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jueves, 26 de enero de 2012

►Trece argumentos a favor de la vida





Firmado por: Carlos Llano Cifuentes

En la consideración de la moralidad e inmoralidad del aborto debe tenerse en cuenta que en este tema como en muchos otros que son decisivos para el fenómeno humano entran en conflicto dos perspectivas éticas radicales.

Los partidarios de la legalización del aborto suelen adoptar como punto de vista lo que puede llamarse ética de las consecuencias, respondiendo a esta pregunta: si se legaliza el aborto ¿las consecuencias serán mejores o peores que las que se obtienen con el aborto ilegal? Se alegan así las beneficiosas consecuencias en el orden de la higiene, al evitar la clandestinidad; la disminución del número de abortos, cuando la presunta madre tenga la oportunidad, sin sigilos ni vergüenzas, de ser juiciosamente aconsejada, etc.

Quienes se oponen, en cambio, a la legalización del aborto adoptan comúnmente la perspectiva que puede denominarse ética de los principios. Se adopta como punto de partida el principio del respeto a la vida humana. Y entonces la pregunta que debe responderse es la siguiente: el fruto inmediato de la concepción ¿es un ser humano? Ante la respuesta a esta pregunta, el análisis de las consecuencias buenas o malas resulta secundario. Pues adoptado el principio del respeto a la vida humana nadie analizaría la cuestión de sí prescindir en este momento de la mitad de la humanidad, o de los ancianos, o de los débiles mentales, acarrearía buenas o malas consecuencias sobre el resto de los que quedarían con vida. Si se admite el principio del respeto a la vida humana la cuestión se centrará, como dijimos, en saber si el embrión es vida humana, y si hay otros principios de más valor que el de la vida del embrión, en nombre de los cuales pueda practicarse el aborto.

Francisco José Herrera Jaramillo ha tenido el acierto de abordar, como una parte de su extensa obra 1. ,la cuestión del aborto precisamente a la luz de la ética de los principios, y precisamente del principio de la defensa de la vida. Al hacerlo, desmonta, uno por uno, con rigor lógico y científico, los argumentos contemporáneos en pro del aborto, que se han popularizado tristemente, basándose en una ética pragmática o consecuencialista.

Antes de abocarse de lleno a esta contra argumentación, hace una descripción de los métodos empleados en el aborto, pues la mayoría de las personas que defienden su despenalización ignoran cómo éste se lleva a cabo. Esta argumentación no es propiamente moral, pero acude al mismo terreno sentimental al que suelen recurrir las argumentaciones en pro de la legalización del aborto. Acto seguido aborda ya la discusión ética del aborto, por medio de argumentaciones y contra argumentaciones, de las que damos a continuación un sucinto resumen.

1. El fruto de la concepción es una parte de la madre, no es un ser humano. En tal caso, puede prescindirse de él por causas razonables, como se practica la amputación de un miembro u órgano enfermo.

Crítica. El sistema de inmunología de la madre reacciona para expulsar al intruso, como si fuera un ser extraño, y éste logra mantenerse en el seno materno gracias a sus propios medios de defensa, muy delicadas. En algunos casos esta defensa no es tan eficaz como debiera, y el nuevo ser se malogra dando lugar al aborto espontáneo. En cualquier caso se trata de dos organismos distintos que", desde el punto de vista de la inmunología, se atacan y defienden autónomamente.

2. Si bien es cierto que el fruto de la concepción tiene vida propia, ésta no es humana. La prueba es que no tiene ni siquiera figura humana.

Crítica. La vida del embrión es humana porque su esencia (lo que es radical y en último término) es humana. Del embrión humano no puede desarrollarse un ser distinto del ser humano; luego ya es humano desde el principio, de modo parecido a como la bellota es encina y no nogal. El hecho de que no tenga figura humana no es exacto, pues figura humana no equivale a figura de adulto. El embrión tiene la figura humana que corresponde al embrión, no al adulto. Y la figura del embrión humano es micro-biológicamente tan distinta de la de un caballo, como distinta es la forma adulta de éste y la del jinete.

3.El feto no es un individuo porque depende absolutamente de la madre.

Crítica. Se trata de un ser distinto e individualizado, aunque dependa efectivamente de la madre. Y aun esta dependencia puede incluso someterse a discusión. Con la fertilización in vitro se ha visto que la vida puede surgir fuera del claustro materno, y que la relación entre madre e hijo es posterior, si bien esta relación es necesaria para el desarrollo subsiguiente del ser humano concebido. Este es ya una unidad, con un código genético único e irrepetible, al que sólo le falta desarrollarse.

4.La mujer es dueña de su propio cuerpo. La mujer, como persona que es, tiene derecho a disponer de su propio cuerpo. Negar este derecho a la mujer es una discriminación sexual, porque la mujer, al ser obligada a mantener el embarazo no deseado, no disfruta de la misma libertad que el hombre tiene sobre su propio cuerpo.

Crítica. Es cierto que la mujer, como toda persona, tiene derecho sobre su propio cuerpo. Pero tal derecho no es absoluto, pues está limitado por deberes morales por ejemplo, no atentar contra la propia integridad física y por los derechos de los demás. Entre los derechos ajenos se encuentra el derecho a la vida del no nacido; luego la madre no puede disponer arbitrariamente de su cuerpo, si ello ocasiona la muerte de una persona. El derecho a la vida del hijo está limitando el derecho de la madre a disponer sobre su propio cuerpo. Rige aquí el principio moral del respeto al derecho ajeno. Así le entendieron los revolucionarios franceses, inspirados por Robespierre, 1793, al estipular en el artículo 6 de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano: "la libertad es el poder que pertenece al hombre de hacer todo lo que no dañe a los derechos de los demás". Y el artículo 4 de una declaración análoga de 1789: "La libertad consiste en poder hacer todo lo que no dañe a los demás".

5.El aborto es una garantía para la libertad sexual. La naturaleza misma nos enseña que la virilidad está referida a la feminidad, y viceversa; luego el acto sexual es algo natural y, por lo tanto, debe ser libre. Hemos de liberarnos de tradiciones oscurantistas y religiosas, según las cuales el acto sexual está ordenado a la procreación. La mujer debe ser libre de buscar el placer sexual sin las ataduras de un embarazo no deseado.

Crítica. Es cierto que debe haber una libertad sexual, pero ordenada a unos fines. Entender por libertad sexual el practicar el coito irresponsablemente, equivale a despersonalizar las relaciones humanas; es, si vale la expresión, animalizar al hombre. No se puede negar, desde el punto de vista científico y no sólo religioso, la correspondencia que hay, por naturaleza, entre unión sexual y reproducción: la atracción sexual tiene por fin la reproducción de la especie humana. Esta atracción con vistas a la reproducción se pone ya de manifiesto entre el espermatozoide y el óvulo. El espermatozoide se dirige fatalmente al óvulo, y tiene así lugar la generación.

6.Si los llamados defensores de la vida humana se oponen al aborto, porque en él se destruye un organismo vivo portador de 46 cromosomas, ¿por qué no se oponen también a la extirpación de un riñón, el cual es otro organismo viviente con 46 cromosomas?

Crítica. El ser portador de 46 cromosomas, por sí solo, no significa necesariamente que estemos frente a un ser humano. El riñón está ordenado a vivir como parte del hombre, y al servicio de la totalidad de éste. Lo cual no ocurre en el embrión humano, el cual es una persona, Y no está en potencia de ser persona, sino que es ya persona en acto, aunque no del todo desarrollada.

7.El embarazo es una enfermedad y, por lo tanto, no se puede obligar a la madre a padecerlo. La mujer tiene un derecho natural que ha de ser respetado por todos: el derecho a la salud. Ahora bien, el embarazo supone un malestar, que en ocasiones se torna grave: obligar a la mujer a padecerlo es una indiscriminación injusta.

Crítica. El embarazo no es una enfermedad, sino un proceso natural, y la mujer encinta está desarrollando una función específica del sexo femenino: la maternidad, que está dentro del orden de la naturaleza.

8.En caso de peligro para la vida humana de la madre, o de gran riesgo para su salud, ha de permitirse el aborto. Este es el llamado aborto terapéutico, de gran acogida en los países europeos. La madre se encuentra en un estado de necesidad, y la única forma de salvar su vida humana, o su salud, es practicando el aborto, el cual no se hace arbitrariamente, sino en atención al cumplimiento de un deber moral: conservar la vida humana.

Crítica. La madre no tiene una calidad de vida superior a la del hijo no nacido, pues la vida humana, en su naturaleza misma, hace que sea imposible la evaluación de calidad, ya que toda vida humana es única e irrepetible. Por tanto, en el supuesto conflicto de los derechos entre la madre y el hijo, no se puede optar por ninguno de los dos, pues son iguales ante la Ley y su título de humano tiene la misma fuerza. Preferir la vida humana del hijo, o la vida humana de la madre, es una clara violación del artículo 7 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948: "Todos son iguales antes la Ley, y tienen, sin distinción, derecho a igual protección ante la ley". El artículo 3 de dicha declaración dice: "Todo individuo tiene derecho a la vida"; como el no nacido es, como dijimos en 1, un individuo de la especie humana, tiene tanto derecho a la vida como su propia madre.

No se puede comparar el aborto terapéutico con la legítima defensa que es un derecho natural subsiguiente del derecho de la vida porque el feto no es un agresor injusto. En el aborto no hay cumplimiento de ningún deber porque "el dejar morir o dejarse morir cuando no hay medios lícitos para impedirlo, no es ningún pecado" (Adeva).

