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martes, 31 de enero de 2012

►Son cada vez más fuertes los ataques contra la familia





Juan Pablo II
19 diciembre 2004 (ZENIT.org)

«Por desgracia los ataques al matrimonio y a la familia se hacen cada día más fuertes y radicales, tanto desde el punto de vista ideológico como normativo», constató el Santo Padre, quien recordó que «quien destruye este tejido fundamental de la convivencia humana provoca una herida profunda a la sociedad y daños con frecuencia irreparables». 

«El intento de reducir la familia a una experiencia afectiva privada, socialmente irrelevante; de confundir los derechos individuales con los propios del núcleo familiar constituido sobre el vínculo del matrimonio; de equiparar las convivencias a las uniones matrimoniales; de aceptar, y en algunos casos favorecer, la supresión de vidas humanas inocentes con el aborto voluntario; de alterar los procesos naturales de la procreación de los hijos introduciendo formas artificiales de fecundación, son sólo algunos de los ámbitos en los que es evidente la subversión que tiene lugar en la sociedad». 

«No puede derivarse un progreso civil de la devaluación social del matrimonio y de la perdida de respeto por la dignidad inviolable de la vida humana. Lo que se presenta como progreso de civilización o conquista científica, en muchos casos, es de hecho una derrota para la dignidad humana y para la sociedad». 

«La verdad del hombre, su llamada desde la concepción a ser acogido con amor y en el amor, no puede sacrificarse al dominio de las tecnologías y a la prevaricación de los deseos sobre los derechos auténticos. El legítimo deseo de tener un hijo o a la salud no puede transformarse en un derecho incondicional capaz de justificar la eliminación de otras vidas humanas»

«La ciencia y las tecnologías están verdaderamente al servicio del hombre sólo cuando tutelan y promueven a todos los sujetos humanos involucrados en el proceso de procreación»

«Las asociaciones católicas, junto a todos los hombres de buena voluntad que creen en los valores de la familia y de la vida no pueden ceder a las presiones de una cultura que amenaza los fundamentos mismos del respeto de la vida y de la promoción de la familia» 

El Papa calificó los Foros de las Asociaciones Familias como una de «las formas de movilización» necesarias, que él mismo ya había alentado en su exhortación apostólica «Familiaris consortio» (22 de noviembre de 1981) « para que las familias crezcan en la conciencia de ser "protagonistas" de la "política familiar" y se asuman la responsabilidad de transformar la sociedad». 

En esta labor, el Papa les dejó como brújula de acción la «Carta de los derechos de la familia» publicada por el Consejo Pontificio de la Familia el 22 de octubre de 1983. 

Zenit, ZS04121908

►ABOLIR A LA FAMILIA


sparkles photo effect 


por Elida Z. Solórzano, Nicaragua

“Abolir a la familia” es una frase tomada del Manifiesto Comunista de Karl Marx y Frederick Engels. Hoy esta consigna se ha convertido en la principal agenda de la izquierda internacional en contubernio con el feminismo radical de género y con poderosas organizaciones que buscan controlar la población. Esta conspiración se está llevando a cabo muy sutilmente bajo un disfraz de derechos humanos, de la igualdad de la mujer y de los derechos de los niños.

Mis lectores saben que desde 1995 vengo denunciando la ideología feminista de “género”, la cual está basada en una nueva interpretación de los ideales de Marx. Se ha retomado la visión comunista de que toda la historia es una lucha de clases pero lo que se está fomentando ahora es la lucha de clases entre los géneros “opresores y oprimidos”: El hombre contra la mujer. Esta es una batalla que solo se resolverá cuando los oprimidos se percaten de su situación. De allí, el fomento del odio contra los hombres. Se necesitará imponer cambios y establecer nuevas leyes y medidas coercitivas a favor de los oprimidos. Ejemplos de esas medidas serían: aborto para las mujeres, niños libres de la tutela de sus padres, matrimonios homosexuales legales, educación con “enfoque de género”, cuotas de género 50/50 en las empresas, gobiernos feministas, entre otros. Por medio de estos cambios se pretende destruir a la familia y “deconstuir” a la sociedad para que libre de clases y de conflictos emerja la nueva utopía. 

La unión entre el marxismo y la ideología de género ha quedado en evidencia en el libro “El Origen de la Familia, la Propiedad y el Estado” de Engels en el que se señala que: “El primer antagonismo de clases coincide con el desarrollo del antagonismo entre el hombre y la mujer unidos en matrimonio monógamo, y la primera opresión de una clase por la otra, con la del sexo femenino por el masculino.” Las feministas de género coinciden plenamente con Marx y Engels en la concepción errada de que la familia es la fuente principal de opresión para la mujer y que la maternidad es una gran carga de la cual se le debe liberar. 

Marx declaraba que los medios de “producción y reproducción”, lenguaje que se quiere copiar ahora en leyes y políticas, deben ser arrebatados de las manos del opresor y ser restaurados al oprimido. Que el sistema de clases desaparecería cuando se eliminara la propiedad privada, la familia encabezada por un padre, cuando se estableciera el libertinaje sexual, se facilitara el divorcio unilateral, se aceptara la ilegitimidad, se le otorgaran a las mujeres derechos reproductivos que incluyeran el aborto, se forzara la entrada de la mujer al mercado laboral, se colectivizaran las tareas domésticas, se colocaran a los niños en guarderías del estado libres de la autoridad de sus padres y se eliminara la religión. Todo esto intentaron llevarlo a cabo las primeras dictaduras comunistas. Sin embargo, se vieron forzados a retroceder en los ataques a la familia debido al repudio de la población y tuvieron que concentrarse en la socialización industrial y económica.

Las feministas radicales de género siempre han reclamado a los líderes comunistas que el fracaso del marxismo se debió a que no abolieron a la familia. En su libro “La Dialéctica del Sexo”, la famosa feminista Shulamith Firestone expresa lo siguiente: “El colapso de la revolución comunista en Rusia se debió al fracaso en destruir a la familia, que es la verdadera causa de la opresión sicológica, económica y política. ‘Mamá’ es una institución sin la cual el sistema se destruiría. Entonces ‘Mamá’ debe ser destruida para ser sustituida por una ‘feminista socialista’ que acabaría con la explotación capitalista.” 

Según las feministas, el género implica clase y toda clase presupone desigualdad. Para eliminar esta desigualdad se han inventado una teoría que dice que el género, al contrario del sexo, no es definido biológicamente, sino que es una construcción social o cultural, es decir, que es aprendido y por la misma razón puede cambiarse. Esto quiere decir que una persona con sexo masculino puede adoptar a su antojo un género femenino y viceversa: hombres femeninos y mujeres masculinas. Se aprende a ser hombre o mujer, no se nace, tal como lo expresó la existencialista bisexual Simone de Beauvoir. Además, los ideólogos de género dicen que la atracción heterosexual también es aprendida y que el instinto materno no existe. Tristemente, muchos están apoyando hoy en día esta teoría sin detenerse a analizar que es un soberano disparate y que contiene una agenda antifamilia muy peligrosa. 

Esta aberrante ideología se está infiltrando en el mundo entero. En muchos países subdesarrollados como Nicaragua se está imponiendo la agenda de género por organismos internacionales izquierdistas, que promueven la práctica del aborto y de la homosexualidad para obtener la reducción de nuestras poblaciones. Estos organismos condicionan la ayuda financiera a los gobiernos y subvencionan con grandes sumas de dinero a los ONG feministas.

En Nicaragua ya estamos observando cómo ha avanzado “el enfoque de género” y cómo se está atacando a la familia: El indoctrinamiento en género lo vemos en el Plan Nacional de Educación en el cual actualmente aparece el enfoque de género como eje transversal. La figura del aborto terapéutico aparece en el proyecto del nuevo código penal. La homosexualidad legalizada la encontramos en el proyecto del nuevo código penal. Incorporar familias y matrimonios homosexuales está en la propuesta de código de familia. La pérdida del derecho de la autoridad de los padres sobre sus hijos está en la propuesta de código de familia y propuesta de ley de igualdad de oportunidades. Encontramos medidas coercitivas contra la empresa privada y contra la democracia en las propuestas de cuotas 50/50 entre otras en la ley de igualdad de oportunidad y la política para esa ley que ya el INIM está elaborando con financiamiento del FNUAP (UNFPA) y el gobierno canadiense. Restricciones a los medios de comunicación y a las agencias de publicidad, lo encontramos en la propuesta de ley de igualdad de oportunidades. Encontramos “derechos sexuales y reproductivos” que podrían incluir el aborto y la promoción de la homosexualidad u otras inclinaciones sexuales en la propuesta de ley de igualdad de oportunidades y la ley de la juventud. La imposición de un mini gobierno feminista elegido por feministas radicales, dentro del gobierno elegido por el pueblo, con injerencia en todas las instancias del gobierno en la propuesta de ley de igualdad de oportunidades. La pérdida de la soberanía de Nicaragua en el Protocolo Facultativo de CEDAW y en la ratificación de la Corte Penal Internacional que se está empujando por Naciones Unidas y sus agencias. Y hay más.

