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martes, 13 de marzo de 2012

►Los matrimonios fracasados no son automáticamente nulos


Año 2.004

Advertencia del Papa Juan Pablo II, al recibir a los jueces de la Rota Romana.

Juan Pablo II ha alertado ante la tentación, que también pueden experimentar los jueces eclesiásticos, de considerar por presiones externas que matrimonios fracasados son automáticamente matrimonios nulos. 

El pontífice expuso con sinceridad esta advertencia al recibir en audiencia a los jueces y abogados del Tribunal de la Rota Romana que en general juzga en segunda instancia las causas ya sentenciadas por tribunales eclesiásticos ordinarios de primera instancia y remitidas a la Santa Sede por legitima apelación. 

El mayor número de estas causas son peticiones de declaración de nulidad de matrimonios. La Iglesia católica, que considera que el matrimonio es indisoluble (razón por la que no acepta el divorcio), reconoce --en situaciones muy concretas recogidas por el Código de Derecho Canónico-- que la celebración de un matrimonio ha sido nula, por ejemplo, cuando ha tenido lugar bajo amenazas. 

En su discurso, el Papa afrontó la «dimensión moral» de todos los implicados en estos procesos jurídicos eclesiásticos, que al igual que en los civiles, podrían estar influenciados por «intereses individuales y colectivos», induciendo «a las partes a recurrir a formas de falsedad o incluso a la corrupción». 

Estas presiones podrían tener como objetivo, reconoció con claridad el obispo de Roma, «alcanzar una sentencia favorable», es decir, que los tribunales eclesiásticos declaren la nulidad de un matrimonio, por ejemplo. 

«De este riesgo no quedan exentos ni siquiera los procesos canónicos, en los que se trata de conocer la verdad sobre la existencia o no existencia de un matrimonio», advirtió. 

«En nombre de pretendidas exigencias pastorales, alguna voz se ha alzado para proponer que se declaren nulas uniones totalmente fracasadas. Para obtener este resultado se sugiere recurrir al expediente de mantener las apariencias procesales». 

Estas propuestas o presiones, aseguró el Papa, están en contra de «los más elementales principios de la normativa y del magisterio de la Iglesia». 

El Papa se dirigió en particular a los obispos --que nombran a los jueces eclesiásticos-- y a los mismos jueces para recordar que «la deontología del juez tiene su criterio inspirador en el amor por la verdad». 

«Por tanto --añadió--, debe estar convencido ante todo de que la verdad existe». 

«Hay que resistir al miedo de la verdad, que a veces puede nacer del temor de herir a las personas. La verdad, que es el mismo Cristo, nos libera de toda forma de compromiso con las mentiras interesadas». 

martes, 21 de febrero de 2012

►CASTI CONNUBII ENCÍCLICA. SOBRE EL MATRIMONIO CRISTIANO

Clic en la imágen para acceder a la Carta Encíclica


CASTI CONNUBII
ENCÍCLICA. SOBRE EL MATRIMONIO CRISTIANO 
Pío XI, 31 de diciembre de 1930

En la encíclica Ubi arcano (23-XII-1922), Pío XI había ya enseñado que «la sociedad es un reflejo de la familia» y que el laicismo había penetrado «hasta las mismas raíces de la sociedad, es decir, hasta el santuario de la Familia». En Casti connubii el papa declara que, «como enseña la historia, la salud del Estado y la prosperidad de la sociedad», no están seguras donde no lo está su fundamento, es decir, el recto orden moral del matrimonio y la familia. La familia tiene un lugar irreemplazable en la recristianización de la sociedad.

La finalidad de la Casti connubii es «presentar a los hombres de hoy la verdadera doctrina sobre el matrimonio» ante las enseñanzas contrarias. En concreto, la encíclica se propone hablar «sobre la naturaleza del matrimonio cristiano, de su dignidad, de las ventajas y beneficios que de él dimanan para la familia y para la sociedad humana, sobre los errores contrarios a este importantísimo capítulo de la doctrina evangélica, de los vicios opuestos a esa vida conyugal y, finalmente, sobre los principales remedios que deben aplicarse» (n.4). De ahí las tres partes de la encíclica.

El contexto histórico estuvo marcado por dos sucesos: el matrimonio de la princesa de Saboya con el rey de Bulgaria, celebrado de manera irregular; y la conferencia de Lambeth (1930), en la que los prelados anglicanos declararon lícito el uso de medios anticonceptivos. 

BIBLIOGRAFÍA

ASSOCIATION DU MARIAGE CHRÉTIEN, Le mariage d’après l’encyclique «Casti connubii» (Paris 1932); GOMÁ, Card., El matrimonio (Barcelona 1943); STARCK, J., Le 25.º anniversaire de l’encyclique «Casti connubii», en Etudes 287 (1955), 289-302; VER-MEERSCH, A., l’encyclique «Casti connubii» (Bruges-Paris 1934); VILLAIN-DE-LESTA-PIS, L'encyclique «Casti connubii» (Paris 1955).

martes, 31 de enero de 2012

►Son cada vez más fuertes los ataques contra la familia





Juan Pablo II
19 diciembre 2004 (ZENIT.org)

«Por desgracia los ataques al matrimonio y a la familia se hacen cada día más fuertes y radicales, tanto desde el punto de vista ideológico como normativo», constató el Santo Padre, quien recordó que «quien destruye este tejido fundamental de la convivencia humana provoca una herida profunda a la sociedad y daños con frecuencia irreparables». 

