Mensaje escrito por la Subcomisión episcopal para la familia y defensa de la vida con ocasión de la Jornada por la Vida que se celebra en Argentina el 25 de marzo, y en España el 26 del mismo mes.
Por el amor y el respeto
Sostener una cultura a favor de la familia y de la vida para evitar que «la cultura de la muerte promueva en la legislación agresiones contra la vida, presentadas como si fuesen manifestaciones de progreso o incluso como muestras de humanitarismo». Es el objetivo del mensaje "Amar y cuidar toda vida humana" escrito por la Subcomisión episcopal para la familia y defensa de la vida con ocasión de la Jornada por la Vida que se celebra en España el 26 de marzo, solemnidad de la Anunciación del Señor. "Ama la vida, toda la vida" es el lema de evento; en él se inspiran los obispos para citar todos los momentos de la existencia que deben respetarse y defenderse.
Como en la parábola del grano de mostaza, que relata el Evangelio de Marcos, «la vida humana naciente encierra en sí la esperanza de una plenitud, llena de promesas e ilusiones». Por ello —escriben los prelados citando una declaración precedente de la Conferencia episcopal española— «cada vida humana aparece ante nosotros como algo único, irrepetible e insustituible; su valor no se puede medir en relación con ningún objeto, ni siquiera por comparación con ninguna otra persona; cada ser humano es, en este sentido, un valor absoluto». Todos los seres humanos son «iguales en el derecho a la vida» y tal igualdad «es la base de toda auténtica relación social, que, para ser verdadera, debe fundamentarse sobre la verdad y la justicia, reconociendo y tutelando a cada hombre y a cada mujer como persona y no como una cosa de la que se puede disponer». Además, en virtud de la encarnación de Jesucristo, «la fe cristiana descubre al hombre el incalculable valor» de la vida y esto implica que la vida humana, en su grandeza y dignidad, exija respeto y cuidado desde la concepción hasta la muerte natural.
En el mensaje —firmado, entre otros prelados, por el presidente de la Subcomisión, Juan Antonio Reig Plà, obispo de Alcalá de Henares— se recalca el rechazo absoluto de la eliminación «directa y voluntaria» de la vida humana en su inicio, así de la eutanasia, cuya legitimación social "en ningún caso se puede aceptar". Y es que un ser humano jamás pierde su dignidad, cualquiera que sea su condición física o psíquica. Todas las personas enfermas merecen y exigen un respeto incondicional y su vida no se puede valorar siguiendo el criterio excluyente de la calidad o del bienestar subjetivo. Por eso «la muerte no debe ser causada, por una acción u omisión, ni siquiera con el fin de eliminar el dolor». Para apoyar sus palabras, los obispos españoles recuerdan la resolución del Consejo de Europa del pasado 25 de enero.
Se expresa además satisfacción por la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (18 de octubre de 2011) que prohíbe patentar los procedimientos que utilicen células madre embrionarias humanas y que considera a todo óvulo humano a partir de la fecundación como «embrión humano».
La Iglesia en España llama igualmente la atención sobre la familia, definida «fundamental en el itinerario educativo y para el desarrollo de las personas y de la sociedad». De ahí el llamamiento a «políticas familiares justas que favorezcan la institución familiar».
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