No cabe la menor duda que los nicaragüenses no aprobamos esta ideología nefasta para la familia pero todos tenemos que ayudar a detenerla. No podemos seguir permitiendo que se use una terminología indefinida metida dentro de medias verdades que realmente amenazan a la familia y la sociedad. Es importantísimo influenciar sobre nuestros políticos para que detengan el avance del “enfoque de género” aunque nos llamen “machistas” o “radicales”. Debemos exigir que se anulen los planes, proyectos y políticas que contienen el “enfoque de género”. En 1995 eso de “género” hasta salió en “Rionsito” porque realmente el pueblo lo ve ridículo. Hoy, sin embargo, por presiones económicas de organismos extranjeros a nuestros gobiernos y por el propio descuido ante los engaños que son bien disfrazados, se ha vuelto un imperativo detenerlo porque Nicaragua ya está siendo víctimas de un imperialismo ideológico contra nuestra identidad cultural. Esto es, ciertamente, otro tipo de corrupción que también hay que combatir.

lunes, 30 de enero de 2012

►El hogar



►Para la vida-León Gieco

Crecí con melodías suaves, acordes de piano, rondas infantiles, dulces baladas... Hoy, la vida, la historia, me ha hecho ahondar por caminos muy tristes, aunque no tan desconocidos para mi, y paso encontrando canciones que pintan la realidad, que muestran en crudo la historia, sin miedos, sin mentiras pero teñidas de amor y esperanza... como en este caso les presento el tema "Para la vida" de león Gieco y la cual les recomiendo tomarse el tiempo de oir y meditar. La letra es profunda, la melodía bellísima.
La Patria no puede comerse los hijos, no puede entregarlos, no puede matarlos, no tiene sentido sacrificar una vida por la patria terrenal, debiendo aspirar en cambio a la patria celestial, que no distingue fornteras, ni razas ni credos... ¡Es la revolución del AMOR! La Patria somos todos y la hacemos todos, junto a Dios. Cada vida humana nacida bajo este cielo es parte de la misma patria. Ella debe debe proteger y cobijar a sus hijos. Los chicos de la guerra que vi partir cuando pequeña hacia Malvinas... sus caritas pálidas, sus miradas congeladas en el miedo, sus ojos llenos de amor y esperanza... una Patria cofundida porque sigue matando a sus hijos sin temores, sin hacer nada al respecto.  
Ah ! ¿No hay guerras? La paz empieza en la casa. Una mujer que no desea recibir a su hijo y le da muerte antes de nacer nos habla de guerra, la mas cobarde de todas. Tomemos conciencia que cada vida vale, que debemos bregar por el bienestar y la salud de todos y cada uno de los hijos. Para ser y hacer verdadera patria debemos seguir los ideales de Cristo.
A mis héroes de Malvinas, a mis bebés no nacidos, y a toda persona que ha sido dañada moral y civilmente por causa de guerra le agradezco profundamente la VIDA donada a causa de la justicia divina, porque a Cristo nos debemos por completo,  no hay otra, no hay nada más.
Laura




Estoy aqui sentado,bajo del pequeño sol
El que nos dio aguila y tambien gorrion.
¿Que hacer con el silencio,cuando la cabeza estalla?
¿como parar la impotencia de no poder hacer nada?
porque querer matar a tus hijos
es para que duela años la sangre.
Ayer por no querer a la patria,
y ahora por quererla demasiado.

Leyes viejas,mas genocidas
mal presagio para la vida.

Con la luz llena de sombras,y con el sol en sufrimiento
vuelvo a mi casa de rodillas,y aqui mis amigos muertos.
En un pais enfermo,todas las cartas sobre la mesa,
jugando juegos perversos,entre futbol y guerra.
Sangre de gloria,odio contra amor
dioses y bestias,locura y dolor.
Abrire las puertas de este vacio
porque el destino me lanzo hacia arriba.

Leyes viejas,mas genocidas
mal presagio para la vida.

Insistire con un mar de rosas,
y construire,sobre cenizas.
Tendre un sueño nuevo en mis manos
y luchare para que sea justicia.
Las mejillas de mis hijos en mis labios,
y encontrare en sus ojos un nuevo descanso.

Leyes viejas,mas genocidas
mal presagio para la vida.

►La educación de los hijos

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Por San Josemaría Escrivá de Balaguer

Dar ejemplo a los hijos

"Desde el primer momento, los hijos son testigos inexorables de la vida de sus padres. No os dais cuenta, pero lo juzgan todo, y a veces os juzgan mal. De manera que las cosas que suceden en el hogar influyen para bien o para mal en vuestras criaturas. Procurad darles buen ejemplo, procurad no esconder vuestra piedad, procurad ser limpios en vuestra conducta: entonces aprenderán, y serán la corona de vuestra madurez y de vuestra vejez. Sois para ellos como un libro abierto".

Pozoalbero (Jerez de la Frontera), 12.XI.1972

Confiar en los hijos, incluso cuando mienten

"Procurad que los niños aprendan a valorar sus actos delante de Dios. Dadles motivos sobrenaturales para que discurran, para que se sientan responsables; y no les mostréis desconfianza. Es preferible que os engañen alguna vez, a que destrocéis el cariño y la unión que tienen con vosotros".

Guadalaviar (Valencia), 17.XI.1972

Educación personalizada

"Debéis administrar la libertad de los hijos, según la edad que tengan. No podéis tratar a todos de la misma manera. La justicia exige que tratéis de manera desigual a los hijos desiguales, pero de modo que no tengan celos. Son desiguales por la edad, por el temperamento, por la salud, por sus condiciones intelectuales… Así, con vuestra ayuda, llegan a ser iguales y a quererse mucho, a portarse bien, a tener las virtudes de sus padres, y a ser buenos hijos de Santa María".

Guadalaviar (Valencia), 17.XI.1972

Ser amigos de los hijos, confiar en ellos
"Haz esto con tus hijos. No te des por enterado, si te engañan alguna vez. Compréndelos, discúlpalos: ¿acaso tú y yo no hemos hecho lo mismo con Nuestro Señor, y hemos vuelto? Que se den cuenta de que eres el mejor amigo, de que nadie les quiere tanto como su padre y su madre. Verás cómo los chicos están orgullosos de esto. Pero no pretendas que sean santos de pies a cabeza. Santos en la tierra no hay ninguno".

El Prado (Madrid), 18.XI.1972


La educación es cosa de los dos

"Las madres sois pedagogas por naturaleza. Además, no olvides que tenéis gracia de estado. Pero las madres debéis ejercitar la pedagogía, primero, con los maridos. Porque ellos son unos tranquilos -¡no nos oyen!-, y os abandonan a los hijos a vosotras, como si los hijos no fueran un negocio. Ellos se van a sus cosas; vosotras quedáis en la casa la mayor parte de las veces. Y los chicos, ¡que los eduquéis vosotras! ¿no señor: entre los dos..!"

Tabancura (Santiago de Chile), 5.VII.1974

Ejercitarse en la paciencia

"Recomiendo que estés sereno con tus hijos, que no les des un cachete porque sí. Los chicos se ponen rabiosos, tú te molestas, sufres porque los quieres mucho y, además, te tienes que desenfadar. Ten un poquito de paciencia, ríñeles cuando ya se te haya pasado el enfado, y a solas. No los humilles delante de los otros hermanos. Háblales razonando un poco, para que se den cuenta de que deben obrar de otra manera, porque así agradan a Dios".

Bell-lloc del Plà (Gerona), 24.XI.1972

Educar en sobriedad

"No les deis una libertad de libertinaje, pero respetadles. No seáis excesivamente generosos en el dinero, porque en general dais demasiado dinero a los hijos. Ya se lo daréis después, multiplicado. Que aprendan a vivir con sobriedad, a llevar una vida un poco espartana; es decir, cristiana. Es difícil, pero hay que ser valiente: tened valor para educar en la austeridad; si no, no haréis nada".

Castelldaura (Barcelona), 28.XI.1972

"El exceso de cariño hace que los aburgueséis bastante. Cuando no es papá, es mamá. Y cuando no, la abuelita. Y a veces, los tres, cada uno por su lado, y os guardáis el secreto. Y el chico, con los tres secretos, puede perder el alma. Poneos de acuerdo. No seáis tacaños con los hijos, pero tened en cuenta la capacidad de cada uno, la serenidad de cada uno, la posibilidad de autogobernarse: y que no tengan nunca abundancia, hasta que la ganen ellos".

IESE (Barcelona), 27.XI.l972


Enseñar el origen de la vida

"Papá tiene que hacerse amigo de los hijos. No tiene más remedio que esforzarse en esto, porque llega un momento en que los niños, si papá no les ha hablado, van con curiosidad -de una parte razonable y de otra malsana- a preguntar cuáles son los orígenes de la vida. Se lo preguntan a un amigote sinvergüenza, y entonces miran con asco a sus padres. En cambio, si tú -porque lo has seguido desde niño y ves que es el momento- le dices noblemente, después de invocar al Señor, cuál es el origen de la vida, el niño irá a abrazar a mamá porque ha sido tan buena,y a ti te dará unos besos con toda su alma y dirá: ¡qué bueno es Dios!, que se ha servido de mis padres, dejándoles una participación en su poder creador. No lo dirá así la criatura, porque no sabe; pero lo sentirá. Y pensará que vuestro amor no es una cosa torpe, sino una cosa santa".

Enxomil (Oporto), 31.X.1972

Enseñarles a rezar

"Tu mujer y tú sois el mejor medio del que se sirve Dios, para educar a vuestros hijos en la vida de piedad. Seguramente, recordaréis las oraciones aprendidas de labios de vuestra madre. A mí no me da vergüenza deciros que, por la mañana y por la noche, repito esas oraciones vocales que ella y mi padre me enseñaron: pocas, breves, piadosas".