9.Cuando se observa que el feto tiene malformaciones físicas graves o que puede llegar a padecer desequilibrios psíquicos, el aborto se hace necesario como una medida de prevención. Aristóteles incluso era partidario del aborto y del infanticidio eugenésico, al decir que "hace falta una ley que prohíba alimentar a todo hijo deforme" (Política, IV, XIV).

Crítica. Es necesario recurrir nuevamente a la teoría de la identidad sustancial de la calidad de vida de todo ser humano (Declaración de los Derechos Humanos, 1948, Art. 2, 3 y 7), ya que el derecho a la vida es universal, esto es, lo tiene todo ser humano sin importar sus accidentes y circunstancias. Lo que importa es su condición de persona y, si es persona, no importa que sea joven o anciana, enferma o saludable, útil o inútil. Además ¿con qué autoridad podemos decir que la vida de un malformado o psíquicamente desequilibrado es de inferior calidad a la vida de un hombre normal?

Sobre este respecto, es conveniente recordar una anécdota ocurrida al partidario del aborto, Monod, en un debate de la televisión francesa. Si usted sabe le dijo el biólogo Lejeune de un padre sifilítico y de una madre tuberculosa que tuvieron cuatro hijos: el primero nació ciego; el segundo murió nada más al nacer; el tercero nació sordo mudo; y el cuarto es tuberculoso. La madre queda embarazada de un quinto hijo. ¿Qué haría usted? Yo interrumpiría ese embarazo respondió Monod con toda la seguridad del caso; a lo que su contrincante, con una sonrisa le contestó: Pues hubiera matado usted a Beethoven.

El aborto fue el primer eslabón de la cadena inhumana de los nazis. Al concluir el famoso proceso de Nüremberg, un juez americano respondió a otros, que se admiró que las cosas hubiesen llegado a tal extremo: "llegaron a este extremo la primera vez que se condenó a un inocente".

10.El aborto es lícito en casos de violación o incesto. La eliminación del feto se hace entonces necesaria, para salvar el honor de la madre.

Crítica. No es cierto que la prohibición del aborto obligue a la mujer a ser madre, pues ella ya es madre; la cuestión no radica en si tiene o no que ser madre (ya que la mujer no necesariamente ha de ser madre) sino en si ya es madre, pues en caso positivo, por su condición de socio, debe convivir con su hijo, por lo menos mientras éste necesite de su cuidado exclusivo. En el caso del incesto (relación sexual entre consanguíneos próximos: madre e hijo, etc.), tanto si haya habido violación o como si ha sido consentido, ha de tenerse en cuenta que la sociedad le debe el respeto, pues la mujer no se ha deshonrado a sí misma (en caso de violación incentuosa) y que, en cualquier caso, el ser humano engendrado no tiene por qué pagar la culpa de su padre. En el caso de incesto consentido el hijo no es el que deshonra a la madre, sino que es ella misma la que se ha deshonrado, y el aborto no recupera la honra perdida. Agustín de Hipona afirmó a este respecto: "la fornicación de la meretriz es obra exclusiva suya; el alumbramiento del hijo es obra de Dios, y el apetito torpe de lucro con el auxilio divino se torna amor materno".

11.La ley humana no puede castigar o prohibir todos los males, ya que, al pretender evitar los males, se seguiría también la supresión de muchos bienes. Por tanto, puede permitir o legalizar el aborto, como lo sugiere Miret Magdalena. (Introducción al libro de M.M. Litchfield, Niños para quemar, Barcelona, 1977).

No toda infracción de la ley natural puede insertarse en la ley positiva o civil, pues, como dice Santo Tomás (I-II, Q. 91, a. 4), la ley humana no cohíbe todos los vicios, sino los más graves, y principalmente los que redundan en daño de otros, sin cuya prohibición no podría conservarse la sociedad, como los homicidios y robos.

Crítica. Es evidente que dejar impune un homicidio constituye un grave atentado a la convivencia social. El homicidio no es un mal tolerable, porque va en perjuicio de otro. El aborto es un homicidio (según vimos en 1, 2 y 3). El deber de respetar la vida ajena lo tiene el hombre porque es socio. No hay ningún derecho contra tal deber. La ley no puede permitir el homicidio porque con ello desconocería una base fundamental para que los asociados puedan convivir. Si se desconoce el derecho a la vida ¿qué otro derecho puede haber?

12.Despenalizar no es lo mismo que legalizar. Se dice que con la despenalización del aborto no se está legalizando una conducta nociva, sino tan sólo permitiendo, en determinadas condiciones, tal conducta. A nadie se le está obligando abortar; no es un mandato, sino una permisión, que es diferente.

Crítica. Los actos de la ley se clasifican en preceptivos, prohibitivos, permisivos y punitivos (Santo Tomás, I-II, Q.92, a. 2). Despenalizar el aborto significa, lógicamente, permitir el homicidio, ya que legalizar es lo mismo que el acto permisivo de la ley. En el Estado de Derecho los particulares pueden hacer todo lo que no esté prohibido por la ley, al paso que el Estado sólo puede hacer lo que le está permitido. La única fórmula de legalizar no es mediante un precepto, sino mediante una legislación que permita una determinada conducta; luego el permitir el aborto significa legalizarlo.

13.La ley que prohíbe el aborto se toma ineficaz y es causa de que las prácticas abortivas, hechas en la clandestinidad, sean poco higiénicas, provocando graves peligros a la madre.

Crítica. Aunque éste es un razonamiento típico de la ética de las consecuencias, puede verse que las consecuencias de la despenalización del aborto no son tan beneficiosas como sus partidarios las quieren. Se ha demostrado (J.C. Wieke) que la legalización del aborto no conduce a la disminución de los abortos clandestinos: en Suecia, nos dice la revista Lancet, "la ley sueca en su forma actual no ha sido capaz de disminuir el aborto criminal". Cristopher Tietze dice que "es dudoso si este objetivo se ha alcanzado en algunos de los países estudiados". Igual sucede en Japón, en donde se da un millón de abortos controlados, contra dos millones de abortos (Family Planning in Japan, a record of failure, "Asahi Journal", Oct. 16, 1966, pág. 52). Los doctores Hilgers y Shearin de la Clínica Mayo, recopilaron 21 estadísticas de 10 naciones diferentes. En 8 de estos países, la liberalización del aborto no influyó en la disminución de los abortos clandestinos, y en dos países aumentó el índice de clandestinidad (Ililgers-Shearin, Induced Abortion a document report. Cap. 7, 2a. ed. Enero 1973). En Inglaterra el Real Colegio de Obstetricia y Ginecología manifestó que "nuestras cifras indican que a pesar de un marcado número de abortos legales, desde 1968 a 1969, desafortunadamente no hubo un cambio significativo en el número de abortos clandestinos que requerían ingreso en un hospital. El hecho de que la legalización del aborto no haya, hasta el momento, reducido materialmente el número de abortos, ni de muertes producidas por abortos de todas clases, no es sorprendente. Esto confirma la experiencia de la mayoría de las naciones y fue pronosticado por el Colegio en su declaración de 1966" (British Medical Journal, Mayo 1970).

De todo lo anterior podemos concluir que el aborto democrático no tiene fundamento, ya que no todo derecho se reconoce a través de la votación. Hay asuntos que no son objeto de opinión o de opción, sino de conocimiento y estudio; no de elección sino de verdad (Hervada, Derecho natural, democracia y cultura, en "Persona y Derecho", VI, 1979, pág. 198). A esta conclusión se llega, como lo hace Francisco José Herrera Jaramillo, cuando se analizan no las supuestas ventajas del aborto, desde un punto de vista de una ética de las consecuencias, sino el derecho a la vida, desde el punto de vista de la ética de los principios.

ISTMO 162

1. El derecho a la vida y el aborto, Eunsa, Pamplona, 1984.

Via: Encuentra.com

►¿QUIÉNES MUEREN EN CADA ABORTO?





En todo aborto muere más de un ser humano. Sí: en el aborto, aunque muchos cierren los ojos, no sólo muere el hijo (pequeñito, quizá minúsculo) que vivía en un lugar caliente y seguro. Muere un poco, y no sólo un poco, el corazón de una madre. Muere, o queda gravemente herida, la vocación de un médico o de algún enfermero. Estaban llamados a servir y proteger a los débiles y un día, quién sabe por qué, empezaron a practicar abortos. Muere también la conciencia de la sociedad, que quizá permite legalmente el que inocentes, embriones o fetos indefensos, puedan ser eliminados.

