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jueves, 22 de marzo de 2012

►Maddy Curtis: de American Idol a la defensa pro vida




Ha compartido no sólo su bella voz sino también su experiencia a favor de la vida humana desde su concepción.

Novena de doce hermanos (cuatro de los cuales tienen síndrome de down), ha sido finalista del conocido programa American Idol, en la edición de 2010. Rostro joven -y ampliamente conocido en la televisión estadounidense-, con menos de 20 años ha podido compartir no sólo su bella voz sino también su experiencia a favor de la vida humana desde su concepción.

Su fe y experiencia familiar han jugado un papel decisivo en su incipiente vida profesional como cantante (pudo entrar a American Idolgracias a una interpretación del «Hallelujah», de Leonard Cohen, en Boston).

Maddy se convirtió al catolicismo a los 14 años, después de que su madre experimentara la necesidad de vivir la fe en la que había sido bautizada, la fe católica. 

El trato con sus hermanos down le ofreció la oportunidad de valorar en primera persona el don que supone cada vida humana; así se lo reveló a My Catholic Standars (cf. 19.01.2011): 

«Siento cómo Dios quería utilizar esta experiencia para mostrar cuán especiales son los niños con síndrome de down. El noventa por ciento de las mujeres embarazadas que reciben un diagnóstico prenatal sobre bebés con síndrome de down elige el aborto. Esto me rompe el corazón... Mis hermanos son tan especiales para mí y me han cambiado de muchas maneras. Su naturaleza es que son tan felices. Mi hermano Jonny es sólo un año más grande que yo, por lo que crecimos juntos... Yo he llegado a experimentar de primera mano lo feliz y contento que puedo ser al convivir con ellos», reveló Maddy 

Actualmente Maddy realiza giras por diferentes ciudades de los Estados Unidos. Con ellas quiere compartir su valiosa experiencia como hermana de niños down que merecen y tienen el derecho a vivir. Los conciertos se convierten en oportunidad para hablar de la vida y para cantar a la vida. Sabe que sus canciones son un buen medio y tiene claro el mensaje. 

«Llegar a la fama –decía Benedicto XVI a los jóvenes británicos el 17 de septiembre de 2010– no nos hace felices. La felicidad es algo que todos quieren, pero una de las mayores tragedias de este mundo es que muchísima gente jamás la encuentra, porque la busca en los lugares equivocados. La clave para esto es muy sencilla: la verdadera felicidad se encuentra en Dios». Maddy ha encontrado a Dios y así se comprende mejor su testimonio.

Autor: Jorge Enrique Mújica Via: Buenas Noticias

martes, 20 de marzo de 2012

►Un par de euros por la vida


Si el problema es el dinero, de eso se ocupará la parroquia. Ustedes tráiganlo al mundo, denle su amor. Del resto nos ocupamos nosotros.

Cuando se ordenó sacerdote, sabía que desde ese momento le llamarían Padre. Muchas veces habría sopesado en su intimidad lo que esto significaría para él y para tantas almas que se acercarían a él. Así estaba bien. Se vislumbraba una vida llena de obras buenas por los demás, acompañada de alegrías más grandes que su misma alma y, seguramente, de dolores hondos, amargos pero fecundos que dieran a luz a muchos Hijos de Dios.

Aunque todo esto seguro le pasó por la mente, el Padre Maurizio De Sanctis, hoy párroco de La Rosa en Livorno, Italia, no podía sospechar lo que le sucedería en la Navidad de 2011. Dos feligreses suyos, con tres hijos y los dineros justitos, se enteraron de que el cuarto niño venía en camino. No queriendo quitarle el pan a sus otros hijos, decidieron tomar lo que por desgracia se ha convertido hoy en “la vía de salida”: el aborto.

«Traté de explicarles que una vida es algo que va más allá del dinero: es un don, una alegría, algo que no tiene precio», dice el Padre Maurizio comentando una reunión que tuvo con los padres poco antes de que se presentaran en la clínica abortista. Al ver que estas razones solas no podrían salvar al niño, tuvo una idea: «Si el problema es el dinero, de eso se ocupará la parroquia. Ustedes tráiganlo al mundo, denle su amor. Del resto nos ocupamos nosotros». 

Y así como lo dijo, lo anunció a sus feligreses: ese año en Navidad les nacería un niño. ¿Estupor? ¿Alegría? ¿Confusión? Quizá haya habido un poco de todo pero, al fin, el resto de la comunidad quedó muy contenta de festejar una doble navidad. 

Como era de esperar, hay quienes no están contentos porque pocos son hombres de valor que no son sometidos a los ataques de los menos valerosos. Dicen ellos que al Padre no le tiene que importar lo que sucede con sus hijos y que no tiene por qué entremeterse en la decisión de abortar o no. Según una psicóloga del hospital «ese diálogo debía ser laico, y no estar motivado por razones filosóficas o religiosas». Quizá el recién nacido no estaría del todo de acuerdo.

¿Y el Padre qué opina? «Que critiquen si quieren», dice. Él tiene la conciencia tranquila. Más aún, él tiene en el alma el enorme gozo de haber salvado una hermosa vida con una ocurrencia muy oportuna. 

La identidad de los padres no se ha divulgado. Mejor así. Ellos también han sido víctimas de los aires que corren y que presentan al aborto como una opción. Ellos también se han beneficiado de la grandeza de corazón de este sacerdote. Ellos han recibido de su párroco un ejemplo luminoso de lo que significa ser padre. Sin duda, sabrán amar y educar a su hijo con una perspectiva diversa: la de Dios que ve en cada uno de nosotros no el cuarto hijo, sino el primero.

No era esto, quizá, lo que tenía en mente el Padre De Sanctis cuando se ordenaba, pero Dios sí. En algunos años, cuando el “hijo” del Padre Mauricio se entere de su historia, estará muy agradecido porque existen los sacerdotes como él. Y mucho gusto le dará cuando, el domingo en la mañana, antes de misa lo salude y le diga con un guiño de ojo cómplice: «¡Buenos días, Padre!».



Autor: Alejandro Páez, LC | Fuente:buenas-noticias.org 

miércoles, 29 de febrero de 2012

►"El desafío de la vida" - Juan Pablo ll


El primer desafío es el desafío de la vida. La vida es el primer don que Dios nos ha hecho y la primera riqueza de la que puede gozar el hombre. La Iglesia anuncia "el Evangelio de la Vida".

Y el Estado tiene precisamente como tarea primordial la tutela y la promoción de la vida humana.

En estos últimos años el desafío de la vida se está haciendo cada vez más amplio y crucial. Se ha ido centrando particularmente en el inicio de la vida humana, cuando el hombre es más débil y debe ser protegido mejor.

Concepciones opuestas se enfrentan sobre temas como el aborto, la procreación asistida, el uso de células madres embrionarias humanas con finalidades científicas, la clonación. Apoyada en la razón y la ciencia, es clara la posición de la Iglesia: el embrión humano es un sujeto idéntico al niño que va a nacer y al que ha nacido a partir de ese embrión. Por tanto, nada que viole su integridad y dignidad es éticamente admisible.

Además, una investigación científica que reduzca el embrión a objeto de laboratorio no es digna del hombre. Se ha de alentar y promover la investigación científica en el campo genético, pero, como cualquier otra actividad humana, nunca puede considerarse exenta de los imperativos morales; por otra parte, puede desarrollarse en el campo de las células madres adultas con prometedoras perspectivas de éxito.

jueves, 26 de enero de 2012

►El ABORTO Y LA BIBLIA




El aborto (feticidio) es grave pecado contra el 5to. Mandamiento, Exodo 20,13. La Iglesia así lo ha enseñado desde el principio>>.

« Mi embrión tus ojos lo veían » (Sal 139/138, 16)

El aborto y la Biblia 

-P. Frank A. Pavone, Director de Sacerdotes por la Vida (Priests for Life)

La Biblia enseña claramente contra el aborto. Esta enseñanza sale a relucir de muchos modos y por muchas razones. Algunas personas señalan que la palabra "aborto" no aparece en la Biblia, y tienen razón. Sin embargo, la enseñanza sobre el aborto sí aparece. Este mismo es el caso de otras enseñanzas. La palabra "Trinidad", por ejemplo, no aparece en la Biblia, pero las enseñanzas sobre la Trinidad sí. En cualquier caso, quien quiera negar la enseñanza de la Biblia con respecto al aborto, la negaría aunque la palabra apareciera en ella.

