de un niño por nacer.
El aborto destruye vínculos naturales de padres e hijos y viola el parentesco espiritual de todos los hombres, menoscaba la dignidad de la persona humana, implica una profunda injusticia en las relaciones humanas y sociales, y ofende al Creador.
Su proliferación perjudica a todos porque disminuye el respeto a la vida de los ancianos y enfermos, “se oscurece la distinción entre el bien y el mal, y la sociedad tiende a justificar incluso prácticas evidentemente inmorales”, constataba el papa polaco en el 25º aniversario de la legalización del aborto en Estados Unidos.
Desde el primer momento de su existencia, el ser humano debe ver reconocidos sus derechos de persona, entre los cuales destaca el derecho a la vida, que además es un elemento constitutivo de la sociedad civil y de su legislación. Los Estados están obligados a defender este derecho fundamental.
Las propuestas de legitimar un supuesto derecho al aborto se basan en discriminaciones arbitrarias y en la ley del más fuerte que hacen retroceder a una época de barbarie que se creía superada para siempre. La paz requiere el respeto de la dignidad de las personas.
De todas maneras, si una persona ha abortado o participado en esa grave injusticia, siempre puede arrepentirse, acoger el perdón y la paz de Dios en el sacramento de la Reconciliación, y confiar con esperanza a ese ser humano fallecido a la misericordia del Padre. Además, incluso a través de esa muerte, Dios puede conducir y sacar vida.




viernes, 18 de mayo de 2012

►LA SEXUALIDAD (PARTE 3)


La sexualidad: dimensión fundamental de la personalidad humana (III)

La sexualidad en si misma encierra un valor incalculable por el hecho de pertenecer a la intimidad de lo humano y abre la expresión al verdadero amor.

F. Argumento que explica la relación entre sexualidad y cultura

Como ya se ha explicado en el Principio de identidad, el ser humano es el único que puede elegir sus propios fines, es decir es un ser libre e inteligente. Su conducta no está condicionada de forma instintiva, ni obligatoria como sucede en el mundo animal. Lo natural es que el comportamiento de un hombre o de una mujer, se ajuste a la sexualidad masculina o femenina, que viene dada por los factores genéticos, hormonales, gonádicos, morfológicos, psíquicos, etc. de los que ya se ha hablado. Puede elegir entre en el ejercicio de actos sexuales, pero no puede elegir acerca de su identidad sexual. 

El ser humano en un ser cultural. La creación de cultura corresponde a su forma de ser. Es normal que haya influencias culturales que afecten en el proceso de identificación con la propia sexualidad que viven el niño y el adolescente. Pero el constatar que haya una cierta influencia no supone que el sujeto quede determinado por ella. Además esta influencia se da en un ser que ya está definido como hombre o mujer.(8) 

La sexualidad humana sí es “plástica” o moldeable por las elecciones libres que el individuo puede tomar y por los procesos culturales que forman la afectividad, aunque esta plasticidad tiene dos rasgos que se destacan siempre: la sexualidad biológica y la tendencia hacia la complementariedad sexual.(9) 

En resumen, se puede decir que, en la identificación sexual y la vivencia de la propia sexualidad, intervienen como en un puzzle, cinco piezas importantes: 

1. Unas tendencias instintivas de origen biológico que hay que respetar.
2. Una afectividad.
3. Unos factores socioculturales.
4. La realidad de la fundamentación ética natural del ser humano.
5. La libertad de cada sujeto. 

Aunque los cuatro elementos son importantes para tener la visión completa de esta realidad, la fundamentación ética natural, la afectividad y el elemento biológico habrán de ser definitivos para que la elección humana sea de realización.

G. Argumento desde la comparación de varias antropologías

El concepto de ser humano varía según el concepto de sexualidad que se tiene. Cambia por entero la definición antropológica y la concepción ética, lo que demuestra que no es un dato accidental, sino que se enclava en el corazón de la identidad del ser humano.

Como uno entiende la sexualidad humana, así entiende al ser humano. Algunos ejemplos de esta afirmación:

1. Freud consideró que la sexualidad humana era la explicación de todo comportamiento humano, siendo su única motivación. Describió unas clasificaciones fijas donde encajaría toda experiencia humana: la libido, el ego, el superego y el complejo de Edipo.

Para Freud, el ser humano se reduce a sus actos sexuales. Cualquier ser humano es igual a cualquier otro. Descontó la experiencia de felicidad fuera de sus categorías (por ejemplo, en su breve diagnosis de San Francisco de Asís, Freud dice que éste había “subvertido” su instinto sexual a un amor debilitado hacia sus hermanos). 