Lo mejor que podemos hacer para rescatar a una mujer que ha abortado es ayudarle a decir abiertamente lo que siente, sin miedo. Ha permitido, ha provocado, la muerte del hijo. ¿Todo termina ahí? No: todo comienza ahí.
El inicio de una purificación de la conciencia, de un cambio radical, se produce cuando llamamos a las cosas por su nombre, cuando reconocemos nuestras responsabilidades, nuestros defectos, nuestros delitos. El mundo está lleno de ladrones que no sólo creen que son inocentes, sino que incluso presumen de sus grandes “hazañas”. El mundo está lleno de políticos que no dudan en hacer trampas para ocupar un cargo público, y que incluso consideran que esto es parte del “sistema”. Pero cuando un ladrón, un día de sol o de lluvia, reconoce abiertamente, con sencillez, que ha cometido un robo, que ha sido injusto, puede rescatarse para la sociedad, puede empezar a cambiar a fondo.
En la actualidad, nos encontramos con países y gobiernos que han cerrado los ojos al drama del aborto, un auténtico crimen de seres inocentes. En algunos lugares se ha establecido todo un sistema de leyes, de procedimientos médicos, incluso de asistencias psicológicas, para que el aborto pueda ser llevado adelante sin grandes traumas. Mientras, su verdad dramática queda oculta, incluso con toda una terminología que llega a convertir al hijo en “producto de la concepción”, un “preembrión” o un conjunto de células sin mayor valor que el que pueda tener una verruga en la cara...
Lo que nos está pasando ha ocurrido en otros tiempos. Ha habido sociedades enteras que han aceptado y practicado delitos que hoy nos llenan de dolor. La esclavitud es un botón de muestra: millares de esclavos han sido vendidos y usados como objetos, han visto humillada su dignidad, han muerto como animales en barcos de transporte. Todo un sistema legal “regulaba” una estructura de violencia, en la que hasta existían normas que, si eran incumplidas, se convertían en un delito dentro del delito...

Con el aborto pasa algo parecido: en algunos países “civilizados” se establecen normas legales, módulos de inscripción, consultorios. Las leyes dictaminan si el aborto se puede hacer antes o después de los tres primeros meses de embarazo, bajo qué condiciones, con qué equipo médico. Mientras, detrás de las sábanas y de los bisturís esterilizados, se consuma silenciosamente, injustamente, la eliminación de los más pequeños miembros de nuestra especie humana...

Pero mil leyes no pueden convertir en derecho (algo recto, algo justo) lo que es un delito. Ni pueden acallar esa voz interior que susurra, a veces que grita, que ese niño, que ese hijo, tenía derecho a vivir.

Es tortura psicológica ignorar el sufrimiento de la madre que ha abortado. Es injusticia no permitirle el desahogo de las lágrimas y el consuelo de la verdad. Porque la verdad no está solamente en declarar su culpa, sino en iniciar su victoria. Si, además, tiene fe, podrá descubrir que Dios no la condena, sino que la comprende y la acoge como nadie puede hacerlo. Sólo Dios es capaz de limpiar las heridas más profundas del corazón humano.

También la sociedad de algunos países necesita quitarse escamas y descubrir un sistema de muerte y de injusticia que ha sido “reglamentado”. Es urgente hacerlo cuanto antes, para que nuestros hijos no nos acusen de cobardes ni lleguen a pensar en que fueron “afortunados”, pues pudieron escapar a un sistema criminal que admitió la muerte, quizá, de alguno de sus hermanos...
Hay discriminación cuando niños no nacidos, tal vez marcados por alguna enfermedad o defecto genético, o simplemente hijos de familias pobres o de mujeres solteras, son excluidos del mundo de los vivos, precisamente por quienes podrían ayudarles a un nacimiento digno e higiénicamente seguro. Hay discriminación cuando una pareja decide abortar al feto porque es niño (y querrían una niña), o porque es niña (y querrían un niño). Las feministas no pueden callar ante los abortos discriminatorios. Los “masculinistas” tampoco...
Fernando Pascual es Doctor en filosofía por la Universidad Gregoriana Ha publicado varios libros.

Via:www.vidasiempre.com

►Se desprecia la vida



En una entrevista concedida al diario La Razón, el filósofo español Julián Marías, condenó el aborto y resaltó que “se ha extendido de manera aterradora” la aceptación social del “máximo desprecio de la vida humana en toda la historia conocida”. Al referirse al término “interrupción voluntaria del embarazo”, Marías señaló que es una “expresión de refinada hipocresía. Los partidarios de la pena de muerte tienen resueltas sus dificultades. ¿Para qué hablar de tal pena, de tal muerte? La horca o el garrote pueden llamarse 'interrupción de la respiración' (y con un par de minutos basta); ya no hay problema”. 
“Cuando se provoca el aborto o se ahorca no se interrumpe el embarazo o la respiración; en ambos casos 'se mata a alguien'. Y, por supuesto, es una hipocresía más considerar que hay diferencia según en qué lugar del camino se encuentre el niño que viene, a qué distancia de semanas o meses de esa etapa de la vida que se llama nacimiento va a ser sorprendido por la muerte”, agregó.
Luego, refiriéndose a un planteamiento elemental para aproximarse al tema del aborto, el filósofo español explicó está “ligado a la mera condición humana, accesible a cualquiera, independiente de conocimientos científicos o teológicos, que pocos poseen. Esta visión no puede ser otra que la antropología, fundada en la mera realidad del hombre tal como se ve, se vive, se comprende a sí mismo”. 
“Hay, pues –continuó–, que intentar retrotraerse a lo más elemental, que por serlo no tiene supuestos de ninguna ciencia o doctrina, que apela únicamente a la evidencia y no pide más que una cosa: abrir los ojos y no volverse de espaldas a la realidad”.
Más adelante, ante la posición feminista que defiende el aborto porque “el cuerpo es suyo”, Julián Marías, discípulo de José Ortega y Gasset, subrayó que eso “es falso, cuando se dice que el feto es 'parte' del cuerpo de la madre, se dice una insigne falsedad, porque no es parte: está 'alojado' en ella!, mejor aún, implantado en ella (en ella, y no meramente en su cuerpo). Una mujer dirá: 'Estoy embarazada', nunca 'mi cuerpo está embarazado'”.
Al ser preguntado sobre lo qué es el niño aún no nacido, Marías explicó que es “una realidad "viniente", que llegará si no lo paramos, si no lo matamos en el camino”.
Asimismo, respondiendo a aquellos que afirman la licitud del aborto cuando se cree que probablemente el que va a nacer sería anormal, física o psíquicamente, el connotado filósofo señaló que “esto implica que el que es anormal no debe vivir, ya que esa condición no es probable, sino segura. Y habría que extender la misma norma al que llega a ser anormal, por accidente, enfermedad o vejez. Si se tiene esa convicción, hay que mantenerla con todas sus consecuencias”.
“Hay quienes –continuó– no se atreven a herir al niño más que cuando está oculto, protegido en el seno materno; lo cual añade gravedad al hecho”.
En su momento, el entonces Cardenal Ratzinger escribió: “Dondequiera que se erige en derecho el exterminio de una vida inocente, se hace derecho de la injusticia. Dondequiera que el derecho deja de proteger la vida humana, está puesto en tela de juicio como tal derecho. Decir esto no equivale a imponer la moral especial cristiana; se trata aquí de la humanidad, de la condición humana del hombre, que no puede erigir el atropello de la creación en liberación propia sin engañarse profundamente a sí mismo” (El Dios de Jesucristo, p. 45. Ed. Sígueme, 1979).

►Al niño que nunca nació


miércoles, 25 de enero de 2012

► La Mujer decide sobre su maternidad



“Corresponde a la mujer decidir si va a ser madre”, dicen, y parece justo; pero una vez concebido el hijo, la mujer ya no es libre de ser o no ser madre. Es ya una madre... aunque no permita que su hijo viva. “Mi vientre es mío”, gritan; como si el niño fuera parte de las vísceras de la mujer. El feto está en la madre pero no es la madre. Una vez nacido o abortado el feto, a la madre no le falta nada, sigue tan entera como antes, cosa que no ocurriría si le quitaran un órgano. Si el embrión no fuera distinto a su madre, no tendría otro corazón.

Ciertamente que el ideal es que todo hijo sea deseado; pero dejar el derecho a nacer en manos del gusto o del disgusto, ¿no es introducir un elemento caprichoso en el Derecho? Por otra parte, hay que señalar, con la mayoría de los ginecólogos, que el hijo inicialmente no deseado, suele ser aceptado con ilusión a la hora del parto.

“Regular el aborto” no es limitarlo, sino impulsarlo. Donde se legaliza el aborto, éste aumenta. El aborto legalizado no termina con el aborto clandestino. Más de la mitad de los abortos que se realizan en el mundo son clandestinos, porque las mujeres se avergüenzan ante los demás y buscan la clandestinidad aun cuando puedan hacerlo legalmente (Cfr. Antonio Molina Melia, Razones del aborto, España)

Los partidarios del aborto exageran el número de mujeres que mueren a causa de la gestación o del parto, cuando la medicina ha logrado que desaparezca el dilema de tener que escoger entre el hijo y la madre. Otros aducen la salud mental de la madre, y olvidan que es más fácil sacar un bebé del útero de la madre que sacarlo de su pensamiento. La OMS (Organización Mundial de la Salud) afirma que “las mujeres para las que se justifica el aborto por razones psiquiátricas son las mismas que corren mayor riesgo de problemas mentales una vez realizado el aborto” (Cf. “Vida Nueva” n. 1.113). En California, el 98,2% de abortos se justificó por este motivo. Este tipo de soluciones, en vez de arreglar los problemas los agrandan.

El aborto legal y en clínicas salubres es la quinta causa de muerte materna en Estados Unidos. La muerte de la mujer por aborto no disminuyó en Estados Unidos al legalizarse en 1973, sino por el descubrimiento y la aplicación de antibióticos (Elliot Institute).