Miremos algunas de las razones bíblicas por las cuales el aborto, la destrucción directa de un niño en el vientre materno es tan terrible.

1) La Biblia enseña que la vida humana es distinta de los otros tipos de vida, ya que los seres humanos están creados a la imagen misma de Dios.

Las narraciones de la creación del hombre y la mujer que aparecen en el Génesis (Génesis 1:26-31; 2:4-25) nos dicen lo siguiente: "Y creó Dios al hombre a su imagen. A imagen de Dios lo creó. Macho y hembra los creó." (Génesis 1:27). La palabra "crear" se utiliza aquí tres veces enfatizando un momento culminante dentro del proceso de Dios, haciendo al mundo y todo lo que éste contiene. Al hombre y a la mujer se les concede "dominio" sobre todo lo demás en el mundo visible.

Ni siquiera el pecado original quita de los seres humanos la imagen de Dios. Santiago se refiere a esta imagen, diciendo que debido a ella ni siquiera deberíamos hablar mal los unos de los otros. "Con ella (la
lengua) bendecimos a Dios Padre, y con ella maldecimos a los hombres hechos a imagen de Dios...Hermanos, no puede ser así." (Santiago 3:9-11).

¡La imagen de Dios! ¡Esto es lo que significa ser un ser humano! No somos unas simples células que han sido unidas al azar por unas fuerzas impersonales, ajenas a nosotros. Más bien, reflejamos auténticamente a un Dios eterno que nos conocía antes de que fuésemos hechos, y que nos llamó a la existencia. 

En los Salmos "¿quién es el hombre para que te acuerdes de él, el hijo de Adán para que de él cuides?...coronándolo de gloria y grandeza; le entregaste la obra de tus manos" (Salmo 8:5-7). Es ahí en donde está la clave. Dios no sólo nos hizo, sino que nos valora. La Biblia nos habla de un Dios que está locamente enamorado de nosotros, hasta el punto de que se convirtió en uno de nosotros e incluso murió por nosotros, mientras que nosotros le seguíamos ofendiendo (ver Romanos 5:6-8). Frente a esto, ¿podemos decir que los seres humanos son desechables, como un carro, que son más los problemas que causa que lo que vale? "Dios no hace basura." 

Quien cree en la Biblia, tiene que creer que la vida humana es sagrada.

2) La Biblia enseña que los niños son una bendición.

Dios ordenó a nuestros primeros padres: "Sean fecundos y multiplíquense" (Génesis 1: 28). ¿Por qué? Dios mismo es fecundo. El amor siempre desemboca en la vida. Cuando la primera madre trajo al mundo al primer niño, exclamó: "Gracias a Yahveh he podido tener un hijo" (Génesis 4:1). La ayuda del Señor es esencial, ya que El tiene dominio sobre la vida humana y el origen de ésta. Los padres cooperan con Dios en traer una nueva vida al mundo. Debido a que todo este proceso está bajo el dominio de Dios, es un pecado interrumpirlo. 

El profeta Amós condena a los amonitas, "Porque ellos al extender sus dominios abrieron el vientre de las mujeres encintas de Galaad" (Amós 1:13). "Son los hijos regalo del Señor, es el fruto del vientre premio suyo" (Salmo 127:3).

3) La Biblia enseña que el niño en el vientre es un niño verdaderamente humano, quien tiene incluso una relación con el Señor. 

La frase "quedó embarazada y dio a luz" es utilizada en repetidas ocasiones (ver Génesis 4:1,17), y el individuo tiene la misma identidad tanto antes como después del nacimiento. "Pecador desde el seno de mi madre" expresa el salmista arrepentido en Salmo 51:7. La misma palabra es utilizada para el niño antes y después de nacido (Brephos, es decir, "niño," es utilizada en Lucas 1:41 y en Lucas 18:15).

Dios conoce al niño no nacido. "Me tejiste en el seno de mi madre...mis huesos no escapaban a tu vista cuando yo era formado en el secreto" (Salmo 139:13,15). Dios, además, ayuda y llama al ni o no nacido. "Me entregaron a Ti apenas nacido, Tú eres mi Dios desde el seno materno" (Salmo 22:11). "Hasta que me llamó por su mucho amor el que me había elegido desde el seno de mi madre" (Gálatas 1:15).

4) La Escritura en repetidas ocasiones condena la matanza de los inocentes.

Esto fluye de todo lo que, hasta el momento, se ha visto. El dedo mismo de Dios escribe sobre piedra el mandamiento "No matarás" (Exodo 20:13; Deuteronomio 5:17) y Cristo lo reafirma (Mateo 19:18 -notar que El primero menciona este mandamiento). El Libro del Apocalipsis afirma que los asesinos no pueden entrar en el Reino de los Cielos (Apocalipsis 22: 15).

La matanza de niños es condenada por Dios de manera particular a través de los profetas. En la tierra que Dios dió a ocupar a su pueblo, las naciones extranjeras tenían la costumbre de sacrificar en el fuego a algunos de sus niños. Dios dice a Su pueblo que ellos no deben tomar parte en este pecado. Sin embargo, sí lo hicieron, según lo narra el Salmo 106: "Sino que se mezclaron con ellos y los imitaron...Sacrificaron a sus hijos e hijas a los demonios. Derramaron sangre inocente, la sangre de sus hijos e hijas, que sacrificaron a los ídolos de Canaán; la tierra quedó manchada de sangre" (Salmo 106:35, 37-38).

De hecho, este pecado de sacrificio de ni os es mencionado como una de las principales razones por las cuales el Reino de Israel fue destruido por los asirios, y su gente llevada al exilio. "Sacrificaron a sus hijos e hijas por el fuego...entonces Yahveh se enojó muchísimo y los arrojó lejos de su presencia" (2 Reyes 17:17-18).

Ni tan siquiera por la "libertad religiosa" puede ser tolerada la matanza de niños.

5) La Biblia enseña que Dios es un Dios de justicia.

Un acto de justicia es uno de intervención a favor de los indefensos, un acto de defensa para aquellos que son demasiado débiles para defenderse a sí mismos. Al predecir al Mesías, el Salmo 72 dice: "Florecerá en sus días la justicia...pues librará al mendigo que reclame y al pobre que no tiene quién lo ayude" (Salmo 72:7,12). Jesucristo es nuestra justicia (1 Corintios 1:30) porque El nos rescató del pecado y de la muerte cuando no teníamos a nadie que nos ayudara (ver Romanos 5:6; Efesios 2:45).

Si Dios hace justicia por Su pueblo, espera que éstos hagan justicia los unos por los ostros. "Sean compasivos, como es compasivo el Padre de ustedes" (Lucas 6:36). "Vete tú y haz lo mismo" (Lucas 10:37). "Entonces, todo lo que ustedes desearían de los demás, háganlo con ellos" (Mateo 7:12). "Que se amen los unos a los ostros" (Juan 15:17).

El aborto es totalmente contrario a estas enseñanzas. Es la justicia trastornada, invertida, puesta al revés. Es la destrucción de los indefensos en lugar de ser su rescate. Si el pueblo de Dios no interviene para salvar aquellos cuyas vidas están siendo atacadas, no están ni agradando ni adorándolo a El.

Dios, a través de Isaías dice: "¿Por qué vienen a profanar mi templo? Déjense de traerme ofrendas inútiles...¡Ya no soporto más sacrificios y fiestas!...Cuando rezan con las manos extendidas, aparto mis ojos para no verlos; aunque multipliquen sus plegarias, no las escucho, porque hay sangre en sus manos. ¡Lávense y purifíquense!...aprendan a hacer el bien. Busquen la justicia, den sus derechos al oprimido, hagan justicia al huérfano y defiendan a la viuda" (Isaías 1:12-17).

En verdad, aquellos que dicen adorar a Dios, y apoyan el aborto, están cayendo en la misma contradicción que condena el profeta y necesitan escuchar el mismo mensaje.

6) Jesucristo prestó una especial atención a los pobres, a los despreciados, y a aquellos a quienes la sociedad consideraba insignificantes.