Tajamar (Madrid), 28.X.1972

"Si les dais el ejemplo de vuestra frecuencia de sacramentos y de vuestra piedad mariana, vuestros hijos marcharán por el buen camino. La solución está en vuestras manos, porque los niños -aun los que parecen más pequeñines- no lo son tanto, y desde los dos años comienzan a ser testigos de vuestra vida. Son jueces crueles, inexorables: ¿quién va a meterles en la cabeza, a esa edad, que sólo Nuestro Señor es el que puede juzgar? Los hijos juzgan todo lo que ocurre delante de sus ojos; por eso, si os ven piadosos y rectos, si ven que no reñís, si ven que tenéis un amor grande a la Madre de Dios, que es también Madre nuestra; si ven que lucháis contra vuestros defectos y que procuráis ser buenos cristianos, ellos comenzarán a admiraros. Con eso, ya los estáis formando".

Brafa (Barcelona), 22.XI.1972

En la adolescencia

"Que no tengan miedo, que sepan que también tú fuiste rebelde a su edad… Vamos a ser sinceros: el que no haya dado guerra a sus padres (…) que levante la mano; ¿quién se atreve a hacerlo? Es justo que tus hijos también te haga sufrir un poco. Entonces, coges un día a aquel revoltoso, te lo llevas de paseo, le invitas a tomar algo y le dices: ¿sabes que yo, cuando tenía tu edad, hice sufrir a tus abuelos? ¡Fíjate!, les hice esta trastada y aquella otra, y me perdonaron enseguida. Ahora estoy tan dolido de haberlos hecho sufrir: ¡qué lástima! El entenderá, se dará cuenta de que tú eres capaz de comprenderle, de disculparle, y de amarle, con sus defectos. ¡También con sus defectos! Se irá corrigiendo, poco a poco. ¿Quién va a ser mejor educador que un padre o una madre? La pedagogía vuestra, si sois buenos cristianos, es colosal.
Trátalos como querrías que te hubieran tratado, cuando tenías su edad. Sobre todo, con una confianza extramada. Más vale que te engañen una vez, que hacerles pensar que no les quieres bastante, que no tienes confianza en ellos. ¡Déjate engañar alguna vez, que no pasa nada!"

Enxomil (Oporto), 31.X.1972



sábado, 28 de enero de 2012

►Los abuelos

Gracias Dios por haberme brindado la posibilidad de amar y cuidar a mis abuelos.
Pude disfrutarlos, son bendición para nuestras vidas, no los ignoremos.
Que Dios me los bendiga a todos.
Laura


El Papa presenta a los abuelos como «garantes» de la ternura que todos necesitan 

Benedicto XVI, 8 julio 2006, Valencia, España (ZENIT.org)

El Papa reconoció que los abuelos

«pueden ser -y son tantas veces- los garantes del afecto y la ternura que todo ser humano necesita dar y recibir».  

«Ellos dan a los pequeños la perspectiva del tiempo, son memoria y riqueza de las familias»

«Ojalá que, bajo ningún concepto, sean excluidos del círculo familiar» 

«Son un tesoro que no podemos arrebatarles a las nuevas generaciones, sobre todo cuando dan testimonio de fe ante la cercanía de la muerte».

►Que sea del conocimiento de todos


Tantas veces he oído decir...: -"A la iglesia no le importa nada", "La Iglesia no hace nada"... Vayamos tomando conocimiento de como la Iglesia ha actuado desde siempre respecto a la vida de todo ser humano y en todos los sentidos posibles y aún en los que parecen imposibles.





La Iglesia defiende a los niños ante la ONU
Cardenal ALFONSO LÓPEZ TRUJILLO
9 de mayo de 2002

Señor Presidente: 

La Santa Sede quiere ser siempre fiel al amor de especial predilección y ternura del Señor por los niños, en el reconocimiento y respeto pleno que les es debido. Son don maravilloso de Dios. 

A lo largo de los siglos han surgido en el seno de las comunidades cristianas incontables instituciones y obras en favor de la niñez, y han brindado, en las más diversas dimensiones, un servicio generoso: en la familia, en la educación, en la salud, con especial énfasis en los más pobres y necesitados. La lucha contra la pobreza, que flagela a la infancia cruelmente y cobra tantas víctimas, es una exigencia fundamental. 

Su Santidad Juan Pablo II ha escrito durante el Año Internacional de la Familia (1994) una significativa Carta a los Niños. Estos son fuente de alegría y esperanza para los padres y para la sociedad, y son amados por Dios en Jesús Niño, que se presenta en Belén como un recién nacido. 

En ella denuncia los sufrimientos, amenazas y atentados de que son víctimas los niños: "padecen hambre y miseria, mueren a causa de las enfermedades y la desnutrición, perecen víctimas de las guerras, son abandonados por sus padres y condenados a vivir sin hogar, privados del calor de una familia propia, soportan muchas formas de violencia y abuso por parte de los adultos" (Carta a los Niños). No se puede permanecer indiferentes, advierte el Papa, ante el sufrimiento de tantos niños. 

Además de las múltiples formas de violencia indicadas, hay otras que proliferan, con drásticos efectos, como es la polución moral del ambiente, que les impide respirar espiritualmente un oxígeno puro. Las familias y los Estados no pueden evadir las exigencias de una "ecología humana" (Centesimus annus, 30). Cuando los valores morales son impunemente conculcados, cuando la atmósfera es cargada artificiosamente de erotismo, y se vacía y se banaliza el significado de la sexualidad humana, e incluso se les induce a "estilos de vida", de comportamientos incalificables, en un clima de alarmante permisivismo, los riesgos de violencia crecen. Aunque con notable retraso, porque son ya muy numerosas las víctimas, muchos parece que comienzan a reaccionar y a revisar actitudes y a fortalecer las normas legales para evitar sus consecuencias devastadoras. 

En diversas ocasiones el Pontificio Consejo para la Familia ha celebrado congresos internacionales sobre la niñez: 

- La dignidad del niño y sus derechos (Roma, 18-20 de junio de 1992). 
- La explotación sexual del niño en la prostitución y la pornografía (Bangkok, 9-11 de septiembre de 1992). 
- La familia y el trabajo de los menores (Manila, 1-3 de julio de 1993). 
- Los niños de la calle (Río de Janeiro, 27-29 de julio de 1993). 
- La adopción internacional (Sevilla, 25-27 de febrero de 1994). 

Más recientemente, en ocasión del Gran Jubileo, llevamos a cabo un congreso mundial con el título: "Los niños, primavera de la familia y de la sociedad" (Roma, 11-13 de octubre de 2000), y, el 5 de junio del año pasado, aquí en las Naciones Unidas, se efectuó un simposio sobre "Los niños en los conflictos armados: responsabilidad de cada uno", organizado por la Misión Permanente de observación de la Santa Sede, en unión con la Oficina del representante del secretario general de las Naciones Unidas para los niños en situación de conflicto. Sería una información demasiado amplia la que requeriría recordar los congresos, encuentros y otras actividades llevadas a cabo por la Iglesia a lo largo y ancho del mundo. 

El reconocimiento pleno de la dignidad humana del niño, de todos los niños, imágenes de Dios, desde el momento de su concepción, parece que se ha perdido y tiene que ser renovado. La verdadera medida de grandeza de una sociedad es aquella con la que se reconoce y protege la dignidad y los derechos humanos, y asegura el bienestar de todos sus miembros, especialmente los niños. Una sociedad sana, de genuino rostro humano, es aquella en la cual los individuos reconocen a la familia como la célula básica de la sociedad y la más importante proveedora y educadora del niño, así como está proclamado en la Convención sobre los derechos del niño (de 1989). 

Es muy importante observar el criterio central, varias veces subrayado en la misma Convención, según el cual debe prevalecer "el bien superior del niño". Este criterio iluminador no debe ser sofocado o burlado por leyes injustas. "El bien superior del niño" es un precioso criterio que hunde sus raíces en su dignidad personal: el niño es fin, no instrumento, medio, objeto (cf. Gaudium et spes, 24); es sujeto de derechos, comenzando por el derecho fundamental a la vida, desde su concepción, que nada ni nadie puede negar, así como lo afirma el párrafo 9 del preámbulo de la Convención. 

El proceso del desarrollo humano en todos sus aspectos, físico, emocional, espiritual, intelectual y social, es el resultado de una sinergia entre la familia y la sociedad. Sólo por medio de una colaboración eficaz el niño podrá ser protegido de toda injuria, abuso y opresión, y ser capacitado para compartir y contribuir al bien común de la humanidad. Lograr este desarrollo es una gran empresa, siempre en construcción, que a la vez pone de manifiesto el genuino espíritu y el estado de salud de las sociedades y aportará remedios oportunos contra las injurias y las necesidades. 

"El bien superior del niño" exige su adecuada relación con la familia, fundada sobre el matrimonio, cuna y santuario de la vida, lugar del crecimiento personal, de afectos, de solidaridad, lugar del derecho y de la transmisión intergeneracional de la cultura. Al servicio del niño la comunidad internacional debe "defender el valor de la familia y el respeto a la vida humana, desde el momento de la concepción. Se trata de valores que pertenecen a la "gramática" fundamental del diálogo y de la convivencia humana entre los pueblos" (Discurso de Juan Pablo II en el Jubileo de las Familias, 14 de octubre de 2000). 

La Santa Sede, por tanto, mantiene que deben ser articulados los derechos del niño con los derechos de la familia. Como institución fundamental para la vida de toda sociedad, la familia, fundada sobre el matrimonio, ha de ser entendida como pacto por el cual "el hombre y la mujer constituyen entre sí un consorcio de toda la vida, ordenado por su misma índole al bien de los cónyuges y a la generación y educación de la prole" (Juan Pablo II, Carta a las Familias Gratissimam sane, 1994, n. 17; cf. Código de Derecho Canónico, can. 1055; Santa Sede, Carta de los Derechos de la Familia, 1983, art. 1-3; Declaración universal de los Derechos Humanos, art. 16). 