La verdadera razón que mueve a ciertos grupos a luchar por la despenalización del aborto es la liberación sexual de la mujer. Algunos piensan que “la mujer no logrará jamás su emancipación sin el derecho al aborto” (Giséle Hamili). Las otras razones son la “máscara” con que se encubre el motivo profundo. La aspiración de las mujeres a su liberación es justa y merece ser apoyada, el problema está en determinar de qué se trata esa liberación. Si la mujer pide más cultura, igualdad de oportunidades y que la sexualidad vaya unida al verdadero amor, debe apoyarse esa liberación. Actualmente estamos probando los frutos amargos de la Revolución Sexual: SIDA, infidelidades, utilización de la mujer como objeto de placer, violaciones, pornografía y más 40 nuevas enfermedades de transmisión sexual. ¿Será esa la verdadera liberación? La liberación sexual de las mujeres es el sueño de muchos varones que quieren mujeres fáciles y sin compromisos ulteriores.

Via: www.vidasiempre

►Es el aborto


Juan Manuel de Prada.

El ser humano tritura a sus propios hijos, como quien parte una nuez con una piedra, o pinta un graffiti en la pared de un vertedero.

Que nuestra época padece una hipertrofia ideológica no creo que sea asunto que requiera mayor explicación. Durante siglos, la esclavitud fue aceptada sin empacho, hasta el extremo de que el funcionamiento mismo de la sociedad era inconcebible sin la existencia de la esclavitud: el orden social y económico, las instituciones jurídicas demandaban hombres esclavizados que garantizasen la prosperidad de los «hombres libres»; sin embargo, aquella sociedad era constitutivamente inhumana. Y para desembarazarse de aquella gangrena que devoraba su humanidad, la sociedad hubo de renunciar a las ventajas de las que disfrutaba, hubo de abolir una serie de instituciones jurídicas que reducían a una porción nada desdeñable de seres humanos a la condición de esclavos.

 Desembarazarse de aquella “gangrena” tan beneficiosa no fue una cuestión sencilla: los hombres que habían aceptado que otros hombres fuesen meras máquinas adiestradas para la obtención de un rédito tuvieron que aprender a mirar, tuvieron que volver a descubrir en ellos su dignidad. Fue un proceso que no sobrevino de la noche a la mañana, sino que se alargó durante miles de años. Si finalmente tal proceso se impuso fue porque la sociedad comprendió que su misma supervivencia dependía de eso.

Como ocurrió durante siglos con la esclavitud, ocurre en nuestra época con el aborto. Se ha impuesto un orden injusto, según el cual las generaciones presentes pueden decidir según su interés sobre las generaciones venideras, del mismo modo que antaño los «hombres libres» decidían sobre los esclavos. Todas las razones ideológicas que se invocan a favor del aborto son a la postre sinrazones humanas, manifestaciones ideológicas enloquecidas mediante las cuales anteponemos nuestro provecho propio sobre ese meollo irrenunciable de humanidad que nos constituye. Pero renunciar a lo que es irrenunciable no se consigue impunemente; exige una degradación de lo humano que conduce a su consunción final. Aceptar socialmente el aborto, arbitrar leyes que lo amparen corrompe nuestra humanidad y funda un orden inhumano. No debemos olvidar que, si bien abortos se perpetraron desde que el mundo es mundo (como, por lo demás, se perpetraron asesinatos o latrocinios), porque está en la naturaleza humana sacar provecho de sus crímenes, fueron las sociedades constituvamente inhumanas que florecieron tras la Primera Guerra Mundial las que otorgaron ufanamente al aborto un reconocimiento legal. La propaganda de nuestra época no se cansa de execrar la perversidad de aquellas sociedades inhumanas; pero tales execraciones no son sino aderezos cosméticos: a la postre, en lo que es constitutivamente humano, las democracias actuales no se distinguen del nazismo o el comunismo, puesto que, al igual que ellos, conciben el aborto como un puro acto de disposición.

La cuestión del aborto es el gran caballo de batalla de nuestro tiempo, como antaño lo fue la esclavitud. Llegará el día en que nuestros hijos se avergüencen de llevar en su sangre el legado de generaciones inhumanas. El aborto no puede combatirse desde postulados ideológicos; hace falta apartarse las anteojeras que estrechan nuestro horizonte humano. El político verdadero, esto es, el hombre que ame la supervivencia de la polis, de la organización humana, tiene que rebelarse contra la gangrena que la está devorando. Es una batalla que tal vez dure mil años, pero entretanto se requieren hombres dispuestos a inmolarse en la primera línea de vanguardia.




►Entrevista con Theresa Burke de las Rachel’s Vineyard Ministries



La fundadora de las Rachel’s Vineyard Ministries, Pennsylvania, un ministerio de retiros de fin de semana curativos tras un aborto, nos habla de la relación entre la mujer y su hijo no nacido y el nexo existente entre aborto y depresión.

-¿Cuál es la naturaleza de la relación psicológica entre una mujer y su hijo no nacido según se desarrolla su embarazo?

Burke: El embarazo no es una enfermedad. Es un acontecimiento natural que ha tenido lugar durante miles de años, en cada generación.

Los cuerpos de las mujeres están programados de modo instintivo para nutrir y sostener la vida. La relación psicológica entre la madre y su hijo no nacido es puesta en funcionamiento por cambios físicos y hormonales, pero también por un sistema de apoyo a la mujer y por una cultura.

Para la mayoría de las mujeres, el primer trimestre es una época de anticipación y entusiasmo por el embarazo, o de cólera y miedo si se trata de un embarazo no planeado.

Son comunes las sensaciones ambivalentes: la madre se maravilla del hecho misterioso de que su cuerpo sea capaz de producir vida; con todo, también puede sentirse abrumada por la responsabilidad de cuidar a otro ser humano.

Conforme el embarazo avanza, la madre puede tener tanto sensaciones positivas como negativas sobre los cambios en la forma de su cuerpo. El tercer trimestre puede incluir ansiedad sobre el nacimiento; preocupaciones por la salud de su bebé; preocupaciones sobre cómo se adaptará su pareja al nuevo miembro de la familia, así como preocupaciones económicas.

Al mismo tiempo, la mujer siente excitación y anticipación por el nacimiento próximo de su bebé y por el comienzo de una fase completamente nueva en su vida.

En el momento del nacimiento, cuando se coloca al niño en los brazo de su madre, el misterio, la maravilla, todo, culmina en un poderoso proceso de vinculación porque la madre da la bienvenida al mundo a una vida nueva y preciosa.

Podríamos decir que las mujeres también necesitan cada uno de los nueve meses de embarazo para emprender el proceso emocional y psicológico que acompaña a la maternidad. Juntos, madre e hijo pasan a través de una transformación de desarrollo dramática y rápida.

-¿Qué papel desempeñan otros factores, especialmente las presiones de las familias y de los novios, más los problemas económicos, en la decisión de abortar de una mujer?

-Burke: Cuando consideramos la retórica de la opción, podemos preguntarnos de modo más honesto: ¿de qué elección se trata?

Una investigación reciente indica que en el 95% de los casos la pareja masculina desempeña un papel fundamental en la decisión de abortar.

Otros estudios, como el informe de julio de 2005 de la Post Abortion Review del Elliot Institute, revelan que más del 80% de las mujeres daría a luz si tuvieran apoyo.

Un antiguo guardia de seguridad en una clínica abortiva testificó en Massachussets que las mujeres normalmente eran amenazadas o sufrían abusos de los hombres que las llevaban a las clínicas.

Demasiado a menudo, el aborto es la elección de otra persona y escuchamos que la mayoría de las mujeres dicen que no les quedaba otra opción sino abortar.

De hecho, el asesinato es la principal causa de muerte entre las mujeres embarazadas. Los hombres condenados por el asesinato de sus compañeras embarazadas citaban el no querer pagar el sostenimiento del niño como motivo primario.

Estas terribles estadísticas nacionales indican claramente que hay un alto nivel de coacción que conduce a las mujeres a abortos no queridos.

Sin un apoyo sólido del padre de su bebé o de su propia familia, muchas madres temen no tener recursos que proporcionar a su hijo. Dados los índices de pobreza en los progenitores solteros y los desafíos a los que se enfrenta, éste es un verdadero problema.

En demasiados casos, detrás de cada mujer que ha tenido un aborto se puede encontrar la presencia de personas que está muy implicadas en su «elección» y a menudo manipulan de forma persuasiva.

Estos pueden ser los padres de una joven que la amenazan con retirarle su amor o incluso con echarla de casa si no aborta; el profesional de salud mental o sanitario que utiliza el poder de su posición para hacer que el aborto parezca la decisión racional, madura y la única que tiene sentido dadas sus circunstancias.

Esto es especialmente problemático cuando hay indicios de algún problema de salud en el niño no nacido. En estos casos la presión para abortar suele ser realmente dura.

Para las mujeres que hacen frente a graves deformidades fetales, el 95% de aquellas a las que se les da acogida prenatal elegirán esta forma de apoyo como el hecho más humano y emocionalmente más deseable. Esto evita la pena añadida que traen consigo los abortos en una etapa avanzada, que resulta una experiencia horrorosa tanto para la madre como para el bebé.

-¿Qué ocurre con la relación psicológica cuando una mujer aborta? ¿Y hay diferencias con los efectos de un aborto espontáneo?

-Burke: Cuando una madre es desconectada de su hijo de modo precipitado y violento, hay un trauma natural. Ella experimenta una muerte no natural.

En muchos casos, ella viola su ética moral y sus instintos naturales. Se da un golpe terrible a su imagen de «madre» que nutre, protege y sostiene la vida.

He aconsejado a millares de mujeres cuyas vidas se habían roto con el trauma del aborto, que experimentaron como un procedimiento cruel y degradante. Hay pena, tristeza, angustia, culpabilidad, vergüenza y cólera.

