El Estado Islámico crucificó a un niño cristiano de 12 años, a quien antes le habían cortado la punta de sus dedos, en un pueblo – nombre que no fue revelado por temor a que los extremistas adopten nuevas medidas contra los pocos cristianos que sobreviven allí- cercano a Aleppo, Siria. Los islamistas cometieron la tortura del menor delante de su padre, un ministro cristiano que tiene a su cargo nueve capillas, para que el resto del pueblo se convierta al islam.
El hecho ocurrió en agosto, pero trascendió el 6 de octubre luego de que el organismo Christian Aid Mission emitiera un comunicado. "Delante del líder y de parientes en la multitud, los extremistas islámicos cortaron la punta de los dedos del niño y lo golpearon severamente, diciéndole al padre que pararían con las torturas sólo si él se convertía al islam", afirmó la organización cristiana. Tras ello, informaron que el padre de la víctima se negó a la reconversión. Tanto él como otros tres misioneros fueron también torturados, golpeados y murieron en la cruz, como el niño.
Además, dos días después del hecho, dos mujeres 29 y 33 años que pertenecían a las misiones fueron llevadas por los extremistas a una plaza pública e interrogadas acerca de su conversión al islam. Como se negaron cambiar de religión, fueron violadas en público y luego decapitadas. Los yihadistas también asesinaron a 6 hombres. "Todos murieron rezándole a Jesús o a Dios. Una de las mujeres miró hacia arriba y sonriendo dijo: 'Jesús'", sostuvo un ministro de la iglesia.
Fuente: InfoBae.
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