El niño, todos los niños, en cualesquiera situación o circunstancia, han de ser amados, acogidos, protegidos y educados, con especial dedicación y ternura, incluso mayor cuando más duras y pesadas sean sus limitaciones y dificultades. 

Debe hacerse todo lo posible porque sean concebidos, nazcan, crezcan y sean formados en una familia, capaz de brindar, de forma positiva y permanente, protección y ejemplo como elementos irreemplazables de su educación. 

El niño ha de ser considerado como miembro de la familia, de tal manera que los progenitores, abiertos al don de la vida, con una bien concebida paternidad y maternidad responsables, cumplan con sus deberes irrenunciables y sean ayudados por la sociedad, y no obstaculizados en su misión (cf. Carta de los Derechos de la Familia, art. 1b, 3c). 

Sólo cuando falta la familia, la sociedad y el Estado han de brindar lo que al niño le es necesario, ojalá en un ambiente que ofrezca la calidad como de una familia, por su acogida, dedicación, respeto y ternura. "Todos los niños, nacidos dentro o fuera del matrimonio, gozan del mismo derecho a la protección social para su desarrollo personal e integral" (Carta de los Derechos de la Familia, art. 4e). 

Señor Presidente: 

Mi Delegación sostiene que ha de obtenerse una legislación de protección de la niñez que preserve a los niños de todas las formas de explotación y abuso, como por ejemplo el incesto y la pedofilia, ya sea en el trabajo, en la esclavitud, en los delitos abominables de la prostitución y la pornografía, en los secuestros o su utilización como soldados o guerrilleros, ya sea como víctimas de conflictos armados o de las sanciones internacionales o unilaterales impuestas a algunos países; plagas todas ellas que afrentan y escandalizan a la humanidad. Estas variadas formas de violencia no deben quedar impunes. 

Es preciso vigilar cuidadosamente para que las adopciones, nacionales o internacionales, cuando sean realmente aconsejables, observado el principio del "bien superior del niño", sean hechas por matrimonio que ofrezcan verdaderas garantías por su estabilidad, solvencia moral, capacidad de acompañamiento y ejemplaridad, de tal forma que los niños puedan ser adecuadamente educados, no entorpecidos, cuando no destruidos, en su misma personalidad. Forma parte del interés del niño para su desarrollo integral y armónico que, como la misma ciencia lo enseña, tengan un padre y una madre. 

Señor Presidente: 

Mi Delegación está convencida de que no se reconoce el bien superior del niño cuando, condicionados por el mito de la sobrepoblación - mito que los datos y tendencias demográficas recientemente reconocidos muestran como infundado - se imponen políticas de población contra los derechos de la familia y de los niños. Debe ser reconocido, en primer lugar, el derecho fundamental a la vida. 

Los niños constituyen una riqueza y una esperanza para la familia humana. Por eso la Delegación de la Santa Sede hace votos para que esta sesión especial de la Asamblea general de las Naciones Unidas tenga muchos y valiosos frutos para asegurar que los niños de todo el mundo sean "primavera de la familia y de la sociedad".

►Según el Consejo de Europa, "en caso de duda, la decisión debe ser pro vida"




La Asamblea Parlamentaria aprueba una resolución que establece que, “en caso de duda, la decisión a tomar siempre debe estar a favor de la prolongación de la vida”.

REDACCIÓN HO / GACETA.- "La eutanasia, en el sentido de la muerte intencional, por acción u omisión, de un ser humano en función de su presunto beneficio, debe ser prohibida siempre”. Así lo recoge una resolución del Consejo de Europa que sienta un gran precedente a favor de la vida porque es la primera vez que una institución política europea se manifiesta de forma tan clara y tan rotunda.
El mismo texto de la Asamblea Parlamentaria se especifica que, “en caso de duda, la decisión siempre debe ser pro-vida y a favor de la prolongación de la vida”.
Esta es la tercera propuesta en este ámbito después de la resolución 2010, que fortalecía la libertad de conciencia para los médicos y el personal médico, y de que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos afirmara el año pasado que no existe el derecho a la eutanasia o el suicidio asistido en la Convención Europea.
La resolución, que responde al título de Protección de los derechos humanos y la dignidad, teniendo en cuenta los deseos expresados anteriormente por los pacientes, clarifica los principios que deben regir la práctica de “testamentos vitales” o “directivas anticipadas” en Europa. De esta forma, los pacientes deben ser autorizados y alentados a expresar de antemano sus deseos con respecto a la intervención médica y el tratamiento en caso de que se produzca una situación en la que ya no tengan capacidad de hacerlo.
De esta forma, se pretende frenar la entrada de la eutanasia o el suicidio asistido que viene muchas veces por la regulación divergente de los países europeos por el abuso de los "testamentos vitales" o las "directivas anticipadas".
“Prohibido el asesinato intencionado”
En primer lugar, la Asamblea recoge el principio de que “el asesinato intencionado siempre debe estar prohibido”.
En segundo lugar, también fue aprobada una importante modificación introducida por Luca Volontè, diputado italiano y presidente del Grupo Popular de la Asamblea Parlamentaria. En el párrafo 7.8. de esa modificación, se establece que “las decisiones de sustitución que se basan en juicios de valor generales presentes en la sociedad no debe ser admisible y, en caso de duda, la decisión siempre debe ser pro-vida y la prolongación de la vida”.
Hay que insistir en la importancia de esta gran victoria a favor de la vida en Europa, ya que, con la adopción de esta resolución, el Consejo de Europa pone en una difícil situación a los países que permiten la eutanasia, como los Países Bajos y Bélgica.
Luca Volontè ha señalado que esta resolución del Consejo de Europa significa un gran paso adelante en la defensa de la vida: “el año pasado hemos obtenido una gran victoria que reafirma el derecho de los médicos a la objeción de conciencia, hoy también hemos peleado una buena batalla y la hemos ganado, gracias a Dios, en contra de una verdadera tiranía ideológica de la cultura de la muerte […] Ahora la eutanasia está totalmente prohibida”.

Fuente: www.hazteoir.

►La oración del niño


 78 países aún admiten el castigo corporal de menores en el marco de medidas disciplinarias, mientras que 106 no prohíben por ley tales medidas en la escuela.
Significa que más de 1.250 millones de niños viven en naciones donde estos castigos, de parte de los docentes, carecen de impedimento legal.


Hay 250 mil niños y niñas que son soldados; 275 millones de niños que cada año son testigos de violencia doméstica que puede marcarles de por vida; 218 millones de niños obligados a trabajar (sin poder asistir a la escuela); más de 126 millones utilizados en actividades peligrosas; en particular 5,7 millones de niños forzados a trabajar como pago de deudas, 1,8 millones involucrados en prostitución y pornografía, y 1,2 millones víctimas del tráfico de menores con tal fin. No te olvides de ellos.




►Los hijos -Kahlil Gibran


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►LAS DOS PETICIONES DE JESUS


 LAS DOS PETICIONES DE JESUS 
 (F.Gàmez, Mayo 2000)

En este día, mi buen Jesús,
deseo cumplir una vez más Tu Santa voluntad,
de ese momento en el que, agonizante en la cruz,
solicitaste de mí aquel acto de piedad:
en medio de Tu amarga agonía,
cuando mi alma redimías,
me entregaste a Tu Madre muy amada
y me pediste que la llevara a mi casa y mi vida,
a mi interior, a mi morada,
para que, así como siempre estuvo Contigo,
esté igualmente por siempre conmigo.

Así lo has querido, Señor, que en mi vida
diera yo a ella la bienvenida:
a Tu dulce y Santa Madre, la siempre Virgen, María.

---------------
A ella también dejaste un mandado:
que me tuviera por siempre a su lado
y que, con amor de Madre y bajo su cuidado,
me recibiera como su pequeña criatura,
para que, amparado por su maternal ternura,
me educara cada día y formara en mí Tu Santa Figura.

---------------
Ahora, mi Señor, con pena reconozco
que mientras su parte de Madre, María,
la ha cumplido a cabal perfección,
de mil maneras he fallado yo en la mía,
como hijo y como Cristiano, según Tú me pediste
en aquella última hora de Tu dolorosa Pasión.

Por eso me acerco hoy de nuevo a Tu cruz,
para imitar Tu ejemplo, mi buen Jesús,
de caminar en obediencia y santidad
y tomar dignamente a María conmigo,
tal y como Tú me lo has pedido.
---------------
Te recibo una vez más, María,
en mi corazón y en mi vida,
para que, con tu ayuda,
ser santo y buen hijo tuyo,
sea mi ilusión y alegría.

Haz de mí un buen hijo de Dios,
humilde, obediente y de oración.

Sé tú mi fuente de fe, pureza y de luz,
de caridad y dulzura, humildad y mortificación,
de sabiduría, paciencia y alegría.
Aleja de mí el orgullo y el egoísmo, la frialdad y la rebeldía.
Ayúdame a que yo disminuya para que crezca Jesús,
transfórmame para que piense según Su sabiduría,
que sea como El en su manera de amar y de vivir,
de hablar, actuar y sufrir.
---------------
Te saludo y felicito por las obras de Dios en ti, Gran Señora,
como anunciaste en el Magníficat que yo lo haría un día,
y te agradezco de corazón por todas tus bondades.