Su antropología explica al ser humano polarizado por el elemento sexual, como única explicación de sus actos. Su “ética” no podría explicar actos desinteresados como la piedad, la ayuda al desvalido, el cuidado de un enfermo, etc.

2. Reich, partiendo de la teoría freudiana y del marxismo, predicó que al liberalizar la sexualidad de las normas de la sociedad, se alcanzaría también la liberación de la persona. La liberación implicaría que el ser humano pudiese actuar según sus instintos sexuales incontrolables. 

Para Reich, el ser humano es una máquina que responde a ciertas estimulaciones. Marcuse siguió esta línea, y dijo que la libertad humana se alcanzaba cuando la plasticidad de la sexualidad se hacía total. Sus experimentos con niños en edad de kinder dejaron tristemente a muchas personas con serios problemas de adaptación social y esquizofrenias incurables.

3. M. Foucault en su Historia de la Sexualidad I habla de la sexualidad como una fuerza de poder. Interpreta la historia moderna como un intento del Estado de gobernar la sexualidad, pero este intento ha ido enfatizando y “creando” la sociedad. Según él, el ser humano no tiene identidad. Como la sexualidad es algo “plástico”(cambiante), también el ser humano lo es.

H. Argumentos desde la perspectiva psicológica.

1. El rechazo de la sexualidad es también rechazo del cuerpo. La no-identificación con su sexualidad es también búsqueda de no-identificarse con la sociedad. Por ejemplo, las personas que sufren tendencias homosexuales suelen dañarse a sí mismos con mucha más frecuencia que las personas que no sufren las mismas tendencias.(10) La homosexualidad suele iniciar en un rechazo de otra persona-modelo o rechazo de un grupo social, que afecta a la persona que sufre la tendencia a la homosexualidad y le lleva al rechazo de su propio ser.

2. Uno de los abusos más serios que puede sufrir un ser humano es la violencia sexual o el uso de su cuerpo como si fuera un objeto. Por ejemplo, está demostrado que la mayoría de las prostitutas [98%] sufren un trastorno psicológico originado por su “profesión”. 

3. La sexualidad, vivida desde el amor, ayuda a la integración de la persona. Maslow, fundador de la escuela de Psicología personalista, considera la sexualidad como un aspecto intrínseco de la maduración. Maslow descubre que el amor en las personas que él llama “autorrealizadas” (maduras) es un acto de donación al otro, un abandono al compañero sin reservas y sin intereses personales. El fenómeno comporta la esfera genital, aunque sin agotarse en ella, puesto que entre dos individuos puede existir una intimidad aunque sólo sea psicológica. Quienes se realizan, manifiestan la inclinación a amar y ser amados y lo hacen en su manera de vivir su sexualidad. Pueden vivir como célibes, cuya sexualidad se canaliza hacia un amor sin la unión sexual o pueden poner su sexualidad al servicio de amor de otro de sexo complementario. En tal caso, experimentan mayor gozo en el sexo, que postula una profunda estima del otro, el deseo de que alcance su plenitud y una aceptación de su personalidad. Según él, “el placer sexual de las personas que se autorrealizan puede ser muy intenso o pueden prescindir de él.”(11) 

4. Un estudio hecho en la Universidad John Hopkins demuestra que no es la cultura, ni la forma externa que uno tiene lo que determina la sexualidad, e incluso que es dañino “cambiar el sexo” (o cambiar las características biológicas de un sexo para hacer la persona aparecer como otro) pues provoca falta de identificación en el sujeto.(12) 

I. Otros argumentos varios desde el sentido común:

1. Un río se define como un torrente de agua que fluye dentro de un cauce. Se necesitan dos orillas, para que el río exista. Esto es como la sexualidad: una fuerza tremenda, pero que corre dentro de unos cauces: el amor libre e inteligente y la apertura a la vida.

2. No se entiende lo que es un hombre sin conocer qué es una mujer. Para poder decir “yo” uno tiene la necesidad de tomar en cuenta al otro de sexo complementario. La diferencia es para la unidad, no para la separación. 

3. Un acto de violencia sexual es mucho más grave que un acto de violencia de otro tipo, y las secuelas psicológicas que deja son más serias, porque se ha dañado algo esencial de la persona humana, no sólo una parte de su cuerpo. 