El derrumbó las falsas barreras que las personas habían establecido entre sí, y en su lugar, reconoció la igualdad de la dignidad humana en todo individuo, a pesar de lo que la opinión general pudiera decir. En consecuencia, vemos que acoge a los niños, a pesar de los esfuerzos de los apóstoles por mantenerlos alejados (Mateo 19:13-15); a los cobradores de impuestos y a los pecadores, a pesar de las objeciones de los Escribas (Marcos 2:16); a los ciegos, a pesar de las advertencias de la multitud (Mateo 20:29-34); a una
mujer extranjera, a pesar de la absoluta sorpresa de los discípulos y de la mujer misma (Juan 4:9,27); a los Gentiles, a pesar del enfado de los judíos (Mateo 21:41-46); a los leprosos, a pesar del aislamiento de éstos del resto de la sociedad (Lucas 17:11-19).

Cuando se trata de la dignidad humana, Cristo borra toda distinción. San Pablo declara: "Ya no hay diferencia entre quién es judío y quién es griego, entre quién es esclavo y quién es hombre libre; no se hace diferencia entre hombre y mujer. Pues todos ustedes son uno sólo en Cristo Jesús" (Gálatas 3:28).

De ese mismo modo, nosotros podemos decir: "No hay ni nacido ni no nacido." El usar esta distinción como base para la valoración de la vida y de la protección que uno merece, no tiene sentido y constituye una ofensa para todo lo que la Escritura enseña. El niño no nacido es el grupo más rechazado y discriminado de nuestra sociedad. Cristo mismo de seguro ha de tener un amor especial hacia ellos.

7) La Escritura nos enseña a amar.

San Juan nos dice: "Pues se les enseñó desde el principio que se amen los unos a los otros. No imitemos a Caín, que mató a su hermano..." (1 Juan 3:11-12). El amor es el contraste directo de la matanza. Quitarle la vida a otro es romper con el mandamiento del amor. Fallar en ayudar a los que se encuentran en necesidad y en peligro es también fallar, en amar.

Cristo nos enseña esto, claramente, en la parábola del Buen Samaritano (Lucas 10:25-37), en la historia del hombre rico y Lázaro (Lucas 16:19-31), y en muchos ostros lugares.

Ningún otro grupo de personas se encuentra en mayor peligro que los niños y  niñas dentro del vientre materno. "Cuando alguien...viendo a su hermano en apuros le cierra el corazón, ¿cómo permanecerá el amor de Dios en él?" (1 Juan 3:17).

8) La vida es victoriosa sobre la muerte.

Este es uno de los temas más básicos de la Escritura. La victoria de la vida está predicha en la promesa de que la cabeza de la serpiente, a través de quién entró la muerte al mundo, sería aplastada (ver Génesis 3:15).

Isaías prometió: "Y así destruirá para siempre a la Muerte" (Isaías 25:8). En la escena del primer asesinato, la tierra "abrió su boca" para tragarse la sangre de Abel. En la escena de la victoria final de la vida, es la muerte misma la que será "destruida en esta victoria. Muerte, ¿dónde está ahora tu triunfo? ¿dónde está, muerte, tu aguijón?...Por eso demos gracias a Dios, que nos da la victoria por Cristo Jesús nuestro Señor" (1 Corintios 15:54-57).

El aborto es muerte. Cristo vino a vencer a la muerte, y por lo tanto, al aborto. "Yo, en cambio, vine para que tengan vida y sean colmados" (Juan 10:10).

El desenlace final en la batalla a favor de la vida ya ha sido decidido por la Resurrección de Cristo. De nosotros depende el difundir esa victoria a cada persona. El movimiento pro-vida se mueve de la victoria que Cristo ganó a plenitud, a esa victoria del día final. "Ya no existirá ni muerte" (Apocalipsis 21: 4). "Amén. Ven, Señor Jesús!" (Apocalipsis 22:20).

 Padre Frank Pavone 
"Priests for Life" en español 

Jesús, no nacido, comienza la obra de la salvación y santifica a una madre y a su niño no nacido.  

El evento mas impresionante de las Sagradas Escrituras que revela la dignidad del niño no nacido es el hecho de que Jesucristo mismo se encarnó en el vientre de María Santísima y vivió como niño no nacido.

Desde el vientre hace el primer milagro de gracia.  Ocurre en la visita de la Virgen Santísima a su prima Santa Isabel. Jesús, no nacido, comunica su gracia santificadora a Sta. Isabel y a su niño no nacido, San Juan Bautista.  

Lucas 1:41 "Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo"

Sta. Isabel como respuesta bendice a la Virgen y a Jesús:  

Lucas 1:42  "y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno"

Sta. Isabel además reconoce que el bebé no nacido que vive en María es su Señor.

Lucas 1:43-44  "y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno."

La Iglesia, fiel a Jesucristo, siempre ha proclamado que la vida humana es sagrada desde el momento de la concepción.  Es por eso que condena el aborto como un gravísimo pecado contra el Quinto Mandamiento: "No Matarás".  

Padre Jordi Rivero

►Valor de la vida humana





La sacralidad de la vida humana se sostiene sobre tres razones fundamentales: la razón de su origen, la razón de su naturaleza y la razón de su destino.

SAGRADA POR SU ORIGEN

En la primera página del Génesis, bajo un ropaje en apariencia ingenuo y mítico, se narran acontecimientos históricos: la creación del universo y del hombre. Dios modela una porción de arcilla -semejando en su quehacer al alfarero-, sopla y le infunde un aliento de vida, el espíritu inmortal. La materia se anima de un modo nuevo, superior: nace la primera criatura humana, a imagen y semejanza del Creador. El hombre no es cabalmente un producto de la materia, aunque la materia sea uno de sus componentes; goza de un «soplo» o toque divino, irreductible a lo corpóreo, que lo hace desde el primer instante de su existencia lo que llamamos «persona». La dimensión espiritual de la persona es obra exclusiva de Dios. Por esto cabe decir con toda propiedad que cada vida humana es sagrada, pues desde su comienzo es una obra en la que se ha comprometido el Creador. Su origen inmediato se encuentra en Dios.
Dios es origen primero de cuanto existe. Pero ha otorgado también a sus criaturas capacidad y poder de hacer y propagar el bien, siendo origen causal unas de otras, por generación o composición. Con todo, el origen de cada persona es muy singular, pues aunque en su génesis intervienen los padres, poniendo la base material, biológica, a la vez Dios interviene produciendo de la nada lo que la tradición llama «alma» espiritual y la infunde en el minúsculo cuerpo engendrado por los padres. La espiritualidad del alma distingue esencialmente al hombre de las demás criaturas de este mundo, hace que el cuerpo humano no sea como los demás cuerpos, sino cuerpo personal, con características específicas muy netas, apto incluso para ser convertido en templo del Espíritu Santo. Pero ya desde el momento de la concepción, el alma rige todo el desarrollo del embrión y, salvo accidentes o atentados, lo llevará a la relativa perfección que cabe alcanzar en la tierra.
El hombre engendra y, simultáneamente, Dios crea; de tal modo que, en la generación, es muchísimo mayor la obra de Dios que la obra del hombre. Dice San Agustín que Dios es quien da vigor a la semilla y fecundidad a la madre, y sólo Él pone -creándola- el alma. Por eso, nos hace esta sugerencia bellísima: «cuando alguno de vosotros besa a un niño, en virtud de la religión debe descubrir las manos de Dios que lo acaban de formar, pues es una obra aún reciente (de Dios), al cual, de algún modo, besamos, ya que lo hacemos con lo que Él ha hecho. Así pues, la vida humana, desde su concepción posee valor divino, sagrado».
Todavía más la vida del cristiano en gracia de Dios. El historiador Eusebio de Cesarea narra que el mártir de Alejandría de Egipto, Leónidas, padre de Orígenes, al primero de sus siete hijos, uno de los más insignes talentos que tuvo la humanidad, gozoso por la admirable precocidad de semejante hijo, y dando gracias a Dios por habérselo concedido, mientras el niño dormía, se inclinaba sobre él y le besaba el pecho, pensando que en él habitaba el Espíritu Santo (Eusebio de C., Historia Eccl., 1, VI, c. II, 11). Este es el secreto de la vida sobrenatural del cristiano: el ser vitalizado por la gracia, es decir, por la acción del Espíritu Santo.