Han aprendido a callarse a sí mismas con el alcohol y las drogas, o a dominar su trauma a través de repetírselo. Algunas renuevan el dolor de su aborto a través de la promiscuidad y de volver a abortar, atrapadas en ciclos traumáticos de abandono y rechazo.

Otras rellenan sus sentimientos a través de desórdenes alimentarios, ataques de pánico, depresión mental, ansiedad e ideas de suicidio. Algunas han sufrido daños físicos y reproductivos permanentes que las hacen incapaces de tener hijos en el futuro.

El aborto es una experiencia de muerte. Es el fallecimiento del potencial humano, de la relación, de la responsabilidad, del apego maternal, de la conectividad y de la inocencia. Tal pérdida raramente se experimenta sin conflicto y ambivalencia.

Seríamos cortos de mente si pensáramos que puede realizarse sin complicaciones. En mi libro «Forbiden Grief: The Unspoken Pain of Abortion» (Olvidar la Pena: El Dolor no Expresado del Aborto), con David C. Reardon, invitamos al lector al corazón íntimo de las experiencia humana, al lugar donde el debate del aborto rara vez penetra.

Cuando se ponen delante las polémicas, las marchas, las políticas de libertad y derechos, hay aspectos emocionales del aborto que desafían las palabras.

La agonía psicológica y espiritual del aborto es silenciada por la sociedad, ignorada por los medios, rechazada por los profesionales de la salud mental, y despreciada por el movimiento de mujeres.

El trauma post-aborto es una enfermedad grave y devastadora, que no tiene ningún portavoz famoso, ni una película para la televisión, ni ningún show televisivo que sirva de plataforma para hablarlo.

El aborto toca tres temas centrales del propio concepto de mujer: su sexualidad, moralidad e identidad maternal. También implica la pérdida de un hijo, o al menos la pérdida de una oportunidad de tener un hijo. En cualquier caso, esta pérdida debe enfrentarse, procesarse, llorarse.

En un aborto natural, la madre también sufre la pérdida de un hijo. La diferencia está en el nivel de culpabilidad y vergüenza que experimentan las mujeres después de haber abortado por una decisión deliberada y consciente de acabar con la vida; contra un aborto natural, que ocurre debido a causas naturales.

Con el aborto, su pérdida es un secreto. No hay apoyo ni consuelo social de los amigos o de la familia.

Es importante observa que hay también un alto incremento de los abortos naturales tras un aborto provocado. Cuando una mujer pierde a un hijo querido por la experiencia de un aborto, las mujeres frecuentemente hablando de una culpa y depresión complejas, porque creen que su aborto natural es un castigo.

-¿Cuáles son los riesgos de depresión que surgen de la culpabilidad por un aborto?

-Burke: Puesto que el aborto es legal, se presume que debería ser seguro. De hecho, suele identificarse como un «derecho» de la mujer.

Se supone que este derecho, o privilegio, libera a las mujeres de la carga de los embarazos no queridos. Se supone que les proporciona alivio, no pena ni depresión.

Uno de los grandes problemas es que cuando las mujeres se ven asaltadas por sus propias reacciones naturales ante la pérdida, no entienden qué es lo que va mal.

Muchas mujeres van a tratamiento para la depresión, la ansiedad, o las adicciones, pero simplemente no comprenden las raíces de su enfermedad. En muchos casos son narcotizadas y se les da un diagnóstico pero nunca se les pone en el camino de la curación y la recuperación.

El recuerdo y los sentimientos sin resolver sobre el aborto se convierten en fuentes de presión que pueden surgir.

►Aborto progresista





Un excelente artículo que reúne todos mis pensamientos.
Tantas veces he quedado anonadada ante personas que me dicen; -"como podés ver fotos de fetos abortados", o -"yo no podría ver eso", o peor aún -"uno tiene que mirar cosas que le hacen bien", o "ese tema a mi me no me gusta". Muero de dolor, y debo contener mis labios o de lo contrario me tildan de intolerante... dicen que no se convivir en sociedad porque no acepto que otros piensen diferente. Si asi fuera no me perturbaría la matanza indiscriminada de inocentes. Cuanta hipocresía, vi dejar morir bebés en un centro de neonatología porque "total ya se va a morir", (los médicos tienen que dormir) Nos dicen que hay cosas que no pueden decirse, porque total la gente "no las cree", es cierto, que lamentable, hasta que les toca en carne propia sentir la desidia de la sociedad y del estado. 
Dios los bendiga
Laura


Por Juan Manuel de Prada

Más execrable que el crimen del aborto me resulta la anuencia sorda, la complicidad cetrina de una sociedad que lo acepta como un mal menor, o incluso como un remedio benéfico. Una sociedad capaz de convivir silenciosamente con su oprobio es una sociedad enferma; si, además, ese oprobio se erige en mercancía de chalaneo electoral, quizá debamos preguntarnos si esa sociedad no está demandando una autopsia urgente. Vuelvo a referirme al aborto, esa incalculable abyección moral, desoyendo los consejos de mis editores, agentes y demás promotores de mi carrera literaria, que me solicitan que calle y me lave las manos, para no crearme rencillas y animadversiones. Cuando me adjudicaron el premio Planeta, varias revistas culturales propagaron mi beligerancia contra el aborto y solicitaron a sus lectores que no compraran los libros de alguien que se atrevía a pronunciar tamaña inconveniencia. Al parecer, denunciar la condición criminal del aborto constituye un síntoma de adhesión a la «derecha ultramontana»; lo progresista es acatar la barbarie, bendecirla o al menos transigir pudorosamente con ella, como si la barbarie fuese algo que no nos atañe, como si el aire que respiramos no estuviese infectado con sus miasmas.

Yo quisiera que alguien me explicase con argumentos morales por qué condenar el aborto constituye un ademán reaccionario. Y que me explicara también por qué la defensa de la muerte, la impía negación del futuro constituye una muestra de progreso. Si el progreso del hombre se ha cimentado sobre el respeto a la vida, sobre su indeclinable protección, sobre su condición de bien jurídico máximo e intangible, ¿por qué estas consideraciones se soslayan cuando nos enfrentamos al aborto? ¿Qué extraño estado de excepción justifica la abolición de esos ideales de progreso? Uno sigue pensando que el progresismo se resume en la vindicación de la vida. Ni siquiera haría falta aludir a un sentido trascendente de la vida para condenar el aborto; la mera biología nos enseña que la célula resultante de la concepción incorpora combinaciones genéticas propias. Causa espanto (y explica la índole hipócrita de nuestra enfermedad) comprobar cómo la misma sociedad que se subleva porque unos quintos arrojan una cabra desde un campanario calla sórdidamente ante el exterminio discreto de tanta vida inerme. Y causan espanto los circunloquios de cinismo que se emplean para mitigar la repugnancia de este exterminio, como esos estrafalarios «sistemas de plazos» que pretenden establecer la licitud o ilicitud del aborto dependiendo de las semanas de gestación, como si el mayor o menor tamaño del embrión delimitase diversos rangos de crimen; como si matar a un enano fuese más o menos delictivo que matar a un señor talludito. ¿No sería más progresista destinar partidas de dinero público a las mujeres que se han quedado embarazadas y no pueden acometer los gastos de crianza de su vástago? ¿No sería más progresista socorrer a las familias que no pueden hacerse cargo de una familia numerosa? ¿No sería más progresista castigar el egoísmo de las familias que sí pueden hacerse cargo pero prefieren la solución desinfectante del quirófano? ¿No sería más progresista alentar la creación de orfanatos regidos por la humanidad y el esmero educativo? Pero hemos conseguido entre todos que el progreso y el compromiso consistan en adoptar niños de Colombia, o de Groenlandia, para acallar nuestra mala conciencia. Resulta una paradoja hiriente, amén de repulsiva, que precisamente hoy, cuando la solidaridad de lejanías se ha convertido en moneda de curso corriente y en certificado de progresismo postizo, hayamos transigido con el aborto. Y, sobre todo, resulta infrahumano, tan infrahumano como caminar a cuatro patas.

ABC, 5 de febrero de 2004

►Entrevista a Jane Roe: la pionera del aborto


El 22 de enero de 1973, el Tribunal Supremo de Estados Unidos reconoció el derecho al aborto de Jane Roe, nombre ficticio para proteger a Norma McCorvey, una veinteañera de Dallas, soltera, pobre, maltratada y con adicción a las drogas. Texas estaba entre los estados que entonces condenaban con hasta cinco años de prisión a la mujer que abortara. La sentencia Roe contra Wade llegó demasiado tarde para que la joven interrumpiera su embarazo, pero su caso extendió el derecho al aborto a todo el país.

Treinta años después, Norma McCorvey, que ahora tiene 55 reniega de todo su pasado y ha fundado un grupo antiaborto llamado Roe no more (Roe nunca más).


¿Por qué motivo abandonó la causa que defendió durante 20 años?

-Norma McCovery. Simplemente entendí que no se puede tomar la vida de un niño y matarlo.


¿Se arrepiente de todo lo que hizo en su vida anterior?

-Norma McCovery. Por suerte, yo no llegué a abortar. Ahora aconsejo a mujeres desesperadas. Mi misión en la vida es ayudarlas y evitar que aborten.


¿No admite el derecho al aborto en absoluto, ni siquiera en casos de violación o peligro para la vida de la mujer?

-Norma McCovery.No, no hay ninguna diferencia. De cualquier forma, sigue siendo un asesinato.