4. El cuerpo revela el ser humano y le revela siempre como hombre o como mujer.


Conclusiones 

1. Definición de sexualidad: La sexualidad humana es el conjunto de características que abarcan y expresan a todo el ser humano, en la unidad de su cuerpo y de su espíritu, y que le configuran como hombre o como mujer. No existe el ser humano “neutro”, sólo se es ser humano, como hombre o como mujer, es decir como un ser sexuado El ser humano se define como la unidad personal sexuada de espíritu y cuerpo. La sexualidad humana es una dimensión fundamental del ser humano porque es necesaria para identificar al ser humano como tal. La sexualidad es una dimensión fundamental de toda la personalidad humana y por ello está íntimamente relacionada con la afectividad, la capacidad de amar y la aptitud para relacionarse con los demás.

2. El ser humano es, pues, un ser sexuado y tal sexualidad no es unívoca en su expresión, sino tiene dos nombres: masculina o femenina. La sexualidad “diferencia” a seres humanos con igual dignidad (valor), que experimenten la vida humana de modos diferentes. Tal diferencia no es sólo material, sino que toda la experiencia y la autoconciencia del sujeto pasan a través de la realidad de ser hombre o de ser mujer. La sexualidad es pues la capacidad de vivir según el propio sexo.

3. Los actos así llamados “sexuales” son algunas expresiones, particularmente significativas, de la sexualidad pero la sexualidad humana no se puede reducir a la mera “actividad sexual”: es una dimensión que abarca a todo el ser humano, íntimamente ligada a su libertad y a su capacidad de amar.

4. La voluntad humana no puede “recrear” la sexualidad humana, porque tendría que recrear al ser humano. Por ejemplo: las operaciones de cambios de sexo no cambian la sexualidad de esa persona, solamente se opera un cambio en el nivel gonádico, pero cada una de las células de su cuerpo sigue teniendo otra información genética diferente. La libertad humana no es absoluta, porque no “puede” decidir sobre aquello que nos viene dado, es decir que nos hace precisamente ser lo que somos: seres humanos sexuados.

5. La sexualidad es una realidad de por si valiosa por el hecho de pertenecer a la intimidad de lo humano. Evidentemente no tiene solamente valor por cumplir la finalidad biológica reproductiva, sino que vale por sí misma, como es expresión del amor humano, es por sí misma buena. Esa integración de las diferentes dimensiones es característica de todo lo propiamente humano. Ocurre también así, por ejemplo, con la sonrisa. Definir la sonrisa como podrían hacerlo la fisiología o la psicología (una determinada contracción de los músculos de la cara, o un tipo de respuesta a determinados estímulos positivos) es claramente verdadero, pero insuficiente. Sonreír también es afirmación, alegría, acogida, amistad hacia alguien; en definitiva, es un gesto que expresa y realiza sentimientos y algunos actos propios del amor.

6. Como unidad personal sexuada de espíritu y cuerpo, la vivencia humana de la sexualidad también ha de conducirse por las facultades superiores que dignifican al ser humano; es decir aunque contamos con un sustrato biológico natural, no son sólo los instintos quienes nos guían, sino una libertad inteligente que es capaz de elegir el bien, y actuar por amor. La sexualidad, aislada de la inteligencia, se independiza de ella, por ser uno de los impulsos más fuertes del hombre. En ese caso se deshumaniza, y deshumaniza al hombre mismo, atándolo a unos deseos que no tienen nada de libre en cuanto que le arrastran determinísticamente. En cambio, armonizada con las restantes dimensiones del espíritu, contribuye a la armonía del ser humano y encuentra su sentido humano: la donación recíproca del hombre y la mujer. 

7. La diferenciación sexual (sexualidad) es un modo de ser como ser humano, de estar y de comportarse. Pretender igualar en este aspecto a hombres y mujeres es fruto de un idealismo carente de sentido común que niega la realidad. El isomorfismo no es real. Es además un acto de injusticia, porque es la diferencia sexual la que configura a la humanidad.

.........
(8) POLAINO-LLORENTE, Aquilino, Sexo y Cultura, 3ª Ed., RIALP, Madrid, 1999, pp 173-174: “En síntesis, naturaleza y cultura no sólo coexisten y se hacen corresponsables de la conducta sexual humana, sino que, una y otra, son entre sí interdependientes, hasta el punto de que los efectos causados por una reobran en la otra y viceversa. Y a la inversa, algo muy parecido a lo anterior puede acontecer cuando por efecto de los cambios operados en la naturaleza se modifica su significación cultural.” 