«El intento de reducir la familia a una experiencia afectiva privada, socialmente irrelevante; de confundir los derechos individuales con los propios del núcleo familiar constituido sobre el vínculo del matrimonio; de equiparar las convivencias a las uniones matrimoniales; de aceptar, y en algunos casos favorecer, la supresión de vidas humanas inocentes con el aborto voluntario; de alterar los procesos naturales de la procreación de los hijos introduciendo formas artificiales de fecundación, son sólo algunos de los ámbitos en los que es evidente la subversión que tiene lugar en la sociedad». 

«No puede derivarse un progreso civil de la devaluación social del matrimonio y de la perdida de respeto por la dignidad inviolable de la vida humana. Lo que se presenta como progreso de civilización o conquista científica, en muchos casos, es de hecho una derrota para la dignidad humana y para la sociedad». 

«La verdad del hombre, su llamada desde la concepción a ser acogido con amor y en el amor, no puede sacrificarse al dominio de las tecnologías y a la prevaricación de los deseos sobre los derechos auténticos. El legítimo deseo de tener un hijo o a la salud no puede transformarse en un derecho incondicional capaz de justificar la eliminación de otras vidas humanas»

«La ciencia y las tecnologías están verdaderamente al servicio del hombre sólo cuando tutelan y promueven a todos los sujetos humanos involucrados en el proceso de procreación»

«Las asociaciones católicas, junto a todos los hombres de buena voluntad que creen en los valores de la familia y de la vida no pueden ceder a las presiones de una cultura que amenaza los fundamentos mismos del respeto de la vida y de la promoción de la familia» 

El Papa calificó los Foros de las Asociaciones Familias como una de «las formas de movilización» necesarias, que él mismo ya había alentado en su exhortación apostólica «Familiaris consortio» (22 de noviembre de 1981) « para que las familias crezcan en la conciencia de ser "protagonistas" de la "política familiar" y se asuman la responsabilidad de transformar la sociedad». 

En esta labor, el Papa les dejó como brújula de acción la «Carta de los derechos de la familia» publicada por el Consejo Pontificio de la Familia el 22 de octubre de 1983. 

Zenit, ZS04121908

martes, 24 de enero de 2012

►Los diez principios de Princeton (2007)

El Matrimonio y el bien común. 



En diciembre del año 2004 en la Universidad de Princeton, catedráticos de derecho, economía, filosofía, política, teología, sociología, psicología, psiquiatría, antropología y humanidades de reconocidos Institutos y Universidades estadounidenses han acordado en diez principios fundamentales que consideran que el matrimonio –unión perdurable entre marido y mujer- “representa un bien en sí mismo a tiempo que fomenta los intereses públicos y el bien común”.


El acuerdo gira en torno a concebir al matrimonio como una unión personal, para toda la vida, entre un hombre y una mujer que eleva y perfecciona la naturaleza social y sexual del ser humano. Nutriendo no sólo el bienestar personal sino también la libertad y la equidad políticas, por lo tanto debe ser legalmente protegido.


En los últimos años “el concepto del matrimonio se ha debilitado y las consecuencias de su debilitamiento han sido muy negativas para el conjunto de la sociedad”. Las leyes que facilitan el divorcio unilateral y rápido, los cambios en los hábitos sexuales, las producciones televisivas y cinematográficas críticas y burlonas de las normas de la vida familiar, las tecnologías médicas que hacen más accesible la posibilidad de tener hijos fuera del matrimonio, a parejas del mismo sexo o aún sin contacto sexual, son algunos de los obstáculos que se le presentan en la actualidad.


El documento patrocinado por el Social Trends Institute y por el Witherspoon Institute enuncia los principios y los presenta solidamente fundamentados en investigaciones científicas y estudios actualizados. Las ciencias sociales y biológicas indican que el matrimonio promueve el bienestar de niños y adultos y que las rupturas matrimoniales provocan consecuencias públicas nefastas.

Al tiempo que procesos que progresivamente han sido legalmente avalados –divorcio, hijos ilegítimos, parejas de hecho, “matrimonio” entre personas del mismo sexo, minan la institución matrimonial separando el matrimonio del sexo, la procreación y la natalidad. 
Como propuesta, los catedráticos firmantes aconsejan especial atención en cinco áreas: 

Proteger el concepto de matrimonio como unión de marido y mujer.
Estudiar de reformas para la ley de divorcio.
Acabar con las desventajas fiscales del matrimonio para ciudadanos con ingresos bajos.
Proteger y ampliar las disposiciones a favor de los hijos y la familia en el sistema fiscal.
Proteger los intereses de los hijos en el contexto de los tratamientos de fertilidad.
El documento “Matrimonio y bien común: los diez principios de Princeton” si bien está basado en datos estadísticos obtenidos de la sociedad estadounidense, presenta tendencias compatibles con todo el mundo occidental lo que hace que su lectura sea de gran interés para todos.