Y ahora, avergonzado por mi condición de pecador,
me arrojo, María querida, a tus pies y tus manos
y te suplico que, como Madre llena de amor,
me obtengas de Jesús, tu hijo amado,
mi conversión, el arrepentimiento y perdón de mis pecados.
Amén.


►SUPLICAS A MARIA SANTISIMA EN LOS TIEMPOS DIFICILES



►ORACION A MARIA REINA DE LOS ANGELES


Ante el gran combate espiritual que libramos, Dios ha querido proveer por nosotros. Pero debemos rezar si deseamos su ayuda.

Escribe acerca de la Reina de los Angeles el Venerable Luis Eduardo Cestac, fundador de la Congregación de las Siervas de María:

En 1863 un alma... sintió su mente elevada hacia la Santísima Virgen, quien le dijo que efectivamente, los demonios andaban sueltos por el mundo, y que había llegado la hora de rogarle como Reina de los Ángeles pidiéndole las legiones santas para combatir y aplastar los poderes infernales.

–"Madre mía", dijo esta alma, "¿ya que sois tan buena, no podrías enviarlas sin que os rogáramos?" 
–"No", respondió la Santísima Virgen, "la oración es condición impuesta por Dios para alcanzar las gracias". 
– "Entonces, Madre mía", dijo el alma "¿querrías enseñarme Vos la manera de rogaros?"

Y creyó escuchar la oración “Oh Augusta Reina...”

El señor Cestac fue el depositario de esta oración. Lo primero que hizo fue presentarla a Monseñor Lacroix, obispo de Bayona, quien le dio su aprobación. Inmediatamente mandó imprimir medio millón de ejemplares, que distribuyó gratis por todas partes.

No estará demás advertir que, durante la primera impresión, las máquinas se rompieron dos veces. La oración a la Reina de los Ángeles se extendió rápidamente y fue aprobada por muchos obispos y arzobispos. 

San Pío X concedió trescientos días de indulgencia a quienes la rezaren. 

(Imprimátur del Vicario General de Buenos Aires, 29 de febrero de 1912)
-“Regina Angelorum”, publicación de la Orden de María Reina, Pascua de 1978 


►Magnificat


►Dame tus ojos, Madre

               


►Síntesis de la enseñanza sobre la mujer





Benedicto XVI al congreso internacional «Mujer y varón, la totalidad del humanum» (resumen) 10-II-2008


Desde la segunda mitad del siglo XX hasta hoy, el movimiento de valorización de la mujer en las diferentes instancias de la vida social ha suscitado innumerables reflexiones y debates, y ha multiplicado muchas iniciativas que la Iglesia católica ha seguido y con frecuencia acompañado con interés.

La relación hombre-mujer en su respectiva especificidad, reciprocidad y complementariedad constituye, sin duda, un punto central de la «cuestión antropológica», tan decisiva en la cultura contemporánea. Numerosas intervenciones y documentos pontificios han tocado la realidad emergente de la cuestión femenina. Me limito a recordar los publicados por mi querido predecesor, Juan Pablo II, quien en junio de 1995 quiso escribir una Carta a las mujeres, mientras que el 15 de agosto de 1988, exactamente hace veinte años, publicó la carta apostólica «Mulieris dignitatem». Este texto sobre la vocación y la dignidad de la mujer, de gran riqueza teológica, espiritual y cultural, inspiró a su vez la Carta a los obispos de la Iglesia católica sobre la colaboración del hombre y la mujer en la Iglesia y en el mundo, de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

En la «Mulieris dignitatem», Juan Pablo II quiso profundizar en las verdades antropológicas fundamentales del hombre y de la mujer, en la igualdad de dignidad y en la unidad de los dos, en la arraigada y profunda diversidad entre lo masculino y lo femenino, y en su vocación a la reciprocidad y a la complementariedad, a la colaboración y a la comunión (Cf. n. 6). Esta unidad dual del hombre y de la mujer se basa en el fundamento de la dignidad de toda persona, creada a imagen y semejanza de Dios, quien «les creó varón y mujer» (Génesis 1, 27), evitando tanto una uniformidad indistinta y una igualdad estática y empobrecedora, como una diferencia abismal y conflictiva (Cf. Juan Pablo II, Carta a las mujeres, 8). 

Esta unidad de los dos lleva en sí, inscrita en los cuerpos y en las almas, la relación con el otro, el amor por el otro, la comunión interpersonal que indica que «en la creación del hombre se da también una cierta semejanza con la comunión divina» («Mulieris dignitatem», n. 7). Por tanto, cuando el hombre o la mujer pretenden ser autónomos y totalmente autosuficientes, corren el riesgo de encerrarse en una autorrealización que considera como una conquista de la libertad la superación de todo vínculo natural, social o religioso, pero que en realidad les reduce a una soledad opresora. Para favorecer y apoyar la auténtica promoción de la mujer y del hombre no es posible descuidar esta realidad.

Ciertamente se necesita una renovada investigación antropológica que, basándose en la gran tradición cristiana, incorpore los nuevos progresos de la ciencia y las actuales sensibilidades culturales, contribuyendo de este modo a profundizar no sólo en la identidad femenina, sino también en la masculina, que con frecuencia también es objeto de reflexiones parciales e ideológicas.

Ante corrientes culturales y políticas que tratan de eliminar, o al menos de ofuscar y confundir, las diferencias sexuales inscritas en la naturaleza humana considerándolas como una construcción cultural, es necesario recordar el designio de Dios que ha creado al ser humano varón y mujer, con una unidad y al mismo tiempo una diferencia originaria y complementaria. La naturaleza humana y la dimensión cultural se integran en un proceso amplio y complejo que constituye la formación de la propia identidad, en la que ambas dimensiones, la femenina y la masculina, se corresponden y complementan.

Al inaugurar las sesiones de trabajo de la Quinta Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, en mayo pasado en Brasil, quise recordar que todavía hoy persiste una mentalidad machista, que ignora la novedad del cristianismo, que reconoce y proclama la igual dignidad y responsabilidad de la mujer con respecto al hombre. Hay lugares y culturas en los que la mujer es discriminada y minusvalorada sólo por el hecho de ser mujer, en los que se recurre incluso a argumentos religiosos y a presiones familiares, sociales y culturales para defender la disparidad de los sexos, en los que se perpetran actos de violencia contra la mujer, haciendo de ella objeto de malos tratos o de abusos en la publicidad y en la industria del consumo y de la diversión.  Ante fenómenos tan graves y persistentes parece más urgente todavía el compromiso de los cristianos para que se conviertan por doquier en promotores de una cultura que reconozca a la mujer la dignidad que le compete, en el derecho y en la realidad concreta.

Dios encomienda al hombre y a la mujer, según sus peculiaridades, una vocación específica y una misión en la Iglesia y en el mundo. Pienso en estos momentos en la familia, comunidad de amor abierto a la vida, célula fundamental de la sociedad. En ella, la mujer y el hombre, gracias al don de la maternidad y de la paternidad, desempeñan juntos un papel insustituible en relación con la vida.

Desde su concepción, los hijos tienen el derecho de poder contar con un padre y una madre para que les cuiden y les acompañen en su crecimiento. El Estado, por su parte, tiene que apoyar con políticas sociales adecuadas todo lo que promueve la estabilidad y la unidad del matrimonio, la dignidad y la responsabilidad de los cónyuges, su derecho y tarea insustituible como educadores de lo hijos. Además, es necesario que se le permita a la mujer colaborar en la construcción de la sociedad, valorando su típico «genio femenino».

►CARTA DEL PAPA JUAN PABLO II A LAS MUJERES





A vosotras, mujeres del mundo entero,
os doy mi más cordial saludo:

20 Junio 1995

1. A cada una de vosotras dirijo esta carta con objeto de compartir y manifestar gratitud, en la proximidad de la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer, que tendrá lugar en Pekín el próximo mes de septiembre.

Ante todo deseo expresar mi vivo reconocimiento a la Organización de las Naciones Unidas, que ha promovido tan importante iniciativa. La Iglesia quiere ofrecer también su contribución en defensa de la dignidad, papel y derechos de las mujeres, no sólo a través de la aportación específica de la Delegación oficial de la Santa Sede a los trabajos de Pekín, sino también hablando directamente al corazón y a la mente de todas las mujeres. Recientemente, con ocasión de la visita que la Señora Gertrudis Mongella, Secretaria General de la Conferencia, me ha hecho precisamente con vistas a este importante encuentro, le he entregado un Mensaje en el que se recogen algunos puntos fundamentales de la enseñanza de la Iglesia al respecto. Es un mensaje que, más allá de la circunstancia específica que lo ha inspirado, se abre a la perspectiva más general de la realidad y de los problemas de las mujeres en su conjunto, poniéndose al servicio de su causa en la Iglesia y en el mundo contemporáneo. Por lo cual he dispuesto que se enviara a todas las Conferencias Episcopales, para asegurar su máxima difusión.

Refiriéndome a lo expuesto en dicho documento, quiero ahora dirigirme directamente a cada mujer, para reflexionar con ella sobre sus problemas y las perspectivas de la condición femenina en nuestro tiempo, deteniéndome en particular sobre el tema esencial de la dignidad y de los derechos de las mujeres, considerados a la luz de la Palabra de Dios.

El punto de partida de este diálogo ideal no es otro que dar gracias. « La Iglesia —escribía en la Carta apostólica Mulieris dignitatem— desea dar gracias a la Santísima Trinidad por el "misterio de la mujer" y por cada mujer, por lo que constituye la medida eterna de su dignidad femenina, por las "maravillas de Dio", que en la historia de la humanidad se han realizado en ella y por ella » (n. 31).