(9)La complementariedad sexual es un rasgo innato a la sexualidad porque nuestra sexualidad tiene como fin natural la unión con el otro sexo complementario, aunque por la libertad personal y por otros factores socio-culturales que tocan a la afectividad, es posible moldear cómo uno ve quién es complementario. Por ejemplo, personas con tendencias homosexuales frecuentemente las han desarrollado por el rechazo de otros de su mismo sexo, identificándose con el otro sexo (más en el caso de los hombres) o por el rechazo del sexo complementario, por experiencias con estos que han sido penosas (más en el caso de las mujeres). Cfr, teoría “EBE”, BEM, D., Exotic Becomes Erotic: A Developmental Theory of Sexual Orientation, Psychological Review 1996. Vol. 103, No. 2, 320-335. Por el rechazo de lo natural, consciente o inconscientemente, vuelven a su mismo sexo para encontrar al amor verdadero, donde todavía buscan una “complementariedad" sexual, simulada por el vestir, los gestos más masculinos o femeninos y los papeles que toman en una relación más estable. Cfr. J. Michael Bailey, Peggy Y. Kim, Alex Hills, Joan A. W. Linsenmeier, Butch, Femme, or Straight Acting? Partner Preferences of Gay Men and Lesbians, Journal of Personality and Social Psychology, November 1997 Vol. 73, No. 5, 960-973.

(10) Entre otros, nos referimos a: Dunedin Multidisciplinary Health and Development Study, Keren Skegg, Shyamala Nada-Raja, parte de un estudio de 946 jóvenes que nacieron entre 1972 y 1973 en Dunedin, Nueva Zelanda. Aunque la sociedad neo-zelandesa acepta el comportamiento homosexual, según este estudio, hombres que sienten tendencias homosexuales tienen cinco veces mayor probabilidad de dañarse a sí mismos que hombres sin las mismas tendencias. Y mujeres con tendencias homosexuales tienen más del doble de probabilidad de hacerse daño. 

(11) MASLOW, Motivation and Personality, Harper and Row, New York, 1970, pp. 187–188. Nota: en este libro, Maslow hace una distinción artificial entre el amor y la sexualidad, para distinguir con claridad entre los actos sexuales (que él llama la sexualidad) y lo que realiza al ser humano (el amor). 

(12) Reporte de John Hopkins University Children´s Center Studies de internet.



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Fuente: Mujer Nueva

►LA SEXUALIDAD (PARTE 2)


La sexualidad: dimensión fundamental de la personalidad humana (II)

La sexualidad es una dimensión fundamental de la persona humana, el hombre o la mujer no son sexo, son personas sexuadas. Presentamos argumentos que avalan esta verdad.

II. Argumentos para explicar por qué es así

A. Argumento de la presencia del componente sexual en todos los niveles del ser humano 

Esta afirmación se comprueba al observar cómo la sexualidad se halla presente en todos los niveles que configuran la totalidad del ser humano:

1. Sexo genético.

Todo ser humano pertenece al sexo masculino o femenino desde el primer momento de su vida, cuando está todavía constituido por una célula derivada de la fusión del espermatozoide con la célula huevo u ovocito secundario. Si un individuo (vamos a decir "ser humano") tiene 44 cromosomas más dos cromosomas sexuales X, es de sexo femenino; si posee 44 cromosomas más un cromosoma X y otro Y, es de sexo masculino. Los 46 cromosomas están emparejados de dos en dos formando 23 parejas.

2. Sexo gonádico.

En torno a la sexta semana de vida intrauterina (hacia el fin del segundo mes de embarazo), el embrión posee una gónada todavía indiferenciada que es capaz de transformarse en testículo u ovario. Si en su patrimonio genético se halla el cromosoma Y, es decir, el individuo es genéticamente varón, la zona central de la gónada se desarrollará diferenciándose en testículo, que empezará muy pronto a producir hormonas masculinas, llamadas “andrógenos”. Cuando falta el cromosoma Y / o el gen “TDF” que se encuentra al final de este cromosoma, el individuo es genéticamente mujer y desarrollará la parte externa de la gónada, que se diferenciará en ovario y se poblará de un número enorme de folículos llamados «primordiales» (6 ó 7 millones), cada uno de los cuales contiene una célula huevo. La mayor parte de estos folículos sufrirá una involución, con lo que su número se reducirá a 1 ó 2 millones en el nacimiento y a 300.000 ó 400.000 en la pubertad.

3. Sexo morfológico.

Los órganos genitales internos masculinos son los conductos seminales, las vesículas seminales, la próstata y la uretra, mientras que se consideran órganos genitales externos el pene y el escroto. En la mujer son órganos genitales internos las trompas, el útero y la vagina, y órganos genitales externos los labios mayores y menores.