SAGRADA POR NATURALEZA

¿Qué resulta de la acción creadora de Dios con la participación de los padres, en la generación? Una «imagen» de Dios. Esta es la gran revelación sobre la naturaleza humana: «Dios creó al hombre a su imagen (... ), varón y mujer los creó» (Gen 1, 27). «Esto -explica Juan Pablo II- es lo que se quiere recordar cuando se afirma que la vida humana es sagrada». Explica también que el Concilio Vaticano II afirme que «el hombre es la única criatura de este mundo que Dios ha querido por sí misma». Para Dios, todos y cada uno de los seres humanos poseen un valor excepcional, único, irrepetible, insustituible.
¿Desde cuándo? Desde el momento en que es concebido en el seno de la madre (cfr. Juan Pablo II, Enc. Redemptor hominis, nº. 13). Nuestra vida -enseña el Papa- es un don que brota del amor de un Padre, que reserva a todo ser humano, desde su concepción, un lugar especial en su corazón, llamándolo a la comunión gozosa de su casa. En toda vida, aún la recién concebida, como también incluso en la débil y sufriente, el cristiano sabe reconocer el sí que Dios le ha dirigido de una vez para siempre, y sabe comprometerse para hacer de este sí la norma de la propia actitud hacia cada uno de sus prójimos, en cualquier situación en que se encuentre.
Hoy, tras importantes hallazgos de la genética experimental y de la investigación filosófica y teológica, podemos y debemos mejorar aquella sentencia de Aristóteles -que hizo suya Santo Tomás- del siguiente modo: el embrión humano es algo divino en tanto que es ya un hombre en acto. Por minúsculo que resulte a nuestra mirada, encierra una estructura grandiosa, admirable, completísima, animada por un espíritu inmortal, que constituye un macrocosmos sagrado.
Estamos en peligro de perder la sensibilidad ante lo grandioso de la maternidad/paternidad. Cooperar con Dios en la procreación es intervenir activamente en un portentoso milagro, porque, en cierto sentido, «es más milagro -dice Tomás de Aquino en Los cuatro opuestos- el crear almas, aunque esto maraville menos, que iluminar a un ciego; sin embargo, como esto es más raro, se tiene por más admirable». San Agustín queda incluso más admirado ante la formación de un nuevo ser humano que ante la resurrección de un muerto. Cuando Dios resucita a un muerto, recompone huesos y cenizas; sin embargo -explica ese grande del saber teológico- «tú, antes de llegar a ser hombre, no eras ni ceniza ni huesos; y has sido hecho, no siendo antes absolutamente nada».

Si dependiera de nosotros que Dios resucitase a un muerto (pariente, amigo o desconocido), seguramente haríamos todo cuanto estuviera en nuestro poder, por costoso que resultase. Si Dios nos dijera: haz esto, y este hombre volverá a la vida; sentiríamos una emoción profunda y nos hallaríamos felices de ser cooperadores de un hecho portentoso, divino. Pues aún de mayor relieve es la concepción de un nuevo ser humano. De donde no había nada, surge una imagen de Dios.

SAGRADA POR SU FIN Y SENTIDO DIVINOS

Toda vida humana es fruto del amor de la Trinidad que llama a cada hombre (varón o mujer) a la eterna comunión gozosa con las tres Personas divinas (Cfr. Mt 25, 21.23). Toda persona ha sido ordenada a un fin sobrenatural, es decir, a participar de los bienes divinos que superan la comprensión de la mente humana (DS 3005).
Todos los seres humanos -dice Juan Pablo II- deberían valorar la individualidad de cada una de las personas como criatura de Dios, llamada a ser hermano de Cristo en virtud de la encarnación y redención universal. Para nosotros la sacralidad de la persona se funda en estas premisas. Y sobre estas premisas se funda nuestra celebración de la vida, de toda vida humana. En rigor, las actitudes hostiles a la natalidad no sólo son deficitarias en conocimientos de matemáticas (porque no advierten el tremendo problema que se avecina con el envejecimiento de la población) sino que también son in-humanas, y, por supuesto, absolutamente extrañas al cristianismo. Se requiere haber perdido de vista lo que el hombre es y el sentido de la vida, para caer en esa suerte de nihilismo que prefiere la nada al ser; o suscribir el paradójico hedonismo que desprecia los bienes eternos por mantener, a toda costa, algunas comodidades provisionales. Es preciso recordar que el problema de la natalidad, como cualquier otro referente a la vida humana, hay que considerarlo, por encima de las perspectivas parciales de orden biológico o sociológico, a la luz de una visión integral del hombre y de su vocación, no sólo natural y terrena, sino también sobrenatural y eterna (cfr. Pablo VI, Humanae vitae)

UN CRIMEN ABOMINABLE

La vida humana es, pues, tanto por su origen, como por su naturaleza, como por su fin o sentido, una criatura muy de Dios, muy especialmente suya. Atentar contra esa vida es atentar contra la propiedad de Dios, como desafiarle cara a cara. «En verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis» (Cfr. Mt 25, 40). Estas palabras de Jesucristo nos hablan del punto extremo al que llega su amorosa solidaridad con cada uno de nosotros. Respeta infinitamente nuestra libertad, pero quien la use contra su imagen -varón o mujer-, quiérase o no, la usa contra Dios mismo. Y ante Él, más que ante tribunales e historias humanas, habrá que responder.
Se comprende bien así que la Iglesia católica haya enseñado siempre -también hoy porque es verdad perenne-, que el aborto procurado es un crimen abominable: Dios, Señor de la vida, ha confiado a los hombres la excelsa misión de conservar la vida, misión que deben cumplir de modo digno del hombre. Por consiguiente, se ha de proteger la vida con el máximo cuidado desde la concepción; tanto el aborto como el infanticidio son crímenes nefandos (cfr. Vat II, GS 51,3). La cooperación formal a un aborto constituye un pecado grave. La Iglesia sanciona con pena canónica de excomunión este delito: "quien procura el aborto, si éste se produce, incurre en excomunión latae sententiae" (CIC, can. 1398) es decir, "de modo que incurre ipso facto en ella quien comete el delito" (CIC, can 1314), en las condiciones previstas por el Derecho (cfr. CIC, can. 1323-24). Con esto la Iglesia no pretende restringir el ámbito de la misericordia divina; lo que hace es proclamar la gravedad del crimen cometido, el daño irreparable causado al inocente a quien se da muerte, a sus padres y a toda la sociedad.
El infanticidio (cfr. GS 51,3), el fratricidio, el parricidio, el homicidio del cónyuge son crímenes especialmente graves a causa de los vínculos naturales que rompen. Preocupaciones de eugenismo o de salud pública no pueden justificar ningún homicidio, aunque fuera ordenado por las propias autoridades (CEC 2268).
Se comprende que hay situaciones límite en las cuales surge la fuerte tentación de claudicar y matar o matarse. Ni el aborto procurado ni la eutanasia suicida son caprichos de sólo gente enajenada. Pero la comprensión y la compasión no pueden convertirse en cómplices de un asesinato. A la persona, su conciencia moral puede pedirle alguna vez un acto de heroísmo al servicio de la dignidad de la persona y de la sociedad. Las leyes civiles han de hacerse eco de ello. El Estado no puede eximirse de defender absoluta y positivamente la vida de sus súbditos en particular y de todos en general. Es una cuestión de bien común, fin esencial del Estado. Y esto se puede entender desde la mera razón jurídica, como muestra la Encíclica Evangelium vitae.

NO HAY VIDA HUMANA INÚTIL

Para el cristiano no hay vida humana inútil, por más que las apariencias sugieran lo contrario. Toda persona, cualquiera que sea su estado físico o psíquico, es eternamente llamada a ser eternamente feliz en el Cielo. Aunque a veces cueste entenderlo, también el dolor entra en los planes de Dios, quien lo encamina al bien de los que le aman.
«Una tribulación pasajera y liviana -dice el apóstol Pablo-, produce un inmenso e incalculable tesoro de gloria» (2 Cor 4, 13-15). ¿Qué decir, pues, de una tribulación grave y duradera, como puede ser una vida con tremendas deficiencias físicas o psíquicas, tanto para quien la sufre como para quienes han de protegerla y mimarla? No hay palabras para expresar la grandeza y el honor eterno que alcanzarán. «Considero, hermanos -insiste San Pablo-, que no se pueden comparar los sufrimientos de esta vida presente con la gloria futura que se ha de manifestar en nosotros» (Rom 21, 8-18). El Apóstol se gozaba en sus sufrimientos, porque así cumplía en su carne una porción de lo que Cristo ha querido sufrir en su Cuerpo, que es la Iglesia, para el bien de sus miembros y de toda la humanidad (Cfr. 1 Cor 12, 27).
Por eso, la Iglesia -afirma el Papa- cree firmemente que la vida humana, aunque débil y enferma, es siempre un don espléndido del Dios de la bondad. Contra el pesimismo y el egoísmo, que ofuscan el mundo, la Iglesia está en favor de la vida.