Para ver el artículo completo: AQUÍ

miércoles, 14 de diciembre de 2011

►Matrimonio, divina vocación de amor


Esperando pueda servir de ayuda y para la reflexión les comparto este rico escrito que también he realizado en video para su mejor difusión.
Gracias por su visita.
Dios los bendiga
Laura


Un misterio llamado matrimonio

El matrimonio necesita de nuestro constante compromiso. Es decir, del amor. Amor diario, esforzado, alegre. Ante las dificultades objetivas nuestra actitud de entrega, de pureza y de generosidad serán el ejemplo y el impulso cristiano que necesita el mundo. 

Un hombre y una mujer se enamoran, encuentran su unidad, su destino en común. Insisto: un hombre y una mujer. Así ha sido desde el principio de los tiempos, desde que el hombre es hombre y no esta especie de casuística amorfa, de dirección única, en el que algunos lo quieren convertir. El enamoramiento comienza en la mirada, y transforma todo nuestro existir en un acto infinito. Ya nada es lo mismo. El corazón late desbocado. Queremos al otro en cada detalle de su voluntad, en cada gesto, por nimio que sea. Para siempre. No podemos pasar sin él, sin ella. Nos basta con su presencia, con su perfil, con la gracia de su figura, con la elegancia de su nombre. Desde luego que ya nada es lo mismo. Hemos nacido de nuevo. A un amor limpio, que nos impulsa a ser mejores, a entregar nuestra vida. Es un “camino de perfección” que nos devuelve a la alegría, quizá perdida hace tiempo en el laberinto del yo y sus pasiones alucinógenas. Y poco a poco nos vamos desnudando de nuestro capricho y acariciamos la entraña de la felicidad.

El matrimonio es un conocimiento y un convencimiento, una clara vocación por la espeleología del alma, un sacramento que brota del perfume de los cuerpos. Es una ternura inviolable por la que no pasan los años, ni la unción de las arrugas. Es un noviazgo constante, un compromiso que va mucho más allá de la rutina y del cansancio. Nada que ver con la burocracia, el padrón o las fotocopias del libro de familia. Es un ofrecimiento responsable, un milagro que engendra vida. A pesar de los disgustos y de las lágrimas. Hombre y mujer se entregan al sentido del sacrificio, sin exhibicionismos sospechosos, sin amaneramientos extraños. Y sin vacilaciones. Juntos, sin miedo al camino. La condición masculina se complementa con la femenina (y viceversa), en un misterio solemne e inmemorial. Se funden los labios, se consuman las palabras, en un abrazo tan prodigioso como necesario. 

Nuestras sociedades necesitan hoy más que nunca del matrimonio -raíz de la familia- si quieren seguir subsistiendo como tales. Si quieren conservar un ápice de cordura, de esperanza para el futuro. Precisamente ahora es cuando virtudes como la fidelidad, el pudor o la sinceridad son más necesarias, adquieren un sentido más poderoso. A pesar del desuso, de las costumbres viciadas, de la tiranía que ejerce a nuestro alrededor la anomalía. El amor cabal de un hombre y de una mujer se basa en la abnegación, y es la fuente desde donde mana la más urgente solidaridad que necesita el mundo. Esto, y no otra cosa, es el matrimonio.


                                                                         Autor: Guillermo Urbizu | Fuente: Catholic.net 


lunes, 7 de noviembre de 2011

►El Matrimonio, origen y sentido


El matrimonio tiene su origen en Dios, quien al crear al hombre lo hizo una persona que necesita abrirse a los demás, con una necesidad de comunicarse y que necesita de compañía. No está bien que el hombre esté solo, hagámosle una compañera semejante a él.(Gen. 2,18) 

Dios creó al hombre a imagen de Dios, lo creó varón y mujer, y los bendijo diciéndoles: procread y multiplicaos y llenad la tierna . (Gen. 1, 27-28) 

El matrimonio es una institución natural, lo exige la propia naturaleza humana. Por lo que es una institución que no puede ser cambiada en sus fines y en sus características, ya que el hacerlo iría contra la naturaleza del hombre.

El matrimonio no es por tanto, efecto de la casualidad o consecuencia de instintos naturales inconscientes. El matrimonio es una sabia institución del Creador para realizar su designio de amor en la humanidad. Por medio de él, los esposos se perfeccionan, y crecen mutuamente. Colaborando con Dios en la procreación de nuevas vidas.

Jesucristo explica a sus discípulos este origen divino del matrimonio: No habéis leído, como Él que creó al hombre al principio, lo hizo varón y mujer? Y dijo: por ello el hombre dejará a su padre y a su madre, y los dos serán una misma carne . (Mt. 19, 4-6)

El matrimonio es una llamada de Dios, es una vocación divina.

El matrimonio es una comunidad de amor, camino de salvación personal y del otro. Las parejas están llamadas al amor, entre más amen, más cerca estarán de Dios, pues Él es AMOR. Siempre hay que dar, buscar la felicidad del otro, no la propia. 

Jesucristo eleva la institución natural del matrimonio a la dignidad de sacramento, debido a su importancia. No se conoce el momento preciso, pero conocemos como se refería a él en varias citas bíblicas. 

El matrimonio no es un contrato, sino una alianza, es decir, es una acuerdo entre dos personas libres y conscientes. Unidad de hombre y mujer. Es para toda la vida, corriendo la misma suerte los dos. Con una vida en común, llamada a amarse.