2. Dar gracias al Señor por su designio sobre la vocación y la misión de la mujer en el mundo se convierte en un agradecimiento concreto y directo a las mujeres, a cada mujer, por lo que representan en la vida de la humanidad.

Te doy gracias, mujer-madre, que te conviertes en seno del ser humano con la alegría y los dolores de parto de una experiencia única, la cual te hace sonrisa de Dios para el niño que viene a la luz y te hace guía de sus primeros pasos, apoyo de su crecimiento, punto de referencia en el posterior camino de la vida.

Te doy gracias, mujer-esposa, que unes irrevocablemente tu destino al de un hombre, mediante una relación de recíproca entrega, al servicio de la comunión y de la vida.

Te doy gracias, mujer-hija y mujer-hermana, que aportas al núcleo familiar y también al conjunto de la vida social las riquezas de tu sensibilidad, intuición, generosidad y constancia.

Te doy gracias, mujer-trabajadora, que participas en todos los ámbitos de la vida social, económica, cultural, artística y política, mediante la indispensable aportación que das a la elaboración de una cultura capaz de conciliar razón y sentimiento, a una concepción de la vida siempre abierta al sentido del « misterio », a la edificación de estructuras económicas y políticas más ricas de humanidad.

Te doy gracias, mujer-consagrada, que a ejemplo de la más grande de las mujeres, la Madre de Cristo, Verbo encarnado, te abres con docilidad y fidelidad al amor de Dios, ayudando a la Iglesia y a toda la humanidad a vivir para Dios una respuesta « esponsal », que expresa maravillosamente la comunión que El quiere establecer con su criatura.

Te doy gracias, mujer, ¡por el hecho mismo de ser mujer! Con la intuición propia de tu femineidad enriqueces la comprensión del mundo y contribuyes a la plena verdad de las relaciones humanas.

3. Pero dar gracias no basta, lo sé. Por desgracia somos herederos de una historia de enormes condicionamientos que, en todos los tiempos y en cada lugar, han hecho difícil el camino de la mujer, despreciada en su dignidad, olvidada en sus prerrogativas, marginada frecuentemente e incluso reducida a esclavitud. Esto le ha impedido ser profundamente ella misma y ha empobrecido la humanidad entera de auténticas riquezas espirituales. No sería ciertamente fácil señalar responsabilidades precisas, considerando la fuerza de las sedimentaciones culturales que, a lo largo de los siglos, han plasmado mentalidades e instituciones. Pero si en esto no han faltado, especialmente en determinados contextos históricos, responsabilidades objetivas incluso en no pocos hijos de la Iglesia, lo siento sinceramente. Que este sentimiento se convierta para toda la Iglesia en un compromiso de renovada fidelidad a la inspiración evangélica, que precisamente sobre el tema de la liberación de la mujer de toda forma de abuso y de dominio tiene un mensaje de perenne actualidad, el cual brota de la actitud misma de Cristo. El, superando las normas vigentes en la cultura de su tiempo, tuvo en relación con las mujeres una actitud de apertura, de respeto, de acogida y de ternura. De este modo honraba en la mujer la dignidad que tiene desde siempre, en el proyecto y en el amor de Dios. Mirando hacia El, al final de este segundo milenio, resulta espontáneo preguntarse: ?qué parte de su mensaje ha sido comprendido y llevado a término?

Ciertamente, es la hora de mirar con la valentía de la memoria, y reconociendo sinceramente las responsabilidades, la larga historia de la humanidad, a la que las mujeres han contribuido no menos que los hombres, y la mayor parte de las veces en condiciones bastante más adversas. Pienso, en particular, en las mujeres que han amado la cultura y el arte, y se han dedicado a ello partiendo con desventaja, excluidas a menudo de una educación igual, expuestas a la infravaloración, al desconocimiento e incluso al despojo de su aportación intelectual. Por desgracia, de la múltiple actividad de las mujeres en la historia ha quedado muy poco que se pueda recuperar con los instrumentos de la historiografía científica. Por suerte, aunque el tiempo haya enterrado sus huellas documentales, sin embargo se percibe su influjo benéfico en la linfa vital que conforma el ser de las generaciones que se han sucedido hasta nosotros. Respecto a esta grande e inmensa « tradición » femenina, la humanidad tiene una deuda incalculable. ¡Cuántas mujeres han sido y son todavía más tenidas en cuenta por su aspecto físico que por su competencia, profesionalidad, capacidad intelectual, riqueza de su sensibilidad y en definitiva por la dignidad misma de su ser!

4. Y qué decir también de los obstáculos que, en tantas partes del mundo, impiden aún a las mujeres su plena inserción en la vida social, política y económica? Baste pensar en cómo a menudo es penalizado, más que gratificado, el don de la maternidad, al que la humanidad debe también su misma supervivencia. Ciertamente, aún queda mucho por hacer para que el ser mujer y madre no comporte una discriminación. Es urgente alcanzar en todas partes la efectiva igualdad de los derechos de la persona y por tanto igualdad de salario respecto a igualdad de trabajo, tutela de la trabajadora-madre, justas promociones en la carrera, igualdad de los esposos en el derecho de familia, reconocimiento de todo lo que va unido a los derechos y deberes del ciudadano en un régimen democrático.

Se trata de un acto de justicia, pero también de una necesidad. Los graves problemas sobre la mesa, en la política del futuro, verán a la mujer comprometida cada vez más: tiempo libre, calidad de la vida, migraciones, servicios sociales, eutanasia, droga, sanidad y asistencia, ecología, etc. Para todos estos campos será preciosa una mayor presencia social de la mujer, porque contribuirá a manifestar las contradicciones de una sociedad organizada sobre puros criterios de eficiencia y productividad, y obligará a replantear los sistemas en favor de los procesos de humanización que configuran la « civilización del amor ».

5. Mirando también uno de los aspectos más delicados de la situación femenina en el mundo, cómo no recordar la larga y humillante historia —a menudo « subterránea »— de abusos cometidos contra las mujeres en el campo de la sexualidad? A las puertas del tercer milenio no podemos permanecer impasibles y resignados ante este fenómeno. Es hora de condenar con determinación, empleando los medios legislativos apropiados de defensa, las formas de violencia sexual que con frecuencia tienen por objeto a las mujeres. En nombre del respeto de la persona no podemos además no denunciar la difundida cultura hedonística y comercial que promueve la explotación sistemática de la sexualidad, induciendo a chicas incluso de muy joven edad a caer en los ambientes de la corrupción y hacer un uso mercenario de su cuerpo.

Ante estas perversiones, cuánto reconocimiento merecen en cambio las mujeres que, con amor heroico por su criatura, llevan a término un embarazo derivado de la injusticia de relaciones sexuales impuestas con la fuerza; y esto no sólo en el conjunto de las atrocidades que por desgracia tienen lugar en contextos de guerra todavía tan frecuentes en el mundo, sino también en situaciones de bienestar y de paz, viciadas a menudo por una cultura de permisivismo hedonístico, en que prosperan también más fácilmente tendencias de machismo agresivo. En semejantes condiciones, la opción del aborto, que es siempre un pecado grave, antes de ser una responsabilidad de las mujeres, es un crimen imputable al hombre y a la complicidad del ambiente que lo rodea.

6. Mi « gratitud » a las mujeres se convierte pues en una llamada apremiante, a fin de que por parte de todos, y en particular por parte de los Estados y de las instituciones internacionales, se haga lo necesario para devolver a las mujeres el pleno respeto de su dignidad y de su papel. A este propósito expreso mi admiración hacia las mujeres de buena voluntad que se han dedicado a defender la dignidad de su condición femenina mediante la conquista de fundamentales derechos sociales, económicos y políticos, y han tomado esta valiente iniciativa en tiempos en que este compromiso suyo era considerado un acto de transgresión, un signo de falta de femineidad, una manifestación de exhibicionismo, y tal vez un pecado.

Como expuse en el Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de este año, mirando este gran proceso de liberación de la mujer, se puede decir que « ha sido un camino difícil y complicado y, alguna vez, no exento de errores, aunque sustancialmente positivo, incluso estando todavía incompleto por tantos obstáculos que, en varias partes del mundo, se interponen a que la mujer sea reconocida, respetada y valorada en su peculiar dignidad » (n. 4).

¡Es necesario continuar en este camino! Sin embargo estoy convencido de que el secreto para recorrer libremente el camino del pleno respeto de la identidad femenina no está solamente en la denuncia, aunque necesaria, de las discriminaciones y de las injusticias, sino también y sobre todo en un eficaz e ilustrado proyecto de promoción, que contemple todos los ámbitos de la vida femenina, a partir de una renovada y universal toma de conciencia de la dignidad de la mujer. A su reconocimiento, no obstante los múltiples condicionamientos históricos, nos lleva la razón misma, que siente la Ley de Dios inscrita en el corazón de cada hombre. Pero es sobre todo la Palabra de Dios la que nos permite descubrir con claridad el radical fundamento antropológico de la dignidad de la mujer, indicándonoslo en el designio de Dios sobre la humanidad.

7. Permitidme pues, queridas hermanas, que medite de nuevo con vosotras sobre la maravillosa página bíblica que presenta la creación del ser humano, y que dice tanto sobre vuestra dignidad y misión en el mundo.

El Libro del Génesis habla de la creación de modo sintético y con lenguaje poético y simbólico, pero profundamente verdadero: « Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó: varón y mujer los creó » (Gn 1, 27). La acción creadora de Dios se desarrolla según un proyecto preciso. Ante todo, se dice que el ser humano es creado « a imagen y semejanza de Dios » (cf. Gn 1, 26), expresión que aclara en seguida el carácter peculiar del ser humano en el conjunto de la obra de la creación.