Via: arvo,net

►Trece argumentos a favor de la vida





Firmado por: Carlos Llano Cifuentes

En la consideración de la moralidad e inmoralidad del aborto debe tenerse en cuenta que en este tema como en muchos otros que son decisivos para el fenómeno humano entran en conflicto dos perspectivas éticas radicales.

Los partidarios de la legalización del aborto suelen adoptar como punto de vista lo que puede llamarse ética de las consecuencias, respondiendo a esta pregunta: si se legaliza el aborto ¿las consecuencias serán mejores o peores que las que se obtienen con el aborto ilegal? Se alegan así las beneficiosas consecuencias en el orden de la higiene, al evitar la clandestinidad; la disminución del número de abortos, cuando la presunta madre tenga la oportunidad, sin sigilos ni vergüenzas, de ser juiciosamente aconsejada, etc.

Quienes se oponen, en cambio, a la legalización del aborto adoptan comúnmente la perspectiva que puede denominarse ética de los principios. Se adopta como punto de partida el principio del respeto a la vida humana. Y entonces la pregunta que debe responderse es la siguiente: el fruto inmediato de la concepción ¿es un ser humano? Ante la respuesta a esta pregunta, el análisis de las consecuencias buenas o malas resulta secundario. Pues adoptado el principio del respeto a la vida humana nadie analizaría la cuestión de sí prescindir en este momento de la mitad de la humanidad, o de los ancianos, o de los débiles mentales, acarrearía buenas o malas consecuencias sobre el resto de los que quedarían con vida. Si se admite el principio del respeto a la vida humana la cuestión se centrará, como dijimos, en saber si el embrión es vida humana, y si hay otros principios de más valor que el de la vida del embrión, en nombre de los cuales pueda practicarse el aborto.

Francisco José Herrera Jaramillo ha tenido el acierto de abordar, como una parte de su extensa obra 1. ,la cuestión del aborto precisamente a la luz de la ética de los principios, y precisamente del principio de la defensa de la vida. Al hacerlo, desmonta, uno por uno, con rigor lógico y científico, los argumentos contemporáneos en pro del aborto, que se han popularizado tristemente, basándose en una ética pragmática o consecuencialista.

Antes de abocarse de lleno a esta contra argumentación, hace una descripción de los métodos empleados en el aborto, pues la mayoría de las personas que defienden su despenalización ignoran cómo éste se lleva a cabo. Esta argumentación no es propiamente moral, pero acude al mismo terreno sentimental al que suelen recurrir las argumentaciones en pro de la legalización del aborto. Acto seguido aborda ya la discusión ética del aborto, por medio de argumentaciones y contra argumentaciones, de las que damos a continuación un sucinto resumen.

1. El fruto de la concepción es una parte de la madre, no es un ser humano. En tal caso, puede prescindirse de él por causas razonables, como se practica la amputación de un miembro u órgano enfermo.

Crítica. El sistema de inmunología de la madre reacciona para expulsar al intruso, como si fuera un ser extraño, y éste logra mantenerse en el seno materno gracias a sus propios medios de defensa, muy delicadas. En algunos casos esta defensa no es tan eficaz como debiera, y el nuevo ser se malogra dando lugar al aborto espontáneo. En cualquier caso se trata de dos organismos distintos que", desde el punto de vista de la inmunología, se atacan y defienden autónomamente.

2. Si bien es cierto que el fruto de la concepción tiene vida propia, ésta no es humana. La prueba es que no tiene ni siquiera figura humana.

Crítica. La vida del embrión es humana porque su esencia (lo que es radical y en último término) es humana. Del embrión humano no puede desarrollarse un ser distinto del ser humano; luego ya es humano desde el principio, de modo parecido a como la bellota es encina y no nogal. El hecho de que no tenga figura humana no es exacto, pues figura humana no equivale a figura de adulto. El embrión tiene la figura humana que corresponde al embrión, no al adulto. Y la figura del embrión humano es micro-biológicamente tan distinta de la de un caballo, como distinta es la forma adulta de éste y la del jinete.

3.El feto no es un individuo porque depende absolutamente de la madre.

Crítica. Se trata de un ser distinto e individualizado, aunque dependa efectivamente de la madre. Y aun esta dependencia puede incluso someterse a discusión. Con la fertilización in vitro se ha visto que la vida puede surgir fuera del claustro materno, y que la relación entre madre e hijo es posterior, si bien esta relación es necesaria para el desarrollo subsiguiente del ser humano concebido. Este es ya una unidad, con un código genético único e irrepetible, al que sólo le falta desarrollarse.

4.La mujer es dueña de su propio cuerpo. La mujer, como persona que es, tiene derecho a disponer de su propio cuerpo. Negar este derecho a la mujer es una discriminación sexual, porque la mujer, al ser obligada a mantener el embarazo no deseado, no disfruta de la misma libertad que el hombre tiene sobre su propio cuerpo.

Crítica. Es cierto que la mujer, como toda persona, tiene derecho sobre su propio cuerpo. Pero tal derecho no es absoluto, pues está limitado por deberes morales por ejemplo, no atentar contra la propia integridad física y por los derechos de los demás. Entre los derechos ajenos se encuentra el derecho a la vida del no nacido; luego la madre no puede disponer arbitrariamente de su cuerpo, si ello ocasiona la muerte de una persona. El derecho a la vida del hijo está limitando el derecho de la madre a disponer sobre su propio cuerpo. Rige aquí el principio moral del respeto al derecho ajeno. Así le entendieron los revolucionarios franceses, inspirados por Robespierre, 1793, al estipular en el artículo 6 de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano: "la libertad es el poder que pertenece al hombre de hacer todo lo que no dañe a los derechos de los demás". Y el artículo 4 de una declaración análoga de 1789: "La libertad consiste en poder hacer todo lo que no dañe a los demás".

5.El aborto es una garantía para la libertad sexual. La naturaleza misma nos enseña que la virilidad está referida a la feminidad, y viceversa; luego el acto sexual es algo natural y, por lo tanto, debe ser libre. Hemos de liberarnos de tradiciones oscurantistas y religiosas, según las cuales el acto sexual está ordenado a la procreación. La mujer debe ser libre de buscar el placer sexual sin las ataduras de un embarazo no deseado.

Crítica. Es cierto que debe haber una libertad sexual, pero ordenada a unos fines. Entender por libertad sexual el practicar el coito irresponsablemente, equivale a despersonalizar las relaciones humanas; es, si vale la expresión, animalizar al hombre. No se puede negar, desde el punto de vista científico y no sólo religioso, la correspondencia que hay, por naturaleza, entre unión sexual y reproducción: la atracción sexual tiene por fin la reproducción de la especie humana. Esta atracción con vistas a la reproducción se pone ya de manifiesto entre el espermatozoide y el óvulo. El espermatozoide se dirige fatalmente al óvulo, y tiene así lugar la generación.

6.Si los llamados defensores de la vida humana se oponen al aborto, porque en él se destruye un organismo vivo portador de 46 cromosomas, ¿por qué no se oponen también a la extirpación de un riñón, el cual es otro organismo viviente con 46 cromosomas?

Crítica. El ser portador de 46 cromosomas, por sí solo, no significa necesariamente que estemos frente a un ser humano. El riñón está ordenado a vivir como parte del hombre, y al servicio de la totalidad de éste. Lo cual no ocurre en el embrión humano, el cual es una persona, Y no está en potencia de ser persona, sino que es ya persona en acto, aunque no del todo desarrollada.

7.El embarazo es una enfermedad y, por lo tanto, no se puede obligar a la madre a padecerlo. La mujer tiene un derecho natural que ha de ser respetado por todos: el derecho a la salud. Ahora bien, el embarazo supone un malestar, que en ocasiones se torna grave: obligar a la mujer a padecerlo es una indiscriminación injusta.