Propiedades del matrimonio:
Unidad: Dios instituyó el matrimonio desde un principio, como una unión exclusiva de uno con uno. Es un amor fiel hasta la muerte. Por ello, no se permiten varias esposas o esposos.
Indisoluble: nada puede separar al hombre y a la mujer, sólo la muerte. Cuando por razones que no están en nuestras manos, hay una separación, hay que seguir viviendo como si se estuviese casado. El divorcio no se permite entre bautizados.
Fines del matrimonio:
El bien de los esposos: tiene que existir un verdadero amor de entrega, de donación. Hay que crecer en el amor y en la fidelidad. 
Generación y educación de los hijos: Este amor debe de traer como consecuencia los hijos, pero no basta con tenerlos, también hay que educarlos.
Efectos del matrimonio:
El vínculo conyugal: es el que une a los esposos para toda la vida.
La gracia sacramental: que en este sacramento, es la santificación de los esposos y el fortalecimiento para cumplir con nuestros deberes de casados. Todas las dificultades se pueden vencer, si lo deseamos, acudiendo a la gracia de Dios. Para ello es necesario quitar nuestro egoísmo.
Signo
La materia es el sí , en cuanto a entrega al otro, manifestados con signos o palabras.
La forma: es el sí, en cuanto la aceptación del otro, manifestado con palabras.
Ministro y Sujeto
Ministros: los que se casan. El sacerdote es un testigo imprescindible e imparte la bendición.
Sujetos: el hombre y la mujer bautizados que cumplan los requisitos y que no tengan ningún impedimento.
Requisitos para el matrimonio:
Estar bautizados el hombre y la mujer.
Estar capacitados para dar el consentimiento libremente.
Haber hecho la Confirmación
Tener la edad necesaria.
Presentar la fe de Bautismo actualizada ante el párroco y el acta de Confirmación.
Asistir a las pláticas de preparación.
No haber estado casado antes por la Iglesia.
No tener parentesco cercano.
Conocer y aceptar libremente los fines y propiedades del matrimonio. 
Presentarse ante el párroco para que autorice la ceremonia.



P Felipe para Catholic.net


http://es.catholic.net/celebraciones/119/64/articulo.php?id=10617

domingo, 23 de octubre de 2011

►Dios y el matrimonio


Cristo centro de la vida del cristiano en todas sus circunstancias.

Existen muchas parejas que en lo que menos piensan es en Cristo, aún cuando están a punto de casarse. Este tipo de actitud va a dificultar, el que una vez casados, tengan presente a Cristo. Lo que les va a acarrear dificultades, al tener que luchar contra muchos obstáculos.

El tener a Dios en primer lugar en una familia, no se logra de la noche a la mañana, hay que empezar desde el noviazgo.

¿Cómo podremos lograrlo en la vida matrimonial y en la futura familia?

Para aprender a amar y formar una familia, debe estar presente Dios en el centro de la pareja, pues sólo Él nos da las bases sólidas para que la relación esté bien cimentada.

Vivir a Cristo en el matrimonio significa:

Fe en Cristo presente, amado y respetado en la pareja.
Fe en Cristo que derrama su Espíritu de amor en nuestros corazones.
Transformando nuestro amor, en su amor.
Fe en Cristo que nos ayuda a superar nuestras dificultades.
Fe en Cristo a quien juntos imploramos: porque juntos rezamos, a quien juntos recibimos en la Eucaristía.



Tenemos que esforzarnos por llevar nuestra relación de cara a Dios y luchar por que sea una relación constructiva para los dos, es decir, que nos ayude a crecer, a ser más de nosotros mismos, a descubrir y a desarrollar las propias potencialidades, a luchar por tener una relación basada en la verdad con amor: Tratando al otro con cariño y con prudencia, siendo sinceros en el momento oportuno y siempre evitando herir. También tener una relación seria y constante, una relación fiel, viviendo de igual manera: la castidad donde el trato en la pareja sea limpio, sano, amoroso y respetuoso, y no olvidando tener como fundamento primordial a Cristo, en la Fe, en el Señor.

No olvidemos que Dios nos llama a la vida matrimonial, y que este es nuestro camino para la santificación. 

En la sociedad actual, vemos como muchas parejas tienen una visión del matrimonio puramente egoísta, dónde los hijos no tienen cabida y se hace lo imposible por no tenerlos.

Este tipo de pareja sólo piensa en satisfacerse mutuamente. No piensan que cada hijo es una bendición que nos da Dios.

La maternidad y la paternidad es un Don de Dios, no es un derecho de la pareja. Por el hecho de estar casado, no quiere decir que se va a procrear un hijo.

No cometamos el error de tantos matrimonios, en el momento en que estamos por iniciar el nuestro. ¡Pongamos a Dios como centro de nuestra vida!

Aplicaciones en la vida diaria

Vivamos a Dios en nuestro corazón, y hagamos de nuestra relación un modelo de hijos de Dios, transmitiendo ese amor a los demás. 

Revisar qué debe de cambiar en nuestra relación.

►El sacramento del Matrimonio en el Catecismo de la Iglesia Católica


1659 S. Pablo dice: "Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la Iglesia...Gran misterio es éste, lo digo con respecto a Cristo y la Iglesia" (Ef 5,25.32).