En torno a la octava semana de vida intrauterina los órganos genitales internos y externos del embrión están todavía indiferenciados: si está presente el testículo (sexo gonádico masculino), gracias a los andrógenos producidos por él, los genitales se desarrollarán en sentido masculino; si no está presente el testículo, el desarrollo de los genitales se operará, en cambio, en sentido femenino. Es, pues, la presencia o ausencia de los andrógenos testiculares la que determina la morfología de los genitales externos e internos del que va a nacer. El sexo del embrión ya es reconocible desde la decimocuarta semana de vida intrauterina.

4. Sexo de educación o social

El niño, al nacer, es denominado varón o hembra según el aspecto de los genitales externos: desde ese preciso momento será educado por los padres según el sexo que se le ha atribuido (baste pensar en los colores escogidos para su primer vestido en función de su sexo). El concordar armonioso del sexo genético, gonádico, morfológico y de educación o social hará que el niño desarrolle precozmente, dentro del primer año de vida, la identidad sexual, esto es, se identifique a sí mismo como varón o hembra.

5. Sexo fenotípico

Constituye el conjunto de características que hacen que un individuo pueda ser definido por el aspecto exterior, como varón o hembra. Aparte de la estructura de los genitales externos, que ya en el nacimiento nos permiten distinguir a un niño de una niña, el resto de los caracteres sexuales (llamados también «secundarios» para distinguirlos de los caracteres «primarios»), determinados por la diferenciación de las gónadas (sexo gonádico) y de los genitales internos y externos (sexo morfológico), se observan claramente en el momento de la pubertad.

6. Sexo psíquico

Además de ser varón o hembra desde un punto de vista cromosómico, gonádico, morfológico y fenotípico, el hombre y la mujer lo son también desde un punto de vista psíquico. La mujer se reconoce y se siente como mujer y tiene preferencias sexuales por los varones y viceversa: el hombre tiene identidad sexual masculina y preferencia sexual por las mujeres.

Mientras que la identidad sexual se establece precozmente, desde la primera infancia, las preferencias sexuales se manifiestan más tarde, de manera clara en la pubertad. El sexo psíquico masculino o femenino está determinado por factores biológicos (el sexo genético, el sexo gonádico, etc.), pero también por factores que vienen de su ambiente familiar y social. Por este motivo, los trastornos de identidad sexual tienen una génesis múltiple: además de supuestas alteraciones biológicas, revisten gran importancia otros factores que tienen que ver con el mundo afectivo. 

Por lo que concierne a la influencia de los factores biológicos sobre la diferenciación psíquica, se cree que las hormonas sexuales (los andrógenos en el varón y los estrógenos en la mujer) influyen directamente en el desarrollo del cerebro. Esta influencia comenzaría ya en el estadio embrional: se ha constatado que las chicas expuestas en el útero a la acción de hormonas masculinas manifestaban actitudes "varoniles”, preferían juegos y atuendo masculinos, pero sin alteraciones en la expresión de su sexualidad en relación con el sexo complementario, es decir en sus preferencias sexuales(3). El desarrollo del sexo psíquico o desarrollo psico­sexual comienza ya durante la infancia, pero asume características propias de la edad adulta sólo en el período de la adolescencia.

Para que se dé la identidad de cada ser humano, como hombre y como mujer, se necesita una integración armoniosa entre todos sus niveles. 

La constatación de esta realidad nos permite afirmar que la sexualidad humana no es una característica accidental (es decir accesoria, que se puede dar o no), sino que es fundamental para la definición de lo que es un ser humano, como lo es por ejemplo, su racionalidad. Ser hombre o ser mujer no es sólo un dato biológico, un añadido secundario que colorea la propia existencia, sino un hecho originario y original:

1. Originario, ya que la existencia personal no puede dejar de pasar desde su origen, esto es, desde la concepción a través de la experiencia de la masculinidad o de la feminidad.

2. Original, en cuanto que el ser hombre o mujer es una experiencia muy diferente a ser macho o hembra para un animal.

El hombre y la mujer no tienen un sexo, son su sexualidad, porque la sexualidad es estructural en lo corpóreo, psíquico y espiritual. No es únicamente una función del cuerpo. 

B. Argumento de la ética: todos los actos sexuales tienen una connotación ética buena o mala.

La sexualidad humana es una dimensión fundamental del ser humano, íntimamente ligada a la experiencia ética, que es la forma propia de ser del ser humano que le diferencia de cualquier otro ser del universo, su característica definitoria. Todos los actos sexuales son actos humanos en los que interviene la libertad de decisión y por ello se experimentan espontáneamente como buenos o malos, es decir con una connotación ética. 

El comportamiento sexual ha sido siempre calificado desde una normativa ética, cualquiera que sea la cultura que lo estudie. A pesar de los muy variados intentos de liberación sexual la sujeción de la sexualidad humana a una norma ética (en contra de lo afirmado por la permivisidad social) ha sido un hecho incontrovertible en todas las culturas de todos los tiempos donde se ha estudiado el comportamiento humano. 