Norma McCorvey no es la única que ha cambiado. Aunque, según las encuestas, la mayoría de los americanos no quiere que haya marcha atrás, los portavoces de las asociaciones abortistas dicen estar perdiendo la batalla. Una sentencia que invalide el derecho al aborto a escala nacional puede estar cada vez más cerca.

Durante 17 años, McCorvey permaneció en el anonimato. Dio a su hijo en adopción e intentó seguir adelante. Para los grupos pro-aborto, ella era una heroína; para el frente antiaborto, el símbolo de la degradación del país.

Sólo en los 80 desveló el misterio de quién era Jane Roe. Entonces escribió un libro y se volcó activamente en la defensa del derecho que ella había conseguido para todas las americanas. Incluso, trabajó en clínicas abortivas como consejera.

En ese tiempo, según cuenta ahora, intentó varias veces el suicidio y se dio a las drogas por el cargo de conciencia de haber sido la causa de «la pérdida de tantas vidas».

En 1995, Norma dio un giro radical a su vida y sorprendió a los activistas de las dos partes. Se se unió a un grupo llamado Operación Rescate. Norma entró en contacto con ellos cuando la asociación abrió una delegación justo al lado de la clínica donde trabajaba, y ella decidió abjurar de todo lo que había sido en las últimas cuatro décadas.

Las encuestas sobre la aceptación popular del derecho al aborto varían entre el más del 60%, según NARAL, grupo abortista, y el 46% que The Economist publica esta semana en su radiografía de las actitudes americanas.

El "National Right to Life Committee", la principal organización antiabortista –tiene más de 3.000 delegaciones abiertas a lo largo y ancho del país– confía en que queden pocos aniversarios por delante. Raimundo Rojas, portavoz del grupo, asegura que «en un par de años, la situación puede cambiar; la gente y los políticos están con nosotros, la tecnología ha permitido que veamos la fotografía del feto... nos lo ha acercado como ser humano».


CRONICA. El Mundo (Panamá), 19.I.03


►Entrevista a Lucía Fernández


Una joven mujer, española, que sufrió un aborto provocado nos habla de cómo lo vivió.

Cuéntanos como empezó todo

-Lucía Fernández. He tenido dos embarazos. El primero terminó en aborto provocado. El segundo, una niña. Sobre el primero, pues sucedió lo “típico”. Estaba con mi pareja, pasa lo de las relaciones sexuales y quedarse embarazada... y él dice que lo de tener hijos lo dejemos para más adelante, que somos jóvenes. Estábamos ya mal, estábamos muy mal y yo no me imaginaba lo que iba a pasar después...

¿Cómo te enteraste de que estabas embarazada?

-Lucía Fernández. Por la prueba del embarazo. La compré en la farmacia.

¿Y tú querías seguir adelante?

-Lucía Fernández. Yo estaba contenta con mi embarazo pero sabía que él no querría tener al bebé. Él me dijo: “Lucía, que somos jóvenes, hay mucho tiempo”. Añadía otras cosas como diciendo “Si ahora lo tienes te voy a dejar”. Una especie de chantaje, o sea, yo ya no tenía a nadie en quien confiar, de ninguna clase, no tenía amigas, no tenía a nadie, solo a él, y si me dejaba...

Estabas atada a él.

-Lucía Fernández. Sí, económicamente atada, atada y lo quería con locura. Finalmente me convenció, le costó, le costó bastante. Estaba cariñoso, cosa que no estaba nunca.

Quería conseguir que accedieras a abortar, claro.

-Lucía Fernández. Claro, sí, exacto. Él decía que no tenía dinero, estaba todo el día quejándose de que no teníamos medios y en cuanto se enteró de que estaba embarazada, ya tenía el dinero preparado para el aborto.

¿Sabes cuánto costó?

-Lucía Fernández. Pagó él, 240 euros creo (unas 40.000 pesetas).

Y vosotros ¿estabais solos? ¿Él y tú? ¿No había otra gente que te pudiera ayudar para tener al niño?

-Lucía Fernández. No, no, yo estaba sola, no encontré ayuda. Él sí tenía relación con su familia, yo no.

¿Cómo fue el aborto?

-Lucía Fernández. Fui totalmente bebida al aborto… porque no quería hacerlo. Realmente estaba muy presionada… El día que fui me hicieron todo: ecografía, visita del psiquiatra y luego el ginecólogo que me lo hizo. No sé, era como que el médico tenía miedo, me hacía muchas preguntas como “¿Por qué venís a esta clínica?” Parecía que tuviera miedo de estar haciendo el aborto. Creo que era argentino. Nadie me ofreció otras alternativas al aborto ni me contaron lo que iba a sufrir después por ello. He conocido ahora que tenía derecho a conocer las repercusiones y las secuelas que podía tener por ley, pero a mí no me dijeron nada de esto. ¿Por qué?

¿Cuál fue el método abortivo que usaron contigo?

-Lucía Fernández. Me hicieron el aborto con el método de aspiración. Con el aspirador es como si te arrancaran un trozo... es que tú sientes que te están arrancando parte de tu cuerpo. ¡Es horrible!

¿Has tenido tristeza o lo que se llama la depresión del aniversario, es decir, al año de la operación o en la supuesta fecha de nacimiento del niño?

-Lucía Fernández. Empecé a beber alcohol, comencé a encontrarme fatal de ánimo, todo por el aborto. A mí, cuando veo a un niño de unos cuatro o cinco años, pues se me escapan las lágrimas. Es la edad que tendría mi hijo si viviera… Lo del aniversario del aborto y su fecha de nacimiento lo sufro mucho. He tenido un intento de suicidio.

¿Has pasado noches sin dormir con ansiedad?

-Lucía Fernández. Después del aborto he tenido mucha ansiedad, sí.

¿Y cómo acabó la relación con él?

-Lucía Fernández. El otro embarazo fue precisamente por el remordimiento que tenía, buscando, pensando, que iba a reparar. Estábamos muy mal ya. Finalmente dejamos la relación.

¿Con el embarazo de la niña, has tenido sueños de que perdías a la niña o algo relacionado?

-Lucía Fernández. Soñaba que me quitaban a la niña, todos los días soñaba que venía la policía y se la llevaban, que yo no era digna de tenerla. Estuve tomando durante el embarazo somníferos. Cuando nació la niña, ésta tuvo algo de síndrome de abstinencia. Ahora necesito tomar algo más para dormir.

En relación con los médicos, ¿qué nos comentas?

-Lucía Fernández. Tengo pánico a los médicos, ¡ufff!! Para una revisión ginecológica, al final ha tenido que ser una mujer ¡una mujer! Pero sólo porque era una mujer, era incapaz de que me viera un hombre después del aborto.

¿Tú eras una persona religiosa?

-Lucía Fernández. No, no lo era. Era atea. Yo era muy “feminista” y lo veía sólo desde el punto de vista de la mujer. Un punto de vista falso e imparcial. Ahora no, ahora veo al niño.

El aborto que cometí no quiero intentar olvidarlo, es una cosa que está ahí y la asumo. Es que no quiero quitarle la importancia que tiene. Es como quien mata a alguien y con estar cuatro años en la cárcel ya está todo bien. Uno tiene que reparar y seguir mirando hacia delante, pero asumir que ha hecho cosas mal. El aborto es algo muy malo para la mujer.

Yo creo que fui responsable de este error pero tuve un margen de elección muy pequeño: cuando lo veo ahora… creo que realmente no tuve la suficiente libertad como para poder elegir lo mejor para mí. No había tiempo que perder y con tanta presión de mi pareja… y la falta de ayuda de los médicos de esas clínicas abortistas… Cuando me vieron que fui a abortar totalmente borracha debían haberse dado cuenta de que no quería realmente hacerlo. Pero esos médicos mataron a mi hijo y me hicieron cómplice de algo horrible… cosa de la cual me arrepiento y le pido a todo el mundo que no dejen que se siga haciendo.

El aborto no soluciona nada, es otro problema más y encima, han hecho un negocio conmigo y con mi difunto hijo.

www.vozvictimas.org


►Testimonio de un médico brasileño que relató a la emisora radial Rainha de Paz







Por dinero

El médico comentó que es el único hijo hombre de una familia humilde del interior de Minas, y que "con sacrificio y unión" fue el único que tuvo la oportunidad de estudiar, "pues mis hermanas no terminaron la enseñanza secundaria".

"Mi madre era una simple costurera que trabajaba hasta las madrugadas para ayudar a mi padre. Mi padre era una guardia nocturno. Por eso se pueden imaginar el sacrificio que hicieron para tener un hijo médico. Luego escogí la ginecología y la obstetricia", afirmó.

"Entre las mayores dificultades enfrentadas como médico recién formado, choqué con la realidad de lo que es mi profesión. En un largo tiempo los médicos se vuelven ricos, y yo quería más, quería enriquecerme y tener más dinero. Fue así como violé el juramento que hice cuando me formaba para dar la vida, para salvar la vida. Ayudé a muchos niños a venir al mundo, pero también a muchos de ellos no les permití nacer y me enriquecí escondido tras la máscara de la vitalidad", agregó el médico.

Reconociendo la verdad

Sobre su vida abortista, el experto explicó que "puse un consultorio que en poco tiempo se convirtió en el más visitado de la región. Y saben ¿qué es lo que hacía?: abortos. Y como todos los que cometen el crimen, me decía a mi mismo que todas las mujeres tienen el derecho de escoger y que era mejor que sean ayudadas por un médico para no correr los riesgos de ir a una clínica clandestina donde los índices de muertes son alarmantes".