1660 La alianza matrimonial, por la que un hombre y una mujer constituyen una íntima comunidad de vida y de amor, fue fundada y dotada de sus leyes propias por el Creador. Por su naturaleza está ordenada al bien de los cónyuges así como a la generación y educación de los hijos. Entre bautizados, el matrimonio ha sido elevado por Cristo Señor a la dignidad de sacramento (cf. GS 48,1; CIC, can. 1055,1).

1661 El sacramento del matrimonio significa la unión de Cristo con la Iglesia. Da a los esposos la gracia de amarse con el amor con que Cristo amó a su Iglesia; la gracia del sacramento perfecciona así el amor humano de los esposos, reafirma su unidad indisoluble y los santifica en el camino de la vida eterna (cf. Cc. de Trento: DS 1799).

1662 El matrimonio se funda en el consentimiento de los contrayentes, es decir, en la voluntad de darse mutua y definitivamente con el fin de vivir una alianza de amor fiel y fecundo.

1663 Dado que el matrimonio establece a los cónyuges en un estado público de vida en la Iglesia, la celebración del mismo se hace ordinariamente de modo público, en el marco de una celebración litúrgica, ante el sacerdote (o el testigo cualificado de la Iglesia), los testigos y la asamblea de los fieles.

1664 La unidad, la indisolubilidad, y la apertura a la fecundidad son esenciales al matrimonio. La poligamia es incompatible con la unidad del matrimonio; el divorcio separa lo que Dios ha unido; el rechazo de la fecundidad priva la vida conyugal de su "don más excelente", el hijo (GS 50,1).

1665 Contraer un nuevo matrimonio por parte de los divorciados mientras viven sus cónyuges legítimos contradice el plan y la ley de Dios enseñados por Cristo. Los que viven en esta situación no están separados de la Iglesia pero no pueden acceder a la comunión eucarística. Pueden vivir su vida cristiana sobre todo educando a sus hijos en la fe.

1666 El hogar cristiano es el lugar en que los hijos reciben el primer anuncio de la fe. Por eso la casa familiar es llamada justamente "Iglesia doméstica", comunidad de gracia y de oración, escuela de virtudes humanas y de caridad cristiana.


lunes, 12 de septiembre de 2011

El matrimonio: obra de Dios


1. ¿Cuál es el origen del matrimonio?

El matrimonio ha sido establecido por Dios. La Biblia enseña que Dios después de haber creado a Adán, dijo: "No es bueno que el hombre esté solo. Hagámosle una compañera semejante a él " (Gn 2,18) .Y añade: "...por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y vendrán a ser los dos una sola carne" (Gn 2,24) . Así quedó fundada en el inicio de la humanidad el matrimonio. Los bendijo Dios diciéndoles: " Creced, multiplicaos y llenad la tierra" (Gn 2,28).

2. ¿Cuál es el papel de la libertad en los que contraen matrimonio?

Todo hombre y mujer es libre para casarse o no, porque Dios no obliga a nadie a contraer matrimonio, y éste no se constituye sin el libre consentimiento de los novios. Pero una vez que se ha establecido la alianza conyugal, el hombre está sujeto a sus leyes divinas por las que el matrimonio se rige, y a sus propiedades esenciales.

3. ¿Por qué algunos afirman que el matrimonio es un invento de los hombres?

El carácter sagrado del matrimonio es reconocido en todas las culturas, pero en los últimos tiempos se ha difundido una visión del matrimonio sin referencia a Dios, como si fuera sólo una cuestión de leyes civiles o un asunto privado entre un hombre y una mujer. Esto lo dicen quienes no conocen ni aman a Dios, y piensan que la religión no debe" influir en sus vidas.

4. ¿Cómo influyen estos errores sobre el matrimonio en la sociedad?

La causa de esos errores es que las personas se alejan de Dios. Cuando esto ocurre es difícil que se reconozca la dignidad del matrimonio, y fácilmente se cae en la práctica de la infidelidad, el divorcio, el amor libre y otras uniones ilícitas o irregulares. También el amor matrimonial frecuentemente queda profanado por el egoísmo, el materialismo y la anticoncepción.

5. ¿Influye esta conducta en la sociedad civil?

El alejamiento personal de Dios y la ignorancia de la doctrina de Jesucristo influye en la ruptura de gran cantidad de familias y constituye una de las causas más claras de la decadencia civil y moral de toda la sociedad.



CATECISMO DE LA FAMILIA 
Y DEL MATRIMONIO



El amor humano


1. ¿Se puede decir que Dios creó al hombre para el amor?

Sí. Dios creó al hombre por amor y para el amor. El amor por tanto es la vocación fundamental y original de todo hombre.

2. ¿El amor radica sólo en el cuerpo?

No. El amor humano también abarca al alma, porque el hombre está llamado al amor en su totalidad: en el cuerpo y en el alma.

3. ¿Cómo puede el hombre realizar su vocación al amor?

El hombre puede realizar su vocación al amor fundamentalmente de dos modos: por el matrimonio y por la virginidad o el celibato asumido por amor a Dios y servicio a los demás.

4. ¿Cuál de los dos modos es más perfecto?