Esta valoración ética de la sexualidad manifiesta su profundo arraigo en la persona misma. Actos indiferentes a quienes somos, como la respiración o el dormir, no tienen en sí una valoración ética. Los actos sexuales la tienen siempre, lo que demuestra que provienen de una dimensión que toca a nuestra identidad no sólo corporal, sino también espiritual y, por eso, su vivencia afecta a lo que somos.

C. Argumento por la experiencia universal de la intimidad humana que custodia la interioridad

La libertad inteligente es la facultad que diferencia al ser humano del mundo animal. El ser humano advierte la existencia de esta capacidad en su interioridad(4) de la cual sólo él es dueño, y a la que nadie puede acceder si él no se lo permite. Su interioridad es como un tesoro, que le posibilita amar y ser amado, es decir darse y recibir la donación de la persona del otro. La interioridad se experimenta como algo íntimo, que se protege. 

Al estar íntimamente relacionada la dimensión sexual con el “yo personal” y la capacidad de donarse en cuerpo y espíritu, el ser humano protege, de forma particular, las zonas corpóreas que expresan externamente la misma sexualidad. A este sentimiento de respeto y cuidado, que es algo natural, se le llama pudor. La intimidad corporal sólo se muestra a quien uno abre también su interioridad.

Este sentimiento natural de pudor demuestra que instintivamente el cuerpo humano revela una intimidad. La tendencia espontánea a proteger la intimidad de miradas extrañas también afecta al cuerpo. La sexualidad se experimenta como algo ligado a la interioridad, como algo, por lo tanto, muy valioso. El ser humano se viste para proteger su indigencia corporal del medio exterior pero también lo hace porque su cuerpo forma parte de su intimidad, y no está disponible para cualquiera. El vestido sirve, además, para mantener el cuerpo dentro de la intimidad. 

En todas las culturas existen diferentes formas de cuidar el pudor, aun en las tribus más lejanas a la civilización occidental, en las que se muestran hombre y mujer, casi desnudos. El pudor se manifiesta por el cuidado de miradas, posturas y lugares particulares designados para expresiones de la intimidad de la persona.

Por ejemplo, los indios yanomami del Amazonas, apenas se cubren con un poco de tela los órganos genitales, pero muestran su pudor a través de otras costumbres, como la de que el hombre nunca puede dirigirse a una mujer mirándola a los ojos, excepto a su esposa. 

El nudismo completo no es algo natural, porque supone la renuncia a la intimidad que es custodia de su interioridad. Ningún animal se cubre, sólo el ser humano porque posee intimidad, porque es un ser espiritual. El negar la intimidad humana, conduce a convertir el cuerpo en un algo y no reconoce al alguien. 

Naturalmente se conoce la relación íntima entre la expresión externa de la sexualidad y la interioridad donde se custodia la libertad personal. No reconocer esta relación íntima nos presenta un sexo divorciado de quienes somos, vivido de forma reductivista, a nivel corpóreo.

D. Argumento basado en la identificación personal(5) 

La identidad sexual no se adquiere en el vacío, no es algo que se lleve bajo el brazo, ni tampoco algo caído del cielo con lo que la persona se encuentra. No existe identidad personal sin identidad sexual. Y la interacción entre ambas es continua a lo largo de toda la vida. La sexualidad humana es dato imprescindible para que un ser humano sepa quién es él mismo, se identifique como hombre o como mujer. La identificación personal es básica para tener un mínimo de seguridad personal. La incertidumbre acerca de quién soy, es de las que más daña a la persona y le resta fuerza vital para proyectarse y establecer otras relaciones. Este conocimiento personal se apoya en el dato primario de la propia sexualidad, por lo tanto, la sexualidad humana es una dimensión fundamental para la definición humana.

El desarrollo de la sexualidad no sólo alcanza todos los niveles del ser humano, sino que crece con el desarrollo de la misma identidad del sujeto.(6) En todas las sociedades, tradicionalmente se reconoce la diferencia sexual como un elemento importante para el desarrollo de la misma sociedad, tanto en términos numéricos (cuántos sujetos adultos forman esa sociedad) como en términos de productividad. Los ritos tradicionales que marcan el paso de un niño o niña a la etapa adulta, como hombre o mujer, presuponen el haber alcanzado la madurez que le permite formar (procreación) y mantener una familia. Estos ritos van acompañados de ciertos signos, celebraciones o pruebas de madurez. Cambia la forma de vestir, el lugar de vivir, las ocupaciones y el trato que se le da a partir de ese momento. Esas tradiciones reconocen externamente lo importante que es el desarrollo sexual de un ser humano, para la misma sociedad y para ayudarles a crecer en su identificación y en las responsabilidades que asumirán de acuerdo con su sexualidad.(7) 