Se dice además que el ser humano, desde el principio, es creado como « varón y mujer » (Gn 1, 27). La Escritura misma da la interpretación de este dato: el hombre, aun encontrándose rodeado de las innumerables criaturas del mundo visible, ve que está solo (cf. Gn 2, 20). Dios interviene para hacerlo salir de tal situación de soledad: « No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada » (Gn 2, 18). En la creación de la mujer está inscrito, pues, desde el inicio el principio de la ayuda: ayuda —mírese bien— no unilateral, sino recíproca. La mujer es el complemento del hombre, como el hombre es el complemento de la mujer: mujer y hombre son entre sí complementarios. La femineidad realiza lo « humano » tanto como la masculinidad, pero con una modulación diversa y complementaria.

Cuando el Génesis habla de « ayuda », no se refiere solamente al ámbito del obrar, sino también al del ser. Femineidad y masculinidad son entre sí complementarias no sólo desde el punto de vista físico y psíquico, sino ontológico. Sólo gracias a la dualidad de lo « masculino » y de lo « femenino » lo « humano » se realiza plenamente.

8. Después de crear al ser humano varón y mujer, Dios dice a ambos: « Llenad la tierra y sometedla » (Gn 1, 28). No les da sólo el poder de procrear para perpetuar en el tiempo el género humano, sino que les entrega también la tierra como tarea, comprometiéndolos a administrar sus recursos con responsabilidad. El ser humano, ser racional y libre, está llamado a transformar la faz de la tierra. En este encargo, que esencialmente es obra de cultura, tanto el hombre como la mujer tienen desde el principio igual responsabilidad. En su reciprocidad esponsal y fecunda, en su común tarea de dominar y someter la tierra, la mujer y el hombre no reflejan una igualdad estática y uniforme, y ni siquiera una diferencia abismal e inexorablemente conflictiva: su relación más natural, de acuerdo con el designio de Dios, es la « unidad de los dos », o sea una « unidualidad » relacional, que permite a cada uno sentir la relación interpersonal y recíproca como un don enriquecedor y responsabilizante.

A esta « unidad de los dos » confía Dios no sólo la obra de la procreación y la vida de la familia, sino la construcción misma de la historia. Si durante el Año internacional de la Familia, celebrado en 1994, se puso la atención sobre la mujer como madre, la Conferencia de Pekín es la ocasión propicia para una nueva toma de conciencia de la múltiple aportación que la mujer ofrece a la vida de todas las sociedades y naciones. Es una aportación, ante todo, de naturaleza espiritual y cultural, pero también socio-política y económica. ¡Es mucho verdaderamente lo que deben a la aportación de la mujer los diversos sectores de la sociedad, los Estados, las culturas nacionales y, en definitiva, el progreso de todo el genero humano!

9. Normalmente el progreso se valora según categorías científicas y técnicas, y también desde este punto de vista no falta la aportación de la mujer. Sin embargo, no es ésta la única dimensión del progreso, es más, ni siquiera es la principal. Más importante es la dimensión ética y social, que afecta a las relaciones humanas y a los valores del espíritu: en esta dimensión, desarrollada a menudo sin clamor, a partir de las relaciones cotidianas entre las personas, especialmente dentro de la familia, la sociedad es en gran parte deudora precisamente al « genio de la mujer ».

A este respecto, quiero manifestar una particular gratitud a las mujeres comprometidas en los más diversos sectores de la actividad educativa, fuera de la familia: asilos, escuelas, universidades, instituciones asistenciales, parroquias, asociaciones y movimientos. Donde se da la exigencia de un trabajo formativo se puede constatar la inmensa disponibilidad de las mujeres a dedicarse a las relaciones humanas, especialmente en favor de los más débiles e indefensos. En este cometido manifiestan una forma de maternidad afectiva, cultural y espiritual, de un valor verdaderamente inestimable, por la influencia que tiene en el desarrollo de la persona y en el futuro de la sociedad. ?Cómo no recordar aquí el testimonio de tantas mujeres católicas y de tantas Congregaciones religiosas femeninas que, en los diversos continentes, han hecho de la educación, especialmente de los niños y de las niñas, su principal servicio? Cómo no mirar con gratitud a todas las mujeres que han trabajado y siguen trabajando en el campo de la salud, no sólo en el ámbito de las instituciones sanitarias mejor organizadas, sino a menudo en circunstancias muy precarias, en los Países más pobres del mundo, dando un testimonio de disponibilidad que a veces roza el martirio?

10. Deseo pues, queridas hermanas, que se reflexione con mucha atención sobre el tema del « genio de la mujer », no sólo para reconocer los caracteres que en el mismo hay de un preciso proyecto de Dios que ha de ser acogido y respetado, sino también para darle un mayor espacio en el conjunto de la vida social así como en la eclesial. Precisamente sobre este tema, ya tratado con ocasión del Año Mariano, tuve oportunidad de ocuparme ampliamente en la citada Carta apostólica Mulieris dignitatem, publicada en 1988. Este año, además, con ocasión del Jueves Santo, a la tradicional Carta que envío a los sacerdotes he querido agregar idealmente la Mulieris dignitatem, invitándoles a reflexionar sobre el significativo papel que la mujer tiene en sus vidas como madre, como hermana y como colaboradora en las obras apostólicas. Es ésta otra dimensión, —diversa de la conyugal, pero asimismo importante— de aquella « ayuda » que la mujer, según el Génesis, está llamada a ofrecer al hombre.

La Iglesia ve en María la máxima expresión del « genio femenino » y encuentra en Ella una fuente de continua inspiración. María se ha autodefinido « esclava del Señor » (Lc 1, 38). Por su obediencia a la Palabra de Dios Ella ha acogido su vocación privilegiada, nada fácil, de esposa y de madre en la familia de Nazaret. Poniéndose al servicio de Dios, ha estado también al servicio de los hombres: un servicio de amor. Precisamente este servicio le ha permitido realizar en su vida la experiencia de un misterioso, pero auténtico « reinar ». No es por casualidad que se la invoca como « Reina del cielo y de la tierra ». Con este título la invoca toda la comunidad de los creyentes, la invocan como « Reina » muchos pueblos y naciones. ¡Su « reinar » es servir! ¡Su servir es « reinar »!

De este modo debería entenderse la autoridad, tanto en la familia como en la sociedad y en la Iglesia. El « reinar » es la revelación de la vocación fundamental del ser humano, creado a « imagen » de Aquel que es el Señor del cielo y de la tierra, llamado a ser en Cristo su hijo adoptivo. El hombre es la única criatura sobre la tierra que « Dios ha amado por sí misma », como enseña el Concilio Vaticano II, el cual añade significativamente que el hombre « no puede encontrarse plenamente a sí mismo sino en la entrega sincera de sí mismo » (Gaudium et spes, 24).

En esto consiste el « reinar » materno de María. Siendo, con todo su ser, un don para el Hijo, es un don también para los hijos e hijas de todo el género humano, suscitando profunda confianza en quien se dirige a Ella para ser guiado por los difíciles caminos de la vida al propio y definitivo destino trascendente. A esta meta final llega cada uno a través de las etapas de la propia vocación, una meta que orienta el compromiso en el tiempo tanto del hombre como de la mujer.

11. En este horizonte de « servicio » —que, si se realiza con libertad, reciprocidad y amor, expresa la verdadera « realeza » del ser humano— es posible acoger también, sin desventajas para la mujer, una cierta diversidad de papeles, en la medida en que tal diversidad no es fruto de imposición arbitraria, sino que mana del carácter peculiar del ser masculino y femenino. Es un tema que tiene su aplicación específica incluso dentro de la Iglesia. Si Cristo —con una elección libre y soberana, atestiguada por el Evangelio y la constante tradición eclesial— ha confiado solamente a los varones la tarea de ser «icono » de su rostro de « pastor » y de « esposo » de la Iglesia a través del ejercicio del sacerdocio ministerial, esto no quita nada al papel de la mujer, así como al de los demás miembros de la Iglesia que no han recibido el orden sagrado, siendo por lo demás todos igualmente dotados de la dignidad propia del « sacerdocio común », fundamentado en el Bautismo. En efecto, estas distinciones de papel no deben interpretarse a la luz de los cánones de funcionamiento propios de las sociedades humanas, sino con los criterios específicos de la economía sacramental, o sea, la economía de « signos » elegidos libremente por Dios para hacerse presente en medio de los hombres.

Por otra parte, precisamente en la línea de esta economía de signos, incluso fuera del ámbito sacramental, hay que tener en cuenta la « femineidad » vivida según el modelo sublime de María. En efecto, en la « femineidad » de la mujer creyente, y particularmente en el de la « consagrada », se da una especie de « profecía » inmanente (cf. Mulieris dignitatem, 29), un simbolismo muy evocador, podría decirse un fecundo « carácter de icono », que se realiza plenamente en María y expresa muy bien el ser mismo de la Iglesia como comunidad consagrada totalmente con corazón « virgen », para ser « esposa » de Cristo y « madre » de los creyentes. En esta perspectiva de complementariedad « icónica » de los papeles masculino y femenino se ponen mejor de relieve las dos dimensiones imprescindibles de la Iglesia: el principio « mariano » y el « apostólico-petrino » (cf. ibid., 27).