Cada hombre debe seguir su propia vocación y esa será la mejor para él. Pero,. la virginidad o el celibato por amor a Dios y servicio a los demás, es más elevado porque está dirigido directa y exclusivamente a Dios.

5. ¿Qué es lo esencial en el amor humano?

El amor humano es una donación exclusiva y permanente de los esposos, con los actos propios y exclusivos de ellos. Ese amor también alcanza al núcleo íntimo, espiritual de la persona, y no constituye simplemente una manifestación biológica como sería el caso de los animales.

6. La donación total del hombre y la mujer ¿sólo es auténtica en el matrimonio?

La donación total de un hombre y una mujer sólo es verdadero amor humano en el matrimonio. Allí se dan las condiciones de estabilidad necesarias para la procreación y educación de los hijos y para el crecimiento y despliegue del amor de los esposos.

7. ¿El amor humano es exclusivo del matrimonio?

La plenitud del amor humano es el amor conyugal, que sólo se puede realizar en la unión estable y permanente del hombre y la mujer. Pero caben otras formas de amor humano, como la fraternidad, la amistad, la ayuda- solidaria hacia los necesitados, etc.

8. ¿Puede darse el amor auténtico, entre un hombre y tina mujer, fuera del matrimonio?

Cuando hablamos de "amor auténtico" entre un hombre y una mujer, nos referimos sólo a aquel amor que se da de manera exclusiva, fiel, fecunda y para siempre en el matrimonio, Fuera del matrimonio sólo hay falsificaciones del verdadero amor, porque al carecer de sus elementos esenciales -que son la estabilidad, el verdadero compromiso y la fecundidad- el amor deja de ser total y por tanto falso.

9. ¿No limita la libertad de los esposos excluir otros posibles amores extramatrimoniales?
No, porque la verdadera libertad consiste en cumplir la voluntad de Dios y elegir el bien: elegir la fidelidad a la palabra dada y a los compromisos adquiridos ante Dios y ante el otro cónyuge. La exclusividad del amor entre un hombre y una mujer defiende a los hombres de los peligros del subjetivismo y del relativismo respecto a un asunto tan importante como es la familia y el matrimonio
Catecismo de la Familia y del Matrimonio



sábado, 30 de abril de 2011

►Juan Pablo II y la vida humana


Juan Pablo II y su pensamiento sobre la Vida humana




Evocar al Papa Juan Pablo II nos permite reconocer su enorme compromiso a favor de la vida humana, su contribución decisiva en la elaboración de una pastoral de la vida



Evocar al Papa Juan Pablo II nos permite reconocer su enorme compromiso a favor de la vida humana, su contribución decisiva en la elaboración de una pastoral de lavida.

En sus primeros años como obispo de Roma dejó una huella profunda en el pensamiento teológico con las 129 catequesis de los miércoles (los años 1979-1984) dedicadas a la teología del cuerpo, al amor humano y a la sexualidad. Frente a quienes promovían la trivialización de las relaciones entre el hombre y la mujer y el mal llamado “amor libre”, Juan Pablo II supo ofrecer un análisis humano y teológico capaz de realzar el sentido auténtico del matrimonio y la belleza de la apertura a la vida propia de la relación esponsal.

Rescatar el verdadero sentido del matrimonio y de la familia permitía, además, conquistar aquella perspectiva necesaria para defender la vida en todas sus etapas, precisamente porque cada ser humano existe desde Dios y desde las relaciones que vinculan a los seres humanos entre sí.

Por eso se explica que Juan Pablo II se comprometiese, en primera persona, en lalucha contra el aborto en todo el mundo. Una de sus primeras batallas fue precisamente en Italia, sobre todo durante el mes de mayo de 1981 (antes y después del atentado del 13 de mayo), al apoyar la campaña promovida por los grupos provida para derogar, a través de un referéndum popular, la ley abortista que había sido aprobada en ese país en 1978.

El triunfo de los defensores del aborto en ese referéndum no fue un freno, sino un estímulo para el Papa. Desde entonces, incrementó su esfuerzo para fomentar unacultura de la vida que arraigase hondamente en la sociedad. Por eso, no dejó de hablar a favor de los niños por nacer, sea en sus viajes internacionales, sea en sus encuentros con grupos provida, sea en las reuniones con los obispos de numerosos lugares del planeta.

Al mismo tiempo, afrontó los retos de las nuevas tecnologías de reproducción artificial y ofreció sobre los mismos un clarividente juicio ético, especialmente con la aprobación de una instrucción sobre el tema, preparada por el entonces cardenal Joseph Ratzinger, que llevaba como título “Donum vitae” (22 de febrero de 1987). En este documento se declaraba al inmoralidad de cualquier técnica de fecundación extracorpórea y de otras técnicas (como la inseminación artificial) que no respetasen la dignidad de la procreación humana.

El documento “magno” en defensa de la vida en todas sus etapas y con una especial atención (aunque no exclusiva) hacia las obligaciones del quinto mandamientofue la encíclica “Evangelium vitae” (25 de marzo de 1995). En la misma quedaron evidenciadas la gravedad y la injusticia de acciones como el aborto, el homicidio y la eutanasia, con un tono tan claro que no dejaba lugar a dudas o a vacilaciones.

La “Evangelium vitae” no puede ser leída como un conjunto de negativas, sino sobre todo como una llamada a una movilización general a favor de la vida, lo cual incluía también elaborar una correcta pastoral de la vida.