"Y fue así, en un ciego e inhumano oficio de medicina, que construí una familia con muchos bienes, muy rica y que nada le faltaba. Mis padres murieron con la ilusión de que su hijo era un doctor bien logrado, exitoso. Crié a mis hijas con el dinero manchado con la sangre de inocentes y fui el más despreciable de los humanos. Mis manos, que debieron ser bendecidas para la vida, trabajaron para la muerte", agregó.

La misma "moneda"

El médico explicó emocionado que "sólo paré cuando mi conciencia hizo sangrar a mi corazón con la misma sangre de todos los inocentes que no dejé nacer. Mi hija menor, Leticia, dejó de respirar por una infección generalizada luego de haberse sometido a un aborto. Ella, de 23 años de edad, salió embarazada y buscó el mismo camino de tantas otras que me fueron a buscar: el camino del aborto. Y sólo supe de esto cuando ya nada se podía hacer".

"Al lado del lecho de muerte de mi hija, vi las lágrimas de todos esos bebes que yo maté. Mientras ella esperaba la muerte, yo agonizaba junto a ella. Fueron seis días de sufrimiento para que en el séptimo día ella partiese hacia el encuentro con su hijo, al cual un médico asesino le impidió nacer", comentó.

"Cansado por las noches que pasé al lado de mi hija, yo soñé que andaba por un lugar absolutamente oscuro y muy húmedo, en el que quería respirar pero no podía, yo quería salir desesperadamente pero fui envuelto por un lugar en donde el estruendo me dejaba atónito. Eran los llantos dolidos de los niños que en mi pensamiento, como si un rayo me cortase por la mitad, veía en mi entendimiento: los llantos eran de dolor, eran los lamentos de aquellos niños que yo no dejé nacer. Era la triste consecuencia de mis actos sin pensar, esos llantos que gritaban ¡asesino!, ¡asesino!", afirmó el médico.

"Asustado para salir de aquel lugar, pasé mi mano por mi rostro para secar mi sudor y mis manos se mancharon de sangre! Aterrorizado grité con toda la fuerza que me quedaba un pedido de perdón, sólo así logré respirar nuevamente y me acordé de que era tiempo de acoger y valorar el último respiro de mi hija, que murió por las consecuencias de la infección que le produzco el aborto. Yo sé eso a través de mi sueño", agregó.

Reparación y conversión

El experto comentó que "pude comprender que a partir del momento de la fecundación del óvulo existe vida, por lo que entendí que soy un asesino, para restar mi culpa y mi dolor, vendí mi consultorio y todos los bienes que conseguí con la práctica del aborto y con ese dinero, construí una casa de amparo para madres solteras y me dedico hoy a atender y practicar ¡una medicina de verdad!".

"Hoy soy médico de los pobres, de los desamparados y desvalidos, y los niños que vienen al mundo a través de mis manos son hijos que adopto pues sé que tengo una sola misión: traer la vida al mundo y dar condiciones para que los niños tengan un lugar feliz.

www.fluvium.org

►El grito silencioso


Video sobre el aborto, con imágenes del acto. La explicación corre a cargo del Dr. Bernard.Nathanson, que fue durante años el "Rey del aborto" en Estados Unidos (duración 27').
En 1969 fundó, junto con otras personas, la "Asociación Nacional para la Revocación de las Leyes contra el Aborto", más tarde llamada "Liga Nacional para la Acción por el Derecho al Aborto". Fue director del "Centro de Salud Reproductiva y Sexual" de Nueva York, que era entonces la mayor clínica abortista del mundo. Al final de los 70 renegó de su militancia en pro del aborto y llegó a ser un gran abogado de la causa pro-vida: "Aquello" que había abortado miles de veces (según sus propios cálculos, Nathanson ha estado implicado directa o indirectamente en unos 75.000 abortos) era en realidad un ser humano desde el instante de la concepción.

►Carta Del Dr. Bernard Nathanson




(traducción de D. Carlos Etayo)

Soy responsable directo de 75.000 abortos, lo que empuja a dirigirme a el público poseyendo credibilidad sobre la materia. Fui uno de los fundadores de la Asociación Nacional para Revocar las Leyes sobre el Aborto en E.E. U.U., en 1968. Entonces una encuesta veraz hubiera establecido el hecho de que la mayoría de los norteamericanos estaban en contra de leyes permisivas sobre el aborto. No obstante, a los 5 años habíamos conseguido del Tribunal Supremo que legalizara el Aborto en 1973.

¿Como lo conseguimos?

Es importante conocer las tácticas que utilizamos, pues con pequeñas diferencias se repitieron con éxito en el mundo Occidental. Nuestro primer gran logro fue hacernos con los medios masivos; les convencimos de que la causa proaborto favorecía a un avanzado liberalismo y sabiendo que en encuestas veraces seríamos derrotados, amañamos los resultados de supuestas encuestas y los publicamos en los medios; según ellas el 60% de los norteamericanos era favorable a la implantación de leyes permisivas del Aborto. 

Fue la táctica de exaltar la propia mentira y conseguimos un apoyo suficiente amañando el número de abortos ilegales que se producían anualmente en E.E. U.U.. Esta cifra era de 100.000 aproximadamente, pero la que reiteradamente dimos a los 'medios' fue de 1.000.000. Y una mentira lo suficientemente reiterada la hace verdad el público. Y el número de mujeres que morían anualmente por abortos ilegales oscilaba entre 200 y 250... pero la cifra que continuamente repetían los 'medios' era 10.000... y a pesar de su falsedad fue admitida por muchos norteamericanos convenciéndoles de la necesidad de cambiar las Leyes sobre el aborto.

Otro mito que extendimos entre el público, es que el cambio de las Leyes solamente implicaría que los abortos que se practicaban ilegalmente, pasarían a ser legales. Pero la verdad es que actualmente, el aborto es el principal medio para controlar la natalidad en EEUU. Y el número anual de abortos se ha incrementado en un 1500% -15 veces más-.

La segunda táctica fundamental fue jugar la carta del anticatolicismo.

Vilipendiamos sistemáticamente a la Iglesia Católica, calificando sus ideas sociales de retrógradas; y atribuimos a sus Jerarquías el papel del 'malvado' principal entre los opositores al Aborto Permisivo.

Resaltándolo incesantemente. Los 'medios' reiteraban que la oposición al aborto procedía de dichas Jerarquías, no de los católicos; y una vez más, falsas encuestas 'probaban' reiteradamente que la mayoría de los católicos deseaban la reforma de las leyes antiaborto. Y los tambores de los 'medios' persuadieron al pueblo americano de que cualquier oposición al aborto tenía su origen en la Jerarquía Católica y que los católicos probaortistas eran los inteligentes y progresistas. El hecho de que grupos cristianos no católicos, y aún ateos, se declarasen Pro Vida, fue constantemente silenciado.

La tercera táctica fundamental fue denigrar o ignorar, cualquier evidencia científica de que la vida comienza con la concepción.
Frecuentemente me preguntan que es lo que me hizo cambiar.

¿Cómo pasé de ser un destacado abortista a un Abogado Pro Vida?. En 1973 llegué a ser Director de Obstetricia en un gran Hospital de la ciudad de Nueva York, y tuve que iniciar una unidad de investigación perinatal; era el comienzo de una nueva tecnología que ahora utilizamos diariamente para estudiar el Feto en el útero materno. Un típico argumento pro aborto es aducir la imposibilidad de definir cuando comienza el principio de la vida, afirmando que ello es un problema teológico o filosófico, no científico.

Pero la Fetología demuestra la evidencia de que la vida comienza en la Concepción y requiere toda la protección de que gozamos cualquiera de nosotros.

Ud. podría preguntar: ¿Entonces, por qué algunos Doctores, conocedores de la Fetología, se desacreditan practicando abortos ?

Cuestión de aritmética: A 300 dólares cada uno, un millón quinientos cincuenta mil (1.550.000) abortos en los Estados Unidos, implican una industria que produce 500 millones de dólares anualmente. De los cuales, la mayor parte van a los bolsillos de los Doctores que practican el aborto.

Es un hecho claro que el aborto voluntario es una premeditada destrucción de vidas humanas. Es un acto de mortífera violencia.

Debe de reconocerse que un embarazo no planificado plantea graves y difíciles problemas. Pero acudir para solucionarlos a un deliberado acto de destrucción supone podar la capacidad de recursos de los humanos; y subordinar el bien público a una respuesta utilitarista a un problema social.

COMO CIENTIFICO, NO CREO, YO SE Y CONOZCO QUE LA VIDA HUMANA COMIENZA EN LA CONCEPCIÓN. Y AUNQUE NO SOY UN RELIGIOSO DETERMINADO, CREO CON TODO MI CORAZON QUE EXISTE UNA DIVINIDAD QUE NOS ORDENA FINALIZAR PARA SIEMPRE ESTE INFINITAMENTE TRISTE Y VERGONZOSO CRIMEN CONTRA LA HUMANIDAD

Dr. Bernad Nathanson

El Dr. Nathanson ha escrito y producido videos pro-vida. Entre los mas famosos: El Alarido Silencioso (video) y La Mano de Dios (libro)

Fuente: ARBIL http://www.ctv.es/USERS/mmori

►Beverly McMillan



Del negocio del aborto a la defensa de la vida

La historia de Beverly McMillan es la historia de una visión de la vida y la ciencia absolutamente agnósticas. Estudió Medicina y cuando se licenció, acudió a la Clínica Mayo para especializarse en Obstetricia y Ginecología: «No sólo me sentía útil», reconoce McMillan, «sino que me consideraba una persona buena».