E. Argumento de la relacionalidad

El ser humano necesita relacionarse con otros seres humanos. En todas sus relaciones tiene que tener en cuenta el dato fundamental de su propia sexualidad y de la sexualidad del otro. Sólo así pueden establecerse relaciones entre hombres y mujeres en muy diferentes grados y matices: esposos, amigos, padre-hija, madre-hija, jefe-empleada, etc. No se podrían establecer relaciones con “seres neutros”. Si la diferencia sexual no fuese esencial en la definición del ser humano, la relación con el otro se instauraría independientemente de ella.

.........
(3)Los efectos de estar expuesta a altos niveles de testosterona en el desarrollo intrauterino se demuestran en diferentes grados según el estudio: In a group of 58 children born in 1996 and 1997, COHEN, Simon Baron, Cambridge University and colleagues.

(4) Ningún cautiverio, prisión o castigo es capaz de suprimir este nivel. El ser humano no tiene libertad, sino que es libre. Esta libertad interior, es la que nos permite hablar de la dignidad del ser humano y, desde ella, cada uno es la fuente de su actuar. Es la base de los derechos naturales del ser humano. De ella brotan los derechos a la libertad de expresión, al derecho a la libre discusión en la búsqueda de la verdad; el derecho a la libertad religiosa, el derecho a vivir según las propias convicciones éticas, o al proyecto vital que uno elija.

(5) Hombres y mujeres son diferentes: lo primero que destaca cuando veamos a otro es esa diferencia. Si estando en un café, a mi lado se sienta alguien de quien no puedo adivinar que sexo es por la ambigüedad en su forma de vestir, hablar... lo natural es que me ponga nervioso. Saber el sexo de la otra persona es saber algo importante de ella y además me permite saber cómo relacionarme. 

(6) POLAINO-LLORENTE, Aquilino, Sexo y Cultura, 3ª Ed., RIALP, Madrid, 1999, p. 98–99: “(...) entre la identidad sexual y la identidad personal, hay siempre, cuando menos, un poderoso e invisible haz de hilos conductores que las aúna, hasta el punto de no poder distinguirse del todo una de otra. En realidad, no puede establecerse una prioridad entre ellas, pues aunque la primera se prolonga en la segunda, ésta última contribuye de forma poderosa a configurar aquélla.” 

(7) Ejemplos: en las islas Fiji los niños tienen el pelo largo siempre y sólo se les corta en el rito de iniciación a los catorce años; en la cultura judía, el Bar-Mitzvah es el rito de paso a la participación de adoración total, ya como un adulto.



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CONSAGRACIÓN DEL MATRIMONIO AL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA

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"Oh, Corazón Inmaculado de María, refugio seguro de nosotros pecadores y ancla firme de salvación, a Ti queremos hoy consagrar nuestro matrimonio. En estos tiempos de gran batalla espiritual entre los valores familiares auténticos y la mentalidad permisiva del mundo, te pedimos que Tu, Madre y Maestra, nos muestres el camino verdadero del amor, del compromiso, de la fidelidad, del sacrificio y del servicio. Te pedimos que hoy, al consagrarnos a Ti, nos recibas en tu Corazón, nos refugies en tu manto virginal, nos protejas con tus brazos maternales y nos lleves por camino seguro hacia el Corazón de tu Hijo, Jesús. Tu que eres la Madre de Cristo, te pedimos nos formes y moldees, para que ambos seamos imágenes vivientes de Jesús en nuestra familia, en la Iglesia y en el mundo. Tu que eres Virgen y Madre, derrama sobre nosotros el espíritu de pureza de corazón, de mente y de cuerpo. Tu que eres nuestra Madre espiritual, ayúdanos a crecer en la vida de la gracia y de la santidad, y no permitas que caigamos en pecado mortal o que desperdiciemos las gracias ganadas por tu Hijo en la Cruz. Tu que eres Maestra de las almas, enséñanos a ser dóciles como Tu, para acoger con obediencia y agradecimiento toda la Verdad revelada por Cristo en su Palabra y en la Iglesia. Tu que eres Mediadora de las gracias, se el canal seguro por el cual nosotros recibamos las gracias de conversión, de amor, de paz, de comunicación, de unidad y comprensión. Tu que eres Intercesora ante tu Hijo, mantén tu mirada misericordiosa sobre nosotros, y acércate siempre a tu Hijo, implorando como en Caná, por el milagro del vino que nos hace falta. Tu que eres Corredentora, enséñanos a ser fieles, el uno al otro, en los momentos de sufrimiento y de cruz. Que no busquemos cada uno nuestro propio bienestar, sino el bien del otro. Que nos mantengamos fieles al compromiso adquirido ante Dios, y que los sacrificios y luchas sepamos vivirlos en unión a tu Hijo Crucificado. En virtud de la unión del Inmaculado Corazón de María con el Sagrado Corazón de Jesús, pedimos que nuestro matrimonio sea fortalecido en la unidad, en el amor, en la responsabilidad a nuestros deberes, en la entrega generosa del uno al otro y a los hijos que el Señor nos envíe. Que nuestro hogar sea un santuario doméstico donde oremos juntos y nos comuniquemos con alegría y entusiasmo. Que siempre nuestra relación sea, ante todos, un signo visible del amor y la fidelidad. Te pedimos, Oh Madre, que en virtud de esta consagración, nuestro matrimonio sea protegido de todo mal espiritual, físico o material. Que tu Corazón Inmaculado reine en nuestro hogar para que así Jesucristo sea amado y obedecido en nuestra familia. Qué sostenidos por Su amor y Su gracia nos dispongamos a construir, día a día, la civilización del amor: el Reinado de los Dos Corazones. Amén. -Madre Adela Galindo, Fundadora SCTJM