Antes y después de la publicación de esa encíclica, Juan Pablo II ofreció ejemplos concretos de cómo actuar ante las amenazas contra la vida y la familia a través de sus intervenciones a nivel internacional, especialmente antes de la Conferencia de El Cairo (1994), y con motivo de la Conferencia Internacional sobre la mujer (Beijing 1995). En esas conferencias hubo grupos que promovían (algo que también ocurre en nuestros días) el aborto como camino para el control de la natalidad, y que intentaban imponer la ideología de ´género´ como camino para destruir la visión correcta sobre el amor humano y sobre la familia. Ante esos grupos la voz del Papa fue clara, acompañada incluso con el sufrimiento que Dios le permitió al romperse el fémur tras una caída:

“He comprendido que debo llevar a la Iglesia de Cristo hasta este tercer milenio con la oración, con diversas iniciativas, pero he visto que no basta: necesitaba llevarla con el sufrimiento, con el atentado de hace trece años y con este nuevo sacrificio... ¿Por qué ahora? ¿Por qué este año? ¿Por qué este Año de la familia? Precisamente porque se amenaza a la familia, porque se la ataca. El Papa debe ser atacado, el Papa debe sufrir, para que todas las familias y el mundo entero vean que hay un evangelio superior: el evangelio del sufrimiento” (29 de mayo de 1994).

Fue en este contexto cultural cuando Juan Pablo II escribió dos textos de gran belleza e importancia: la “Carta a las familias” (2 de febrero de 1994), y la “Carta a las mujeres” (29 de junio de 1995). Estos documentos, unidos a otro publicado años antes, la carta apostólica “Mulieris dignitatem” (15 de agosto de 1988), ofrecen una doctrina sumamente importante para superar ideologías que desconocen el sentido auténtico de la familia y el papel de la mujer en la sociedad contemporánea.

Para incidir más a fondo en las temáticas sanitarias y médicas, que tanta relevancia tienen en la vida concreta de millones de seres humanos, Juan Pablo II quiso instituir, en 1985, la Pontificia Comisión para la pastoral de los Agentes Sanitarios, que luego se convirtió, en 1988, en el Pontificio Consejo para la pastoral de los Agentes Sanitarios. Igualmente, un año antes de la publicación de la “Evangelium vitae” (es decir, en 1994), el Papa creó la Pontificia Academia para la Vida, que tantos servicios ha realizado y sigue realizando en la tarea de profundizar importantes temas bioéticos.

Junto a lo expuesto, que no es exhaustivo, podemos evocar una dimensión hermosa y testimonial: la experiencia que el mismo Juan Pablo II hizo de la fragilidad humana, desde sus heridas (el atentado), sus enfermedades, sus caídas (ya recordamos la de 1994), sus hospitalizaciones, y el progresivo avance de la invalidez en los últimos años de su vida. En parte esas experiencias explican y quedan iluminadas por una carta apostólica titulada “Salvifici doloris” (11 de febrero de 1984), en las que habla no como un simple espectador ni como un estudioso que observa el dolor ajeno, sino como alguien que ofrece su propia meditación, en primera persona, sobre lo que significa tocar la fragilidad humana.

Su sufrimiento se convirtió, así, en una forma muy concreta de apoyar la familia, la vida, la dignidad de los seres humanos, en un momento de la historia en la que tales valores eran fuertemente atacados. Quizá por eso su incapacidad y su progresivo decaimiento, unidos a su deseo por seguir junto a la Cruz de Cristo, se han convertido en un mensaje luminoso a favor de la vida. El Juan Pablo II que no podía hablar en público, que temblaba como creatura frágil y necesitada de ayuda, se convirtió en un icono viviente del valor de cada vida humana, en un trovador que gritaba al mundo que también los ancianos y los enfermos 

tienen una dignidad y un lugar en el camino del existir humano.

Autor: P. Fernando Pascual 







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♥Consagración a la Virgen María

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CONSAGRACIÓN DEL MATRIMONIO AL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA

CONSAGRACIÓN DEL MATRIMONIO AL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA
"Oh, Corazón Inmaculado de María, refugio seguro de nosotros pecadores y ancla firme de salvación, a Ti queremos hoy consagrar nuestro matrimonio. En estos tiempos de gran batalla espiritual entre los valores familiares auténticos y la mentalidad permisiva del mundo, te pedimos que Tu, Madre y Maestra, nos muestres el camino verdadero del amor, del compromiso, de la fidelidad, del sacrificio y del servicio. Te pedimos que hoy, al consagrarnos a Ti, nos recibas en tu Corazón, nos refugies en tu manto virginal, nos protejas con tus brazos maternales y nos lleves por camino seguro hacia el Corazón de tu Hijo, Jesús. Tu que eres la Madre de Cristo, te pedimos nos formes y moldees, para que ambos seamos imágenes vivientes de Jesús en nuestra familia, en la Iglesia y en el mundo. Tu que eres Virgen y Madre, derrama sobre nosotros el espíritu de pureza de corazón, de mente y de cuerpo. Tu que eres nuestra Madre espiritual, ayúdanos a crecer en la vida de la gracia y de la santidad, y no permitas que caigamos en pecado mortal o que desperdiciemos las gracias ganadas por tu Hijo en la Cruz. Tu que eres Maestra de las almas, enséñanos a ser dóciles como Tu, para acoger con obediencia y agradecimiento toda la Verdad revelada por Cristo en su Palabra y en la Iglesia. Tu que eres Mediadora de las gracias, se el canal seguro por el cual nosotros recibamos las gracias de conversión, de amor, de paz, de comunicación, de unidad y comprensión. Tu que eres Intercesora ante tu Hijo, mantén tu mirada misericordiosa sobre nosotros, y acércate siempre a tu Hijo, implorando como en Caná, por el milagro del vino que nos hace falta. Tu que eres Corredentora, enséñanos a ser fieles, el uno al otro, en los momentos de sufrimiento y de cruz. Que no busquemos cada uno nuestro propio bienestar, sino el bien del otro. Que nos mantengamos fieles al compromiso adquirido ante Dios, y que los sacrificios y luchas sepamos vivirlos en unión a tu Hijo Crucificado. En virtud de la unión del Inmaculado Corazón de María con el Sagrado Corazón de Jesús, pedimos que nuestro matrimonio sea fortalecido en la unidad, en el amor, en la responsabilidad a nuestros deberes, en la entrega generosa del uno al otro y a los hijos que el Señor nos envíe. Que nuestro hogar sea un santuario doméstico donde oremos juntos y nos comuniquemos con alegría y entusiasmo. Que siempre nuestra relación sea, ante todos, un signo visible del amor y la fidelidad. Te pedimos, Oh Madre, que en virtud de esta consagración, nuestro matrimonio sea protegido de todo mal espiritual, físico o material. Que tu Corazón Inmaculado reine en nuestro hogar para que así Jesucristo sea amado y obedecido en nuestra familia. Qué sostenidos por Su amor y Su gracia nos dispongamos a construir, día a día, la civilización del amor: el Reinado de los Dos Corazones. Amén. -Madre Adela Galindo, Fundadora SCTJM

CONSAGRACIÓN DEL MATRIMONIO A LOS DOS CORAZONES EN SU RENOVACIÓN DE VOTOS

CONSAGRACIÓN DEL MATRIMONIO A LOS DOS CORAZONES EN SU RENOVACIÓN DE VOTOS
Oh Corazones de Jesús y María, cuya perfecta unidad y comunión ha sido definida como una alianza, término que es también característico del sacramento del matrimonio, por que conlleva una constante reciprocidad en el amor y en la dedicación total del uno al otro. Es la alianza de Sus Corazones la que nos revela la identidad y misión fundamental del matrimonio y la familia: ser una comunidad de amor y vida. Hoy queremos dar gracias a los Corazones de Jesús y María, ante todo, por que en ellos hemos encontrado la realización plena de nuestra vocación matrimonial y por que dentro de Sus Corazones, hemos aprendido las virtudes de la caridad ardiente, de la fidelidad y permanencia, de la abnegación y búsqueda del bien del otro. También damos gracias por que en los Corazones de Jesús y María hemos encontrado nuestro refugio seguro ante los peligros de estos tiempos en que las dos grandes culturas la del egoísmo y de la muerte, quieren ahogar como fuerte diluvio la vida matrimonial y familiar. Hoy deseamos renovar nuestros votos matrimoniales dentro de los Corazones de Jesús y María, para que dentro de sus Corazones permanezcamos siempre unidos en el amor que es mas fuerte que la muerte y en la fidelidad que es capaz de mantenerse firme en los momentos de prueba. Deseamos consagrar los años pasados, para que el Señor reciba como ofrenda de amor todo lo que en ellos ha sido manifestación de amor, de entrega, servicio y sacrificio incondicional. Queremos también ofrecer reparación por lo que no hayamos vivido como expresión sublime de nuestro sacramento. Consagramos el presente, para que sea una oportunidad de gracia y santificación de nuestras vidas personales, de nuestro matrimonio y de la vida de toda nuestra familia. Que sepamos hoy escuchar los designios de los Corazones de Jesús y María, y respondamos con generosidad y prontitud a todo lo que Ellos nos indiquen y deseen hacer con nosotros. Que hoy nos dispongamos, por el fruto de esta consagración a construir la civilización del amor y la vida. Consagramos los años venideros, para que atentos a Sus designios de amor y misericordia, nos dispongamos a vivir cada momento dentro de los Corazones de Jesús y María, manifestando entre nosotros y a los demás, sus virtudes, disposiciones internas y externas. Consagramos todas las alegrías y las tristezas, las pruebas y los gozos, todo ofrecido en reparación y consolación a Sus Corazones. Consagramos toda nuestra familia para que sea un santuario doméstico de los Dos Corazones, en donde se viva en oración, comunión, comunicación, generosidad y fidelidad en el sufrimiento. Que los Corazones de Jesús y María nos protejan de todo mal espiritual, físico o material. Que los Dos Corazones reinen en nuestro matrimonio y en nuestra familia, para que Ellos sean los que dirijan nuestros corazones y vivamos así, cada día, construyendo el reinado de sus Corazones: la civilización del amor y la vida. Amén! Nombre de esposos______________________________ Fecha________________________ -Madre Adela Galindo, Fundadora SCTJM

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