Crítica. El embarazo no es una enfermedad, sino un proceso natural, y la mujer encinta está desarrollando una función específica del sexo femenino: la maternidad, que está dentro del orden de la naturaleza.

8.En caso de peligro para la vida humana de la madre, o de gran riesgo para su salud, ha de permitirse el aborto. Este es el llamado aborto terapéutico, de gran acogida en los países europeos. La madre se encuentra en un estado de necesidad, y la única forma de salvar su vida humana, o su salud, es practicando el aborto, el cual no se hace arbitrariamente, sino en atención al cumplimiento de un deber moral: conservar la vida humana.

Crítica. La madre no tiene una calidad de vida superior a la del hijo no nacido, pues la vida humana, en su naturaleza misma, hace que sea imposible la evaluación de calidad, ya que toda vida humana es única e irrepetible. Por tanto, en el supuesto conflicto de los derechos entre la madre y el hijo, no se puede optar por ninguno de los dos, pues son iguales ante la Ley y su título de humano tiene la misma fuerza. Preferir la vida humana del hijo, o la vida humana de la madre, es una clara violación del artículo 7 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948: "Todos son iguales antes la Ley, y tienen, sin distinción, derecho a igual protección ante la ley". El artículo 3 de dicha declaración dice: "Todo individuo tiene derecho a la vida"; como el no nacido es, como dijimos en 1, un individuo de la especie humana, tiene tanto derecho a la vida como su propia madre.

No se puede comparar el aborto terapéutico con la legítima defensa que es un derecho natural subsiguiente del derecho de la vida porque el feto no es un agresor injusto. En el aborto no hay cumplimiento de ningún deber porque "el dejar morir o dejarse morir cuando no hay medios lícitos para impedirlo, no es ningún pecado" (Adeva).

9.Cuando se observa que el feto tiene malformaciones físicas graves o que puede llegar a padecer desequilibrios psíquicos, el aborto se hace necesario como una medida de prevención. Aristóteles incluso era partidario del aborto y del infanticidio eugenésico, al decir que "hace falta una ley que prohíba alimentar a todo hijo deforme" (Política, IV, XIV).

Crítica. Es necesario recurrir nuevamente a la teoría de la identidad sustancial de la calidad de vida de todo ser humano (Declaración de los Derechos Humanos, 1948, Art. 2, 3 y 7), ya que el derecho a la vida es universal, esto es, lo tiene todo ser humano sin importar sus accidentes y circunstancias. Lo que importa es su condición de persona y, si es persona, no importa que sea joven o anciana, enferma o saludable, útil o inútil. Además ¿con qué autoridad podemos decir que la vida de un malformado o psíquicamente desequilibrado es de inferior calidad a la vida de un hombre normal?

Sobre este respecto, es conveniente recordar una anécdota ocurrida al partidario del aborto, Monod, en un debate de la televisión francesa. Si usted sabe le dijo el biólogo Lejeune de un padre sifilítico y de una madre tuberculosa que tuvieron cuatro hijos: el primero nació ciego; el segundo murió nada más al nacer; el tercero nació sordo mudo; y el cuarto es tuberculoso. La madre queda embarazada de un quinto hijo. ¿Qué haría usted? Yo interrumpiría ese embarazo respondió Monod con toda la seguridad del caso; a lo que su contrincante, con una sonrisa le contestó: Pues hubiera matado usted a Beethoven.

El aborto fue el primer eslabón de la cadena inhumana de los nazis. Al concluir el famoso proceso de Nüremberg, un juez americano respondió a otros, que se admiró que las cosas hubiesen llegado a tal extremo: "llegaron a este extremo la primera vez que se condenó a un inocente".

10.El aborto es lícito en casos de violación o incesto. La eliminación del feto se hace entonces necesaria, para salvar el honor de la madre.

Crítica. No es cierto que la prohibición del aborto obligue a la mujer a ser madre, pues ella ya es madre; la cuestión no radica en si tiene o no que ser madre (ya que la mujer no necesariamente ha de ser madre) sino en si ya es madre, pues en caso positivo, por su condición de socio, debe convivir con su hijo, por lo menos mientras éste necesite de su cuidado exclusivo. En el caso del incesto (relación sexual entre consanguíneos próximos: madre e hijo, etc.), tanto si haya habido violación o como si ha sido consentido, ha de tenerse en cuenta que la sociedad le debe el respeto, pues la mujer no se ha deshonrado a sí misma (en caso de violación incentuosa) y que, en cualquier caso, el ser humano engendrado no tiene por qué pagar la culpa de su padre. En el caso de incesto consentido el hijo no es el que deshonra a la madre, sino que es ella misma la que se ha deshonrado, y el aborto no recupera la honra perdida. Agustín de Hipona afirmó a este respecto: "la fornicación de la meretriz es obra exclusiva suya; el alumbramiento del hijo es obra de Dios, y el apetito torpe de lucro con el auxilio divino se torna amor materno".

11.La ley humana no puede castigar o prohibir todos los males, ya que, al pretender evitar los males, se seguiría también la supresión de muchos bienes. Por tanto, puede permitir o legalizar el aborto, como lo sugiere Miret Magdalena. (Introducción al libro de M.M. Litchfield, Niños para quemar, Barcelona, 1977).

No toda infracción de la ley natural puede insertarse en la ley positiva o civil, pues, como dice Santo Tomás (I-II, Q. 91, a. 4), la ley humana no cohíbe todos los vicios, sino los más graves, y principalmente los que redundan en daño de otros, sin cuya prohibición no podría conservarse la sociedad, como los homicidios y robos.

Crítica. Es evidente que dejar impune un homicidio constituye un grave atentado a la convivencia social. El homicidio no es un mal tolerable, porque va en perjuicio de otro. El aborto es un homicidio (según vimos en 1, 2 y 3). El deber de respetar la vida ajena lo tiene el hombre porque es socio. No hay ningún derecho contra tal deber. La ley no puede permitir el homicidio porque con ello desconocería una base fundamental para que los asociados puedan convivir. Si se desconoce el derecho a la vida ¿qué otro derecho puede haber?

12.Despenalizar no es lo mismo que legalizar. Se dice que con la despenalización del aborto no se está legalizando una conducta nociva, sino tan sólo permitiendo, en determinadas condiciones, tal conducta. A nadie se le está obligando abortar; no es un mandato, sino una permisión, que es diferente.

Crítica. Los actos de la ley se clasifican en preceptivos, prohibitivos, permisivos y punitivos (Santo Tomás, I-II, Q.92, a. 2). Despenalizar el aborto significa, lógicamente, permitir el homicidio, ya que legalizar es lo mismo que el acto permisivo de la ley. En el Estado de Derecho los particulares pueden hacer todo lo que no esté prohibido por la ley, al paso que el Estado sólo puede hacer lo que le está permitido. La única fórmula de legalizar no es mediante un precepto, sino mediante una legislación que permita una determinada conducta; luego el permitir el aborto significa legalizarlo.

13.La ley que prohíbe el aborto se toma ineficaz y es causa de que las prácticas abortivas, hechas en la clandestinidad, sean poco higiénicas, provocando graves peligros a la madre.

Crítica. Aunque éste es un razonamiento típico de la ética de las consecuencias, puede verse que las consecuencias de la despenalización del aborto no son tan beneficiosas como sus partidarios las quieren. Se ha demostrado (J.C. Wieke) que la legalización del aborto no conduce a la disminución de los abortos clandestinos: en Suecia, nos dice la revista Lancet, "la ley sueca en su forma actual no ha sido capaz de disminuir el aborto criminal". Cristopher Tietze dice que "es dudoso si este objetivo se ha alcanzado en algunos de los países estudiados". Igual sucede en Japón, en donde se da un millón de abortos controlados, contra dos millones de abortos (Family Planning in Japan, a record of failure, "Asahi Journal", Oct. 16, 1966, pág. 52). Los doctores Hilgers y Shearin de la Clínica Mayo, recopilaron 21 estadísticas de 10 naciones diferentes. En 8 de estos países, la liberalización del aborto no influyó en la disminución de los abortos clandestinos, y en dos países aumentó el índice de clandestinidad (Ililgers-Shearin, Induced Abortion a document report. Cap. 7, 2a. ed. Enero 1973). En Inglaterra el Real Colegio de Obstetricia y Ginecología manifestó que "nuestras cifras indican que a pesar de un marcado número de abortos legales, desde 1968 a 1969, desafortunadamente no hubo un cambio significativo en el número de abortos clandestinos que requerían ingreso en un hospital. El hecho de que la legalización del aborto no haya, hasta el momento, reducido materialmente el número de abortos, ni de muertes producidas por abortos de todas clases, no es sorprendente. Esto confirma la experiencia de la mayoría de las naciones y fue pronosticado por el Colegio en su declaración de 1966" (British Medical Journal, Mayo 1970).