CONSAGRACIÓN DEL MATRIMONIO A LOS DOS CORAZONES EN SU RENOVACIÓN DE VOTOS

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Oh Corazones de Jesús y María, cuya perfecta unidad y comunión ha sido definida como una alianza, término que es también característico del sacramento del matrimonio, por que conlleva una constante reciprocidad en el amor y en la dedicación total del uno al otro. Es la alianza de Sus Corazones la que nos revela la identidad y misión fundamental del matrimonio y la familia: ser una comunidad de amor y vida. Hoy queremos dar gracias a los Corazones de Jesús y María, ante todo, por que en ellos hemos encontrado la realización plena de nuestra vocación matrimonial y por que dentro de Sus Corazones, hemos aprendido las virtudes de la caridad ardiente, de la fidelidad y permanencia, de la abnegación y búsqueda del bien del otro. También damos gracias por que en los Corazones de Jesús y María hemos encontrado nuestro refugio seguro ante los peligros de estos tiempos en que las dos grandes culturas la del egoísmo y de la muerte, quieren ahogar como fuerte diluvio la vida matrimonial y familiar. Hoy deseamos renovar nuestros votos matrimoniales dentro de los Corazones de Jesús y María, para que dentro de sus Corazones permanezcamos siempre unidos en el amor que es mas fuerte que la muerte y en la fidelidad que es capaz de mantenerse firme en los momentos de prueba. Deseamos consagrar los años pasados, para que el Señor reciba como ofrenda de amor todo lo que en ellos ha sido manifestación de amor, de entrega, servicio y sacrificio incondicional. Queremos también ofrecer reparación por lo que no hayamos vivido como expresión sublime de nuestro sacramento. Consagramos el presente, para que sea una oportunidad de gracia y santificación de nuestras vidas personales, de nuestro matrimonio y de la vida de toda nuestra familia. Que sepamos hoy escuchar los designios de los Corazones de Jesús y María, y respondamos con generosidad y prontitud a todo lo que Ellos nos indiquen y deseen hacer con nosotros. Que hoy nos dispongamos, por el fruto de esta consagración a construir la civilización del amor y la vida. Consagramos los años venideros, para que atentos a Sus designios de amor y misericordia, nos dispongamos a vivir cada momento dentro de los Corazones de Jesús y María, manifestando entre nosotros y a los demás, sus virtudes, disposiciones internas y externas. Consagramos todas las alegrías y las tristezas, las pruebas y los gozos, todo ofrecido en reparación y consolación a Sus Corazones. Consagramos toda nuestra familia para que sea un santuario doméstico de los Dos Corazones, en donde se viva en oración, comunión, comunicación, generosidad y fidelidad en el sufrimiento. Que los Corazones de Jesús y María nos protejan de todo mal espiritual, físico o material. Que los Dos Corazones reinen en nuestro matrimonio y en nuestra familia, para que Ellos sean los que dirijan nuestros corazones y vivamos así, cada día, construyendo el reinado de sus Corazones: la civilización del amor y la vida. Amén! Nombre de esposos______________________________ Fecha________________________ -Madre Adela Galindo, Fundadora SCTJM

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