Como médico residente, le enviaron seis semanas al ala de Obstetricia del Hospital de Cook County en Chicago. Sorprendida, Beverly se encontraba cada noche con más de veinte mujeres que acudían allí: eran «clientes» de los centros de abortos clandestinos de Chicago. «Llegaban sangrando, con fiebre alta y presentaban úteros ensanchados», recuerda. McMillan y el médico interno tenían que llevar a cabo otra operación de dilatación y curetaje para poder extraer los restos infectados del feto que la clínica ilegal había dejado en el interior del útero.

Después de cientos de casos similares, la ginecóloga, desde su agnosticismo ferviente, concluyó que la legalización del aborto era la solución: «Yo quería que la profesión médica empezara a ofrecer procedimientos seguros a las mujeres que los necesitaran». Así que, cuando en 1973 el Tribunal Supremo legalizó el aborto en EE UU, McMillan se hizo con una máquina de succión y se ofreció a practicar supresiones del embarazo en el primer trimestre. Dos años después, casada y con tres hijos, puso en marcha una clínica abortista en Jackson, la primera además en todo el estado de Mississippi.

Su vida privada iba bien, y el trabajo en la clínica era abundante. Pero, a pesar de sus éxitos, Beverly se vio sorprendida cuando se planteó el suicidio: «No sabía qué era lo que no funcionaba en mi vida. Tenía un buen coche, una gran casa, tres hijos saludables, toda la ropa que podía desear. Había conseguido todo lo que quería», explica Beverly. Pero una parte de sí misma le decía que algo no iba bien. Acudió a una librería «secular», donde compró un libro titulado «El poder del pensamiento positivo». Al final del primer capítulo, el autor presentaba un decálogo de diez puntos para conseguir una actitud positiva. El séptimo punto revolvió sus esquemas: «Yo lo puedo todo en Cristo porque Él me conforta». Fue entonces cuando Beverly cerró el libro: «No me gustaba esa “basura” religiosa», reconoce.

Pero días después, de camino al trabajo, se sorprendió recitando el séptimo punto. Repitió aquella frase cientos de veces aquel día. Y por fin, todo comenzó a cambiar. Su trabajo en la clínica, tiempo antes sencillo y gratificante, comenzó a ser difícil y doloroso. Se le hacía cada vez más duro tener que reconocer en los restos de abortos las extremidades, el cráneo o la columna vertebral. «Me decía a mí misma: “¿Qué estás haciendo? ¡Esto es un cuerpo humano!”».

Beverly abandonó la clínica abortista. En 1989, la ginecóloga fue invitada al II Encuentro de Ex Abortistas celebrado en el hotel Marriot O"Hare de Chicago, donde relató este testimonio. «Fue entonces cuando comencé a compartir mi historia, mi paso del negocio del aborto a la defensa de la vida».

La Razón 12/01/06


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♥Consagración a la Virgen María

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CONSAGRACIÓN DEL MATRIMONIO AL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA

CONSAGRACIÓN DEL MATRIMONIO AL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA
"Oh, Corazón Inmaculado de María, refugio seguro de nosotros pecadores y ancla firme de salvación, a Ti queremos hoy consagrar nuestro matrimonio. En estos tiempos de gran batalla espiritual entre los valores familiares auténticos y la mentalidad permisiva del mundo, te pedimos que Tu, Madre y Maestra, nos muestres el camino verdadero del amor, del compromiso, de la fidelidad, del sacrificio y del servicio. Te pedimos que hoy, al consagrarnos a Ti, nos recibas en tu Corazón, nos refugies en tu manto virginal, nos protejas con tus brazos maternales y nos lleves por camino seguro hacia el Corazón de tu Hijo, Jesús. Tu que eres la Madre de Cristo, te pedimos nos formes y moldees, para que ambos seamos imágenes vivientes de Jesús en nuestra familia, en la Iglesia y en el mundo. Tu que eres Virgen y Madre, derrama sobre nosotros el espíritu de pureza de corazón, de mente y de cuerpo. Tu que eres nuestra Madre espiritual, ayúdanos a crecer en la vida de la gracia y de la santidad, y no permitas que caigamos en pecado mortal o que desperdiciemos las gracias ganadas por tu Hijo en la Cruz. Tu que eres Maestra de las almas, enséñanos a ser dóciles como Tu, para acoger con obediencia y agradecimiento toda la Verdad revelada por Cristo en su Palabra y en la Iglesia. Tu que eres Mediadora de las gracias, se el canal seguro por el cual nosotros recibamos las gracias de conversión, de amor, de paz, de comunicación, de unidad y comprensión. Tu que eres Intercesora ante tu Hijo, mantén tu mirada misericordiosa sobre nosotros, y acércate siempre a tu Hijo, implorando como en Caná, por el milagro del vino que nos hace falta. Tu que eres Corredentora, enséñanos a ser fieles, el uno al otro, en los momentos de sufrimiento y de cruz. Que no busquemos cada uno nuestro propio bienestar, sino el bien del otro. Que nos mantengamos fieles al compromiso adquirido ante Dios, y que los sacrificios y luchas sepamos vivirlos en unión a tu Hijo Crucificado. En virtud de la unión del Inmaculado Corazón de María con el Sagrado Corazón de Jesús, pedimos que nuestro matrimonio sea fortalecido en la unidad, en el amor, en la responsabilidad a nuestros deberes, en la entrega generosa del uno al otro y a los hijos que el Señor nos envíe. Que nuestro hogar sea un santuario doméstico donde oremos juntos y nos comuniquemos con alegría y entusiasmo. Que siempre nuestra relación sea, ante todos, un signo visible del amor y la fidelidad. Te pedimos, Oh Madre, que en virtud de esta consagración, nuestro matrimonio sea protegido de todo mal espiritual, físico o material. Que tu Corazón Inmaculado reine en nuestro hogar para que así Jesucristo sea amado y obedecido en nuestra familia. Qué sostenidos por Su amor y Su gracia nos dispongamos a construir, día a día, la civilización del amor: el Reinado de los Dos Corazones. Amén. -Madre Adela Galindo, Fundadora SCTJM

CONSAGRACIÓN DEL MATRIMONIO A LOS DOS CORAZONES EN SU RENOVACIÓN DE VOTOS

CONSAGRACIÓN DEL MATRIMONIO A LOS DOS CORAZONES EN SU RENOVACIÓN DE VOTOS
Oh Corazones de Jesús y María, cuya perfecta unidad y comunión ha sido definida como una alianza, término que es también característico del sacramento del matrimonio, por que conlleva una constante reciprocidad en el amor y en la dedicación total del uno al otro. Es la alianza de Sus Corazones la que nos revela la identidad y misión fundamental del matrimonio y la familia: ser una comunidad de amor y vida. Hoy queremos dar gracias a los Corazones de Jesús y María, ante todo, por que en ellos hemos encontrado la realización plena de nuestra vocación matrimonial y por que dentro de Sus Corazones, hemos aprendido las virtudes de la caridad ardiente, de la fidelidad y permanencia, de la abnegación y búsqueda del bien del otro. También damos gracias por que en los Corazones de Jesús y María hemos encontrado nuestro refugio seguro ante los peligros de estos tiempos en que las dos grandes culturas la del egoísmo y de la muerte, quieren ahogar como fuerte diluvio la vida matrimonial y familiar. Hoy deseamos renovar nuestros votos matrimoniales dentro de los Corazones de Jesús y María, para que dentro de sus Corazones permanezcamos siempre unidos en el amor que es mas fuerte que la muerte y en la fidelidad que es capaz de mantenerse firme en los momentos de prueba. Deseamos consagrar los años pasados, para que el Señor reciba como ofrenda de amor todo lo que en ellos ha sido manifestación de amor, de entrega, servicio y sacrificio incondicional. Queremos también ofrecer reparación por lo que no hayamos vivido como expresión sublime de nuestro sacramento. Consagramos el presente, para que sea una oportunidad de gracia y santificación de nuestras vidas personales, de nuestro matrimonio y de la vida de toda nuestra familia. Que sepamos hoy escuchar los designios de los Corazones de Jesús y María, y respondamos con generosidad y prontitud a todo lo que Ellos nos indiquen y deseen hacer con nosotros. Que hoy nos dispongamos, por el fruto de esta consagración a construir la civilización del amor y la vida. Consagramos los años venideros, para que atentos a Sus designios de amor y misericordia, nos dispongamos a vivir cada momento dentro de los Corazones de Jesús y María, manifestando entre nosotros y a los demás, sus virtudes, disposiciones internas y externas. Consagramos todas las alegrías y las tristezas, las pruebas y los gozos, todo ofrecido en reparación y consolación a Sus Corazones. Consagramos toda nuestra familia para que sea un santuario doméstico de los Dos Corazones, en donde se viva en oración, comunión, comunicación, generosidad y fidelidad en el sufrimiento. Que los Corazones de Jesús y María nos protejan de todo mal espiritual, físico o material. Que los Dos Corazones reinen en nuestro matrimonio y en nuestra familia, para que Ellos sean los que dirijan nuestros corazones y vivamos así, cada día, construyendo el reinado de sus Corazones: la civilización del amor y la vida. Amén! Nombre de esposos______________________________ Fecha________________________ -Madre Adela Galindo, Fundadora SCTJM

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