De todo lo anterior podemos concluir que el aborto democrático no tiene fundamento, ya que no todo derecho se reconoce a través de la votación. Hay asuntos que no son objeto de opinión o de opción, sino de conocimiento y estudio; no de elección sino de verdad (Hervada, Derecho natural, democracia y cultura, en "Persona y Derecho", VI, 1979, pág. 198). A esta conclusión se llega, como lo hace Francisco José Herrera Jaramillo, cuando se analizan no las supuestas ventajas del aborto, desde un punto de vista de una ética de las consecuencias, sino el derecho a la vida, desde el punto de vista de la ética de los principios.

ISTMO 162

1. El derecho a la vida y el aborto, Eunsa, Pamplona, 1984.

Via: Encuentra.com

lunes, 14 de noviembre de 2011

►CÓDIGO INTERNACIONAL DE ÉTICA MÉDICA





Deberes generales de los médicos:

El médico mantendrá siempre el más alto nivel de conducta profesional. El médico no permitirá que el ejercicio libre e independiente de su juicio profesional en favor de sus pacientes quede influido por motivos de ganancia. En todo tipo de práctica médica, el médico procurará prestar su servicio profesional con competencia, con plena independencia técnica y moral, y con compasión y respeto por la dignidad del hombre. El médico debe tratar con honradez a sus pacientes y colegas y se obliga a denunciar a los médicos débiles de carácter o deficientes en competencia y a los que incurran en fraude o engaño.

Se consideran faltas de ética las siguientes prácticas:

a) La publicidad hecha por el médico, a menos que esté permitida por las leyes del país y por el Código de Ética de la asociación médica nacional.

b) Dar o recibir una comisión u otra ventaja por haber enviado un enfermo a un colega, o por dirigir al paciente a determinada farmacia o establecimiento. El médico deberá respetar los derechos de los pacientes, de los colegas y de los otros profesionales de la salud, y protegerá las confidencias de sus enfermos. El médico, cuando administre cuidados profesionales que puedan debilitar la condición física o mental de su paciente, sólo lo hará para beneficio del enfermo. El médico obrará con suma cautela al divulgar, a través de canales no profesionales, sus descubrimientos, nuevas técnicas o remedios. El médico certificará sólo lo que haya comprobado personalmente.

Deberes de los médicos hacia los enfermos:

El primero: Preservar la vida humana

El médico tendrá siempre presente su deber de preservar la vida humana. El médico debe a su paciente una total lealtad y todos los recursos de su ciencia. Siempre que un médico vea que alguna exploración o tratamiento sobrepasan su capacidad, deberá pedir la ayuda de otro médico que tenga la habilidad necesaria. El médico guardará secreto absoluto sobre todo lo que sabe acerca de su paciente, aun después de la muerte de éste. El médico tiene la obligación humanitaria de prestar auxilios en caso de urgencia, a no ser que esté seguro de que otros médicos pueden y quieren prestar esos auxilios.

Deberes de los médicos entre si:

El médico se portará con sus colegas como quisiera que sus colegas se portaran con él.

El médico no puede atraer hacia sí los pacientes de sus colegas.

El médico observará los principios de la Declaración de Ginebra aprobada por la Asociación Médica Mundial.

Adoptado en Londres, 1949. 
Enmendado en Sydney, 1968 y en Venecia, 1983.

jueves, 4 de agosto de 2011

El Papa recuerda la responsabilidad moral de los gobernantes



CIUDAD DEL VATICANO

Benedicto XVI, en la reflexión anterior al rezo del Ángelus, comentó el pasaje del Libro de los Reyes en que Salomón, al subir al trono, pide a Dios un corazón dócil para servir con justicia a su pueblo y distinguir el bien del mal.

Ante los fieles reunidos en el patio del palacio apostólico de Castel Gandolfo, el Papa explicó el significado de la súplica de Salomón: 

"Sabemos que el corazón en la Biblia -dijo- no indica solamente una parte del cuerpo, sino el centro de la persona, la sede de sus intenciones y juicios, en resumen, la conciencia. Corazón dócil significa, por tanto, una conciencia que sabe escuchar, que es sensible a la voz de la verdad y por eso sabe distinguir el bien del mal. En el caso de Salomón, la petición está motivada por la responsabilidad de guiar una nación, Israel, el pueblo elegido por Dios para manifestar al mundo su plan de salvación. Por eso, el rey de Israel debe intentar estar siempre en sintonía con Dios, a la escucha de su palabra, para guiar al pueblo por los caminos del Señor, los caminos de la justicia y la paz".

Pero el ejemplo de Salomón, agregó el pontífice, "es valido para cada ser humano. Cada uno de nosotros tiene una conciencia para ser, de alguna manera, "rey", es decir para ejercer la gran dignidad humana de actuar según la recta conciencia obrando el bien y evitando el mal. La conciencia moral presupone la capacidad de escuchar la voz de la verdad, de ser dócil a sus indicaciones. Las personas llamadas a tareas de gobierno tienen naturalmente una responsabilidad ulterior y, como Salomón nos enseña, necesitan todavía más la ayuda de Dios".

Sin embargo, "todos tenemos un papel que desempeñar en las situaciones que nos toca vivir. Una mentalidad equivocada nos sugiere que pidamos a Dios cosas o condiciones de favor; en realidad, la verdadera calidad de nuestra vida y de la vida social depende de la recta conciencia de cada uno, de la capacidad de cada uno y de todos, de reconocer el bien separándolo del mal y de intentar, con paciencia, ponerlo en práctica".

"Pidamos ayuda a la Virgen María -concluyó- (...) para formar, con la gracia de Dios, nuestra conciencia de modo que esté siempre abierta a la verdad y sea sensible a la justicia para servir al Reino de Dios".

 Fuente: Catholic.net

miércoles, 3 de agosto de 2011

Voces jóvenes dicen la verdad sobre la vida humana a las Naciones Unidas

Voces jóvenes dicen la verdad sobre la vida humana a las Naciones Unidas
La «Declaración de la Juventud a la ONU y al Mundo» de la Alianza Internacional de la Juventud fue presentada el lunes, resalta ocho principios basados en la dignidad de la persona



Autor: Lauren Funk | Fuente: C Fam



NUEVA YORK, 29 de julio de 2011 (C-FAM) Las entusiastas voces de la juventud pro-vida de todo el mundo se impusieron en los eventos de la Reunión de Alto Nivel sobre la Juventud esta semana en las Naciones Unidas, atrayendo la atención tanto de funcionarios como de delegados de la ONU.

«Sigo cruzándome con estos pro-vida, están en todos lados... de hecho la mayoría de la gente que he entrevistado es pro-vida», dijo a un miembro de la Alianza Internacional de la Juventud una joven que trabajaba para el Fondo de Población, mientras entrevistaba a los asistentes a la conferencia.

«Nosotros [los miembros de la Alianza Internacional de la Juventud] éramos la mitad, si no más, de los jóvenes que de hecho estaban en la conferencia», dijo a Friday Fax un participante de la Alianza. «Y cualquier persona que hablaba en contra de nosotros [y de nuestro mensaje sobre la vida humana] era adulta, no joven».

La «Declaración de la Juventud a la ONU y al Mundo» de la Alianza Internacional de la Juventud fue presentada el lunes, en la sesión de la Asamblea General. El manifiesto, que resalta ocho principios basados en la dignidad de la persona, fue recibido con aplausos por los jóvenes de la galería de ONG.

Además de participar en los eventos oficiales de esta reunión de alto nivel, los miembros de la Alianza patrocinaron un «Día de formación para jóvenes» encabezado por un grupo de reconocidos oradores estadounidenses (muchos de ellos, jóvenes) que se presentaron ante un público de más de 100 jóvenes y miembros de organizaciones no gubernamentales.