Por otra parte —lo recordaba a los sacerdotes en la citada Carta del Jueves Santo de este año— el sacerdocio ministerial, en el plan de Cristo « no es expresión de dominio, sino de servicio » (n. 7). Es deber urgente de la Iglesia, en su renovación diaria a la luz de la Palabra de Dios, evidenciar esto cada vez más, tanto en el desarrollo del espíritu de comunión y en la atenta promoción de todos los medios típicamente eclesiales de participación, como a través del respeto y valoración de los innumerables carismas personales y comunitarios que el Espíritu de Dios suscita para la edificación de la comunidad cristiana y el servicio a los hombres.

En este amplio ámbito de servicio, la historia de la Iglesia en estos dos milenios, a pesar de tantos condicionamientos, ha conocido verdaderamente el « genio de la mujer », habiendo visto surgir en su seno mujeres de gran talla que han dejado amplia y beneficiosa huella de sí mismas en el tiempo. Pienso en la larga serie de mártires, de santas, de místicas insignes. Pienso de modo especial en santa Catalina de Siena y en santa Teresa de Jesús, a las que el Papa Pablo VI concedió el título de Doctoras de la Iglesia. Y ?cómo no recordar además a tantas mujeres que, movidas por la fe, han emprendido iniciativas de extraordinaria importancia social especialmente al servicio de los más pobres? En el futuro de la Iglesia en el tercer milenio no dejarán de darse ciertamente nuevas y admirables manifestaciones del « genio femenino ».

12. Vosotras veis, pues, queridas hermanas, cuántos motivos tiene la Iglesia para desear que, en la próxima Conferencia, promovida por las Naciones Unidas en Pekín, se clarifique la plena verdad sobre la mujer. Que se dé verdaderamente su debido relieve al « genio de la mujer », teniendo en cuenta no sólo a las mujeres importantes y famosas del pasado o las contemporáneas, sino también a las sencillas, que expresan su talento femenino en el servicio de los demás en lo ordinario de cada día. En efecto, es dándose a los otros en la vida diaria como la mujer descubre la vocación profunda de su vida; ella que quizá más aún que el hombre ve al hombre, porque lo ve con el corazón. Lo ve independientemente de los diversos sistemas ideológicos y políticos. Lo ve en su grandeza y en sus límites, y trata de acercarse a él y serle de ayuda. De este modo, se realiza en la historia de la humanidad el plan fundamental del Creador e incesantemente viene a la luz, en la variedad de vocaciones, la belleza —no solamente física, sino sobre todo espiritual— con que Dios ha dotado desde el principio a la criatura humana y especialmente a la mujer.

Mientras confío al Señor en la oración el buen resultado de la importante reunión de Pekín, invito a las comunidades eclesiales a hacer del presente año una ocasión para una sentida acción de gracias al Creador y al Redentor del mundo precisamente por el don de un bien tan grande como es el de la femineidad: ésta, en sus múltiples expresiones, pertenece al patrimonio constitutivo de la humanidad y de la misma Iglesia.

Que María, Reina del amor, vele sobre las mujeres y sobre su misión al servicio de la humanidad, de la paz y de la extensión del Reino de Dios.

Con mi Bendición.

Vaticano, 29 de junio, solemnidad de los santos Pedro y Pablo, del año 1995.


Ver también: Mulleris Dignitatis (la dignidad de la mujer), JPII
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♥Consagración a la Virgen María

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CONSAGRACIÓN DEL MATRIMONIO AL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA

CONSAGRACIÓN DEL MATRIMONIO AL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA
"Oh, Corazón Inmaculado de María, refugio seguro de nosotros pecadores y ancla firme de salvación, a Ti queremos hoy consagrar nuestro matrimonio. En estos tiempos de gran batalla espiritual entre los valores familiares auténticos y la mentalidad permisiva del mundo, te pedimos que Tu, Madre y Maestra, nos muestres el camino verdadero del amor, del compromiso, de la fidelidad, del sacrificio y del servicio. Te pedimos que hoy, al consagrarnos a Ti, nos recibas en tu Corazón, nos refugies en tu manto virginal, nos protejas con tus brazos maternales y nos lleves por camino seguro hacia el Corazón de tu Hijo, Jesús. Tu que eres la Madre de Cristo, te pedimos nos formes y moldees, para que ambos seamos imágenes vivientes de Jesús en nuestra familia, en la Iglesia y en el mundo. Tu que eres Virgen y Madre, derrama sobre nosotros el espíritu de pureza de corazón, de mente y de cuerpo. Tu que eres nuestra Madre espiritual, ayúdanos a crecer en la vida de la gracia y de la santidad, y no permitas que caigamos en pecado mortal o que desperdiciemos las gracias ganadas por tu Hijo en la Cruz. Tu que eres Maestra de las almas, enséñanos a ser dóciles como Tu, para acoger con obediencia y agradecimiento toda la Verdad revelada por Cristo en su Palabra y en la Iglesia. Tu que eres Mediadora de las gracias, se el canal seguro por el cual nosotros recibamos las gracias de conversión, de amor, de paz, de comunicación, de unidad y comprensión. Tu que eres Intercesora ante tu Hijo, mantén tu mirada misericordiosa sobre nosotros, y acércate siempre a tu Hijo, implorando como en Caná, por el milagro del vino que nos hace falta. Tu que eres Corredentora, enséñanos a ser fieles, el uno al otro, en los momentos de sufrimiento y de cruz. Que no busquemos cada uno nuestro propio bienestar, sino el bien del otro. Que nos mantengamos fieles al compromiso adquirido ante Dios, y que los sacrificios y luchas sepamos vivirlos en unión a tu Hijo Crucificado. En virtud de la unión del Inmaculado Corazón de María con el Sagrado Corazón de Jesús, pedimos que nuestro matrimonio sea fortalecido en la unidad, en el amor, en la responsabilidad a nuestros deberes, en la entrega generosa del uno al otro y a los hijos que el Señor nos envíe. Que nuestro hogar sea un santuario doméstico donde oremos juntos y nos comuniquemos con alegría y entusiasmo. Que siempre nuestra relación sea, ante todos, un signo visible del amor y la fidelidad. Te pedimos, Oh Madre, que en virtud de esta consagración, nuestro matrimonio sea protegido de todo mal espiritual, físico o material. Que tu Corazón Inmaculado reine en nuestro hogar para que así Jesucristo sea amado y obedecido en nuestra familia. Qué sostenidos por Su amor y Su gracia nos dispongamos a construir, día a día, la civilización del amor: el Reinado de los Dos Corazones. Amén. -Madre Adela Galindo, Fundadora SCTJM

CONSAGRACIÓN DEL MATRIMONIO A LOS DOS CORAZONES EN SU RENOVACIÓN DE VOTOS

CONSAGRACIÓN DEL MATRIMONIO A LOS DOS CORAZONES EN SU RENOVACIÓN DE VOTOS
Oh Corazones de Jesús y María, cuya perfecta unidad y comunión ha sido definida como una alianza, término que es también característico del sacramento del matrimonio, por que conlleva una constante reciprocidad en el amor y en la dedicación total del uno al otro. Es la alianza de Sus Corazones la que nos revela la identidad y misión fundamental del matrimonio y la familia: ser una comunidad de amor y vida. Hoy queremos dar gracias a los Corazones de Jesús y María, ante todo, por que en ellos hemos encontrado la realización plena de nuestra vocación matrimonial y por que dentro de Sus Corazones, hemos aprendido las virtudes de la caridad ardiente, de la fidelidad y permanencia, de la abnegación y búsqueda del bien del otro. También damos gracias por que en los Corazones de Jesús y María hemos encontrado nuestro refugio seguro ante los peligros de estos tiempos en que las dos grandes culturas la del egoísmo y de la muerte, quieren ahogar como fuerte diluvio la vida matrimonial y familiar. Hoy deseamos renovar nuestros votos matrimoniales dentro de los Corazones de Jesús y María, para que dentro de sus Corazones permanezcamos siempre unidos en el amor que es mas fuerte que la muerte y en la fidelidad que es capaz de mantenerse firme en los momentos de prueba. Deseamos consagrar los años pasados, para que el Señor reciba como ofrenda de amor todo lo que en ellos ha sido manifestación de amor, de entrega, servicio y sacrificio incondicional. Queremos también ofrecer reparación por lo que no hayamos vivido como expresión sublime de nuestro sacramento. Consagramos el presente, para que sea una oportunidad de gracia y santificación de nuestras vidas personales, de nuestro matrimonio y de la vida de toda nuestra familia. Que sepamos hoy escuchar los designios de los Corazones de Jesús y María, y respondamos con generosidad y prontitud a todo lo que Ellos nos indiquen y deseen hacer con nosotros. Que hoy nos dispongamos, por el fruto de esta consagración a construir la civilización del amor y la vida. Consagramos los años venideros, para que atentos a Sus designios de amor y misericordia, nos dispongamos a vivir cada momento dentro de los Corazones de Jesús y María, manifestando entre nosotros y a los demás, sus virtudes, disposiciones internas y externas. Consagramos todas las alegrías y las tristezas, las pruebas y los gozos, todo ofrecido en reparación y consolación a Sus Corazones. Consagramos toda nuestra familia para que sea un santuario doméstico de los Dos Corazones, en donde se viva en oración, comunión, comunicación, generosidad y fidelidad en el sufrimiento. Que los Corazones de Jesús y María nos protejan de todo mal espiritual, físico o material. Que los Dos Corazones reinen en nuestro matrimonio y en nuestra familia, para que Ellos sean los que dirijan nuestros corazones y vivamos así, cada día, construyendo el reinado de sus Corazones: la civilización del amor y la vida. Amén! Nombre de esposos______________________________ Fecha________________________ -Madre Adela Galindo, Fundadora SCTJM

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