«Los jóvenes pro-vida que participaron en los paneles interactivos de la conferencia y de los debates hablaron con tanta pasión, sin fijar la mirada en un papel, sino mirándonos a nosotros, a la audiencia. Los otros [aquellos que trabajaban para organismos de la ONU u organizaciones afines] se veían aburridos, como queriendo irse y acabar con eso... no estaban totalmente enganchados», explicó a Friday Fax otro joven participante.

La Alianza Internacional de la Juventud también patrocinó un evento presentado por la Misión de la Santa Sede ante la ONU, que expuso una perspectiva de la juventud centrada en la dignidad y en la vida vivida en verdadera libertad, en lugar de una existencia conducida por pasiones egoístas.

«Los jóvenes tienen mucho más en sus cabezas que el sexo. Nuestros jóvenes están necesitados del estímulo de una vida de verdadera grandeza», explicó una de las presentadoras, la ex concursante del programa estadounidense America´s Next Top Model, Leah Darrow. Su incentivo tanto para la juventud como para los delegados se unió al de Kristan Hawkins, de Students for Life of America, al de Meghan Knighton, del Catholic Near East Welfare Association, y al de Jeffrey Azize y Michael Campo, productores del documental «The Human Experience» (La Experiencia Humana), que fue aclamado por la crítica.

Los presentadores criticaron a quienes pintan el futuro de la juventud con pinceladas sombrías, e hicieron hincapié en que la clave para hacer realidad la dignidad humana es desafiar a la juventud y a la sociedad en su conjunto a vivir una vida virtuosa. 

El arzobispo Francis Chullikatt dijo a Friday Fax: «Los jóvenes panelistas expusieron magníficamente el importante papel de la gente joven en la transformación de la sociedad y de la cultura actual a través de los valores evangélicos. Su testimonio personal de vida cristiana es la clase de legado que necesita dejarse a las generaciones futuras».

Traducido por Luciana María Palazzo de Castellano
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CONSAGRACIÓN DEL MATRIMONIO AL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA

CONSAGRACIÓN DEL MATRIMONIO AL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA
"Oh, Corazón Inmaculado de María, refugio seguro de nosotros pecadores y ancla firme de salvación, a Ti queremos hoy consagrar nuestro matrimonio. En estos tiempos de gran batalla espiritual entre los valores familiares auténticos y la mentalidad permisiva del mundo, te pedimos que Tu, Madre y Maestra, nos muestres el camino verdadero del amor, del compromiso, de la fidelidad, del sacrificio y del servicio. Te pedimos que hoy, al consagrarnos a Ti, nos recibas en tu Corazón, nos refugies en tu manto virginal, nos protejas con tus brazos maternales y nos lleves por camino seguro hacia el Corazón de tu Hijo, Jesús. Tu que eres la Madre de Cristo, te pedimos nos formes y moldees, para que ambos seamos imágenes vivientes de Jesús en nuestra familia, en la Iglesia y en el mundo. Tu que eres Virgen y Madre, derrama sobre nosotros el espíritu de pureza de corazón, de mente y de cuerpo. Tu que eres nuestra Madre espiritual, ayúdanos a crecer en la vida de la gracia y de la santidad, y no permitas que caigamos en pecado mortal o que desperdiciemos las gracias ganadas por tu Hijo en la Cruz. Tu que eres Maestra de las almas, enséñanos a ser dóciles como Tu, para acoger con obediencia y agradecimiento toda la Verdad revelada por Cristo en su Palabra y en la Iglesia. Tu que eres Mediadora de las gracias, se el canal seguro por el cual nosotros recibamos las gracias de conversión, de amor, de paz, de comunicación, de unidad y comprensión. Tu que eres Intercesora ante tu Hijo, mantén tu mirada misericordiosa sobre nosotros, y acércate siempre a tu Hijo, implorando como en Caná, por el milagro del vino que nos hace falta. Tu que eres Corredentora, enséñanos a ser fieles, el uno al otro, en los momentos de sufrimiento y de cruz. Que no busquemos cada uno nuestro propio bienestar, sino el bien del otro. Que nos mantengamos fieles al compromiso adquirido ante Dios, y que los sacrificios y luchas sepamos vivirlos en unión a tu Hijo Crucificado. En virtud de la unión del Inmaculado Corazón de María con el Sagrado Corazón de Jesús, pedimos que nuestro matrimonio sea fortalecido en la unidad, en el amor, en la responsabilidad a nuestros deberes, en la entrega generosa del uno al otro y a los hijos que el Señor nos envíe. Que nuestro hogar sea un santuario doméstico donde oremos juntos y nos comuniquemos con alegría y entusiasmo. Que siempre nuestra relación sea, ante todos, un signo visible del amor y la fidelidad. Te pedimos, Oh Madre, que en virtud de esta consagración, nuestro matrimonio sea protegido de todo mal espiritual, físico o material. Que tu Corazón Inmaculado reine en nuestro hogar para que así Jesucristo sea amado y obedecido en nuestra familia. Qué sostenidos por Su amor y Su gracia nos dispongamos a construir, día a día, la civilización del amor: el Reinado de los Dos Corazones. Amén. -Madre Adela Galindo, Fundadora SCTJM

CONSAGRACIÓN DEL MATRIMONIO A LOS DOS CORAZONES EN SU RENOVACIÓN DE VOTOS

CONSAGRACIÓN DEL MATRIMONIO A LOS DOS CORAZONES EN SU RENOVACIÓN DE VOTOS
Oh Corazones de Jesús y María, cuya perfecta unidad y comunión ha sido definida como una alianza, término que es también característico del sacramento del matrimonio, por que conlleva una constante reciprocidad en el amor y en la dedicación total del uno al otro. Es la alianza de Sus Corazones la que nos revela la identidad y misión fundamental del matrimonio y la familia: ser una comunidad de amor y vida. Hoy queremos dar gracias a los Corazones de Jesús y María, ante todo, por que en ellos hemos encontrado la realización plena de nuestra vocación matrimonial y por que dentro de Sus Corazones, hemos aprendido las virtudes de la caridad ardiente, de la fidelidad y permanencia, de la abnegación y búsqueda del bien del otro. También damos gracias por que en los Corazones de Jesús y María hemos encontrado nuestro refugio seguro ante los peligros de estos tiempos en que las dos grandes culturas la del egoísmo y de la muerte, quieren ahogar como fuerte diluvio la vida matrimonial y familiar. Hoy deseamos renovar nuestros votos matrimoniales dentro de los Corazones de Jesús y María, para que dentro de sus Corazones permanezcamos siempre unidos en el amor que es mas fuerte que la muerte y en la fidelidad que es capaz de mantenerse firme en los momentos de prueba. Deseamos consagrar los años pasados, para que el Señor reciba como ofrenda de amor todo lo que en ellos ha sido manifestación de amor, de entrega, servicio y sacrificio incondicional. Queremos también ofrecer reparación por lo que no hayamos vivido como expresión sublime de nuestro sacramento. Consagramos el presente, para que sea una oportunidad de gracia y santificación de nuestras vidas personales, de nuestro matrimonio y de la vida de toda nuestra familia. Que sepamos hoy escuchar los designios de los Corazones de Jesús y María, y respondamos con generosidad y prontitud a todo lo que Ellos nos indiquen y deseen hacer con nosotros. Que hoy nos dispongamos, por el fruto de esta consagración a construir la civilización del amor y la vida. Consagramos los años venideros, para que atentos a Sus designios de amor y misericordia, nos dispongamos a vivir cada momento dentro de los Corazones de Jesús y María, manifestando entre nosotros y a los demás, sus virtudes, disposiciones internas y externas. Consagramos todas las alegrías y las tristezas, las pruebas y los gozos, todo ofrecido en reparación y consolación a Sus Corazones. Consagramos toda nuestra familia para que sea un santuario doméstico de los Dos Corazones, en donde se viva en oración, comunión, comunicación, generosidad y fidelidad en el sufrimiento. Que los Corazones de Jesús y María nos protejan de todo mal espiritual, físico o material. Que los Dos Corazones reinen en nuestro matrimonio y en nuestra familia, para que Ellos sean los que dirijan nuestros corazones y vivamos así, cada día, construyendo el reinado de sus Corazones: la civilización del amor y la vida. Amén! Nombre de esposos______________________________ Fecha________________________ -Madre Adela Galindo, Fundadora SCTJM

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Experimentación fetal, transplantes, cosmética y su relación con el aborto provocado.

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